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viernes, 21 de marzo de 2014

Capítulo 9


No tenía derecho a sentirse así, se reprendió a sí misma Vanessa. Las cosas iban bien. Britt ya no quería a Andrew Seeley. El hecho de que aquella noche fueran a cenar juntos como despedida era un inconveniente, pero Vanessa podía soportarlo. Después de todo, le necesitaba libre de ataduras. Ella no podía competir con alguien con el aspecto de Britt, a no ser que Britt se lo permitiera.

Así que eso marchaba bien. Tenía la lista de sobornos de Zachary Efron en la caja fuerte de su apartamento, entre las esmeraldas que le había dejado su abuela y un enorme collar de perlas rosadas que le había regalado su padre. Si las cosas se ponían mal, podría vender las esmeraldas y las perlas, aunque sabía que eso le proporcionaría un poco más de tiempo, pero nada más.

Incluso la desgracia de Ashley tendría un efecto beneficioso. Ella lloraba la pérdida de un sueño, pero era un sueño inalcanzable. Todo el mundo tenía que abandonar algunos de sus sueños más pronto o más tarde, pensó Vanessa. Ashley tenía suerte de haberlos conservado todos hasta casi los treinta años. Los de Vanessa habían sido destrozados la noche que fue a la fiesta de la Asamblea Juvenil.

No quería pensar en aquello otra vez. «Piensa en Ashley», se dijo a sí misma. Ashley había recogido todos los papeles de Scott, su archivo y un cheque para él que acababa de llegar. Él todavía no contestaba al teléfono, pero Ashley tenía la llave de su apartamento.

Ness: ¿Estás segura de que quieres hacer esto? -le había preguntado suavemente-.

Ashley: Estoy segura. Cuanto antes me lleve todas estas cosas de aquí, antes podré empezar a comportarme como una persona normal otra vez -esbozó una sonrisa tímida, pero no engañaba a Vanessa-. Soy un poco vieja para enamoramientos de adolescente ¿no?

Ness: No sé. Mi abuela se habría muerto por Eric Flynn -comentó-.

Ashley: Tu abuela estuvo casada con un mujeriego. No me extraña que le diera por fantasear.

Ness: ¿Tú no fantaseas?

La sonrisa de Ashley se hizo más amplia.

Ashley: No. Por eso me voy a deshacer de todo esto. Incluyendo su llave. Ya no le voy a llevar sopa de pollo cuando esté resfriado, ni voy a recogerle el correo ni regar sus plantas cuando esté fuera de la ciudad.

Ness: Tonta -la reprendió-.

Ashley: Lo sé. Lo sé. Por fin he visto la luz. Estoy dispuesta a continuar con mi vida. Solo necesito atar los cabos sueltos.

Ness: ¿Y si él está allí?

Ashley: No creo -respondió-. No parece que haya estado en su apartamento más de algunos minutos en las últimas setenta y dos horas. Pero si está allí, mejor. Así podré despedirme de él. Así tendré la verdadera sensación de que se ha acabado ¿no crees?

Ness: Supongo que sí. ¿Y si él no quiere perder a quien le hace sopa de pollo y riega sus plantas?

Ashley agitó la cabeza.

Ashley: Scott nunca te ha gustado ¿verdad?

Ness: Ahí es donde te equivocas. Me gusta mucho. Lo que no me gustaba era lo que estaba haciendo.

Ashley: Y ahí es donde te equivocas tú -repitió-. Él no me estaba haciendo nada. Me lo estaba haciendo yo misma. Él no necesitaba que yo le hiciera la sopa de pollo. Había más de media docena de mujeres deseando hacer lo mismo. Las mujeres tienden a querer hacer cosas por Scott.

Ness: Él las utiliza.

Ash: Quizás. Pero no es desagradecido. Si la gente se ofreciera constantemente a hacer cosas por ti ¿serías capaz de negarte siempre?

