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sábado, 7 de diciembre de 2013

Capítulo 4


Zac: Te lo diré -se acercó a ella y le puso las manos sobre los hombros-. Hasta ahora, nuestros encuentros han sido al aire libre, en público o delante de tu hermana. Casi nunca hemos estado solos, y cuando fue así, estábamos en la nieve, algo poco propicio para hacer el amor. Mi amigo no está aquí y así que...

Ness: ¡Oh! -exclamó y se separó de él-. Y me has traído porque creíste que yo te dejaría... ¡Qué descaro! ¡Qué presuntuoso y prepotente eres! -se dirigió hacia la puerta-. Llévame a casa de inmediato -ordenó, pero él no se movió-. Si no lo haces, me iré andando o cogeré un taxi.

Zac: Vanessa, ¿no crees que estás exagerando? No sé qué crees que voy a hacer -su mirada era burlona-. ¡Creo que ya sabes que no soy un maniático sexual!

Ness: No tienes derecho a traerme aquí... sin mi consentimiento, ni a suponer que...

Zac: Vanessa, no supongo nada -obstaculizó su camino-. Mujer, hay muchas maneras de hacer el amor. Confía en mí. No haremos nada que tú no quieras.

Ness: ¿Confiar en ti? -repitió. Le temblaba la voz-. Nunca aceptas un no por respuesta. Y yo creo que ya hemos ido demasiado lejos. Así que déjame pasar.

Zac: Todavía no. Dame media hora de tu tiempo, Vanessa. No es mucho pedir. Si después quieres irte, yo te llevaré.

Ness: ¿Y cómo sugieres que pasemos esa media hora?

La intensidad de la mirada de Zac parecía afectarla casi físicamente.

Zac: Te lo enseñaré. Ven aquí -ordenó con suavidad. Vanessa sacudió la cabeza. Si él pensaba que...-. Entonces yo iré hacia ti. -Con un solo paso estuvo a su lado. Vanessa se volvió para correr, pero no había espacio. La sujetó con fuerza de los hombros; luego la hizo volverse y le dio un beso en la frente-. No me tengas miedo.

Vanessa no le temía a él, sino a las reacciones que provocaba en ella.

Zac la abrazó por la cintura y le levantó la barbilla para besarla. La ola de deseo físico fue tan repentina que la hizo jadear. Debió huir, pero se aferró a sus hombros y apenas fue consciente de que la estaba llevando a un sillón.

Zac volvió a tomarla por la barbilla y rozó sus labios.

Zac: Iremos paso a paso -anunció y la atrajo hacia su cuerpo para que pudiera sentirlo-.

Estaba excitado, su cuerpo vibraba.

Vanessa había planeado resistirse, pero se abrazó a él. No podía evitarlo, y Zac profundizó el beso. Cuando por fin se separaron, ella temblaba.

Ness: Oh... Zac...

Zac: ¿Estás bien? -preguntó con sincera preocupación-.

Ness: Sí, pero, creo que...

Zac: No pienses -sugirió con suavidad-. Solo siente. Deja que tus instintos te guíen.

Volvió a besarla y comenzó a acariciar la piel suave de su cuello y hombros, besándolos después. Vanessa suspiró y no se resistió cuando él la abrazó con más fuerza.

Sus besos y sus caricias la drogaban, la encantaban. Perdió la cordura y hundió los dedos en su espeso cabello. Se apretó contra el, deseando estar aún más cerca.

Sus reacciones despertaron una respuesta más ansiosa en Zac, porque el contacto de sus manos se hizo más fuerte y posesivo. Zac atrajo las caderas de ella contra las suyas para que sintiera su necesidad, una necesidad que también crecía en la joven.

Pero cuando deslizó una mano por el escote de su vestido en busca de sus senos, Vanessa decidió que era suficiente. Con una fuerza que no creyó poseer, lo empujó.

Ness: Basta ya -miró el reloj de la chimenea-. Además, ya se ha terminado tu media hora.

Zac: Y quieres mantenerme a raya.

