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viernes, 24 de enero de 2014

Capítulo 2


Zac terminó de fregar los platos de los perros, a los que ya había sacado de paseo. Al darse cuenta de la hora que era, se percató de que iba a tener que darse un poco de prisa si no quería llegar tarde a cenar con su vecina.

Estaba seguro de que el traje que había llevado al trabajo estaba limpio, pero no quiso arriesgarse, así que se cambió.

Se puso unos pantalones limpios, eligiendo unos de tela en lugar de vaqueros, y un cinturón marrón. Identificaba cada prenda por una diminuta etiqueta en lenguaje Braille que todas llevaban.

Pasó de largo ante los trajes y las camisas de trabajo, que estaban en las perchas de metal, y llegó a las de plástico, su sistema personal para localizar la ropa informal.

Sí, decidió cambiarse también de camisa porque no le apetecía nada presentarse en casa de Vanessa con una mancha de tinta o de comida. No daría buena impresión.

Estaba pasando los dedos sobre la etiqueta para saber de qué color era cuando se encontró preguntándose desde cuándo le importaba a él causarle buena impresión a una mujer.

Zac terminó de vestirse rápidamente y llamó a los perros. Le puso el arnés a Duke y la correa a Happy, que intentó repetidamente ponerse entre él y el perro guía. Al final, Zac tuvo que hablarle en tono serio, lo que hizo que la perra se escondiera detrás de él como si la hubiera pegado.

Zac: Lo siento mucho, cariño -le dijo mientras esperaba ante la puerta de la casa de Vanessa Hudgens a que le abriera-. Estoy haciendo todo lo que puedo para que esto salga bien.

Ness: ¿Para que qué salga bien qué? -le preguntó al abrir la puerta-.

Zac se rió.

Zac: Lo siento, normalmente no voy por ahí hablando con mis perros.

Ness: ¿De verdad? -le dijo divertida-.

Zac se quedó pensativo.

Zac: Bueno, puede que a veces lo haga.

Ness: No me extraña. Los perros prestan más atención que las personas -le dijo echándose a un lado para dejarlo pasar-. Por favor, pase, siéntese y dígame de qué venían hablando.

Zac: Busca una silla -le dijo a Duke entrando en casa de Vanessa-.

Ness: No sabía que les enseñaran cosas así -comentó viendo que Duke guiaba a su amo a través del salón hasta una butaca-.

Zac: Buen chico -le dijo al perro-. No es una orden que se suela enseñar en la escuela, pero, cuando me dieron a Happy, otro ciego me sugirió que podía ser de utilidad enseñarle cosas como «busca la puerta». Me han contado de gente que incluso enseña a sus perros a encontrar a un miembro determinado de la familia en una tienda.

Ness: ¿Cuánto tiempo hace que tiene a Duke?

Zac: Acabamos de salir de la escuela de entrenamiento hace dos semanas.

Ness: Vaya, yo creía que llevaban mucho más tiempo juntos -comentó sorprendida-.

Zac sonrió.

Zac: Es un buen perro. El hecho de que yo ya haya tenido otro antes me ayuda mucho. Cuando te dan al primer perro, le tienes que enseñar todo, pero con el segundo ya es diferente. Por cierto, ¿dónde está Happy? -se extrañó tocando el aire con la mano derecha-.

Ness: Oh, está aquí, conmigo. Le estoy haciendo mimos. ¿Está permitido?

Zac: Sí, claro que sí. A menos que el perro esté trabajando -le explicó-. Supongo que estará encantada. Desde que tengo a Duke, está cada vez más deprimida.

Ness: ¿Cómo lo sabe?

Zac se encogió de hombros.

Zac: No come como antes. Se limita a olisquear la comida y a dejarla en el plato. Además, está como… apagada. Antes, era una perra muy alegre que se pasaba el día moviendo el rabo.

Ness: Me parece impresionante que los perros se puedan deprimir, pero supongo que tiene sentido. Me comentó que habían estado juntos ocho años, ¿no?

Zac: Sí. Acaba de cumplir diez años -suspiró-. A veces, me planteo que tendría que haberla entregado. En muchas ocasiones, la familia que los cría de cachorro, los quiere y, si no es así, la escuela tiene una lista de familias que quieren adoptar perros jubilados.

