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lunes, 12 de marzo de 2012

Capítulo 2


Vanessa se preparó para el enfado de Zac, para que intentara convencerla de que cambiara de opinión. Pero, sin mostrar ninguna señal de enfado ni de decepción, él le dijo sin alterar la voz:

Zac: Muy bien. Si eso es lo que quieres…

Aliviada al comprobar que aceptaba su decisión, hizo un esfuerzo por relajarse.

Pero aquel alivio resultó prematuro, porque Zac volvió al ataque.

Zac: ¿Querrías comer mañana conmigo? -Antes de que ella pudiera responder, siguió hablando-. Según la predicción del tiempo, va a hacer otro día maravilloso. Podríamos hacer un picnic en un lugar encantador que yo conozco.

Ness: Me temo que no puedo.

Zac: Mañana no trabajas, ¿verdad?

Ness: No. Pero tengo muchas cosas que hacer -se apresuró a contestar-. Los sábados por la mañana limpio el apartamento y hago la compra.

Siempre le compraba algo a su madre antes de tomar el autobús de las dos y media que la dejaba en la residencia.

Zac: Estoy seguro de que la limpieza de la casa y la compra pueden esperar -aseguró alzando las cejas-. Si sigue haciendo este tiempo, ir al campo y hacer un picnic será mucho más divertido.

Pensando en lo que les había sucedido a su madre y a Andrew, y sintiendo en la boca el amargo sabor de la culpabilidad, Vanessa dijo secamente:

Ness: En la vida hay cosas más importantes que la diversión. -Entonces, al observar en su rostro una sombra, arrepentida por haber hablado así, le tocó la manga-. Lo siento. Eso no ha sido muy amable por mi parte.

Zac: No -reconoció colocándole la mano sobre la suya-. Pero no hace falta que seas amable conmigo. Prefiero mil veces la sinceridad. -Vanessa estaba sorprendida. Ninguno de los hombres que conocía valoraba especialmente la sinceridad-. Dime por qué te incomoda tanto la idea de divertirte un poco -insistió-.

No era algo que pudiera contarle. Ni a él ni a nadie.

Ness: No se trata de la idea de divertirse -dijo con brusquedad apartándole la mano-. Es solo que… No tengo tiempo para compromisos.

Zac: No te estoy pidiendo que me entregues tu vida -aseguró amablemente-. Solo que pases unas horas en mi compañía. Si estás ocupada el sábado por la mañana, quedemos por la tarde.

Ness: No estoy libre los sábados por la tarde. Tengo que salir a las dos y media.

Zac: ¿Y a qué hora regresas?

Ness: Sobre las seis -respondió sintiéndose incapaz de mentir-.

Zac: Entonces cena conmigo.

Antes de que pudiera pensar en alguna excusa, estaban girando por Danetree Court, un edificio de corte antiguo situado en una plaza con árboles.

Cuando se detuvieron delante de su apartamento, que estaba a la altura de la calle, ella buscó las llaves en su bolso.

Ness: No hace falta que salgas -se apresuró a decir-.

Sin hacer caso de su comentario, Zac le pidió al taxista que esperara, tendió la mano para que Vanessa le dejara las llaves y la acompañó hasta la puerta. Bajo la luz ámbar de la farola de la calle, abrió la puerta y luego le entregó las llaves otra vez a ella.

Ness: Gracias -respondió metiéndolas de nuevo en el bolso-.

Entró en su casa y se giró para mirarlo. Lo tenía tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo y su respiración sobre el cabello.

Alzó la vista.

La boca de Zac estaba a escasos centímetros de distancia. El mero hecho de pensar en sentir sus labios sobre los suyos una vez más hizo que un escalofrío le recorriera la espina dorsal.

Ness: Gracias por esta velada maravillosa -dijo dando un paso atrás-. Lo he pasado muy bien.

Zac: Me alegro que hayas disfrutado -y añadió, como si todo estuviera ya acordado-: He pensado que mañana por la noche podíamos ir a Annabel.