Parecía irritado. Maldiciendo en silencio, Vanessa se dijo que él no tenía derecho a estarlo. Él la había llevado hasta allí, había insistido en quedarse y la había obligado a...

No, solo la había persuadido, se corrigió la joven, aunque ella nunca pensó que las cosas se descontrolarían tanto.

Ness: Ese era el trato -contestó evasiva; se levantó y se alisó el vestido-. Además, son las dos y mañana tienes que trabajar, ¿no?

Zac: No -negó con frialdad y la respiración entrecortada-. Es una de las ventajas de ser gerente. Te llevaré a casa.

No tenía por qué molestarse, pensó Vanessa con indignación cuando salían de la casa. En general, creía haber tratado su arrogancia con más tolerancia de la que se merecía.


Britt: ¿Te divertiste anoche?

Ness: Más o menos. -No quería contarle detalles a su hermana. Estaba cansada por haber dormido poco, aunque eso no era todo. Antes le solía relatar con humor las anécdotas de sus citas. Pero por alguna razón, no quería decirle lo que había pasado entre ella y Zac-. ¿Cómo estás tú? -preguntó a su vez-. No tienes buen aspecto esta mañana.

Britt: No me siento bien -admitió-. Creo que es un poco de gripe. Tengo el estómago revuelto.

Ness: ¿Por qué no descansas? Puedo llevarme a Jessica cuando deje a Brad en la guardería.

Britt: Gracias -aceptó-.

Bañar, vestir y alimentar a dos niños no era fácil. Llevó a Brad a tiempo a la guardería. Durante ese lapso de tiempo, Vanessa pudo olvidar a Zac.

Pero más tarde, con la casa silenciosa, tuvo mucho tiempo para pensar. Y recordó la noche anterior.

Zac había permanecido muy callado en el trayecto de vuelta a su casa. La escoltó hasta la puerta, pero no intentó besarla. Y Vanessa deseó que lo hiciera. Parecía ridículo después de lo que sucedió antes. Era como si su sistema vital de pronto se hubiera trastornado.

Pero eso era lo que ella deseó en ese momento y se sentía alarmada, como si de pronto hacer el amor fuera lo más importante para su bienestar.

Le irritó más la depresión que la embargó durante el día. Dudaba que Zac la anduviera acechando. Tenía la certeza de que él podía conseguir otras mujeres con quienes salir.

¿Rivales? Oh, debía de estar loca. Ella no estaba compitiendo por él; al contrario, se suponía que estaba tratando de desalentarlo...

El miércoles por la mañana Vanessa recibió un paquete, pero no tuvo tiempo de abrirlo de inmediato porque Brittany aún no se sentía bien, y estaba ocupada con los niños. De todas formas, estaba segura de que no era de Zac. La dirección estaba escrita a máquina y no a mano.

A la hora del café por fin pudo examinarlo. Se trataba de una copia de calidad de una cartilla de racionamiento de tiempo de guerra.

Campanas de advertencia comenzaron a sonar en su cerebro cuando lo hojeó. No había cupones de comida, ni de ropa, sino que cada cuadro llevaba inscrita una porción de tiempo: diez minutos, media hora, una hora. Uno de los cupones de media hora estaba desprendido.

Una inspección más detallada le hizo descubrir una nota que al principio no vio. Estaba escrita con letra de Zac:

«Si estás leyendo esta nota, quiere decir que mi truco ha funcionado. Te conozco y sé que cualquier sobre escrito con mi letra habría ido a la basura».

Vanessa se dijo que Zac era demasiado inteligente y perspicaz para su gusto. Siguió leyendo y la embargó una mezcla de diversión e indignación.

«Verás que la ración del domingo por la noche ya está arrancada. Según mis cálculos ahora me debes dos días. Pasaré a recogerte».

¿Cuándo? Si lo supiera se marcharía, le haría ver que no estaba dispuesta a bailar a su ritmo. Sin embargo, no podía irse indefinidamente. Debía acompañar a Brittany.

