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jueves, 5 de diciembre de 2013

Capítulo 3


Britt: ¿Y cuándo tendrá lugar vuestra próxima cita? -preguntó y Vanessa hizo una mueca-. ¿Quieres decir que no lo sabes? ¿No quedasteis en nada?

En realidad, a ella no se le había ocurrido. En ese momento se daba cuenta de que Zac no había dicho nada acerca de verla de nuevo. Pensó que quizás fuera uno de aquellos hombres a quienes les gustaba seducir a las mujeres, pero que después perdían todo interés. Por alguna razón, la idea no le gustaba.

Ness: Creo que no lo veré más -respondió con indiferencia-. Nunca fue mi intención tener una relación con él, -sin embargo, un temblor la recorrió-. Hace bastante frío como para que nieve. Quizá tengamos una Navidad blanca. ¡A Brad le encantará!

Tenía razón sobre la nieve. Dormía mal porque los pensamientos acerca de Zac la alteraban y se despertó ese día a las cinco y media. Una extraña luz blanca se filtraba a través de la cortina. Hacía mucho frío en la habitación y Vanessa fue a investigar.

La luz de la luna, reflejada en los copos de nieve, hacía que la calle de Hampstead ofreciera el mismo aspecto que una postal navideña. La nieve se acumulaba en los tejados y en los alféizares de las ventanas.

Cuando empezó a temblar de frío, cerró la ventana y se metió en la cama.

Segundos después se sobresaltó al oír un fuerte ruido en la ventana. Se preguntó si se trataría de nieve que caía del tejado. Al levantarse otra vez, vio que todavía eran las seis.

Abrió las cortinas y después dio un salto cuando algo golpeó contra el cristal. Era una bola de nieve. «¿Qué diablos...?» se preguntó. Con cuidado abrió la ventana y vio una figura oscura en el jardín. Debió adivinarlo.

**: ¡Por fin! -exclamó la voz familiar de Zac-. Creí que tendría que hacer de Romeo y trepar hasta tu balcón.

Ness: No tengo balcón. ¿Qué diablos estás haciendo aquí a esta hora? ¿Cómo supiste que ésta era mi habitación?

Zac: Simple observación. Casi siempre me levanto a esta hora -explicó con alegría-. Me encantan las mañanas, sobre todo cuando son como éstas ¿a ti no?

Ness: No mucho -negó-, y menos en esta época del año.

Empezaba a sentir frío, vestida como estaba con un pijama, y retrocedió.

Zac: ¡Espera, Julieta! -gritó-. No te vayas. ¿Cuánto tiempo tardarás en arreglarte?

Ness: ¿Arreglarme para qué?

Zac: Para dar un paseo por la nieve. ¿No crees que es muy satisfactorio caminar por territorio virgen, ser la primera persona que pisa un tramo puro de...?

Ness: ¡Vete! -exclamó medio en broma-. Voy a dormir otras dos horas.

Zac: ¡Perezosa! -la acusó-. En dos horas esto habrá sido destrozado por lecheros, repartidores de periódicos y carteros. ¡Vamos! Si no bajas -la amenazó-, te cantaré una serenata bajo tu ventana y... a tus vecinos no les va a gustar.

Ella dejó escapar una carcajada. De pronto la brisa matutina no le pareció tan fría. Un paseo por la nieve era una idea muy atractiva, pero sabía que no debía mostrarse ansiosa.

Ness: Bueno, de acuerdo, pero solo porque ya no podré dormir más -gruñó-.

Zac: Bien. ¿Cuánto tardarás?

Ness: Diez minutos.

Zac: Que sean cinco.

Lo hizo esperar casi quince minutos antes de abrir la puerta. Se dijo que él no debía suponer que podía conseguir fácilmente lo que quisiera.

A pesar de la frialdad de la mañana, el contacto de la mano de Zac al guiarla por el sendero era cálido. La piel de Vanessa cosquilleó ante aquella sensación. En la verja se detuvo, confundida.

Ness: ¿Dónde está tu coche? -inquirió-.

Zac: En la casa de mi amigo. Me quedé allí anoche. En el pueblo, ¿recuerdas?

Ness: ¿A dónde vamos?

Zac: Al Heath.

Ness: Estás loco -comentó con exasperación-, ¿lo sabías?

Zac: Es por tu culpa. Desde que te vi, empecé a volverme loco -dijo con amabilidad y Vanessa se sintió bien-.

