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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Capítulo 7


Ness: He invitado a un viejo amigo de mi abuelo a que nos acompañe a cenar esta noche -informó a Zac al entrar este en el salón de Hudgens House una hora más tarde-.

Zac: ¿De verdad? -dijo acercándose a ella-.

Se había puesto una camisa de seda negra y unos pantalones de vestir del mismo color. Se había afeitado y tenía el pelo húmedo.

Ness: Pensé que tal vez estarías aburriéndote al solo tenerme a mí como compañía -comentó ofreciéndole una copa de Martini-.

Zac: ¿Ah, sí?

Ness: Obviamente estás acostumbrado a entretenimientos más sofisticados…

Zac: Razón de peso para que disfrute de una semana de paz y tranquilidad -respondió mirándola fijamente-.

Ness: Solo estaba intentando ser hospitalaria…

Zac: No, Vanessa, eso no es cierto.

Ness: No te atrevas a decirme cuáles son mis motivos -advirtió-.

Zac: Está bien -concedió dirigiéndose al otro extremo del salón para sentarse en una butaca. Colocó su bebida en una mesita que había al lado-. ¿Quién es este «viejo amigo» de tu abuelo?

Vanessa tenía el corazón tan acelerado que temió que Zac pudiera oír sus latidos. Él tenía razón; no había invitado a Thomas Sullivan a cenar porque pensara que Zac estaba aburrido… ¡sino que lo había invitado para que actuara como barrera frente a la creciente atracción que sentía por Zac! Por la misma razón se había puesto el mismo vestido negro que había llevado seis semanas atrás cuando había conocido a Zac y se había arreglado el cabello en un moño.

Ness: Mi abuelo y él fueron juntos a la universidad.

Zac: ¡Entonces desde luego que es un «viejo amigo»! ¿Y a los empleados de seguridad de tu abuelo no les molesta que venga aquí esta noche?

Ness: No les he preguntado -confesó-.

Zac: Pues tal vez deberías haberlo hecho.

Ness: No somos prisioneros, Zac.

Zac: ¿Has intentado salir de la propiedad? -preguntó esbozando una ligera sonrisa-.

Ness: Claro que no… -comenzó a decir, dejando de hablar abruptamente-. ¿Estás diciendo que has intentado salir de la propiedad y que te lo han impedido…?

Zac: Tenía más o menos media hora libre antes de cenar y pensé en salir a montar a caballo… para disfrutar de algunas de las vistas de la zona. Pero me detuvieron en la puerta principal y me dijeron muy firmemente que esta noche nadie podía entrar ni salir de Hudgens House. Lo que probablemente significa que el amigo de tu abuelo no va a poder cenar con nosotros.

Ness: ¡Pero eso es completamente ridículo! -exclamó desconcertada-. Voy a ir a hablar con ellos ahora mismo -añadió, dirigiéndose hacia la puerta-.

Zac: Hazlo… y también pregúntales qué era toda esa actividad que se estaba desarrollando hace más o menos media hora.

Ness: ¿Qué actividad? -preguntó parándose en seco-.

Zac: Han estado hablando mucho por radio y hace más o menos quince minutos ha llegado media docena de hombres más… varios de ellos con más perros.

Ella se quedó muy pálida.

Ness: No sabía nada de eso…

Zac: ¿No? -dijo levantándose abruptamente y frunciendo el ceño-. Creo que tienes un problema mucho más grande del que preocuparte que yo, Vanessa.

Ness: Voy a telefonear a mi abuelo para preguntarle qué está ocurriendo -respondió angustiada-.

Zac: Ya lo he intentado yo -confesó-. Incluso le comenté a la señora que respondió al teléfono que estaba hospedándome aquí contigo como invitado de tu abuelo. Pero no supuso ninguna diferencia. Me dijo educada pero firmemente que el señor Geoffrey no podía ponerse al teléfono en ese momento, pero que le haría llegar el mensaje.