Suponía que podía negarse a abrirle la puerta, pero sabía que con Zac no serviría de nada. Era muy capaz de armar un escándalo allí mismo.

La impresionó el hecho de que ella misma se sonriera ante la insistencia de Zac. Últimamente sonreía mucho. Trató de analizar por qué todo le parecía divertido. Llegó a la conclusión de que era por Zac; él había adquirido demasiada importancia en su vida.

Por alguna razón, Vanessa supuso que él no tardaría en presentarse, pero se sintió decepcionada cuando el jueves por la tarde seguía sin tener noticias de Zac.

Britt: Pareces decepcionada -comentó y Vanessa fue incapaz de negarlo-.

Ness: Hoy es veintitrés, y supongo que lo veré después de Navidad. Después de todo, es época de visitas familiares.

Se preguntó cuánto tiempo transcurriría antes de que Zac pudiera cumplir con sus compromisos familiares. Quizá no lo vería antes de Año Nuevo. Además, también estaba su negocio. Navidad y Año Nuevo eran épocas de trabajo intenso para las tiendas.

Vanessa recuperó la compostura con irritación. ¿Por qué diablos se sentía tan deprimida? Brittany sí tenía razón para sentirse mal.

Eso le recordó que aún no había preparado los regalos y pensó en comprar papel para envolverlos.

Ness: Iré a comprar algo -le informó a su hermana y después se dirigió a Brad-. ¿Quieres venir?

Brad: ¿Vas a comprar dulces? -preguntó con emoción-.

Ness: Sí, claro -declaró y sonrió a su hermana-.

Escoger el papel le llevó más tiempo que a Brad escoger los dulces. Cuando regresaron a casa, su hermana la esperaba con impaciencia.

Britt: Ha llamado Zac. Ha dicho que tengas lista para esta noche tu cartilla de racionamiento -explicó confusa-. ¿Sabes a qué se refiere?

Ness: Ah, sí -contestó con una sonrisa-.

Britt: Si no te conociera mejor -comentó-, diría que estás muy complacida por verlo esta noche.


Así era, no podía negarlo. Mientras miraba su guardarropa esa noche, Vanessa comprendió que se había rendido ante la situación. Desde el momento en que se conocieron, el control de su vida se le había ido escapando de las manos, y ese hecho ya no le disgustaba.

Después de probarse varios vestidos, se decidió por uno nuevo. Su tono turquesa realzaba mucho su cabello negro y sus ojos marrones.

Britt: ¡Oh! -exclamó cuando la vio bajar-. Si Zac aún no está totalmente encantado, esta noche lo estará.

Vanessa se rió y por primera vez no sintió deseos de burlarse de su hermana.

Ness: ¿Estás segura de que no te molesta quedarte con la secretaria de Zac?

Britt: No. Me cae bien. Hasta creo que voy a invitarla a pasar la Navidad con nosotras. ¿Qué te parece? No es nada divertido estar sola en estas fechas.


Sentada al lado de Zac en el coche; Vanessa se preguntó cómo terminaría la velada. Él aún no le había dicho a dónde irían.

Se inquietó al pensar que quizá la llevaría a un lugar donde pudiera hacerle el amor; sabía que esa vez no protestaría.

La llevó a un restaurante elegante, donde se sentaron en una mesa aislada e íntima.

Zac: Espero que hayas traído tu cartilla de racionamiento -le recordó-.

Así era, aunque se sentía un poco estúpida por haberlo hecho. Vanessa la sacó de su bolso y se la mostró. Zac la cogió y se la metió en el bolsillo de la chaqueta.

Ness: ¿Por qué has hecho eso? -inquirió, que esperaba que él hiciera alguna broma-.

Zac: Porque he decidido que, de ahora en adelante todo tu tiempo me pertenece. -Vanessa jadeó como una reacción de sus sensaciones. Zac parecía tan decidido, tan seguro...-. Las bromas han terminado -continuó-. De ahora en adelante, esto va muy en serio -la miró intensamente, haciéndola sentirse muy vulnerable-.

