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miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo 9


Tanto Zac como Steve se habían ido para cuando Vanessa se marchó a su casa. Al aparcar, vio que Steve tenía las luces encendidas y se preguntó si su hermano estaría con él.

Vanessa pasó el resto de la tarde pensando en excusas para bajar. Y cuando ya se acostó, se esforzó por oír voces en el piso de abajo. Al menos una voz. Harta de sí misma y de su comportamiento, se volvió hacia la pila de manuscritos que solían acumularse en su mesilla, con tan mala suerte que el primero que cogió fue el de Sara Hardy.

Lo primero que hizo a la mañana siguiente fue llamar a Ashley.

Ness: Ya que eres mi amiga tengo que advertirte que no es agradable enfrentarse a Efron. ¿Cómo está Scar?

Ash: Está ayudándome en la tienda. Si quieres que te diga la verdad, dudo que vaya a casarse.

Vanessa sintió que se le encogía el estómago.

Ness: Claro que sí -dijo, en tono neutro-. Aunque me encantaría que lo dejara plantado en el altar.

Ash: No eres demasiado considerada con el hombre que te ha salvado la vida.

Vanessa se arrepintió de inmediato. La deuda que tenía con él estaba por encima de su comportamiento. Más tarde, cuando salió a regar antes de vestirse para ir al trabajo, intentó recordarlo. Delante de la casa, estaba aparcada una furgoneta roja, estropeada y salpicada de barro, que no había estado allí al volver de su clase de aerobic, por la mañana.

Regó unas margaritas sin apartar la vista del vehículo y el corazón le dio un vuelco cuando miró en torno en busca del conductor. Estaba apoyado en la puerta del piso de abajo, observándola de brazos cruzados.

Una vez más, a Vanessa le irritó que él la hubiera visto antes que ella a él.

Zac
se apartó para no mojarse y ella cerró el agua de la manguera. Le daba rabia no estar vestida para ir al trabajo. Al volver del gimnasio se había puesto un jersey grande y una falda larga, y no llevaba ropa interior.

Zac se apoyó contra la pared. Llevaba las gafas en el bolsillo de la camisa, y bajo los ojos se veían unas ojeras pronunciadas. Estaba pálido y sin afeitar, y daba la sensación de no haber dormido durante días. Vanessa supuso que por culpa de Scar.

Ness: Tienes muy mal aspecto -dijo con frialdad, apartando los ojos de él-.

Zac: En cambio tú estás muy guapa -dijo dirigiéndole una cálida mirada-.

Después de cómo la había tratado el día anterior, Vanessa se sintió desconcertada. Zac no tenía derecho a mirarla así, ni ella a que le alegrara.

Ness: Steve ya se ha marchado, así que no vale la pena que llames -dijo, para salir de su turbación-.

Zac: ¿Tiene una entrada independiente?

Ness: Una entrada, una vida y una cama -replicó-. Es un apartamento separado del mío. Llevo años alquilándolo. Mi inquilino se marchó justo cuando Steve estaba buscando casa, así que... -se encogió de hombros, molesta consigo misma por sentir que tenía que dar explicaciones y por la satisfacción que ésta parecía deparar a su oyente-.

Zac: ¿Cuál es tu puerta?

Ness:
¿Crees que te voy a invitar a entrar, Efron? -el corazón le latía a toda velocidad-.

Zac la miraba de una forma que no era capaz de interpretar y, para intentar ignorarla, se esforzó por imaginar a Scar vestida de novia. Y a Zac junto ella, de esmoquin.

Zac: Espero que sí. Vengo a pedirte un favor.

Vanessa se tensó. Debía un favor a Zac y estaba segura de que él le iba a pedir que le dijera dónde estaba Scar.

Ness: Comprendo.

Zac: Podría haber ido a alguna otra parte...

Ness: Pero has pensado que yo te debía un favor -dijo brevemente. Al menos Scar había tenido un par de días para pensar-.

Zac: ¿No te has olvidado?

Ness: No -lo miró con gesto arrogante-. Supongo que no puedo negarme.

