topbella

viernes, 18 de julio de 2014

Capítulo 2


Zac: Pasa -dijo, y cogió a Vanessa del codo para hacerla entrar con rapidez-.

Echó una rápida ojeada al pasillo vacío y luego cerró la puerta.

Vanessa contempló con expresión de extrañeza la cara del bebé. No parecía tener más de dos meses. Vanessa no sabía mucho sobre bebés, pero éste le parecía muy pequeño, sobre todo en comparación con el ancho torso de Zac.

Desvió la mirada del niño al hombre. La corbata de éste estaba floja, su pelo desordenado y en su expresión había una mezcla de agotamiento y pánico. Tenía las mangas subidas hasta los codos y su siempre impecable camisa azul tenía una mancha sospechosa encima del bolsillo.

Vanessa se volvió para mirar el despacho del asesor financiero que, debido a la posición de éste en la compañía, era más grande y estaba mejor amueblado que el suyo. El trémulo sollozo del bebé volvió a atraer la atención de la joven hacia Zac, que estaba tratando en vano de calmar al pequeño balanceándolo sobre su hombro. El espectáculo del señor Macho Efron, de Don Juan Casanova Efron, tratando de consolar a un niño que berreaba era tan incoherente que Vanessa soltó una carcajada.

Zac: ¿Qué tiene esto de gracioso? -gruñó-.

Ness: Creía que... -tosió y trató de ponerse seria-. He estado oyendo el llanto de un bebé durante toda la tarde y creía que eran imaginaciones mías. Me alegra darme cuenta de que no estoy loca, después de todo.

Una oleada de risas la sacudió y el ceño de Zac se frunció más.

Zac: Cuando puedas controlar tu histeria, hazme el favor de hacérmelo saber.

Vanessa aspiró hondo y asintió. Zac dejó al bebé en el sofá y le metió el chupete en la boca.

Ness: Hm... supongo que no querrás hablar del contrato Carter en este momento, ¿verdad? -dijo con una significativa sonrisa. La respuesta de Zac fue una mirada severa-. Entonces, ¿por qué me has pedido que suba?

Zac: ¡Es obvio! -espetó-. Necesito tu ayuda aquí.

Ness: ¿Mi ayuda? -miró al bebé-. ¿Qué clase de ayuda?

Zac: Eres mujer, ¿no? Se supone que debes saber como tratar a los bebés.

Vanessa se tragó el deseo de rebatir aquel comentario evidentemente machista. Sí, parecía desesperado y Vanessa sintió una extraña conmiseración.

Ness: Me temo que no sé absolutamente nada sobre bebés -confesó-.

Zac: Pues debes saber más sobre bebés que yo.

Vanessa observó durante un momento al inconsolable niño.

Ness: No creo que sea un chupete lo que quiere. Quizá tenga hambre.

Dejó el contrato en la mesa, buscó el biberón y se lo ofreció al bebé.

Inmediatamente el pequeño se apoderó de la tetina y empezó a chupar con voracidad.

Zac: ¿Ves? -declaró como quien ve demostrado su argumento-. Las mujeres saben más sobre bebés.

Vanessa cogió al bebé en brazos y le acunó con torpeza. No había tenido en sus brazos un bebé desde que era una adolescente y cuidaba niños para ganar un poco de dinero. Era evidente qué Zac era uno de esos hombres que consideran que el instinto maternal es innato en todas las mujeres y que con solo coger a un bebé en brazos se despierta en ellas.

Pero Vanessa no opinaba lo mismo.

Ness: En serio, Efron, no tengo la menor experiencia en este tipo de cosas. ¿No podrías buscar a otra persona que te ayude?

Zac: Las secretarias harían demasiadas preguntas -dijo como única explicación-.

Vanessa sonrió complacida, a pesar de que consideró el comentario de Zac como un velado insulto a las mujeres en general, como si las secretarias fueran más chismosas que los asesores.

Ness: No tiene que ser una secretaria -señaló-. Estoy segura de que los empleados que son padres sabrán más que yo acerca de cómo tratar a un bebé.

Zac: No seas tonta -replicó-.

Vanessa no veía nada de tonto en su comentario. Muchos hombres en la actualidad participan en el cuidado de sus hijos desde su nacimiento. P&D contaba en su nómina con un gran número de hombres de ideas anticuadas, pero sin duda habría uno o dos que hubiera tenido alguna vez un niño pequeño en los brazos. Sin embargo no quiso discutir con Zac.

El bebé estaba inmóvil en sus brazos y advirtió que sus párpados se cerraban.

Ness: Creo que se está quedando dormido -susurró-.

Zac suspiró.

Zac: Gracias a Dios. Me vendrán bien algunos minutos de paz.

Se puso de pie, se pasó una mano por el pelo y miró a la criatura adormilada en brazos de Vanessa, con gesto pensativo.

Ness: ¿Es niña o niño?

Zac: Cámbiale el pañal y lo sabrás.

Vanessa metió el dedo índice dentro del pañal. No parecía estar muy mojado.

Ness: No creo que supiera cambiar uno de esos pañales modernos.

Zac: Te asombrarías de lo pronto que puedes aprender -comentó y alzó la papelera para que la joven pudiera ver su contenido; tres pañales usados-.

Ness: ¿Cómo se llama?

Zac: Michael.

Fue hacia la ventana, miró hacia fuera y luego se volvió hacia Vanessa.

