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miércoles, 14 de agosto de 2013

Capítulo 2


Zac se paseaba por el pasillo, fuera de la sala de interrogatorios en la que David permanecía encerrado. Su supervisor lo había mandado llamar nada más llegar a comisaría. Y como resultado de ello, por primera vez en su carrera Zac había sido suspendido del servicio, acusado de intentar ayudar a escapar a David. Su supervisor debía investigar la acusación vertida por Harris, pero mientras tanto él no tendría pistola, ni placa, ni uniforme.

La noticia había corrido por la comisaría a la velocidad de un rayo. Ahora ningún miembro del cuerpo querría hablar con él, ni mucho menos pasarle información sobre el caso de David.

Zac cerró los puños. Tenía, ganas de pegarle un puñetazo a la pared. O a la cara de Harris. Odiaba sentirse tan impotente. No experimentaba aquella sensación dolorosa desde los diecisiete años. Y no quería sentirla otra vez.

Se apoyó contra la pared cruzando los tobillos. La pesada pistolera del tobillo le rozaba la pierna contraria. Le habían quitado su arma reglamentaria y su placa, pero por lo menos seguía teniendo su calibre 22. No estaba totalmente indefenso.

**: Vengo a ver a David Efron -dijo con firmeza una voz femenina-.

Zac giró la cabeza, sorprendido. Caminando hacia él con el cabello negro enmarcándole la linda cara y los sensuales labios rojos prietos en una línea firme, vio nada menos que a Vanessa Hudgens.

Zac sintió que se le encogía el estómago y se le aceleraba el pulso. Se había enfrentado con la abogada defensora un par de veces en los tribunales. Solo había tenido que experimentar una vez en carne propia su particular concepto del interrogatorio para saber todo lo que necesitaba sobre ella. Tal vez fuera tan guapa como Meg Ryan en una de esas comedias disparatadas, pero también era tan despiadada como un tiburón que oliera sangre en el agua. Zac se giró hacia ella, cerrándole el paso.

Zac: ¿Para qué quieres ver a David?

Los fluorescentes se reflejaban en el gran broche representando a Pegaso que ella llevaba en la solapa del traje sastre. Se detuvo a unos centímetros de él y alzó la mirada. Una de las alas doradas del caballo casi rozaba el pecho de Zac. Los ojos marrones de la abogada, ligeramente rasgados, eran tan exóticos como su olor.

Ness: Hola, agente Efron.

Él se apartó de la pared y descruzó los tobillos, colocando un pie ligeramente detrás del otro para mantener el equilibrio.

Zac: ¿Para qué quieres ver a David? -repitió-.

Ness: Me han pedido que lo represente. Tu hermano es ahora mi cliente.

Zac dio un paso atrás. Si hubiera podido pensar con claridad, no le habría sorprendido la noticia. A fin de cuentas, no podía haber otra razón para que Vanessa Hudgens se presentara en la comisaría a esas horas de la mañana, pidiendo ver a David. Pero, por alguna razón, la abogada lo había pillado desprevenido. Siempre lo hacía. Y eso era lo que más lo irritaba de ella.

Zac: ¿Te ha llamado Brittany Snow?

Los labios de ella se suavizaron.

Ness: Brittany es amiga mía. Una buena amiga. Removería cielo y tierra para ayudarla a ella y a su prometido. Tu hermano está en buenas manos, Zac.

Él deseaba creerla, por el bien de David. Y todo cuanto sabía acerca de Vanessa Hudgens sugería que era perfectamente capaz de defenderlo de cualquier cargo que le imputara la oficina del fiscal del distrito. Sin embargo, Zac había aprendido hacía tiempo a no fiarse de nada que no pudiera controlar personalmente. Y no tenía ni la menor idea de cómo controlar a Vanessa Hudgens.

Vio a Harris al otro lado del pasillo. El detective llevaba una gruesa carpeta bajo el brazo y se dirigía a la sala de interrogatorios donde permanecía encerrado David. Vanessa siguió la mirada de Zac. Alzando una mano, cruzó corriendo el pasillo.

Ness: No pensará interrogar a mi cliente sin la presencia de su abogado, ¿verdad, detective?

Harris se volvió hacia ella.

Harris: Así que va usted a defender a Efron. ¿Por qué será que no me alegro?