Zac: Me alegro -se separó de la pared e hizo girar los hombros con gesto cansado-. Dime donde está.

Ness: ¿El qué?

Zac: La ducha.

Vanessa tardó unos segundos en comprender, pero al hacerlo no pudo evitar sonreír.

Ness: ¿Ese es el favor? ¿Quieres usar mi ducha?

Él sonrió a su vez.

Zac: Y una toalla, por favor.

Vanessa rió.

Ness: Creía que ibas a exigirme que te dijera dónde estaba Scar.

Zac
le acarició la mejilla con el dorso de la mano con tanta delicadeza, que Vanessa sintió que las rodillas le flaqueaban. Para no dejarse llevar por el impulso de apoyar el rostro en su mano y prolongar el contacto, tuvo que invocar otra escena de la boda: yo os declaro marido y mujer…

Zac: Ya te dije que salvarte de las llamas era mi trabajo. En cambio, dejarte usar mi ducha fue todo un sacrificio... y merece ser correspondido.

Ness: ¿Un sacrificio? No usé demasiada agua -protestó-.

Zac:
Sacrifiqué mi paz de espíritu -dijo en tono solemne-.

¿Por qué tenía Vanessa la sensación de que algo había cambiado en él? Parecía más relajado, más dispuesto a bromear.

Zac
fue hasta su furgoneta para sacar la bolsa de viaje. Cuando abrió la puerta con la mano izquierda, Vanessa vio que llevaba la derecha cubierta con un pañuelo ensangrentado.

Ness: Estás herido.

Zac se miró la mano con indiferencia.

Zac: He sufrido un pequeño accidente esta noche. Me choqué contra la valla de un parque.

Vanessa se fijo en una abolladura de la furgoneta.

Ness: Eres un idiota, Efron. No es extraño, teniendo en cuenta que llevas conduciendo dos días seguidos. ¿Por qué no has venido en avión?

Pero antes de que él respondiera, Vanessa supo la respuesta. Porque si iba en coche, podría de paso ver si encontraba una motocicleta. Vanessa sintió pena por él, imaginándose lo solo que debía haberse sentido, preocupado por Scar y angustiado por la ausencia de su hermano.

Zac: ¿Estás leyendo mi mente una vez más, Vanessa? -dijo secamente, volviendo la vista hacia ella y adivinando sus pensamientos-.

La situación empezaba a resultar demasiado íntima y Vanessa sacudió los hombros.

Ness: Además, no deberías haber conducido ayer por la noche. Olías a alcohol. Has tenido suerte de que no te pasara nada grave -cuando Zac la miró con expresión divertida al verla reaccionar como una esposa preocupada, Vanessa le dio la espalda y se encaminó hacia la casa-. No creo que a Scar le guste que su novio aparezca con muletas.

Zac: Scar no quiere ningún novio.

Vanessa se paró en seco y miró por encima del hombro.

Ness: ¿Qué?

Zac: No quiere casarse. Me ha dejado plantado, Vanessa -dijo con expresión entristecida-.

El corazón de Vanessa latió de forma errática. No habría boda. Scar no se vestiría de blanco, ni Zac de esmoquin. Zac estaba libre. De pronto la fotografía de la boda se quedó en blanco, sin personajes para llenarla. Una parte de Vanessa se alegró. Otra, sintió una extraña aprensión. Irguiéndose, continuó andando, subió los peldaños que conducían a la puerta y abrió.

Ness: Siento que no hayan salido bien las cosas -dijo, con gesto grave-. Debe de haber sido una desilusión para todos: el padre de Scar, Joyce...

Zac: Joyce abrirá una botella de champán en cuanto se entere -dijo con amargura-. Desde que nos encontró juntos en mi oficina, ha iniciado una campaña de boicoteo.

Ness: Bueno, al menos así sabrás que no fui yo quien lo contó -dijo vagamente. No sabía qué otra cosa decir.
Llevó a Zac al cuarto de baño, sacó una toalla del armario y se la dio-. Cuando te hayas duchado, te vendaré la herida -Zac se quedó mirándola sin coger la toalla. Parecía aturdido-. ¿Te has dado un golpe en la cabeza? -Zac no contestó. Siguió mirándola con una extraña expresión, como si hubiera perdido la facultad de hablar-. ¿Efron?