Ness: Probablemente no.

Ashley: Le diré adiós de tu parte si le veo -dijo cogiendo la caja de papeles-.

Ness: No llores -aconsejó-.

Ashley: ¿Bromeas? Antes me moriré.

«Quizás, pero yo no apostaría», pensó Vanessa.


Vanessa paseó por las amplias oficinas, apagando las luces. No podía entender por qué se encontraba tan inquieta. Quizá fuera por el tiempo. Había sido un cálido y bochornoso día de septiembre, y se preparaba una tormenta. Podía ver los relámpagos cruzar el cielo desde el ventanal. Si había alguna justicia en este mundo, un rayo debería caer sobre la cabezota de Zachary Efron.

Pero como ella tenía tan mala suerte, Efron estaría cómodamente instalado en su apartamento del noveno piso. La Casa de Cristal había soportado dinamita, palas mecánicas, dos guerras mundiales, ventiscas, huracanes y los altibajos de la fortuna de la familia Hudgens. En este momento, tal y como se encontraba, a lo mejor no soportaba la cólera divina en forma de rayo fulminador.

Cerró la puerta tras de sí y empezó a subir por las escaleras, frotándose el puente de la nariz. Se topó con Zachary Efron antes de darse cuenta de ello.

Las manos de él la sujetaron para estabilizarla, luego la soltó.

Ness: ¿Qué demonios estás haciendo aquí? -preguntó agriamente, dejando caer sus gafas de nuevo sobre la nariz y mirándole fijamente-.

Zac: Buscando a Cenicienta -contestó mostrándole sus zapatos rojos-.

Ella los cogió, recordando dónde se los había dejado olvidados. En la puerta del apartamento de él.

Ness: Gracias.

Zac: ¿Te divertiste anoche?

Ness: ¿Qué quieres decir?

Zac: Cuando te dejé sola en mi apartamento. ¿Cediste a la tentación de registrar el lugar, o fuiste honrada?

Ness: No. Si intentara llevar este asunto con honor, probablemente me aplastarías. Registré tu apartamento y luego registré tu oficina -dijo con sinceridad-. Y como tú bien sabes, no pude encontrar nada.

Zac: ¿Ni siquiera en el ordenador?

Ness: Apenas fui capaz de encenderlo -mintió-. No sé mucho de ordenadores. Y el tuyo quería la contraseña de acceso. Hice un par de intentos, pero al ordenador no le gustaron y se desconectó.

Eso por lo menos era verdad. Cuando se miente lo mejor es acercarse lo más posible a la verdad, había aprendido Vanessa hacía mucho tiempo.

Efron la estaba mirando con una expresión velada en sus oscuros ojos azules. El aspecto que tenía Zac ese día no era el de un hombre de éxito. Parecía un hombre de negocios cansado, con su chaqueta de Armani arrugada, con la camisa un poco desabrochada y la corbata floja. Parecía humano y vulnerable, no un lobo.

Zac: ¿Qué tal si hacemos una tregua?

Ella estaba desilusionada. No creía ni por un momento que él estuviera dispuesto a poner fin a su guerra particular. Él no iba a abandonar tan fácilmente, a no ser que supiera que ella tenía un as en la manga. Y no había manera de que lo supiera, a no ser que el ordenador fuera un chivato.

Ness: ¿Definitiva o temporal?

Zac: Temporal, por supuesto.

Él se pasó una mano cansadamente por el claro cabello, revolviéndolo, y Vanessa tuvo el alocado e irracional impulso de alisárselo. El pelo revuelto hacía parecer al «Torbellino» un ser humano. Ella quería que fuera duro.

Zac: Por esta noche. Para cenar -añadió-.

Ness: ¿Quieres que salgamos a cenar?

Zac: No me gusta comer solo.

Ness: Estoy segura de que puedo encontrar una docena de mujeres que dejarían lo que estuvieran haciendo por salir contigo -afirmó sin entusiasmo-.

