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jueves, 12 de octubre de 2023

Capítulo 25


Evan no dejaba de pensar en todo lo que había que hacer. Nunca había tenido tantas responsabilidades a la vez y, junto con Ben, estaba, por decirlo así, casi al mando de todo.

Tenía que subir los caballos al remolque para la siguiente clase en el centro, luego escoger a otros más para el paseo y decidir cómo montar un buen espectáculo.

Le gustaba la parte del espectáculo, lo divertido que sería volver a tener público, como en su época de rodeos.

Y tenía que pensar en Zac. Apreciaba muchísimo a Zac, un hombre que sabía de caballos y de hombres, y de cómo conseguir que las cosas fueran como la seda. Alguien había disparado a su jefe, y eso ya era malo. Pero aquel individuo también había disparado a un caballo magnífico, y eso era inadmisible.

La probabilidad de que él hubiera visto a aquel individuo, de que lo conociera, lo henchía de orgullo. Y también lo ponía muy nervioso.

Esa preciosidad de Chelsea le había dicho que tenía que explicárselo al sheriff, y Ben opinaba igual. Así que suponía que habría de hacerlo. Solo que no sabía cómo, especialmente con tanto trabajo y con el espectáculo.

Estaba claro que el puesto de jefe le quedaba grande.

No supo si sentirse aliviado o preocupado cuando Alex Hudgens cabalgó hacia ellos, llevando un segundo caballo de las riendas. Ben tomó la iniciativa y corrió a su encuentro antes de que Alex hubiera desmontado siquiera.

 
Ben: ¿Has visto a Zac? ¿De verdad que está bien? ¿Cómo está Atardecer?

Alex: Los dos están bien. La doctora Bickers les estaba echando otro vistazo cuando me he ido. Me han dicho que aquí estáis a tope y que mi hermana nos ha fichado para no sé qué espectáculo de después. De momento, puedo echaros una mano, y Chris y Zeke vendrán luego.

Ben: ¿Va a hacer algunos trucos con el lazo?

Alex dio unas palmaditas a la cuerda que llevaba enrollada sobre la alforja.

Alex: Eso parece. ¿Cuándo sale el próximo paseo a caballo?

Evan: Carol está con un grupo. Volverá de un momento a otro. Yo guiaré el siguiente. A las diez. Ah, Ashley dará una clase en el centro, así que tenemos que llevarle dos caballos.

Alex: Bueno, pongámonos en marcha.

Ben: Un momento. Un momento. Díselo, Evan. Tienes que explicar a Alex lo de Clintok.

La mirada de Alex pasó de ser amable a dura, tanto como el granizo, y Evan tragó saliva.

Alex: ¿Qué pasa con Clintok?

Evan: Esto...

Ben: Evan lo vio, Alex, lo vio ayer en su quad.

Alex se llevó los caballos para atarlos a un poste, se dio la vuelta.

Alex: ¿Cuándo? ¿Dónde?

Evan: Fue...

Ben: Deja que me lo diga él.

Apretando los labios, Ben dio un codazo a Evan.

Evan: Bueno, verá, yo estaba de paseo con un grupo y lo vi, a ese ayudante, en la carretera de Bear Paw. Estaba llevando al grupo por el camino del Alce cuando él pasó por debajo.

Alex: ¿A qué hora?

Evan: Tuvo que ser sobre las cuatro.

Alex: ¿Estás seguro de que era él? ¿De que era Clintok?

Evan: Sí, lo estoy. Llevaba puestas las gafas de motorista, pero iba sin casco. Vino una vez aquí y se ensañó con Zac, así que enseguida lo reconocí.

Alex: ¿Qué hay del grupo con el que estabas? ¿Lo vio alguien más?

Evan: Bueno, sí, tuvieron que verlo -se quedó callado, se rascó la nuca, se colocó bien el sombrero-. La señora que iba justo detrás de mí incluso dijo algo sobre ir en quad sin casco -prosiguió-. Preguntó si no eran obligatorios, ya que sus hijos iban a visitar el pueblo fantasma en quad mañana. Bueno, hoy, ya que hablamos de ayer.