Zac: Un golpe en la cabeza -balbuceó-.

Su comportamiento era tan poco propio de él que Vanessa le miró las pupilas. Parecían normales. Azules, como siempre, aunque con una fragilidad que no había visto hasta entonces. Parte de su arrogancia había desaparecido en aquel viaje. Parecía inseguro por primera vez, y algo más que Vanessa no lograba identificar. No podía dejar de mirarlo a los ojos. Para conseguirlo, le entregó la toalla con brusquedad.

Ness: ¿Qué estabas haciendo en un parque por la noche?
Supongo que no pensabas encontrar allí a Scar -lo miró con ojos entornados-. ¿Dónde has pasado la noche?

Zac: Al lado del parque, en la furgoneta. Es tan incómoda como la tuya -dijo quitándose el pañuelo de la mano-. Se me olvidó reservar habitación. Cuando dejé el teatro, fui a localizar a las amigas de Scar -miró a Vanessa con resentimiento-. Podrías haberme ahorrado una noche espantosa.


Vanessa lo miró con ojos muy abiertos. Era evidente que si sabía cuál era la decisión de Scar era porque había dado con ella.


Ness: La has encontrado, ¿verdad?

Zac se quitó la americana.

Zac: Esta mañana. Me he acordado de que me hablaste de tu amiga Ashley Tisdale. Al ver que había una Ashley Tisdale en la guía bajo el encabezamiento de materiales teatrales he supuesto que sería ella. Scar estaba en la tienda, con un ojo morado y varios cortes en el brazo -contó-.

Ness: Ashley hace los mejores cortes de la ciudad -dijo sonriente-.

Zac parecía triste y Vanessa supuso que debía de haberse dado un buen susto hasta darse cuenta de que las heridas no eran reales.

Ash: Tu amiga es toda una mujer -continuó desabrochándose la camisa con expresión distraída-. ¿Todas tus amigas tienen tanto carácter como tú?

Vanessa rió. Sabía que Ashley no cedería fácilmente a las exigencias de Zac.

Ness: Ya te dije que éramos como hermanas.

A la vez que contestaba, Vanessa recordó que a Andrew no le gustaba el carácter de Ashley y que, durante dos años, apenas la había.visto.

Cuando Zac se descubrió por completo, Vanessa pudo apreciar que todavía no le había vuelto a crecer el vello del torso y que el corte de la cintura le había dejado una cicatriz rosa. Tiró la camisa al suelo y miró a
Vanessa a los ojos, con la irónica sonrisa de un hombre que supiera que había ganado la aprobación de su público. «Evidentemente, pensó Vanessa, la arrogancia no le había abandonado del todo».

Ness: ¿Recordabas el nombre de Ashley? Solo había hablado de ella de pasada.

Zac: ¿Te sorprende? -preguntó a su vez, dándose un masaje en la nuca-.

Vanessa no pudo evitar admirar sus musculosos brazos y la forma perfecta de sus pectorales.

Ness: No especialmente -mintió, distraída-.

Para recordar un nombre que solo había oído una vez, Zac tenía que haber estado escuchando atentamente. Y eso era excepcional en un hombre. Andrew siempre le había hecho creer que la escuchaba, y ella le había creído hasta el día en que lo vio todo claro y se encontró con un mechero para encender los cigarrillos que ya no fumaba.

Vanessa salió del cuarto de baño, fregó los platos del desayuno y preparó dos tazas de té. No podía dejar de pensar en qué haría Zac cuando acabara de ducharse, y su mente se pobló de imágenes de él quitándose la ropa y quedándose desnudo en medio del cuarto de baño.

En una ocasión Zac le había dicho que para iniciar un fuego se necesitaban tres cosas: calor, oxigeno y combustible. Y en ese momento Vanessa se preguntaba cuál de los tres era Zac. Ella solo sabía qué, cuando él no estaba, no se sentía rodeada de chispas. Se llevó a la cara las manos y le sorprendió lo caliente que tenía la piel. Maldijo a Scar por haberlo dejado plantado y, por tanto, disponible. ¿Llevaría los calzoncillos con estampado de sombrillas?