Estaba claro que el detective no se alegraba de verla, lo cual mejoró la opinión que Zac tenía de ella. Por lo menos, un poco.

Vanessa sonrió.

Ness: Usted conoce la ley, detective. Sentiría mucho tener que acusarlo de no cumplirla. Ahora, si no le importa, me gustaría hablar con mi cliente a solas.

Harris: Tómese todo el tiempo que quiera. No va a ir a ninguna parte, salvo al corredor de la muerte, claro.

Ness: Eso ya lo veremos -entró en la sala de interrogatorios sin mirar atrás-.

Zac la vio entrar. A pesar de la inquietud que ella le causaba, tenía que admitir que Vanessa Hudgens era una mujer impresionante. Tal vez fuera una suerte que defendiera a David. Una abogada astuta y agresiva era justamente lo que su hermano necesitaba. Eso, y alguna prueba que lo exculpara.

Y, con suspensión o sin ella, allí estaba Zac para conseguirla.

Se apoyó en la pared, se quedó mirando la puerta cerrada y aguardó a que Vanessa saliera de la sala de interrogatorios. Cuando lo hizo veinte minutos después, Zac le cortó el paso.

Zac: Tengo que hablar contigo.

Ella miró su reloj.

Ness: Entonces, acompáñame. Tengo que hacer una cosa antes de mi siguiente cita, a las once.

Él echó a andar a su lado. En cuanto salieron, el calor y la humedad golpearon a Zac como un mazazo. La lluvia que se había introducido en las grietas y agujeros del empedrado de la calle era el único rastro que quedaba de la tormenta de la noche anterior. Ella miró a Zac y se puso unas gafas de sol.

Ness: ¿De qué querías hablarme?

Zac: Quiero que David tenga la mejor defensa posible. Así que voy a ayudarte.

Ella lo miró fijamente un momento, como si considerara su ofrecimiento.

Ness: Agradezco la oferta, Zac, de veras, pero tengo un investigador que se encarga del trabajo de campo.

Zac: Pero no está tan motivado como yo. Y seguro que no trabaja gratis. Yo sí.

Ness: Esto no tendrá nada que ver con el hecho de que no te fías de mí, ¿verdad?

Zac: Sé que eres buena en tu trabajo.

Ness: No es eso lo que he dicho. No te fías de mí. ¿Por qué?

Zac: Ningún poli se fía de un abogado defensor.

Ness: Pero tu desconfianza es personal.

¿Qué podía decirle? ¿Que cada vez que estaba cerca de ella se sentía inquieto? ¿Que se le encogía el estómago? ¿Que se le aceleraba el corazón? Parecería uno de esos tipos patéticos a los que les dan miedo las mujeres fuertes. O peor aún, un colegial enamorado.

Zac: Me han suspendido. El único modo que tengo de ayudar a mi hermano es ayudarte a ti.

Ness: ¿Que te han suspendido? ¿Por qué? -él le contó que Harris lo había acusado de intentar ayudar a escapar a David-. ¿Y es cierto? -alzó las cejas curiosa-.

Zac: Iba a llevarlo a la comisaría para que se entregara -extendió las manos con las palmas hacia arriba-. David no ha matado a nadie. Déjame que te ayude a demostrarlo.

Ella apretó los labios, pensativa. Por fin asintió con la cabeza.

Ness: El trabajo es tuyo -le tendió la mano y sonrió, y su nariz se arrugó como la de una niña-. Bienvenido a bordo.

Él le estrechó la mano. Ella se la apretó con firmeza. Su piel era extrañamente suave. Zac sintió que lo recorría un cálido estremecimiento. Su estómago se encogió un poco más. Había conseguido exactamente lo que quería. Un papel en la defensa de David. La oportunidad de hacer algo para ayudar a su hermano. Debía sentirse feliz. Pero ¿por qué se sentía más impotente que nunca?


Vanessa escuchaba el paso rítmico del agente Zac Efron mientras bajaban juntos por la calle Conti. A pesar de que unos vaqueros gastados ceñían sus muslos y de que una camiseta de los Saints de Nueva Orleáns se extendía sobre su amplio pecho en lugar del uniforme azul, Zac Efron seguía pareciendo un poli. Con su corte de pelo desenfadado y su actitud vigilante, Zac no tenía que vestirse de azul para ir de uniforme. Él era el uniforme. Y también era más atractivo que cualquier policía de ficción que hubiera honrado alguna vez la pequeña pantalla.