Alex: ¿Recuerdas cómo se llama?

Evan: No, ahora no caigo. Pero todos estaban con ese grupo tan grande. El de la familia que nos hace ir a todos con la lengua fuera.

Alex: Vale. Espera un momento.

Ben: Ahí vienen Carol y su grupo.

Alex: Ve a echarle una mano, Ben. Tú espera aquí, Evan -sacó el móvil-. Vanessa, necesito que compruebes qué grupo se llevó Evan de paseo ayer hacia las cuatro. Míralo y dime si siguen aquí. ¿A ti te parece que me importa lo liada que estás?

Evan cambió el peso a la otra pierna, se aclaró la garganta, miró a Ben y a Carol casi con envidia.

Alex: Vale -dijo al cabo de un momento-. Vamos a tener que modificar el horario de Evan un poco. Cállate un momento, maldita sea -le espetó-. Vio a Clintok en un quad ayer por la tarde, yendo por la Bear Paw. Eso es lo que he dicho. Tú localiza al grupo de huéspedes, averigua dónde pueden estar. Yo me ocupo de esto. Dios santo, Ness, claro que llamaremos a Tyler. Te avisaré.
 
Evan: Aquí tenemos mucho que hacer -comenzó a decir cuando Alex separó el móvil de la oreja-.

Alex: Así es. Y ahora vas a llamar al sheriff Tyler. Si no puede venir a hablar contigo, irás tú. Te supliremos.

Evan: Santo cielo -dijo en voz baja-. ¿Lo llamo al número de urgencias?

Alex: No hace falta -buscó en su agenda el número de contacto que Tyler le había dado después del asesinato de Bonnie Jean-. Usa mi móvil.

Evan: No sé qué decir ni cómo decirlo correctamente. No he hecho esto nunca.

Alex: Dile quién eres y explícale lo que me has contado.

Evan: Vale -suspiró y pulsó sobre el contacto-. Eeeh..., ¿sheriff Tyler? Soy Evan, quiero decir, Evan Lewis. Trabajo con los caballos en el Resort Hudgens. Alex... esto... el señor Hudgens me ha dicho que tenía que llamarle para explicarle lo que acabo de explicarle a él.

Antes de que hubiera terminado, Vanessa llegó en uno de los pequeños coches del resort. Evan tenía las palmas húmedas cuando devolvió el móvil a Alex.

Ness: ¿Estás seguro? -preguntó sin más preámbulos-.

Evan: Sí, señorita, lo estoy. El sheriff viene para hablar conmigo, dice que no debería moverme de aquí hasta que llegue, pero tengo un paseo a caballo y...

Ness: Te sustituiremos. ¿El grupo que llevabas también lo vio?

Evan: No me cabe duda. Los mandé parar un minuto, bueno, ni medio minuto, supongo, cuando él pasó por debajo.

Vanessa asintió y miró a su hermano. Sus ojos no eran como bolas de granizo, observó Evan. Ahora eran bolas de fuego.
 
Alex: Todos se quedan el fin de semana. Dos están yendo a Garnet en quad, uno ha ido al arreo de ganado y dos tienen una reserva en el Pueblo Zen. Si Tyler necesita corroborar la versión de Evan, puede hablar con ellos. -Consultó la hora, tomó aire-. Muy bien. Evan, tú ocúpate de los caballos que acaban de volver del paseo. Carol puede trasladar las monturas al centro para la clase de equitación. Ben puede encargarse de tu siguiente paseo.

Evan: Tenemos otro que sale casi en cuanto llega ese.

Alex: Yo me ocupo -dijo sin mucho entusiasmo-. Si no has terminado de hablar con Tyler, yo guiaré al grupo.

Evan: Quieren que el espectáculo sea hacia las tres, así que...

Vanessa se pasó la mano por el pelo, se dio cuenta de que había olvidado ponerse el sombrero.

Ness: Vamos a hacer lo siguiente.