Ness: ¡Por Dios! -masculló, indignada consigo misma-.

Dadas las circunstancias, se arrepentía de haberse ofrecido a vendarle la mano. Y cuando llamó a la puerta del baño y él la abrió, su angustia se multiplicó. Llevaba
una toalla a la cintura, estaba aún húmedo y todavía le quedaba espuma de afeitar en la barbilla.

Zac:
No me gustan la máquinas de afeitar -comentó al ver que Vanessa le miraba aclarar la navaja bajo el grifo con curiosidad-. Soy muy anticuado.

Ness: Sí,
ya me lo has dicho. Siéntate en el borde de la bañera para que te ponga una venda en el arañazo. -Más que un arañazo era un corte suficientemente profundo como para necesitar puntos. Vanessa se inclinó hacia adelante para desinfectar la herida-. Esto va a arder.

Zac le dedicó una sonrisa débil y sensual que le produjo un escalofrío.

Zac: Ya me ardió la última vez.

Ness: ¿Cuándo? -preguntó desconcertada por el estado de ánimo que Zac le mostraba-.

Zac: La última vez que curaste mis heridas.

Su voz acariciadora hizo estremecer a Vanessa. Para disimular su turbación, fue hasta un armario en busca esparadrapo.

Ness: Llamarlas heridas es una exageración -dijo intentando aparentar frialdad-. Estáte quieto -añadió, acabando la cura-.

Zac: Ayer no tenía intención de ir al teatro -comentó-. Me dije que ir allí a preguntar por Scar no era más que una ridicula excusa para volver a verte. Tiene gracia.

Vanessa no respondió.

Una
ridícula excusa para volver a verte...

Saber que él quería volver a verla hizo que su corazón se acelerara. Pero Zac parecía considerarlo más bien un fracaso: había intentado ser valiente y resistirse a aquella mujer diabólica, pero había fallado.

Ness: Ya está -dijo incorporándose. Al hacerlo vio una mancha roja en su pelo y, cuando se la tocó, Zac protestó-. Tienes una herida -cogió el alcohol una vez más y él gimió-. No seas tan quejica. Piensa en otra cosa.

Zac:
Ya estoy pensando en otra cosa -dijo con una voz tan extraña que Vanessa miró hacia abajo y vio que su rostro estaba justo a la altura de sus senos y su aliento la acariciaba a través del jersey. Como iba sin sujetador, cualquier movimiento hacía que sus pechos se movieran y el tejido de la prenda se pegaba a su piel de forma que los pezones se marcaban con toda claridez. Zac tenía una expresión divertida. Levantó los ojos y dijo, en tono solemne-: Estoy pensando en la ley del perpetuo movimiento.

Ness: No seas crío, Efron -dijo sonrojándose al tiempo que le aplicaba alcohol a la herida-.

Zac: Cena conmigo esta noche, Vanessa.

Su mundo empezaba a desmoronarse. Todas las defensas que había levantado a su alrededor, incluida Scar, le fallaban. Vanessa no quería verse implicada con un hombre al que le gustaba mandar. Si aceptaba la invitación, ¿qué ocurriría? Ya no estaba Scar para establecer el límite. Ni Zac se sentía culpable. El corazón le latió erráticamente al imaginar a Zac sin barreras. Metió el alcohol en el armario con un movimiento tan brusco que estuvo a punto de caérsele.

Ness: El pobrecito novio -dijo irónicamente-. Un día estás a punto de decir
sí, quiero, y al siguiente todo ha pasado y estás dispuesto a invitar a cenar a otra mujer.

Zac se incorporó. Su mirada se había endurecido instantáneamente.

Zac: No es así, y tú lo sabes.

Ness:
Lo único que sé es que no quiero acercarme a un hombre que considera a las mujeres como objetos intercambiables -dijo en tono airado-.

Zac: ¿Cómo? -preguntó incrédulo-. ¿Intercambiables?