Ella vaciló un instante, plenamente consciente de que debía detener aquello en ese instante aunque deseaba desesperadamente volver a verlo.

Mirándola a la cara, consciente de que estaba dudando, Zac añadió con firmeza:

Zac: Te recogeré a las siete y media.

Aunque el sentido común le decía que se estaba comportando como una estúpida, Vanessa accedió.

Ness: De acuerdo.

Zac: Buenas noches, Vanessa. Que descanses.

Ness: Buenas noches. Igualmente.

Zac no se dio la vuelta como era de esperar. Se quedó allí inmóvil, mirándola.

Ella sabía que debía dar un paso atrás y cerrar la puerta, pero estaba fascinada por aquella inmovilidad que generaba semejante tensión sexual, así que seguía allí clavada cuando Zac se inclinó para besarla.

Esta vez su boca no solo resultó dulce, sino también familiar. La rodeó con sus brazos y la atrajo hacia sí. La besó con firmeza y habilidad, y cuando Zac buscó hacerlo con más profundidad, ella abrió los labios como si no pudiera hacer otra cosa.

Superado el último obstáculo, la boca de Zac comenzó a moverse encima de la suya en besos intensos que derritieron sus últimas defensas con la facilidad con la que un soplete funde la mantequilla.

Zac sabía a ambrosía. El estómago se le encogió y el corazón comenzó a latirle salvajemente mientras el deseo le secaba la garganta y corría como lava ardiente por sus venas.

Ya no era capaz de pensar con claridad. Entonces, un segundo más tarde, Zac dejó su boca libre y, con voz ronca, murmuró:

Zac: Eres la cosa más bonita que he visto en mi vida. Me muero por sentir tu cuerpo desnudo contra el mío, por hacerte el amor… -Cuando Vanessa alzó la vista para mirarlo, supo que tenía que echarlo de allí. Pero no pudo-. ¿Tú también quieres? -murmuró-.

Ella asintió en silencio, con la respiración agitada, y esperó con impaciencia a que pagara al taxi.

Cuando regresó, le alzó la barbilla con la mano y comenzó a besarla de nuevo con besos dulces como el vino mientras la urgía a entrar sin palabras y cerraba la puerta tras ellos.

En la penumbra, siguió besándola mientras le quitaba la pinza del pelo. Vanessa escuchó un murmullo de satisfacción cuando la masa sedosa de cabello cayó por su espalda y él la recorrió con los dedos.

Luego le deslizó la mano por la nuca y comenzó a recorrerle los hombros, la caja torácica, la estrecha cintura, el vuelo de las caderas y la curva firme de sus nalgas.

Zac: Nunca he conocido a una mujer a la que deseara tanto -murmuró contra sus labios-.

Las caricias de Zac eran lo que siempre había soñado, lo que necesitaba, y por encima de sus palabras podía escuchar su corazón latiendo con fuerza.

Atrapada en un torbellino de placer sensual, rumbo a las estrellas, escuchaba cosas, saboreaba cosas, sentía cosas que nunca antes había oído ni sentido.

Sin dejar de besarla, Zac le desabrochó la blusa y, quitando el gancho del sujetador, deslizó la mano dentro. Su seno cupo cómodamente en la palma de su mano. Disfrutando de aquel calor, recorrió el pezón con el dedo pulgar y lo sintió firme bajo su contacto. Un escalofrío de placer recorrió el cuerpo de Vanessa, que gimió en lo más profundo de su garganta. Tras escuchar aquel sonido e interpretarlo correctamente, Zac inclinó la cabeza para tomar el otro pezón con la boca y lo succionó hasta que todo el cuerpo de Vanessa ardió de deseo.

Cuando no pudo seguir soportándolo, lo apartó de sí y, tomándolo de la mano, lo guió hacia el dormitorio.

Cuando cerró la puerta tras ellos, la voz de su conciencia la advirtió de que estaba actuando de forma absolutamente irracional.

Pero Vanessa ya había saltado al vacío y no tenía ganas de que la salvaran. Dejando a un lado la razón, se acercó a la ventana y cerró la persiana de tablillas de madera.