Ness: Tengo el presentimiento de que estás loco desde que naciste.

El día estaba aclarando y la amplia extensión nevada del Heath ofrecía un aspecto puro y virginal, como Zac deseaba. La vista de toda aquella nieve era una invitación irresistible, y Vanessa sucumbió a un impulso.

Ness: Bien -anunció-, ahora mismo me vengaré por haberme despertado tan temprano -comenzó a hacer una bola de nieve-.

No se había divertido con ese juego desde que era una niña. En aquellos tiempos tenía una puntería excelente. ¿La habría perdido?

En cierta forma era como una prueba. La reacción de Zac a su desafío le diría muchas cosas sobre su personalidad.

No la desilusionó. Las bolas de nieve volaban de un lado a otro, dando en el blanco porque él era tan bueno como ella. Por fin, riendo y con alegría, Vanessa se detuvo.

Ness: Estoy cansada, y debo regresar para dar de desayunar a los niños.

Zac: Y yo debo volver a la ciudad -aceptó mirando su reloj-.

Ness: No irás a conducir con esta nieve hasta la ciudad ¿o sí?

Zac: No, cogeré el tren.

Ness: Aún así, llegarás tarde -señaló-. Aunque supongo que el gerente puede permitirse esos lujos -terminó con malicia-.

Zac: Por ese comentario mordaz, mereces ser castigada -la amenazó-.

Ness: No más bolas de nieve -rogó-. Ya estoy empapada.

Zac: Tú empezaste -le recordó-, pero yo estaba pensando en algo más cálido...

Y antes de que ella se diera cuenta, la abrazó.

Vanessa debió liberarse, pero no lo hizo. La boca de Zac estaba fría como la suya, pero cuando sus labios hicieron contacto, sintió un dulce calor.

Vanessa tembló, pero no por el frío. Se retiró, perturbada por sus propias emociones contradictorias. Su propio cuerpo deseaba que el beso continuara, pero su mentalidad independiente se sentía amenazada.

Zac la observaba con actitud reflexiva, y ella esperó que él no pudiera leer su rostro.

Zac: Ojala pudiera quedarme todo el día -comentó-, pero por desgracia...

Ness: No hay problema -lo interrumpió lamentando que tuviera que irse-. No tengo tiempo para ocuparme en juegos infantiles todo el día. Yo...

Zac: ¿Eso es lo que piensas de lo que hicimos? -quiso saber-.

Ness: ¡Pues claro! Formaba parte de la diversión; nada para tomárselo en serio -enfatizó, sintiendo la necesidad de aclarar las cosas-.

Zac: Ya veo.

Volvió a observarla, pero no dijo más y empezaron a caminar.

Ness: ¿Tienes la costumbre de aparecer inesperadamente de visita? -preguntó para romper el tenso silencio-.

Zac: Solo cuando quiero sorprender a alguien que se niega a tomarme en serio -añadió con énfasis-.

Quizá por eso no prepararon otra cita, pensó Vanessa cuando él la dejó en casa de Brittany. Sin duda, podía darse el caso de que volviera a presentarse sin avisar. Se dijo que la próxima vez no debía permitir que la persuadiera tan fácilmente. O mejor dicho, no debía dejarse persuadir en absoluto.

En el pasado había podido desalentar hasta a los hombres más persistentes, y por eso le sorprendió haberle dado a Zac tantas libertades en tan poco tiempo. Supuso que necesitaba tiempo para fortalecerse, para restablecer una distancia segura entre ellos.

Quizá por eso saltaba cada vez que el teléfono sonaba o alguien llamaba a la puerta. No podía creer que estuviera tan nerviosa. No debía importarle si lo veía o no. Ella, Vanessa, que había rechazado a tantos hombres... no, no era posible. No dejaría que le hicieran daño otra vez.

Esta conducta extraña causó a su hermana una gran satisfacción.

Britt: Lo sabía desde un principio -comentó-. Zac es diferente a los demás.

Ness: ¿Diferente? -preguntó con sospecha-.

Si Brittany creía que él la había convencido...

Britt: Tiene un carácter mucho más fuerte -explicó-. Los demás se rindieron con mucha facilidad.

Ness: Tonterías. Eran realistas. Sabían que yo no los tomaría en serio. Bueno, tampoco lo haré con Zac.

