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martes, 27 de marzo de 2012

Capítulo 7


Vanessa se estaba secando las mejillas con el dorso de la mano cuando se abrió la puerta del dormitorio y entró Zac con una bandeja con café.

Llevaba unos pantalones color piedra y un jersey verde oliva. Su cabello claro, que llevaba un poco más largo de lo que dictaba la moda, estaba peinado hacia atrás.

Vanessa necesitaba hacerse con el control de la situación, así que se incorporó y se colocó la colcha por debajo de los brazos para tapar su desnudez.

Zac dejó la bandeja en la mesilla y en aquel momento sonó su teléfono móvil.

Zac: Efron -respondió con tono profesional tras descolgarlo-. Hola, cariño, ¿cómo estás? -dijo un segundo después cambiando completamente de actitud-.

«Tess»
, pensó Vanessa de inmediato. Y algo en su interior se marchitó.

Zac: Eso está bien… Sí, perfecto. No, me temo que ha caído una nevada impresionante. Hoy no podrás llegar por carretera. Y seguramente mañana tampoco.

Con el corazón acelerado, Vanessa se preguntó si tal vez la otra mujer no estaría en alguna clínica y quería regresar a casa por Navidad.

Zac: Yo me encargaré -estaba diciendo-. De hecho, esto encaja de maravilla con mis otros planes. Sí, adiós. -Colgó y se guardó el teléfono en el bolsillo antes tomar asiento en el colchón, que cedió un poco bajo su peso-. ¿Te gustaría ir a Londres? -preguntó con naturalidad para sorpresa de Vanessa-. Podríamos comer en Denaught.

Ness: ¿No acabas de decir que estamos aislados por la nieve? -quiso saber preguntándose a qué clase de juego estaría jugando-.

Zac: Así es. Pero tengo licencia de piloto y un helicóptero que a veces utilizo para desplazarme cuando tengo prisa. ¿Has viajado alguna vez en helicóptero?

Ness: No.

Zac: ¿Te apetece la idea?

La verdadera respuesta era que no. Le daban miedo las alturas y no le gustaba mucho volar. Pero sería una oportunidad para salir de la casa. Una oportunidad, cuando estuvieran en Denaught, para escapar. Si se excusaba para ir al cuarto de baño, tal vez podría conseguir un taxi y salir antes de que la echara de menos.

Ness: Sí, estaría muy bien -mintió con la voz más tranquila que fue capaz de articular mientras se ajustaba la colcha-.

Zac: Pero por supuesto, quiero que me des tu palabra de que no intentarás escapar. Que cumplirás con el papel de fisioterapeuta contratada por Helen.

Aunque hizo un esfuerzo, Vanessa fue incapaz de mirarlo a los ojos. Y en un gesto infantil, con la mano escondida bajo la colcha, cruzó los dedos y, tras vacilar un instante, dijo:

Ness: De acuerdo.

Zac: Bien. Mientras te duchas y te vistes lo organizaré todo con Jack.

En cuanto hubo cerrado la puerta tras él, Vanessa saltó de la cama, recogió su ropa y salió corriendo rumbo a su apartamento.

Tras ducharse, se maquilló, se recogió el pelo y se puso los mismos pendientes de oro de la noche anterior. Para vestirse escogió una blusa crema y un traje de chaqueta color miel. Se calzó unas botas a juego y recordó que tenía algo de dinero en la bolsa de viaje. Lo necesitaría para el taxi, pensó. Encontró la bolsa donde la había dejado y la abrió para buscar en el bolsillo interior el dinero que había dejado allí junto al pasaporte y otros papeles.

El bolsillo estaba vacío.

Entonces lo tendría en el del otro lado.

Estaba vacío también.

Sintiendo como si le hubieran golpeado en el pecho con un mazo, Vanessa siguió rebuscando en la bolsa. Todo lo demás estaba allí, excepto el dinero, el pasaporte y otros documentos de viaje.

Y de pronto todo cobró sentido.

No estaban los papeles, el teléfono no funcionaba, no había llaves en las puertas, su bolso había desaparecido misteriosamente… Todo había estado perfectamente planeado. Vanessa apretó los dientes.

Zac: ¿Tienes algún problema?

Alzó la vista y se encontró con Zac apoyado en el umbral de la puerta, mirándola.

