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jueves, 19 de diciembre de 2013

Capítulo 8


El despertador de Vanessa sonó temprano el martes por la mañana después de Navidad. Por lo general, no le gustaba levantarse a esa hora, pero se sentía muy afortunada ese amanecer.

Estaba de vuelta en su apartamento. Hacía un día gris y lluvioso. Había decidido ir a investigar sobre el futuro de su tienda.

Aparte de esa nube en el horizonte, toda su vida estaba en orden. Se casaría con Zac en tres semanas; sus padres estaban encantados, y él estaba ansioso de presentarla al resto de la familia.

Zac: El Año Nuevo será una buena oportunidad -había dicho-. Estamos preparando una fiesta sorpresa.

Ness: ¿Una fiesta sorpresa? ¿Para quién? -había preguntado-.

Zac: Para mi madre. Cumple sesenta años en esa fecha.


La llegada del cartero, mientras desayunaba, le recordó que aún no había abierto la correspondencia que estaba dentro de su bolso. Lo hizo mientras bebía el café.

La mayoría eran cuentas y saldos bancarios, pero también había un sobre. Tenía el membrete de una compañía que no conocía. Se trataba de un documento de un despacho de abogados.

Al principio no entendió lo que leía. Releyó la carta con la boca abierta de incredulidad. No podía ser cierto. Eso no podía suceder. Sus pensamientos giraban en un caos; experimentó la duda, la ira y finalmente la angustiosa conciencia de la traición. La carta decía:

«Ahora estamos en condiciones de comunicarle el nombre de nuestros clientes que comprarán el edificio donde se encuentra su local. Los señores Efron Brothers nos han pedido que contactemos con usted para decirle que, por desgracia, no podrán renovar su contrato de alquiler. Por favor, comuníquese con nosotros lo antes posible».

Con furia, Vanessa hizo una bola con la carta y la lanzó lejos de sí, tratando de no llorar de dolor. Pero fue inútil. Zac compraba Goodbodys Store y la dejaba en la calle. Vanessa sabía que no podría encontrar otro local en el centro que fuera tan barato.

Pensó que con razón él se había mostrado tan complaciente cuando le dijo que quería seguir trabajando en la tienda. Ya sabía que no podría seguir.

Ness: Durante todo este tiempo sabía que me moría de preocupación por la tienda, y no me dijo ni una palabra -murmuró con violencia. Tan grande era su ira, que no se le ocurrió pensar que las circunstancias fueran diferentes-. ¡El muy canalla! Es igual que Drake.

Se puso el abrigo y salió del apartamento. Iría a ver a los abogados en ese mismo momento. Después vería a Zac y le diría exactamente lo que pensaba de él.

La mañana que había comenzado tan bien, empeoró. Soplaba un viento violento, a Vanessa se le rompió el paraguas, pisó un charco... Para colmo, la oficina de los abogados aún estaba cerrada por Navidad.
Decidió ir a la tienda. Cuando informó de la situación a sus asistentes, se sintió aún peor, ya que antes quedarían sin trabajo, y una de ellas era madre soltera...

Ness: Tengo que echarle un sermón al hombre culpable de esto -les anunció-. Cuanto antes lo vea, mejor -decidió-.

Los almacenes Efron Brothers estaban tranquilos una vez pasada la Navidad. Vanessa se dirigió con decisión hacia el piso destinado a oficinas. Podía verse el lujo y la riqueza por todas partes.

Ness: Es por el dinero ganado con el sudor de otra gente -murmuró para sí-.

Llamó con fuerza en el despacho de Zac y, sin esperar, entró.

La secretaria, sorprendida, se levantó. No era la señora Macgowan.

**: ¿Puedo ayudarla?

Ness: Quiero ver al señor Efron -anunció con decisión-.

**: ¿Tiene cita?

Ness: No, pero creo que él querrá recibirme.

Se dijo que ni siquiera podía anunciarse como su prometida, ya que eso había terminado. Era el compromiso más corto de su historia.

