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viernes, 16 de marzo de 2012

Capítulo 3


Pasaron la noche haciendo el amor. Cuando Vanessa se despertó eran casi las diez. Estaba sola en la gran cama, pero acababa de ocurrírsele aquel pensamiento cuando Zac entró llevando una bandeja.

Tenía el cabello todavía mojado por la ducha, y llevaba puesta una bata de seda azul marino.

Zac: Buenos días -dijo sonriendo perezosamente mientras ella se incorporaba-. Pensé que podíamos tomar el desayuno en la cama, como dos seres decadentes. -Colocó la bandeja en la mesilla de noche e, inclinándose para besarla, remarcó con malicia-: Tras la noche que hemos pasado, no sé cómo puedes estar tan guapa y tan fresca.

Ness: Soy feliz -respondió sencillamente-.

Nunca pensó que volvería a pronunciar aquellas palabras de nuevo.

Zac: La felicidad te sienta muy bien -aseguró sonriendo y sentándose para untarle la tostada con mantequilla-. Cuéntame cosas de ti.

Ness: No hay mucho que contar -respondió sintiéndose algo incómoda-. Mejor hablemos de ti.

Zac: Tampoco hay mucho que contar -dijo soltando una carcajada-. Perdí a mi padre a los doce años. Un año después de su muerte, mi madre se volvió a casar con un ex oficial del ejército.

Ness: ¿Y os llevabais todos bien?

Zac: Miley, que tiene siete años más que yo, estaba en la universidad, así que estábamos los tres solos. Y por desgracia, mi padrastro y yo nos llevábamos fatal. Era muy estricto, y un día llegó incluso a pegarme. Así que decidieron enviarme a vivir con mis padrinos.

Ness: ¿Ellos tenían hijos?

Zac: Una hija, Tess. Pero siempre habían querido tener un varón, así que estaban encantados conmigo. Tess tenía tres años menos que yo, y siempre la consideré mi hermana pequeña. Fueron una auténtica familia para mí, y fui feliz con ellos hasta que me fui a estudiar a Oxford. Mi padrino murió hace un año y medio, y fue como perder a un padre… Pero basta ya de tanto hablar. ¿Qué quieres que hagamos hoy? ¿Te gustaría…?

Ness: No puedo -se apresuró a asegurar incómoda. Los domingos siempre iba a comer a la residencia y pasaba allí el resto de la tarde hasta la noche-. De hecho, ya me tengo que ir.

Al ver que ella no daba más explicaciones, Zac dijo:

Zac: En cuanto te hayas duchado y vestido, te llevaré a casa.

Aunque se lo dijo con voz tranquila, Vanessa sabía que se sentía ofendido por su reticencia. Pero no se sentía capaz de hablarle de su madre. Seguro que le haría preguntas que no quería contestar.

Con el rostro serio y reservado, Zac la condujo por las calles en silencio. Ella estaba deseando hablar, pero no se le ocurría nada que decir.

Cuando la dejó en la puerta de su apartamento, todavía sin hablar, y la ayudó a salir, Vanessa sintió una oleada de pánico. Tal vez aquello fuera el final. ¿Qué haría si Zac sencillamente se marchara sin más?

Como si quisiera mantenerla en vilo, él le abrió la puerta y le devolvió las llaves antes de preguntarle:

Zac: ¿Estás libre mañana por la noche?

Ness: Sí -respondió con ansiedad-.

Zac: Entonces, si quieres, te llevaré a ver a Aly y a sus padres. Ya les he hablado de ti.

Ness: Hay algo que… -comenzó a decir-.

Notando su vacilación, Zac terminó por ella la frase.

Zac: ¿Prefieres mantener separadas tu vida laboral y tu vida personal?

Ness: Sí.

Zac: Me parece bien. Lo único que saben es que eres la fisioterapeuta que me vio a mí, y no tenemos por qué decir nada más. Te recogeré a las seis y media. Luego podemos ir a cenar.