Zac: No quiero ni media docena. No quiero ser encantador, no quiero flirtear.

Ness: ¿Así que pensaste que yo serviría? Algunos hombres creen que merece la pena flirtear conmigo.

Zac: Yo no he dicho que no lo merezca. Solo he dicho que contigo no quiero hacerlo.

Ness: Sería una pérdida de tiempo. Supongo que pensaste que si salía contigo, a lo mejor se me escapaba algo. Algo que luego pudieras utilizar contra mí.

Zac: Quizá. Pero lo mismo podía pasarme a mí. Puedo ser un poco indiscreto en cuanto me tomo dos copas.

Ella se quedó pensándolo.

Ness: Pero si dices algo que pueda servirme, soy capaz de comerme tu ordenador -apostó-. No creo que hayas llegado a donde estás siendo indiscreto.

Zac: No. Pero no me he encontrado con muchas Vanessa Hudgens tampoco.

Ness: Has tenido suerte.

Zac: Sí. ¿Necesitas una chaqueta?

Ness: ¿En una noche tan calurosa como ésta? No.

Zac: Está bien -dijo ofreciéndole el brazo como un caballero-. Vamos.

Ella le miró. Estaba acostumbrada a ir del brazo de un hombre. Pero no estaba acostumbrada a tocar a alguien como Zachary Efron. Las pocas veces que lo había hecho, ella había sentido una especie de energía que emanaba del cuerpo de él; una energía que ella encontraba extrañamente amenazante.

Pero no podía dejar que él lo notara. Puso su mano en el brazo de él, ligeramente, como no queriéndole tocar del todo.

Ness: Vamos -dijo agitando su cabeza nerviosamente-. Tengo mucha, mucha hambre.

Los ojos de él parecieron brillar mientras la miraba de arriba abajo.

Zac: Yo también.


Ashley apretó la caja de cartón contra su pecho mientras el taxi recorría la Segunda Avenida. Tenía que haber ido directamente al apartamento de Scott cuando dejó a Vanessa, pero no había tenido el valor suficiente. A pesar de lo que le había dicho a Vanessa, cuando se enfrentara a Scott iba a llorar, lo sabía. Y toda aquella situación era ya bastante degradante.

Así que fue a su casa, se dio una ducha, se tomó un par de vasos de Chardonnay y llamó a Scott para asegurarse de que no estaba. Como de costumbre sonó el contestador automático, y Ashley supo que estaría segura.

Era una noche cálida, así que se puso un vestido ligero. Era uno de sus vestidos favoritos, con él parecía suave e inocente, el tipo de mujer que no encajaba con Scott Speer. Se había hecho una coleta y se había maquillado muy ligeramente, ya que ninguna mujer que se preciara saldría en Manhattan sin maquillarse; y había cogido el primer taxi que vio antes de que pudiera arrepentirse.

Las ventanas del tercer piso estaban oscuras. Solo cuando el taxi hubo desaparecido tras la esquina se dio cuenta de que debería haberle dicho al taxista que esperara. Los taxis no pasaban a menudo por esa zona. Tendría que llamar a uno. Por lo menos el apartamento estaba vacío.

Tocó el timbre solo para asegurarse. Cuando entró, la asaltaron olores familiares. Especias. Cuero. Y el leve y atractivo olor de la colonia de Scott. Era el único hombre que ella conociera que la usara. Él había tomado parte en la campaña de promoción de la carísima colonia y le había gustado.

El apartamento de Scott consistía principalmente en una amplísima habitación llena de trastos. La cama estaba en el medio, cubierta con unas sábanas oscuras. El suelo estaba recubierto con varias alfombras orientales en diferentes estados de conservación, en las paredes había más motivos orientales. El lugar parecía exótico, sensual... muy diferente del formal apartamento de Ashley.

