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jueves, 7 de julio de 2016

Capítulo 3


En cuanto pudo escapar del restaurante, Vanessa se enfundó en un abrigo, se encasquetó un gorro de esquí y cruzó la calle como una bala.

Vio el camión de los muebles y apretó el paso, tanto por la ilusión como por huir del frío. Al entrar, se topó con un hervidero de actividad: hombres subidos a escaleras retocando la pintura, el estrépito de las clavadoras en el Salón y en el Comedor, el ruido de un taladro.

Cruzó el arco de entrada y se quedó atónita al ver la barandilla de la escalera. David asomó la cabeza por la puerta del Comedor.
 
David: Hazme un favor. No subas por ahí. Luke está trabajando en la barandilla.

Ness: Es preciosa -susurró paseando la mano por la curva de bronce oscuro-.
 
David: Sí, lo es. Luke está tirado ahí arriba y es demasiado educado para pedirte que des la vuelta y subas por el otro lado. Yo no.
 
Ness: Sin problema. -Se dirigió a la puerta del Comedor y alzó la mirada-. Dios, qué preciosidad. Mira esas luces.
 
David: Pesan un quintal. -Pero también levantó la vista a las lámparas de cristal en forma de bellota con sus ramas repletas de hojas de roble-. Quedan bien.
 
Ness: Quedan genial. Y los apliques. Llevo algunos días sin poder venir a curiosear. No tengo mucho tiempo, pero quiero verlo todo. ¿Anda Ashley por aquí?
 
David: Puede que esté en la tercera, liada con los muebles.
 
Ness: ¡Muebles!

Con un grito de alegría, Vanessa volvió corriendo al Vestíbulo y salió.

Entre bocanadas de vaho, subió aprisa dos tramos de escaleras. Abrió la puerta de Westley y Buttercup y se quedó un instante contemplando sonriente la chimenea, las persianas de madera oscura. Quería explorar, examinar los detalles, pero, por encima de todo, lo que quería era encontrarse con alguien.

Bajó corriendo a la puerta del porche, la cruzó deprisa, siguiendo las voces que la conducían al Ático.

Se quedó boquiabierta.

Rachel y Ashley estaban colocando un par de sillas auxiliares forradas de un tejido sedoso. Los azules y dorados del dibujo resaltaban el dorado oscuro del exquisito sofá que Amy sembraba de pequeños cojines.
 
Rachel: Creo que deberíamos… ¡Vanessa! -se irguió-. Ve hasta la ventana. Quiero comprobar si se puede uno mover bien.
 
Ness: Me he quedado paralizada. Dios mío, Rachel, esto es precioso.
 
Rachel: Pero, ¿está bien así? No quiero que los huéspedes tropiecen con las sillas o tengan que andar esquivándolas. Supón que acabas de registrarte y ahora quieres cruzar la habitación, asomarte a la ventana para ver Saint Paul.
 
Ness: Vale. -Alzó las manos, cerró los ojos un instante-. Bueno, Paolo, temo que ya es suficiente por hoy.
 
Ash: ¿Paolo? -comentó-.
 
Ness: Mi amante. Acabamos de llegar de París. -Cruzó con paso lento la estancia, dándose aires mientras se asomaba a la ventana. Al volverse, dando saltitos de emoción, su gesto se disolvió en una sonrisa-. Es espectacular. Y no he tropezado ni he tenido que esquivar nada. ¿De verdad vais a dejar que la gente se siente en estos muebles?
 
Ash: Para eso son.
 
Vanessa acarició el brazo curvo del sofá.
 
Ness: ¿Sabes qué? Que en ellos harán algo más que sentarse. Solo es un comentario…
 
Rachel: Prefiero no imaginarme esas cosas. Quiero una lamparita para esta cómoda. Una delgada, con una pantalla alegre.

Ash: He visto una en Bast que creo que valdrá.
 
