topbella

lunes, 3 de octubre de 2016

Capítulo 6


La sorprendió descubrir que se había dormido. No se había sentido cansada cuando Ash y Scott le habían insistido en que se tumbara, pero había obedecido simplemente porque sus últimas palabras con Zac la habían dejado sin fuerzas para resistirse. Miró el reloj y vio que era más de mediodía. Se había quedado dormida dos horas.

Amodorrada, con los ojos casi cerrados, Vanessa fue al cuarto de baño para echarse un poco de agua fría en la cara. El susto se le había pasado, pero la cabezadita la había dejado más cansada que fresca. En el fondo, sentía una profunda vergüenza: vergüenza de haber salido corriendo, aterrada, a la vista del cadáver; vergüenza por haberse lanzado desesperada en brazos de Zac y haber sido rechazada. Todavía notaba esa sensación de dependencia absoluta... y absoluto rechazo.

Nunca más, se prometió Vanessa. Debería haberse guiado por la cabeza en vez de por el corazón. Debería haber imaginado que no podía esperar nada bueno de un hombre como él. Un hombre así no tenía nada que ofrecer. Era lógico encontrar el infierno si miraba al diablo. Y, sin embargo...

Y, sin embargo, había sido a Zac a quien había necesitado y en quien había confiado; había sido con él con quien se había sentido a salvo al sentir que la abrazaba. Grave error, se dijo Vanessa, mientras se miraba en el espejo que había sobre el lavabo. Todavía quedaba algún rastro del impacto: las mejillas seguían pálidas y los ojos desorbitados; pero iba recobrando las fuerzas.

Ness: No lo necesito -dijo en voz alta para oír las palabras-. No significa nada para mí.

Pero le había hecho daño. Alguien que le diera igual no la habría podido herir.

No permitiría que volviese a hacerlo, se prometió Vanessa. Porque no volvería a confiar en él. No volvería a acudir a él, pasara lo que pasara.

Dio la espalda al espejo, salió del baño y bajó las escaleras.

Al entrar en el vestíbulo principal, oyó el sonido de una puerta que se cerraba y unos pasos. Giró la cabeza y vio a Derek.

Derek: ¿Has descansado? -le preguntó éste mientras se acercaba-.

Luego le agarró una mano en un gesto lleno de cariño, apoyo e interés.

Ness: Sí, me he quedado dormida. Me siento como una tonta -dijo y Derek enarcó una ceja-. Andrew ha tenido poco menos que subirme aquí en brazos.

Derek rió, le pasó un brazo alrededor de los hombros y la acompañó al salón.

Derek: Las mujeres estadounidenses siempre tan fuertes e independientes...

Ness: Siempre lo he sido. -Se recordó en brazos de Zac, lloriqueando y suplicándole que no la abandonara. Enderezó la espalda-. Tengo que serlo.

Derek: Y te admiro por ello. Pero no creo que estés acostumbrada a tropezarte con cadáveres -comentó. Se fijó entonces en la palidez de sus mejillas y añadió con suavidad-: Perdona, no debería habértelo recordado. ¿Te preparo otra copa?

Ness: No, no... ya he bebido suficiente -acertó a esbozar una pequeña sonrisa y se apartó de Derek-.

¿Por qué le ofrecía un hombro para apoyarse todo el mundo menos el único que quería? Pero no, en realidad no quería nada de Zac, se recordó. No podía permitirse que Zac le importara, y no necesitaba el hombro de nadie.

Derek: Te noto tensa. ¿Prefieres estar sola?

Ness: No -negó con la cabeza y miró a Derek, que la miraba con calma. Siempre transmitía calma, pensó, y lamentó no haberse encontrado con él cuando corría espantada por la mañana. Se acercó al piano y deslizó un dedo sobre las teclas-. Me alegra que el capitán se haya ido. Me ponía nerviosa.

Derek: ¿Trípolos? No creo que debas preocuparte por nada. No creo ni que el asesino tenga que preocuparse por nada -dijo soltando una risilla-. La policía de Mitilini no es famosa por su eficacia ni por su inteligencia -añadió mientras se sacaba la pitillera-.