Ness: Ya... ya veo -comentó con debilidad, pero no se le ocurría otra cosa-.

Se preguntó qué había pasado con todos aquellos comentarios mordaces que solía lanzar a los hombres que la pretendían. De pronto comprendió que no los necesitaba, ya que no quería rechazar a Zac.

Le sonrió con sinceridad, y vio que él se sorprendía un tanto.

Zac: ¿Vanessa? -le tomó la mano-. Vanessa, yo...

**: Aquí está la carta, señor.

Zac se apartó un poco y maldijo en voz muy baja. Aceptó la carta del camarero.

Ordenaron la comida y el vino. A pesar de la ansiedad de Vanessa por la compañía de Zac, y por sentir su cuerpo, experimentó cierto alivio por esa interrupción. Las cosas estaban yendo demasiado rápido esa noche, y no debía dejar que la intimidara.

Mientras él probaba el vino, Vanessa miró a su alrededor; y observó con satisfacción que no había ni un solo hombre que pudiera compararse con Zac.

La pareja que entraba en ese instante llamó su atención, y ella jadeó impresionada. «¡Drake!», pensó alarmada. Sus caminos no se habían vuelto a cruzar desde su amarga separación. Se dijo que era una terrible casualidad.

Verlo le recordó la razón de todas sus barreras defensivas. Zac se había logrado infiltrar en ellas.

Zac: ¿Qué pasa? -preguntó ante su exclamación. Miró a la pareja y entrecerró los ojos-. ¿Quién es?

Ness: Al... alguien que conozco.

Zac: ¿Novio?

Ness: Ex novio, pero... Oh, Zac... -se levantó a medias-. Lo... lo siento, pero debemos irnos. No puedo...

Zac: ¿No quieres que te vea conmigo?

Ness: No, no es eso. Yo...

Zac: ¡Vanessa! -parecía muy sorprendido-. Compórtate. ¿De qué se trata? No podemos irnos, ya hemos pedido la comida. Nosotros...

Ness: ¡Por favor! -le rogó, y se levantó de su silla-.

Con o sin Zac, estaba decidida a marcharse. Ver a Drake le había estropeado la noche.

Zac: Ah, está bien -parecía furioso-.

Aun así, Vanessa agradeció que la guiara mientras pasaban por entre las mesas. Se detuvieron junto al camarero y Zac le dio alguna excusa; estaba concentrada en que Drake no los viera.

**: ¡Vanessa, qué maravilla! ¡Cuanto tiempo sin vernos! -exclamó Drake. Se levantó y avanzó hacia ella con los brazos extendidos-. Quería ponerme en contacto contigo. Linda y yo ya terminamos, y yo...

Ness: Entonces, ¿quién es ésa? -exigió tensa, señalando a la mujer-.

Drake: Ah... -hizo un gesto de desinterés-, solo es una cena de negocios. Es una de las compradoras de...

Ness: Así como yo también fui un negocio -murmuró recordando lo cerca que estuvo de hacerse socia de él-.

La ira y el disgusto que sentía por Drake y su traición se acumulaban dentro de ella, haciendo que se olvidara de todo lo que sucedía a su alrededor. Fue la voz de Zac la que la devolvió a la realidad.

Zac: ¡Perdón! -su tono era irónico y a la vez furioso-. Mi prometida y yo tenemos prisa.

Drake: ¿Él es tu prometido?

Vanessa estaba asombrada y no pudo responder porque Zac la condujo hasta la salida. Cuando se metió en el coche, se sentía avergonzada y molesta por la declaración que había hecho Zac en público. Mucha gente que la conocía lo había escuchado.

Ness: ¿Por qué diablos has dicho eso? -exigió una contestación cuando él se metió en el coche-.

Zac: Parecía que necesitabas apoyo moral.

Ness: Así es, pero no hasta ese punto -después recordó que él se había perdido la cena por su culpa-. De cualquier modo, gracias, y lo siento.

Zac: ¿Qué es lo que sientes? -aún parecía enfadado-.