Ness: Entraste cuando estaba dormida -comenzó a acusarlo con voz temblorosa al recordar el sueño-. Me robaste el bolso y los papeles de mi bolsa de viaje. No intentes negarlo.

Zac: No iba a negarlo -respondió con suavidad-. Aunque robar es una palabra muy fuerte. Digamos que me limité a mantener tus cosas guardadas para asegurarme de que no cometías ninguna tontería.

Ness: ¿Cómo te has atrevido? -exclamó furiosa-. ¡No tienes derecho a tratarme así!

Zac: Dejemos las recriminaciones para luego. El helicóptero ya está listo y Jack nos espera -dijo mirándola a los ojos-. A menos que hayas cambiado de opinión. Si lo prefieres, podemos quedarnos en casa.

Vanessa había abierto la boca para decir que no tenía intención de ir a ningún sitio con él, pero se detuvo. No tendría posibilidad de escapar si se quedaban allí. Sería mejor mantener una fachada de amabilidad e ir con él.

Ness: No he cambiado de opinión.

Zac: Entonces, vayámonos -dijo agarrándole el abrigo-.

Fuera hacía un día perfecto de invierno, con un cielo azul como el lapislázuli en el que no había una sola nube. El sol brillaba con fuerza pero el aire era glacial. La nieve lo cubría todo con un manto blanco y espeso que rellenaba huecos y redefinía el paisaje, amontonándose en colinas y laderas, ocultando arbustos y plantas.

El camino de delante de la casa estaba parcialmente despejado, y, atado a lo que parecía ser un trineo de niños, un pony esperaba plácidamente.

Zac: Cortesía del antiguo dueño, que se fue a vivir a Australia -explicó mientras ayudaba a Vanessa a subir y él mismo tomaba asiento-. Era de sus hijos. El helicóptero está a unos cuantos kilómetros, y pensé que este medio de transporte sería más cómodo que caminar. Además, Jack dice que a Hércules le viene bien un poco de ejercicio.

Zac chasqueó la lengua y el pony comenzó a trotar. El trineo se deslizó cómodamente por la nieve, aunque las cortas patas del animal se hundían peligrosamente en la nieve, hasta que alcanzaron el sendero llano que llevaba al cobertizo en el que les esperaba el helicóptero con las puertas abiertas y la hélice en funcionamiento. Jack salió a recibirlos y se hizo cargo del trineo mientras Zac, sujetándola por el talle, la ayudaba a subir a la máquina. Luego cerró la puerta y, un instante después, se puso a su lado. Tras atarse los cinturones, él se colocó los auriculares y se centró en los controles.

El motor aumentó la potencia y en cuestión de segundos se elevaron hacia el cielo azul.

Zac: ¿Estás bien? -le preguntó en voz alta para hacerse oír por encima del ruido. Ella asintió con la cabeza-. Ésa es mi chica -respondió con una sonrisa sin dejar de mirar los mandos-.

Transcurridos unos minutos, Vanessa aspiró con fuerza el aire y se obligó a sí misma a mirar hacia abajo. Obtuvo como recompensa una vista fantástica. Un paraíso invernal de nieve brillante, campos blancos y árboles de plata.

Fascinada, se fue fijando en las granjas aisladas, los arroyos y los caminos y las huellas de los animales, claramente marcadas sobre la nieve.

Enseguida el campo dio paso a la ciudad. Se acercaban al helipuerto de Denaught.

Con sus muros altos de piedra gris, las torres y las almenas, parecía más un castillo que un hotel, pensó Vanessa.

Cuando tocaron suelo y disminuyó la fuerza del motor, Zac se quitó los auriculares.

Zac: Bueno, ¿qué te ha parecido tu primer vuelo en helicóptero?

Ness: Me ha gustado -reconoció para su sorpresa-. Y no me lo esperaba, porque me asustan las alturas.

Zac: Y sin embargo has venido -señaló con cierta desconfianza-.

Vanessa deseó que no hubiera adivinado lo que tenía en mente. Si era así, su huida resultaría mucho más complicada.

El Denaught estaba lleno. Un hombre de chaqueta roja recibía a la multitud de taxis que entraban y salían desde la entrada principal.

**: Buenas tardes, señor Efron. Madame… -los saludó un joven vestido con un impecable uniforme azul marino-. Si usted y la dama quieren pasar, me ocuparé de sus abrigos.

Zac: Gracias, Steve.

