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viernes, 13 de diciembre de 2013

Capítulo 6


Vanessa no se animó a llevar a Brad a su cama. El niño le preguntó dónde estaba su madre y si Santa Claus ya había llegado. Después, se quedó dormido.

Vanessa se quedó tumbada, despierta. Los besos y caricias de Zac la habían alterado mucho. Anhelaba que la abrazara con fuerza, sentir su cuerpo junto al de ella, hacer el amor...

Si no tuviera tantas dudas sobre sus padres, si no hubiera recibido esas tres llamadas, no hubiera sido tan fría con él...

Se dijo que haber hecho el amor con Zac había sido un error de su parte, y en ese momento debía pagar las consecuencias. Se daba cuenta de que una vez que se experimentaba eso, se añoraba su repetición constante.

Pero su situación allí era imposible. Invitar a alguien a casa era una prueba de la relación. A pesar de las negativas de Zac, él no tardaría en darse cuenta de que ella no encajaba allí, y entonces volcaría sus atenciones en cualquiera de las otras tres mujeres.

Estaba amaneciendo cuando Vanessa cerró los ojos. Dos horas más tarde, el emocionado Brad la despertó.

Ness: Feliz Navidad, cariño -le deseó al niño y le enseñó el calcetín, lleno de pequeños tesoros-.

Pensó que las tensiones y la infelicidad debían quedar de lado por el bien de los niños. Esperaba que Zac no deseara recomenzar la discusión ese día.

Mientras respondía a la infinidad de preguntas de Brad, Vanessa cerró su mente a los problemas, pero una intensa inquietud le indicó que aún era consciente de ellos.

Al principio creyó que ella y los niños eran los primeros en bajar, pero Molly le dijo que Zac y su padre ya habían desayunado y que habían salido a montar.

«Otra tradición familiar», pensó Vanessa.

Ness: ¿Y la señora Efron? -preguntó a Molly-.

Molly: Desayuna en la cama. Ella siempre baja como a las once.

Lo cual indicaba que no consideraba que sus invitados fueran lo suficientemente importantes como para prestarles atención. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la señora Macgowan, que los saludó con alegría.

Sra. Macgowan: ¿Ya has abierto tus regalos? -preguntó la mujer a Brad-.

Ness: Creo que Santa Claus escondió algunos que podrá abrir junto con todos nosotros -sonrió-

Pero la señora Macgowan borró esa sonrisa de su rostro cuando dijo-:

Sra. Macgowan: Ah, creo que los demás los abrieron anoche cuando regresaron de la iglesia.

Ness: ¿Una tradición familiar? -preguntó con frialdad-.

Pensó que debieron haber esperado por el bien de Brad.

Sra. Macgowan: Una tradición reciente -explicó la mujer-. Cuando los niños eran pequeños, todos se reunían alrededor del árbol después del desayuno. Pero últimamente, como la señora Efron no está bien, se levanta tarde.

Ness: ¿No está bien? -la culpabilidad la invadió-.

Se dijo que hasta ese momento había sido muy injusta con la madre de Zac.

Sra. Macgowan: ¿No lo sabías? Sufrió un infarto hace tres años. Se recuperó bien, pero debe ser cuidadosa.


Zac y su padre regresaron cuando Vanessa y los niños terminaban de desayunar. Estaban de muy buen humor.

Vanessa temía el primer encuentro con. Zac, pero éste se comportó como si nada hubiera ocurrido. Brad le mostró el contenido de su calcetín con entusiasmo.

Zac: ¿Por qué no vamos todos al estudio y miramos bajo el árbol? -sugirió-.

Ness: Vosotros ya abristeis vuestros regalos anoche ¿no? -preguntó sin poder evitarlo-.

Zac: Regalos familiares, sí, pero hay regalos para los niños, para la señora Macgowan y para ti.

Vanessa había comprado algo para Zac. Subió a su habitación con una excusa y bajó el paquete. No estaba de humor para intercambiar presentes, pero sabía que debía hacerlo.

Cuando regresó, Brad estaba desenvolviendo sus regalos y la señora Macgowan ayudaba a Jessica con los suyos. Zac había sido muy generoso.

Vanessa le dio el paquete a él, y recibió uno pequeño a cambio. Era una cajita cuadrada como las que solían usarse para los anillos, pero la joven se dijo que no podía tratarse de eso.