A Vanessa le cayeron bien al instante la hermana de Zac y su cuñado. Mientras tomaban algo en la soleada terraza de su casa de Surrey, se enteró de que Miley, que tenía los mismos ojos azules que su hermano, era abogada, y Will, un nombre simpático y bromista, trabajaba como arquitecto.

Ambos adoraban a su única hija y se pusieron locos de alegría al ver que a Aly le caía bien de inmediato Vanessa, y quedaron en comenzar el tratamiento.

Durante las siguientes semanas, la condición física de Aly mejoró sensiblemente gracias al tratamiento que seguía con regularidad. Entre la niña y Vanessa se creó un lazo muy fuerte.

Zac estaba encantado por todos y se mantenía alejado. Aunque su relación con Vanessa crecía y florecía cada día, no hablaban de ello.

Pasaban juntos todo el tiempo posible, bailando, cenando, hablando o simplemente estando juntos.

En muchas ocasiones, cuando el tiempo lo permitía, Zac hacía una barbacoa en el patio de su casa. Y luego, a salvo de miradas inquisidoras, hacían el amor dulce y deliciosamente al sol.

Los días y las semanas iban transcurriendo, y a medida que Vanessa lo iba conociendo mejor, su felicidad iba en aumento. Independientemente de sus atributos físicos y de su experiencia como amante, demostró ser un compañero de buen carácter, generoso e inteligente, siempre pendiente de sus necesidades.

Vanessa sabía que nunca en su vida encontraría otro hombre que encajara tanto con ella y, sintiéndose eternamente agradecida, le rezó muchas veces a la diosa del destino para darle las gracias por el milagro que había llevado a su vida.

La única sombra eran sus visitas a la residencia. Zac no decía nada directamente, pero ella sabía que le molestaban aquellas ausencias inexplicables. Incluso estaba un poco celoso pensando en con quién se encontraría.

Cada vez que intentaba contarle la verdad, la culpabilidad le impedía pronunciar las palabras y se acobardaba. Pero se decía a sí misma que uno de aquellos días encontraría el valor para contarle todo.

Mientras tanto, aunque pasaba la mayoría de los domingos en la residencia, había cambiado la visita de los sábados a la mañana para poder tener la tarde libre.

Aquel sábado por la tarde tenían planeado algo muy especial. Jonathan Cass era uno de sus artistas favoritos, y Zac había aceptado una invitación para un pase privado en el que Cass presentaría su nuevo trabajo.

Zac había quedado en pasar a recogerla a las doce y media para comer juntos antes de ir a la galería de Picadilly, y Vanessa salió de la residencia más temprano que de costumbre para asegurarse de que llegaba a casa a tiempo.

Acababa de regresar cuando sonó el teléfono.

Zac: Me ha surgido un asunto urgente -dijo con voz tensa, algo poco habitual en él-. ¿Te importa si te recojo después de comer?

Ness: Claro que no.


Zac: Entonces te veré sobre las dos -respondió aliviado-.

Había sido una mañana húmeda y gris, y a las dos de la tarde comenzó a llover ligeramente.

Zac siempre llegaba puntual. Cuando las manecillas del reloj comenzaron a avanzar con insufrible lentitud, y dieron las dos y cuarto, las dos y media, las tres menos cuarto, Vanessa comenzó a ponerse nerviosa.

Mientras miraba fijamente por la ventana hacia la plaza lluviosa, observando cómo las gotas de lluvia se deslizaban por el vidrio como lágrimas, le dio por pensar que tal vez le hubiera ocurrido algo malo… Aquel pensamiento tan negativo provocó que el corazón comenzara a latirle descontroladamente.

«No seas tonta»
, se regañó mentalmente. «Por supuesto que no le ha pasado nada. Sin duda está liado con algo».

Pero si aquél era el caso, ¿por qué no la había llamado? Solo habría tardado un momento en tranquilizarla.

Tras esperar hasta las tres y media sin tener noticias suyas, le llamó al móvil pero se encontró con que estaba apagado. Desesperada, lo intentó con su apartamento de Denver Court, pero sonó y sonó sin que nadie respondiera hasta que saltó el contestador.

