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lunes, 16 de diciembre de 2013

Capítulo 7


¿Qué ha sido eso?

Un sonido semejante a un gemido de indignación fue lo que despertó a Vanessa. Tembló. Las brasas estaban aún encendidas, pero el fuego estaba apagado y su piel se enfriaba, aunque no podía compararse con el frío que sintió cuando recordó la noche anterior.

Una vez más la loca atracción sexual se impuso sobre el sentido común, y Vanessa se rindió sin protestar. No preguntó nada sobre las otras mujeres que había en la vida de Zac.

Se irguió y vio que eran las tres. Buscó el origen del sonido que la había despertado y vio al gato que arañaba con fuerza la alfombra cerca de la puerta.

Despacio se levantó para no despertar a Zac, y tomó su ropa. Se vistió y abrió la puerta al felino. Después salió ella misma.

**: ¡No tan rápido! -una mano la sujetó de la cintura-.

Ness: ¡Oh!

Sorprendida, trató de liberarse. Pensó que Zac se movía como un felino, porque ella no lo había oído levantarse. De alguna forma, también se había puesto el pantalón. Estaba detrás de ella, alto y perturbador. Vanessa tragó saliva con dificultad.

Ness: Creí que estabas dormido.

Zac: Es obvio -dijo con frialdad. La abrazó con fuerza y la hizo entrar en la habitación-. ¿Qué tramabas?

Ness: Iba a mi habitación.

Zac: ¿Por qué?

¿Por qué decidió que iba a escapar?, se preguntó ella misma. No estaba segura, a menos que fuera para evitar el inevitable enfrentamiento.

Ness: No tengo por qué darte una razón -respondió molesta-, ni pedirte permiso.

Zac: Está bien, pero ¿para qué haces excursiones de madrugada si hay una cama allí? -señaló la puerta-.

Vanessa tenía dificultad para respirar y el pulso acelerado, pero debía ser firme.

Ness: Porque no compartiré tu cama. Yo...

Zac: Supongo que ahora me dirás que lo de anoche no debió pasar -la interrumpió con suavidad-.

Tenía los labios secos y se los humedeció con la lengua.

Ness: No... debió pasar. Yo no quería que pasara. Nunca pensé en formar parte de tu... harén.

Zac: ¿Mi qué?

Ness: Sabes bien de qué estoy hablando: Miley, Ashley, Taylor, Alex... ¿De qué te ríes?

Zac: ¡Sigues con eso! Creí que ya sabías que...

Ness: ¿Qué? ¿Qué tengo que saber, por Dios? ¿Algunos nombres más? ¿Me ha faltado alguno?

Zac: Bueno, déjame ver -dijo con seriedad-, podrías incluir a Hilary, Anne, Paula, Miriam, Celia... ah, y Grace, no podemos olvidar a Grace.

Ness: Claro, no podemos olvidarla -exclamó con furia-. Y ahora me voy a mi habitación, y no me lo impedirás.

Zac: ¿Sí? ¿Estás tan segura?

La miraba con unos ojos que la hipnotizaban.

Ness: Sí, y si tratas de detenerme, despertaré a todos los de la casa -le advirtió y caminó hacia la puerta; con la mano en el picaporte, lanzó su golpe final-: Eres... un... ¡mujeriego! -Pero no podía salir, ya que la puerta estaba cerrada con llave. El pánico la invadió y maldijo en voz baja. Se armó de valor y se volvió hacia él-. ¡Abre esta puerta de inmediato!

Zac: No -replicó con calma-.

Empezó a acercarse, pero Vanessa se apartó, dirigiéndose hacia la puerta que él le había señalado como su habitación.

Cuando la abrió, oyó que Zac se reía con malicia. Una vez en el dormitorio, Vanessa descubrió que no había salida.

Zac: Te dije que éste era mi territorio -afirmó desde el umbral-, solo para mí. La única entrada es por la que vinimos, y -añadió cuando ella abrió la boca-, yo no despertaría a todos los de la casa. Lo primero, estamos muy lejos de ellos y, segundo, estas paredes son muy gruesas. Mis antepasados las construyeron bien.