Britt: No estoy segura -advirtió-. Sé que siempre dices que no te casarás hasta que cumplas los treinta. Yo diría que ese feliz acontecimiento no está muy lejos.

Ness: ¡Ten compasión! -se rió-. Aún me quedan cinco años.

Britt: Antes sí, pero ahora que Zac ha aparecido, apuesto a que tus días de libertad están contados. Piensa que si te casas con él, no tendrás que preocuparte de Lucy como socia, ni tampoco de tu posición económica. Tendrás un marido rico que te mantendrá.

Ness: ¡Brittany! -gritó con incredulidad-. Tú me conoces bien. Aunque me casara con él, seguiría encargándome de mi negocio. No quiero ser como Lucy.

Esta conversación le recordó que debía visitar su tienda. El viernes por la mañana, con Brad en un jardín de infancia, pudo dejar sola a su hermana. Los trenes que se dirigían al West End iban llenos de compradores navideños. Cuando llegó a la tienda estaba cansada y molesta, y lo que la esperaba no mejoró su humor.

**: ¡Gracias a Dios que has venido hoy! -la saludó Holly con alivio-. Te iba a llamar más tarde -le entregó una carta-. Llegó temprano y la abrí, como tú me indicaste.

Vanessa asintió y leyó con rapidez. Era una carta de Lucy en la que le anunciaba que estaba cansada de jugar a la tienda, que había conocido a un atractivo instructor de esquí y que se quedaría en Suiza por tiempo indefinido.

Sin embargo, era el último párrafo lo que tenía más alarmada a Holly.

«Te sugeriría que compraras mi parte, pero me parece que no vale la pena. Mi padre me dijo que Goodbodys venderá a un consorcio mayor, y está convencido de que el nuevo dueño no querrá renovar nuestro contrato».

Ness: ¿Habéis oído algo? -preguntó a las chicas-.

Holly: Nada. No han puesto ningún anuncio de venta en Goodbodys. ¿Qué vas a hacer?

Era obvio que las empleadas estaban preocupadas por sus puestos de trabajo, y tenían razón.

Ness: Primero llamaré al padre de Lucy. Si él no sabe nada, me pondré en contacto con los abogados de Goodbodys.


Ninguna de las llamadas fue satisfactoria, y Vanessa regresó de mal humor a Hampstead.

El padre de Lucy se mostró dispuesto, pero dado que su hija ya no estaba comprometida, no demostró mucho interés. Tampoco él sabía mucho del asunto.

Los abogados se mostraron evasivos. El trato aún no había concluido, y no podían revelar ninguna información. Le dijeron que le notificarían a su debido tiempo los nombres de los nuevos dueños y de sus intenciones futuras respecto a la propiedad, pero que esa información llegaría después de Año Nuevo.

Vanessa se sentía inquieta. El contrato estaba a punto de vencer, y quizás el nuevo dueño no quisiera renovarlo. Cuando más lo pensaba, más frustrada se sentía. Su naturaleza era impaciente e impulsiva.

A pesar del optimismo de Brittany, el mal humor de la joven persistió durante todo el fin de semana. El domingo por la mañana sonó el timbre y Vanessa era la única persona disponible para abrir.

Brittany estaba acostada y Jessica dormía a su lado. Brad estaba despierto y emocionado y le estaba rogando a su tía que hicieran un muñeco de nieve.

Ness: Cuando me lave el cabello y me vista -decía. Así que abrió la puerta todavía con el cabello suelto y húmedo sobre la espalda-. ¿Es que nunca te despiertas tarde? -le preguntó a Zac con irritación-.

Zac: Quería asegurarme de que estuvieras aquí.

Ness: ¡Pues aquí estoy! -exclamó con sarcasmo, señalando su propia apariencia desaliñada. Descubrió que no le gustaba que la viera en esas condiciones-. ¿Para qué querías verme?

Zac: Para celebrar nuestro aniversario, por supuesto -explicó en el vestíbulo-.

Vanessa retrocedió; se sentía demasiado vulnerable sin Brittany como protección.

Ness: ¿Nuestro qué? -preguntó confusa-.

Zac: Nuestro aniversario, ¿recuerdas? -sonrió-. Hace dos semanas que nos conocemos. Creí que debíamos celebrarlo.

Ness: Qué tontería -murmuró-. Dos semanas no son nada, y además...

Zac: Dos semanas pueden no ser nada... o serlo todo -la interrumpió-, dependiendo de tu punto de vista y de cómo emplees el tiempo.