Ness: Al parecer te conocen muy bien aquí -comentó mientras entraban-.

Zac: Sí, vengo mucho. Aparte de que cuentan con un chef excelente, el helipuerto me resulta muy cómodo -aseguró sin darse importancia-. Además, tengo un coche aquí.

Cuando llegaron al vestíbulo, con su chimenea crepitante y su exquisita decoración, un hombre de cabello gris y aspecto distinguido se acercó a recibirlos.

*: Buenas tardes, señor Efron. Madame… -dijo inclinándose como un caballero de la vieja escuela-. Ya está preparada su mesa habitual, y su invitada ya ha llegado. Lo espera en la sala privada.

La cabeza de Vanessa comenzó a discurrir a toda prisa mientras Zac la agarraba suavemente del codo para llevarla hacia la sala. Recordó la conversación telefónica que él había tenido antes y sintió un agujero en el estómago. Como Tess no podía llegar hasta la mansión, ¿le habría sugerido que se vieran allí?

Pero si así fuera, ¿por qué la había llevado a ella? A menos que pensara que estaba más segura bajo su vigilancia que sola. Después de todo, Zac no sabía que Tess y ella se habían conocido, no tenía ni idea que Vanessa estaba al tanto del acuerdo al que había llegado él con su padrino.

Así que tal vez la intención de Zac era presentarla simplemente como la fisioterapeuta. El papel que le había pedido que representara.

Al llegar a la puerta de la sala, con los nervios de punta, Vanessa se detuvo bruscamente.

Ness: ¿Quién está esperando ahí?

Zac: Ya lo verás -respondió con decisión-. No quiero estropearte la sorpresa.

Y abriendo la puerta, le dio un suave empujoncito para que entrara.

Vanessa vio una chimenea encendida en lo que parecía ser una habitación vacía, antes de que una figura pequeña se arrojara a sus brazos con entusiasmo. Estuvo a punto de perder el equilibrio.

Ness: ¡Aly! -exclamó medio llorando y medio riendo-. ¡Cómo has crecido! Estás muy alta. Ya casi me llegas a la barbilla.

Aly: ¡Tú no has cambiado nada! -aseguró-. Estás tan guapa como siempre. Gracias por traérmela, tío Zac -dijo girándose hacia él para darle un abrazo-. Estoy de vacaciones -continuó mirando otra vez hacia Vanessa-. Cuando mamá me dijo que te ibas a quedar en la mansión para poder tratar al tío George, le pedí que me dejara ir a verte. Pero el tío Zac dijo que estabais rodeados de nieve.

Así que era a Aly a quien Zac le había llamado «cariño» por teléfono, y no a Tess.

Aly: ¿Verdad que te ha gustado el viaje en helicóptero? -preguntó orgullosa-. Ya lo sabía yo. Por eso le pedí al tío Zac que te trajera para que pudieras verme.

Así que aunque sabía que estaba corriendo un riesgo, Zac la había llevado para complacer a la niña.

Ness: No habrás venido sola… -quiso saber mientras estrechaba la mano de la niña-.

Aly: No. Me he traído la niñera. Vendrá a buscarme a las dos.

Lo que significaba que tendría que retrasar su huida, pensó Vanessa. No podía desaparecer mientras Aly estuviera allí.

Aly: Mamá está trabajando -continuó diciendo-. Se reunirá con nosotros en cuanto pueda, pero dijo que empezáramos a comer sin ella. Y yo tengo hambre. ¿Tú también, Vanessa?

Ness: Sí, claro que sí -mintió sintiéndose todavía confusa-.

Zac: Bueno, pues si mis dos chicas favoritas tienen hambre, comamos -intervino pasándoles el brazo por los hombros-.

Mientras se sentaban y esperaban la comida, Aly no paró de charlar sobre el perro labrador que su tío le iba a regalar por Navidad. Vanessa sonrió y escuchó maravillada cómo aquella niña tan callada y tímida que ella había conocido podía ser ahora tan habladora.

Estaban a punto de terminar el café cuando llegó Miley hecha una exhalación vestida con un traje gris y llevando un grueso maletín.

Miley: Hola -dijo casi sin aliento con las mejillas encendidas-.

Aly: Llegas tarde, mamá -señaló-.

Miley: Sí, lo sé, cariño, y lo siento. Tuve que quedar a comer con un cliente -dijo dándole un beso a su hermano antes de abrazar a Vanessa con cariño-. Me alegro de que hayas vuelto.

