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sábado, 15 de febrero de 2020

Capítulo 8


Un fuerte e incesante zumbido sacó a Ness de uno de los sueños más eróticos que había tenido nunca. Zac había recorrido con sus manos...

Otro zumbido, y esa vez más largo.

Lentamente, abrió los ojos y miró el reloj.

Las diez. ¿Quién estaría llamando a la puerta un sábado a las diez de la mañana?

Ness gruñó y se puso la almohada sobre la cabeza. Apenas había logrado dormir la noche anterior, y cuando por fin lo consiguió, soñó con Zac.

Con besar a Zac. Y más que eso.

Sus manos recorriendo, explorando...

Y después...

Sí las partes de los besos eran inquietantes, para qué hablar de los «después» y de los «más que eso».

Otra vez el timbre.

No podía ignorar el hecho de que había besado a Zac, al igual que no podía ignorar aquel estúpido timbre.

Suspirando, se levantó, se puso la bata y fue a la puerta. Miró por la mirilla y gruñó mientras quitaba el cerrojo y abría la puerta.

Zac: ¡Sorpresa! -Tenía la silla de Katie en una mano y una bolsa de papel blanco en la otra-. ¿Estás lista?

Lo único que salvaba a Zac esa mañana de ser molesto y de enfurecerla, era la sillita que tenía en la mano y la misteriosa bolsa blanca. Parecía contener algo que mereciera la pena hacerla salir de la cama.

Zac: La tierra llamando a Ness... ¿Estás lista?

Ness: Lista para volver a la cama -gruñó, echando otro vistazo a la bolsa para tratar de adivinar qué le había comprado-.

Zac: Lista para venirte con Katie y conmigo. Tenemos una sorpresa para ti y hace un día espléndido. Vamos, espléndido teniendo en cuenta que es invierno y estamos en Erie. Pero, en cualquier caso, apetece salir a la calle y aprovechar el día.

Ness: Es el tipo de día que apetece meterse en la cama.

¿Qué habría en la bolsa? Seguro que algo bueno.

Zac: No te gustan las mañanas, ¿verdad?

Ness: No.

Zac: ¿Ayudaría un poco saber que he traído donuts?

Ah, eran donuts.

Ness se hizo de rogar un poco más.

Ness: Depende de qué tipo sean.

Zac: De chocolate rellenos de crema.

Ness: De acuerdo. Eso puede tentarme para que me levante temprano en mi día libre.

Zac: Y ya sabemos que tentarte es lo que se me da mejor -dijo, dejando la bolsa sobre la mesa y empezando a desabrigar a la niña-.

Ness: Enfadarme es lo que mejor se te da, Zachary -dijo abriendo la bolsa-.

No pudo decir más porque estaba masticando un delicioso trozo de donut de chocolate.

Se rió cuando le vio arrugar el ceño.

Zac: Creía que no ibas a volver a llamarme Zachary.

Ness: Nunca entregaré las armas. Simplemente, las utilizaré para situaciones concretas.

Mientras acababa con el resto del donut, se dirigió a la pequeña cocina para preparar el café mientras Zac jugaba con Katie sobre su rodilla.

Ness: Mmm -fue su cumplido-. Tal vez seas un poco molesto a veces y me hagas enfadar, pero desde luego, sabes dar buenas sorpresas.

Zac: Esto no es la sorpresa, es sólo el desayuno.

Zac parecía muy satisfecho de sí mismo.

Ness: ¿Y dónde está la sorpresa? -preguntó con cautela-.

Zac: Vístete y te lo enseñaré.

Ness: No sé, Zachary. Tienes un brillo en los ojos que me está poniendo nerviosa.

Había muchas cosas de Zac que la ponían nerviosa... mucho más que el brillo de sus ojos.

Zac: Vete a duchar y no lo verás.

Ness: De acuerdo -dijo tomando el último trozo de donut y dirigiéndose al baño, sin dejar de pensar en qué estaría tramando Zachary Efron-.

Y a pesar de sus buenas intenciones, esperaba que la sorpresa incluyese algún beso y tal vez algún «y después».

Ness: ¿Dónde vamos? -preguntó por millonésima vez mientras avanzaban por Peach Street-.

Zac: ¿No te fías de mí? -preguntó haciendo lo posible por poner cara de bueno-.

Ness: Pues no, Zachary.

Le agradó notar el suave tono de burla de su voz.

Zac: Casi hemos llegado.

Era temprano y no había mucho tráfico en una de las calles más conocidas de Erie por sus atascos.

Pero aquel día, atasco o no, Zac se sentía feliz y sonreía como un niño en Navidad.

Zac: Cierra los ojos.

Ness: Venga, Zachary -dijo molesta-.

Zac: Ciérralos... -Comprobó que le había hecho caso y se quedó maravillado. Ness Hudgens obedeciéndolo...- Un segundo más -dijo, deteniendo el coche-.

Ness: Zac -protestó-.

Él salió sonriendo del coche y le abrió la puerta.

Zac: Vamos.

Ness: ¿Y la niña?

Zac: No vamos a ningún sitio. Está bien.

Ness: Pero...

Zac: Abre los ojos.

Ness hizo lo que le pedía, echó un vistazo a su alrededor y luego lo miró.

Zac: Dijiste que estabas buscando un coche nuevo. ¿Qué te parece éste? Es un Jeep Cherokee. Tracción a las cuatro ruedas, asientos de cuero con calefacción. Arranque automático. Tiene dos años, así que no es nuevo del todo, pero es casi nuevo. Es una joya.

Ness: Pero...

Zac: No digo que tengas que comprarlo, sólo digo que parecía que estabas buscando algo así. Quería que lo vieras antes de que Frank lo saque a la venta.