Ness: Lo dices como si te diese igual que no atrapen a la persona que ha matado a ese hombre.

Derek: Será un ajuste de cuentas. No me preocupa. Me preocupa más la gente a la que conozco. Y no me gusta pensar que estás preocupada por Trípolos.

Ness: No me preocupa. Pero no me gusta el modo que tiene de mirar -respondió con el ceño fruncido mientras Derek se encendía un cigarro. Vanessa notó algo inquietante, como si supiese algo importante que no lograba recordar. Vio la columna de humo que salió del cigarro de Derek y preguntó-: ¿Dónde están todos?

Derek: Ash está con Scott en su despacho. Amber ha salido a dar esa vuelta en lancha.

Ness: Ah, sí, con Zachary -bajó la vista hacia las manos y la sorprendió encontrarlas cerradas en puño. Las abrió-. Debe de ser difícil para ti.

Derek: Necesitaba escaparse. Estaba muy nerviosa con lo del cadáver.

Ness: Eres muy comprensivo. -Algo la hacía sentirse incómoda y, de pronto, notó que le dolía la cabeza-. Yo no creo que lo fuese... si estuviese enamorada -añadió tras acercarse a la ventana-.

Derek: Soy un hombre paciente y sé que Zac no significa nada para ella. No es más que un medio
para conseguir un fin -hizo una pausa antes de continuar-. Algunas personas no tienen capacidad de sentir emociones... ni de amor ni de odio.

Ness: Qué vacío -murmuró-.

Derek: ¿Tú crees? -sonrió-. Para mí que todo sería más sencillo.

Ness: Sencillo puede que sí, pero... -dejó la frase sin terminar al darse la vuelta-.

Derek se estaba llevando el cigarro a los labios. De pronto, recordó, con total claridad, haber visto la colilla de un cigarro de esa marca cara en la arena, a pocos metros del cadáver. Un escalofrío le recorrió la espalda.

Derek: ¿Te pasa algo?

Ella pestañeó, despertando de su ensimismamiento.

Ness: No... supongo que todavía no me he recuperado del todo. Puede que sí me anime a esa copa después de todo.

No quería beber, pero necesitaba un momento para serenarse. Una colilla no tenía por qué significar nada, se dijo mientras Derek iba al mueble bar. Cualquier isleño podía haber pasado por esa cala un millón de veces.

Pero era una colilla reciente, recordó Vanessa. Sólo estaba medio enterrada y estaba entera. Los pájaros no la habían picoteado. Si alguien hubiera estado tan cerca del cadáver, lo habría visto seguro. Lo habría visto y habría ido a la policía. A no ser...

No, esa idea era absurda, se dijo mientras controlaba un ligero temblor. No tenía sentido pensar que Derek pudiera estar involucrado en el asesinato de aquel hombre. Ni Derek ni Scott, se dijo mientras le llegaba el olor dulce del cigarro.

Ambos eran hombres civilizados y los hombres civilizados no se dedicaban a ir apuñalando a otros por la espalda. Los dos eran amables y educados. ¿No hacía falta cierta semilla de malignidad, algo frío e implacable para matar? Se acordó de Zac y negó con la cabeza. No, no quería pensar en él en ese momento. Sería mejor concentrarse en ese punto concreto y llegar a una conclusión.

Resultaba descabellado considerar que Derek o Scott pudieran ser los responsables del asesinato. Eran hombres de negocios, con cultura. ¿Qué tejemanejes iban a tener con un pescador de la isla? Pero, por más que le pareciera ridículo, Vanessa no conseguía librarse de la inquietud que la atenazaba. Tenía que haber alguna explicación lógica, insistió. Siempre había una explicación lógica para todo. Simplemente, seguía aturdida, nada más. Estaba haciendo una montaña de un detalle sin importancia.

¿De quién eran los pasos que oyó en la playa aquella primera noche?, insistió una vocecilla dentro de su cabeza. ¿De quién se escondía Zac?, ¿o a quién estaba esperando? Aquel hombre no había muerto por un ajuste de cuentas entre isleños. No lo creía, como en realidad tampoco había creído que hubiese muerto accidentalmente. Asesinato... contrabando. Vanessa cerró los ojos y tembló.

