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lunes, 21 de julio de 2014

Capítulo 3


Lo había conocido un viernes frío y ventoso a mediados de diciembre, cuando ella acababa de entrar a trabajar en P&D y Molly, una de las secretarias que trabajaban en el mismo piso que Vanessa, había ido a buscarla para acompañarla al comedor de empleados de la compañía donde iba a tener lugar una pequeña fiesta para celebrar las navidades. Habían adornado el recinto con globos, serpentinas y un árbol de navidad y en medio de la estancia había una mesa langa llena de toda suerte de canapés y bebidas. Vanessa se sirvió un vaso de ponche. El sabor de las frutas se mezclaba deliciosamente con ron y quién sabe qué otro licor. Vanessa no había tomado ponche desde hacía mucho tiempo y después de beber con entusiasmo un vaso, se sirvió otro.

Molly le presentó a algunos de los compañeros de trabajo y señaló a otros, haciendo algún comentario pertinente al respecto.

Ness: ¿Quién es ese? -preguntó al ver al rubio alto de ojos color azul, guapo y elegante, que charlaba animadamente con otros hombres junto al árbol de navidad-.

Molly suspiró con nostalgia.

Molly: Es Zac Efron. ¿No es un sueño? Todas las empleadas de P&D estamos locas por él.

Vanessa le observó mientras se dirigía con increíble gracia felina hacia la mesa para llenarse un vaso de ponche. Al acercarse, capto la mirada de Vanessa, dudó un momento y luego le dedicó una amplia sonrisa. Molly sacudió el brazo de su amiga.

Molly: ¿Quieres que te lo presente? -susurró-.

Ness: Si tú no lo haces, yo misma me presentaré -declaró con una pícara sonrisa-.

Por lo visto a él le interesaba tanto conocer a la recién llegada muchacha de sedosa cabellera negra y ojos soñadores, como a ella conocerle a él. Se deslizó con su gracia de tigre hacia las dos empleadas, saludó a Molly con una inclinación de cabeza y luego se volvió hacia Vanessa, con una radiante sonrisa.

Zac: Eres nueva por aquí, ¿verdad? -murmuró con voz profunda y resonante-.

Molly: Zac -intervino en su papel de relaciones públicas-. Te presento a Vanessa Hudgens. Vanessa, él es Zac Efron.

Zac: Gracias, Molly -dijo sin despegar los ojos de Vanessa-. Desde ahora en adelante yo me encargare del resto.

Molly reprimió una risita y se escabulló, para ir a reunirse con otro grupo de secretarias.

Vanessa consiguió conservar la calma mientras intercambiaba con Zac una serie de frases de contesta. En general los hombres no la intimidaban, pero había algo en Zac Efron que le impedía hablar con naturalidad. O quizá se debiera a la cantidad de ponche que había ingerido.

En todo caso, cuando Zac le preguntó si quería dar un paseo con él, Vanessa aceptó. Después de dejar encima de la mesa su vaso y el de ella, Zac la agarró del brazo y la condujo fuera del comedor, charlando sobre trivialidades, subieron en el ascensor todavía hasta el piso superior y luego avanzaron por un pasillo hasta llegar a un despacho. Zac abrió la puerta y empujo dentro a la joven.

Zac: Por fin, el muérdago -anunció-.

Vanessa miró a su alrededor y comento:

Ness: No veo ningún muérdago por aquí.

Zac la cogió por los hombros y la hizo volverse hacia él.

Zac: Usa tu imaginación -había dicho antes de atrapar su boca con los labios-.


Zac: Aquí está el agua.

La voz de Zac la hizo volver al presente. Vanessa movió la cabeza para desechar aquel recuerdo y aceptó el vaso que Zac le estaba ofreciendo. Ni siquiera le había oído entrar y cerrar la puerta.

Demasiado turbada para hablar, Vanessa mojó una punta del trapo con el agua y se limpió la camisa.

Zac: Tengo entendido que se debe usar un babero para protegerse la ropa.

Ness: ¿Un babero?

Zac se sentó en el suelo a un lado de la joven y le enseñó el babero que había cogido del sillón.

Zac: Si, esto se llama así.

Ness: Vaya -dijo con indiferencia-.

Zac: Realmente siento lo de tu camisa, Vanessa.