Ness: ¿Cómo se iba a deshacer de ella después de todo lo que han vivido juntos?

Así que lo entendía. Zac sintió un inmediato afecto por aquella mujer.

Zac: Eso fue exactamente lo que yo pensé. No es fácil para una persona ciega como yo que vive sola ocuparse de dos perros, pero no podía deshacerme de ella. Para mí, es como de la familia.

Ness: Ya me lo imagino -murmuró-. Yo no creo que pudiera hacerlo tampoco -añadió cambiando el tono de voz para dirigirse a la perra-. Eres una preciosidad, cariño.

Al oírla hablar así, Zac sonrió.

Zac: A ver si lo adivino. Se ha puesto patas arriba para que le haga caricias en la tripa.

Ness: Vaya, veo que se lo hace a todo el mundo.

Zac: Sí, es muy mimosa -contestó acariciando a Duke y disfrutando del cómodo silencio-.

Ness: Perdón por hacerle tantas preguntas -se disculpó al cabo de unos segundos-. Supongo que estará harto de que todo el mundo le pregunte por los perros o por cómo se quedó ciego.

Zac se encogió de hombros.

Zac: Terminas acostumbrándote. Al principio, no lo podía soportar, pero forma parte de mi nueva vida.

Ness: Así que no es usted ciego de nacimiento. Ya me parecía a mí.

Zac: No, me quedé ciego con dieciocho años. Estaba en la universidad y me caí por un balcón durante una fiesta de la fraternidad. Aterricé de cabeza.

Ness: Madre mía. Tiene suerte de estar vivo.

Zac: Así es.

Ness: Una fiesta de la fraternidad, ¿eh? ¿Son tan salvajes como dicen?

Zac sonrió.

Zac: Sí, por lo menos en mi época lo eran. Aquella noche yo no había bebido. Lo que ocurrió fue que un chico que había detrás de mí tropezó y cayó sobre mí. Fue mala suerte.

Ness: ¿Y le dijeron que había quedado ciego inmediatamente?

Zac: No, no fue inmediatamente -contestó recordando aquellos primeros días en el hospital-.

Amber había estado con él cuando le había preguntado al médico por su vista.

Ness: Cambiemos de tema -anunció-. Me parece que ha llegado el momento de que sea usted el que haga las preguntas.

Fue entonces cuando Zac se dio cuenta de que había permanecido en silencio demasiado tiempo. Desde luego, no era difícil darse cuenta de que estaba completamente fuera de los círculos sociales. Conversar con los clientes era muy diferente a salir con una chica. Aunque aquello no fuera una cita de verdad.

Zac: Lo siento. Me hace recordar muchas cosas. Fueron momentos de grandes cambios para mí.

Ness: Ya me lo imagino -murmuró-.

Zac decidió aceptar su oferta.

Zac: ¿Y usted a qué se dedica? ¿En qué trabaja?

Al instante, sintió una gran tensión y se sorprendió pues suponía que preguntar por el trabajo era terreno seguro.

Ness: Ahora mismo no estoy trabajando. Tengo un par de entrevistas esta semana, así que espero tener contestación para esa pregunta muy pronto.

Zac: Muy bien.

Zac pensó que, probablemente, habría perdido el trabajo recientemente y, dado que eso solía suceder en circunstancias difíciles, tal vez se sintiera avergonzada y humillada.

Zac: ¿Y qué tipo de trabajo le gustaría hacer?

Ness: Una de las entrevistas que tengo es en una guardería y la otra en una escuela de enseñanza primaria. Sin embargo, lo que realmente me gustaría hacer es ir a la universidad y aprender a enseñar.

Zac: ¿A niños de qué edad?

Ness: No lo sé. Me gustan los niños pequeños, pero lo cierto es que no he tenido mucho contacto con adolescentes y eso también me llama la atención, así que no me cierro a nada.

Zac: ¿Entiendo entonces que es la primera vez que va a trabajar con niños?

Ness: Sí -contestó poniéndose en pie-. ¿Quiere beber algo?

Zac: ¿Tiene té con hielo?

Ness: Sí. ¿Con azúcar o con limón?

Zac: Con limón, por favor.

Zac se quedó escuchando cómo Vanessa cruzaba el salón en dirección a la cocina y se dio cuenta de que sus casas eran exactas, pero al revés. Se sorprendió al darse cuenta de que Happy había seguido a su anfitriona.