La joven estudió la cara del bebé. Le quitó el biberón de la boca y lo dejó en el suelo. El niño no se movió.

Ness: Bien. Creo que ya no me necesitas.

Zac: ¿Estás bromeando? -exclamó-.

Ness: Me necesitabas para calmarle y ya está tranquilo -señaló-.

Zac miró a la joven, luego al bebé y otra vez a Vanessa.

Zac: Nunca había necesitado tanta ayuda como ahora -declaró-.

Vanessa le miró con asombro. El hecho de que admitiera ante ella que necesitaba ayuda era inusitado. Fijó la mirada en la cara de su compañero de trabajo. Nunca había negado el hecho de que era guapo, pero aquella tarde lo encontraba más atractivo que nunca. Le gustaba el desorden de su pelo, su expresión vulnerable y esa mirada un poco asustada de sus profundos ojos. Le gustaba el ángulo desafiante de su mandíbula cuadrada como si estuviera retando al bebé. La mirada de la joven se desvió hacia el antebrazo masculino, fuerte, musculoso y bronceado. Sus manos eran grandes y vigorosas pero poseían una agilidad sorprendente. Incluso después de cuatro años, ella no había olvidado el contacto de aquellas manos sobre su piel.

No recordaba con frecuencia aquel breve momento de intimidad entre Zac y ella y la súbita rememoración encendió sus mejillas. Bajó la mirada hacia el bebé y le vio dar un respingo. Un instante después empezó a llorar otra vez.

Ness: Por lo visto no es muy aficionado a las siestas largas -observo con voz inusualmente ronca-.

Zac: Quizá no este cómodo -dijo estudiando al bebé-.

Ness: ¿lnsinúas que no tengo un regazo confortable? -preguntó con ironía-.

Zac: Me gustaría averiguarlo -dijo, y cuando Vanessa le dirigió una minrada de reproche, sonrió con su habitual encanto y aclaró-. Tengo entendido que después de comer debe eructar.

Ness: Es obvio que sabes más de esto que yo -señaló, y se colocó al bebé sobre el hombro para darle unas palmaditas en la espalda-.

El bebé eructó y al hacerlo arrojó un poco de leche cortada sobre la camisa de la joven. Zac le quitó al bebé de los brazos.

Zac: Lo siento. Debí advertirte de que hace eso. A mi me ha manchado también.

Vanessa vio una mancha en la camisa de su compañero. Frunció el ceño y ahogó una maldición.

Zac cogió un pañuelo de papel y trató de limpiar la blusa de su compañera.

Zac: Pagaré la lavandería -prometió-. Lo siento de verdad, Vanessa.

El uso de su nombre de pila desconcertó a la joven. Al igual que el inesperado calor que la recorrió desde el hombro hasta el pecho cuando las manos masculinas se movieron sobre su camisa con frotes firmes aunque gentiles. De nuevo se encontró recordando aquella tarde de invierno hacía casi cuatro años, cuando la había tomado por los hombros, la había hecho volverse hacia él y había murmurado:

Zac: Usa tu imaginación

Turbada por el recuerdo, así como por la nueva oleada de calor despertada por el contacto de su mano, le apartó con suavidad pero también con firmeza.

Ness: Pagarás la lavandería Efron -dijo, usando con deliberación el apellido de su colega para disipar la intimidad que sus acciones habían creado entre ambos por un instante. Cogió el pañuelo de manos de Zac y se frotó la mancha-. ¿Me podrías traer un poco de agua?

Zac: Sí, por supuesto -dijo, y salió del despacho, después de quitar al bebé de brazos de la joven para dejarle sobre una manta limpia en el sofá-.

Vanessa suspiró aliviada cuando él salió. ¿Por qué después de tantos años, de repente la acometían los recuerdos de aquella absurda ocurrencia? Había sido al poco tiempo de conocerse y ambos habían bebido un poco más de la cuenta. Lo que había empezado como una comunicación sensual pero básicamente sin importancia había terminado con una especie de declaración de hostilidades. Ella casi lo había olvidado y estaba segura de que Zac lo habría olvidado por completo. No había ninguna razón para que el ridículo incidente volviera a revivirse en su mente.

Pero había sucedido. Quizá fuera debido a que sentía un poco mas de simpatía por Zac en su situación actual o porque le parecía más atractivo cuando estaba un poco desaliñado. O quizá se debiera a que, cuando Zac había dicho su nombre o cuando le había mirado mientras el bebé dormía en el regazo de Vanessa, sus ojos se habían impregnado de una ternura que ella no le creía capaz de sentir.




La orgullosa Vanessa cubierta por vómito de bebé XD
Se va poniendo más divertida la situación.
No os imagináis la que les espera a estos dos...

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4 comentarios:

Maria jose dijo...

Linda novela me encanto este capitulo
Ya quiero seguir leyendo
En verdad me encantooo!!!!
Sube pronto
Besos

Unknown dijo...

Que capitulo!!
Asi que esta es la razon porque Vane odia a Zac... que lastima!
Y el bebe... de quien es? De Zac me parece que no....

Sube prontooo!! :)

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Mi Zac es tierno ven?? Jajaja no sé, pero me encantaría que ese niño fuera suyo, aunque no creo :D
Está muy linda la nove hasta ahorita, pero quiero saber más!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! jiji

Síguela pronto! :)

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