Adoptó su postura de jefe, con los brazos en jarras, y a Vanessa le dio rabia comprobar que, a pesar de lo ridículo de su indumentaria, seguía transmitiendo fuerza y poder. Y sus musculosos hombros y las cicatrices del torso
recordaban que combinaba la fuerza física con la mental.

Ness: Deberías mostrar más entereza, Efron -le atacó, recogiendo la ropa del suelo, con gesto desaprobador-. Al menos podrías tener la decencia de fingir que te importa que te hayan dejado.

Zac: Te he invitado a cenar. No a ir a la cama -dijo sarcástico-. Al menos, no inmediatamente. -Vanessa se sonrojó y le tiró la ropa encima-.
Scar me importa, pero desde hace un tiempo noté que no estamos hechos el uno para el otro. Desde noviembre -hizo una pausa para dar tiempo a que Vanessa comprendiera. Vanessa recordaba perfectamente el mes de noviembre y tuvo la extraña sensación de que el destino empezaba a mostrarle su rostro-. Pero no podía romper mi compromiso. Sin embargo, no me ha extrañado que Scar huyera. Es cierto que podía haber sido de otra manera, pero no puedo negar que estoy aliviado -concluyó-.

Ness: Así que después de advertirme que no estabas disponible, ahora me anuncias que vuelves a estar en circulación, ¿es eso lo que quieres decir? -preguntó con sarcasmo-. ¿Se te ha ocurrido pensar que después de cinco meses soy yo quien no está interesada en ti?

Se separó de él bruscamente y se puso a ordenar los objetos que estaban en el borde el lavabo: el jabón, la pasta dientes, el cepillo... Zac se colocó detrás de ella, de cara al espejo, y, apoyándose en el lavabo, la atrapó entre sus brazos.

Ness: Efron -musitó-, no.

Zac: ¿No qué? -la miró en el espejo con ojos ensoñadores. Se inclinó sobre ella y aspiró su aroma-.

Ness: Lo que sea que estás pensando... No -dijo entrecortadamente-.

Zac: Ah, debes referirte a esto -susurró agachándose para besarle el hombro sin dejar de mirarla en el espejo. Vanessa cerró los ojos y entreabrió los labios-. O tal vez esto -le musitó al oído, y lentamente le puso
las manos en la cintura y fue subiéndolas hacia sus senos-.

Vanessa se adelantó y se los cubrió con las manos. Pero Zac se limitó a poner las suyas sobre las de ella y a presionarla y acariciarla a través de sus palmas. Tomando una bocanada de aire, Vanessa quitó sus manos y él sonrió maliciosamente a través del espejo, masajeando sus voluptuosas formas con delicadeza. Vanessa nunca había experimentado una sensación tan erótica como aquélla. Sus párpados se cerraron y sus pezones se endurecieron bajo el magistral tacto de los dedos de Zac. Éste subió las manos de nuevo hasta sus hombros y, después de besárselos, le colocó bien el jersey.

Zac: Claro que he pensado que podrías haber perdido interés en estos meses -dijo, observándola como un águila-. Pero ahora que te he vuelto a ver... -la miró con picardía en el espejo-. Y que tú me has vuelto a ver... -dijo, dulcemente-.

Ruborizándose, Vanessa le dio un empujón y salió precipitadamente, pero Zac la siguió. Cuando fue a cerrar la puerta de su dormitorio para quedarse a solas, él se lo impidió. Por encima de Vanessa, miró hacia la cama con una expresión que no necesitaba palabras para ser interpretada.

Ness: Ni lo sueñes -dijo sin titubear-.

Zac:
No puedo evitarlo -dijo optando por la interpretación literal-. Demasiado a menudo. ¿Nunca has tenido la sensación de que hemos dejado algo a medias? -su voz sonaba grave y aterciopelada. Se pasó la mano por los ojos como si tratara de borrar una imagen-.