Lo explicó con rapidez, sin olvidarse de nada, de una manera que dejó a Evan sin aliento y admirado. Por más que lo intentara, no entendía cómo alguien podía pensar tan deprisa.

Ness: Y los paseos en poni -continuó repasando la lista-. Igual pido a las abuelas que vengan si necesitamos más manos. Puedo quitarme trabajo de encima, si hace falta, y guiar uno de los paseos de la tarde. Tú haz lo que el sheriff te diga que hagas.

Evan se rascó el cuello por un lado.

Evan: Sí, señorita.

Ness: Te lo agradecemos, Evan. -le dio una palmada en el brazo-. Esto es importante.

Vanessa no sabía si llamar o no a Zac, lo pensó mientras ayudaba a ensillar el siguiente grupo de caballos. Decidió que, si ella se hubiera quedado cojeando y cuidando de su querido caballo y él no se lo decía de inmediato, lo despellejaría.
 
Antes de que lo hiciera, llegó Tyler en coche. Volvió sobre sus pasos cuando el sheriff fue al encuentro de Evan.

Tyler: Vanessa, Evan.

Ness: Ha llegado enseguida

Tyler: Estaba en la carretera de Black Angus con Curtis. ¿Conoces a Curtis Bowie?

Ness: Claro.

Tyler: Está ahí ahora, sacando fotos. Bueno, Evan, empecemos ya. ¿Qué tal si me cuentas cómo era el quad que viste?

Evan: Claro, no hay problema. Desde luego, no era uno de los nuestros. Era más pequeño, como los deportivos. Pintado de camuflaje. No me fijé en mucho más.

Tyler asintió. Aunque las gafas oscuras que llevaba le tapaban los ojos, Vanessa percibió resignación en sus gestos.

Tyler: Vanessa, ¿tienes algún sitio por aquí cerca donde Evan y yo podamos hablar en privado?

Ness: Os llevaré al despacho de la parte de atrás del CAH.

Tyler: Nos servirá. -Mientras andaban, el sheriff la miró-. Los del grupo que Evan guiaba, ¿están todos aquí?

Ness: Sí. Dos están en el Pueblo Zen, y deberían quedar libres dentro de una media hora. Los otros no volverán hasta la tarde, pero puedo darle sus ubicaciones si es necesario.

Tyler: Te aviso. ¿Qué tal si por lo pronto me mandas un mensaje de texto con sus nombres y apellidos?

Ness: Ahora mismo lo hago -entró la primera, esquivó al recepcionista, los empleados y los huéspedes, y pasó al despachito-. ¿Puedo traerles algo?

Mientras Tyler negaba con la cabeza, Vanessa escrutó a Evan. Parecía un colegial en el despacho del director.

Ness: ¿Quieres una Coca-Cola, Evan?

Evan: No me vendría nada mal. Me noto la garganta bastante seca ahora mismo.

Ness: Voy a buscar un par de Coca-Colas y luego los dejaré solos.

Lanzó a Matt una mirada de «No preguntes». Compró los dos refrescos en la máquina expendedora, se los llevó al despacho y cerró la puerta al salir, procurando que nadie la acribillara a preguntas.

No debería tomarse ese tiempo, se dijo. ¡No lo tenía! Pero subió al coche del resort y condujo hasta el rancho por el camino más corto.

Fue derecha a las caballerizas, agradecida de que todo el mundo estuviera demasiado ocupado para estorbarla.

Atardecer estaba solo en su caseta y no parecía contento. Se animó cuando la vio, sacando la cabeza cuanto pudo.

Ness: ¿Dónde está tu dueño, eh? ¿Está tan aburrido como tú? -Oyó ruidos, chirridos, tintineos, y miró alrededor-. ¿Está ahí detrás? Iré a echar un vistazo.

Cuando entró en el cuarto de los arreos, vio a Zac juntando bridas, cinchas, cabezadas. Parecía tan aburrido como su caballo.

Ness: ¿No se supone que no debes cargar peso en esa pierna?