¿Quién llegaba del mar cuando Zac la había retenido oculta bajo los cipreses? Zac le había ordenado a Peter que lo siguiera. ¿Habría sido Scott?, ¿Derek?, ¿el hombre que había muerto quizá? Vanessa dio un respingo cuando Derek le acercó la copa.

Derek: Sigues muy pálida. Deberías sentarte.

Ness: No... es sólo... supongo que todavía estoy un poco nerviosa -agarró la copa con ambas manos, pero no bebió. Le preguntaría, nada más. Le preguntaría sin rodeos si había estado en la cala. Pero al mirarlo a los ojos sintió miedo-. La cala... estaba preciosa. Parecía como si no la visitara nunca nadie. ¿Va... sabes si va mucha gente por ahí? -añadió y recordó que había muchas conchas hundidas por pisadas de personas-.

Derek: No puedo hablar por los demás -arrancó-. Pero supongo que la mayoría de los isleños están demasiado ocupados pescando o en los viñedos para pasar mucho tiempo recogiendo conchas.

Ness: Sí -se humedeció los labios-. Aun así, es un sitio realmente bonito, ¿verdad? -añadió sin dejar de mirarlo a los ojos-.

¿Se lo estaba imaginando o Derek la miraba con recelo?, ¿sería un efecto del humo que se interponía entre los dos?, ¿sus propios nervios?

Derek: Yo no he ido nunca. Supongo que es como un estadounidense que no ha subido al Empire State Building -contestó con desenfado. Vanessa siguió los dedos de Derek mientras éste apagaba el cigarro en un cenicero-. ¿Te pasa algo?

Ness: No, no -aseguró-. Supongo que es la tensión, que me está afectando, como a Amber.

Derek: No es de extrañar -contestó esbozando una sonrisa amable-. Has pasado un trago muy duro, Vanessa. Pero ya está bien de hablar de muertos. Vamos al jardín. Hablaremos de otra cosa -le sugirió-.

Estuvo tentada de negarse. No sabía por qué, pero no le apetecía estar con él. No en ese momento. Y a solas. Estaba intentando encontrar una excusa razonable cuando Ash apareció.

Ash: Vanessa, tenía la esperanza de que seguías dormida.

Aliviada por la interrupción, Vanessa dejó la copa de coñac sin haberla probado y se levantó.

Ness: Ya he descansado suficiente -contestó y advirtió síntomas de tensión en la cara de su amiga-. Pero a ti sí te vendría bien echarte.

Ash: Echarme no, pero me apetece tomar un poco de aire.

Derek: Justo le estaba proponiendo a Vanessa salir al jardín -puso una mano sobre un hombro de Ash-. Anda, salid y relajaos. Scott y yo tenemos que resolver unos asuntos.

Ash: Sí. Gracias, Derek. No sé qué habríamos hecho hoy sin ti Scott y yo.

Derek: Tonterías -contestó antes de darle un beso en la mejilla-. Vamos, tratad de olvidaros de todo esto.

Ash: Sí. E intentad hacer lo mismo Scott y tú.

Ness: Derek -dijo avergonzada. Había sido todo amabilidad con ella y se lo había pagado sospechando de él-. Gracias.

Derek enarcó una ceja, sonrió y le dio un beso en la mejilla también a ella.

Derek: Sentaos un rato y disfrutad de las flores -añadió antes de marcharse-.

Ash: ¿Quieres que pida un té? -le preguntó a Vanessa mientras iban hacia el jardín-.

Ness: No. Y deja de tratarme como a una invitada.

Ash: ¡Dios!, ¿lo estoy haciendo?

Ness: Sí, desde que...

Ash miró a Vanessa cuando ésta dejó la frase en el aire. Luego puso cara de fastidio.