Ness: ¿Acaso eran tan degenerados como tú?

Zac: Para nada. Nuestra familia siempre ha sido muy respetable.

Ness: ¡Lástima que tú echaras a perder su reputación!

Se movió tan rápido que Vanessa no pudo adivinar sus intenciones. La abrazó y la besó con violencia. Por un momento la joven se debatió, pero él la inmovilizó. Vanessa trató de permanecer indiferente, pero fue inútil, y se rindió cuando el beso se tornó más sensual y la lengua de Zac probó la suave humedad de su boca.

Como siempre, el gusto, el tacto y el aroma de Zac fue demasiado para Vanessa. La cabeza empezó a darle vueltas cuando él deslizó las manos por su cuerpo, atrayéndola más hacia sí.

Sin embargo, con repentina violencia, Zac la soltó.

Zac: Parece que ésta es la única forma de combatir las dudas que tienes acerca de mí -dijo con sensualidad-. Es más efectivo que el simple razonamiento. Para tu información, mi «mala reputación» solo es producto de tu imaginación y de tu naturaleza desconfiada. Tú, querida Vanessa, has sacado tus propias conclusiones y ahora me relacionas con una docena de mujeres.

Ella estaba mareada por el beso. Retrocedió algunos pasos para poner cierta distancia entre ellos.

Ness: Sí -balbuceó-, ¡una docena!

Zac: ¿Nunca has confiado en alguien, Vanessa?

Ness: Sí, dos veces, y las dos me decepcionaron -hizo una mueca de disgusto-. Primero mi padre. Yo lo adoraba, pero él se marchó. Y después Drake...

Zac: Tu padre y Drake -entornó los ojos-. ¿Eso es todo? Dos hombres. No es mucho para que desconfíes de todo el sexo masculino.

Ness: La proporción aumentó desde que te conocí -agregó-.

Zac: No, eso es solo lo que tú piensas -aseguró-.

Ness: ¡Está bien! Ya que me tienes encerrada aquí, haz algo de provecho. Convénceme.

Zac: Creí que ya lo había hecho... anoche -dijo con tono suave y seductor-. Creí que te había demostrado lo que siento por ti.

Una sensación de debilidad la invadió, pero luchó contra ella.

Ness: No... me refería a eso. Háblame de Miley, Ashley y las demás.

Zac: Preferiría que confiaras en mí -comentó con seriedad-. Ojala creyeras que eres la única mujer en mi vida.

Ness: Lo siento, pero todas las evidencias están contra ti.

Zac: Te vas a sentir muy tonta -le advirtió-.

Ness: Prefiero sentirme tonta que traicionada.

Zac: Muy bien, si así lo quieres...

Se dirigió hacia un escritorio y, mientras buscaba en un cajón, Vanessa miró a su alrededor pensando aún en escapar.

Era una habitación decorada con un estilo muy masculino, justo como había imaginado. Había sillones mullidos al lado de una chimenea. Los estantes llenos de libros indicaban que Zac leía mucho. Y la enorme cama... Vanessa vio que no había nada que recordara a la esposa de Zac.

Zac: Ven aquí -le ordenó-.

Con nerviosismo, ella se acercó, alerta a sus acciones. Él le entregó un álbum forrado en piel, y Vanessa lo hojeó.

Había fotografías muy antiguas, descoloridas. En ellas aparecían grupos de mujeres y hombres, niños, todas con una etiqueta. Vanessa apretó los labios mientras las contemplaba. Por fin cerró el álbum y se lo entregó con gesto irritado. Se volvió y se dirigió hacia la puerta. Pensó que, por lo menos, en el estudio estarían en terreno neutral.

Pero la puerta de la habitación no se abrió, ya que Zac la había cerrado con llave. Con rostro pálido y tenso, se volvió hacia él.

Ness: ¡Déjame salir!

Con gesto perezoso, Zac sacudió la cabeza; había diversión en su mirada cuando estudió su rostro indignado.

Zac: Solo si te disculpas.

Ness: No me disculparé -declaró con desafío-. No es culpa mía si fue tu intención hacerme creer otras cosas. Me has hecho quedar como una tonta cuando una simple explicación pudo...