¿Habían sido imaginaciones suyas o se había puesto nerviosa en cuanto había mencionado su pasado? ¿Había sido una coincidencia que se hubiera puesto en pie inmediatamente después de su pregunta y que no le hubiera dado absolutamente ninguna información sobre lo que hacía antes de mudarse a Gettysburg?

Zac oyó el ruido de unos cubitos de hielo cayendo en un vaso y, a continuación, Vanessa volvió con su té.

Ness: ¿Quiere que se lo deje en algún lugar en particular?

Zac: ¿Hay alguna mesa cerca de mí?

Ness: Sí, a su derecha.

Zac: Entonces, ahí está bien.

Zac oyó que avanzaba hacia él y escuchó que dejaba el vaso sobre la mesa. Al hacerlo, percibió la fragancia limpia de mujer.

La tenía muy cerca.

¿Sería alta? Tenía la impresión de que sí porque, cuando hablaban, su voz no procedía de abajo.

Ness: Ya está. Le he dejado el vaso en la esquina de la mesa que está más cerca de usted.

Zac: Gracias -contestó alargando el brazo y tocando el vaso-.

Ness: De nada. La cena estará lista en breve. No he querido jugármela y he hecho pollo asado.

Zac: Me encanta el pollo asado. ¿Con patatas?

Ness: Sí, con patatas asadas también.

Zac: ¿Y con crema agria y queso todo mezclado y vuelto a poner en la carcasa de las patatas? -preguntó esperanzado-.

Ness: En el caso de las patatas, no solemos decir carcasa sino monda o piel -rió-.

Zac: Bueno, da igual. Seguro que está buenísimo. Suelo comer comida preparada o para llevar, platos de microondas y esas cosas, ya sabe, así que estoy encantado de que me haya hecho comida casera.

Ness: Supongo que cocinar le resultará difícil -comentó-.

En aquella ocasión, fue Zac el que se rió.

Zac: Conozco a un chico ciego que cocina de maravilla. Bueno, en realidad, tiene ceguera parcial, lo que se lo pone un poco más fácil…

Ness: ¿Ceguera parcial?

Zac: Sí, hay ciegos que ven un poco aunque también están muy limitados. Hay gente con ceguera parcial que ve más de un ojo que de otro y otras personas que tienen vista en ciertos cuadrantes del campo de visión. Yo no tengo visión en absoluto, así que soy ciego total.

Ness: Perdón por haberlo interrumpido. Me estaba usted hablando de ese conocido suyo que cocina tan bien.

Zac: Sí -sonrió-. Solo iba a decir que, incluso cuando no era ciego, cocinar tampoco formaba parte de mis quehaceres preferidos.

Ness: A mí, sin embargo, siempre me ha encantado cocinar, ya incluso de niña. Sin embargo, no había tenido tiempo de hacerlo desde hace mucho.

A Zac se le antojó aquélla una frase extraña y le hubiera gustado poder ver la cara de su interlocutora en aquellos momentos.

Zac: ¿Llevaba una vida demasiado ajetreada?

Ness: Algo así -murmuró-. ¿Usted lleva muchos años viviendo aquí?

Zac se dio cuenta al instante de que Vanessa volvía a cambiar de tema.

Zac: No, crecí en el campo, en Pensilvania, cerca de Pittsburg. ¿Y usted?

Ness: Yo soy de una pequeña población de Virginia llamada Barboursville.

Zac: ¿Eso está cerca de Williamsburg?

Ness: No, cerca de Richmond. ¿Por qué?

Zac: Uno de los socios del bufete de abogados en el que trabajo fue a la universidad de William & Mary. Éramos amigos en el colegio y fui a verle un par de veces.

Ness: Ah, sí, se me había olvidado que me había dicho que trabaja usted en una firma de abogados.

Zac asintió.

Zac: Sí, en Seeley & Seeley. Está en la calle Baltimore.

Ness: Sí, me suena haber pasado por delante. Este pueblo es una maravilla.

Zac: Y muy cómodo también.

Ness: ¿Cómodo?

Zac: Sí, a mí me resulta muy fácil moverme yo solo.

Ness: Ah, claro. Supongo que a mí no se me había ocurrido pensar así. Usted no conduce, así que tiene que tener por lo menos los servicios básicos a una distancia que pueda recorrer a pie -recapacitó como si estuviera hablando consigo misma-.