Ash: Vaya faena -dijo antes de dejarse caer sobre un banco de mármol. Rodeadas de la fragancia y el colorido del jardín, aislados de la casa y del mundo por los viñedos, ambas fruncieron el ceño-. No sabes cuánto siento que hayas sido tú la que lo ha descubierto. No, no te encojas de hombros como si nada. Nos conocemos hace mucho y de sobra. Me imagino lo duro que tiene que haber sido para ti lo de esta mañana. Y sé cómo debes de estar sintiéndote en estos momentos.

Ness: Estoy bien, Ash. Aunque reconozco que no volveré a salir a por conchas durante una temporada -trató de bromear, pero Ash seguía molesta-. Por favor, no os hagáis esto. No os podéis culpar porque yo haya descubierto el cadáver. Ha sido... una terrible coincidencia: yo me he acercado a la cala y había un hombre muerto. Alguien tenía que encontrárselo.

Ash: Pero no tú.

Ness: Scott y tú no sois responsables.

Ash: Mi lado práctico lo sabe, pero... -suspiró, se encogió de hombros y consiguió sonreír un poco-. Pero no me gusta que te haya pasado esto estando en mi casa -añadió al tiempo que se encendía un cigarro y se levantaba para dar un paseo-.

Un cigarro negro, observó con ansiedad Vanessa. Había olvidado que Ash había tomado la costumbre de fumar tabaco de su marido de vez en cuando.

Miró el rostro ovalado de Ash, de corte clásico, y cerró los ojos. Tenía que estar volviéndose loca para considerar, siquiera durante un instante, que Ash podía estar envuelta con temas de contrabando y asesinatos. Conocía a esa mujer desde hacía años, habían vivido juntas. Si había una persona a la que conocía tan bien como a sí misma, sin duda que era Ash.

Pero ¿hasta dónde estaría dispuesta a llegar por proteger al hombre al que amaba?

Ash: Tengo que reconocer que, aunque me sitúe a la altura de Amber, ese policía me ponía nerviosa -continuó-. Era demasiado... respetuoso -añadió tras detenerse en busca del adjetivo preciso-.

Ness: Sé a qué te refieres -murmuró-.

Tenía que dejar de darle vueltas a la cabeza, se dijo. Seguro que en cuanto dejara de pensar, se sentiría mucho mejor.

Ash: No sé qué esperaba averiguar, interrogándonos de ese modo -hizo un gesto brusco con el brazo y el anillo de casada relució en su dedo-.

Ness: Estaría siguiendo el procedimiento normal en estos casos, supongo -dijo sin apartar la vista del anillo-.

Un anillo que simbolizaba sus votos de amar, honrar Y respetar a su marido.

Ash: No sé, ha sido muy desagradable -insistió-. Además, ni siquiera conocíamos a ese Anthony Stevos.

Ness: El capitán ha dicho que era pescador.

Ash: Como tantos otros en la isla.

Vanessa dejó que el silencio las envolviera. Hizo un esfuerzo por reconstruir con detalle la escena del salón horas antes. ¿Cómo había reaccionado cada uno? Si no hubiese estado tan abotargada por el coñac y el susto, ¿habría reparado en algo especial? Había una persona más a la que había visto encender uno de aquellos cigarrillos caros.

Ness: Ash, ¿no crees que Amber se ha puesto demasiado nerviosa? -preguntó con cautela-. ¿No ha protestado mucho por un par de preguntas?

Ash: Amber es muy exagerada -contestó con desprecio-. ¿Has visto cómo coquetea con Zac? No sé cómo la soporta.

Ness: A él no parece importarle -murmuró. Pero no, todavía no era momento de ocuparse de ese tema-. Es una mujer rara. Pero esta mañana... y ayer... Ayer, cuando hablé del contrabando, me pareció que estaba asustada de verdad.

Ash: ¿Asustada de verdad? No creo que Amber tenga sentimientos auténticos. Ojalá se olvidara Scott de ella.

Ness: Es curioso: Derek ha dicho lo mismo más o menos -miró una rosa distraídamente. Era en Amber en quien debía centrar sus sospechas. Si alguien podía hacer algo ruin y letal, era Amber-. Yo no la veo así.

Ash: ¿A qué te refieres?