**: ¿Me puede dar su nombre? -dudando aún, la chica pulsó un botón-. Aquí está la señorita Hudgens. Quiere verlo -se oyó algo y después se dirigió a Vanessa-. Puede pasar.

Vanessa entró y, antes de perder el valor soltó el discurso condenatorio, dirigiéndose a la silueta que le estaba dando la espalda. Pero apenas iba por la mitad, cuando el hombre se volvió; ella se quedó callada al encontrarse con un desconocido.

No, no era un desconocido, ya que ese hombre se parecía a Zac, solo que era más joven y sus facciones no eran tan enérgicas.

Ness: Per-perdón -tartamudeó-. Creí que era Zac.

**: Ah, con razón me preguntaba qué había hecho yo para merecer tal sermón. Bueno, me temo que mi hermano no está aquí. ¿Puedo...?

Ness: ¿Dónde está? -demandó-.

**: Tuvo que salir de viaje a una de las sucursales. ¿Puedo ayudarla en algo?

Ness: No, tengo que hablar con él.

**: ¿No es usted Vanessa, con la que él…?

Ness: Sí -interrumpió-. ¿Cuando vuelve?

**: No lo sé bien. ¿Le digo que se ponga en contacto con usted?

Vanessa dudó. Si Zac hubiera estado allí, nadie la habría detenido, pero ese retraso en sus planes había destruido su ímpetu. Aún estaba furiosa, pero también deprimida. Pensó que quizá sería mejor no verlo más.

Ness: No se moleste -dijo por fin-.

Se volvió y salió despacio del edificio. De pronto se sintió muy fatigada, deshecha. Siempre había presumido de su independencia, y en ese momento se daba cuenta de que necesitaba mucho a Zac. Al saber de su traición, había desaparecido su equilibrio y control.

Él se había portado muy bien cuando ella estaba preocupada por Brittany y necesitaba con quién hablar. En ese momento necesitaba un confidente, pero no acudiría a él.

Tampoco molestaría a Brittany. Su hermana aún estaba en el hospital, recuperándose. Pero podía ir a casa, con su madre.

Después del divorcio, ella había seguido viviendo en la misma casa; Vanessa y Brittany la visitaban a menudo.

Ella quería a las dos por igual, pero Vanessa se sentía más cerca de su madre. A ella también la había traicionado un hombre, y la comprendería.

En su apartamento, Vanessa preparó dos grandes maletas para una estancia larga. Se sentía avergonzada por su cobarde huida. Nunca antes huyó de alguien, ni siquiera de Drake, pero se alejaba de Zac.

Era fácil saber por qué. Una vez que la ira se había calmado, tenía miedo de verlo porque sabía que la traición sexual entre ellos la haría perder su fuerza. Sabía muy bien cómo la traicionaba su propio cuerpo cuando él se acercaba, y tal vez quisiera convencerla de ese modo.

Justo cuando iba a salir, sonó el teléfono.

**: ¿Hola? -era la voz profunda de Zac-. ¿Vanessa? Te llamo desde Bristol. Mi hermano me ha llamado. Ha dicho que tú...

Pero Vanessa colgó con violencia y, antes de que él tuviera tiempo de llamar otra vez, abandonó el apartamento.

Por primera vez deseó tener su propio coche. Cargando con las pesadas maletas tuvo que esperar varios minutos para conseguir un taxi.

Pensó que aquello era ridículo. Zac estaba muy lejos, pero ella sentía la ansiedad de alejarse antes de que pudiera atraparla.

Con un suspiro de alivio, se metió en el taxi y le indicó al conductor que la llevara a la estación de Euston. Cuando Vanessa subió al tren, tuvo que luchar contra las lágrimas que inundaban sus ojos.


**: ¡Querida, qué alegría verte!

La bienvenida de su madre era justo lo que Vanessa esperaba. El problema era que hubiera deseado visitarla en otras condiciones, pero la joven descubrió que su madre no estaba de acuerdo con la decisión que había tomado.