Zac: Hay mucha gente ciega que vive en ciudades porque hay muchos más servicios y muchos más medios de transporte.

Ness: Tampoco se me había ocurrido eso.

Zac: Una de las cosas que me hizo elegir Gettysburg fue que aquí todo lo que necesito está cerca. En la calle principal hay de todo gracias a la universidad y a los turistas. Tengo bancos, médicos y tintorerías muy cerca. También hay un supermercado y una farmacia y algún que otro buen restaurante.

Ness: ¿Suele ir por la universidad?

Zac asintió.

Zac: Sí, muchas de las actuaciones musicales y teatrales y algunas conferencias están abiertas al público.

Ness: Ah, estupendo. Me encanta la música -comentó-.

Zac: ¿Toca algún instrumento?

Ness: No, solía tocar el piano cuando era pequeña. Es algo que siempre he querido recuperar…

Zac: Puede que haya llegado el momento.

Ness: Sí, puede. ¿Y qué más se puede hacer por Gettysburg?

Zac: Bueno, espero que le guste a usted la historia de la Guerra Civil.

Vanessa se rió.

Ness: Ha dado en el blanco. Fue una de las cosas que me atrajeron de esta zona. Quiero aprender más sobre la guerra y se me ocurrió que éste era un buen lugar.

Zac: Desde luego, está usted en pleno campo de batalla.

Ness: ¿Y qué más?

Zac: Bueno, más o menos, aquí hay las mismas cosas que en cualquier otro lugar, pero con un enfoque histórico. Hay una asociación municipal de conciertos, biblioteca, una asociación de valores humanos, grupos de teatro, unas cuantas iglesias, organizaciones empresariales y cívicas y cosas por el estilo. Si quiere usted enrolarse en algo, le darán la bienvenida con los brazos abiertos en cualquiera de ellas.

Ness: Yo nunca he hecho trabajo voluntario. No sabía cómo hacerlo -contestó dudosa-.

Zac: No se necesita experiencia previa -le aseguró preguntándose por qué aquella mujer parecía tener tan poca autoestima-. Ya verá, si va una o dos veces a alguna reunión de la iglesia, pronto le pedirán que ayude con algo.

Ness: Eso me encantaría. La cena ya casi está. ¿Le parece que nos sentemos a la mesa?

La cena resultó deliciosa y la conversación, fácil e intrascendente, se alargó durante más de una hora de sobremesa. Estaban tomando café cuando Zac recordó que tenía que madrugar mucho a la mañana siguiente porque tenía una reunión. Se estaba levantando para irse cuando sonó el teléfono.

Ness: Perdón -se disculpó. Zac escuchó cómo se alejaba y descolgaba un auricular-. ¿Sí? -Aunque Zac era consciente de que escuchar una conversación ajena no era de buena educación, no pudo evitar hacerlo pues Vanessa estaba en el salón-. Hola, papá -la oyó decir muy alegre-. ¿Qué tal estás? Sí, sí. Sí, ya lo sé. Ah -añadió más apagada-. Entiendo. ¿Cuándo?… Enhorabuena. No, no creo que tenga tiempo… no, preferiría que no. No… quizás en Navidad. Ya veré -añadió cada vez más distante-. Bueno, gracias por llamar. Te tengo que dejar porque estoy con una visita y no me puedo entretener.

Dicho aquello, concluyó la conversación a toda velocidad, despidiéndose en tono automático y sin rastro de afecto.

Mientras Vanessa colgaba el auricular, Zac se apresuró a comerse otra galleta para que Vanessa no se diera cuenta de que había estado escuchando la conversación.

Vanessa volvió a su asiento en silencio.

Y así permaneció un buen rato.

Zac: ¿Ocurre algo? -le preguntó por fin-.

Ness: Mi padre. Se va a volver a casar.

Zac: Por cómo lo dice, parece que no le hace ninguna gracia, así que le presento mis disculpas.

Vanessa tomó aire y Zac se dio cuenta de que estaba al borde de las lágrimas. Zac escuchó que Happy lloriqueaba y que se ponía en pie.

Un momento después, oyó reírse a Vanessa.