Vanessa fue hasta el armario, sacó un par de perchas y las colgó en el pomo. Vio el encendedor de oro sobre la mesilla y lo tocó, con la esperanza de que, como siempre que lo tocaba, le recordara cuánto le había gustado Andrew en un principio y lo dispuesta que había estado a abandonar su vida para dejarse absorber por la de él. Comparado con Zac, Andrew era un niño. Y Andrew nunca le había hecho sentir como él lo hacía. Se
puso a sudar. Había vivido con Andrew, había sido su esposa y su amante, pero en ese instante supo que nunca había estado tan implicada emocionalmente con él como lo estaba Zac. Se quedó mirando la inscripción y tuvo que enfrentarse a un pensamiento qué había tratado de ignorar. No podía ser amor. No podía amar a un hombre al que apenas conocía. Un hombre que la deseaba a su pesar, que la consideraba una tentación que debía combatir. Al menos hasta ese momento. Probablemente al verse libre, prefería poseerla para librarse de su fantasma, para poner un poco de orden en la confusión de sus emociones. Ella no se enamoraría de un hombre así. Dejó el encendedor con expresión triunfal y dijo:

Ness: Qué pena que no pudieras darle esto a la policía
como prueba número uno.

Zac frunció el ceño.

Zac: ¿De qué estás hablando?

Ness: ¿Te limitaste a darles mi nombre o les diste el mapa con las anotaciones para que ellos mismos establecieran la conexión?

Zac la miró desconcertado, pero no sorprendido.

Zac: ¿La policía ha ido a verte?

Ness: No te hagas el inocente -dijo despreciativamente-. Claro que han ido a verme, para interrogarme y husmear por el teatro.

Zac no parecía avergonzado.

Zac: ¿Te han causado algún... problema?

Ness: Suficientes -dijo cortante-. ¿Te importaría esperar en el salón? Quiero vestirme.

Zac seguía en el salón cuando Vanessa salió de su dormitorio. Estaba frente al estante y sostenía en la mano un gran cuarzo. Al oírla, se volvió hacia ella y la observó detenidamente.

Zac: Me habías comentado que coleccionabas cosas -dijo, dejando el cuarzo junto a la roca que Vanessa había recogido estando juntos-. Pero no me dijiste que eras una fanática. Tienes de todo aquí: piedras, restos de cerámica, conchas, hojas secas... ¿Intentas crear tu propio mundo, Vanessa?

Ness: Es un entretenimiento.

Zac: ¿Tienes pensado coleccionar algo más en el futuro?

Ness: No he planeado nada. Lo hago espontáneamente.

Zac: ¿Y alguna vez tiras algo de lo viejo?

Vanessa se puso a la defensiva. Miró al estante con expresión posesiva y la idea de librarse de alguna de sus piezas le produjo angustia.

Ness: ¿Por qué iba a hacerlo?

Zac: Por si te quedas sin espacio.

Ness: Siempre puedo mudarme a una casa más grande.

Zac:
Serías capaz de abandonar tu casa por unas piedras y no por un hombre -dijo con desdén, recordándole su promesa de no cambiar ni de nombre, ni de trabajo, ni de casa por un hombre-.

Ness: Lo haría si ese hombre me ofreciera más de lo que me dan las rocas.

Zac: ¿Y qué te dan?

Ness: Les hablo y nunca me interrumpen -dijo animada-. No me dice que estoy guapa cuando estoy enfadada, en lugar de tomarme en serio. Solo tengo que quitarles el polvo, nunca tengo que lavarles los calcetines, o prepararles cenas especiales, ni aguantar su mal humor. Nunca me exigen saber dónde he estado ni me dicen: «si me quisieras lo bastante, pensarías más en mí y dejarías tu trabajo» -ya había dicho suficiente y veía a Zac rápidamente uniendo las piezas e imaginándose cómo había sido su relación con Andrew. Y era una visión en la que ella solo podía aparecer como una estúpida-. Voy a hacer té -dijo, en el mismo tono que si hubiera dicho que iba a preparar un veneno-.

Zac la siguió a la cocina y observó los numerosos cacharros y utensilios antiguos que decoraban las paredes. Vanessa tuvo la sensación de que la inspección
le estaba descubriendo secretos de su personalidad que ella hubiera preferido no desvelar.

Ness: Bueno, ¿qué te parece? -preguntó, en tono retador-.

