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martes, 27 de agosto de 2013

Capítulo 6


Zac cayó hacia atrás y Vanessa aterrizó sobre él. Zac sintió que sus pulmones se quedaban sin aire. Intentó respirar, pensar qué había ocurrido. El coche había estado a punto de atropellarlos. A punto de matarlos a ambos. Él no lo había visto. Ni siquiera lo había oído. De no haber sido por Vanessa, los dos estarían muertos.

Zac envolvió a Vanessa en sus brazos y la estrechó con fuerza.

Zac: ¿Estás bien? -ella se apartó un poco y lo miró atemorizada, con los ojos muy abiertos-.

Zac deslizó una mano por su espalda suave y la acunó. Rozó con los labios su frente, su mejilla, su linda naricilla. Por fin encontró sus labios.

Ella dejó escapar un profundo gemido, un gemido que reproducía el deseo, el ansia que a Zac le oprimía el pecho.

Él siguió besándola. Quería saborearla por entero, deseaba convencerse de que estaban vivos.

Ella abrió los labios y entrelazó su lengua con la de él. Lo estrechó entre sus brazos. Se apretó contra su cuerpo.

El deseo, empujado por la adrenalina, atravesó como una descarga el cuerpo de Zac. Nunca se había sentido así. Nunca había deseado tanto a una mujer. Nunca se había sentido tan fuera de sí. Deslizó las manos sobre la espalda desnuda de Vanessa.

No podía hacerlo.

Puso fin al beso y se sentó, abrazando todavía a Vanessa.

Zac: Tenemos que informar de esto.

Vanessa asintió. Se apartó de él y se levantó con dificultad.

Zac se incorporó. No podía detenerse a pensar en cuánto deseaba abrazarla, estrecharla contra su pecho. Sacó su teléfono móvil y llamó a comisaría. Tras denunciar el intento de atropello, pidió que enviaran a alguien al teatro.

Unos minutos después, un coche de policía se detuvo junto a la acera, a su lado. Un agente uniformado se bajó de él.

Zac se puso tenso. A pesar de que trabajaba en la misma comisaría que William Hemsworth, evitaba a su medio hermano siempre que le era posible. El parecido de William con los Efron le producía un profundo nerviosismo. William hasta andaba como un Efron. La verdad era que sus intensos ojos azules se parecían tanto a los de su padre como los de Zac o los de David.

William achicó aquellos ojos azules mientras los observaba.

William: ¿Qué ha pasado, Efron?

Zac apretó los dientes al notar el énfasis con que William pronunciaba su apellido.

Vanessa miró a Zac preguntándose por qué no contestaba y luego se fijó en William.

Ness: Un coche ha intentado atropellarnos. Un sedán de color burdeos.

William: No se habrá fijado en la marca o en el modelo, ¿verdad, señora? -un leve acento acariciaba cada palabra-.

Ella sacudió la cabeza.

Ness: Todo ha ocurrido muy deprisa.

William: Entonces, imagino que no se habrá quedado con el número de la matrícula.

Zac sintió que la rabia se agitaba en sus tripas. Ver a la señorita Lulú y a Tony juntos en el teatro le había recordado la traición de su padre. Tener que vérselas con William y su encanto francés esa noche precisamente era más de lo que podía soportar.

Zac: Ya te ha dicho que todo ha ocurrido muy deprisa. ¿Crees que le habría dado tiempo a ver el número de la matrícula?

William arqueó una ceja.

Vanessa le lanzó a Zac una mirada sorprendida. Luego miró a William. De pronto, lo comprendió todo.

Ness: Tú eres el medio hermano de Zac.

William no dijo nada. Se limitó a mirar a Zac como si esperara que éste confirmara las palabras de Vanessa.

En la garganta de Zac se formó un nudo amargo. Le guardaba rencor a William desde que conocía su existencia, hacía ya once largos años. David nunca había sentido aquel resentimiento. Incluso su madre lo había superado hacía tiempo. Tal vez Vanessa tuviera razón. Quizá fuera hora de seguir adelante. Por lo menos, hora de intentarlo.