Rachel: Toma nota, ¿vale? Una de nosotras irá a por unos cuantos detalles decorativos y los probaremos.
 
Ness: Es alucinante -soltó-. Así, tal cual.
 
Ash: Pues todavía no has visto nada -le guiñó un ojo-. Pasa con Paolo al dormitorio.
 
Ness: Su pieza preferida. El chico es una máquina.
 
Siguió a Ashley; se habría desviado al baño, pero la gerente la agarró del brazo.
 
Ash: Primero esto -sonrió como una madre que acaba de dar a luz al ver el aspaviento de Vanessa-.
 
Ness: ¡Vaya cama! Vi el catálogo, pero nada que ver con la de verdad.
 
Ash: Me encanta el modelado -pasó la mano por uno de los grandes postes-. Y con la ropa de cama queda mullidísimo. Te juro que Amy ha estado como una hora preocupándose por pequeños detalles con el edredón, la manta y las almohadas.
 
Ness: Me encanta… el color avena de las almohadas sobre el blanco de la ropa de cama, y la colcha.
 
Ash: De cachemir. Un toque genial.
 
Ness: Ya lo creo. Las mesitas, las lámparas. ¡Y ese tocador!
 
Ash: Ese discreto brillo dorado queda estupendo. Quiero terminarlo todo para esta noche. El diario, los libros, el DVD, todos los detallitos. Necesitamos fotos para la página web.
 
Ness: Me encantan las banquetitas mullidas y los cojines de los pies de la cama. Todo lo que hay aquí produce sensación de lujo. Hasta a Paolo le impresionaría.
 
Ash: Y Dios sabe que no es un hombre fácil de impresionar. Los de Bast se acaban de ir. Lo siguiente que traerán es lo de Westley y Buttercup. Subir todo esto por las escaleras no es nada fácil.
 
Ness: Menos mal que no me dedico a eso. No puedo quedarme mucho ahora, pero Dave vuelve esta tarde, así que esta noche no trabajo. Puedo echar una mano.
 
Ash: Contratada. Había pensado en traer algunas de mis cosas, cosas que no necesito de momento. También hay que buscar algunos cuadros y ya he echado el ojo a algunos detalles para regalar.
 
Ness: Esto ya no hay quien lo pare.
 
Ash: Necesito la carta de tu restaurante para las carpetas de las habitaciones.
 
Ness: Luego la traigo. -Entró con disimulo al baño-. ¡Ya habéis desembalado! Los platillos para el jabón, el gel y todo eso.
 
Ash: Por las fotos, es mi excusa. Había que verlo vestido. Voy a sacar las toallas, colgar los albornoces. David hará unas fotos. Por lo visto, se le da bien.
 
Ness: Es bueno -confirmó-. Aún guardo una que nos hizo a Zac y a mí cuando éramos unos críos. Es bonita, divertida. ¿Sabes que anoche se vino a la pizzería a servir mesas?
 
Ash: ¿David?
 
Ness: No, no. Zac. Después tuvo que subirme a casa en brazos. Dos turnos dobles, un bus turístico, una fiesta improvisada del coro del instituto, un problemilla temporal con el ordenador, etc. A la hora del cierre, estaba hecha un zombi.
 
Ash: Qué majo.
 
Ness: Sí, como siempre.
 
Ash: Como Alex. ¿Qué le pasaría a David?
 
Vanessa rió mientras pasaba el dedo por el borde de uno de los lavabos ovalados.
 
Ness: También es majo, en el fondo. Solo que hay que cavar un poco.
 
Ash: Me parece que harían falta explosivos. Pero trabaja bien. Por mucho que decoremos este sitio, no se sostendría sin su armazón. Y él es increíble con los detalles. Eso sí hay que reconocérselo. Bueno, tengo que volver a lo mío.
 
Ness: Y yo. A ver si me puedo escapar a las cuatro, a las cinco máximo. Luego me paso.
 