Ness: Mi abuelo no suele comportarse de esa manera… -aseguró negando con la cabeza-.

Zac: Yo pensé lo mismo, por lo que intenté telefonearlo al número de móvil que me dio. Pero me respondió un contestador automático y obviamente no volví a dejar otro mensaje… Ah, Little -dijo dirigiéndose hacia el mayordomo al entrar este en el salón-. La doctora Hudgens y yo estábamos especulando acerca de la posible razón de que haya aún más miembros de seguridad en la propiedad…

Experto en descifrar las expresiones de las caras de la gente, se dio cuenta de que los marrones ojos del fiel empleado reflejaron cierta dureza justo antes de que bajara los párpados.

Little: Parece que esta tarde han detenido a varios jóvenes que estaban intentando escalar los muros de Hudgens House para celebrar una fiesta en la playa.

Zac: ¿De verdad? -respondió secamente-.

Little: Sí -confirmó abruptamente el mayordomo antes de dirigirse a Vanessa-. La cena está lista para servir, señorita Vanessa. El señor Sullivan telefoneó hace algunos minutos para disculparse. No va a poder acompañarlos a cenar debido a una ligera indisposición.

Zac: ¡Vaya sorpresa! -exclamó mirándola a ella con complicidad-.

Pero Vanessa estaba más que sorprendida por todo aquello.

Ness: Little, ¿sabes por qué mi abuelo no se pone al teléfono esta noche?

Little: No sabía que ese fuera el caso… -contestó el mayordomo-.

Durante los muchos años que Vanessa había conocido a Little, jamás había dudado de su palabra… pero en aquel momento estaba haciéndolo. Había algo en el tono de su voz, un cierto carácter evasivo, que provocó que le diera un vuelco el estómago.

Ness: ¿Podrías pedirle a la señora Harris que espere más o menos quince minutos para servir la cena? -le pidió al fiel empleado-. Hay varias cosas que tengo que hacer antes de cenar.

Little no pudo evitar esbozar una mueca de desaprobación.

Little: Está bien, señorita Vanessa -dijo, haciendo una reverencia antes de retirarse-.

Al llegar a la puerta, le dirigió a Zac una mirada de censura.

Zac: No parece muy contento -comentó una vez que estuvo de nuevo a solas con Vanessa-.

Ness: No -concedió, que parecía realmente preocupada por toda aquella situación-.

Él se sintió culpable por haber comentado que no le habían dejado salir de la propiedad y que habían llegado más miembros de seguridad, así como que Geoffrey no se había puesto al teléfono.

Zac: Estoy seguro de que no hay necesidad de preocuparse, Vanessa…

Ness: No estás seguro de eso en absoluto, Zac, así que, por favor, deja de tratarme como si fuera una niña. Está pasando algo malo, ¡y pretendo descubrir qué es!

 Zac: ¿Y cómo pretendes hacerlo…? -provocó-.

Ness: Telefoneando a mi abuelo yo misma, desde luego -respondió acercándose a tomar su bolso, que estaba en el suelo junto a uno de los sillones. Sacó su teléfono móvil y marcó el número de su abuelo-. Siempre he podido hablar con mi abuelo… ¿Eres tú, Grace…? -Frunció el ceño al no haber respondido su abuelo a la llamada… tal y como había esperado-. Sí, sí, soy Vanessa -continuó-. ¿Dónde…? Oh, ya veo. Bueno, ¿sabes cuándo saldrá de la reunión?

Zac se apartó a un lado de la sala para darle a ella la intimidad que quizá necesitaba. Mientras miraba por una de las ventanas, pensó que el parecido de Vanessa con su abuela iba más allá del aspecto físico; había heredado de Anastasia la determinación y confianza en sí misma que poseía. Pero, al mismo tiempo, Vanessa también era muy vulnerable… y esa vulnerabilidad provocaba que su instinto protector aflorara en todo su esplendor… Al terminar ella la llamada, volvió a acercársele.