Zac respiró hondo.

Zac: Vanessa, éste es William Hemsworth. El otro hijo de mi padre. Su hijo mayor.

Vanessa asintió.

Ness: Encantada de conocerte, William.

William miró a Zac con sorpresa. Una mirada recelosa se deslizó en sus ojos, como si el reconocimiento de Zac fuera una especie de broma cruel. Luego miró a Vanessa.

William: Encantado.

Zac: David está en la cárcel, acusado de dos asesinatos.

William: Lo sé. A fin de cuentas, también es mi hermano.

Zac: Si realmente quieres que sea tu hermano, harás lo posible por ayudarlo a salir de ésta. Empezando por proteger a su abogada -señaló con la cabeza a Vanessa-.

William: Será un placer -su sonrisa era agradable, pero el timbre de su voz seguía siendo receloso, como si no acabara de creerse el cambio de actitud de Zac-.

Antes de que pudiera decir nada más, otro coche se detuvo tras el de William. Harris y Miley Cyrus salieron de él y se aproximaron al grupo.

William miró a Cyrus con los ojos entornados. Si a Zac no le fallaba la memoria, Cyrus y su medio hermano habían sido compañeros antes de que ella fuera ascendida a detective. Tal vez, de haber sabido que el ascenso suponía convertirse en compañera de Harris, Cyrus se lo habría pensado dos veces.

Harris se tiró de los puños de la camisa y se dirigió hacia ellos.

Harris: Puedes irte, Hemsworth. Nosotros nos encargamos de esto.

William se puso tenso.

A Zac le pareció que su medio hermano despreciaba tanto como él al detective.

Miley Cyrus se aclaró la garganta.

Miley: Gracias, agente Hemsworth.

William clavó la mirada en su antigua compañera. Tras unos segundos, dejó escapar un profundo suspiro, dio media vuelta y se alejó hacia su coche.

Harris miró fijamente a Zac.

Harris: ¿Se puede saber de qué va todo esto, Efron? Han informado de un intento de atropello -Zac le contó lo ocurrido. El detective frunció el ceño-. ¿Y esperas que os pongamos protección?

Zac: Si no recuerdo mal, eso forma parte del trabajo de la policía.

Harris: Si no recuerdo mal, en esta zona cuarenta peatones están a punto de ser arrollados por un coche cada noche.

Zac: Esto no ha sido un accidente.

Harris: ¿Tienes alguna prueba?

Vanessa se acercó a Harris.

Ness: Tenemos testigos presénciales, detective.

Harris: ¿Cuáles?

Ness: Nosotros mismos. El coche aceleró y enfiló directamente hacia nosotros.

Harris se sacudió una mota de polvo imaginaria de su americana de diseño y sacudió la cabeza.

Harris: Me temo que eso no es suficiente, señorita Hudgens. No tenemos efectivos disponibles para proporcionar protección a todas las personas a las que ha estado a punto de atropellar un coche.

Ella ladeó la cabeza.

Ness: ¿Ni siquiera si el intento de atropello está relacionado con el caso de los asesinatos del vudú?

La cara de Harris adquirió un tono rosado algo más claro que su corbata.

Harris: Malditos periodistas y sus titulares sensacionalistas. Esos asesinatos son obra de un poli corrupto que quería saldar una vieja deuda sin dejar pistas. No tienen nada que ver con el vudú.

Zac cerró los puños.

Zac: David no ha matado a nadie, Harris. Si te preocuparas más por hacer tu trabajo que por impresionar a los jefazos para que te asciendan, te darías cuenta.

Harris frunció el ceño.

Harris: Tu hermano es un policía corrupto y violento. Es hora de que te des cuentas, Efron, y dejes de defenderlo -se volvió hacia Vanessa-. Si alguien la ataca con un cuchillo o una pistola, llámenos. Si no, no nos haga malgastar nuestro tiempo.