Ash: He oído que habría que empezar a amueblar la Biblioteca en algún momento de hoy. Por lo menos, las librerías. Quizá también empecemos con Elizabeth y Darcy.
 
Ness: Aquí estaré. ¡Ashley! -De un brinco, se abrazó a Ashley y dio un saltito-. ¡Qué alegría! Luego te veo -salió corriendo y bajó trotando las escaleras justo cuando Zac entraba por la puerta que separaba la futura panadería del patio del hotel-. ¡Hola! -le gritó-.
 
Zac: Hola. -Sujetapapeles en mano, se acercó-. Tienes mejor aspecto.
 
Ness: ¿Mejor que qué?
 
Zac: Que los muertos vivientes.
 
Ella le dio un pequeño puñetazo en el estómago.
 
Ness: Te replicaría a eso, pero estoy en deuda contigo. Por cierto, se me olvidó preguntarte qué tal las propinas.
 
Zac: No se me dio mal. Saqué unos veinticinco. -Instintivamente alargó la mano para abrocharle el abrigo-. Espero que Donna y Dave ya estén de vuelta.
 
Ness: Dave, sí; de hecho, estará entrando ahora. Donna, no. Está mejor, pero quiero que se tome un día más. Vengo del Ático. Zac, es alucinante.
 
Zac: Aún no he subido. -Alzó la mirada-. ¿Qué han metido ya?
 
Ness: Todo. La salita, el dormitorio. Ahora van a amueblar W y B, o en un rato. Luego vengo a echar una mano. ¿Estarás por aquí?
 
Zac: Me parece que alguno de nosotros, o más de uno, va a tener que quedarse aquí todo el santo día hasta que terminemos.
 
Ness: Entonces luego nos vemos. -Pero retrocedió al ver que entraba el camión de los muebles-. Ay, yo me quiero quedar. Qué fastidio, tener que ganarse la vida.
 
Zac: De cualquier modo, no puedes quedarte aquí con el frío que hace. -Le cogió las manos y se las frotó-. ¿Dónde tienes los guantes?
 
Ness: En el bolsillo.
 
Zac: Son más útiles si te los pones.
 
Ness: Puede, pero entonces no tendrías que calentarme las manos. -Se puso de puntillas y le dio un sonoro beso en la mejilla-. Me tengo que ir, luego vengo -dijo, y se fue corriendo-.
 
Es rápida, pensó él. Lo había sido desde niña. Zac siempre se había preguntado por qué no corría en lugar de hacer de animadora. Cuando se lo consultó, recordó entonces, ella le puso los ojos en blanco. El uniforme era mejor.

Y era cierto, debía reconocer que el traje de animadora le quedaba genial.

Se preguntó si aún lo tendría.

Se preguntó si debía pensar en Vanessa vestida de animadora.

Luego se preguntó qué coño hacía allí fuera, preguntándose nada.

Entró y lo asaltó el trabajo.
   

Volaron las horas. Cuando la cuadrilla se largó, a Zac le apeteció una cerveza.

Pero su madre no estaba por la labor.

En lugar de agenciarse una bien fría, tuvo que subir unas cajas llenas de libros por la escalera del hotel.

Rachel lo esperaba en lo alto, con los brazos en jarras y un trapo en una de las manos.
 
Rachel: Llévalas a la Biblioteca. Las chicas están allí, limpiando las librerías. Amy y yo volvemos a Nick y Nora.
 
Zac: Sí, señora.

Resoplando, subió con dificultad, seguido de David con otro lote y Alex a la cola.
 
David: Cuánto puñetero libro -masculló cuando su madre ya no lo oía-.
 
Zac: Mucha puñetera librería que llenar.
 
La Biblioteca olía a pulimento y a perfume. Vanessa se encontraba al fondo, subida a un escalón, sacando brillo a las estanterías superiores de una de las librerías que flanqueaban la chimenea y su repisa.

