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domingo, 6 de julio de 2014

Capítulo 22


Alguien emitía unos gritos fuertes y estridentes. Vanessa se puso de pie mientras su madre se derrumbaba en el suelo, y comprendió al fin que era ella misma la que gritaba.

Mike: ¡Cállate! -vociferó-.

Acercó la pistola y le golpeó la cabeza con la culata.

Vanessa notó un estallido de dolor. Mientras retrocedía tambaleándose por la fuerza del golpe, Mike volvió a golpearla. Esta vez cayó, notando la inflexible dureza del suelo al desplomarse. Tenía la visión borrosa y la cabeza le daba vueltas. Parpadeó para ver a través de sus propias lágrimas, y contempló el cuerpo de su madre. El charco de sangre se había extendido y casi rozaba los dedos de Vanessa. Consiguió retroceder, llena de pánico, antes de que Mike pudiera golpearla de nuevo con la pistola. No podía impedir que le disparara, pero sí que la golpeara hasta matarla.

O, al menos, podría ponérselo difícil.

Mike miraba la pistola con expresión satisfecha.

Mike: También me gusta utilizarla así. El sonido que hace al impactar con la piel y los huesos es agradable.

Vanessa no podía hablar. Intentó limpiarse en el pantalón la sangre de Isabella que manchaba sus manos. Tenía la cara entumecida, hinchada, y la boca parecía no responderle. Se palpó los labios con la lengua y paladeó su propia sangre.

Ness: ¿Qué vas a hacer? -inquirió al fin con voz ahogada-.

Mike ladeó la cabeza mientras sopesaba las posibilidades.

Mike: Bueno, es posible que me haya precipitado un poco. Ahora no podremos quedarnos aquí. Isabella lo ha puesto todo perdido, ¿eh? Cómo habría detestado verse así. Con lo estricta y remilgada que era. Yacer tumbada sobre su propia sangre le habría parecido una tremenda falta de educación.

Ness: ¿Está muerta?

Mike: No tengo ni idea. Pero si no ha muerto, morirá pronto. Levántate, Vanessa. Deja de encogerte como un animal asustado... No es propio de una Hudgens. A tía Isabella no le gustaría.

Vanessa logró ponerse de pie. La cabeza aún le palpitaba y no podía ver con claridad.

Ness: ¿Vas a dispararme?

Mike: Aguardaré a que llegue Zac antes de decidirlo. Espero convencerlo para que te mate él mismo, aunque puede que eso no sea más que una fantasía por mi parte.

Ness: ¿Por qué iba a querer matarme?

Mike: Perdió dieciocho meses de su vida por tu culpa. Ha pasado años pensando en ti, y Asesino no es un hombre al que le guste sentirse vulnerable. Ya ha conseguido acostarse contigo... Quizá esté dispuesto a deshacerse de ti. El odio es la otra cara de la moneda, ¿sabes? Y Zac te odia. Lo sabes, ¿verdad? En el fondo, Zac te desprecia, quiere verte muerta. Por eso dejó que te fueras del garaje sola. Sabía que acabarías viniendo aquí, sabía lo que yo podía hacerte. Zac quiere que yo me ocupe de los cabos sueltos para que así podamos estar juntos por fin.

Vanessa simplemente lo miró.

Ness: Estás loco.

Mike se limitó a reír.

Mike: A juicio de algunos, supongo. A tu patético y aburguesado juicio. Yo prefiero considerarme un visionario. Alguien que hace lo que hay que hacer -gesticuló con la pistola-. Ven, Preciosa. Tenemos una cita con el destino.

Vanessa no estaba segura de poder andar, pero no tenía elección. Caminó delante de él, notando de vez en cuando el cañón de la pistola en la espalda, y bajó por la escalera.

La luna iluminaba el helado paisaje. El viejo Mercedes de Isabella estaba aparcado junto a la cochera, con el motor aún en marcha.