Ness: Haberte hecho perder la cena.

Vanessa pensó que seguramente la llevaría a casa; de esa forma, la noche que había esperado con tanta ilusión terminaría por estropearse por completo. Se preguntó si el destino no estaría tratando de indicarle de esa forma que se cuidara de los hombres. La advertencia era tardía; quizás fuera mejor que Zac la llevara a casa.

Sin embargo, él condujo hacia el Heath, aparcó el coche y se volvió hacia ella.

Zac: Ahora quiero una explicación. ¿Qué significa para ti ese tonto engreído?

«¿Engreído?», se preguntó Vanessa. Nunca se le había ocurrido llamar así a Drake. El adjetivo le quedaba muy bien.

Zac: ¿Y bien? -repitió-. ¿Por qué estabas tan ansiosa por evitarlo?

Ness: Él... yo...

Zac: ¿Dijiste que era un ex novio tuyo? -su tono era malévolo, como si estuviera celoso y Vanessa no pudo evitar una sensación de calidez ante la idea-. ¿Aún lo es? -preguntó y ella asintió-. ¿Entonces por qué teníamos que irnos? ¿Por qué tenías tanto miedo de hablar con él? ¿Crees que aún estás enamorada de él? ¿Es eso?

Ness: ¡No! -dijo con indignación-. Creí estarlo hasta que lo descubrí. Verlo otra vez me recordó... Bueno, simplemente no quería estar en la misma habitación que ese tramposo, traicionero...

Zac: ¿Él te traicionó... con otra mujer? -parecía incrédulo-. Ese hombre debe ser más tonto de lo que pensé.

La joven captó el cumplido, pero se dijo que Drake también era bueno para halagar... y decepcionar.

Sin embargo, en ese momento se trataba de Zac, y él tenía razón. Vanessa se rindió a la lucha. A pesar de sus esfuerzos, algo faltaba en su vida, y no quería esperar más para pertenecer a alguien. Cuando ella respondió a sus besos, Zac gimió.

El contacto de sus labios se hizo más sensual; la lengua de Zac probaba la boca de ella, acelerándole el pulso. La mente de Vanessa giraba fuera de control, y se aferró fuertemente a él, dejando escapar gemidos de deseo.

Zac levantó la cabeza para susurrar:

Zac: Te deseo. Te deseé desde que te conocí. Olvida a ese cretino que vimos hoy. No desperdicies tus emociones con él. No te merece.

Con el corazón acelerado, Vanessa reconoció que también lo deseaba. Quería que le hiciera el amor; ya no le importaba Drake. Estaba enamorada de Zac; el problema era que había tenido miedo de reconocerlo.

Ese descubrimiento la alteró tanto que no pudo resistirse cuando él deslizó una mano por su escote. Su tacto era cálido y cuando sus dedos acariciaron el seno hinchado, frotando el pezón endurecido, la joven gritó con deleite y angustia.

Zac: Te deseo, Vanessa -repitió-, y tú a mí ¿no?

Ness: Sí -admitió con sensualidad-.

Zac: Oh, Dios -gruñó-. Te necesito mucho, pero no puedo hacerte el amor aquí -la separó un poco-. Prométeme, Vanessa, que si dejo de besarte para llevarte a otro lado, no volverás a mostrarte esquiva conmigo.

Ness: Lo prometo -afirmó, demasiado impresionada por sus propias emociones-. ¿Tu amigo sigue fuera? -preguntó cuando se detuvieron ante la casa de Hampstead-.

Zac: Hasta el Año Nuevo -confirmó-.

No había hablado durante el trayecto, pero había mantenido una mano sobre la rodilla de ella y ocasionalmente le acariciaba el muslo, haciéndola arder con febril deseo.

Esa vez Zac no se detuvo en la sala, sino que la levantó en brazos y subió por la estrecha escalera.

Zac: Ésta es la habitación que uso cuando me quedo aquí -le informó, abrazándola con fuerza-.