Zac: Ésta es la primera vez que pides una explicación -le recordó-. Si lo hubieras hecho antes, no hubieras sacado las cosas de quicio.

Vanessa pensó que quizás eso fuera lo lógico para él, pero ella no pudo... Había sido más bien una cuestión de orgullo. Nunca rogaría... Trató de controlar sus caóticos pensamientos.

Ness: Cuando recibí esos mensajes, podías haberme dicho que Miley, Ashley, Taylor y Alex eran tus hermanas.

Zac: Te equivocas -sacudió la cabeza-. Miley, Ashley, Taylor y Hilary son mis hermanas.

La joven se dijo que él estaba jugando con ella, haciéndose de rogar.

Ness: ¿Quién diablos es Alex?

Zac: Mi hermano -explicó y ella se quedó muda-. ¿No sabías que Alex también es un nombre masculino? Y para tu información -continuó-, antes de que te alteren más llamadas, mi otro hermano se llama David.

Ness: Y todos los demás nombres que mencionaste: Anne, Paula... y los otros.

Zac: Miriam, Celia y Grace son mis sobrinas. Grace nació la semana pasada. Una vez te dije que no tenía sobrinos -la miró con calma, esperando-.

El propio humor de Vanessa comenzó a aflorar. Primero sonrió y después se le escapó una risita.

Ness: ¡Canalla! -exclamó divertida-.

Zac: Y ahora -anunció-, ¿crees que podremos posponer esto y pasar al asunto principal?

Ness: ¿Qué asunto? -inquirió-.

Zac: Nosotros. Tú y yo -sus ojos se oscurecieron-, y esa cómoda cama.

Puso las manos en los hombros de Vanessa, y después se besaron con tanta naturalidad como si respiraran. Una ola de deseo la envolvió. Se aferró a él y entrelazó los dedos en su cabello. Su cuerpo se deleitaba ante su contacto. Al principio no fue consciente de que la guiaba hacia la cama, para después tumbarla allí.

Ness: ¡No! -lo empujó-.

Zac: ¿Y ahora qué? -exclamó con impaciencia-.

Ness: Esto no está bien, Zac. Sí, ya sé que anoche me rendí ante ti. Tú tienes la capacidad de hacerme perder el juicio, pero hablaba en serio acerca de estar bajo el techo de tus padres y...

Zac: Vanessa, estás bajo mi techo. Ya te dije que esta ala es mía. Desde que fui mayor de edad, se dio por hecho que yo hago y traigo aquí a quien yo quiera. Y antes de que te exaltes y me preguntes quién más estuvo aquí, la respuesta es una sola persona: mi esposa.

Sin esperar más, la abrazó y trazó un sendero de besos por su cuello. Cuando Zac hacía eso, Vanessa perdía todo dominio de sí misma; no estaba acostumbrada. Aparte de Drake, únicamente había tenido relaciones breves y más bien amistosas. Zac tenía un efecto increíble en ella. Nunca en toda su vida se había visto tan afectada por un hombre.

Zac: ¿Vanessa? -la miró por un momento-. ¿Cuándo podremos casarnos?

Ness: ¿Qué? -no podía creerlo-. ¿Qué has dicho?

Zac le sonrió cariñosamente.

Zac: Te he preguntado cuándo podremos casarnos -repitió y ella se lo quedó mirando, aturdida-. ¿Y ahora qué pasa?

Ness: Nosotros... tú... Nunca hablaste de... matrimonio.

Zac: ¿Qué? -sus ojos cálidos de pronto parecieron de hielo-. ¿Qué tratas de decir, Vanessa?

Ness: Cuando estábamos en el hospital...

Zac: Allí estabas muerta de preocupación, y yo acordé esperar hasta que estuviéramos más tranquilos.

Ness: Pero yo creí...

El rostro de Zac estaba tenso y duro.

Zac: Creíste que era un hombre que solo andaba de cama en cama. No, Vanessa. Solo me he acostado con dos mujeres, mujeres con las que pensaba casarme. Siempre fue mi intención casarme contigo, desde el primer momento en que te vi.

Ness: Pero...