Mike: Todavía tiene ese coche tan viejo. ¿En qué coche has venido tú? Imagino que no habrás traído el Volvo. ¡Ah, ya sé! Zac te despachó de su casa en el Cadillac. ¡Qué apropiado! Tengo razón, ¿a que sí?

Ness: Vete al infierno.

Mike: No sé cuál me llevaré cuando me vaya de aquí -dijo con voz ausente-. El Cadillac me trae buenos recuerdos, pero los Mercedes siempre me han gustado tanto como los Audi. En fin, supongo que dependerá del coche que traiga Zac.

Ness: Zac no vendrá.

Mike le clavó el cañón de la pistola en la espalda, y Vanessa gimió de dolor.

Mike: Claro que vendrá. Vendrá a por ti, y vendrá a por mí.

La agarró por el brazo y la arrastró hasta el Mercedes. Cuando abrió la portezuela para detener el motor, el aire se llenó del conocido perfume de Isabella, Channel N° 5.

Ness: ¿Cómo has podido matarla? -preguntó con voz rota-.

Mike: No sé por qué te importa tanto. Ella te habría sacrificado sin dudarlo. Nunca le importaste.

Vanessa se giró para mirarlo

Ness: Pero a mí ella sí me importaba -se limitó a decir-.

Mike: Pues más tonta eres. Vamos -añadió mientras la arrastraba hacia los escombros de la vieja mansión-.

Las destrozadas torres se destacaban contra el cielo de la noche.

Alguien había tapado la puerta de entrada con tablones, pero Mike atravesó la fina barricada de madera y arrastró a Vanessa consigo por las retorcidas escaleras. Aún estaba mareada. El pantalón se le había enganchado en algo y se había roto. Vanessa notó que el tobillo le sangraba, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Solo podía seguir a la escuálida figura de Mike y dejarse arrastrar por la mano que le oprimía la muñeca como un grillete.

La súbita salida al aire nocturno la pilló por sorpresa. Los techos de la torre se habían derrumbado, dejando el espacio expuesto al viento y al clima; la nieve se había acumulado contra uno de los muros.

Mike: ¿No te parece estupendo? Podremos disfrutar del aire fresco y ver las luces del coche de Zac desde lejos. Teníamos que alejarnos de tía Isabella, ¿sabes? Los cadáveres empiezan a oler al cabo de un tiempo.

Vanessa ni se molestó en discutir.

Ness: Hace frío.

Mike: Sí, ¿verdad? -convino con voz satisfecha-. Ponte de rodillas, Vanessa. -Ella, que se había apoyado en la pared medio derruida, se enderezó al oírlo-. Vamos, Vanessa. Se lo hiciste a Asesino. Podrás hacérmelo a mí también -dijo llevándose la mano a la cremallera del pantalón-.

Ness: Puedes dispararme ahora mismo si quieres -respondió con rotundidad-. Porque no pienso tocarte.

Él se rió.

Mike: Qué quisquillosa eres. Pensaba que ya le habrías pillado el gusto. Pero da igual. No eres mi tipo. Extiende los brazos. -Vanessa siguió sin moverse. Mike soltó la pistola, le agarró los brazos y empezó a atarle las muñecas con una fina cuerda de plástico-. Esto quizá te guste, preciosa -susurró-. Voy a atarte para que no puedas moverte -a continuación la tumbó en el suelo y fue pasándole la cuerda por los tobillos, la cintura, el hombro y el cuello, donde le hizo un fuerte nudo. Tan fuerte que Vanessa no sabía si podría hablar. O respirar. Mike retrocedió para contemplar su trabajo y agarró de nuevo la pistola-. Seguro que notas lo tensa que está la cuerda, preciosa. Como forcejees o intentes gritar para avisar a Zac, te estrangularás a ti misma. La cuerda te aplastará la laringe y te ahogarás con tu propia sangre. Confía en lo que te digo, un disparo sería mucho más misericordioso.