Cuando se giró hacia él, vio el brillo de sus ojos en la semioscuridad antes de que encendiera la lamparita de la mesilla de noche, lo que produjo un brillo ámbar en aquella parte de la habitación.

En la mesilla de noche había una foto enmarcada de un hombre sonriente.

Zac: ¿Es tu marido? -preguntó con voz algo vacilante agarrando la foto-.

Ness: Oh, no, es Alex -respondió distraídamente-. Ahora está trabajando en Oriente Medio. En campos de petróleo.

Zac: ¿Es un antiguo amante?

Ness: Un amigo.

Zac volvió a dejar la foto en la mesilla y se giró para mirarla.

Vanessa esperaba que se saltara los preliminares y la llevara inmediatamente a la cama, pero sin mostrar ninguna precipitación, Zac le dijo suavemente:

Zac: Quiero mirarte. Quítate la ropa.

Como si estuviera bajo la influencia de un hechizo, comenzó a quitarse el traje y la blusa. Pero era muy difícil liberarse del pudor cuando éste estaba muy arraigado, y Vanessa tenía las mejillas rojas como tomates cuando se quitó las braguitas. Cuando se puso recta delante de él completamente desnuda, Zac emitió un sonido gutural, un sonido masculino, y sin apartar ni un instante los ojos de ella, comenzó a desvestirse a su vez.

Cuando ella lo vio quitarse los calzoncillos de seda oscura, tuvo que contener un gemido. Tragó saliva y sintió que el estómago se le encogía de expectación.

Zac: Ven. -Ella obedeció. Zac la tumbó en la cama y se tumbó a su lado. Luego, soportando el peso de su cuerpo sobre un codo, se inclinó sobre ella-. Eres exquisita -susurró trazando el recorrido de su seno con una mano-. Eres la cosa más bonita que he visto en mi vida.

Andrew había sido un amante frío, poco experimentado y sin grandes alardes. No solo prefería hacer el amor a oscuras, sino que nunca le había dicho tampoco que era preciosa, ni la había acariciado de aquella manera.

De hecho procuraba no tocarla, como si la idea de disfrutar del sexo le resultara vergonzante.

Estaba claro que Zac no tenía aquellas inhibiciones.

Zac: Hueles deliciosamente a fresco, como la flor del manzano -murmuró inhalando el aroma de su piel antes de comenzar a recorrerla-.

Ella se estremeció de placer cuando su barbilla sin afeitar se deslizó por la suave piel de su vientre.

Cuando hubo besado cada rincón de su piel dorada, la boca de Zac regresó a complacer a sus senos mientras sus dedos daban con el nido de vello sedoso y rizado y lo exploraban. Estremeciéndose, Vanessa se dejó llevar por las sensaciones que aquellos dedos expertos despertaban en ella. Entonces Zac se detuvo y, colocando la espalda de ella contra él, atrajo sus caderas antes de volver a colocar las manos en sus senos.

Al principio iba con cuidado, como observando su reacción, y luego comenzó a embestirla con más fuerza, incrementando la tensión hasta que las sensaciones, demasiado intensas para poder soportarlas mucho tiempo, alcanzaron la cima y un sinfín de estrellas hicieron explosión dentro de la cabeza de Vanessa.

Al escuchar sus gritos de placer, Zac la sujetó, alargando el momento hasta que él también alcanzó aquel nivel de excitación.

Se quedaron un rato tendidos en silencio mientras los latidos de sus corazones y su respiración volvían a los niveles normales. Entonces Zac se apartó y, girándola para que lo mirara, la estrechó con fuerza en sus brazos y la besó con ternura.

Consciente de que había estado casada, Zac había sido en cierto modo algo lanzado. Tras el placer que ella había experimentado, le pareció sentir algo parecido a la gratitud. Con el ceño fruncido, se preguntó si su marido habría sido torpe o sencillamente poco cariñoso.

Ness: Espero que no te sientas decepcionado -murmuró ansiosa al verlo con el ceño fruncido-.