**: Quizá no debiste irte de Londres sin verlo antes, sin darle la oportunidad de que se explicara. A mí me costó años darme cuenta de que si yo hubiera preguntado a tu padre, en vez de simplemente acusarlo, quizá nuestro matrimonio se habría salvado. A veces creo que mi intolerancia hacia los viajes de negocios de tu padre, mis celos, fueron los que lo impulsaron a buscar otra mujer -le había dicho su madre-.

Vanessa se sintió muy confundida. ¿No se había equivocado cuando creyó que él tenía un montón de amantes?

Después endureció su corazón. Se dijo que eso habría sido diferente. No había forma de que él explicara su engaño en la compra del edificio y la ruptura de su contrato de alquiler.

Pensó que su madre tenía razón en una cosa. Debió quedarse en Londres para enfrentarse a él. En ese momento se daba cuenta de que no había pensado con claridad. Debió actuar con más energía para salvar su negocio, para renovar el contrato. Decidió quedarse allí para aclarar su mente y preparar su estrategia.

La brisa fresca del mar era un gran cambio de la contaminación de la ciudad. Blackpool era un lugar tranquilo.

Para estimular su mente, Vanessa solía pasear bien abrigada por la playa, levantando el rostro hacia la brisa marina y disfrutando de su aroma, tratando de recuperar algo de paz. Su saludable apetito había desaparecido. No podía tragar la comida, y casi siempre sentía náuseas por la mañana.

Al final de esos días, Vanessa tenía la seguridad de que estaba embarazada.

Pensó en su futuro. Su primera reacción fue de euforia. Llevaba un hijo de Zac, algo con lo que había soñado, pero no tardó en poner los pies en la tierra. Las circunstancias eran diferentes en ese momento, y el solo hecho de estar embarazada cambiaba sus planes.

No podía regresar y enfrentarse a Zac, consciente de que en ella se desarrollaba una nueva vida. Pensó que en alguno de los momentos de debilidad, que la asaltaban cuando se hallaba cerca de él, quizá se lo revelaría. Y después, parecía como si estuviera dispuesta a perdonar su traición por el bienestar de su bebé.

Le contó a su madre la verdad y ésta se quedó horrorizada. Procedía de una generación en la que quedarse embarazada sin estar casada era una señal de desgracia social.

**: ¿Qué vas a hacer? -le preguntó su madre-.

Ness: Tendré al bebé, claro.

**: Claro, pero ¿lo entregarás en adopción?

Nss: ¡No! -explotó-. No voy a pasar nueve meses de embarazo para después darle mi bebé a alguien.

**: Entonces, tendrás que decirle...

Ness: Aclaremos algo, madre. No le diré nada a Zac. Dejaré mi apartamento en Londres, conseguiré un trabajo aquí. La vida es más barata. Ya saldré de esta situación.

Era muy fácil decirlo, pero su instinto le indicaba que tenía el deber moral de informarle a Zac, aunque él también debió haber hecho lo mismo acerca del destino de su tienda. Si él había guardado secretos, ella también lo haría.

Transcurrió otra semana y escribió a su agente inmobiliario para que alquilara su apartamento. También escribió a la tienda para informar a sus asistentes que no lucharía contra Efron Brothers. Les deseó suerte en la búsqueda de trabajo. También les pidió que guardaran toda la ropa de la tienda y la llevaran a la casa de Brittany.

Escribir a su hermana fue más difícil, pero al final simplemente le notificó que había roto con Zac, y que había decidido establecerse en el noreste para estar cerca de su madre.

**: Brittany no se lo creerá; te conoce bien. Llamará en cuanto reciba la carta -le advirtió su madre-.

Ness: No importa. Te pido que no le digas que estoy embarazada. Yo no lo haré.


Cuando regresaba de uno de sus largos paseos, Vanessa encontró a su madre en el umbral, con su abrigo y sombrero.

Ness: ¿A dónde vas a esta hora?

Normalmente su madre se quedaba a preparar una suculenta cena.

**: Voy... por ahí... algo que se me... ha olvidado...

Ness: ¿No puedo ir yo?

Estaba confundida por la conducta de su madre.

Se comportaba de una manera muy extraña, como si fuera culpable de algo.

**: No... no, mejor voy yo. Me hace falta aire fresco. Tú... pon la mesa.

Y de inmediato desapareció de allí.