Vanessa apartó la mirada y se fijó en los adoquines desiguales que pisaba. Debía de estar loca por aceptar trabajar con él. Si había algo que caracterizara a Zac Efron, era su testarudez. Interrogarlo en los tribunales siempre había sido una lucha a brazo partido. Y sin duda trabajar con él en el caso de su hermano sería un desafío aún mayor. Pero, naturalmente, como a cualquier buen abogado, a ella le encantaban los desafíos.

Al llegar a la calle Chartres, Vanessa giró a la izquierda y se adentró en el Barrio Francés. Zac dudó.

Zac: Pensaba que tu oficina estaba en el distrito comercial.

Ella asintió, sorprendida de que supiera dónde estaba su despacho.

Ness: Tengo que hacer una cosa, ¿recuerdas? -él siguió caminando a su lado, mirándola con una ceja levantada como si esperara una explicación. Ella suspiró-. Cada vez que consigo un caso importante, me paso por la tienda de una amiga.

Zac: ¿Una amiga?

Ness: Una sacerdotisa vudú. Me hace un talismán especial. Desde que empecé a llevarlos al juzgado, no he perdido ni un solo caso.

Zac: He oído que algunos polis llevan amuletos para que los protejan en las calles -frunció el ceño-. ¿De veras crees en esas cosas?

Su extrañeza no sorprendió a Vanessa. Se la esperaba. Zac Efron no creía en nada que no pudiera documentar en un informe policial. Naturalmente, tampoco ella podía decir que creyera completamente en el vudú.

Ness: A decir verdad, todavía estoy buscando algo en lo que creer -él soltó un soplido burlón. Vanessa intentó no reírse-. ¿Tú en qué crees?

Zac: En mitos y supersticiones, no, eso seguro. Yo controlo mi propia vida.

Ness: Vaya, me alegro de que estés tan seguro de ti mismo. A mí me gusta cubrirme las espaldas. Además, supongo que, aunque no creas en el vudú, te interesará acompañarme.

Zac: ¿Por qué?

Ness: Porque la sacerdotisa vudú que me hace los amuletos es Odette LaFantary.

Los ojos de Zac centellearon.

Zac: Tienes razón, me interesa. Muchísimo.

Ness: Me alegro de que coincidamos en algo.


Zac observó el interior pintado de color melocotón y plata de la parte delantera de la tienda de Odette. Nunca había entrado en una tienda vudú, pero aquella sencilla y moderna decoración no era lo que esperaba. Miró a Vanessa.

Zac: ¿Estás segura de que es aquí?

Ella asintió y sus mechones negros se agitaron.

Ness: Odette vende cosméticos naturales. Las cosas del vudú están en la parte de atrás -haciéndole una señal, cruzó la tienda y sus tacones resonaron en el suelo de baldosas-.

Entró en la habitación contigua.

Zac la siguió. En cuanto sus ojos se acostumbraron a la luz tenue, vio los colores rojos y dorados, y los cráneos, las muñecas, las plumas y cirios que esperaba. Una mujer afroamericana de aspecto imponente, que estaba frente a una de las estanterías, se volvió hacia ellos. Tenía una sonrisa reservada.

Odette: Vanessa, sabía que ibas a venir. Lo vi en las cartas esta mañana -su voz era profunda y tenía un leve acento haitiano-.

Ness: Entonces sabrás por qué estoy aquí. David Efron ha sido detenido por el asesinato de Smith Daniels.

Odette: Sí. Casi he acabado de hacer el amuleto. Un amuleto poderoso para proteger a un hombre inocente -su mirada se posó en Zac-.

No dijo nada, pero lo miró con los ojos entornados.

Ness: Odette, éste es Zac Efron, el hermano de David.

La sacerdotisa asintió.

Odette: También he visto en las cartas que vendría.

Zac se removió, inquieto. La penumbra, el vudú y tanto hablar de leer el futuro en las cartas le estaban crispando los nervios. Incluso tenía la sensación de estar siendo observado.

Zac: Tengo un par de preguntas que hacerle, señora LaFantary.