Zac. No es una trampa -señaló-.

Él ya había desenvuelto su regalo: una corbata de seda.

A Vanessa le temblaban los dedos cuando desenvolvió la caja. Tomó un respiro, la abrió y suspiró de alivio al ver los pendientes.

Ness: Gracias -murmuró y lo miró a los ojos-.

De inmediato se dijo que eso había sido un error, ya que la expresión de Zac era irónica, como si estuviera diciéndole que no debía haber esperado un anillo.

Zac: ¿Qué tal un paseo por el jardín? -sugirió a Vanessa cuando todos abrieron sus regalos-. Hace un día precioso, no hace mucho frío y el jardinero ha limpiado los senderos.

Ness: ¿Tu jardinero trabaja el día de Navidad? -preguntó con incredulidad-.

Zac: Tenemos más de uno. El que trabaja ese día recibe una fuerte suma y disfruta de otro día libre.

Ness: ¡Qué generoso! -murmuró con burla-.

No sentía ninguna simpatía por la familia Efron y por su riqueza esa mañana.

Zac: ¿Vienes? -insistió-. No tenemos mucho tiempo y quiero hablar contigo.

Vanessa pensó que sin duda él quería hablar de lo de la noche anterior, y buscó una excusa.

Ness: Le prometí a Brad que jugaría al Ludo con él.

Sra. Macgowan: Yo jugaré con él -se ofreció-. Hace años que no juego al Ludo. Ve a tomar el aire, querida.

Vanessa no podía negar el ofrecimiento, aunque no deseaba estar a solas con él.

Ness: Iré a buscar mi abrigo -anunció-.

Cuando bajaba por la escalera, vio que Zac la estaba esperando en el vestíbulo. Se sentía muy vulnerable ante su mirada de admiración.

Zac: Llevabas ese abrigo el primer día que te vi. Desde ese momento...

Sra. Efron: ¡Zac! -lo interrumpió su madre desde el descansillo-.

Vanessa miró hacia arriba. La mujer aún estaba en bata, pero su cabello y maquillaje eran perfectos.

Zac: Buenos días, madre -la besó en la mejilla-. ¿Todo está bien?

Sra. Efron: Claro, querido. Os preocupáis demasiado por mí. Lo que pasa es que Alex llamó y le prometí que llamarías de inmediato.

Zac: No hay problema -le aseguró-. Llamaré ahora mismo. ¿Me esperas unos minutos, Vanessa?

Ness: Ah, sí, claro que sí -respondió con dulce frialdad-. ¿Por qué no llamas a las otras tres de una vez?

La miró con una expresión que indicaba que deseaba reprenderla por ese comentario. Vanessa decidió retirarse deprisa.

Salió al jardín. Como Zac le había dicho, los senderos de diseño geométrico estaban limpios de nieve, pero ella no podía admirarlos. Estaba demasiado alterada y caminó con energía hacia los árboles que dividían el jardín del resto de la propiedad.

Durante la noche, la superficie se había cubierto de hielo. El sol calentaba un poco, y la caminata resultaba agradable. En otras circunstancias, Vanessa hubiera disfrutado mucho.

Ness: Así que ahora es Alex -murmuró en voz alta-. Miley, Ashley, Taylor y ahora Alex. ¿Cuántas más habrá? Y Taylor vendrá esta tarde. Eso será interesante.

Vanessa se internó entre los árboles. Pensó que tal vez si se alejaba lo suficiente, Zac no la iría a buscar. Si lo evitaba hasta la hora de la comida...

Caminó por el bosque por espacio de una hora y de pronto se dio cuenta de que se había perdido.

Miró su reloj y ya pasaba de la hora de la comida. Maldijo. Seguramente su retraso no la congraciaría con sus anfitriones.

Después se sintió desesperada, ya que recordó que Zac le había prometido llevarla a Londres a visitar a Brittany. Si no regresaba a casa a tiempo, su hermana pensaría que no se preocupaba por ella.

Caminó con desesperación; las botas le pesaban mucho y le dolían las piernas. Tropezó tres veces con raíces de árboles, y finalmente cayó con un fuerte dolor cuando se torció un tobillo.