Zac: En absoluto -la tranquilizó. Y entonces, comprendiendo cuál era su verdadera preocupación, la besó y, apoyando la frente en la suya, le dijo con énfasis-: Eres muy especial y me siento inmensamente halagado de que me hayas permitido meterme en tu cama.

Sintiéndola más relajada, Zac exhaló un suspiro y la acomodó sobre su hombro. Vanessa se sentía sin fuerzas, como una muñeca de trapo. El poder y la intensidad de su acto amoroso la habían dejado exhausta, completamente seca, y al mismo tiempo llena de felicidad.

Nunca, ni por un instante en su vida, había imaginado que el amor pudiera ser así. Y sí, era amor. Nunca imaginó que aquel sentimiento pudiera agarrar y crecer tan deprisa. No era solo el resultado de una experiencia sexual, ni de la química que había entre ellos. Aquello era distinto. Era más. Mucho más.

Parecían encontrarse a todos los niveles, física, mental y emocionalmente. Y mientras se deslizaba hacia el sueño, Vanessa no pudo evitar pensar que aunque recorriera el mundo entero nunca encontraría un hombre más adecuado para ella.

El mismo pensamiento seguía en su cabeza cuando se estiró y recuperó lentamente la conciencia, con el cuerpo relajado y satisfecho y con una sensación de felicidad canturreándole en el interior.

Estaba enamorada, verdaderamente enamorada por primera vez. Era un gran riesgo enamorarse así de fuerte y así de rápido de un hombre al que acababa de conocer.

Suspirando, estiró el brazo para tocarlo, pero estaba sola. Vanessa se despertó del todo y cuando abrió los ojos vio que estaba al lado de la cama, vestido de pies a cabeza y con una taza de té en la mano.

Zac: Siento haberte despertado, pero pensé que sería mejor que me marchara temprano.

Zac dejó la taza de té en la mesilla de noche y le sonrió. La persiana seguía cerrada, pero a pesar de la poca luz ella se dio cuenta de que sus ojos azules brillaban. Tenía el cabello un tanto revuelto y una barba incipiente le cubría la barbilla. Resultaba irresistiblemente varonil y atractivo.

Con el corazón latiéndole de forma extraña, Vanessa se sentó en la cama.

Zac: Lo que de verdad me gustaría hacer -continuó diciendo-, sería quedarme y hacerte el amor hasta que caiga de nuevo la noche. -Al escuchar sus palabras, Vanessa sintió que se calentaba entera. Una ola de deseo le atravesó el cuerpo-. Pero como recuerdo que anoche dijiste que tenías muchas cosas que hacer, me estoy conteniendo. -La decepción le atravesó el corazón a Vanessa como si fuera un cuchillo-. Te recogeré a las siete y media.

Zac se inclinó y la besó, la besó largamente, como si no pudiera soportar la idea de dejarla. Vanessa estaba a punto de suplicarle que se quedara cuando él se incorporó y se acercó a la puerta.

Un instante más tarde se había ido.

Durante unos instantes, Vanessa se sintió vacía y perdida, como si todo no hubiera sido más que un maravilloso sueño. Pero la taza de té que había al lado de su codo era la prueba tangible no solo de que no había sido un sueño, sino también de que se preocupaba por ella. Contenta de nuevo, agarró la taza y le dio un sorbo. En cuanto transcurriera aquel día, volvería a verlo.

Animada por la ilusión y la expectativa, la mañana transcurrió muy deprisa. E incluso la visita de la tarde a la residencia no resultó tan tensa como era habitual. Por primera vez desde lo que le parecía una eternidad, la felicidad se anteponía a la culpa.

A las siete y cuarto de aquella noche, Vanessa esperaba ya duchada, vestida y ligeramente maquillada. Al lado de la ventana, observó cómo un Porsche plateado se detenía en el bordillo a las siete y media en punto y cómo Zac salía de él. Estaba increíblemente guapo vestido con un traje de chaqueta impecable, y Vanessa se preguntó si ella iría adecuadamente arreglada para cenar en Annabel.