Zac: Está curándose, y enseguida dejaré de hacerlo. Puedo trabajar con los arreos, pero si lo hago aquí detrás, Atardecer se enfurruñará.

Ness: Ya está enfurruñado.

Zac: ¿Lo ves?

Ness: De acuerdo, te echaré una mano. Te pondremos a trabajar aquí. Deberías dejarle la puerta abierta si vas a estar con él. Así se sentirá menos encerrado.

Zac: Buena idea. ¿Qué haces aquí?
 
Ness: Pasaremos a eso en un momento. 

Juntos, llevaron una mesita, un taburete alto, un cubo de agua, trapos, esponjas, cepillos, aceites.

Ness: ¿Qué ha dicho Bickers?

Zac: Está curándose bien. No quiere que lo ensillen ni lo monten durante al menos otra semana, y no hasta que ella lo autorice. Pero puedo sacarlo para que ande un rato. Ya lo he hecho. Me ha dejado una lista de lo que puedo hacer y lo que no; volverá mañana.

Ness: ¿Y qué hay del semental de dos piernas? 

Al menos eso le arrancó una fugaz sonrisa.

Zac: Casi igual que Atardecer. Puedo volver a trabajar el lunes, quizá unas horas mañana, si no hago tonterías. Espera no tener que arrepentirse de haberme dado permiso y de haber convenido en que no necesito un médico de personas. Dime, ¿has vuelto solo para ver si estábamos haciendo tonterías?

Ness: No. Anda, siéntate. Has cojeado más esta última vez. Tyler está en el CAH hablando con Evan.

Zac: ¿Evan? ¿De qué?

Ness: De que ayer vio a Clintok en su quad, más o menos una hora antes de que os dispararan a Atardecer y a ti. Yendo por la carretera Bear Paw.

Zac: ¿En serio? -lo dijo despacio, con frialdad. Pero los ojos le relampaguearon-. ¿Cómo supo Evan que era Clintok?

Mantiene la calma, pensó Vanessa. Por el momento.

Ness: Lo reconoció: llevaba las gafas de motorista, pero iba sin casco. Y el sheriff le ha pedido que describa el quad. No sé cómo es el quad de Clintok, pero apuesto a que el sheriff sí. Más pequeño que los que utilizamos nosotros y pintado de camuflaje. Evan estaba guiando un paseo a caballo. Los huéspedes también lo vieron, y Tyler, supongo, hablará con ellos, lo corroborará.

Zac: Parece que le debo a Evan más que una cerveza -empezó a desmotar una brida para limpiarla-.

Ness: Curtis, el ayudante Curtis Bowie (a lo mejor te acuerdas de él), está sacando fotos en el lugar de los hechos. No puedo asegurarlo, pero creo que conozco a Tyler lo suficiente para suponer que ya ha hablado con Clintok y que él lo ha negado. Pero ahora hay testigos que vieron a Clintok en el resort y en una zona que lleva hasta un buen sitio para disparar a un hombre a caballo que va por Black Angus.

Asintiendo, como si solo estuvieran hablando de una cita para cenar, Zac colgó la brida de un gancho y comenzó a pasarle un trapo húmedo limpio.

Zac: Puede que sea suficiente.

Ness: Apuesto a que es suficiente para que Tyler lo despida y espero que lo sea para detenerlo. Te conozco demasiado bien para saber que, si no está entre rejas, te encargarás tú de él.

Zac no dijo nada, se limitó a seguir limpiando la brida.

Ness: Voy a pedirte una cosa. Solo una.

Zac: Puedo intentar complacerte.

Ness: Cuando vayas a por él, avísame. Tendrás una cerveza fría esperándote. 

Zac dejó el trapo, alzó la vista.

Zac: Siento algo muy fuerte por ti, Vanessa. La mitad de las veces me dejas hasta noqueado.

Ness: Puede que eso sea porque te han disparado en la pierna.

Zac: No. -Después de humedecer la grasa y empapar una esponja, Zac frotó la brida hasta que salió un poco de espuma-. ¿Te apetece que vayamos a cenar a un buen restaurante?