Ness: Bueno, pues tú lo estás perdiendo -replicó aunque su tono carecía de convicción-.

Zac: Oh, yo no diría eso. Creo que hemos progresado bastante en nuestra relación.

Ness: No tenemos ninguna relación, y ahora tengo cosas que hacer. Hace demasiado frío aquí.

Zac: Bien -pactó y pasó a la sala-. Puedo esperar.

Brad: Tía Vanessa -la llamó con impaciencia-. ¿Vamos a hacer el muñeco de nieve?

Ness: Sí, claro, cariño. Ve a buscar tu gorro y tus guantes. No tardaré. Como puedes ver -se dirigió a Zac-, tengo un compromiso previo.

Cuando Vanessa volvió a bajar, no había señas de Brad y de Zac. Sin embargo, podía escuchar risas de alegría en el patio. Con un suspiro, fue en su busca.
Con el muñeco a medio modelar, los dos artífices se encontraban librando una pelea de bolas de nieve.

Brad: Tío Zac dijo que sería mejor que te dejáramos hacer algo del muñeco -explicó con amabilidad-.

Ness: ¿Ah, sí?

Se preguntó de quién habría sido la idea de llamarlo «tío Zac». Podía adivinarlo y la expresión de él se lo confirmó.

Zac: Nunca antes tuve un sobrino -explicó-.

Ness: Y no lo tienes -lo desalentó-. Él solo te llama «tío» como una muestra de la buena educación que recibió de Brittany. No le gusta que los niños llamen por su nombre a los adultos. Francamente, me sorprende que no tengas hijos a tu edad.

Zac: ¿Crees que sería un buen padre?

Ness: Yo qué sé -se apresuró a decir-. Simplemente me resulta extraño que todavía no estés casado.

Zac: Estuve casado -explicó con seriedad-.

Ness: ¿Sí? -exclamó con curiosidad-.

Debía admitir que le molestaba pensar que había habido otra mujer en la vida de Zac, alguien importante para él.

Zac: Murió -le informó-, en un accidente de tráfico, la noche de Navidad hace cinco años.

Ness: Lo siento -estaba impresionada por la fuerza de la compasión que la abrumó-. ¿Cuánto tiempo estuvisteis casados?

Zac: Cuatro años -respondió con tristeza- No es mucho, ¿verdad?

Ness: No -sacudió la cabeza-. Ése es el problema de amar a alguien. A pesar de todo lo que digan los románticos, no todo es color de rosa.

Zac: ¿Hablas por experiencia?

Ness: No, pero el matrimonio de mis padres terminó en divorcio, y he visto las consecuencias de amar demasiado por lo que se refiere a Brittany. Ella no lo acepta, pero está perdida si Andrew no está aquí. Además, se muere de preocupación porque le pase algo.

Zac: En ese caso, es obvio que el placer vale la pena por el dolor -comentó-.

Ness: ¿Fue así para ti? -se atrevió a preguntar-. ¿Valió la pena?

Zac: Mucho.

Ness: ¿Entonces cómo puedes ser como eres? -inquirió con sorpresa-. Tan... tan normal.

Zac: Cuando sucede, piensas que es el final de tu vida, pero al final descubres que no puedes llorar por siempre, y July no era nada egoísta. No le hubiera gustado que yo me sintiera desgraciado por siempre, así que... -la tristeza desapareció de su rostro y sonrió-, continuemos con la vida ¿de acuerdo? Debes terminar el muñeco de nieve -le recordó-, y después celebraremos nuestro aniversario.

Por la historia triste que acababa de escuchar de sus labios, Vanessa no tuvo corazón para rechazarlo.

Ness: Está bien -acordó-. ¿Cuál es tu plan?

Zac: Primero comer, después una caminata, una cena, y después salir a bailar.

Vanessa lo miró con expresión de desmayo. Era más de lo que podía aceptar.

Ness: Pero... no puedo pasar todo el día... -comenzó-.

Zac: ¿Por qué no?

Ness: Brittany... los niños... yo soy...

Zac: No eres indispensable. Estoy seguro de que tu hermana lo ve así. Además, no es una persona egoísta. A la señora Macgowan le cayó muy bien y me dijo que se sentiría muy contenta de acompañarla. Así que...

Ness: Bueno -murmuró-, si a Brittany no le molesta y tu secretaria está disponible...