Sus hermanos y él la habían construido entera en el taller familiar.

Recordó lo mucho que les había costado hacerla: el corte, el lijado, el encolado, el barnizado. Mucho esfuerzo, se dijo, y una gran satisfacción.

Más aún viendo resplandecer aquella madera bajo los paños de abrillantar.
 
Alex: Queda de maravilla, señoras -anunció soltando su bulto. Abrazó a Claire y se la arrimó para besarle el cuello-. Hola.
 
Claire: ¿Tú cuál eres? -volvió la cabeza y rió-. Ah, sí, el mío.
 
David: Nada de arrumacos hasta que acabemos -dijo señalando a la puerta-. Aún queda otro lote.
 
Ash: Hay dos cajas en J y R. -En cuclillas, le sacaba brillo a las puertas de las estanterías inferiores-. Están marcadas como “estantes de la Biblioteca”.
 
Ness: Yo he terminado con mi trozo -se bajó del escalón-. Voy a por una. ¿Me echas una mano? -le preguntó a Zac-.
 
Zac: Claro.
 
Al llegar a la habitación, Vanessa observó que las pilas de cajas habían mermado y que parecía que las hubieran reordenado.
 
Ness: La cosa va bajando. ¿Habéis reorganizado lo que quedaba?
 
Zac: Así es más fácil encontrar las cosas.
 
Ness: Deberías venir a adecentarme el piso. Igual así encuentro la bufanda púrpura que me compré en la tienda Gifts el mes pasado.
 
Zac: Sería más fácil si deshicieras los bultos primero.
 
Ness: Casi lo he hecho.
 
Zac se abstuvo de replicar.
 
Zac: Lo de la Biblioteca está por aquí.
 
Se abrió paso entre las pilas de cajas hasta el rincón de al lado del baño.
 
Ness: ¿Qué vas a hacer con tu tiempo cuando esto esté terminado?
 
Zac: ¿Aparte del edificio de la panadería, de la casa de Alex, del mantenimiento de los alquileres y de empezar la rehabilitación de la cocina de Lisa Banks, quieres decir?
 
Ness: ¿Lisa Banks se va a remodelar la cocina? No lo sabía.
 
Zac: No lo sabes todo.
 
Ness: No, pero casi. La gente habla mucho delante de una pizza o un plato de pasta.

Se agachó a coger una caja marcada como “estantes de la Biblioteca” con la letra clara y visible de Ashley.
 
Zac: Esa pesa mucho. Coge esta.
 
Ness: ¿Y el local de debajo del piso de Ashley? Su piso temporal.
 
Zac: Ya pensaremos algo. Paso a paso.
 
Ness: A veces me gusta ir rápido.
 
Zac: Así es como se tropieza.

Ladeó su caja y abrió la puerta con la cadera.
 
Ness: Pero se llega antes.
 
Zac: Si tropiezas, no.

Salió y cerró la puerta.
 
Ness: Guardo muy bien el equilibrio. El sitio es precioso -añadió mientras él hacía lo mismo de antes para pasar la puerta del porche-.
 
Zac: La panadería y Alex primero. El edificio no va a ir a ninguna parte.
 
Quiso rebatírselo. ¿Por qué tener un espacio vacío en Main si se podía ocupar? Pero dirigió la mirada a Nick y Nora, y a la voz de Rachel. Quizá fuera preferible acudir directamente a quien dirigía el cotarro, decidió.

En la Biblioteca, repasó las cajas con Ashley y Claire, colocando libros y adornos en las estanterías. Románticos, de misterio, de historia local, clásicos… Una colección de botellas antiguas, una vieja maqueta de un coche que había sido del padre de Zac, candelabros de hierro hechos por el señor Efron…
 
Ash: Pensaba que teníamos muchísimos -comentó-. Incluso creía que demasiados. Pero necesitamos más.
 
Claire: Tengo algunas cosas en la librería, y siempre hay algo en Gifts.
 