Ness: ¿Que confíe? -dijo en un tenso susurro-. Tú no sabes lo que es la confianza. Ni la misericordia.

Él esbozó una sonrisa macabra mientras se acercaba y tiraba levemente de la cuerda, dejándola sin aire unos instantes.

Mike: En realidad, sé perfectamente lo que son la confianza y la misericordia -dijo sentándose sobre sus talones-. Pero no me interesan. ¿No es cierto, Asesino?

Vanessa no lo había oído, no lo había visto, pero Zac apareció de pronto y se alzó sobre la silueta de Mike.

Zac: ¿Confianza y misericordia? -repitió con voz fría y áspera-. No van con tu estilo, ¿verdad?

Mike pasó la mano por el pecho de Vanessa, tocándole los senos, y ella tuvo que hacer un esfuerzo para no retorcerse. Cualquier movimiento hacía que la fina cuerda se tensara peligrosamente. Mike siguió bajando por el vientre y le metió la mano entre las piernas mientras miraba a Zac.

Mike: Si te acercas más, morirá -dijo con naturalidad. Vanessa vio entonces el brillo del cuchillo a la luz de la luna-. La pistola me gustaba, y la idea de hacer que te ahogues con tu propia sangre me resulta atractiva, pero el cuchillo es mi arma favorita. Como intentes algo, Asesino, le rebanaré la garganta y tendrás que ver cómo muere desangrada. Estamos lejos de cualquier hospital, así que no tendría posibilidades de sobrevivir.

Zac: No intentaré nada -dijo con voz carente de emoción-. ¿Qué es lo que quieres, Mike?

Mike: ¿La espera ha merecido la pena, Asesino? Has estado obsesionado con Vanessa casi toda tu vida. La realidad debió de resultarte muy decepcionante.

Zac: ¿Qué quieres que te diga? ¿Que es un desastre en la cama? ¿Que no veía el momento de librarme de ella? ¿Que es una tía insoportable, como tú decías? Muy bien, te diré todo eso. Pero Vanessa no tiene por qué morir.

Justo lo que deseaba oír, se dijo Vanessa mientras miraba más allá de los hombros encorvados de Mike. Notó que se le saltaban las lágrimas y sintió ganas de echarse a reír. Estaba a punto de morir a manos de su primo y le preocupaba lo que Zac pensara de ella. Estaba tan loca como Mike.

Mike: Podrías decirme eso, sí -murmuró al tiempo que acariciaba el cuello de Vanessa con la hoja del cuchillo-. ¿Es cierto?

Zac no respondió a la pregunta.

Zac: ¿Qué quieres de mí, Mike? -volvió a preguntarle-.

Luego se inclinó hacia delante y le apretó el cañón de una pistola contra la sien.

Mike simplemente sonrió.

Mike: ¿Quién es más rápido? -canturreó-. ¿Puedes volarme los sesos antes de que le rebane la garganta? No lo creo. Eso significa que hemos llegado a un punto muerto. Vamos, suelta esa pistola antes de que resbale y haga algo que no quiero hacer. Retrocede.

Zac no se movió, y Mike volvió a pasar el cuchillo por la garganta de Vanessa, pero esta vez hundió la hoja levemente. Ella notó el calor de la sangre que le corría por el hombro.

Mike: Retrocede -volvió a decir amablemente. Zac retrocedió hasta la pared opuesta-. Muy bien. Ahora deja la pistola en el suelo y empújala hacia mí con el pie.

Vanessa oyó el tintineo metálico de la pistola sobre el suelo cubierto de escombros y, luego, el ruido que hacía al deslizarse hacia ellos. Mike ni siquiera se molestó en girar la cabeza.

Zac: Te lo preguntaré por última vez, Mike. ¿Qué quieres de mí?

Mike alzó la cabeza. Sus preciosos y desquiciados ojos brillaban llenos de lágrimas.