Con un suspiro, dejó la caja en una mesita, miró a su alrededor por última vez. Debería dejarle una nota, pero no tenía valor para hacerlo. Además, ya había hecho bastante el ridículo con los mensajes que le había dejado en el contestador automático. La caja y la llave sería suficiente.

Se volvió hacia la puerta, dándose cuenta entonces de que no había fotos en las paredes. Y en particular fotos de Scott. La última vez que estuvo allí, Tracey Michaels vivía con Scott y las paredes estaban llenas de fotos de ella. Por supuesto, ya no estaban, pero Scott no había vuelto a poner las suyas. Curioso. Nunca había estado en el apartamento de un modelo que no tuviera las paredes cubiertas de imágenes fotográficas de su ocupante.

Muy egocéntrico, había pensado ella siempre. Era como un recordatorio de quiénes y qué eran. Aparentemente Scott no necesitaba recordatorios.

Ella oyó la llave en la puerta cuando estaba a pocos pasos de ella. Le entró pánico, miró a su alrededor con desesperación buscando la puerta trasera, una ventana por la que salir o un armario donde esconderse. Antes de que pudiera moverse la puerta se abrió y Scott entró, sin afeitar, con aspecto cansado, y muy guapo.

Él levantó la mirada y la vio allí parada conteniendo el aliento. Entonces él sonrió, una sonrisa cálida y de bienvenida que podría haberle derretido los huesos.

Scott: Menos mal que eres tú -dijo cerrando la puerta tras él, y poniendo la cadena-. Temía que fuera alguien a quien no quisiera ver.

Ashley se negó a sentirse halagada por el comentario. Antes había estado deseosa de pequeños cumplidos como ése. Tenía que olvidarse de todo aquello.

Ashley: ¿Tanta gente tenía llaves de aquí?

Scott: Bastante. -Fue hacia las ventanas y las abrió al cálido aire nocturno. Fuera resonó un trueno mezclándose con los ruidos de la calle-. Perdona que no ponga el aire acondicionado, pero mi factura de electricidad es ya parecida a la deuda nacional. Siéntate y te traeré algo de beber.

Ashley: No puedo quedarme . Solo he venido a traerte tus cosas. Llegó el cheque de Parker y vine a traerlo. Pensé que podrías necesitarlo.

Scott: Dios te bendiga, cariño.

Él fue a la cocina y volvió momentos después, con un vaso de vino blanco para ella y una cerveza para él. Ella estaba todavía de pie, sintiéndose boba y perdida, y él le puso el vaso en la mano, la tomó por los hombros y suavemente la empujó hasta el sofá.

Scott: Siéntate. -Ella se sentó. Él se sentó a su lado, estiró sus largas piernas y se pasó una mano por su corto pelo-. No he tenido una semana muy buena -dijo y tomó un largo trago de la cerveza. Entonces, se volvió a mirarla, con una extraña luz en sus ojos turquesa-. ¿Y tú qué?

Ashley: ¿Yo? -su voz sonó nerviosa-.

Scott: ¿Qué tal te ha ido?

Ashley: Fatal.

Él sonrió.

Scott: Entonces somos compañeros en la desgracia. Por lo menos tú no tienes resaca. Yo tengo una enorme. Si bebí tanto anoche como creo que lo hice, es una maravilla que hoy me sostenga de pie.

Ashley: ¿Cuándo volviste?

Ella no debía preguntarle, pero no podía evitarlo. Con el nerviosismo que tenía dio un trago largo a su vino, olvidándose de que ya había bebido más de lo habitual aquella noche.

Scott: Oh, no llegué a salir. Me pasé todo el tiempo ahogando mis penas hasta que caí sin sentido en el suelo, junto a la cama. Soñé contigo.

Ella consiguió reír.

Ashley: Eso sería porque debes haber oído mis mensajes mientras estabas dormido.

Scott: Los oí cuando estaba despierto.