Cuando dieron las cinco de la tarde, convencida de que sus peores temores se habían confirmado, Vanessa era ya un manojo de nervios. Se estaba preguntando ya con quién podría contactar cuando vio su coche deteniéndose fuera. La sensación de alivio fue tan poderosa que estuvo a punto de desmayarse.

Zac ya tenía su propia llave, así que ella se quedó allí de pie con las rodillas tan temblorosas que pensó que no podrían sostenerla.

Zac: Siento no haber podido llegar antes -dijo al entrar mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba-.

Cuando se giró, Vanessa se dio cuenta de que tenía la cara llena de arañazos, como si un gato le hubiera clavado las uñas.

Ness: ¿Qué te ha pasado en la cara?

Zac: Es solo un arañazo -respondió distraídamente-.

Ness: Me preguntaba qué te había pasado -aseguró tras exhalar un profundo suspiro-.

Zac: Estaba retenido sin posibilidad de escape.

Ella esperó a que le diera más explicaciones, pero Zac no dijo nada más.

Tras haber pasado tanta ansiedad, aquella forma de dar por zanjado el asunto le pareció injusta.

Zac: Todavía podemos ir esta noche a la galería -dijo al verla fruncir el ceño-.

Ness: No se trata de eso -aseguró tensa-. Estaba preocupadísima por ti. Creo que podrías haberme telefoneado.

Zac: Me temo que no me funcionaba el móvil. -Aquella excusa tan mala no sirvió para arreglar las cosas-. ¿Me perdonas? -preguntó sonriendo al ver su cara-. Vaya, está claro que no. -Con los ojos clavados en su boca, inclinó la cabeza para besarla. Pero ella dio un paso atrás-. Si comemos algo rápido en Xanadu, todavía podemos ir a la galería -insistió sin dejar de mirarla-.

Ness: No hace falta que vayamos.

Zac: Sé que tú quieres ir -aseguró inclinándose de nuevo para besarla sin que esta vez lo rechazara-. Y no quiero que te pierdas nada que te proporcione placer.

Mientras se duchaba y se vestía, Vanessa pensó, como tantas veces últimamente, en la suerte que tenía de tener a Zac. Llena de una felicidad tranquila pero radiante, se dio cuenta de que estaba deseando que llegara el día en que él le dijera que la amaba y le pidiera que se casara con ella.


Entonces, una dorada noche de septiembre, una mujer llegó a la clínica y dijo que tenía que hablar con Vanessa de un asunto urgente.

Pensando que se trataría de una cuestión laboral, Vanessa accedió y le tendió la mano con una sonrisa amigable a aquella morena alta y guapa.

Ness: Hola, soy Vanessa Hudgens.

La desconocida, con una mirada inequívocamente hostil, no le estrechó la mano. Iba vestida muy elegante.

Tess: Y yo soy Tess Carroll, la prometida de Zac. -Tomando asiento en la silla de las visitas, la joven cruzó sus esbeltas piernas-. Iré al grano. Al parecer, mientras he estado fuera se ha dedicado a acostarse contigo. -Al ver que Vanessa se sonrojaba, añadió-: Pero yo llevo su anillo -aseguró mostrándole una esmeralda enorme con forma cuadrada-.

Vanessa consiguió reunir las fuerzas suficientes para decir con brusquedad:

Ness: No tenía ni idea de que estuviera prometido.

Tess: Oh, no te echo la culpa a ti particularmente. Zac ha sido siempre un hombre de sangre caliente, y si no hubieras sido tú, habría sido cualquier otra mujer. Resulta extremadamente atractivo para el sexo opuesto. Las mujeres se arrojan en sus brazos, así que hasta cierto punto es normal que él se aproveche. Pero ahora he vuelto a casa y esto tiene que acabar. Zac es mío.

Ness: Si es un hombre de ese tipo, me sorprende que todavía lo quieras para ti -aseguró con sequedad-.