Ash: Pondremos la bandeja del decantador de whisky y los vasos allí, en el estante de abajo -retrocedió para estudiarlo-. Pero sí, harán falta algunos adornitos. De libros vamos bien. Has hecho un buen trabajo, Claire.
 
Claire: Ha sido un encargo divertido para mí.
 
Ness: ¿Sabéis lo que falta? -dijo apoyándose en la pared del fondo-. Tendríamos que sacar a la cuadrilla al porche principal y hacer una foto. Enmarcarla y colgarla aquí. La cuadrilla del Hotel Boonsboro.
 
Ash: Genial. Una idea fabulosa. Y, cuando tengamos los muebles, los cuadros -echó un vistazo alrededor-. El escritorio ahí, delante de la ventana, con un portátil para los huéspedes. El inmenso libro de visitas de piel. Ese sofá de cuero alucinante, las sillas, las lámparas.
 
Claire: Voy a buscar a Rachel y a Amy, a ver qué les parece -propuso. Pero, según iba hacia la puerta, resonaron por las escaleras gritos de guerra-. Me parece que mis hijos nos han invadido. Le había dicho a Mindy Cryer que pasaría a recogerlos y los traería aquí a cenar pizza. Por lo visto, ha decidido traérmelos ella.
 
Las escaleras retumbaron con lo que parecía una manada de búfalos en estampida. Las mujeres salieron justo a tiempo para ver a los tres hijos de Claire correr como locos por el pasillo.
 
**: ¡Mamá! La señora Cryer y su marido dicen que también quieren pizza. Hemos venido a ver el hotel.

Harry, el mayor, se abalanzó sobre ella para abrazarla y luego echó a correr.
 
Claire: Espera, espera.

Lo cogió de la mano, logró pillar de la cintura al mediano, Liam, que se abrazaba a sus piernas. Después de apretarle la mano a Harry, se encaramó a la cadera a Mark, el pequeño.
 
Mark: ¡Hola, mami! -le dio un beso a su madre-. Hemos hecho todos los deberes y merendado y jugado a Bendominoes, y le hemos dado de comer a Ben y Chester y el señor Cryer nos ha dicho que nos merecíamos dos dólares cada uno para jugar al Mega-Touch por portarnos bien.
 
Claire: Vaya, cuánto me alegro.
 
Liam: Queremos ver el hotel -dijo levantando la cabeza-. Y los Cryer. ¿Podemos ir, mamá? ¿Podemos verlo?
 
Claire: Sin correr y sin tocar nada.

Le alborotó a Liam el pelo rizado castaño claro, ya revuelto de natural.
 
Rachel: Me ha parecido oír a la tropa.
 
**: ¡Abu!

En bloque, los chicos corrieron a rodear a Rachel. Ella se agachó, los reunió a su alrededor y sonrió emocionada a Claire.
 
Rachel: Ahora soy Abu. -Le dio a cada uno un sonoro beso en la mejilla-. Eso es lo mejor que me han llamado nunca.
 
Mark: ¿Podemos ver tu hotel, Abu? -preguntó con su sonrisa de angelito y sus grandes ojos pardos-. Por favor… No vamos a tocar nada.
 
Rachel: Más os vale.
 
Alex: ¿Qué os parece si empezamos por arriba? -rodeó las escaleras y cogió a Claire de la mano-. David está abajo, presumiendo de Comedor delante de los Cryer. Subirán enseguida.
 
Harry: ¿Vienes, Abu? -le tiró de la mano a Rachel-. Queremos que vengas con nosotros.
 
Rachel: A ver quién puede impedírmelo.
 
Liam: Alex dice que podremos dormir aquí cuando esté acabado -cogió a Rachel de la otra mano y Mark levantó los brazos hacia Alex-. Y podremos escoger una de las camas grandes. ¿Tú también dormirás aquí?
 