Zac: ¿Está todo bien? -quiso saber-.

Ness: Mi abuelo está en una reunión -respondió, que seguía pareciendo preocupada. Volvió a meter el móvil en su bolso-. Grace le pedirá que me telefonee en cuanto salga.

Zac: ¿Y Grace es…?

Ness: Fue la secretaria personal de mi abuelo hasta su jubilación hace veinticinco años…

Zac estaba comenzado a dudar que Geoffrey se hubiera realmente jubilado.

Zac: Entonces será mejor que vayamos a cenar mientras esperamos a que te telefonee -sugirió, tendiéndole un brazo a su acompañante-.

Pero Vanessa no se movió; estaba muy intranquila por todo lo que había ocurrido aquella velada. Le había parecido realmente extraño que su abuelo no se hubiera puesto al teléfono; durante los catorce años que habían transcurrido desde el fallecimiento de sus padres, siempre había hablado con él cuando había querido. Pero aún más extraño había sido que Grace hubiera respondido a la llamada…

Zac: Debes hacer un esfuerzo para evitar que tu imaginación comience a angustiarte -aconsejó-.

Vanessa se enderezó al darse cuenta de que él se había colocado delante de ella… tan cerca que podía ver el oscuro vello que le cubría el pecho gracias a que llevaba la camisa desabotonada al cuello.
Incluso podía sentir el calor que desprendía su cuerpo y oler la fragancia a limón del champú que había utilizado, así como el intenso aroma a hombre de su piel… ¡Un aroma que siempre lograba que se le debilitaran las rodillas! Asintió con la cabeza e ignoró el brazo que le tendía Zac… ya que no quería que este sintiera lo mucho que estaba temblando por tenerlo cerca.

Ness: Voy a decirle a Little que cenaremos ahora… ¿por qué no vas yendo al comedor?

Él asintió con la cabeza, bajó el brazo y se dirigió al comedor.


Little: El señor Geoffrey está al teléfono -informó al entrar en el comedor una hora y media más tarde para retirar los platos del postre-. Me he tomado la libertad de desviar la llamada a su despacho.

Vanessa se levantó abruptamente.

Ness: Voy de inmediato.

Little: El señor Geoffrey ha pedido hablar con el señor Efron -aclaró el mayordomo, mirando fijamente a Zac-.

Ness: ¿Con el señor Efron? -repitió aturdida-. Debes haberte equivocado, Little…

Little: En absoluto -aseguró el empleado-. Creo que el señor Efron telefoneó al señor Geoffrey esta tarde, ¿no es…?

Zac: Así es -se apresuró a responder, consciente de que ocurría algo extraño. Dejó su servilleta sobre la mesa antes de levantarse-. ¿Si pudieras acompañarme al despacho del señor Geoffrey? -le pidió a Little-.

Little: Desde luego, señor Efron.

Ness: ¡Zac!

Él se puso tenso al darse la vuelta y ver lo enojada que estaba Vanessa… con toda la razón. Geoffrey debía saber que ella no iba a aceptar alegremente que hablara primero con él.

Ness: Voy contigo -informó con determinación-.

Little: Creo que el señor Geoffrey desea hablar a solas con el señor Efron -terció-.

A juicio de Zac muy valientemente.

Ella pareció dispuesta a hacer añicos tanto verbal como físicamente a cualquiera que intentara impedir que hablara con su abuelo. ¡Y Little parecía decidido a hacerlo!

Ness: El señor Geoffrey puede desear lo que quiera, Little -le dijo al mayordomo con la furia reflejada en los ojos-. ¡Pero yo voy a acompañar al señor Efron al despacho!

Zac se echó a un lado justo en el momento en el que Vanessa pasó por su lado y salió del comedor.

Zac: Creo que es una reacción bastante previsible, ¿no te parece? -comentó ante el mayordomo-.