Aspirando con fuerza el aire para tranquilizarse, permitió que Zac llamara al timbre antes de recoger su bolso de noche y acercarse a abrir la puerta.

Zac: ¿Estás lista? -le preguntó con una sonrisa-.

Ness: ¿Voy bien? -preguntó a su vez con ansiedad-.

Zac la recorrió con la mirada de la cabeza a los pies.

Llevaba puesto un sencillo vestido negro que se ajustaba maravillosamente a sus curvas. Llevaba el cabello negro recogido hacia arriba de modo que enfatizaba su estructura ósea, y en los lóbulos brillaban dos aros dorados.

Zac: Estás espectacular -aseguró con los ojos iluminados inclinándose para besarla-.

Vanessa sintió que el corazón le palpitaba dentro del pecho y supo que él tenía todo su futuro, todas sus esperanzas en la palma de la mano.

Hacía una noche preciosa, cálida y tranquila, y ella podía oler a rosas en el centro de la ciudad mientras la acompañaba al coche. Cuando se hubo sentado, Zac se deslizó a su lado y arrancó el coche.

Zac: ¿Me has echado de menos? -preguntó cuando dejaron atrás la plaza-.

La verdadera respuesta era que sí, pero contestó con orgullo:

Ness: No he tenido tiempo.

Zac no hizo más preguntas y guardaron silencio hasta que el Porsche se detuvo en la entrada del famoso local de Berkeley Square. En el bar no había mucha gente, y menos todavía en el restaurante. La pista de baile estaba completamente vacía.

Zac: No se llena hasta más tarde, así que tenemos tiempo de sobra para cenar tranquilamente y después podemos bailar. -El hecho de pensar que la estrecharía entre sus brazos provocó que le subiera la temperatura-. ¿Te gusta tu trabajo en la clínica? -le preguntó cuando estuvieron sentados a la mesa-.

Ness: Sí. Aunque se trata de un empleo temporal.

Zac: ¿Tienes también pacientes particulares?

Ness: Algunos. Para cuando acabe esta sustitución, espero tener más -aseguró probando el pescado que había pedido-.

Zac: ¿Y trabajas también con niños?

Ness: Sí. En este momento estoy tratando a un niño que se hizo daño en la rodilla jugando al fútbol. ¿Por qué lo preguntas?


Zac: Mi hermana Miley y su marido, Will, tienen un problema. Hace un par de meses, su hija de diez años, Aly, se hizo mucho daño al caerse del caballo. Desde que salió del hospital la están tratando en casa, pero al parecer le cae fatal su fisioterapeuta y se niega a seguir ningún tratamiento. ¿Estarías dispuesta a echarte un vistazo?

Ness: Por supuesto -se apresuró a contestar sonrojándose-. Si crees que puedo ayudar…

Habían terminado de cenar y estaban tomando el café.

Zac: Si Aly te acepta, y no veo por qué no iba a hacerlo, serías la respuesta a nuestras plegarias. ¿Más café?

Ness: Creo que no, gracias.

Zac: Entonces, ¿te gustaría bailar? -le preguntó con una sonrisa resplandeciente-.

El club había empezado a llenarse, y ya había unas cuantas parejas en la pista.

Ness: Sí, me encantaría -aseguró con los ojos iluminados-.

Aunque hacía mucho tiempo que no pisaba una pista, siempre le había gustado bailar. Y aquélla era una ocasión especial.

Zac bailaba bien, tenía los pies gráciles y rezumaba gracia masculina. Cuando la estrechó entre sus brazos, con la mejilla apoyada en su cabello, giraron por la pista como si estuvieran hechos el uno para el otro.

El resto de la velada transcurrió para Vanessa como en un sueño, sin hablar, solo disfrutando de la música y de su cercanía. Bailaron todas las piezas.

Zac: ¿Lista para marcharte? -le susurró al oído cuando la pista comenzó a abarrotarse-.

Ella asintió con la cabeza. Un escalofrío de excitación le recorrió la espina dorsal. No se había permitido a sí misma ver más allá de una cena y unos bailes en Annabel. Pero la velada había terminado y la noche se abría ante ellos.