Vanessa quiso echarse el sombrero hacia atrás, y entonces recordó que no lo llevaba.

Ness: ¿Pasas de dar una paliza a Clintok a cenar en un buen restaurante?

Zac: Las cenas de lujo no me van mucho, pero tengo ganas de ver cómo me lo paso contigo. -Al igual que había hecho con el trapo, engrasó el cuero con paciencia, a fondo-. Ir de punta en blanco, pedir quizá un vino francés pijo. -La miró a los ojos-. ¿Te apetece?

Ness: A mí tampoco me van mucho las cenas de lujo, pero no me importaría probar contigo. Cuando te hayas curado del todo.

Zac: Trato hecho. Si voy a por Clintok..., vale, cuando vaya..., te avisaré. 

Satisfecha con todo lo dicho, Vanessa le apretó el hombro y acarició a Atardecer con delicadeza.

Ness: Tengo que volver. ¿Quieres que pida que te traigan algo frío de beber?

Zac: Me han invitado a comer a la casa grande. Estaremos bien hasta entonces.

Cuando ella se marchó, Zac siguió limpiando arreos de forma metódica, mientras Atardecer lo observaba.

Zac: Quizá lo metan entre rejas. Quizá lo tengan encerrado el tiempo suficiente para que saldemos cuentas. Si no, bueno, las saldaré yo. -Alzó la mano y acarició a Atardecer en la mejilla-. Lo prometo.


Tyler obtuvo sus declaraciones, sus fotografías, y aunque le pesaba mucho, se resignó a cumplir con su deber.

Fue en coche hasta la casa de Clintok, la apartada cabaña situada en el rancho de su familia. Su camioneta y su quad estaban bajo el tejadillo adosado a la cabaña, como la noche anterior en la que Tyler había pasado a visitarlo.

Y, como la noche anterior, Clintok salió de la cabaña al estrecho porche delantero.

Llevaba un pantalón de chándal y una sudadera con las mangas cortadas a la altura de los codos; la piel le brillaba de sudor. Tyler concluyó que había estado levantando pesas, uno de sus pasatiempos favoritos.

Tyler: Garrett.

Clintok: Sheriff. Curtis -añadió cuando el ayudante bajó del lado del acompañante-. ¿Qué puedo hacer por vosotros?

Tyler: Bueno, Garrett, la cosa funciona así. Tienes derecho a permanecer en silencio...

Clintok: ¿Qué mierda es esta?

Tyler se limitó a seguir leyéndole sus derechos.

Tyler: Todos sabemos que conoces tus derechos, pero ¿me haces el favor de corroborarlo?

Clintok: Que te jodan.

Cuando Clintok se dio la vuelta y abrió la puerta de la cabaña con brusquedad, Curtis se acercó a él.

Curtis: Vamos, Garrett, no lo pongas más difícil de lo que ya es.

Clintok lo puso más difícil cuando le propinó un puñetazo en la mandíbula. Maldiciendo, Tyler corrió hacia ellos para ayudar a Curtis a inmovilizarlo contra el suelo.

Tyler: Estás detenido -le espetó-. Espósalo, Curtis, maldita sea. Resistencia a la autoridad, golpear a un agente de policía.

Clintok: Yo soy agente de policía.

Tyler: Ya no. Estás detenido por disparar un arma de fuego en una propiedad privada y por intento de asesinato.

Clintok: Estás fatal de la puta cabeza.

Tyler: Tengo testigos, por el amor de Dios. -Juntos, levantaron a Clintok del suelo-. Añado a la lista mentir a un agente de policía. Ayer cuando pasé, me dijiste que hacía una semana que no sacabas el quad. Y estaba limpísimo. Recién lavado. Me cago en la leche, Garrett, tengo testigos que te vieron conduciéndolo por el resort, por encima de la carretera de Black Angus.

Clintok: Efron es un jodido mentiroso.