Vanessa asintió y, quizá a causa del turbador recuerdo de su primer encuentro, sintió el impulso de enfrascarse en una discusión con él.

Ness: Es curioso que me hayas pedido que te ayude a cuidar del bebé, cuando sabes más de ese asunto que yo. ¿Es que saber cuidar a un niño resulta una amenaza para tu masculinidad?

Zac la miró con fijeza y soltó una risotada, como si esperara un comentario semejante de Vanessa.

Zac: Tú sabes cuándo es hambre lo que tiene el bebé. Yo sé que este trapo se llama babero, creo que mi masculinidad puede sobrevivir a este conocimiento.

Ness: ¿Y cómo te has enterado de que existen los baberos?

Zac: Me lo ha dicho Miley.

Ness: ¿Miley?

Zac miró al niño dormido.

Zac: La madre de Michael -respondió por fin-.

Era evidente que no quería que Vanessa supiera que tipo de relación existía entre la madre de Michael y él. Vanessa miro a la criatura y luego a Zac y volvió a pensar en la posibilidad de que el pequeño fuera hijo suyo. Pero aunque debería condenarle por su irresponsabilidad, se descubrió sintiendo por él una extraña conmiseración. Cada vez que miraba a Michael, la actitud de Zac parecía cambiar. Ver sus ojos brillar con esa mezcla de pesar, temor y ternura hacía que algo se fundiera dentro de Vanessa. No podía enfadarse con él, hubiera hecho lo que fuese, sin importar cuál fuera su relación con el pequeño que dormía plácidamente.

Zac: ¿Me ayudarás a llevarle a casa?

Ness: ¿Qué quieres decir?

Zac: Tengo que llevarle a casa. Y tengo que comprar algunas cosas para él; por ejemplo, una cuna. Podrías ayudarme a elegir una.

Ness: ¿Yo? -farfulló perpleja-. ¿Por qué yo?

Zac: En cuanto que le dejemos bien dormido podremos revisar el contrato Carter -explicó-.

Ness: Podríamos hablar del documento por teléfono -protestó-. ¿Qué diantre tiene que ver el contrato con mi ayuda para comprar la cuna?

Zac: Porque las mujeres...

Ness: Yo no sé nada sobre cunas -le interrumpió-. Cualquier otra mujer en esta compañía estaría más que dispuesta a acompañarte a comprar la cuna. ¿Por qué no se lo pides a una de ellas?

Zac la miró a los ojos sin parpadear. El tierno amor que había visto en aquellos ojos cuando se posaban en el bebé no estaba allí, pero había otras emociones igualmente interesantes: confianza, necesidad y firmeza.

Zac: Cualquiera de las mujeres que trabajan en esta compañía me pediría algo a cambio de su ayuda -declaró sin rodeos-. Lo cual no estoy dispuesto a ofrecerles. -Vanessa asintió en callado entendimiento-. ¿Me ayudarás? -insistió-.

Ella suspiró.

Ness: Bien -aceptó y empezó a ponerse de pie-.

Zac le extendió una mano y ella aceptó con naturalidad aquella muestra de caballerosidad. Antes de salir del despacho de su compañero de trabajo, preguntó:

Ness: Solo quiero saben una cosa, Efron. ¿Debo guardar el secreto?

Zac: No, por supuesto que no. Me vieron entrar con el bebé en el despacho y me verán salir con él -arropó al niño dormido con una manta y se incorporó-. Pero me gustaría que nuestra salida juntos fuera lo más discreta posible. No quiero contestar ahora un montón de preguntas indiscretas. ¿De acuerdo?

Ness: De acuerdo.

Vanessa siguió mirándole mientras él recogía el resto de las cosas del bebé y las metía en una bolsa. Se puso la chaqueta y entregó la bolsa a la joven, mientras él empujaba el carrito. Una vez fuera del despacho, Zac cerró la puerta con llave.

De repente, Vanessa se preguntó por qué había aceptado ayudarle. Quizá se hubiera vuelto un poco loca, después de todo.

Ness: Se parece a ti -observó-.