Mike: Quiero que me ames -dijo antes de empujar el cuchillo hacia el cuello de Vanessa-.

Pero ella rodó para esquivarlo, y la hoja solo le rozó el hombro. A continuación, el sonido de un disparo rompió el silencio por segunda vez esa noche. El objeto que Zac había soltado en el suelo no era la pistola.

Mike se puso en pie, con el cuchillo aún apretado en la mano.

Mike: Ámame -susurró mientras la sangre manaba del agujero que tenía en el pecho-.

El cuchillo cayó al suelo y Mike se tambaleó hacia atrás y se precipitó por el borde del muro derruido, agarrando el cabo de cuerda con que estaba atada Vanessa.

Vanessa se estaba muriendo. Se estaba asfixiando, como Mike había dicho, a medida que la tensa cuerda tiraba de ella hacia la pared. Intentó gritar, pero solo pudo emitir un jadeo ahogado.

Y entonces la presión de la cuerda disminuyó y pudo respirar de nuevo. Zac cortó de golpe la cuerda con el cuchillo de Mike. Su rostro no dejaba traslucir emoción alguna.

Vanessa deseó que la abrazara. Necesitaba sentir sus brazos rodeándola, necesitaba enterrar la cara en su pecho y sollozar, pero permaneció muy quieta mientras él acababa de cortar la fina cuerda de plástico.

Ness: ¿Ha muerto? -preguntó con voz entrecortada-.

Sentía en la garganta un dolor insoportable.

Zac se levantó y miró hacia el costado de la torre.

Zac: Sí -contestó con voz fría-.

No intentó tocarla, no hizo nada salvo permanecer de pie junto a ella, esperando. Pero Vanessa no sabía qué era lo que esperaba.

Ness: Mi madre... Le disparó a mi madre...

Zac: ¿Dónde está?

Ness: En la cochera. Arriba. No sé si ha muerto.

Sus palabras apenas eran inteligibles, pero Zac pareció entenderla.

Zac: Iré a echarle un vistazo -Se quitó la chaqueta vaquera que llevaba puesta y se la arrojó a Vanessa-. Parece que tienes frío.

Ella oyó el sonido de las sirenas a lo lejos y comprendió que la policía se estaba acercando. De inmediato, sintió pánico.

Se incorporó trabajosamente, intentando recuperar el aliento.

Ness: Tienes que irte de aquí. La policía...

Zac no se inmutó. Debió de haber oído las sirenas mucho antes que ella.

Zac: Iré a ver cómo está tu madre -insistió-.

Ness: Pero luego huye. Nadie debe saber que has estado aquí. Me inventaré algo.

Él meneó la cabeza, en un gesto que podía ser de negativa o de incredulidad. Y después desapareció de su vida sin decir una palabra.




¡Por fin! ¡Todo acabó!

¿Ahora qué pasará con la mamá de Ness? ¿Y con Zac?
¡Todas las dudas se resolverán en el último capi!

¡Thank you por los coments!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

POOOOOOOOOR DIOS!
QUE DEMENTE ESTABA MIKE, NO LO PUEDO CREER!
Y MENOS MALQUE LLEGO ZAC... POBRE DE VANE SINO.


LA VERDAD QUE ES TREMEDO CAPITULO, ME ENCANTO... TUVE MUCHO MIEDO AL PRINCIPIO PERO POR SUERTE TODO SE RESOLVIO.

VAMOS A VER QUE PASA EN EL ULTIMO CAP. OJALA VANE ESTE EMBARAZADA... JAJAJA.


SUBE PRONTO.

Unknown dijo...

Desapareció de su vida sin decir una palabra??? Y si terminó preso por matar a Mike y Vanessa no sabe???? Nooooo!!!! Me dan mucha pena los dos!!! :'( :'( Ya quiero leer el último capítulo! Me encanta esta novela! No quiero que acabe :'( :'(

Sube prontitoo porfaaa!!
Cuídate!

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