Su beso fue tierno al principio, pero ya no podía contenerse por mucho tiempo. El cuerpo de Zac vibraba contra el de ella, y la caricia se profundizó en una intimidad de necesidad mutua.

Zac: Lo siento, Vanessa -murmuró con suavidad contra su cuello-. Quería hacerte el amor despacio, hasta que me necesitaras tanto como yo a ti, pero yo... Oh, Dios...

De alguna forma, la desvistió sin soltarla y la guió hasta la cama. Vanessa no necesitaba que la persuadieran. Solo sabía que amaba a Zac y lo único que le importaba era que hicieran el amor.

Ness: Oh, Zac -susurró cuando él se acostó junto a ella besando su cuello, sus senos, mientras sus manos hacían maravillas con el resto de su cuerpo-. ¡Oh, Zac! -gritó cuando la necesidad se hizo insoportable-.

Él se movió para entrar en ella, y el placer se vio disminuido por una repentina ola de dolor. Zac se quedó muy quieto.

Zac: Dios -murmuró-. ¿Por qué no me dijiste que eras virgen? Yo creía que...

Ness: No -negó con energía-. Drake y yo nunca... ¿Importa... importa mucho? Oh, por favor, Zac... -se aferró a él, temerosa de que se retirara-.

Zac: No importa -confirmó él con ternura-. Vaya, por supuesto que no importa. Me siento muy halagado por ser el primero... no tenía idea de que...

Con delicadeza, completó su penetración, hizo una pausa hasta que la sintió relajada y después comenzó a moverse despacio. Pero de repente ella lo abrazó con fuerza cuando unos temblores recorrieron el cuerpo de Zac al alcanzar el clímax. Gritó su nombre y hundió la cabeza entre sus senos.

Después de un momento, levantó la cara y la besó con dulzura.

Zac: Perdón -gruñó-. Quería esperar, llevarte conmigo. Te prometo que no siempre será así.

Ness: Está... está bien -mentía porque cada nervio de su ser reclamaba satisfacción-.

Zac lo sabía, y con manos y boca comenzó una exploración sensual de su cuerpo hasta que, por fin la llevó al clímax.

Vanessa debió de dormir un rato y cuando despertó no supo dónde estaba hasta que sus ojos enfocaron el amplio pecho desnudo.

Revivió su reacción y se quedó asombrada. ¿Qué había hecho? Por primera vez en su vida había dejado que su corazón mandara sobre su cabeza. Sin embargo, no tuvo tiempo de meditar ni de hundirse en el pánico que la amenazaba.

Zac: Bienvenida -murmuró abrazándola-. Te he estado contemplando -le informó-, y necesité de todo mi control para no despertarte.

Comenzó a acariciarla una vez más, mirándola a los ojos, viendo cómo surgía el deseo.

«Todo va a salir bien», se dijo Vanessa cuando el miedo desapareció. Zac era diferente. Nunca la haría daño. No había engaños, ni traición. Una vez más, Vanessa se entregó a la pasión.


Britt: Debiste avisarme que no vendrías a dormir -la reprendió con cierta diversión. Sin embargo, Vanessa notó que su hermana estaba pálida-. Al final no me quedó más remedio que ofrecerle a la señora Macgowan una cama. Ninguna de las dos aguantábamos más.

Ness: Lo siento, Britt -se disculpó-. Pero no pensaba quedarme fuera... Simplemente... sucedió.

Según ella, eso era verdad, pero... ¿qué había de Zac?


Después que hicieron el amor la segunda vez, ella le dijo que debía regresar a su casa.

Ness: No puedo dejar solos a Brittany y a los niños toda la noche -había explicado-.

Pero Zac la abrazó con fuerza.

Zac: La señora Macgowan puede quedarse a dormir allí.

Y la cercanía de Zac y las cosas que le hacía la convencieron. En ese momento, a la luz del día, sin la presencia de él, se preguntó si tal vez habría prevenido a su secretaria de que pensaban pasar la noche juntos. ¿Había estado tan segura de ella? A pesar de su rendición, a Vanessa no le gustó la idea.