Zac: Es obvio que al principio no podía decir nada, porque tú me dejaste muy claro que no te dejarías convencer, pero yo estaba decidido. Si no es matrimonio lo que quieres, entonces no eres como yo pensaba. Ah, sí -añadió con amargura-, seguiré amándote, deseándote, pero te advierto que conmigo o el matrimonio o nada, Vanessa. Yo...

Ness: ¡Zac, cállate! -gritó-. Solo déjame decirte algo ¿quieres? Lo entendiste todo mal. Yo creí que tú no querías casarte. Solo hablaste de «desear», y de dónde íbamos a vivir. Me confundiste...

Zac: ¿Quieres decir que...? -su rostro se iluminó-.

Ness: Quiero decir que no me conformaría más que con el matrimonio -terminó con suavidad-.

Zac: Si así es... y creíste que lo que yo quería solo era... ¿por qué tú...? -preguntó con el ceño fruncido-.

Ness: ¿Por qué te dejé que me hicieras el amor dos veces? -se sonrojó-. Sí, sé que parece ilógico, pero el amor es una emoción lógica. Cuando estás cerca de mí, Zac, borras todo lo que hay en mi mente -se movió hacia él-. Te quiero, y me casaré contigo cuando quieras, aunque...

Zac: ¿Aunque qué? -se tensó-.

Ness: Me gustaría esperar hasta que Brittany esté bien.

Zac: Claro, tonta -se relajó-. Y ahora, ¿sigues con la idea de irte a tu habitación? ¿Insistirás en que esperemos hasta que...?

Riendo, Vanessa le cubrió los labios con un dedo.

Ness: No -respondió-. No insistiré.


Zac: ¿Vanessa? ¿Quieres desayunar en la cama?

Ness: ¿Mmm? -abrió los ojos-.

Había soñado con su boda. Avanzaba por el pasillo de una iglesia pintoresca, del brazo de su cuñado, y Brittany era la madrina.

Zac: Te he preguntado si quieres desayunar en la cama -repitió-.

Ness: No... oh ¿qué hora es? -se irguió-. ¡Dios! Brad y Jessica, su desayuno.

Zac: Relájate -la hizo acostarse-. Molly se está encargando de eso.

Ness: Pero no es su deber. Es mi responsabilidad... -se interrumpió de pronto-. ¿Cómo lo ha sabido ella? -lo acusó-.

Zac: Porque he llamado a la cocina, y ahora puedo pedir el desayuno.

Ness: No, gracias -no quería que el personal la viera en la cama de Zac. Esperaría hasta que anunciaran su compromiso-. Debo regresar a mi habitación y arreglarme allí.

Zac: Podríamos ducharnos aquí -sugirió con malicia-.

La idea era muy tentadora, pero negó con la cabeza.

Ness: Necesito ropa limpia -sacó las piernas de la cama-. Debo irme. ¡Zac! -exclamó cuando él la abrazó por la cintura-.

Zac: ¿Crees que te voy a dejar ir sin darte un beso de buenos días?

Ness: Claro que no. Lo siento -se volvió hacia él, pero descubrió que estaba pensando en algo más que un beso-. ¡Zac! -protestó de nuevo, esa vez con voz más débil-. ¡Oh, Zac!


Una hora después, mientras se duchaba, Vanessa pensó en cómo reaccionaría la familia al recibir la noticia. Se sentía muy nerviosa cuando se miró en el espejo y se alisó el vestido de lana verde que llevaba.

Fue una desilusión para ella bajar y descubrir que sus anfitriones no estaban.

Zac: Han ido a tomar algo con unos amigos, en el pueblo -le informó acariciándola con la mirada-.

Ness: ¿Les dijiste algo acerca... acerca...?

Zac: Ya se habían ido cuando bajé. Mira, es tarde para desayunar. ¿Por qué no tomamos algo y nos vamos a Londres?

Ness: Los niños... -comenzó-.

Zac: Los niños estarán bien con la señora Macgowan.

Ness: Pero le prometimos a Brittany...

Zac: Mañana ¿sí? ¿De acuerdo? Hoy te quiero solo para mí.


Era una escena de alegría la que se encontraron en el hospital.