Zac alzó la mirada del documento que estaba leyendo y miro a través de la mesa. Vanessa estaba sentada en el otro extremo con el bebé sobre el regazo. La joven había supuesto que la anilla de plástico amarilla que había visto en el suelo del despacho de Zac era uno de esos juguetes que se da a los bebés para que muerdan y desarrollen la fuerza de sus maxilares. Cada vez que lo metía entre los labios del pequeño, él lo apretaba con las encías, sonreía y movía las manitas con entusiasmo.

Y cuando sonreía y sus ojos color azul se posaban en ella, Michael adquiría un enorme parecido con Zac. Quizá no debiera haber mencionado el parecido; quizá Zac pensara que era una forma indirecta de interrogarle respecto al bebé. Pero la observación se le había escapado y ya no podía retractarse.

De hecho, Zac pareció más extrañado que molesto.

Zac: ¿Tú crees?

Ness: Un poco -subrayó-. Cuando sonríe.

Zac observó un momento al bebé y luego se encogió de hombros.

Zac: Más vale que se me parezca cuando sonríe y no cuando se enfada -echó una ojeada a la carpeta que estaba sobre la mesa entre él y Vanessa-. Has hecho un gran trabajo acerca de lo de Carter, ¿eh? -observó con una mezcla de asombro y admiración-.

La atención de Vanessa se desvió del bebé a la carpeta. Antes de salir de las oficinas de P&D aquella tarde, había sacado del archivo todos los documentos relacionados con el contrato Carter para trabajar en su casa. Quizá Zac pensara hacer de papá soltero el resto del día, pero ella tenía la esperanza de trabajar sobre aquel asunto cuando el pequeño se calmara un poco. Antes de ir al apartamento de Zac, se habían pasado por la casa de Vanessa, donde ella se había cambiado de ropa.

Desde la casa de Vanessa habían ido a una tienda especializada en bebés. Finalmente habían elegido, al cabo de un breve debate sobre sus pros y sus contras, una cuna de madera.

Después de meter en el coche la cuna, algunas bolsas de pañales, algunos biberones y un oso de peluche que debía ser el doble del tamaño de Michael, se dirigieron hacia el apartamento de Zac. El lugar era como Vanessa había supuesto: grande, con elegante mobiliario, luces indirectas y un complejo equipo de música. Justamente el tipo de decoración impersonal y elegante que un joven y triunfal ejecutivo como Zac elegiría, pensó Vanessa con cierta indiferencia.

Zac llevó los artículos comprados al piso superior y montó la cuna mientras Vanessa daba a Michael un biberón. Ella hubiera preferido pasar el tiempo curioseando en la sala, leyendo los títulos de los libros acomodados con cuidado en los estantes que abarcaban una de las paredes o buscando entre los sillones de cuero algún pendiente olvidado. Le incitaba la curiosidad sobre Zac. Hasta ese momento no se había ocupado de preguntarse dónde o cómo viviría. Pero eso se debía, sin duda, a que no habían tenido un contacto personal desde aquella tarde hacia ya cuatro años.

Recordó que la única razón por la que Zac le había pedido ayuda era que confiaba en su discreción. Sentada a la mesa en la confortable y bien equipada cocina, Vanessa acomodó la cabeza del bebé sobre su regazo y el cuerpo sobre sus rodillas y mientras él se tomaba el biberón, meditó sobre la situación.

No podía haber otra razón por la solicitud de ayuda de Zac aparte de su falta de curiosidad. No podía haberle pedido su ayuda por amistad, ya que la relación que habían mantenido desde aquella celebración navideña había sido todo menos amistosa.

Sin embargo, ahora se sentía más unida que nunca a él. Quizá más que amistad o simpatía, lo que sentía ahora por él era una especie de compasión solidaria. Zac no era precisamente el tipo de hombre que podía suscitar compasión en una mujer como Vanessa. Sin embargo, verle tan inseguro y vulnerable no dejaba de ser conmovedor. Y su insistencia en comprar ese absurdo oso de peluche monumental…, nunca habría imaginado Vanessa que Zac pudiera ser tan poco práctico. Pero más que poco práctico, el hecho de comprar el oso había sido enternecedor. Algo en Michael hacía brotar la ternura escondida en Zac. Esa dulzura desconocida, inusitada, más que otra cosa, era la que despertaba la curiosidad de Vanessa.