Zac reprimió una maldición. Nunca perdía fácilmente los nervios, pero esa noche se sentía a punto de estallar. Miró a Cyrus. Había notado anteriormente que ella dudaba a la hora de secundar a Harris. Seguramente, dadas las circunstancias, ella se daba cuenta de que era necesario proteger a Vanessa. Pero que se atreviera a contradecir a Harris era otro cantar.

Miley tocó la cruz de oro que llevaba colgada de una cadena alrededor del cuello como si se enfrentara a un dilema. Por fin se dio la vuelta y siguió a Harris hacia el coche. Zac dejó escapar un suspiro.

Zac: En fin, parece que estamos solos.

Ness: ¿Y ahora qué hacemos? -alzó la mirada hacia él-.

Zac: Encontraré un modo de protegerte.

Ness: El sofá de mi casa está libre -sus labios se entreabrieron ligeramente como si recordara el beso de Zac. El marrón de sus ojos pareció oscurecerse-. A no ser que esta noche no quieras dormir en el sofá.

Zac sintió una oleada de deseo. Daría cualquier cosa por compartir la cama con Vanessa, para pasar las manos por su piel suave, por hundirse en...

Sacudió la cabeza. Esa noche no podía acercarse a Vanessa, y lo sabía. Pero, mientras permanecía allí parado, hablando con ella, el deseo de tomarla en sus brazos se le hacía casi insoportable.

Zac: Esta noche haré guardia en tu patio -dijo al fin-. Nadie se acercará a ti.

Nadie... ni siquiera él.


Vanessa miró hacia el patio desde la ventana de la cocina. No podía ver a Zac. Él permanecía sentado junto a la fuente, en un rincón escondido por las grandes hojas del banano y las ramas del magnolio. Sin embargo, no le hacía falta verlo para notar su presencia.

Los acontecimientos de esa noche le daban vueltas en la cabeza. El dolor de Zac al hablar de la infidelidad de su padre y del hijo secreto de éste. El miedo que la había atravesado al ver que el coche iba a toda velocidad hacia él. El calor de los brazos y el sabor embriagador del beso de Zac. El modo en que la protegía...

Ella sabía por qué no quería entrar Zac. Si lo hacía, no dormiría en el sofá. No, si dependía de ella. Cuanto más conocía a Zac Efron, más lo deseaba y más deseaba creer que entre ellos existía un vínculo auténtico.

Si pudiera convencerlo para que se abriera a ella... Para descubrir qué había entre ellos. Para mandar al diablo la cautela y tener fe. Se apartó un mechón de la frente de un soplido. No tenía muchas esperanzas de conseguido. Zac jamás cedería el férreo control que ejercía sobre sí mismo. Demonios, ni siquiera quería poner un pie en su casa.

Observó la cocina a su alrededor y su mirada se posó en la cafetera. Una sonrisa afloró a sus labios. No tenía que esperar a que él se aventurara a entrar. Podía salir ella.


Un ruido casi imperceptible rompió el silencio del patio. Zac se irguió en la silla de hierro forjado y agarró automáticamente la pistola que había dejado sobre la mesa, frente a él. Permaneció inmóvil, agudizando el oído. El ruido volvió a oírse. Era el chasquido de una cerradura que se abría. Una figura salió de la casa. Era Vanessa. Aún llevaba el vestido negro, pero se había soltado el pelo. La luz de las lámparas de gas titilaba en su pelo y se reflejaba en las tazas y una cafetera que llevaba en las manos.

Zac dejó la pistola sobre la mesa, pero no se relajó. Por el contrario, sintió que el nudo de su estómago se cerraba un poco más. Si el ruido lo hubiera hecho un intruso, él habría sabido qué hacer. Pero tratándose de Vanessa... No tenía ni idea de cómo reaccionar ante ella. Por lo menos, si quería conservar la cordura.