Tess: Por supuesto que sí. Así que si tenías pensado sugerir que lo deje libre, olvídate. Por un lado, él no quiere dejarme. Y por otro, tenemos un trato.

Ness: ¿Un trato? -repitió-.

Tess: Cuando quedó claro que yo iba a ser hija única, papá se sintió algo decepcionado. Tenía la idea anticuada de que ninguna mujer podría llevar con éxito un imperio empresarial. Entonces Zac vino a vivir con nosotros y fue como un sueño hecho realidad. El hijo que siempre había querido. Papá era un hombre rico, pero la mayor parte de su dinero estaba invertido en el negocio, y lo cierto es que estaba preocupado por mi futuro. -Se detuvo un instante y se apartó el cabello sedoso del hombro-. Cuando tuvo el primer ataque al corazón, habló con Zac y accedió a entregarle las industrias Carroll en su totalidad si se casaba conmigo y cuidaba de mí. -Vanessa recordó entonces que le habían contado que Zac heredó el imperio Carroll de su padrino-. Zac y yo llevábamos un tiempo siendo amantes, así que se alegró de legalizar la situación. En estos momentos estaríamos casados y no habría habido ningún problema si no me hubieran diagnosticado una extraña enfermedad de la sangre. He tenido que pasar largos periodos en una clínica privada sometida a un tratamiento, lo que significa que he dejado a Zac solo, y, tal como he dicho antes, es un hombre de sangre caliente que necesita una mujer. Cualquier mujer. -Continuó hablando con voz crispada-. Entonces descubrí que estaba embarazada, lo que hizo que el último tratamiento se prolongara y se complicara, y al final perdí el bebé.

Sorprendida y horrorizada al pensar que Zac y ella habían sido amantes mientras su prometida pasaba por semejante calvario, Vanessa se quedó clavada donde estaba, mirándola fijamente.

Tess: Pero ahora ya he vuelto a casa y nos casaremos enseguida. No tengo intención de perderlo, así que te sugiero que te busques otro hombre, preferiblemente que no pertenezca a otra mujer.

Tess se puso de pie y se marchó sin dirigirle siquiera una mirada, dejando a Vanessa destrozada, temblorosa y con las entrañas deshechas en mil pedazos, como el cristal de un coche al que hubieran golpeado con un martillo.

Seguía mirando al infinito cuando entró Ashley con las notas del siguiente paciente.

Ash: ¡Cielo Santo! -exclamó tras echarle un vistazo al rostro de su amiga-. Estás pálida como una muerta. ¿Qué te pasa?

Ness: Tess Carroll, la mujer que acaba de salir, es la prometida de Zac -murmuró haciendo un esfuerzo para hablar-.

Al verla balancearse, y temiendo que pudiera perder el conocimiento, Ashley la ayudó a sentarse.

Ash: ¿Estás segura? ¿No la habrás entendido mal?

Ness: Llevaba su anillo.

Ash: ¡No puede ser! Él te quiere…Yo estaba convencida de que te quería -estaba furiosa por ella-. Pero si es un hombre así, estarás mejor sin él. -Le dio a su amiga un abrazo rápido y, al ver que seguía conmocionada, le dijo-: Oye, ¿por qué no te vas a casa? Le diré a la señora Bond que estás enferma y conseguiré a alguien que te sustituya.

Ness: No… Estoy bien. Prefiero seguir trabajando. Dame solo unos minutos.

Cuando Vanessa se marchó aquella noche a casa, Ashley insistió en acompañarla. Alex, que acababa de regresar de Oriente Medio, se iba a quedar a dormir en el sofá-cama de su amiga.

Alex: Me gustaría romperle el cuello a ese canalla -fue lo primero que dijo cuando se enteró de la noticia-.

Pero, tal y como Vanessa se atrevió a señalar casi sin fuerzas, Zac había tratado con imperdonable descuido a la mujer que iba a ser su esposa, pero a ella, a Vanessa, no le había dicho ninguna mentira. No le había prometido nada.

