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jueves, 13 de febrero de 2020

Capítulo 7


El viernes por la tarde, de vuelta a la oficina, Zac se dio cuenta de que habían caído en una especie de rutina.

A pesar de que Brigitta ya podía cuidar de la niña, ésta seguía yendo cada día al bufete a pasar la mañana con Ness. Katie se había convertido en el juguete de la oficina, una especie de mascota no oficial, que hacía cada día la ronda de los despachos de los abogados. Y Larry Wagner era su fan número uno.

Ness: Se la lleva en cuanto puede -se había quejado, más divertida que enfadada-.

Además, Ness iba a casa con ellos todas las noches. En tan sólo una semana, había conseguido... una rutina. La vida de Zac tenía un ritmo distinto.

Y le gustaba el cambio.

Contaba con compartir la mesa y la conversación con Ness. Cuidaban a Katie juntos y se asombraban de sus progresos.

La única parte que no le gustaba era en la que Ness se marchaba a su casa.

Incluso con Katie en casa, cuando ella se iba, sentía más vacía, menos acogedora. Y cada noche se daba cuenta de que no había conseguido besarla más allá de con un casto beso en la mejilla.

Sabía que aquello era lo correcto, que no estaba bien jugar con una mujer con pretensiones serias como ella, pero eso no le impedía imaginar que hacía un montón de cosas con ella.

Intentó convencerse a sí mismo de que su súbita atracción por Ness era simple gratitud por lo que había hecho por él, pero sospechaba que había algo más y esas sospechas le aterrorizaban.

Siempre había salido con mujeres que entendían las reglas, que no se acercaban demasiado y que sabían que cuando la relación se acababa, se acababa y sólo quedarían buenos recuerdos.

Pero Ness no era así. No era desenfadada. Era una mujer de las de «felices para siempre» y por eso no entendía la necesidad que sentía de estar con ella.

Se dio cuenta de que no había dejado de pensar en ella desde que había salido del tribunal.

Ness: Hola -dijo con una sonrisa cuando lo vio entrar-.

No se sacudió las botas fuera a propósito, para molestarla, pero no se dio cuenta, porque estaba contándole montones de cosas sobre Katie.

Ness: ... ha pasado casi todo el día jugando con el «abuelito Larry». Si no está con él, viene otra persona a buscarla. Casi necesito una hoja de firmas para saber quién se la ha llevado y dónde está.

Zac sonrió mientras la escuchaba, pero entonces vio sobre su mesa el folleto informativo de una universidad.

Zac: ¿Qué es esto?

Ness: Oh. Estoy pensando en acabar la carrera.

Zac: ¿Te marcharás de aquí, entonces? -dijo sorprendido de lo grave que sonó su voz-.

Ness no pareció notarlo, y simplemente sonrió.

Ness: No. No vais a libraros de mí con tanta facilidad. Aunque vuelva a la universidad, seguiré necesitando comer.

Zac sintió una especie de alivio en el pecho.

Zac: Voy a llevarme a Katie esta tarde -dijo incapaz de hablar de cómo se sentía porque no dejara la oficina-.

Después de todo, ¿con quién se pelearía si no era con Ness?

Ella pareció confundida.

Ness: ¿Qué ocurre?

Zac: Es el funeral de su madre.

La expresión de Ness se suavizó.

Ness: Lo siento, no sabía que fuera hoy.

Zac: Yo tampoco hasta ayer. Hablé con la trabajadora social, que me dijo que fue incapaz de encontrar a ningún pariente de Marion. No me sorprende. Por eso vino a verme a mí.

Ness: ¿Quién se ha ocupado de organizado todo? ¿El Gobierno del Estado?

Zac: Yo.

A Zac le costaba pensar en Marion Smith sola y no reclamada por nadie, sin nadie que llorase su muerte.

Tal vez no la conociera, pero lo que sabía de ella, era admirable. No sólo se ocuparía de su hija, sino que haría una última cosa por Marion.

Ness: ¿Tú?

Zac: Es la madre de Katie, y fue una buena madre que se preocupó por el futuro de su hija antes de que naciera. Kim Lindsay va a enviar las pocas pertenencias de Marion.