Cuando estuvo sentada en el Porsche, Zac se giró para mirarla directamente a los ojos.

Zac: Anoche yo compartí tu cama. ¿Querrías venir esta noche a Denver Court y compartir la mía?

Ness: Me parece justo -respondió sin poder evitar que la traicionara un temblor en la voz-.

Cuando llegaron al impresionante edificio de pisos, él la ayudó a salir mientras un guardia de seguridad acudía a toda prisa para hacerse cargo del coche.

Con la mano en su cintura, Zac escoltó a Vanessa al interior del edificio a través del vestíbulo de mármol claro hasta el ascensor. Subieron hasta el último piso.

Cuando Zac le dio paso a su apartamento y encendió las luces, vio que ocupaba una de las suites de esquina del ático. Desde los balcones del espacioso salón en forma de ele se abrían las ventanas que daban a los jardines.

Vanessa contuvo la respiración mientras miraba a su alrededor, consciente del lujo que la rodeaba. Zac sonrió y se inclinó para rozarle la nuca con los labios.

Zac: ¿Quieres una copa?

Estremecida por la caricia, e impaciente ante los placeres que estaban por venir, ella negó con la cabeza.

Zac la tomó de la mano y la llevó a través de una habitación grande con las paredes pintadas en color claro que tenía las cortinas y la alfombra en azul.

Zac: Si quieres utilizar las habitaciones de invitados, encontrarás todo lo que te hace falta -sugirió abriendo una puerta que daba a una habitación parecida pero decorada en tono marfil-.

Lo cierto era que el cuarto de baño contaba con todo lo que un invitado podía desear, incluidas unas zapatillas y un albornoz blanco.

Vanessa no pudo evitar preguntarse con cuánta frecuencia llevaría allí mujeres. Pero era un pensamiento incómodo, y lo apartó de sí. Tal vez para Zac aquello fuera solo una aventura más, pero para ella era especial, una historia de amor que solo podía pasar una vez en la vida, por muy poco que durara.

Cuando se hubo cepillado los dientes y dado una ducha, se cepilló su largo cabello de seda y se puso el albornoz antes de regresar a la habitación de Zac.

El salía en aquel momento de su baño. Estaba completamente desnudo a excepción de una toalla que llevaba al cuello y con la que se estaba secando su claro cabello.

Vanessa se detuvo en el umbral y él arrojó a un lado la toalla.

Zac: Ven aquí -le dijo haciendo un gesto con las manos-.

A ella le encantó aquel gesto de arrogancia, se acercó y fue recompensada con un beso delicioso.

Zac se había afeitado y podía aspirar el aroma especiado y fresco de su colonia. Con los ojos todavía cerrados, ella alzó la mano y le acarició la suave mejilla.

Ness: Mmm… -murmuró-.

Zac: Tengo la intención de besarte por todas partes -murmuró apretando el rostro contra su cuello-. Y el vello naciente puede destrozar una piel tan delicada.

Desatándole el cinturón del albornoz, Zac deslizó las manos dentro y, como si fuera un ciego leyendo Braille, recorrió su cuerpo esbelto con los dedos, saboreando aquel placer puramente táctil.

Resultó extrañamente erótico, y cuando volvió a tocarle los senos con las manos, Vanessa temblaba. Mientras seguía acariciándola, ella apretó las caderas contra las suyas.

Zac: Tenemos toda la noche -murmuró negándose a apresurarse-. Tiempo de sobra para tomarnos las cosas con calma, para que me dedique por completo a ti. -Vanessa se preguntó cómo podía ser tan paciente y estar dispuesto a esperar a su propio placer-. Tu cuerpo responde de forma tan deliciosa a mis caricias, que hace que el placer sea mutuo -dijo entonces como si le hubiera leído el pensamiento. Zac llevó la boca a su seno y le recorrió el pezón con la lengua-. Esto te gusta, ¿verdad?

Ella se estremeció mientras sujetaba su cabeza rubia entre las manos.