Zac: Lo está, ya se lo pregunté. La llamaré para que venga.

Zac se dirigió a la casa, y una vez más Vanessa se dio cuenta de que él había conseguido lo que quería.


Zac la llevó a un restaurante de la localidad, y Vanessa se sorprendió porque él conocía a la mayoría de los clientes.

Zac: Son buenos clientes de Efron Brothers -explicó. Cuando el restaurante comenzó a vaciarse, Zac dirigió la conversación hacia temas más personales-. Te sorprendiste porque pensaste que nunca estuve casado, y ahora ya sabes por qué. ¿Y tú? ¿Por qué no has conocido a tu príncipe azul?

Ness: Porque no lo he buscado. Nunca he pensado en los hombres como futuros maridos.

Zac: ¿Ni novios? No puedo creerlo, no con tu rostro y figura -su expresión era de admiración-.

Ness: Tuve amigos, pero nada serio -se sonrojó-.

Zac: ¿Quién no iba en serio? ¿Tú o ellos?

Ness: Yo.

Zac: ¿Y todo por el desgraciado matrimonio de tus padres? ¿Alguien te hirió?

Ness: Las dos cosas, pero también porque valoro mucho mi independencia. Me gusta hacer lo que quiero, sin que nadie me condicione.

Zac: La independencia es buena cuando se es joven -comentó-, pero ¿qué pasará cuando seas mayor, o cuando las cosas te salgan mal? Podrías sentirte muy sola.

Ness: Yo no digo que nunca me voy a casar. Yo...

Zac: Cuanto más lo retrases, más difícil será -señaló-. Quizá los hombres de tu edad ya estén todos casados.

Ness: Esa no es una buena razón para hacerlo -negó-. Es como comprar en las rebajas de enero cosas que no necesitas ni quieres.

Zac: No me gusta que me consideres una mercancía -comentó con una sonrisa irónica-.

Ness: Pero no hablaba de ti -se apresuró a explicar-.

Zac: ¡Oh, qué bien! -exclamó y le tomó la mano-. ¿Así que crees que sí tengo posibilidades?

Ness: No te considero de ninguna forma -aseguró con firmeza-. ¿Cómo diablos nos hemos metido en esta conversación ridícula?

Zac: Después de todo soy vendedor -le recordó-. No puedes culparme por tratar de venderme a mí mismo.

Ness: Bueno, yo no voy a comprar nada, así que cambiemos de tema.

Zac: ¡Bien! -se tomó su bebida-. Vayamos a pasear. Podemos ir al Heath otra vez. Parece que eres más abierta al aire libre -comentó con malicia-.

Así que Vanessa decidió distanciarse de él. De ninguna manera le permitiría que volviera a besarla.

Su caminata fue algo especial. A Vanessa nunca le gustó caminar por caminar, pero con Zac era diferente.

Nunca había conocido a nadie con quién pudiera charlar tanto de tan variados temas. Tan pronto las anécdotas que contaba la entristecían, como la hacían reír mucho. Nadie había provocado tantas emociones en Vanessa.

A ella le resultaba difícil mantenerse fría y distante con Zac. Sus anécdotas personales la envolvían en su vida, invitándola a compartirla.

Cuando en un momento de locura él la tomó de la mano y la hizo correr por la nieve, Vanessa no se resistió, sino que lo siguió con alegría. Por fin se detuvieron en un bosquecillo.

Zac le tomó el rostro para inspeccionarla de cerca y ella se tensó.

Zac: Te da miedo, ¿verdad? -señaló-. Pero no debes temerme, Vanessa.

Y antes de que ella pudiera decir algo, la abrazó.

Ness: Zac... no... yo... -nerviosa, se pasó la lengua por los labios secos-.

Zac: ¡Vanessa, Vanessa! ¡Relájate! -murmuró-.

Sus ojos azules estaban encendidos y su expresión la hipnotizó. Entonces la besó como nunca lo había hecho antes, sorprendiéndola. Era una demostración salvaje, apasionada y sensual. La lengua húmeda de Zac inspeccionó su boca y labios, en tanto la abrazaba con fuerza.

Pero la soltó de pronto, y ella se desilusionó.

Zac: Locura invernal -explicó pero su voz era ronca y aún había fuego en sus ojos-.

Parecía como si Zac no quisiera tomarse en serio ese beso, así que Vanessa asintió. Sin embargo, temblaba por dentro. Muchos hombres la habían besado antes, pero ninguno la había afectado tanto.