Ness: ¿Dónde será el funeral?

Zac: En el Cementerio de Erie a las doce. Como no sé si Marion era religiosa o no, será sólo una ceremonia en el cementerio. Pensé que sería lo mejor.

Ness: Bien. Como es mi hora de comer, me pasaré por allí.

Zac: No tienes que ir.

Ness: Ni tú tampoco. No tenías que hacer nada de esto, pero lo has hecho. Yo haré lo mismo.

Zac: Gracias -dijo, tomando la mano de Ness y estrechándola brevemente-.

Ella le sonrió.

Ness: Eres un buen chico, Zachary.

No había enfado en su voz. Su sonrisa transformaba aquel nombre más en algo cariñoso que en una manera de meterse con él.

Zac: Gracias, Ness. Tú también estás bastante bien -se dio cuenta de que aún le estaba sujetando la mano y se la soltó rápidamente-. ¿Se puede quedar Katie un ratito mientras subo a hacer unas llamadas?

Ness: Ya sabes que no tienes que preguntar -se detuvo un segundo-. Las llamadas... ¿son acerca de la adopción de Katie?

Zac: No. He quedado con gente del departamento de adopciones, pero aún estoy valorando las opciones que tengo.

Tenía la documentación y todo lo que tenía que hacer era firmarla y enviarla, para empezar el proceso.

Cuanto antes firmara, antes encontraría Katie una familia, el problema era que no estaba seguro de que la agencia le pudiera encontrar la familia que ella necesitaba.

Él podría participar, dar su opinión, pero el problema seguía siendo que podía elegir a la persona equivocada, una familia que la abandonase.

Fallarle a Katie no era una opción.

Ness: ¿Estás pensando en quedarte con ella? -preguntó esperanzada-.

Zac: No -se volvió y subió escaleras arriba sin decir nada más-.

No. Tal vez no supiera asegurarse de que Katie tuviera a la familia perfecta, pero sabía que merecía más de lo que él podría darle.

Tenía que hacer algo.

Ness miró a Zac subir apresuradamente las escaleras. Su pregunta le había molestado.

Hacía no mucho tiempo, molestar a Zac sin haberlo pretendido hubiera sido mucho más divertido aún.

Ness: No quiere que te vayas, y ésa es una de las razones por las que te va a dejar marchar -le dijo a la niña, que dormía en su sillita-.

Aquello no tenía ningún sentido para Ness.

Pero la verdad era que había muchas cosas de Zac que no tenían sentido para Ness, a pesar de sentirse mucho más cercana a él.

Era un enigma; siempre que pensaba que había conseguido comprenderle, se daba cuenta de que estaba aún más confundida.

La semana anterior se había dado cuenta de que valía la pena hacer el esfuerzo de intentar entenderlo, así que no se iba a dar por vencida con tanta rapidez. Pero en aquel momento tenía que ocuparse de otras cosas.

Tenía que hacer unas llamadas.

A Zac probablemente no le agradase. No le gustaba pedir ayuda, pero Ness no tenía ese tipo de problemas.

Si Zac se enfadaba, le diría que lo había hecho por Katie. En lo más profundo de su corazón, ella sabía que Zac haría y pediría lo que fuera necesario por ella.


Mientras volvía a su coche con la sillita en la mano, miró hacia atrás por encima del hombro. No sabía qué pensar de aquello.

Hacía un frío terrible y los oscuros nubarrones; amenazaban tormenta. No era un día ideal para estar fuera.

Y sin embargo, casi todo el bufete y la mitad de la plaza había empleado su descanso de mediodía para ir al funeral de Marion Smith.

Habían acudido a despedir en su descanso eterno a una mujer a la que no habían conocido.

Zac: ¿Los has llamado tú? -le preguntó a Ness mientras volvían al coche-.

Ness: No te enfades.

Zac: No los necesitaba. Yo...

Ness: Ya lo sé -lo interrumpió ella-. El gran Zachary Efron no necesita a nadie, pero no fue por ti, sino por Katie. Algún día podrás decirle que hubo mucha gente aquí, y flores. Becca, de la floristería, ha hecho un trabajo genial en muy poco tiempo.