Vanessa pensó que la conducta de su madre era sospechosa e inusual. Se preguntó, con cierta diversión, si acaso tendría una cita. En dos semanas, había salido muy poco con ella, y nunca mencionó a algún amigo, solo a sus amigas de bridge. Se dijo que sin duda lo sabría cuando regresara. Abrió la puerta principal.

Detectó un aroma apetitoso procedente de la cocina. Se quitó el abrigo y fue a investigar. De repente se detuvo en la puerta de la cocina; la habitación pareció dar vueltas a su alrededor.

**: ¿Vanessa? ¿Estás bien?

Era Zac que se dirigía hacia ella con expresión preocupada y los brazos extendidos. «No puede ser», pensó. Él no sabía dónde estaba. Entonces recordó la expresión preocupada de culpabilidad de su madre y gruñó. Con un esfuerzo sobrehumano se controló y retrocedió ante él.

Ness: Déjame sola. Estoy bien -gimió-. ¿Qué estás haciendo aquí?

Zac: Cocinar. Tu madre dijo que tardaría media hora.

Por primera vez, Vanessa se dio cuenta de que usaba un delantal de su madre, pero eso no atenuaba su poderosa masculinidad.

Ness: Te he preguntado qué estás haciendo aquí en Blackpool, en esta casa. Cuando volví, mi madre, yo...

Zac: Tu madre no tenía idea de que yo venía para aquí. La encontré en el umbral. Creo que es obvia la razón por la que estoy aquí -se quitó el delantal y lo arrojó a una silla-. He venido a verte. Quiero saber...

Ness: Yo no quiero verte nunca más -lo interrumpió aunque con poca convicción-.

Solamente con verlo se destruía su decisión. Deseaba lanzarse a sus brazos, decirle cuánto lo amaba, y que estaba embarazada de él, pero Zac no se merecía su amor, no se merecía saberlo. Era un traidor, mentiroso...

Zac: ¿Nos sentamos? -sugirió-. Tenemos que hablar -la tomó del brazo y la condujo hacia la sala-. Pareces cansada.

Ness: No quiero hablar contigo -trató de liberarse-. No tenemos nada que decirnos.

Zac: Yo creo que sí. No sé qué crimen cometí esta vez. Mi hermano...

Ness: Si hubieras estado en la oficina aquel día, habría tenido muchas cosas que decirte, pero ahora -se encogió de hombros-, ya no vale la pena -desvió la vista-. Por favor, vete Zac.

Estaba a punto de estallar en sollozos, porque anhelaba tocarlo, sentirlo...

Zac: ¡Vamos a hablar! -ordenó y la hizo sentarse, sujetándola de un brazo para que no huyera-. Mi hermano me dijo que le gritaste. Cuando te llamé, colgaste el auricular, sin hablarme, y cuando regresé a Londres, habías desaparecido.

Vanessa no lo miraba. Le resultaba imposible hacerlo sin revelar sus sentimientos.

Ness: Entonces, ¿cómo me encontraste, si mi madre no...?

Zac: No fue fácil -respondió con seriedad-. No quería molestar a tu hermana, pero...

Ness: ¿Qué? -lo miró-. ¿Le preguntaste a Brittany? -lo acusó con enfado-. ¿Y ella te lo dijo? Dios, cómo pudo hacerlo, si yo le prohibí...

Zac: Fue difícil, pero la convencí de que necesitaba verte por tu propio bien.

Ness: ¡Mi bien! -gritó con burla-. Mi bien es en lo último en que tú piensas. Qué lástima que no le dije a Brittany el tipo de hombre que eres, Zac Efron. ¿Cómo te has atrevido a molestarla cuando acaba de salir del hospital?

Zac: Ya te dije que fue el último recurso. Probé en la tienda, pero las chicas no me dijeron nada.

Ness: Ah -exclamó con sarcasmo- entonces sí sabías cómo encontrar la tienda ¿eh?

Zac: No, al principio no -parecía confundido-. Tuve que investigar. Además, no me sirvió de nada. Yo...