Little: Hay ocasiones en las que es casi posible creer que lady Anastasia está de vuelta con nosotros -murmuró con admiración mientras observaba a Vanessa alejarse por el pasillo-.

Zac asintió con la cabeza.

Zac: Dentro de cinco minutos tal vez debas llevar una botella de brandy y dos copas al despacho del señor Geoffrey.

Little: Desde luego, señor -respondió el mayordomo-.

Consciente de que los siguientes cinco minutos no iban a ser placenteros, Zac se acercó a la habitación en la que había visto entrar a Vanessa.


Zac: Ya has oído a tu abuelo, Vanessa -le recordó con delicadeza-. Ha dicho que no hay ninguna razón para que viajes a Londres ahora mismo.

Vanessa sabía muy bien lo que su abuelo le había dicho… una vez que había logrado quitarle el teléfono de las manos a Zac y hablar con él ella misma. Pero también sabía que no iba a hacerle caso y simplemente esperar a que se pusiera de nuevo en contacto con ella.

Tras la llamada telefónica había descubierto que su abuelo se había marchado apresuradamente a Londres hacía dos días ya que había sido amenazado junto a algunos miembros más de uno de los equipos de seguridad en los que había trabajado. Aquella era la razón de todas las medidas de seguridad que se estaban adoptando en Hudgens House.

La amenaza se había intensificado en las últimas veinticuatro horas… ¡y su abuelo esperaba, le ordenaba, que esperara tranquilamente a tener noticias suyas! De ninguna manera. De ninguna manera iba a quedarse allí esperando a que alguien atacara a su abuelo.

Se giró hacia Little al entrar este en el despacho con una bandeja en la que había una botella de brandy y dos copas.

Ness: Supongo que tú ya sabías qué ocurría antes de que habláramos con mi abuelo, ¿verdad?

Zac: Vanessa -la reprendió desde el lugar en el que estaba sentado-.

Ness: Lo siento, Little -se disculpó-. ¿Sabías que estaban amenazando a mi abuelo? -preguntó de manera menos desafiante pero igual de decidida-.

El mayordomo dejó la bandeja en el escritorio. A Zac le dio la impresión de que parecía un poco nervioso. Pero enseguida se compuso.

Little: Creo que el aumento de seguridad en la propiedad es solo como medida de precaución, señorita Vanessa.

Ness: No estoy preocupada por mí…

Zac: Eso es todo, Little, gracias -terció, sonriendo al mayordomo para tranquilizarlo. Cuando el hombre se hubo marchado, se levantó para cerrar la puerta del despacho-. Pagar tu nerviosismo con uno de los empleados de tu abuelo no va a lograr que te sientas mejor, Vanessa -comentó, acercándose para servir el brandy-.

Ness: ¿Es esperar demasiado que comprendas lo preocupada que estoy? -respondió pálida-.

Zac: No, claro que no -dijo ofreciéndole un vaso de brandy-. Simplemente no creo que insultarnos a Little o a mí vaya a arreglar la situación.

Ness: ¿Entonces qué va a arreglarla? -espetó aceptando la copa y bebiéndose el brandy de un trago-.

Zac: Se supone que hay que oler y saborear los brandy tan caros como este, ¡no tragárselos como si fueran una barata cerveza caliente!

Ness: Ya lo sé -concedió sirviéndose más brandy y bebiéndoselo de nuevo de un trago-.

A continuación dejó la copa sobre el escritorio y miró de manera desafiante a Zac.

Zac: Vanessa, te aconsejaría que no lleves la situación a un punto en el que me obligues a tomar medidas extremas para tranquilizarte -advirtió-.

Ness: ¿A qué medidas te refieres? -provocó-. ¿Vas a colocarme sobre tus rodillas y a darme unos azotes por haber sido traviesa? ¿O bastará con abofetearme en la cara?

Zac: No voy a pegarte… ¡aunque la primera sugerencia que has hecho tiene cierto sentido en este momento!