Rachel: Ese es el plan. La primera noche dormiremos todos aquí.
 
Mientras se dirigían a la tercera planta, Vanessa se acercó a Zac.
 
Ness: ¿No te parece una estampa preciosa? ¿No es algo hermoso de verdad? Claire y los niños; Claire y Alex; Claire, Alex y los niños. Tu madre con todos ellos. -Sorbió un poco y se llevó una mano al corazón-. Me emociona.
 
Zac: Nos libra de una buena a David y a mí… ¡Bromeo! -dijo enseguida al verla fruncir los ojos empañados-. Mamá está loca por esos críos.
 
Ness: Qué suerte. Ahora tienen tres abuelas.
 
Zac: Mi padre los habría adorado.
 
Ness: Lo sé. -Con el corazón encogido, le frotó la espalda-. Siempre se le dieron muy bien los niños. Recuerdo aquellas comidas al aire libre en vuestra casa, y cómo corría por ahí con nosotros. Yo lo quería con locura. Siempre que venía a ver a mi padre me decía: «Hola, Morenita, ¿qué me cuentas?». -Suspiró-. Me parece que hoy estoy sensiblera. Anda, ven a ver lo que hemos hecho en la Biblioteca.
 
Zac: Papá te quería como si fueras de la familia.
 
Ness: Ay, Zac…
 
Zac: Es cierto. Tu padre era como un hermano para él, así que eras de la familia. Siempre me decía que cuidara de ti.
 
Ness: Venga ya.
 
Zac: Que sí. -Antes de entrar en la Biblioteca, le tiró de la coleta cobriza-. Uau. Qué maravilla… y qué rápido lo habéis hecho.
 
Ness: Estaba todo organizado -dijo, y rió-. Como bien sabes. Falta rellenar un poco, y se me ha ocurrido que podíamos hacer una foto de la cuadrilla en el porche. Podríamos enmarcarla y colgarla aquí. Ahora forma parte de la historia de este lugar.
 
Zac: Tienes razón. Lo organizaremos.
 
Ness: Podría hacerla yo… a ver si consigo convencer a David de que me deje su cámara. Tú dime cuándo están todos disponibles y allí estaré. ¿Dónde andará Ashley? -se preguntó-.
 
Zac: Ha ido a Nick y Nora con Amy, probablemente a acabar de decorarla.
 
Ness: No va a parar jamás si no la obligamos. Anda, ve tú. -Le dio un codazo-. Dile que se venga a cenar, y a Amy también. Seguro que a David y a ti os apetece tomar una cerveza y comer algo.
 
Zac: Ya hace rato.
 
Ness: Pues ve a insistirle. A ti te hará caso. Yo más vale que vaya pitando a advertir a los míos de que está a punto de llegarnos un grupo grande. A ver si puedo reservaros la sala del fondo.
 
Zac: Reservarnos. A todos. Tú también tienes que comer.
 
Divertida, ladeó la cabeza.
 
Ness: ¿Cuidando de mí?
 
Zac: Soy un hijo obediente.
 
Ness: Cuando quieres. Te veo en el restaurante.
 
Se separaron, pero, al pasar por Elizabeth y Darcy, Vanessa oyó voces. Suponiendo que parte del grupo se había detenido en ese punto, abrió la puerta.

En la habitación vacía estaba Mark, junto a la puerta abierta del balcón, parloteando. Solo.
 
Ness: ¿Mark?
 
Mark: ¡Hola!
 
Ness: Hola. Cariño, hace frío. No puedes tener el balcón abierto.
 
Mark: No he sido yo. Yo no he tocado nada. Le gusta asomarse a mirar.
 
Con cautela, Vanessa se acercó al balcón, encogida de frío mientras lo escudriñaba de arriba abajo.
 
Ness: ¿A quién le gusta asomarse?
 
Mark: A la señora. Dice que puedo llamarla Lizzy, como hace Alex.
 