Ness: Gracias, pequeña -le dijo a la perra-. Happy me acaba de dar un beso. Me parece que está preocupada por mí.

Zac: No es la única -contestó alargando el brazo hasta tocarle la mano-.

Vanessa le puso la otra mano encima y se la apretó efusivamente. A continuación, retiró las dos.

Ness: Muchas gracias, pero estoy bien -le aseguró-. Debería estar acostumbrada.

Zac: ¿Acostumbrada? ¿Sus padres están divorciados?

Tal vez, el padre de aquella mujer hubiera tenido una crisis, la de los cuarenta o los cincuenta, se había divorciado de su esposa de toda la vida y se había ido con una chica más joven. Zac estaba harto de ver casos así en el bufete.

Ness. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía dos años -explicó-. Esta chica con la que se va a casar ahora será su sexta mujer.

Zac enarcó las cejas, incapaz de ocultar su sorpresa.

Zac: Vaya. Eso es… eso son muchas mujeres.

Vanessa se rió.

Ness: Y que lo diga -contestó dejando la taza de café sobre la mesa-. Siento mucho que esto haya interrumpido nuestra velada. No sé qué me pasa, que siempre que mi padre me habla de una de sus relaciones consigue sorprenderme -añadió carraspeando-. Happy es una maravilla. ¿Siempre ha reaccionado ante el sufrimiento humano así?

Zac: No, no siempre -contestó sacudiendo la cabeza-. Conmigo, sin embargo, sí. Cuando percibe que estoy mal, me hace lo mismo. Que yo sepa, usted es la otra persona que ha tenido el honor de recibir uno de sus besos caninos.

Ness: Me ha encantado la experiencia -dijo poniéndose en pie-. ¿Se quiere llevar unas cuantas galletas?

Zac: Ya que me lo ofrece, contestaré sinceramente que sí porque la primera bandeja ya me la he comido.

Ness: Mejor que se las coma usted a que me las coma yo porque…

Un aullido interrumpió lo que iba a decir.

Zac: ¡Happy! -exclamó mirando en la dirección de la que había procedido el aullido-.

Ness: ¿Qué ocurre?

Zac suspiró.

Zac: Happy se ha enfadado con Duke por algo que ha hecho o, tal vez, por cómo la ha mirado. No lleva nada bien que la haya sustituido -le explicó llamando a Duke-.

Ness: Pobrecilla -se apiadó-. Supongo que no lo está pasando nada bien -añadió arrodillándose junto a la perra y abrazándola-. No es fácil que te sustituyan, ¿verdad?

Zac: No, no le debe de hacer nada feliz verme salir por las mañanas con Duke -recapacitó suponiendo que con un padre que se iba a casar por sexta vez Vanessa tenía que tener mucha experiencia en aquello de sentirse sustituida-. Como ya le he dicho, no me quiero deshacer de ella, pero de vez en cuando también pienso que, si pudiera ser más feliz en otro lugar, no sería justo por mi parte mantenerla a mi lado.

Dicho aquello, Zac se puso en pie y buscó el arnés de Duke. Todavía se le hacía demasiado nuevo, acostumbrado al cuero viejo del de Happy.

Vanessa lo acompañó a la puerta y, una vez allí, Zac llamó a Happy. No le había puesto la correa porque solamente iban a cruzar el pasillo. Se quedó esperando, pero no escuchó el tintineo de las placas que llevaba colgadas del collar.

Zac: Vamos, Happy. -Nada-. ¿Qué hace? -le preguntó a Vanessa-.

Había habido una época de su vida en la que no había podido soportar tener que recurrir a otra persona para que le describiera lo que no podía ver, pero había superado aquello hacía años. Más o menos.

Ahora lo que hacía era ignorar el intenso enfado que se apoderaba de él.

Ness: Está tumbada en la cocina.

Zac: Vamos, Happy -insistió. De nuevo, nada-. Como tenga que ir a buscarte, te vas a enterar.

Ness: Si quiere, se puede quedar -le ofreció-.

Zac: ¿Quedarse en su casa? No, gracias. No quiero cargarle con eso. Encima de que me invita a cenar, se tiene que hacer cargo de mi perra.

Ness: No me importa, de verdad.