Ness: ¡Andrew! -exclamó-. ¡Has podido venir!

Su cuñado estaba sentado en la cama con un brazo alrededor de su esposa, mientras con el otro arrullaba a su bebé. Brittany estaba radiante.

Britt: ¿No es maravilloso, Vanessa? Andrew podrá quedarse todo un mes. Dice que él se encargará de los niños, así que ya podrás regresar a trabajar.

Ness: ¿Estás segura?

Vanessa había disfrutado mucho cuidando a los niños, pero era un alivio regresar a los asuntos de la tienda, aunque pensó que quizá ya no la tendría por mucho tiempo.

Andrew: No hay problema. Los recogeré esta tarde -anunció-.

Zac: Llamaré a casa para avisar -sugirió-. ¡De otro modo, pensarán que es un secuestro!


No se quedaron mucho tiempo en el hospital, ya que Brittany deseaba estar a solas con su marido.

Zac: Todavía no tenemos que regresar a casa -anunció cuando estuvieron en el coche-.

Ness: ¿Qué sugieres entonces?

Zac: Hace varias horas que no hacemos el amor -murmuró-, y creo que no puedo esperar a llegar a casa. ¿Y tú?

Vanessa se sonrojó y su cuerpo vibró. Se aclaró la garganta.

Ness: Podemos ir a mi apartamento -susurró-.

Zac: O al mío.

Ness: ¿Tienes un apartamento aquí? No me lo habías dicho.

Zac: Porque cuando salimos, la casa de Hampstead estaba más cerca -le acarició la rodilla, ejerciendo una cálida presión-. Como te dije antes, me resulta difícil esperar cuando estoy contigo.

Ness: ¿Y no estamos lejos de tu apartamento ahora? -preguntó nerviosa-.

Zac: Cinco minutos -le dirigió una mirada interrogante-.

Ness: Me... gustaría conocerlo -replicó con timidez-.

Zac: ¿Eso es todo? -bromeó-. ¿Simple curiosidad?

Ness: Sabes bien que no -se sonrojó de nuevo-.

Zac aceleró de pronto y en cinco minutos llegaron a un conjunto de pequeñas casitas blancas. La puerta a la que la guió tenía un brillante picaporte de bronce.

Ness: Cuando dijiste apartamento, me imaginé un edificio enorme -comentó-. Supongo que te parecerá acogedor en comparación con la casa de tus padres. Zac... -titubeó-, ¿dónde viviremos cuando... si...?

Zac: Cuando nos casemos -declaró-. Que no hay duda al respecto. Nos casaremos tan pronto sea posible. No quiero que te me escapes de las manos. Cuando eso suceda, viviremos aquí primero.

Ness: ¿Y después? -inquirió cuando pasaron al vestíbulo-.

Zac: Después buscaremos una casa. Este lugar -la guió hacia una habitación-, es simplemente un apartamento de soltero. Cuando empecemos a tener hijos -se rió con agrado-. Te sonrojas de una manera maravillosa, Vanessa. Sí quieres tener hijos, ¿no?

Asintió y él la cogió en brazos.

Ness: Por la forma en que te has comportado últimamente, quizá ya venga uno en camino.

Zac se detuvo en mitad de la escalera, y Vanessa contempló divertida su expresión.

Zac: ¿Quieres decir que podrías estar...? ¿Tú no... la píldora?

Ness: Nunca hubo necesidad de tomar precauciones -le recordó y él la abrazó con más fuerza-.

Zac: Lo sé. Oh, Vanessa -murmuró contra su cuello-. Estoy tan contento porque fui el primero contigo, pero -entraron en una habitación espaciosa-, pero no me dijiste que... ¿Podrías estar embarazada?

Ness: No lo sé... aún -admitió-.

Zac le desabrochó el delicado vestido de lana, que cayó a sus pies.

Zac: ¿Y te molestaría si lo estuvieras?

Vanessa se rió con agrado cuando lo recibió en sus brazos.

Ness: Claro que no -lo besó-.

Zac: En ese caso -se desvistió deprisa-, asegurémonos de que así sea...

Ness: Como si necesitaras una excusa -bromeó-.