Ness: He pensado que a lo mejor te apetecía un café -dejó la cafetera y las tazas sobre la mesa y se sentó en una silla, a su lado-.

Al acercarse, su olor eclipsó el del café Y el de las flores que los rodeaban. Era más dulce, más rico, más embriagador. Zac se inclinó hacia ella sin poder evitarlo. Agarrándose a los brazos de la silla, se obligó a permanecer sentado.

Zac: Te dije que no salieras. Dentro sé que estás a salvo.

Ness: No me gusta cumplir órdenes -esbozó una sonrisa y su nariz se arrugó de modo irresistible-. Además, aquí fuera estoy a salvo contigo y tu pistola.

Tal vez estuviera bromeando, pero tenía razón. Con las altas paredes de piedra que los rodeaban y la puerta de la verja asegurada con cadena y candado, nadie podía entrar en el patio sin que él se diera cuenta. Quería que Vanessa permaneciera dentro de la casa para no tener que verla. Para no sentir lo que sentía en ese momento.

Zac: Me cuesta mucho controlarme cuando estás cerca.

Vanessa se inclinó hacia él.

Ness: ¿Qué hay de malo en perder el control, Zac? ¿Qué hay de malo en intentar averiguar qué puede haber entre nosotros?

Él respiró hondo. Quería averiguarlo. Ardía en deseos de hacerlo. Pero no podía arriesgarse.

Zac: Tú me trastornas. Cuando estoy contigo, no pienso con claridad.

Ness: A mí me pasa lo mismo.

Él observó su cara, intentando adivinar si estaba bromeando.

Zac: Lo dices en serio, ¿no?

Ness: ¿Te sorprende?

Zac: Sí.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Eres tan espontánea, tan vital... Yo no soy así. Nunca podré serlo.

Ness: Quizás ésa sea una de las cosas que me gustan de ti -ladeó la cabeza-. Cuando era niña, nos mudábamos tanto que nunca eché raíces en ningún sitio. Puede que, en cierto sentido, tú me hagas sentirme arraigada -alzó una mano hasta su cara y siguió el contorno de sus labios con un dedo. Zac sintió un estremecimiento. Él no se sentía arraigado. Cuando estaba con Vanessa, se sentía desvalido, vivo y estremecido hasta la médula-. Nunca me he sentido en casa en ninguna parte. Hasta que te conocí -movió su dedo sobre el labio inferior de Zac y lo posó sobre el hoyuelo de su barbilla-. El día que fuimos a la tienda de Odette, te dije que estaba buscando algo en lo que creer. Creo en la magia que hay entre nosotros. Y quiero que tú también creas en ella.

Zac se inclinó hacia ella. Posó una mano sobre su hombro y la deslizó bajo su pelo para acariciar su nuca. Quería creer. Deseaba a Vanessa. Más que a nada en el mundo. Antes de darse cuenta de lo que hacía, bajó la cabeza y la besó.

Ella tenía un sabor dulce y exótico. Y él deseaba más. Se levantó de la silla, apretándola contra su cuerpo. Ella abrió la boca y le rodeó el cuello con los brazos. Lo atrajo hacia sí, comprimiéndolo entre sus muslos, derritiéndose contra él. Zac no podía saciarse de ella. Su sabor, su olor, su cuerpo frágil y fuerte a un tiempo... Pasó la mano sobre su espalda de seda. Localizó el botón que cerraba el vestido en su nuca, lo desabrochó y le bajó el vestido hasta la cintura.

Ella no llevaba sujetador y sus pechos brillaban, blancos, a la luz de las lámparas de gas. Sus pezones se endurecieron como si suplicaran una caricia. Zac posó una mano sobre uno de sus pechos. Bajando la cabeza, se metió el pezón, erecto en la boca y comenzó a acariciarlo en círculo con la lengua.