Nunca le dijo que era libre, nunca dijo que la amaba ni le pidió su amor. Ella se lo había entregado libremente, tal vez estúpidamente, dando por hecho que era libre, dando por hecho que sentía algo por ella.

No podía haberse equivocado más. Pero tal vez, después de lo que le había ocurrido a Andrew y a su madre, no se merecía ser feliz. Tal vez fuera justo que Zac no la amara, del mismo modo que ella no había amado a Andrew.

Alex: No busques excusas para perdonarlo -aseguró interrumpiendo sus pensamientos-. Te ha estado utilizando. Supongo que no te reunirás con él en París.

Ness: No -contestó con decisión-.

Zac estaba en la capital francesa por asuntos de trabajo, y lo había dispuesto todo para que Vanessa se reuniera con él durante el fin de semana. Se trataba de una escapada romántica que ella estaba deseando hacer.

Pero ahora todo había cambiado.

Alex: Cuando regrese -continuó-, enfréntate a ese cerdo y dile lo que piensas de él.

Ness: No puedo -susurró-.

Ash: Es mejor dejarle pensar que no te importa, que no significa nada para ti -intervino leyéndole a su amiga el pensamiento-. Así al menos no serás una muesca más en su cinturón.

Alex: ¿Y cómo vas a librarte de ese viaje a París sin que él sospeche la verdad?

Ness: No lo sé -respondió sin fuerzas-.

Ash: ¡Ya lo tengo! -exclamó tras unos instantes de silencio-. Mándale un correo electrónico diciéndole que has conocido a alguien nuevo y que quieres terminar con él.

Ness: No creo que eso funcione -murmuró-. Solo lleva dos días en París. Es muy poco tiempo para haber conocido a alguien.

Ash: En ese caso, dile que es alguien que ya conocías -insistió-.

Alex: ¿Por qué no le dices que soy yo? -sugirió-. Y no me mires así o dañarás seriamente mi ego. ¿Acaso no estoy bronceado y no soy guapo como para hacer el papel de amante?

Ness: Claro que sí, pero…

Alex: Entonces lo único que tienes que hacer es decirle a ese cerdo que yo soy el hombre que de verdad te importa. Cuéntale que he estado trabajando fuera, y ahora que he regresado, le despides.

Ness: Tal vez funcione -dijo pensativa-. Una vez vio una foto tuya en casa y quiso saber quién eras. Me preguntó si eras un antiguo amante y yo le dije que no, que eras un amigo.

Alex: Entonces, estupendo. No habrías admitido delante de tu amante actual que yo era algo más que un amigo, ¿no? Pues adelante -dijo sacando su ordenador portátil-. Ponte manos a la obra y hazlo de modo que su orgullo masculino muerda el polvo. De ese modo no tendrás que volver a verlo en tu vida.

Tras unas cuantas sugerencias por parte de Ashley y de Alex, el correo quedó así:

Alex ha regresado de Oriente Medio antes de lo que esperaba, así que me temo que no podré reunirme contigo en París después de todo.
Siento habértelo dicho en el último momento, pero estoy segura de que encontrarás a alguien que me sustituya.
Gracias por los buenos momentos que hemos pasado.
Vanessa

Alex: Esto servirá -aseguró con gesto aprobatorio-.

Ashley estuvo de acuerdo, y enviaron el correo.

Después de la cena, cuando Ashley se había ido a casa y Alex estaba ya acostado en el sofá-cama, fue cuando Vanessa fue plenamente consciente de lo que estaba pasando, y dio rienda suelta a la amargura que sentía dentro.

Se subió a la cama, hundió el rostro en la almohada y lloró hasta que no le quedaron más lágrimas antes de caer en un sueño exhausto.

A la mañana siguiente, cuando se despertó, vio que Alex ya se había levantado. Mientras quitaba las sábanas y doblaba el sofá, escuchó el sonido del agua de la ducha.