Tyler: Te vieron seis personas. Seis. Y tenemos la bala que Bickers le ha extraído al caballo. -Eso era mentira, pero Tyler estaba harto de jugar limpio-. Cuando analicemos tus armas largas y tengamos los resultados de balística, ¿qué crees que encontraremos?

Lo vio, el pánico, la ira contenida, la rapidez con que apartó la mirada.

Clintok: Quiero un abogado. Quiero un abogado ya. No tengo nada que decir.

Tyler: Tendrás un abogado. Súbelo atrás, Curtis. No puedo ni mirarlo. Uno de mis hombres, uno de los míos, disparando a un hombre a traición de esa manera.

Al oír la acusación, Clintok se puso a dar patadas, codazos.

Clintok: Efron mató a esas dos mujeres y tú no haces nada. Las mata, y tú me suspendes por presionarlo para que confiese. Se merecía que su caballo recibiera un balazo mientras lo montaba. Se merecía algo peor.

Hecho una furia, Tyler endureció las facciones antes de volver a empujar a Clintok contra la camioneta.

Tyler: ¿Apuntabas al caballo? ¿Es eso lo que dices ahora?

Clintok: No hiciste nada.

Tyler: Ahora estoy haciéndolo.


Le desgarró las entrañas interrogar a uno de sus ayudantes -exayudante- y tratar con el fantoche del abogado.

La lamentable facilidad con que Clintok se puso en evidencia no hizo sino aumentar de tamaño el nudo que sentía en el estómago.

Quizá se lo aliviara un poco estar en la cocina de los Hudgens, viendo por la ventana cómo Alice llevaba cuidadosamente al caballo convaleciente por el potrero, con Zac cojeando a su lado.

Celia: La mejoría de Alice es extraordinaria. 

Celia Minnow estaba observándolos también.

Tyler: ¿Va a recordar más del cautiverio?

Celia: Ojalá pudiera decírselo. Puedo decirle que está más fuerte, mental y físicamente. Puedo decirle que parece haber forjado un vínculo con él, con Zac Efron. Es el caballo, en parte. Pero también es él. Se marchó de casa, ha vuelto. Ella también. Alguien lo lastimó. Alguien la lastimó. Estar aquí, rodeada de su familia, la ha ayudado a sentirse segura, a quitarse de encima mucha parte del adoctrinamiento.

Tyler: Pero yo sigo necesitando que me explique lo que va recordando.

Celia: Ella confía mucho en usted. Presionarla demasiado para obtener respuestas podría ser contraproducente. Sé que es exasperante.

Tyler: Me pregunto si él está muerto y fue así como ella escapó.

Celia: Si se pregunta si ella lo mató, mi opinión es que no habría sido capaz. Él la dominaba, ella se sometía. Habla de él como si estuviera vivo. Su forma de pensar a menudo lo simplifica todo, como haría un niño. Así lo sobrelleva. En ella hay bondad y maldad, crueldad y amabilidad, dulzura y dureza. Y otras veces es increíblemente astuta -señaló por la ventana-. ¿Cortarse el pelo? ¿La valentía de ese gesto, su simbolismo? Fue un acto de auto..., de reconocimiento de sí misma. Puede recaer, y todos deberíamos estar preparados para eso. Pero está progresando mucho.

Tyler: Voy a salir, hablaré con ella mientras está con Zac y el caballo. No tocaré ningún tema delicado.

Zac se imaginaba que Alice había llevado a Atardecer hasta la ciudad de Billings y lo había traído de vuelta, y había estado encantada. La pierna le dolía a rabiar, pero la culpa era solo suya por saltarse el analgésico de la tarde. Sin embargo, no se veía capaz de pedirle que parara.

Alice: ¿Puedo trenzarle la crin?

Zac: Esto... -miró de reojo a Atardecer, calibrando la humillación-.

Alice: Solía trenzarle la crin a Venus. Y llevarle zanahorias. Puedo llevarle una zanahoria a él. -De pronto, se detuvo y miró alrededor-. ¿Dónde está Venus?

Zac: No lo sé. ¿Es tu yegua?