Normalmente jamás se le pasaría por la cabeza ejercer violencia sobre una mujer, pero aquella situación no era normal en absoluto.

Vanessa estaba al borde de la histeria. Algo comprensible ya que su abuelo era la única familia que le quedaba en el mundo.

Las lágrimas que vio reflejadas entonces en los marrones ojos de ella fueron su perdición.

Zac: ¡Oh, Vanessa…! -exclamó, abrazándola delicadamente-. Todo va a salir bien, ya verás.

Ness: No puedes saberlo -murmuró contra su pecho mientras contenía el llanto-.

Zac: No, tienes razón -concedió-. Pero lo que sí sé es que Geoffrey es un hombre que sabe exactamente lo que hace. Si dice que resolverá este problema, no me cabe la menor duda de que lo hará. Y, como tú lo conoces mucho mejor que yo, tampoco deberías tener dudas.

Ness: Tienes razón. Sé que la tienes. Simplemente… no puedo evitar estar preocupada.

Zac: Lo sé -dijo estrechando el abrazo-. Y también lo sabe tu abuelo. Por eso me ha pedido que cuide de ti.

Ella levantó la cabeza para mirarlo. Tenía una sonrisa reflejada en su llorosa cara.

Ness: ¿Y así estás cuidando de mí…?

Zac: Podría hacerlo mucho mejor si no pensara que vas a oponerte.

Vanessa gimió al acercar él la cabeza y besarle delicadamente la boca.

Relajó el cuerpo sobre el de Zac y separó los labios para profundizar el beso.

Parecía como si hubiera estado esperando a que ocurriera aquello desde la última vez que él la había besado. Esperando y deseándolo.

De inmediato, se perdió en el placer que suponían los ansiosos labios de Zac y disfrutó enormemente de la manera en la que le acarició la espalda y el trasero antes de apretarla con fuerza contra su cuerpo.

Sintió el musculoso pecho de él sobre sus senos y la dureza de su erección contra su pelvis… evidencia de lo excitado que estaba.

Gimió al agarrarla Zac con fuerza por los glúteos y alzarla del suelo para sentarla en el escritorio; le separó las piernas con las rodillas y le levantó el vestido hasta los muslos. Se colocó entre estos y ella pudo sentir el calor que desprendía su erección sobre sus braguitas.

Echó la cabeza para atrás al apretar él su sexo contra el de ella y lo abrazó por los hombros cuando dejó de besarla y comenzó a posar los labios sobre sus mejillas, su garganta, su cuello… Arqueó la espalda al sentir como Zac tomaba uno de sus pechos con una mano. La delicada tela de su vestido no impidió que disfrutara enormemente del placer que le recorrió el cuerpo al acariciarle él su excitado pezón. Apenas se dio cuenta de que le bajó la cremallera del vestido con su otra mano. Solo fue consciente de ello al tocarle Zac la piel de la espalda, momento en el que recordó que no llevaba sujetador.

Él sabía que debía detenerse. Consolar a Vanessa era una cosa… pero lo que en realidad quería era algo completamente distinto. No podía parar, no cuando estaba percibiendo que el placer que estaba sintiendo ella era igual de intenso al suyo.

Le quitó el vestido por encima de la cabeza y la tuvo que levantar ligeramente del escritorio para poder hacerlo. Pudo ver entonces los preciosos pechos de Vanessa, unos pechos grandes y rebosantes de sensualidad en contraste con el resto de su delgada y delicada figura.

Sujetándola por la cintura, se echó para atrás para poder observar su desnudez. Miró de nuevo sus exuberantes pechos antes de acercarse para tomar uno con la boca.

Ella apoyó las manos en el escritorio y sintió como el placer le recorría por dentro hasta apoderarse de su entrepierna. Al comenzar a chuparle Zac el pezón y a acariciarle sensualmente su otro pecho, un intenso cosquilleo se apoderó de su sexo, cosquilleo que fue convirtiéndose rápidamente en una ardiente necesidad que debía ser saciada…

Ness: Por favor, Zac… -suplicó, gimiendo-.