Ness: Amber, yo sí creo que tiene sentimientos -respondió devolviendo la atención a su amiga-. De hecho, diría que tiene demasiados sentimientos. Puede que no saludables, destructivos quizá; pero tiene mucha agitación.

Ash: No la soporto -resumió-. Es un incordio. No sé cuánto tiempo y dinero ha gastado Scott en ella. Y lo único que saca son groserías y muestras de ingratitud.

Ness: Scott tiene un sentido del deber muy fuerte hacia la familia. No puedes protegerlo de...

Ash: Puedo protegerlo de lo que haga falta -atajó con vehemencia al tiempo que tiraba la colilla del cigarro al suelo. Vanessa la miró espantada-. Maldita sea, estoy dejando que esto me afecte demasiado -añadió más calmada-.

Ness: Todos estamos nerviosos. No ha sido una mañana fácil.

Ash: Lo siento, Vanessa. Es que Scott está muy disgustado con todo esto. Y por más que me quiera, no es la clase de hombre que comparte todas las cosas con su mujer. Sus problemas... sus negocios... Es demasiado griego -soltó una risilla y sacudió la cabeza con resignación-.

Ness: Ash, si pasara algo... quiero decir, si algo te preocupase de verdad, me lo dirías, ¿verdad?

Ash: Venga, no empieces a preocuparte por mí ahora. Pero es que es frustrante querer tanto a una persona y que no te dejen ayudar. A veces me vuelve loca cuando se empeña en mantenerme alejada de los aspectos menos gratos de su vida.

Ness: Él te quiere -murmuró-.

Ash: Y yo a él.

Ness: Ash... -respiró profundamente antes de decidirse a preguntar-: ¿Scott y tú paseáis a menudo por esa cala?

Ash: ¿Qué? -respondió distraída antes de reaccionar-. Ah, no, la verdad es que preferimos pasear por el acantilado... cuando consigo sacarlo del despacho. No recuerdo la última vez que estuve en esa cala... Pero ojalá hubiese estado contigo esta mañana -añadió con suavidad-.

Abochornada por la dirección que habían tomado sus pensamientos, Vanessa desvió la mirada.

Ness: Me alegro de que no estuvieras. Scott ya tiene trabajo de sobra con una mujer histérica.

Ash: No estabas histérica -corrigió-. Para mí estabas hasta demasiado calmada cuando Andrew te trajo a casa.

Ness: No he llegado a darle las gracias -dijo obligándose a dejar de desconfiar de todo el mundo-. ¿Qué piensas de Andrew?

Ash: Es un hombre muy dulce. Parecía a gusto en el papel de caballero de la armadura -comentó sonriente, aparcando también ella sus preocupaciones-. Yo diría que le gustas.

Ness: Mira que eres casamentera -dijo de buen humor-.

Ash: No, Andrew está bien para entretenerte, pero es del lado pobre de la familia de Zac. Preferiría verte con alguien mejor acomodado. Claro que... podrías pasarlo bien... un rato.

Como si supiese que estaban hablando de él, Andrew apareció en el jardín.

Andrew: Hola, espero no molestar.

Ash: ¡En absoluto! -aseguró dedicándole una sonrisa radiante-. Los vecinos poetas siempre son bienvenidos en esta casa.

Andrew esbozó una sonrisa entre tímida e infantil con la que ganó varios puntos a ojos de Ash.

Andrwe: Quería saber qué tal va Vanessa -dijo justo antes de mirarla-. Ha sido una mañana horrible. ¿Estás mejor?

Ness: Estoy bien -le apretó una mano cariñosamente-. Le estaba diciendo a Ash que no te he dado las gracias por todo lo que has hecho.

Andrew: Sigues blanca.

Ness: Me da que eso es por el invierno de Nueva York -respondió sonriente-.

Andrew: ¿Empeñada en hacerte la valiente? -preguntó de buen humor-.

Ness: Empeñada en no ser tan cobarde como esta mañana.

Andrew: El caso es que me ha gustado cómo te abrazabas a mí -comentó y se giró hacia Ash-. Quiero robártela una tarde. ¿Me ayudas a convencerla de que necesita divertirse un poco?