Ness: Ah. -Sintió un escalofrío que nada tenía que ver con el balcón abierto-. Madre mía. Eh… ¿está aquí en este momento?
 
Mark: Ahí fuera, junto a la barandilla -señaló-. Me ha dicho que yo no saliera, que mi madre se preocuparía.
 
Ness: En eso tiene razón.
 
Mark: Está esperando.
 
Ness: ¿Ah, sí? ¿A qué?
 
Mark: A Billy. ¿Nos vamos ya a comer pizza?
 
Ness: Eh… sí, enseguida -dio un respingo cuando se abrió la puerta que daba al pasillo. Luego rió, apenas, al ver que Zac se la quedaba mirando-. Estamos… yo qué sé. Mark, me ha parecido oír a mamá y a Alex arriba. Sube, anda. Y prométeme que te vas a quedar con ellos.
 
Mark: Vale. Solo quería ver a Lizzy. Le gusta tener con quien hablar. ¡Adiós!
 
Ness: ¡Joder! -soltó en cuanto el crío salió-. He oído a gente hablar, y digo «gente», por eso he abierto la puerta. Pero dentro solo estaba Mark, y la puerta del balcón abierta. Dice que la señora, Lizzy, está ahí de pie, en la barandilla. La ve, y habla con ella. He oído voces, Zac, en plural. Y…
 
Zac: Tranquilízate, respira.
 
Zac entró y cerró la puerta del balcón.
 
Ness: Que está ahí fuera. ¿No deberías esperar a que vuelva dentro?
 
Zac: Ya se las apañará.
 
Ness: Quizá ya esté dentro. -Con los ojos como platos, se recostó en la puerta-. ¡Qué bien! Mark Brewster, el niño que susurraba a los fantasmas. Me ha dicho que esa mujer espera a un tal Billy. Yo quiero quedarme aquí. Igual tengo un encuentro… salvo que sean alienígenas, ¿no? Uau.
 
Esta vez Zac le puso las manos en los hombros. Se aceleraba como un motor.
 
Zac: A ver, respira hondo.
 
Ness: Estoy bien. Es emocionante, y algo desconcertante… pero de una forma genial. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
 
Zac: Te has llevado tú toda la emoción. ¿Entonces espera a Billy?
 
Ness: Eso me ha dicho Mark, y parece que tiene línea directa con ella. Igual Billy es su marido, o su amante.
 
Zac: Los maridos suelen ser también amantes.
 
Ness: Ya sabes a lo que me refiero. Y lleva esperándolo aquí todos estos años. Esperando a su Billy, sin más. Ay, qué romántico.
 
Zac: A mí me parece trágico.
 
Ness: No… bueno, vale, pero romántico también. Un amor eterno, de los que duran, porque de esos no hay muchos en la vida real, ¿no?
 
Zac: Eso no lo sé -empezó, pero ella seguía bullendo de emoción-.
 
Ness: La tiene retenida aquí porque ese amor es poderoso. Es mágico. Es lo que más le importa. Lo es…
 
Se abrió de golpe la puerta en la que estaba apoyada, catapultándola hacia Zac. Él la abrazó con fuerza para que no perdiera el equilibrio y ella, echando la cabeza atrás, lo miró a los ojos.
 
Ness: …todo -terminó la frase-.
 
Zac no dijo nada. Los dos se quedaron allí, pegados el uno al otro, la puerta del balcón abierta y el sonido de carreras y risas por el pasillo, fuera de la habitación.

Se dijo, ¿por qué no? ¿Por qué no?

Y en un instante su boca envolvía la de ella y sus dedos se enterraban en el pelo de él.

Apasionada e intensa, así la veía él, así le supo su beso. Apasionado e intenso, lleno de luz y de energía. De Vanessa.