Se quedó tumbada para recuperar el aliento y reponerse del dolor. Cuando quiso levantarse, le fue imposible. Al intentarlo de nuevo, un fuerte dolor la invadió y se desmayó.

Zac: ¡Vanessa! ¿Vanessa? -Recuperó la conciencia y vio el rostro ansioso de Zac. Le sostenía las manos frías como el hielo. Se preguntó cuánto tiempo llevaría allí-. ¿A qué diablos estabas jugando? -la reprendió cuando se dio cuenta de que no estaba en peligro-.

Ness: Me tropecé -informó y se mordió el labio cuando sintió otra fuerte punzada de dolor-. Me he torcido un tobillo. No puedo levantarme.

Zac: Si no te hubieras ido, esto no habría pasado. Ahora, supongo que tendré que llevarte en brazos.

Ness: No te molestes -dijo con dolor e irritación-, solo manda a alguno de tus sirvientes que lo haga. Sin duda les darás una fuerte suma de dinero.

Zac: No estoy de humor para discusiones -exclamó. La levantó y de pronto el corazón de Vanessa se aceleró por la proximidad-. ¿Qué diablos estabas haciendo? -exigió-. ¿Por qué no me esperaste? Sabías que quería hablar contigo.

Ness: No estoy acostumbrada a esperar mientras los hombres telefonean a sus otras novias.

Vanessa no lo miraba a la cara, así que no pudo ver su expresión divertida.

Zac: Solo llamé a Alex. A las demás las llamé temprano por la mañana.

Ness: Tenías mucho que decirle a Alex ¿no? -replicó con tono sarcástico-. Tardaste mucho.

Zac: Teníamos mucho que hablar, sí.

Su confesión la enfureció más.

Ness: Creo que es mejor que nos lleves a todos a Londres esta tarde -informó-. Fue un error traernos aquí.

Zac: ¡Tonterías! -la abrazó con más fuerza-. No has puesto nada de tu parte. Además, los niños se están divirtiendo.

Ness: Pues yo no.

Zac: Es culpa tuya, debido a tu naturaleza desconfiada, y a tu imaginación desbocada.

Ness: ¡Imaginación! ¡Ja! ¿Imaginé todas esas llamadas?

Zac: No -sonrió de pronto-. Debo decir que esos celos me parecen muy prometedores.

Ness: ¿Celos? ¿Quién diablos ha dicho que son celos? A mí no me importa cuántas amigas tengas o cuántas vengan a verte mientras yo esté aquí -mintió-. ¡Por mí que vengan todas!

Zac: ¡Oh, Vanessa! -sonrió ampliamente-. Si no fuera tan tarde...

Ness: Ah, sí, siento haber retrasado tu cena de Navidad -dijo, ladeando la cabeza para que no fuera a besarla-.

Zac: ¡No hay problema! No cenamos hasta la noche, y la comida se retrasó. Es una de las ventajas de tener personal bien pagado.

Ness: ¿Se retrasó? ¿Por mi culpa? ¡Oh, Dios! -exclamó-.

Casi estaban llegando a la casa y temía encontrarse con la familia de Zac.

Zac: Mis padres estaban muy preocupados por tu seguridad y además no querían que te perdieras la comida -le informó-.

Vanessa se quedó callada. No podía creer que a sus padres les interesara ella. Pensó que seguramente se trataría de una cortesía innata.

Zac: Así que -continuó con alegría-, como tuviste un accidente, después de la comida te llevaré a ver a tu hermana y luego iremos a que te examinen el tobillo.

Ness: Mira, Zac, hablo en serio. Vamos a llevarnos a los niños con nosotros, y nos dejas en Hampstead. Esto ha sido un terrible error, de mi parte y de la tuya. Nunca debí aceptar...

Zac: ¿Y cómo crees que cuidarás a los niños con un tobillo lesionado? No, Vanessa, te guste o no, te quedarás aquí el tiempo necesario.

Ness: ¿Necesario para qué? Mi tobillo estará bien mañana.

Zac: No solo me refería a tu tobillo -agregó con tono misterioso-.


Llegaron al vestíbulo y todos la rodearon preguntándole cosas. Vanessa se disculpó por haber retrasado la comida, y aún seguía haciéndolo cuando Zac la cogió en brazos para llevarla al coche, después de comer.