Lamentaba haberle hecho la promesa de pasar todo el día con él. Deseó negarse e ir a cenar y bailar, pero sabía que Zac le echaría en cara que seguía temiéndolo.

No, se dijo que lo que debía hacer era comportarse de manera fría y reservada, y después decirle con amabilidad que no deseaba verlo más.

Durante el tiempo necesario para arreglarse para la cena, Vanessa ensayaría su discurso.


Mantenerlo alejado habría resultado fácil si la hubiera llevado a la discoteca, pero él decidió otra cosa.

La llevó a un hotel. El jefe de camareros los guió hacia una mesa algo aislada por plantas naturales. Reinaba una atmósfera agradable, pero Vanessa habría preferido algo menos íntimo.

Zac: ¿Y bien? -preguntó cuando se sentaron-.

Ness: Muy selecto -pactó-, aunque no esperaba esto después de la primera cita.

Zac: La variedad es la chispa de la vida -comentó-, ¿no crees? En las actividades y en las amistades.

Ness: Y la pista de baile es minúscula.

Zac: Me gusta mostrar mi versatilidad -expresó con un brillo malicioso en los ojos-. Además, pensé que te gustaría algo más tranquilo. Sería una pena estropear tu magnífica apariencia.

Vanessa estaba complacida con su propia apariencia fría y profesional. A juzgar por la expresión de Zac, todos sus esfuerzos no estaban teniendo el efecto deseado.

La comida del hotel era excelente, pero Vanessa apenas la probó. Era demasiado consciente de lo que seguiría después. Era ridículo, pero temía bailar con Zac. Buscó una forma desesperada de prolongar la cena para retrasar el momento de estar en sus brazos.

La conversación era la clave. Quería hacer que le narrase más anécdotas.

Ness: Me has sonsacado muchos detalles personales sobre mi vida -comentó-, pero yo no sé nada de ti. Sé dónde trabajas y que eres viudo, pero eso es todo. No conozco nada de tus antecedentes familiares, tus gustos, tus pasatiempos...

Zac: ¡Vaya! -levantó una mano-. Todo a su tiempo. Primero, yo sé más de ti porque hasta ahora yo he estado más interesado. ¿Eso va a cambiar?

Ness: Tenemos que hablar de algo -señaló al verse acorralada-.

Zac: Y prefieres hacerme hablar para que no tengas que responder a mis cumplidos, ¿no? -preguntó y ella lo odió por ser tan astuto-. Bueno -continuó-, te haré un resumen. Vengo de una familia numerosa, dos hermanos y cuatro hermanas. Soy el mayor. Todos están casados. Un hermano es médico y el otro está con Efron Brothers; es responsable de las propiedades y el mantenimiento. ¿Pasatiempos? Badminton, nadar y leer. Viajo cuando puedo. Y me gustas tú -concluyó con énfasis-.

Zac había vuelto al tema personal. Y no solo eso, sino que había acabado en cinco minutos cuando ella pensó que tardaría horas.

Ness: ¿Nada te disgusta?

Zac: Normalmente soy muy tolerante -explicó-, pero no me gustan los borrachos irritantes ni las mujeres vulgares -la miró con picardía- ...ni quedarme mucho tiempo sentado. Sobre todo cuando la pista está disponible y tengo una compañera tan atractiva.

La orquesta estaba tocando un vals. Zac se levantó y le tendió una mano.

Como había temido, no tardó en encontrarse en los brazos de Zac. Era demasiado grande, sólido... Tan... tan masculino. Vanessa tomó aire.

Antes había bailado con muchos hombres, pero nunca había sentido esa sensación tan alarmante.

«Atracción sexual», admitió para sí; por eso se veía tan afectada. Pero no se rendiría. Él sabía que estaba nerviosa y se lo comentó:

Zac: Relájate, Vanessa -le murmuró al oído-.

¿Cómo se podía relajar si estaba luchando contra el peligro que la acechaba? Y todo por un hombre que acababa de conocer hacia tan solo dos semanas.

Zac: Feliz aniversario -susurró-. Me pregunto cuántos años celebraremos.

Ness: Lo más que he durado con un hombre fueron seis meses -advirtió-.

Zac: ¿Cuál fue el secreto del éxito de ese hombre? -preguntó con frialdad-.