Ella era dulce, embriagadora. Zac siguió acariciándole y lamiéndole el otro pecho. Luego le deslizó el vestido sobre las caderas y lo dejó caer al suelo. Sus bragas fueron detrás. La luz tenue relucía en la piel de Vanessa, dándole una apariencia tan preciosa que parecía de otro mundo. Zac deslizó las manos por sus costados y sobre la redondez de sus nalgas hasta que encontró la fuente de su ardor.

Ella dejó escapar un gemido. Se frotó contra él, jadeando. Por fin, exhaló un leve grito y se deshizo bajo sus caricias.

Él hundió un dedo en su sexo caliente y la besó con ansia. No podía cansarse de ella.

Recobrando el aliento, Vanessa comenzó a besarlo. Buscó los botones de su camisa y los desabrochó uno a uno. Después le desabrochó el pantalón y le bajó la cremallera. Deslizó la mano bajo la cinturilla del pantalón y se los bajó junto con los calzoncillos. Su sexo, duro por el deseo, quedó libre. Vanessa cerró una mano sobre él y comenzó a sacudirlo hasta que Zac pensó que iba a estallar. La agarró de la muñeca, deteniendo el movimiento de su mano.

Ness: Relájate, Zac. Relájate y cree -él la besó en los labios, sin dejar de sujetarle la muñeca. No podía soltarla. Si lo hacía...-. Vamos. No te morderé -arrugó la nariz-. Bueno, no mucho.

Él se echó a reír. Respiró hondo y le soltó la muñeca.

Ella apoyó las manos sobre sus hombros, lo empujó para que se sentara en el suelo de piedra y puso las manos sobre su pecho. Acariciándole la piel, lo obligó a recostarse. Él se apoyó contra el borde de la fuente. Vanessa se arrodilló frente a él. Sus pezones rozaban el pecho de Zac. Ella empezó a derramar besos sobre su pecho y su abdomen. Luego siguió más abajo. Finalmente, se introdujo en la boca su sexo.

Zac sintió una descarga de placer que lo dejó aturdido. Ella lo acariciaba y lo provocaba con la lengua. Justo cuando creía que iba a estallar, ella comenzó a besarle de nuevo el abdomen y el pecho, hasta llegar a su boca. Se alzó sobre él. Sus pechos oscilaban sobre Zac. El tomó un pezón en la boca y lo besó, lo chupó y lo lamió. Vanessa deslizó una mano entre sus cuerpos sudorosos. Acercó el miembro de Zac a su sexo y se sentó sobre él.

Zac se hundió en la suavidad de su vulva. Comenzaron a moverse rítmicamente. Su ardor creció, sus ansias se hicieron cada vez más sofocantes, hasta volverse arrolladoras. Hasta que no quedó nada más que ella, la pasión y la magia. Hasta que él no pudo evitar creer al fin.




Sin comentarios... XD

Bueno, la escena X de esta nove creo que ha sido de las más fuertes de las noves que he puesto. Espero no haberos traumado XD.

¡Gracias por los coments!
¡Comentad!

¡Un besi!


3 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Wao, directo estos dos jajaj
pero me ha gustado el capítulo
sigela pronto
:D

Unknown dijo...

WOOOOOOOOOW Y WOW Y MAS WOW!!

ESTE CAPITULO HA ESTADO GENIAL! ME ENCANTO QUE HALLA PASADO ESO ENTRE ZAC Y NESSA!

OJALA TENGAN UN BEBE JAJAJAA.


DE VERDAD ME ENCANTO! Y FALTAN SOLO DOS CAPITULOS!! INCREIBLE!


SUBE PRONTOO :)

Unknown dijo...

Ese detective o como sea que se llame me caaaae muuuuy mal!! Y el hermano de Zac parece buen chico, aunque quien sabe!!
Zac y Vanessa!!! Jajaja.. bueno ya era hora, pero falta tan pocos capis....

Siguela ponto :D

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