Zac dirigió la mirada hacia un plato con restos de bizcocho de chocolate y cuando volvió los ojos
hacia Vanessa, habían adquirido una nueva calidez. Ella recordó el modo en que él la había mirado en el espejo y se ruborizó.

Zac: ¿Sabes que estás muy guapa cuando te ruborizas? -se limitó a preguntarle. Vanessa resopló y puso agua a calentar-.
También coleccionas gente -comentó mientas ella ponía las bolsas de té en las tazas-.

Ness: ¡Qué tontería!

Zac: Tu admirador te ha seguido de pueblo en pueblo. Steve..., Scar..., yo.

Ness: Tú solo estás aquí buscando a los demás.

Zac:
¿Tú crees? -aceptó la taza de té que Vanessa le ofrecía-. Se me olvidaba que eras capaz de leer los posos del té.

Vanessa le pasó el azúcar.

Ness: Imposible -dijo, haciendo una mueca-. Lo hago siempre con bolsas.

Llamaron por teléfono y Vanessa resolvió el problema para el que la contactaban sin dificultad. Para cuando colgó, Zac había desaparecido. En la cocina, solo quedaba su taza vacía.

Pero no se había marchado. Estaba tumbado en la cama de Vanessa, completamente dormido. Vanessa se aproximó a él pensando que debía despertarlo y decirle que no podía quedarse allí. Le tocó el hombro, pero él no se movió. Parecía exhausto y Vanessa, apiadándose de él, se marchó.

En el trabajo, cumplió con sus deberes automáticamente, pero nadie pareció notarlo. Todo estaba preparado para la última función y no se habían presentado mayores problemas.

Steve parecía de mal humor. Su único comentario
respecto a la escena del día anterior había sido de sorpresa.

Steve: Es la primera vez que le oigo decir a Zac que no sabe qué hacer -le comentó a Vanessa-.

Ness: Quizá cree que solo debe mostrarte su fortaleza.

Steve: Puede que sí. Me preguntó por qué Scar le ha dejado -dejó escapar un silbido-. ¡Es increíble, Zac humillado!

Ness: No me puedo creer que te alegre su desgracia.

Steve: No me alegra. Pero me gusta comprobar que es humano. ¿Por qué le defiendes? -preguntó dirigiéndole una mirada curiosa-.

Vanessa le dio un plano del teatro.

Ness:
Demuéstrame que no eres solo un chico guapo y comprueba el estado del sistema eléctrico. No quiero tener ningún problema.

También Vanessa se preguntaba por qué Scar había dejado a Zac y una conversación con Ashley no le aclaró nada.

Ash: No me ha dado explicaciones. Su padre vino a buscarla y ella, después de darme las gracias muy educadamente, se ha marchado. Me ha dicho que te iría a ver.

Y así fue. Scar apareció cuando faltaba media hora para empezar la función y aunque era el momento en el que Vanessa estaba más ocupada, la condujo a su despacho. Al entrar, vio con desconfianza un ramo de claveles rosas sobre su escritorio. Parecía imposible librarse de los recuerdos de la gira.

Hizo una señal a Scar para que se sentara, pero la joven prefirió quedarse de pie.

Scar: He roto mi compromiso con Zac -le anunció de improviso-.

Ness:
Oh -exclamó fingiendo que no lo sabía y esforzándose por mostrar un rostro compasivo-.

Scar: Papá lleva bastante tiempo enfermo y solo ahora me han dicho que tiene un cáncer terminal.

La compasión de Vanessa fue natural

Ness: Scar..., lo siento.

Los ojos de la joven se humedecieron, pero contuvo las lágrimas.

Zac: No me lo ha querido decir porque... siempre he sido su niñita -recorrió la habitación, mirando las fotografías que colgaban de las paredes-. Siempre ha querido protegerme, igual que Zac. Él sí sabía que a mi padre solo le quedaba un año de vida. Papá confió en él, no en mí -inclinó la cabeza para observar una escultura-. Si las cosas hubieran salido tal y como ellos querían, me habría casado con Zac antes de averiguar la verdad. -A Vanessa no le extrañaba que Zac se hubiera sentido comprometido, y no con Scar, sino con su viejo amigo John Crawford-.
Ellos me quieren a su manera -continuó-. Y yo quería hacer feliz a papá. Además, sabía que más tarde o más temprano tendría que casarme con alguien, y me resultó sencillo creer que estaba enamorada de Zac.