A Zac le sorprendieron las flores en cuanto llegó. Eran una extraña nota de color sobre el suelo blanco.

Ness: Katie merece saber que hubo gente que acudió a despedir a su madre cuando ella no era lo bastante mayor para hacerlo -dijo con suavidad-.

Zac: Oh, no había pensado en eso. Es por Katie.

Habían ido por la niña; eso podía entenderlo.

Ness: No -dijo sacudiendo la cabeza-. Han venido por ti. No te habías dado cuenta de cuántos amigos tienes.

Zac: ¿Por mí? Yo no se lo pedí -dijo, sintiéndose nervioso de repente-.

Zac: Claro que no. Nunca lo hubieras hecho. Pero yo sí. Por ti, por Katie y por Marion. Creo que la madre de Katie tuvo que ser una mujer muy especial.

Aquella gente había ido por Marion y por Katie; se sintió mejor. Aquello era más fácil de aceptar que hubieran ido por él.

Ese tipo de amistad era para Zac una carga que no quería llevar. No quería deberle nada a nadie porque no estaba seguro de poder ayudarles cuando lo necesitasen.

Los abandonaría, porque eso era lo que había en sus genes, por más que intentara luchar contra ello. No se fiaba de sí mismo y por eso no quería que nadie contase con él.

Zac: Por lo poco que la conocí, creo que es verdad que era especial.

Hablando de mujeres especiales... Zac tomó la mano de Ness y la sonrió, esperando que comprendiese lo mucho que había hecho por él.

Ella le correspondió, dándole un ligero apretón en la mano.

Ness: ¿Vas a volver a la oficina?

Zac: Sí. Voy muy atrasado con algunas cosas y tengo que emplearme a fondo esta tarde, pero, ¿nos vemos en la cena?

Todos los días preguntaba, y todos los días contenía el aliento hasta oír su respuesta.

Ness: Claro. -Él exhaló y sonrió-. Esta noche cocino yo. Hemos agotado todas las opciones de comida a domicilio del barrio. ¿No tendrás miedo de mi cocina, verdad?

Entraron en el coche.

Zac: ¿Sabes cocinar?

Ness: Claro que sí. He crecido con mis hermanos y a los dos les gusta comer. Tengo todo lo necesario en el coche.

Había preparado los ingredientes. Había planeado ir a casa con él.

A pesar de la luz de advertencia que se encendió en su cabeza, Zac sonrió.

Zac: ¿Qué vamos a tomar?

Ness: Mi mundialmente famosa sopa de verduras. A no ser que no te guste la sopa de verduras, porque entonces volvemos a la comida para llevar.

Zac: Me parece un día perfecto para sopa.

Ness: ¿Quedamos después del trabajo, entonces?

Zac: Después del trabajo.

No era la sopa lo que sonaba perfecto, sino cenar con Ness Hudgens.

Aquello le dejó algo inquieto, pero no lo suficiente como para cancelar la cena. Nada podría haber logrado hacerle cancelarla.


«El gran Zachary Efron no necesita a nadie».

Se le había escapado, pero Ness sabía que era cierto. No había dejado de pensarlo en toda la tarde, y seguía pensándolo mientras preparaba la cena.

Por algún motivo, Zac no dejaba entrar a la gente en su vida. No los mantenía a distancia, pero tampoco los dejaba acercarse del todo.

Aunque se habían dejado llevar a una cómoda relación de amistad, con algunos toques de atracción; a decir verdad, Zac tampoco le había abierto su corazón a ella.

Lo único que había compartido había sido la historia de su amigo Chad y su trineo.

Movió la sopa. Era un plato sencillo pero completo. Ideal para una noche de invierno.

Ness: ¡A comer! -llamó colocando los platos sobre la mesa, junto al pan y al queso-.

Zac: ¡Hey! -dijo al entrar en la cocina con Katie en brazos-. Parece que sí sabes cocinar.