Zac recordó la llamada de su padre, lo mal que le había sentado y cómo Happy la había reconfortado. Quizás…

Zac: Está bien -accedió sin pensarlo demasiado-. Si a usted le va bien que se quede, se puede quedar, pero tiene que obedecer. ¡Happy, ven inmediatamente! -le ordenó en un tono autoritario que no solía emplear. Por fin, la perra se puso en pie, aunque lentamente, y fue hacia él-. Menos mal -dijo al sentirla a su lado. Acto seguido, se arrodilló a su lado y la abrazó-. ¿Te quieres quedar en casa de Vanessa esta noche?

Ness: Podría pasar a buscarla cuando vuelva del trabajo por la tarde -sugirió-. Yo mañana tengo una entrevista a la una, pero no creo que vaya a estar fuera mucho más de una hora. Así, no se quedaría sola todo el día.

Ni ella tampoco, claro, leyó Zac entre líneas.

Zac: A mí, me parece bien. Si está segura de que a usted también se lo parece…

Ness: Sí, estoy segura.

Zac: Muy bien -dijo poniéndose en pie-. Vamos a ver cómo reacciona cuando vea que me voy. -Dicho aquello, le ordenó a Duke que avanzara y el perro obedeció, cruzando el pasillo hasta la puerta de su casa-. ¿Qué ha hecho?

Ness: Se ha vuelto a la cocina y se ha tumbado de nuevo.

Zac chasqueó la lengua aunque se sentía vagamente herido.

Zac: Traidora -bromeó extendiendo la mano derecha y dándose cuenta de que le apetecía demasiado tocar a Vanessa-. Gracias por la cena y por las galletas.

Vanessa le estrechó la mano y la atracción física que había bailado entre ellos a lo largo de toda la velada golpeó de lleno a Zac en el plexo solar. Vanessa se quedó helada al ver que Zac la agarraba de la mano. No se movió.

Zac sintió que su cuerpo comenzaba a revivir al sentir la piel de Vanessa. Tenía la mano pequeña y delicada y él se limitó a agarrársela, incapaz de soltársela. Sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo comenzó acariciarla con el dedo pulgar y la oyó ahogar una exclamación.

Al instante, se sintió increíblemente satisfecho.

Sí, ella sentía lo mismo.

«¿Qué demonios estoy haciendo? No quiero tener una relación con nadie», pensó.

Acto seguido, se apresuró a asegurarse de que aquello solamente era química, que no significaba nada.

Aun así, no podía soltarle la mano.

Menos mal que, en aquel momento, volvió a sonar el teléfono en casa de Vanessa.

Ness: Esa debe de ser mi hermana -comentó-. Supongo que habrá hablado con mi padre.

Zac: No quiero entretenerte más -se despidió tuteándola-. ¿Qué te parece si quedamos mañana por la noche en el pasillo a las diez y media para sacar a los perros de paseo? Así, te enseñaré las órdenes de Happy.

Ness: Muy bien -contestó despidiéndose-. Gracias por venir a cenar. Nos vemos mañana -le dijo metiéndose en su casa y cerrando la puerta a toda velocidad-.




¡Otra cita!
Esta relación avanza.
Creo que es la primera vez en una novela que una relación tiene un inicio normal XD

¡Thank you por los coments!

Espero que os esté gustando la novela. Zac es cieguito, sí. Pero si no fuera por la conversaciones que tienen en relación a la ceguera, no lo parecería que es ciego.

¡Comentad, please!
¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

Ame ame ameeeeeeee el capitulo de hoy!
Me ha encantado, y me encanta que happy se quede con Nessa, es taaaaaaaaaaaaaaaaaan tierno. Y Zac.. nada que decir, todo un caballero!


Me encanto la nove!!
Sube pronto plissssssssssssss.

LaLii AleXaNDra dijo...

Wao, una novela diferente...
Pero me encanta, me encanta el echo de como se llevan.
Siguela, esta cada vez mejor :D

Lau dijo...

Hay algo que me gusta mucho de este Zac y aún no se qué es! Si su caballerismo.. Su manera de "ver" la vida o su humor!

Lo único que puedo decir con precisión es que espero que los perros los junten! Agh!!! Esta novela me tiene con los nervios de punta!

Y en cuanto a Vanessa... Lo único que me preocupa de ella es cuando le va a decir que es una top Model a Zac!!! No me gustan los secretos y en Especial en las novelas lo único que traen son desgracias!!

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