Ya había oscurecido cuando regresaron a Kent. Con la cabeza apoyada en el hombro de Zac, Vanessa pensó en lo feliz que se sentiría Brittany cuando le comunicara la nueva noticia.

«Un hombre para Navidad», había sido el deseo de su hermana para Vanessa, y milagrosamente se había cumplido.

La señora Efron los recibió a la hora de la cena, y les informó que Andrew había recogido a los niños.

Sra. Efron: Es una lástima -comentó la señora con pena-. Estuvieron aquí muy poco tiempo...

Zac: No importa, madre -la reconfortó-, tienes muchos nietos preciosos...

Sra. Efron: Pero no tan pequeños...

Zac: Bueno. No puedo prometer nada, pero quizá Vanessa y yo podamos cambiar eso.

Sra. Efron: ¿Quieres decir que por fin se lo has pedido? Oh, querida -se acercó a Vanessa-. Estoy tan contenta. Zac nos dijo que aún no te lo había pedido y que no debíamos comportarnos como los futuros suegros para no espantarte... Pero ahora... -la besó con cariño-. Ha sido mi mayor deseo que Zac encuentre la felicidad otra vez. Temía que se quedara solo en ese apartamento de soltero durante el resto de sus días.

Ness: No creo que eso pudiera pasar -miró a Zac con provocación-. No todas las mujeres son tan lentas como yo para reconocer lo que vale la pena.

La recompensó con una mirada intensa que prometía compensarla por ese comentario.


Más tarde, cuando estuvieron solos, Vanessa le preguntó a Zac si se opondría a que ella continuara trabajando.

Ness: ¿Hasta que formemos una familia? Por supuesto, cuando llegue el bebé, me quedaré en casa. Pero podría seguir interesándome por mi tienda ¿no?

Zac: Si así lo quieres... Nadie puede acusarme de ser anticuado, y nunca he pensado que la mujer deba quedarse siempre en casa. July siguió trabajando después de que nos casáramos, y claro, no hubo niños...

Ness: Lo sé -lo abrazó por el cuello-. Y ahora -añadió después de besarlo-, yo voy a ser anticuada e insistiré en dormir en mi habitación. Sí -afirmó cuando él protestó-, de ahora en adelante, quiero que me cortejen a la antigua y romántica usanza. Si no ¿cuáles serán mis expectativas la noche de boda?

Zac: Yo te demostraré cuáles serán -la amenazó, pero ella se escapó riendo. Durante largo rato sus ojos la estudiaron, pero no lograron convencerla-. Bien, supongo que será como tú digas -gruñó a manera de queja-. Creo que mi vida se regirá según tu albedrío.


Cuando se dirigía hacia su habitación, Vanessa no pudo evitar sentir ciertas dudas al pensar en lo rápido que había aceptado Zac su propuesta, pero se repitió que era lo correcto.

Estaban seguros de su amor, pero para que un matrimonio tuviera éxito, debía haber emoción y novedad. Si añadía un poco de misterio, y se comportaba con cierta volubilidad, siempre se aseguraría el interés de Zac.

Vanessa se durmió con una sonrisa de satisfacción.




¡Ay, que bien, que happy todo!
Por fin parece que van a ser felices y que Ness ya se ha relajado y se ha dejado llevar por lo que siente.
Pero aunque quede un capítulo, yo no cantaría victoria todavía...

¡Gracias por los coments!
¡Lau, se te echaba de menos!

¡Comentad!
¡Un besi!


2 comentarios:

Lau B. dijo...

Cuando dices cosas como "aun no cantaria victoria" me imagino lo peor!!
siento que se viene la tercera guerra mundial!
aunque! se que es el ultimo capitulo y espero que las ultimas lineas sean felices!
Y yo consideroo que esta re-embarazada... XD
Publica pronto
Xx
PS: y por si no te has dado cuenta ayer me la pase en tu blog todooooo el dia! poniendome al dia!
fue una experiencia divertida!

Unknown dijo...

Como que "aun no cantaria victoria"? Espero que no pase nada malo.
Y me encanto este capitulo! Y vanessa debe de estar embarazada de mellizos ya jajajaj.


Sube pronto :)

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