Con Katie no había sabido mantener esa distancia. Lo cierto era que estaba loco por ella.

Ness: ¿Quieres que la tenga en brazos mientras comes?

Zac: No, mientras no tenga que cortar ni untar nada, puedo comer con una mano.

Ella se echó a reír y él la imitó.

Zac: Mmmm. Está claro que no mentías cuando decías que sabías cocinar.

Ness: Ya te lo dije. Dos hermanos insaciables me ayudaron a aprender. No hago cosas complicadas, pero sí cosas consistentes.

Comieron en silencio unos minutos mientras Katie canturreaba, contenta, en el regazo de Zac. Ness no podía evitar mirarlos y pensar lo bien que se les veía juntos.

¿Cómo podía ser que Zac no se diera cuenta?

Ness: ¿Has empezado ya con lo de la adopción?

Zac: He empezado a mirar posibilidades, pero no en profundidad. Me cuesta pensar en dársela a unos extraños. La solución perfecta sería dejarla con alguien conocido, de modo que podría ser su tío favorito o algo así. Alguien que... -se detuvo a mitad de la frase y pareció perderse en sus pensamientos-.

Ness: ¿Zac?

Zac: Tengo una idea -dijo, excitado-.

Ness: ¿Qué?

Zac: No. Déjame pensarlo antes de decir nada.

Ness. Pero, Zac -protestó-.

Él se echó a reír.

Zac: ¿Sabes? He descubierto muchas cosas de ti últimamente: eres buena con los bebés, sabes cocinar y la paciencia no es una de tus virtudes.

Ness: No, no lo es.

Odiaba esperar. Era el tipo de persona que buscaba los regalos de Navidad si podía.

Zac: Te lo diré pronto, pero primero quiero pensarlo bien para saber si puede funcionar.

Ness: De acuerdo -dijo con un suspiro-.

Zac: Hablemos de tu vuelta a la universidad.

Ness: Estás cambiando de tema.

Él se echó a reír de nuevo.

Zac: Sí, en efecto -su idea le había puesto de buen humor-. Cuéntame más de tus planes.

Ness: No hay mucho que contar. He pensado en serio volver en otoño.

Zac: ¿Tendrás tiempo?

Ness: Tendré las tardes después del trabajo y los fines de semana. Hablé con el señor Wagner y me dijo que si tenía alguna clase por la mañana, ya lo arreglaríamos.

Zac: ¿Cuánto te queda para acabar?

Ness: Un año, y después las prácticas en colegios. Eso será todo.

Zac: ¿Profesora? -dijo lentamente-.

Ness se preparó para una de sus frases ingeniosas, pero todo lo que dijo fue:

Zac: Seguro que se te da bien.

Ness: Me gustan los niños. Quiero tener tres o cuatro por lo menos.

Zac: ¿Cuatro?

Ella se echó a reír.

Ness: Ya sé que las familias numerosas no están de moda, pero no me puedo imaginar la vida sin mis hermanos. Cuando tenga hijos, quiero que tengan hermanos.

Zac: Te sacrificaste mucho por tus hermanos, y si hubieras sido bija única sólo hubieras tenido que preocuparte por ti misma.

Ness: No tener a nadie puede implicar menos preocupaciones, pero también estás solo. Todo lo que hice por mis hermanos mereció la pena, porque se merecían la oportunidad.

Zac: ¿Y tú? -siguió-. ¿Acaso no te merecías tú acabar tus estudios, lograr tus sueños?

Ness: Simplemente los pospuse. Ahora los chicos han acabado y me toca a mí. Conseguiré el título, enseñaré...

Zac: ¿Te casarás con un hombre que no te merezca, tendrás niños y lo dejarás todo de nuevo? ¿Ése es tu plan?

Ness: Zac, cuando amas a alguien y esa persona te ama a ti, no hay abandonos. Recibes tanto como dejas. Para mí, ver el éxito de David y Ryan es muy valioso. Me necesitaban después de la muerte de mi madre, y yo estuve allí.

Él no parecía convencido.

Ness sintió lástima por él. Vivir en soledad y no necesitar a nadie... ella nunca podría vivir así.