Ash: Cuenta conmigo.

Andrew: Venga, ven conmigo. Cenaremos juntos -dijo, dirigiéndose a Vanessa de nuevo-. Daremos una vuelta por la isla. Un poco de licor de anís, buena compañía... ¿qué más puedes pedir?

Ash: ¡Qué buena idea! -exclamó-. Es justo lo que necesitas, Vanessa.

Era verdad. Necesitaba salir de la casa y olvidarse de todas sus dudas.

Ness: ¿A qué hora quedamos? -le preguntó sonriente a Andrew-.

Andrew: ¿A las seis te parece bien? Te enseñaré los sitios más bonitos. Zac me ha dejado su Fiat mientras esté aquí, así que podemos movernos con tranquilidad.

Vanessa notó que estaba apretando los dientes y se forzó a relajarse.

Ness: A las seis entonces.


El sol brillaba en lo alto del cielo cuando Zac arrancó la lancha motora. La puso a toda velocidad, deseoso de sentir el azote del viento contra la cara.

¡Maldita mujer!, pensó en un nuevo arrebato de frustración. Apretó los dientes y tiró una colilla a las olas. Si se hubiera quedado en la cama en vez de andar dando vueltas por la playa a horas intempestivas, nada de eso habría ocurrido. No se quitaba de la cabeza el recuerdo de su voz suplicándole que la abrazara, el espanto de su mirada. Todavía podía sentir la desesperación con que se había lanzado contra su pecho.

La maldijo una vez más y aumentó la velocidad otro poco.

Decidió aparcar el tema y concentrarse en el hombre muerto. Anthony Stevos, se dijo con el ceño fruncido. Conocía bien a aquel pescador, qué cosas pescaba de tanto en tanto, así como el número de teléfono de Atenas que había encontrado en el bolsillo de su pantalón.

Stevos había sido un hombre codicioso y estúpido, pensó Zac con frialdad. Lo que había acabado costándole la vida. ¿Cuánto tiempo tardaría Trípolos en dejar que la noticia se extendiera por toda la isla? No lo suficiente, decidió Zac. No le iba a quedar más remedio que zanjar las cosas un poco antes de lo que había previsto.

Amber: Zacky, ¿por qué tienes tan mala cara? -le pregunt, alzando la voz por encima del ruido del motor-.

Automáticamente, Zac suavizó la expresión de su rostro.

Zac: Estaba pensando en el montón de papeles que tengo en la mesa del despacho -dijo antes de apagar el motor y dejar la lancha flotando en el agua-. No debería haber dejado que me convencieras para tomarme la tarde libre.

Amber se acercó a donde él estaba sentado. Llevaba un biquini pequeño y le brillaba la piel, pegajosa de aceites. Le ofreció el escote. Tenía un cuerpo bonito, con curvas, firme y excitante. Pero Zac no sintió el menor deseo.

Amber: Vamos a tener que hacer algo para que te olvides del trabajo -dijo sentándose sobre el regazo de Zac-.

Éste le dio un beso fugaz en los labios. Sabía que, con el champán que había bebido, Amber no se enteraría. Pero se quedó con un regusto desagradable. Pensó en Vanessa y volvió a besar a Amber, esa vez con más fuerza.

Amber: Vaya, parece que ya no te preocupan tanto esos papeles -dijo ronroneando como una gata-. Dime que me deseas. Necesito un hombre que me desee.

Zac: Tendría que estar muerto para no desearte -contestó mientras le acariciaba el pelo-. ¿Quién podría resistirse a una mujer como tú?

Amber: Un demonio -dijo con risa floja. Echó la cabeza hacia atrás y medio cerró los ojos, mareada por el champán-. Hazme el amor, Zac. Aquí, bajo el sol.

Y quizá llegara a hacerlo, pensó con náuseas. Para conseguir lo que necesitaba. Pero antes le sonsacaría la información que pudiese, aprovechando su estado de ebriedad.