Ness: ¿Y si no está a la venta, cómo lo has encontrado?

Zac: Porque cuando dijiste lo que estabas buscando, llamé a Frank y le dije que estuviera alerta.

Ella se quedó mirando el coche.

Ness: No sé.

Zac: ¿Por qué no lo pruebas? -rebuscó en su bolsillo-. Frank me ha dejado las llaves.

Ness: Seguro que has perdido mucho tiempo organizando esto.

Zac: No tanto -dijo sintiéndose incómodo de repente-. Estaba haciendo un trabajo para Frank y lo mencioné de pasada.

Ness: Aun así. Gracias -dijo, moviendo la cabeza-. Zac, eres... -se detuvo-. Supongo que si me doy una vueltecita no pasará nada, ¿verdad?

Zac deseó que hubiera acabado la frase. ¿Qué era? Hubiera deseado preguntárselo, pero en su lugar, dijo:

Zac: Genial. Deja que traiga la silla de Katie. Aprieta este botón y el coche empezará a calentarse.

Así lo hizo Ness y el coche rugió al arrancar.

Zac: Y con este otro empiezan a calentarse los asientos delanteros.

Ella apretó el botón.

Se quedó allí parada, mirando el coche, mientras Zac trasladaba a la niña.

Zac: Ness. ¿Vas a subir, o nos vamos a quedar aquí parados mucho rato?

Ness: Voy.

Ella subió al asiento del conductor y Zac al del acompañante.

Él oyó su suspiro de satisfacción al comprobar que el asiento estaba calentito. Ella se volvió a mirarlo y sonrió.

Su sonrisa le produjo un pinchazo en el estómago, el mismo que había sentido al verla recién levantada, con el pelo despeinado, comiendo un donut.

Cada vez que le sonreía, que se reía le hacía desear besarla... y más.

El deseo se estaba transformando en algo más fuerte, más parecido a la necesidad.

Se dio cuenta de que le había tomado la mano. Cada vez ocurría con más frecuencia y la tocaba casi sin pensarlo.

Zac: ¿Estás lista? -preguntó, retirando la mano a toda prisa-.

Ness: ¿Dónde vamos?

Zac: Donde quieras. Frank no llegará hasta dentro de una hora. Tenemos hasta entonces para que decidas si lo quieres.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Porque si no lo quieres tú, Frank intentará venderlo hoy mismo. Si lo quieres, empezaremos a hacer el papeleo.

Ness: No -dijo sacudiendo la cabeza-. Lo que quiero decir es por qué te has tomado todas estas molestias.

A Zac no le gustaba el modo en que lo miraba, dulce y cálidamente. No quería que tuviera sentimientos dulces y cálidos hacia él.

No quería intercambiar caricias, no quería soñar con ella ni desear llamarla a cada rato.

No quería necesitar estar con ella, necesitar oírla reír ni desearla, pero eso era lo que quería.

Zac: No ha sido ninguna molestia. Le había dicho a Frank lo que querías y me llamó anoche para contarme lo que había encontrado.

Ness: ¿Pero por qué te preocupas? -lo presionó-.

Zac: No lo sé, pero no intentes ir más allá -advirtió. Esperó su carcajada, pero no llegó. Seguía allí sentada, mirándolo-. Tal vez quiera que Frank se lleve una estupenda comisión gracias a ti.

Eso sonaba bien.

Ness: No lo creo -dijo suavemente-.

Zac: Bueno. Tal vez sea que me tenía histérico el hecho de pensar que estabas conduciendo esa chatarra con este tiempo. Me sentiré mejor si conduces algo más seguro.

Ness: Pero...

Zac: ¿Por qué te importan mis motivos? La niña no llora y tú estás sentada en un coche con todos los artilugios que querías... ¿Por qué no arrancas de una vez?

Ness volvió a lanzarle una mirada extrañada y salió del aparcamiento.                         

Zac se inclinó y encendió la radio.

Zac: Quiero probar los altavoces.

Lo que en realidad quería era evitar que Ness siguiera haciéndole preguntas. Preguntas que no podía contestar.


Frank: ¿Qué te parece?

Ness echó un vistazo a Zac, que tenía a Katie en brazos.

Le parecía que estaba siendo muy fácil que Zac le cayera bien. Pero eso había cambiado. Era algo más que caerle bien.

Algo más profundo, más fuerte.

Algo como... amor.

La palabra no dejaba de rondarle la cabeza.

¿Amor?

¿Querer a Zac?

Suspiró y admitió ante sí misma la verdad.

Quería a Zac.

Fue un sentimiento tranquilo que se había apoderado de su corazón entre las bromas y las risas.

Ness pensó que aprender a querer a Zac no había sido tan difícil. De hecho, era fácil.

Recordó cómo él le había advertido de que no se enamorase de él. Entonces se había reído.

Pero si querer a Zac había sido más fácil de lo que hubiera creído, hacer que él la quisiera a ella, podía ser mucho más complicado.

¿Aceptaría el reto?

Zac: Ness. ¿Qué te parece?

Ness: Me lo quedo.

Se quedaba con el coche... aceptaba el reto de amar a un hombre que tal vez no se abriera nunca lo suficiente como para llegar a amarla.


3 comentarios:

Caromi dijo...

Awwww
Porque serás tan cabezota Efron?? Es obvio que estas enamorado, pero eres terco 😒😒
Ya quiero ver como sigue todo!
Publica pronto please

Milady Tarazona dijo...

🥰🥰

Lu dijo...

Me encanto!
Se nota que los dos estan enamorados pero son tercos!!

Sube pronto :)

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