Alice: Es mía. El abuelo me dejó elegirla. La preciosa Venus. También es baya, con la crin y la cola rubias. Y... eso fue hace mucho tiempo. Se me olvida. Fue hace mucho tiempo. Debió de morirse como el abuelo cuando yo estaba en el sótano o en la casa. Debió de morirse cuando yo no estaba.

Zac: Tuve un caballo antes de Atardecer. Lo llamé Luchador. Fue muy duro para mí cuando murió.

Alice: Pero Atardecer está mejorando. Él no se morirá.

Zac: Está mejorando.

Alice: Está mejorando -repitió, y echó a andar-. Cuando esté más fuerte, ¿podré montarlo?

Zac: En cuanto lo diga la doctora.

Alice: Yo también he hablado hoy con mi doctor. Mis dos doctores, el hombre y la mujer. Han dicho que también estoy mejorando. Ahí está Tyler. Bobby Tyler. Lo conozco. No es malo.

Zac: Yo también lo conozco.

Tyler. Alice Hudgens -dijo con una jovial sonrisa-. Me encanta tu pelo.

Alice: Me lo hizo Vanessa. Es su nombre y mi apellido. Este es Atardecer. Alguien les ha hecho daño a él y a Zac, pero se encuentran mejor.

Tyler: Ya veo.

Alice: Ahora eres el sheriff. Bobby Tyler es el sheriff. Tienes que encontrar a personas que hacen daño a otras.

Tyler asintió, y aprovechó la oportunidad.

Tyler: Tienes razón. He encontrado al hombre que hizo daño a Atardecer y a Zac. Lo he metido en la cárcel.

Alice puso los ojos como platos.

Alice: ¿Tiene que quedarse ahí? ¿Encerrado? Es duro estar encerrada. No puedes salir. Nadie viene a abrirte la puerta ni te oye cuando gritas. -Hundió la cara en el cuello de Atardecer-. Yo no hice daño a nadie.

Tyler: No, tú no, cariño. Pero ese hombre sí, así que la ley tiene que decidir su destino.

Alice: Tú eres la ley. Bobby Tyler es la ley. ¿Has encontrado al señor? ¿Lo has metido en la cárcel?

Tyler: Quiero hacerlo, sin duda. Eso intento. 

Alice volvió otra vez la cabeza.

Alice: Antes nos besábamos, ¿verdad?

Tyler: Sí.

Alice: Ahora no me besas.

Tyler: Bueno, me casé -se tocó la alianza de boda-. Pero antes de que nos besáramos, y también después, éramos amigos. Somos amigos, Alice.

Alice: El señor no me besaba. Yo no quería que me besara, pero él lo habría hecho igualmente. Pero no me besaba. Hacíamos otras cosas. Tú hacías otras cosas conmigo.

Tyler se aclaró la garganta cuando Zac apartó discretamente la mirada.

Tyler: Bueno, sí, las hacíamos.

Alice: Pero tú no eras malo. Tú no me hacías daño. Nos reíamos mucho, y tú andabas bocabajo con las manos. El señor no se ríe. Me hace daño. Sus manos son duras y crueles, y me viola. La doctora Minnow dice que es violación, no derechos conyugales. Él me viola, así que me duele, siempre. -Hablaba de forma atropellada, en un tono cada vez más agudo-. Es violación, dice la doctora Minnow, aunque yo no me resista. Si me resisto, él me pega sin parar y es peor. Incluso cuando yo me tumbaba y se lo permitía, ella dice que es violación. ¿Es esa la ley? ¿Lo es? Tú eres la ley, ¿es esa la ley?

Tyler: Lo es. Es la ley.

Alice: Si lo encuentras, ¿lo encerrarás? Quiero eso -sorprendió a Zac alargando la mano y cogiéndole la suya-. Lo quiero encerrado donde no pueda salir, donde nadie vaya cuando grite. Quiero eso.

Tyler: Voy a seguir buscando para que eso pase. Te lo prometo, Alice. Dijiste que tenía barba por toda la cara y los ojos oscuros.