Zac: ¿Me creerías si te dijera que no les eres indiferente a mis padres? -preguntó cuando ya se alejaban-.

Tuvo que reconocer que ciertamente se habían comportado con mucha amabilidad. Sus disculpas fueron descartadas de inmediato.

«Yo prefiero comer más tarde -había declarado la señora-. Me temo que desayuno muy tarde en estos días».

Ness: No veo por qué deban interesarse por mí -negó-. Me entrometí en su fiesta familiar, como invitada he sido una molestia, y además, solo soy una más entre un montón de...

Zac: Les interesas porque les dije lo que significas para mí -la interrumpió quitándole el aliento-.

Ness: Pero nosotros no... es decir... yo dije que...

Zac: Sí, ya sé lo que dijiste, pero no lo acepto como final.

Vanessa calló. ¿Era eso lo que esperaba? ¿Que fuera insistente? Pero eso había sido antes que viera cómo vivía y que descubriera cuántas mujeres lo acompañaban. Los hombres ricos tenían fama de casanovas, y no conocía bien a Zac. ¿Podía confiar en él? No quería una repetición de su experiencia con Drake.

Zac: ¿Qué? -exclamó-. ¿Has perdido el habla? ¿No más discusiones? ¿O eso quiere decir consentimiento?

Ness: Zac, yo...

Zac: No me digas nada por ahora. Por tu expresión y tu tono, sé que no me gustará lo que digas. Lo hablaremos más tarde, cuando estés de mejor humor. Quizás un poco de espíritu Navideño te ablande.


Zac la cogió en brazos para llevarla al hospital. Cuando le vendaron el tobillo, él usó una silla de ruedas para transportarla.

Ness: ¡Brittany! Oh, Brittany ¿cómo estás? -le preguntó cuando la vio, ya recuperada-.

Britt: ¿Qué te ha pasado a ti?

Ness: Un accidente estúpido. Me torcí el tobillo. Estaba asustada por ti -continuó cuando le entregó las flores que había comprado para ella-.

Britt: Yo también me asusté -admitió-, pero ya estoy bien. De hecho, los analgésicos me tienen eufórica. Me siento culpable por haberte dejado con todo, y en Navidad. Y ahora tienes el tobillo lesionado. No va a ser una Navidad feliz para ti.

Zac: Al contrario, espero que sea la más memorable Navidad para Vanessa.

Britt: ¿Sí? -los miró-. ¿Eso quiere decir que…?

Ness: Se refiere a que nos ha invitado a todos a pasar la Navidad con su familia -se apresuró a explicar-. Así que no necesitas preocuparte. Solo concéntrate en recuperar toda la fuerza. ¿Puedo ver a mi sobrino? -preguntó cambiando de tema. Se inclinó sobre la cuna-. ¿No es precioso? -lo halagó-. Se parece mucho a Brad.

Britt: Desde luego -comentó-. Oh, Vanessa, Andrew llamó al hospital y está en camino. En vista de las circunstancias, le darán un par de semanas de vacaciones. ¿No es fabuloso? Estoy ansiosa por verlo.

Ness: Me alegro por ti -dijo con sinceridad, pero en el fondo sentía envidia de tanta felicidad-.

Pensó en lo irónico de la situación. Solo unas semanas antes, decía que prefería su libertad.

Zac: Bueno, ahora que ya te he saludado, os dejo solas para que disfrutéis de una larga conversación.

Vanessa no sabía si era peor quedarse a solas con su astuta hermana.

Britt: Así que fuiste a la casa de su familia -comentó tan pronto como él se fue-. ¿Habrá boda pronto?

Ness: No imagines tanto. Se trata de una familia muy caritativa. Quizá piensan que es su deber cristiano invitar a algunos desamparados a casa.

Britt: ¿Detecto un tono de amargura? ¿No te caen bien? Si te refieres a que Zac no se ha aprovechado al tenerte bajo el mismo techo, entonces no es tan hombre como pensé.

Ness: Oh, Britt, si fuera así de sencillo, pero hay tantos problemas. Si supieras...