Hubo un incómodo silencio. Ella no podía acordarse de qué era lo que había dicho en todos esos angustiosos mensajes por teléfono. Demasiado, por supuesto. Si no le había dicho que le amaba poco habría faltado.

Ashley: Tengo que irme -dijo acabando el vino y levantándose-.

Scott la agarró de una muñeca y tiró haciéndola sentarse otra vez.

Scott: No, no tienes que irte.

Ashley: Scott -dijo con voz suplicante, casi desesperada-.

Scott: Ashley -dijo un poco burlonamente-.

Los ojos de él expresaban algo que ella no se atrevía a creer. Él soltó su muñeca, le puso una mano en la nuca y la besó.

Ella había estado acostumbrada a sus besos. Al amistoso y suave roce de sus labios, a sus casuales abrazos. No esperaba que la boca de él se abriera contra la suya, húmeda y caliente; no se esperaba la punzada de desesperación y deseo que la envolvió, estremeciéndola hasta lo más profundo de su ser.

Solo tardó un momento en tomar una resolución, justo en cuanto sintió el toque de la lengua de él en la suya. Se apartó de él, empujándole y se levantó de repente, tirando los vasos.

Él la alcanzó cuando ella intentaba abrir la puerta, puso los brazos a ambos lados de ella, atrapándola. Ella no tenía otra opción más que volverse y enfrentarse a él, pero mantuvo su cabeza baja, negándose a mirarle.

Ashley: Esto es ridículo, Scott -dijo en voz baja-. Somos amigos, Scott, por el amor de Dios.

Scott: Estamos a punto de convertirnos en amantes -su voz era también baja, seductora, y llegó hasta su corazón-.

Ashley: No necesito tu caridad, Scott. No necesito tu lástima.

Ella pudo sentir que él se ponía tenso.

Scott: ¿Es eso lo que piensas? ¿Es eso?

Ella no podía evitarlo, tenía que mirarle. Su hermoso rostro parecía casi brutal en el débilmente iluminado cuarto, y el enfado de sus ojos era evidente.

Ashley: Scott, tú no me quieres de verdad.

La voz de ella sonó como un gemido miserable, pero ella no podía evitarlo.

El enfado desapareció del rostro de él, y una ligera sonrisa apareció en sus labios.

Scott: ¿No? Si tú lo dices...

Entonces él se apoyó contra ella y la besó, sosteniendo con sus manos suavemente la cabeza de ella.

La boca de Scott era hambrienta y exigente, y su lengua se introdujo en la boca de ella suavemente, como una demostración de que en realidad la deseaba, y la fuerza de su deseo se apretó contra el estómago de ella. Él se agitó ligeramente contra ella como para asegurarse de que ella notaba cuánto la deseaba, y con un pequeño gemido ella le pasó los brazos alrededor del cuello.

Scott: Eso es -murmuró-.

Las manos de él empezaron a desabrochar los botones del vestido de Ashley. Su boca capturó la de ella con entrecortados y rápidos besos, besos a los que ella se aferraba, que ella devolvía.

Scott: No estoy loco. Claro que te quiero. -Desabrochó el último botón y deslizó el vestido por sus hombros. Éste cayó al suelo, y ella estuvo en sus brazos solamente con un body de seda-. Tienes un cuerpo precioso -susurró-.

Su boca comenzó a recorrer el cuello de ella. Deslizó los tirantes de sus hombros y el body también cayó al suelo. Ashley quedó desnuda en sus brazos, y la vergüenza que sentía la hizo ruborizarse. Intentó librarse de él, pero no la dejaba, las manos de él empezaron a recorrer su cuerpo de un modo suave, casi con adoración.

Scott: Me encanta tu cuerpo -siguió susurrando, sus manos acariciándola delicadamente-. Me encanta la sensación de tus brazos abrazándome, me encanta tu boca en la mía, me encantan tus piernas...