Cuando el bebé dejó de comer, ella siguió jugando con él, mientras Zac ojeaba el contrato de Carter Software. Se había puesto unos pantalones vaqueros y una camisa deportiva a rayas. El atuendo informal le sentaba bien, pensó Vanessa, con la mitad de su atención concentrada en el bebé que tenía en el regazo y la otra mitad en el apuesto hombre que se encontraba enfrente de ella.

Zac: Me sorprende que hayas realizado tanto trabajo preliminar sobre la cuenta incluso antes de que Carter aceptara nuestros servicios -observó, colocando los papeles en un ordenado montón antes de volver a meterlos en la carpeta-. ¿Y si hubiera decidido contratar los servicios de otra asesora?

Ness: Pues habría perdido mucho tiempo y esfuerzo -respondió encogiéndose de hombros-. Siempre hago mucho trabajo preliminar cuando estoy cortejando a un nuevo cliente. Después de todo, no quiero que piensen que solo por ser mujer no sé nada sobre sus negocios.

Zac no podía haber dejado de notar su tono irónico, pero respondió con seriedad:

Zac: Debe ser muy molesto para ti encontrarte con clientes que no te tomen en serio, ¿verdad?

Ness: Clientes y colegas.

Zac esbozó una sonrisa enigmática.

Zac: ¿Te refieres a mí?

Ness: A quien se de por aludido, Efron…

Bajó la mirada y procuró no alterarse.

Aquel era un tema que podía irritarla con facilidad.

La sonrisa de Zac se suavizo.

Zac: Siempre te he tomado en serio, Hudgens.

Ness: Ja, ja -se burló-. Sin duda es por eso por lo que hiciste todo lo posible para que no me incluyeran en el contrato Bachman y por lo que pasaste a Bob Glickman el asunto de Drake y Compañía en lugar de a mí y por lo que ni siquiera cuentas ningún chiste verde en mi presencia, ¿verdad?

Zac: ¿Te gustan los chistes picantes? -preguntó arqueando las cejas-.

Ella le miró fijamente.

Ness: Sí, si son graciosos -declaró-. Pero no si son misóginos.

Zac sonrió y dijo:

Zac: Me extraña que manifiestes tus opiniones feministas cuando en este momento pareces una abnegada madre.

Ness: ¿Madre abnegada? -explotó-. ¡Este bebé es problema tuyo, Efron, no mío!

Zac: En ningún momento he dicho que sea tuyo -dijo con calma-. De hecho, no he dicho que sea un problema -sonrió-. Lo que he querido decir es que cuando le coges así y juegas con él, estás muy... muy femenina.

¡Como si una mujer solo estuviera femenina cuando cuidaba un bebé y no cuando se ocupaba de negocios y analizaba datos financieros!, pensó ella con irritación.

Ness: Si tu intención ha sido halagarme. Efron, has fracasado entre dientes -dijo mientras volvía a colocar la anilla de plástico en la boca de Michael-.

Zac parecía a punto de replicar algo, pero sus palabras fueron interrumpidas por el timbre del teléfono. Se echó un poco hacia atrás y descolgó el aparato.

Zac: Hola -permaneció en silencio un momento y su cara adquirió una repentina expresión de seriedad. Apretó el auricular-. Sí, está bien, acepto la llamada... ¿Miley? ¿Miley, dónde estás?




Osea que entre Zac y Ness hubo "algo" hace un tiempo...
Pero se nota que Ness no tiene ninguna simpatía hacia Zac. Pero en el fondo seguro que está loca por él XD
Si no porque iba a aceptar ayudarle XD XD

Bueno, vamos a ver quien es Miley y qué pasa con ella.

¡Thank you por los coments!
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¡Un besi!


3 comentarios:

Maria jose dijo...

Uuuuuyyyyyy esta novela me intriga mucho
Esta excelente, me esta gustando mucho
Es el tipo de novelas que me encantaría leerlas
Toda en 2 horas
Sube pronto

Unknown dijo...

Qué bonita novelaaaaaaaa!!! Ya me robó el corazón! *.*
En serio, ya me encantó!
Pero yo quiero que Michael sea el hijo de Zac jiji, aunque creo que debe ser su sobrino o algo así :(

bueno, síguela pronto!! :D

Unknown dijo...

Que capitulo!
Me intriga saber de quien es ese bebe.... y quien es Miley!
Me encanto el capi.


Sube pronto

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