Britt: ¿Por qué no me lo dices? -sugirió-. Quizá los problemas están en tu mente. -Vanessa se lo contó todo-. ¿Y Zac dice que solo son imaginaciones tuyas? Me inclino a creerle ¿sabes? Estás hipersensible desde lo de Drake. En cuanto a esas mujeres que lo llaman... Quizá Zac sea de esos hombres que pueden continuar su amistad con sus ex novias. ¿Por qué no se lo preguntas?

Ness: Porque no le daré la satisfacción de pensar que estoy celosa. Además, me da miedo la respuesta.

Britt: ¡No pensarás que Zac tiene todo un harén de mujeres y que solo quiere añadirte a su lista!

Ness: No... sí... oh, no sé qué pensar -suspiró-. Nunca estuve tan confundida en mi vida.

Britt: El amor te llega así -sonrió-. Si quieres mi consejo, deja que pase la Navidad; mantén los ojos bien abiertos y la boca cerrada, así no dirás nada que puedas lamentar después.

Ness: Solo espero que no vaya a lamentar todo este asunto -murmuró con seriedad-.

Britt: ¿No querrás decir que...? -estaba asombrada-. Podrás decirme que no me meta, pero eres mi hermana y pasaste toda una noche con él. Supongo que vosotros... -se interrumpió cuando Vanessa asintió-. ¿Quieres decir que es probable que estés embarazada?

Ness: No lo sé... todavía -admitió-. No he tenido tiempo para...

Britt: ¿Así que ninguno tomó precauciones?

Ness: Todo sucedió tan rápido...

Britt: ¡Oh, Dios! -suspiró-. Creía que eras más sensata. Si estás embarazada, ¿se lo dirás?

Ness: No lo sé -comentó con tristeza-. Pero quizá no. Sería como chantajearlo para que se comprometiera conmigo.

Britt: Bueno, no pensemos en eso por ahora. Esperemos que tengas suerte esta vez. No dejes que te lleve a la cama hasta que se hayan solucionado las cosas.


Zac fue a despedirse de Brittany y a llevarse a Vanessa. Prometió volver con ella al día siguiente.

Zac: Y quizá quieras que venga Brad también -sugirió-. ¿No te alterará tener a un niño tan revoltoso aquí?

Britt: No, me encantaría verlo, si no es mucho problema. Los echo muchísimo de menos.

De pronto se puso muy triste y Vanessa se conmovió.

Ness: Claro que lo traeremos -anunció-. Los traeremos a los dos, y quizá Andrew esté aquí para entonces -añadió animándola-.


Zac parecía pensativo cuando volvían a Kent, y Vanessa agradeció el silencio. No quería otra discusión y, posiblemente, él había decidido que aún no era el momento. Cuando llegaron a casa de los padres de él, Vanessa solo tuvo tiempo para acostar a los niños y arreglarse para la celebración.

Vanessa decidió que esa noche los pondría en su lugar. Se puso el vestido de noche que llevó para la Navidad. Era de un corte casi severo, blanco con tirantes delgados y escote en forma de pico en espalda y cuello. Resaltaba su piel morena y su cabello negro.

Necesitaba poco maquillaje, así que se pintó los labios y se aplicó un poco de sombra en los grandes ojos marrones. No usaba más adorno que su reloj de pulsera y unos pendientes largos de plata.

Zac le había dicho que iría a buscarla, pero Vanessa decidió bajar sola. Su tobillo estaba mejor y no quería tenerlo cerca. Con cuidado, bajó por los escalones.

La familia estaba reunida en el estudio para beber algo. A pesar de que sabía que estaba muy bien, Vanessa se tomó un respiro para calmarse antes de entrar.

Fue la señora Macgowan quien la vio primero interrumpiendo la conversación.

Sra. Macgowan: Querida, estás preciosa.

Todos la miraron, y de inmediato, Zac y su padre se levantaron y se dirigieron hacia ella, repitiendo los halagos.

Zac: Te dije que te traería en brazos hasta aquí -le recordó tomándola del brazo y llevándola hacia el carrito de las bebidas-.

Ness: Puedo hacerlo sola -informó-. Hay...

Sra. Efron: Iba a decirte, Zac, cuando Vanessa entró -continuó-, que Taylor se desilusionó mucho porque no te encontró aquí esta tarde. Tiene muchas ganas de verte y se muestra muy misteriosa.

Zac: Así es Taylor -sonrió y se volvió hacia Vanessa-. ¿Qué quieres tomar?