Zac: Dime -murmuró al tiempo que le daba un beso en el cuello y ella le desabrochaba los botones de la camisa-, ¿qué es lo que sabes del contrabando entre Lesbos y Turquía?

Zac notó que se ponía tensa, pero sus resistencias estaban bajo mínimos debido al alcohol. Con suerte, no le costaría que se le fuera la lengua. Llevaba días a punto de explotar. Paseó la lengua por su cuello a conciencia y la sintió suspirar.

Amber: Nada -contestó deprisa mientras peleaba nerviosa con los botones de Zac-. Yo no sé nada de esas cosas.

Zac: Venga, Amber. Sabes mucho -murmuró en tono seductor, convencido de que, entre el champán y el sexo, lograría hacerla hablar-. Como hombre de negocios, me interesa sacar beneficios. ¿No irás a negarme unos pocos dracmas?

Amber: Unos pocos millones -le agarró una mano para enseñarle lo que quería-. Sí, sé muchas cosas.

Zac: ¿Y vas a contármelas? Venga, Amber. Entre tu mano y esos millones, estás consiguiendo excitarme.

Amber: Sé que al hombre que esa estúpida encontró esta mañana lo han matado por avaricioso.

Zac: Pero no es extraño ser avaricioso cuando hay tanto dinero en juego -dijo mientras ella se tumbaba-. ¿Sabes quién lo asesinó?

Tenía que darse prisa o se quedaría dormida bajo los efectos del alcohol. Zac la besó de nuevo para reanimarla.

Amber: No me gustan los asesinatos, Zacky. Y no quiero volver a hablar con la policía -dijo arrastrando las palabras-. Estoy harta de que me utilicen. Puede que vaya siendo hora de cambiar de aliado. Tú eres rico, Zacky. Y a mí me gusta el dinero. Necesito dinero.

Zac: ¿Y quién no? -contestó siguiéndole el juego-.

Amber: En otro momento. Ya hablaremos en otro momento -dijo antes de besarlo-.

Zac trató de fingir un mínimo de pasión. Necesitaba a una mujer. Su cuerpo se lo estaba pidiendo a gritos. Y necesitaba a Amber. Pero no hizo nada por evitar que perdiera la consciencia.

Más tarde, mientras ella dormía bajo el sol, Zac se apoyó en el lateral opuesto de la lancha y encendió un cigarrillo con la colilla de otro. No sabía si estaba más furioso o asqueado. Iba a tener que utilizar a Amber, dejar que Amber lo utilizase... si no esa vez, en algún momento. Tenía que complacerla para averiguar lo que necesitaba. Era una cuestión de seguridad... y de salirse con la suya. Lo segundo siempre le había parecido más importante que lo primero.

Si tenía que acostarse con Amber para conseguir lo que pretendía, se acostaría con ella. No significaba nada. Zac dio una calada al cigarro. No significaba nada, se repitió.

De pronto, sintió que necesitaba una ducha, larga, algo que le quitara una sensación de suciedad que no lograba despegarse. Años de suciedad y mentiras. ¿Por qué nunca lo habían molestado hasta entonces?

Zac recordó la cara de Vanessa. Ésta lo miraba con frialdad. Lanzó el cigarro al mar, se levantó y puso el motor en marcha.




Amber, consigues superarte a ti misma en cada capítulo.
¡Qué tia más tonta!

¡Gracias por los coments!
¡Comentad, please!

¡Besis!


2 comentarios:

Lu dijo...

Por Dios, tremendo capítulo.
Hay mucho misterio... No se porque pero sospecho de todos,menos de Ness y Ash. Demasiado raro todo... Y me intriga mucho. Quien mató al hombre? Y porque?


Sube pronto

Maria jose dijo...

Pero que capítulo!!!!!
Todo este misterio me mata
Ya quiero que llegue la parte que se descubra
Al malo de esta novela
Amber esta metida en todo esto
Sospecho mucho de ella
Solo espero que zac busque a vanessa
Siguela esta muy bueno el misterio


Saludos
La leí desde ayer pero olvide comentar
Asi que la volví a leer

Publicar un comentario

Perfil