Ness: Vaya -se burló-. No mientas. Tú sabias bien dónde estaba la tienda. ¡Y pensar que creí que podía confiar en alguien! Me dijiste que creyera en ti y yo lo hice, como una tonta. Y tú a mis espaldas... -se interrumpió y trató de no llorar-.

Zac: ¡Vanessa! -la tomó de los hombros-. Deja de decir tonterías y explícame qué es lo que pasa.

Ness: Deja de fingir -gritó con fuerza-. Sabes muy bien lo que me hiciste.

Él sacudió la cabeza con ironía.

Zac: Solo sé que me enamoré de ti.

Ella se mordió el labio para no temblar.

Ness: Ya no te creo. Ahora sé lo que tramabas. Todo fue una trampa...

Zac: Pues entonces tú sabes más que yo -sugirió-. ¿De qué estás hablando?

Ness: Hablo del hecho de que me sacaste del negocio...

Zac: ¿Yo te saqué del negocio? ¿Qué diablos es esto, Vanessa? ¡Habla claro, maldición!

Ella lo miró con incredulidad. Se preguntó cómo podía ser tan estúpida y continuar con aquella farsa.

Ness: No necesito decírtelo -se burló-, pero como insistes en seguir con este drama, lo haré solo para que veas que no me puedes engañar más. Tú sabes bien que el local de mi tienda era propiedad de Goodbodys. Tú la compraste y rescindiste de mi contrato de alquiler.

Zac: Espera un minuto. Yo...

Ness: No -lo interrumpió-, espera tú y escúchame. Me mentiste, Zac. Dijiste que podía seguir trabajando cuando nos casáramos -habló con amargura-. Y durante todo el tiempo sabías que no habría tienda. Yo me pregunté si de verdad habría tal matrimonio. ¿Creías que estaba tan loca por ti como para renunciar a mi negocio? ¿Por eso tú...?

Zac: ¿Y crees que una compañía tan grande como la mía se va a meter en esas molestias para conseguir una tiendecita insignificante? -preguntó enfadado-.

Se levantó y se alejó, con las manos en los bolsillos.

Ness: ¡Insignificante! -estalló-. ¡Canalla arrogante! Ahora recuerdo que una vez despreciaste mi tienda. Solo porque tu familia sea rica no significa que...

Zac: Precisamente ése es el problema -parecía exasperado-. No necesito quitarte el negocio. No, Vanessa, basta ya -le dirigió una fría mirada-, antes de que digas algo que puedas lamentar después.

Ness: Lo único que lamento es haberte conocido -dijo con amargura-.

Zac: Eso no es cierto, y lo sabes bien.

Se acercó a ella, la sujetó de los hombros y la atrajo hacia sí con fuerza.

Vanessa sintió que sus piernas se debilitaban.

Ness: Es cierto, y no solo a mí me perjudicaste. Has dejado sin trabajo a otras dos personas, que no pueden...

Zac: ¡Vanessa! -la interrumpió-. He sido paciente. Ahora, me vas a escuchar. Sigues imaginando cosas.

Ness: No, yo...

Zac: Sí. Desde que nos conocimos has malinterpretado mis acciones. Fui tolerante porque sabía que te habían decepcionado, pero estoy harto. Es la última vez que voy a darte explicaciones. Debe haber confianza entre marido y mujer. Cuando nos casemos...

Ness: No habrá ningún...

Sus palabras desafiantes fueron acalladas por un beso violento.

Vanessa trató de resistirse, pero una ola de deseo la invadió, dejándola débil y temblorosa.

Zac: Oh, Vanessa, no sabes lo que he sufrido en estas dos semanas -dijo con suavidad-.

«Y yo también», pensó Vanessa abrazándolo por el cuello y explorando su boca con la lengua.

Zac: Vanessa -gimió-, te deseo. Dios, cuánto te deseo. Ha pasado tanto tiempo...

Su aliento era cálido cuando le besó el cuello, deslizando las manos hacia sus senos.

Vanessa necesitaba tocarlo y le abrió la camisa para acariciarle el pecho.

Ness: Zac, yo...