Pensó que, al parecer, Taylor no se molestó porque él se había ido con otra mujer, si acaso lo sabía. Quizá la madre de Zac era toda una experta en ocultar a las amigas de su hijo.

La cena transcurrió en medio de un ambiente íntimo, con cinco personas sentadas alrededor de una mesa pequeña.

Sra. Efron: No soportaría una mesa enorme y vacía este año -comentó-. Sé que los niños tienen que visitar a sus otros abuelos, pero no sé por qué decidieron ir todos este año.

Zac: No importa, madre -la reconfortó-. Los ves casi todos los fines de semana del año.

Sra. Efron: Sí, pero la Navidad es diferente -insistió-.

Sr. Efron: Supongo que esto no es interesante para vosotros dos -comentó dirigiéndose a Zac y a Vanessa cuando se retiraron a la sala de televisión-. Nosotros tres nos contentamos con ver la televisión, pero vosotros no deberíais sentiros obligados.

Zac: Gracias, papá. Debo admitir que no me gusta mucho la televisión. Esta es una buena oportunidad para mostrarle a Vanessa el resto de la casa. Tiene mucha historia y sitios interesantes. ¿Quieres acompañarme?

Vanessa iba a decir que prefería ver la televisión, pero no pudo hacerlo.

Sr. Efron: Claro que le gustará -comentó-.

Ness: Debo... ver a los niños -le sugirió a Zac cuando salieron, para retrasar el momento en que estuvieran solos-.

Zac: Molly los vigila de vez en cuando, y es de confianza. Relájate, Vanessa, y disfruta. Bien, ya has visto toda esta ala, y no hay mucho interés en el ala este. Así que iremos al ala oeste.

La tomó de la mano y la guió por una puerta que ella no había visto antes.

De pronto la cogió en brazos antes de que pudiera protestar.

En sus brazos, Vanessa sintió el deseo encenderse dentro de ella. Si fuera su hogar y Zac la llevara en brazos a su habitación...

Zac: ¿Tienes frío? -preguntó sintiendo su temblor-.

Ness; No, no... Estoy bien.

La miró con incredulidad, indicando que conocía la razón, y la abrazó con más fuerza.

Zac: No trates de negarlo, Vanessa. «La Bella Durmiente» ha despertado, y no volverá a dormir de nuevo. -Ella tragó saliva. Su estómago se contrajo por las sensaciones-. El ala oeste es mi territorio cuando estoy en casa, pero se usa cuando viene toda la familia -le informó al llegar al primer piso-. Todo está amueblado y bien dispuesto -abrió una pesada puerta que daba a un estudio acogedor-.

Para sorpresa de ella, la chimenea estaba encendida, y había un carrito con café y pastas. Vanessa lo miró con sospecha y él sonrió con ironía.

Ness: Sí, todo estaba planeado de antemano, pude haberme quedado con tus padres y ver la televisión.

Zac: Ah -murmuró con sensualidad-, habría encontrado una forma de convencerte. He deseado estar a solas contigo desde que llegamos.

Todavía con ella en brazos, se dirigió hacia un sillón para dos, junto a la chimenea.

Ness: Prefiero no sentarme tan cerca del fuego -anunció deprisa, buscando algún otro asiento, pero dos grandes gatos ocupaban las sillas individuales-.

Zac: Pondré el sillón más atrás -la bajó y movió el sillón-. Siéntate, Vanessa -le ordenó-.

Ness: Espero que no me hayas traído aquí para hablar acerca de lo de esta tarde -le reprochó y después se sonrojó, porque pensó que podría parecer que estaba muy dispuesta a hacer otras cosas-.

Zac: ¿Café?

Ness: Sí, gracias.

Podría tomar algo más fuerte, pero prefería conservar sus cinco sentidos para luchar contra la fuerte necesidad de Zac, y la suya propia.

Zac: Qué lástima -sonrió con algo de picardía-. Esperaba empaparte con un poquito de espíritu navideño.

Ness: Sé lo que pretendes, Zac, pero no soy tan ingenua -miró a su alrededor-. ¿No se suponía que íbamos a ver el resto de la casa?

Zac: Hay mucho tiempo para eso... después.

Le entregó el café, pero no se sirvió uno para él. Se sentó junto a ella.