Zac: Supongo que te podrás tomar un café al menos -propuso-.

Miley: Me has leído el pensamiento -resopló dejando el maletín en una silla-. A veces me pregunto por qué sigo trabajando.


Zac: Sabes perfectamente que te encanta tu trabajo -aseguró sonriendo-. Si no trabajaras, estarías perdida.

Miley: Eso es verdad. Pero no me gustaría terminar pareciéndome a nuestra madre.

Zac: No creo que tengas que preocuparte por eso -respondió alzando una ceja-.

Aly: Tío Zac, prometiste que me enseñarías el helicóptero por dentro y me dejarías sentarme a los mandos -intervino-. ¿Por qué no lo haces ahora? Aún son las dos menos cuarto.

Miley: Ve si quieres -dijo al ver vacilar a Zac-. Así Vanessa y yo podemos cotillear un poco.

Zac: Vamos, Aly -murmuró entonces resignado-. Recogeremos tu abrigo a la salida.

Miley: Adiós, cariño. Te veré en casa. Intentaré no llegar tarde.

Aly: Vale. Adiós, Vanessa -se despidió abrazándola-. Ven a vernos pronto.

Los ojos de Zac se cruzaron con los suyos por encima de la cabeza de la niña.

Zac: Volveré en diez minutos -dijo mirándola fijamente-. No vayas a ningún lado.

Mientras tío y sobrina se dirigían a la puerta, los observó con cariño.

Miley: Estoy deseando que Zac se case y forme su propia familia -comentó dándole un sorbo a su café-. Será un padre maravilloso. Aly lo adora.

Vanessa sintió cómo se le encogía el corazón, como si se lo hubieran rodeado con una cinta de acero.

Miley: No me había dado cuenta de lo que había entre Zac y tú… Quiero decir, hasta que él no me lo dijo.

Vanessa se preguntó qué le habría contado él exactamente a su hermana, y qué papel jugaba Tess en todo aquello. Parecía como si Miley no supiera nada del acuerdo que tenía Zac con su padrino. Y si lo sabía, desde luego no daba la impresión de que lo culpara por incumplirlo.

Miley: Cuando has estado fuera no ha sido feliz -continuó diciendo-. Pero Gracias a Dios ahora has vuelto y estoy encantada de ver que las cosas por fin van a salir bien. -Sin saber qué decir, Vanessa guardó silencio-. Pobre Zac… En ciertos aspectos lo ha tenido muy crudo. -Al observar la expresión dudosa de la otra mujer, se apresuró a defender a su hermano-. Sí, ya sé que parece un hombre que lo tiene todo, pero tiene muchas carencias. Nunca le ha faltado nada material, pero no tuvo una infancia feliz. De hecho es un milagro que no haya salido torcido.

Vanessa recordó la historia que le había contado sobre su padrastro.

Miley: Me refiero a que hubiera podido terminar psicológicamente dañado. Pero gracias a Dios se convirtió en uno de los hombres más estables y fuertes que conozco. La única vez que lo he visto perder el norte fue cuando tú te fuiste a Estados Unidos -aseguró alzando la vista para mirar a Vanessa a los ojos-. Pero no nos desviemos del tema. Nuestra madre no era muy casera. Nunca quiso tener hijos. Era una mujer profesional de la cabeza a los pies, y superaba con creces los treinta cuando se casó con papá. Y de hecho solo accedió a casarse porque yo venía de camino. Los niños le aburrían y estaba deseando desembarazarse de mí para ser libre. Por desgracia para ella, todavía tenía que llegar Zac. Creía que ya tenía la menopausia, y para cuando supo que estaba embarazada de nuevo, ya era demasiado tarde para hacer nada. Ningún niño pide nacer, pero, como si le echara la culpa, siempre estuvo resentida contra Zac. Papá y yo hicimos todo lo que pudimos, pero Zac necesitaba el amor de una madre, y cuanto más intentaba acercarse a ella, más lo rechazaba. Zac era demasiado pequeño para comprender la razón.

Vanessa sintió que el corazón se le encogía por aquel niño desconcertado al que su madre rechazaba con tanta crueldad. Pero después del modo en que había tratado a Tess no merecía su piedad, se recordó.