Le besó para callarle. Ella había sido noble, había sido cuidadosa, había sido cauta. Había llegado el momento de la locura, de tomar lo que quería y deseaba, sin importar cuánto iba a dolerle luego. Ya que hasta ahora todo había sido sufrimiento, no estaba mal que se permitiera un poco de placer. Empezó a desabrochar los botones de la camisa de él, y luego se la quitó, sintiendo su pecho desnudo contra sus senos, su carne firme y cálida, sus fuertes brazos sujetándola. Bajó una mano hasta la cinturilla de su pantalón y dudó. Él cubrió la mano de ella con la suya y la empujó más abajo aún para que pudiera comprobar lo excitado que se encontraba; Ashley gimió contra su boca con deseo y un cierto temor al mismo tiempo. Pero antes de que ella pudiera arrepentirse, él la cogió en brazos, llevándola con facilidad a través del cuarto y dejándola caer en la cama.

Ashley le miró mientras él se quitaba el resto de sus ropas.

Ashley: Estoy cometiendo un gravísimo error -murmuró pero no se movió-.

Scott: Quizá. Pero yo estoy haciendo algo inteligente por primera vez en muchos años.

Y con un movimiento casi felino él se echó junto a ella, cubriendo su boca con un profundo beso para callarla. Besó suavemente y muy despacio sus pechos, casi con adoración, besó su ombligo, y antes de que ella pudiera darse cuenta de lo que pretendía puso su boca en el cálido y anhelante centro de su feminidad.

Ella intentó resistirse, pero fue solo durante un instante. Primero sus manos se apoyaron suavemente en los hombros de él, luego se tensaron y le agarraron con fiereza, mientras su cuerpo se arqueaba bajo la boca de Scott.

Ashley experimentó una larga serie de estremecimientos. Él se introdujo en su interior con delicadeza, pero decididamente. Cuando los temblores se aplacaron, él comenzó a moverse, primero muy lentamente, luego un poco más deprisa.

Scott: Pon tus piernas alrededor de mi cintura -suspiró-.

Ella lo hizo, atrayéndole aún más hacia sí, todavía agitada por lo que él había obtenido de ella. Ashley abrió los ojos, mirándole moverse contra ella. El cuerpo de Scott estaba tenso y sudoroso, y ella esperó, deseosa, anhelante de recibir el clímax de él.

Ashley oyó un grito ahogado, como distante, y supo que era ella misma. La boca de él cubrió la suya, bebiéndose aquel grito, y el cuerpo de él empujó al de ella hacia lugares que ella nunca siquiera hubiera soñado que existieran. Solo había oscuridad, el cuerpo de él latiendo con el de ella, mientras cada músculo, cada poro del cuerpo de Ashley se estremecía. Pareció durar una eternidad, pareció que el tiempo ya no existía, y cuando ella volvió a ser consciente de la cama bajo ella y de Scott sobre ella, su rostro estaba bañado en lágrimas.

Ella intentó decir algo pero no pudo. Él, le secó las lágrimas y la besó suavemente. Luego se apartó, y Ashley se quedó dormida en los brazos de su amante.




Uy, cuantas cosas se nos quedaron a medias.
Zac y Ness en su cena, que ya veremos si no acaban tirándose el vino a la cabeza XD
Y Ash y sus dudas con Scott. Que la pobre está ahí que no sabe si la quiere de verdad o no.
Pero bueno, quedan todavía diez capis, así que tienen que pasar muchas cosas.

¡Thank you por los coments!
Bienvenida, Sam. Espero poder ver más coments tuyos.

¡Comentad, please!
¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Ness y Zac... cenando juntos, no se bien como sera esa cena pero ya quiero leer el proximo capi..

Sube pronto

Unknown dijo...

Claro!! que sii ! Me encanta todas tus novelas de zac y vanessa!!
Te felicito! Cada dia me gustan mas tus noves
Sube un capitulo quiero ver que pasa con zaneesa :)

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