Ness: Sí -dijo en un susurro-. Pero no creo que pueda aguantar mucho más.

Zac: Oh, yo creo que sí.

Cuando Zac la llevó por fin a la cama y se estiró a su lado, Vanessa estaba ya casi fuera de sí, al límite.

Él le acarició su esbelta figura con una mano hasta que encontró la piel sedosa de entre sus piernas, y utilizó un solo dedo para llevarla al cielo. Todo su cuerpo se convulsionó, y Vanessa se quedó tumbada, indefensa, hasta que aquella exquisita sensación comenzó a extinguirse.

Se sentía un tanto triste. Quería haber hecho el amor con él, compartir la experiencia, saber que sentía el mismo placer que ella.

Cuando abrió los ojos, Zac la estaba observando.

Zac: No pasa nada -le dijo con una sonrisa, como si entendiera perfectamente-.

Y con aquellas manos sabias procedió a despertar de nuevo el deseo que ella creía agotado. Y entonces despacio, muy despacio, como si quisiera disfrutar de cada segundo de placer, le hizo el amor, creando en ella un calor creciente, una espiral de tensión que los envió a ambos al cielo.

Cuando regresó a la tierra, Vanessa encontró la rubia cabeza de Zac descansando sobre su pecho con su mano sujetando la suya. Aquélla era una de las sensaciones más dulces que había experimentado jamás.

Con el corazón rebosante de amor y gratitud se quedó tendida disfrutando de aquella intimidad hasta que él se giró de espaldas, la atrajo hacia sí y le colocó la cabeza sobre el hombro.




Vale, moraleja de este capítulo: no os vayáis
a la cama con el primer tio que os diga: "eres la cosa más bonita que he visto en mi vida". XD XD XD

El porqué, muy sencillo: a Ness de momento le está saliendo bien el romance, ¡pero es una novela! En la vida real ni se os ocurra nunca hacer lo mismo que ella, por muy forrado que esté el tio. XD XD XD

Bueno, comentad mucho eh.
¡Bye!
¡Kisses!


6 comentarios:

Abigail dijo...

JAJAJA LO TENDRE EN CUENTA...
GRACIAS!!!!
ESTUVO WOW EL CAP!!!!
ELLOS TIENEN UN DIA D
CONOCERSE Y YA
DURMIERON 2 NOCHES
JUNTOS!!!!!VAN DMASIADO
RAPIDO!!!NO CREO Q ESO
SEA MUY BUENO PERO
CM DICS ES UNA NOVELA
ASI Q SIGUELA PRONTO!!!!!

Abigail dijo...

Y CREO QUE PARA MI

CASI ESTA DE MAS EL

CONSEJO POR QUE

TENGO 16 AÑOS

CONOCIENDO AL MIO

Y NO MAS NO PERO MUCHAS

GRACIAS X EL CONSEJO!!!!

ME ENCANTA ESTA NUEVA

NOVE!!!!!!SIGUELA PRONTO!!!!!

Lau B. dijo...

jajaajaja que risa lo que dices!!!
pero totalmente cierto!
ya quiero ver el proximo capitulo
Bye
Xx LB

Abigail dijo...

HOLA ALICE!!!
UNA DUDA...ES Q EH VISTO Q TU COMENTAS EN LA NOVE D NATALIA Q C LLAMA "DESPERTANDO A LA TENTACION" CREO...NO C EL CASO ES Q NO EH PODIDO COMENTAR Y LE E INTENTADO CN LA PC,EL CEL, IPAD D TODO Y NADA TU SI AS PODIDO???!!!

Unknown dijo...

hola me encanto tu capi soy yessi :)

Carolina dijo...

Esa moraleja lo veo otra vez y me da risa XD
SI estoy leyendo todo again! es que me gusta esta nove!
y si es una novela!
pero el amor a primera vista si existe
Zanessa,ashley y su pino, miley y Liam, tu y el tio de la gasolinera XD y Manuel y yo :)<3
No estoy diciendo que me haya acostado con el a la primera ni q este forrado XDXD
Simplemente que el amor a primera vista si existe

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