Preferiría pensar que fue algo que sucedió espontáneamente, sin premeditación de ninguno.


Ness: De verdad lo siento, Britt -repitió-. No tienes buena cara. ¿Por qué no vuelves a la cama?

Britt: No estoy cómoda ahí tampoco. Tuve unos dolores muy fuertes por la noche.

Ness: ¿Dolores de parto? ¡Y yo no estaba aquí! -la culpabilidad la invadió. Se suponía que debía cuidar a su hermana, y en vez de eso, buscó su propio placer-. ¿Por qué no le dijiste a la señora Macgowan que llamara al médico?

Britt: No son dolores de parto -hizo una mueca y se llevó la mano al abdomen-.

Ness: Aún te duele -saltó-. Llamaré al médico.

Britt: No, no exageres. Quizá el bebé está presionando algún nervio.

Ness: Más vale prevenir que lamentar -insistió-.


Las cosas sucedieron con rapidez. El médico llegó y en unos minutos Brittany se hallaba camino del hospital.

**: Casi estoy seguro de que es apendicitis -había informado el médico-. ¡Qué mala suerte!

Vanessa estaba muy preocupada. Jessica era muy joven para comprender, pero ¿qué clase de Navidad tendría Brad sin sus padres? Además, se angustiaba por Brittany y el bebé, ya que el médico había dicho que debería tratar de localizar a Andrew. Las cosas probablemente eran graves.

De pronto, se sintió muy sola y asustada. Quizás era la primera vez en su vida que se daba cuenta de que la independencia no era nada reconfortante.

Recordó lo que le había dicho Zac acerca de la soledad cuando algo iba mal.

Si él estuviera con ella... Necesitaba a alguien con quién hablar de su preocupación, de su angustia por Brittany... ¿Y si su hermana... moría? La náusea la abrumó y se le llenaron los ojos de lágrimas.

Se controló con esfuerzo. No era momento para desmoronarse delante de los niños. Lo que debía hacer era localizar a Andrew.

Sus dedos temblaban cuando marcó el número de teléfono. Una voz impersonal le respondió, le tomó el recado y colgó.

Se movió como un autómata y dio de comer a sus sobrinos. La niña no tardaría en estar durmiendo una siesta, pero Brad quería divertirse. Si abrieran las guarderías en Navidad...

La necesidad de hablar con alguien crecía a cada momento.

Pensó que lo más lógico era llamar a Zac, pero él seguramente pasaría el día en la tienda, trabajando.

Después pensó en la señora Macgowan. Ella no trabajaba ese día. Brittany tenía su número telefónico en su agenda y Vanessa lo buscó.

Para alivio suyo, la señora respondió de inmediato, y rápidamente le contó lo sucedido.

Sra. Macgowan: Iré de inmediato -se ofreció la mujer-. Querrá ir al hospital. Yo cuidaré a los niños.

Tendría que esperar casi una hora, pero aun así Vanessa estaba lista con su abrigo y bolso. Cuando el timbre sonó se apresuró a responder.

Cuando abrió vio a Zac ante sí.

Zac: Amor mío. He venido tan pronto como pude.

Ness: ¡Oh, Zac! -exclamó casi con un sollozo-. ¡Me alegro de que estés aquí!

Zac: Siempre estaré contigo, Vanessa -le prometió-. Siempre.




Awwww!
Qué bonito pero a la vez que triste. Espero que no le pase nada a Brittany.
Lo mejor del capítulo sin duda es lo bien que avanza la relación de Zac y Ness.
Pero solo vamos por la mitad, así que todavía pueden pasar muchas cosas.

¡Gracias por los coments!
¡Comentad!
¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Ay por dios! Que capitulo madre mia!

Espero que este todo bien con la hermana de ness.
Y que la relacion de zanessa mejore... y no pase nada malo jajaja.

Sube pronto :)

Lau B. dijo...

Awww!
LO AMO!
es un divino!
y Vanessa... que bueno que dejaste que tu corazon tomara el mando

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