Pero él ignoró su petición y comenzó a saborear con sus labios y lengua su otro pecho. Incitó hasta extremos insoportables su endurecido pezón.

Enloquecida de pasión, Vanessa apretó la pelvis contra la de él para intentar calmar su ardiente necesidad. Temblorosa, miró a Zac con la pasión reflejada en los ojos. Al ver como él chupaba su pezón con ansia, una llamarada de placer se apoderó de nuevo de su sexo.

Ness: ¡Zac…! -En vez de saciarla, él comenzó a besarle los pechos con delicadeza y a acariciarle la espalda-. Deja de jugar conmigo, por favor, Zac -suplicó-.

Zac: Esto no es una idea muy inteligente, Vanessa -dijo dejando de tocarla y apartándose de ella-.

Vanessa se quedó mirándolo durante varios segundos y vio claramente reflejado en sus ojos un intenso arrepentimiento.

Ness: ¿Zac…?

Él negó con la cabeza con una adusta expresión reflejada en la cara.

Zac: Ambos sabemos que vas a terminar odiándome si llego más lejos con esto…

Ness: Estás equivocado, Zac -respondió volviéndose a poner el vestido-.

Zac: ¿Lo estoy? -preguntó con voz ronca-.

Ness: Oh, sí -aseguró-. ¡No podría odiarte más de lo que te odio en este momento! -añadió con el enfado reflejado en los ojos-.

Parecía sentirse humillada.

Zac sabía que se merecía aquel enfado; había permitido que las cosas llegaran mucho más lejos de lo que debía haber hecho teniendo en cuenta que ella estaba muy vulnerable emocionalmente. Pero también sabía que Vanessa estaba equivocada; lo habría odiado aún más si hubiera llevado aquel acto sexual hasta sus últimas consecuencias.

Sintiendo como su sexo le quemaba debajo de los calzoncillos, decidió que debía darse otra ducha de agua fría en cuanto llegara a su habitación… pero en aquella ocasión debía ser una ducha muy larga…

Zac: Tal vez incluso me des las gracias por la mañana por haber detenido esto -murmuró-.

Ness: ¡Si fuera tú, no apostaría por ello!

Zac: Vanessa…

Ness: Creo que debes marcharte ya, Zac -espetó enfurecida-.

Zac: Está bien -concedió-. Pero ya sabes dónde estoy si no puedes dormir y te apetece…

Ness: ¿El qué? -interrumpió-. ¿No acabamos de decidir que esto ha sido muy mala idea?

Zac: Iba a decir si te apetece tener compañía -terminó-. Y no recuerdo haber dicho que fuera mala idea, simplemente que no era una idea muy inteligente… dadas las circunstancias.

Ness: Bueno, «dadas las circunstancias», me gustaría que ahora te marcharas -respondió levantando la barbilla con orgullo al quedársele mirando-.

Él la miró con el arrepentimiento reflejado en los ojos antes de salir de la sala, consciente de que quedarse solo empeoraría la situación.

Si es que era posible…




A ver, Ness, primero no quieres a Zac ni en pintura y ahora le odias por no haberte llevado al huerto... A ver si te aclaras, guapa.

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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Pero que boba es Vanessa
Zac fue todo un caballero con ella
En verdad que ella esta mal
Solo espero que algún día admira
Lo mucho que ama a zac
El se lo merece
Sube pronto
Ya quiero ver un cambio en ella

Unknown dijo...

Que capitulo!
Por un momento pensé que todo podía mejorar entre ellos pero ya veo que no...
Ness esta demasiado terca y de Zac no tengo nada que decir.
Me preocupa el abuelo de Ness también.

Me encanto el capitulo!!!
Sube pronto

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