Todo fue muy rápido, acelerado, y un deseo punzante y demoledor se apoderó de su cuerpo, una ardiente premura le corría bajo la piel. Perdió la pista a todo lo demás, a lo que no fuera el sabor y el movimiento de ella, las exigencias de sus labios, el aroma a limón y a madreselva.

De puntillas, se anclaba a él como un tornillo mientras el estremecimiento y la sorpresa fluían por ella como un río. Dejó que la inundara la furia de una avalancha tumultuosa que la arrastraba a lo desconocido al tiempo que la atrapaba en aquel momento.

Fue él quien se separó primero y la miró como si acabara de salir de un trance.
 
Zac: ¿Qué ha sido eso?
 
Ness: No sé.

Realmente tampoco sabía si le importaba mucho, menos aún cuando él se acercó y volvió a estrecharla en sus brazos. Ella se aferró a aquel apasionado instante, se acurrucó en él.

Alguien aporreó la puerta.
 
Alex: ¿Zac? ¿Vanessa? -gritó-. ¿Qué pasa? Abrid la condenada puerta.
 
Zac: Un momento. -Con cuidado, soltó a Vanessa-. Un momento -le dijo ahora a ella-.

Recuperando el aliento, se acercó a la puerta, que se abrió con suavidad.
 
Alex: ¿Qué coño pasa? -inquirió, luego detectó el balcón abierto-. Ah.
 
Zac: No pasa nada. Tranquilo. Yo me encargo.
 
Alex: Mark nos ha dicho que Vanessa y tú estabais aquí -miró por encima del hombro para asegurarse de que los niños no andaban cerca-. ¿Estáis bien?
 
Zac: Sí. Muy bien. Vamos… eh… nos vamos a cenar pizza.
 
Alex: Perfecto. Asegúrate de que el balcón queda cerrado.
 
Ness: Ya lo cierro yo.

Sin más, Vanessa lo cerró y echó la aldabilla.

Alex: Estupendo. Nos vemos en Vesta.
 
Alex les lanzó una última mirada antes de marcharse.

Observando fijamente a Vanessa, Zac se quedó donde estaba, agarrado al pomo de la puerta abierta.
 
Ness: Qué cosa más rara. ¿Verdad?
 
Zac: No sé.
 
Ness: Igual tanto hablar de romance y de amor… ha desencadenado lo que fuera.
 
Zac: Sí. Probablemente. Bueno.
 
Ella inspiro hondo, luego se acercó a él.
 
Ness: No quiero que haya rollos raros entre nosotros.
 
Zac: Vale.
 
Ness: Quizá deberíamos salir de aquí. De esta habitación, digo.
 
Zac: Vale.
 
Ness: Me voy a echarle una mano a Dave.
 
Zac: Vale.
 
Vanessa le dio un puñetazo en el pecho.
 
Ness: ¿No sabes decir otra cosa? ¿Vale, vale, vale?
 
Zac: Ahora mismo me parece lo más sensato.
 
Ness: Y una mierda, lo más sensato. -Suspiró otra vez-. No habrá rollos raros entre nosotros, y no digas que vale.
 
Salió escopetada y bajó las escaleras.
 
Zac: Vale -dijo por lo bajo. Cerró la puerta. Cuando se alejaba, le pareció oír el susurro de una risa femenina a su espalda-. Sí, menuda broma -masculló-.

Metiéndose las manos en los bolsillos, bajó ceñudo las escaleras.




Me ha gustado lo de: que coño hacía Zac fuera preguntándose nada XD
Y a ver cuanto le dura a Vanessa su argumento...

¡Thank you por el coment y las visitas!
¡Comentad más, please!

¡Besis!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

que lindo!!!!
esta parejita cada vez me gusta mas
siguela pronto
se me hace muy interesante el fastasma
ese fantasma los unira mas
sube pronto


saludos

Lu dijo...

Me encanto!
Creo que el fantasma hizo que ellos se cesarán, tiene mucho que ver me parece.
Que lindos sonnnn


Sube pronto

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