Alice: Los ojos oscuros. Yo cierro los míos cuando él lo hace.

Tyler: A lo mejor podrías darme más detalles de cómo es y podríamos dibujarlo.

Alice: No sé dibujar. Anne tampoco. Hasta yo dibujo mejor, pero no sé dibujar caras.

Tyler: Conozco a una persona que sabe dibujar caras. Podría dibujarlo, si estás dispuesta a darme más detalles de cómo es. De cómo lo recuerdas.

Alice: No sé -apretó la mano a Zac, sin apenas fuerza-. No quiero ver su cara. Voy a hacer una bufanda a Zac. Voy a montar a Atardecer cuando esté más repuesto.

Tyler: Me parece bien. -Tragándose la frustración, mantuvo el tono distendido-. Hace un día demasiado bonito para preocuparse por nada. A lo mejor vengo a verte mañana, Alice, solo de visita.

Ella asintió y después se volvió hacia Zac.

Alice: ¿Tú qué harías? Te fuiste, has vuelto. Alguien os ha lastimado a Atardecer y a ti. ¿Verías su cara para que pudieran dibujarla?

Zac: Creo que a veces, si se mira algo directamente, si se mira a los ojos, no da tanto miedo como cuando se cierran los ojos. Y creo que usted es una de las personas más valientes que conozco, así que si necesita pasar más tiempo con los ojos cerrados, debería tomárselo.
 
Alice: Vanessa dijo que era valiente, la doctora dijo que era valiente. Tú dices que soy valiente, pero yo no me siento así. No quiero volver a la casa, no quiero que me encuentre. Quiero quedarme aquí. ¿Puedes venir mañana? -dijo a Tyler-. ¿Volver a preguntármelo?

Tyler: Por supuesto. Me alegro de verte, Alice. Y a ti, Zac. 

Zac vaciló cuando Tyler echó a andar.

Zac: Señorita Alice, ¿puede vigilar un momento a Atardecer? Necesito preguntar una cosa al sheriff.

Alice: No nos moveremos de aquí. 

Zac alcanzó a Tyler en el portón.

Zac: ¿Lo ha admitido Clintok? 

Tyler se apoyó en el portón.

Tyler: Ha cambiado su versión media docena de veces. No le ayuda en nada ser tan impulsivo. Y tampoco haberme mentido diciendo que no estuvo en el resort con el quad, y sabe que en eso lo tenemos pillado. Ha cometido muchos deslices, y está intentando mantener la versión de que apuntaba a una serpiente y que no se dio cuenta de que el disparo se desvió y os dio al caballo y a ti. Eso no se sostendrá. Pero en uno de sus deslices creo que ha dicho la verdad. No te disparaba a ti.

Zac: Venga ya, eso es una gilipollez.

Tyler: Disparaba a tu caballo.

Zac apoyó el peso en los talones, y esperó a que el enfado se le pasara.

Zac: ¿Apuntaba a Atardecer?

Tyler: Eso es lo que opino. Y que todo tiene su origen en un dichoso perro y una dichosa partida de póquer cuando erais críos. Tu padre ganó un perro al suyo, y Garrett mató al perro por rencor. Ha intentado matar a tu caballo por la misma razón. Puro rencor.

Zac volvió a mirar hacia el lugar donde Alice llevaba a Atardecer de las riendas y charlaba con él. Y lo comprendió, vio la herida de su vientre y supo que Clintok se habría salido con la suya si le hubiera dado unos centímetros más arriba.

Zac: Lo encerrará por eso.

Tyler: Dependerá del fiscal, el juez y el jurado. Pero, créeme, voy a seguir presionándolo hasta conseguir que diga lo que ha hecho. Eso haré.

Zac: De acuerdo.

Tyler: Lo que le has dicho a Alice también va a ayudarme a cumplir con mi deber en su caso. Cumpliré con mi deber, Zac.

Zac asintió, pero mientras regresaba junto a su caballo, pensó que en ocasiones la justicia no tenía nada que ver con el cumplimiento del deber.


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