Ness: ¿Después de qué? -preguntó con sospecha-.

Zac: Vamos -la miró con intensidad y con un dedo le delineó la mejilla y los labios-. Sabes que no podemos seguir así -murmuró con voz ronca-. Yo trato de hacerte el amor y tú te ocultas bajo esa cortina de hierro -deslizó un brazo sobre sus hombros, pero ella se resistió-.

Ness: Zac, yo... ya te dije que no quiero hablar de... nuestra relación aquí. Desde... que llegamos, he descubierto nuevas cosas de ti. Necesito tiempo para pensar... en mi propio terreno.

Zac: Ya nos encontramos en tu terreno muchas veces -señaló-. Ahora es mi turno. Solo porque estamos en casa de mis padres, no me he convertido en un monstruo desconocido ¿o sí? Sigo siendo el hombre que te hizo el amor, y quiero hacértelo otra vez. ¡Vanessa! -acunó su rostro entre las manos con ternura-.

Con un murmullo, le quitó la taza y la puso sobre la mesa.

Casi de inmediato Vanessa estaba entre sus brazos, y esa vez, él no aceptó un «no» por respuesta. Vanessa sabía que no podía escapar. Su cuerpo estaba al mando de su persona en ese momento y, al igual que Zac, no resistiría que le negaran satisfacción.

Aún así, protestó.

Ness: Me estás haciendo daño -murmuró contra sus labios-.

Zac: He tratado de ser paciente contigo -murmuró sin soltarla-, y tierno. Hay un tiempo para la paciencia y la ternura, y hay otro para medidas más fuertes. He decidido que ese momento ha llegado.

Ness: ¡Zac!

Él la interrumpió con un beso apasionado, exigente, que buscaba una respuesta en ella.

Y Vanessa se rindió. Zac conocía muy bien el efecto devastador que ejercía sobre ella. Su boca contra la suya, su cuerpo duro presionando contra el suyo, esas manos que la exploraban, haciéndola ver que era tan solo un ser humano...

La vibración íntima de su cuerpo y la confusión de sus sentidos le indicaron que era vulnerable a Zac. Desde ese momento se ablandó entre sus brazos, pero solo por un instante. Porque entonces sus propios deseos hicieron que su cuerpo ardiera como el de él, y se le acercó más. Lo abrazó por el cuello y correspondió a sus besos. Recibió la invasión de la lengua tan ansiosamente como su cuerpo anhelaba una invasión más profunda e íntima.

Y de pronto se encontraron tumbados en la alfombra mullida al lado de la chimenea; el fuego los calentaba, pero no más que sus propias caricias.

Vanessa apenas fue consciente de que Zac desnudaba su cuerpo vibrante de deseo.

El reflejo del fuego jugaba y danzaba en su piel desnuda cuando yacían abrazados.

Zac: ¡Dios, eres tan preciosa! -hizo una pausa y recorrió con una mirada intensa el cuerpo femenino-.

Algo en su subconsciente le decía a Vanessa que aquello era una locura, que debían detenerse, pero esa vocecita se ahogó en las olas de deseo que la invadieron. Vanessa se entregó felizmente a la posesión de Zac. Una y otra vez hicieron el amor de manera insaciable, y se quedaron dormidos abrazados, hasta que el fuego se consumió dejando solo un ascua rojiza.




¡Menudo final! ¡Y solo quedan dos capis!
Todo parece que va super bien pero a Vanessa no la veía muy contenta. Antes del coito, me refiero XD
Por cierto, mañana es su cumple. Acordaos de felicitarla.

¡Gracias, Lucia por comentarme siempre!
¡Y gracias por las visitas!

¡Comentad!
¡Un besi!


2 comentarios:

Lau B. dijo...

Coito!!!
Ja! que palabra tan fea!
El capitulo estuvo genial!
me encanto, lo ame!
Ya quiero quee publiques el otro!!!
sera que Vanessa esta embarazada?
esos dos nunca se cuidan!!
en fin!
Publica pronto
Bye
Xx

Unknown dijo...

Wooooooooooooow.. que capitulo.
Y como finalizo este capi ee!

Vanessa estara embarazada?? Mm.. tendrian que solucionar los problemas con zac.

Sube pronto

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