Ness: ¿Qué vas a hacer ahora?

Scar:
Papá tenía pensado ir a Escocia para visitar la tierra de sus antepasados y voy a acompañarle. No quiero separarme de él -dijo, echándose la melena hacia atrás-. El preferiría que lo recordara fuerte y lleno de salud. Los hombres pueden ser tan estúpidos... -En ese momento, entró John-. Papá, ¿te acuerdas de Vanessa Hudgens?

Él respondió con una inclinación cortés y pasó un brazo por el hombro de su hija.

Ness: Siento mucho lo de... su enfermedad.

John hizo un gestocon la mano para quitarle importancia.

John:
Supongo que Scar le ha dicho que ha roto su compromiso con Zac y que viene conmigo a Escocia para cuidar de mí -le dio una palmadita cariñosa a su hija-. Pero yo no quiero. No voy a perder la esperanza de que se reconcilie con Zac. Es un hombre entre un millón -cogiendo a Scar del brazo la condujo hacia la puerta-. Me pregunto dónde se ha metido -añadió pensativo-. Me gustaría verlo antes de irnos.

Estrechó la mano de Vanessa y salió con su hija al pasillo. Scar se separó de él y volvió al lado de Vanessa.

Scar: Supongo que no necesitas que te lo diga, pero no me besó ni una sola vez desde que te fuiste de Catastrophe -dijo, mirando a Vanessa fijamente-. Solo me besó cariñosamente, en la mejilla y en la frente -ladeó la cabeza-. Sé que piensas que soy una frivola, pero si me hubiera casado con él, le habría hecho feliz.

Vanessa rió.

Ness: Adiós, Scar -dijo, fríamente-. Mándame una postal desde Escocia.

No me besó ni una sola vez desde que te fuiste...

La idea la animó y estaba aún dándole vueltas cuando las llamadas de Will la sacaron de su ensimismamiento.

Sabía que estaba loca y que por su propio bien debía correr tras Scar y rogarle que se casara con Zac en lugar de dejarlo libre.

Al salir del despacho, se chocó con otro ramo de claveles rosas y sus fatales premoniciones se vieron convertidas en realidad cuando el ramo se desplazó a un lado y un rostro sonriente apareció detrás de él.

Wayne: Buenas noches, Vanessa -le saludó Wayne Sweet-.


4 comentarios:

Abigail dijo...

No pz con razon zac kiere con ness si lleva meses sin sikiera besar a una mujer!!!!a eso c le llama amor y tambn abstinencia....jejejeje
Ahora solo falta q los 2 acptn q estan enamorados y apenas m voy dando cuenta q ness estuvo casada!!!!no pz wow

Abigail dijo...

Y COMO M ALEGRA Q SCAR Y ZAC YA NO C VALLAN A CASAR!!!!!
DA RISA ESO D Q NESS TRATABA D IMAGINARSELOS EN EL ALTAR PARA NO CORRER A LO BRAZOS D ZAC..JEJEJEJEJE
ESPERO Q ELLA ACEPTE LA INVITACION A CENAR D ZAC Y Q PORFIN TERMINEN LO Q HABIAN EMPEZADO!!!

SIGUELA PRONTO!!!!!!

Abigail dijo...

EL PAPA D SCAR Y WAYNE COMO Q ME DAN MALA ESPINA!!!
TENGO LA LIGERA SOSPECHA Q EL SEÑOR CROWFORD VA A QERER JUNTAR A ZAC Y A SCAR OTRA VEZ...NO CREO Q LO LOGRE...JEJEJEJEJEJE
SIENTO Q DSD AKI EMPIEZAN LOS PROBLEMS....PERO AVR Q PASA...

SIGUELA PRONTO!!!!!

Anónimo dijo...

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