Ness: Que casi nunca estaba. -Él echó hacia atrás la cabeza y rió con ganas-. ¿Qué es lo que te parece tan gracioso? -exigió con indignación-.

Zac: Tú. Nunca pierdes la oportunidad de hacerme una advertencia -la atrajo más hacia sí. El corazón de Vanessa comenzó a latir aceleradamente-. No eres tan indiferente hacia mí como finges, así que será mejor que te vayas acostumbrando a la idea, Vanessa. Voy a quedarme contigo más que seis meses, mucho más -repitió con énfasis-.

Ness: Estás... muy seguro de ti mismo -señaló nerviosa-.

Zac: No en todo, pero sobre nosotros, sí. Desde el primer momento en que te vi, tuve la sensación de pertenencia. Me vas a pertenecer, Vanessa, de una forma u otra -murmuró con suavidad-.

Ness: No seas ridículo -protestó-. Creo que debemos irnos. No soporto a la gente altanera y posesiva. Solo me pertenezco a mí misma.

Zac: Iba a decir lo mismo -pactó sorprendiéndola-. Creí que por ahora bailar contigo sería suficiente, pero ya veo que no.

Ness: ¿De qué estás hablando? -preguntó con sospecha, pero la música terminó y él no respondió-.

Cuando estuvieron en el coche, ella tuvo la oportunidad de repetir la pregunta, pero para entonces tenía miedo de hacerla. Tuvo tiempo para imaginarse lo que él había querido decir. Tratar con Zac era muy difícil.

Zac condujo en silencio. El ambiente estaba cargado de una fuerte tensión.

Ness: Éste no es el camino a la casa de Brittany -exclamó de pronto-.

Zac: Ya lo sé.

Ness: ¿A dónde vamos? -le entró pánico-. ¿A dónde me llevas?

Zac: Relájate -la calmó-. Solo haremos una breve parada.

Se hallaban en el pueblo de Hampstead, y Zac se detuvo frente a una de las antiguas y pintorescas casas que ella tanto admiraba.

Ness: ¿Dónde? ¿Qué...?

Zac: Es la casa de mi amigo. Ya te dije que es alguien del pueblo que conozco. Aquí me quedé la otra noche. -Vanessa se sintió aliviada. Seguramente Zac iba a recoger alguna pertenencia. Pero su alivio duró poco-. Vamos, sal -ordenó y abrió la puerta-.

Parecía impaciente.

Ness: Creo que es tarde para visitas -protestó, pero salió-.

Zac: No es una visita. No hago visitas a la una y media de la mañana

La guió por el sendero de entrada.

Ella notó que él tenía su propia llave.

Ness: Entonces ¿por qué...? -preguntó, pero ya estaban dentro-.

La tomó del brazo y la llevó a una sala bastante grande, pero la chica no estaba de humor para admirar la decoración. Zac corrió las cortinas, encendió la chimenea y se puso cómodo.

Ness: ¡Zac! ¿Quieres decirme qué estamos haciendo aquí?




Que pregunta más estúpida, ¿no? XD
Me parece que no hay que ser un genio para adivinar porque Zac ha llevado a Vanessa a un apartamento vacío a la una de la mañana.
Por otro lado, hay que decir que un hombre como el Zac de esta novela en la vida real me daría miedo. ¡Qué es eso de "Me vas a pertenecer de una manera u otra"! A mi me dice eso un desconocido, porque eso es lo que es Zac al fin y al cabo, ¡y echo a correr! Tendrá todo el dinero del mundo, pero con esos aires de altanero y posesión que se da, bien podría ser un acosador o algo así...

Bueno, gracias por los coments y seguid comentando.

¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Me ha encantado el capitulo!
Y amo a Zac... Pienso que Nessa podria darle una oportunidad no?..

Jjaja ame el capi.


Este twitter me hizo recordar a los tiempos Zanessa: https://twitter.com/Zanessafor4ever



Estoy melancolica de ellos jajajaa.

Sube pronto :)

Maria jose dijo...

me gusta como le habla zac a
vanessa no se aveces suena
muy lindo lo que le dice
esta muuuuyyyyy buena la novela
sube pronto


me dio mucha risa tu comentario
(" y hecho a correr")jajajajajaja
saludos
sube pronto

Lau B. dijo...

Si... bueno...
No tengo nada que decir. Es mas que obvio cuales son las intensiones de Zac...
Así que...
El hombre propone y la mujer dispone... Es ese el dicho?
XD

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