Estaba haciendo el café en camisón cuando él entró en la cocina con la toalla anudada alrededor de sus estrechas caderas.

Alex: Huele muy bien.

Vanessa acababa de darse la vuelta para darle una taza cuando vio un coche deteniéndose fuera y una figura conocida saliendo de él.

Sintió una oleada de pánico y le temblaron tanto las manos que se le derramó buena parte del café.

Alex: Tranquila -dijo quitándole la taza-.

Ness: ¡Oh, Dios mío, es Zac! -murmuró pálida como la cera-. No quiero verlo. No podría soportarlo.

Alex: Entonces, no abras la puerta -sugirió-.

Ness: Pero tiene llave -recordó desesperada-. ¿Qué voy a hacer?

Alex: Yo lo mandaré al sitio que se merece… No, mejor todavía. Ven, niña, vamos a ofrecerle a ese cerdo una actuación de Oscar. -Tomándola de la mano, la llevó a toda prisa al dormitorio y se detuvo a la altura de la puerta abierta-. Rodéame el cuello con los brazos y cierra los ojos.

Entonces dejó caer la toalla, la abrazó y comenzó a besarla justo en el momento en que Zac abría la puerta de entrada y entraba.

Alex dejó de besarla y ambos miraron al hombre que estaba allí parado como si el cielo hubiera caído sobre su cabeza.

En su rostro se reflejó la sorpresa, después una expresión como de no terminar de creérselo y después rabia.

Zac: Así que éste es Alex -dijo con voz cortante como el filo de una navaja-. Ahora entiendo por qué no has querido ir a París. Volveremos a vernos algún día, Vanessa -añadió dejando la llave encima de la mesa-. Recuerda mis palabras.

Y, girándose sobre sus talones, se marchó.

Alex: Ese cerdo ya tiene su merecido -aseguró con satisfacción mientras tapaba los ojos de Vanessa con una mano para agacharse a recoger la toalla-. Si me prometes que sigues con los ojos cerrados mientras me visto, dejaré que me prepares otra taza de café.

Aunque los mantuvo cerrados, Vanessa sabía que no era necesario hacerlo. Los tenía cegados por las lágrimas.


4 comentarios:

Alice dijo...

¡Hola Abigail!

En respuesta a tu duda en el comentario del capi anterior, yo no tengo nunca ningún problema para comentar en las noves. Creo que no es cosa del blog ni de blogger, porque si yo puedo, pues no se...

Bueno, espero que os haya gustado a todas el capi. Ya veis de que le sirvió a Vanessa ser tan rapidita. XD XD XD

¡Comentad mucho!
¡Bye!
¡Kisses!

Abigail dijo...

AY POBRESITA!!!!SI D ECHO TU CONSEJO ESTA EXELENTE..
TODAVIA NO ME EXPLOCO COMO PUDO HACERLE ALGO TAN FEO ZAC!!!
O NO HABERLE DICHO NADA!!KIZAS C ENAMORO TAMBN..OJALA

SIGUELA PRONTO!!!!

Abigail dijo...

Y GRACIAS X RESPONDERME NO C Q PASA PERO VOY A INTERTAR OTRA VZ A VER SI PUEDO....

SIGUELA!!!!!

LA INTRIGA ME COME X SABER Q VA A PASAR EN EL PROXIMO CAPITULO!!!
Y ESTA RARO ESO D Q NESS NUNCA LE HUBIERA CONTADO A ZAC D SU MAMA....Y SI EL D VRDAD LA AMABA LE DBIO D AVR DOLIDO EL ALMA CUANDO LA VIO CN ALEX...ASI SON LAS NOVELAS...SIGUELA!!!!

Natasha dijo...

holaaaaa!!
pues ya decia yo que ese romance era demasiado rapido!! y tienes razon Alice, se lo merece!!!
pero que onda?? zac con mujer?? no me creo esa!!!
y Tess no es Amanda de CstC? o es un nombre de la novela?
bueno, olviodalo.. dejaré la preguntadera!
jajajaja siguela rapido!

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