Miley: Entonces, cuando él tenía doce años y yo diecinueve, nuestro padre murió. Seis meses más tarde, para nuestra sorpresa, mamá volvió a casarse. Al contrario que papá, que era un hombre amable e incapaz de matar una mosca, su nuevo marido era un bruto. No me sorprende que Zac lo odiara. Para acortar la historia, cuando mi hermano acababa de cumplir los catorce, y por su propia seguridad, lo enviaron a vivir con sus padrinos. -El rostro se lo ensombreció-. Es cierto que lo recibieron con los brazos abiertos, pero tampoco ahí se libró de los problemas.

Vanessa estaba sorprendida. Cuando Zac le habló de sus padrinos nunca mencionó ningún problema. Más bien recalcó lo bien que se habían portado con él.

Como si quisiera dejar a un lado recuerdos dolorosos.

Miley hizo un gesto desdeñoso con la mano y siguió hablando.

Miley: Aunque en aquel momento los Carroll podían permitírselo, él no quería ser una carga económica. Quería ser independiente, pagarse sus estudios. Como respuesta a sus plegarias, cuando nuestra tía paterna murió, nos dejó algo de dinero en su testamento. Yo utilicé mi parte para completar mi carrera, mientras que Zac, siguiendo el consejo y las indicaciones de su padrino, metió la suya en la bolsa. En lo que se refiere a las finanzas, mi hermano tiene el toque del rey Midas. Todas sus inversiones se convertían en oro, y para cuando llegó a la universidad tenía la independencia que tanto anhelaba. En aquel momento pudo haber salido de casa de los Carroll, pero no lo hizo -aseguró con orgullo-. Seguía llamando a aquel lugar su hogar, seguía tratándolos como si fueran sus padres. Y cuando Christopher tuvo problemas financieros, Zac se mantuvo a su lado contra viento y marea.

Bueno, eso era lo que debía hacer si pensaba heredar las industrias Carroll, pensó Vanessa con sarcasmo.

Pero Miley seguía sin mencionar a Tess.

Estaba a punto de ponerse de pie de un salto y preguntar dónde estaba la otra mujer cuando Miley volvió a hablar.

Miley: Oh, cielos, no te estaré poniendo la cabeza como un bombo, ¿verdad? -exclamó-. Pero quería que supieras, que comprendieras que Zac no es…

Zac: ¿No es qué?

Las dos mujeres dieron un respingo.

Miley: Vaya, ya has vuelto ¿Le ha gustado el helicóptero a Aly? -se apresuró a preguntar para disimular la vergüenza de que la hubiera pillado hablando de él-.

Zac: Muchísimo -respondió con una sonrisa-. Está decidida a sacarse la licencia de piloto en cuanto tenga la edad reglamentaria. La niñera acaba de venir ahora mismo a buscarla.

Miley: Bueno, yo tengo que irme -aseguró agarrando su maletín-. Gracias por el café. Estaremos todas las navidades en casa -dijo girándose hacia su hermano-. Los padres de Will vendrán a pasarlas con nosotros. Podrías llevar un día a Vanessa.

Zac: Lo haré.

Miley: Llámame y cuéntame como va todo -le pidió mirando el reloj-. Tengo una cita a las tres y cuarto, así que debo darme prisa. Pero antes tengo que ir al cuarto de baño a retocarme el maquillaje.

Ness: Iré contigo.

Vanessa vio el cielo abierto cuando Miley le dio a su hermano un beso de despedida. Luego, mientras Zac hacía una señal al camarero para pagarle la cuenta, las dos mujeres caminaron hacia el vestíbulo. Aunque el corazón le latía con fuerza, Vanessa trató de aparentar naturalidad por si Zac las estuviera mirando.

Cuando Miley se hubiera marchado, se deslizaría fuera y le pediría al portero que le consiguiera un taxi. Tendría que marcharse sin abrigo, pero aquél era un precio muy pequeño. Sin duda, su amiga Ashley podría dejarle uno.


2 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Estoy confusa.... donde diablos encaja Tess??
esa bruja parece que es una arpía y no tiene nada que ver con Zac..
síguela
esta muy buena
espero que publiques pronto
X0X0X0

Abigail dijo...

Como q Tess desaparecio d la faz d la tierra!!!wiiiii avr si asi ya le deja libre el camino a Ness pero pz no x q ella se anda escapando aver si lo logra...Siguela pronto!!!!

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