Zac: No, Vanessa, aún no. Primero tenemos que hablar. -Protestó un poco cuando él se alejó-. Ahora ya te he demostrado que esas tonterías de no querer más, son mentiras.

Ness: ¡Oh! -exclamó sintiéndose humillada-.

Zac: No te alteres -le advirtió-. Escucha: no te haré el amor si aún tienes dudas. Creo que sé lo que ocurrió. Ya te dije que yo me encargo de la mercadotecnia y de las relaciones públicas. Mi hermano David se encarga de la propiedad.

Ness: ¿Quieres decir que...? -retrocedió-.

Zac: Espera. Él y yo confiamos en nuestras respectivas funciones, y nos reunimos cada tres meses para valorar los resultados. Yo sabía que mi hermano estaba comprando una propiedad, pero te juro que no sabía cuál era, ni que tu tienda estaba allí. -Ella lo observó deseando creerle. Vio la sinceridad reflejada en sus ojos y lo creyó, soltando un suspiro de alivio-. Hablaré con mi hermano. Si es posible que la tienda siga en ese edificio, creo que no habrá problema en darte otro local, incluso dentro de Efron Brothers.

Ness: No quiero formar parte de esa tienda -negó con terquedad-. Quiero administrar mi propio local.

Zac: Otra vez ese espíritu de independencia. Una vez se interpuso entre nosotros. Bueno, ya no será así. Encontraremos una solución, Vanessa, te lo prometo, pero -la miró intensamente y se acercó-, ahora no. Tengo cosas mucho más importantes en la cabeza...

Ness: ¡Más importantes! -trató de parecer indignada, pero fracasó-.

Su tienda era importante, pero no tanto como Zac, decidió cuando la abrazó.

Zac: Sí, más importantes. Quiero oírte decir que me crees, que me quieres, que te casarás conmigo -la observó-.

Ness: Te creo, y te prometo que nunca más dudaré de ti.

Zac: Ojala así sea -acordó-, ¿y qué hay del resto?

Vanessa se sonrojó.

Ness: Te quiero -admitió con timidez-, y sí, quiero casarme contigo. Y... hay algo más que debes saber -le susurró el secreto al oído-.

Con una exclamación de alegría, Zac la abrazó y la besó.

Zac: Si obedezco a todo lo que mis sentimientos me indican, te llevaré arriba y te haré el amor apasionadamente, pero, sé que no te gusta esa conducta bajo el techo familiar. Ésta es la casa de tu madre y... -miró su reloj-, tenemos tres minutos antes de que llegue.

Vanessa le acarició el rostro con ternura.

Ness: No tendrás que esperar mucho tiempo -le prometió-. Volveré contigo esta misma noche.

Zac: Claro que sí -afirmó-. No te dejaré fuera de mi vista. ¿Por qué esa sonrisita?

Ness: Solo estaba pensaba en lo contenta que se pondrá Brittany. Deseaba intensamente que Santa Claus me regalara un hombre para Navidad.

Zac: ¿Y eso es lo que soy? -inquirió con diversión-.

Vanessa se alzó de puntillas y lo besó.

Ness: No solo eso -murmuró-. Eres mi hombre para siempre.


FIN




Awwwwww!
Aish, que parecía que se habían torcido las cosas...
Pero siempre tiene que haber un final feliz para todo el mundo. Y no solo en las novelas ;)

Gracias por los coments y las visitas.
Espero que os haya gustado esta novela navideña.

La siguiente novela yo creo que os gustará. Es bastante diferente a las otras que he puesto. Y en mi opinión es bastante más ficticia que algunas de las otras XD. Hay partes de mucha risa.
Y si queréis saber más, tenéis que comentar ;)

¡Un besi!


2 comentarios:

Lau B. dijo...

Hmmm... por un momento pense que iba a ser un final tragico!
menos mal que Zac fue persistente!
Estuvo muy bien!
Publica pronto
Bye
Xx

Unknown dijo...

Wowww que capitulo! Me ha encantado, un final hermoso!
Menos mal que Zac aparecio.


Sube pronto :)

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