Ness: Puesto que yo he cocinado, te toca fregar los platos. Yo llevaré a Katie a la cama.

Ness seguiría trabajando en el bufete mientras iba a la universidad, pero lo dejaría en cuanto obtuviese el título, pensó Zac mientras frotaba la olla.

Se marcharía y empezaría a trabajar en lo que siempre había querido, y él se alegraba por ella. Se alegraba de que empezase a luchar por sus sueños.

Pero la echaría de menos en la oficina.

Ella alegraba aquel lugar, aunque nunca se lo había dicho.

Le mantenía alerta, siempre a punto para uno de sus encontronazos verbales. Lo echaría de menos.

La echaría de menos a ella.

¿Cómo había pasado eso?

Secó la olla y la colocó en su gancho.

Ness: Se había dormido antes de que la dejara en la cuna -dijo colocando el receptor de escucha sobre la mesa-. Probablemente se despierte pronto con hambre.

Zac: No pasa nada. Suelo darle de comer antes de irme a la cama, y normalmente con eso duerme toda la noche de un tirón. Me gusta darle el biberón cuando todo está oscuro y en calma. Se agarra a mi camisa como si creyera que fuera a desaparecer -se dio cuenta de lo que acababa de decir-. Lo siento, ha sonado muy dulzón.

Ness: Qué va. Está bien saber de vez en cuando qué pasa por tu cabeza.

Ella lo miró. Era una mirada tierna.

Zac había visto miradas como aquélla antes, y nunca habían acabado bien.

Zac: Para.

Ness: ¿Qué?

Zac: De mirarme así.

Ness: ¿Cómo?

Zac: Como si quisieras besarme.

Por nervioso que le pusiera el hecho de que Ness quisiera besarlo, el hecho era que él también quería hacerlo.

Ness: ¿Pegarte? -preguntó fingiendo que le había oído mal-. Zac, no puedo evitar mirarte como si quisiera pegarte.

Zac: No pegarme, sino «besarme». Quieres besarme.

Ness: No. Quiero ir a casa y relajarme.

Zac: ¿No puedes relajarte aquí?

Ness: Relajarse estando contigo es difícil y, a veces, imposible.

Zac: ¿Y eso?

Ness: Porque tú eres imposible.

Zac: No. El hecho de que no puedas relajarte estando conmigo me lleva de nuevo a pensar que quieres besarme.

Ness: Zac... -empezó a protestar-.

Pero Zac se inclinó sobre ella antes de que pudiera seguir y la besó. Ella se dejó besar, le rodeó el cuello con los brazos e hizo el beso más profundo.

Probando, saboreando y tentando a Zac hasta que él pensó que se volvería loco de deseo.

Él la tomó en brazos y la llevó hasta el salón. Se sentó en el sillón con ella sobre su regazo.

Ness: Deberíamos parar -susurró-.

Zac: Probablemente -asintió. pero en lugar de parar, volvió a besarla-.

Sus manos se deslizaron bajo la blusa de ella, acariciando la suave piel de su abdomen y moviéndose lentamente hacia arriba. Necesitaba explorar cada centímetro de la piel de Ness Hudgens, necesitaba...

Katie: ¡Guaaaaaaa!

Ambos se sobresaltaron y Ness saltó del regazo de Zac. Zac se levantó.

Ness: Será mejor que subas a verla y que yo me vaya a casa.

Zac: Ness, tenemos que hablar.

Ness: Después. Ya hablaremos después. Ahora yo tengo que irme y tú tienes que atender a Katie.

Maldición, pensó Zac al ver a Ness salir como un rayo de la casa. Subió corriendo las escaleras y se encontró a Katie sentada en su cuna, con cara triste y solitaria.

Zac la tomó en brazos y la acunó.

Sabía cómo se sentía.

Él sentía lo mismo cuando Ness se marchaba.

Y no le gustaba.


1 comentarios:

Lu dijo...

Me encanto!
No se que problema tienen en decir lo que sienten, los dos se gustan y se quieren, serian una familia perfecta.
Amo esta nove.


Sube pronto :)

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