Odette: Dudo de que pueda darle las respuestas que busca. Los espíritus no me han mostrado gran cosa sobre el destino de su hermano.

Zac sacudió la cabeza.

Zac: No son ésas las respuestas que busco. Me interesa más el pasado que el futuro místico. Quiero saber dónde estuvo usted anoche.

Sonó una campanilla. Odette miró por la puerta abierta del fondo de la habitación.

Odette: ¿Mary? Tenemos un cliente.

Una chica esbelta con la piel color café con leche apareció en la puerta de la trastienda. Cruzó la habitación y entró en la tienda de cosméticos. Zac entrevió a una mujer mayor de pie entre los colores melocotón y plateado de la habitación.

Odette: La señora Garner, una buena clienta. Si me perdonan... -agarró algo del mostrador que había tras ella y salió a la tienda de cosméticos-.

El murmullo de su voz mientras saludaba amablemente a la clienta se coló en la habitación.

Vanessa miró hacia el lugar de donde provenían las voces y luego miró a Zac frunciendo el ceño.

Ness: ¿Quieres saber dónde estuvo Odette anoche? No creerás que fue ella quien atacó a Brittany, ¿verdad?

Zac: ¿Por qué no?

Ness: Porque ella no haría eso. Ni a Brittany, ni a nadie.

Zac: ¿En qué te basas?

Ness: En que la conozco.

Zac: Ese no es un buen argumento, letrada. Deberías saberlo.

Ness: Puede que no lo sea, pero yo sé lo que me digo. Odette no le haría daño a nadie.

Zac: Me alegro de que estés tan segura. Yo prefiero reservarme mi opinión hasta que vea pruebas.

Odette volvió a entrar en la zona de la tienda dedicada al vudú.

Odette: Ahora contestaré a sus preguntas, si puedo.

Zac: ¿Dónde estuvo anoche? -repitió-

Odette: Aquí, confeccionando un amuleto. Acabo de entregárselo a la señora Garner. Y también hice unos cuantos hechizos.

Zac: ¿Qué clase de hechizos?

Odette miró a Vanessa antes de volver a mirar a Zac.

Odette: Ninguno que le interese.

Zac: Le aseguro que me interesa.

Odette se acercó al mostrador y apartó de un montón nueve ramitos de hierba de alguna clase.

Metió los ramitos en una bolsita ya llena con otras hierbas y con Dios sabría qué. Cerró la bolsa hábilmente y la ató con un trozo de cinta de lentejuelas. Alzó la mirada hacia Zac y sus ojos negros se clavaron en los de él.

Odette: Yo no maté a Sally Meadows, si es eso lo que quiere saber.

Zac: ¿Cómo sabe que Sally ha muerto? La noticia no saldrá en el Times-Picayune hasta mañana. -Odette apretó los labios con dureza y no dijo nada. No hacía falta. Zac sabía cuál sería su respuesta-. Supongo que los espíritus se lo habrán revelado también en las cartas.

Odette: No hasta después de que la mataran.

Zac: ¿Y Daniels? ¿Le dijeron los espíritus que iba a ser envenenado?

Odette: Yo no lo veo todo. Solo veo lo que los espíritus quieren revelarme.

Zac: Una explicación muy conveniente. ¿Y espera que me crea todo eso?

Odette: Estoy diciendo la verdad, Zac Efron. Allá usted si me cree o no.

Zac respiró hondo. Lo último que quería era enzarzarse en una discusión sobre creencias religiosas. Necesitaba hechos, no supersticiones.

Zac: Sally solía asistir a las ceremonias de los jueves por la noche en el restaurante de Brittany Snow, ¿verdad?

Odette: Nunca se perdió una.

Zac: Smith Daniels tampoco -ella asintió con la cabeza-. Y ahora están los dos muertos.

El rostro de Odette se endureció. La luz tenue realzaba sus altos pómulos.

Vanessa ladeó la cabeza.

Ness: ¿Quién más solía asistir a las ceremonias, Odette?

La sacerdotisa se volvió hacia Vanessa y su semblante se suavizó ligeramente.

Odette: La señorita Lulú Daniels, por supuesto. Tony Fortune, un amigo de los Daniels. La hermana de Sally, Helen -la campanilla sonó de nuevo, interrumpiendo su recitación. Ella miró hacia la tienda de cosméticos. Un murmullo de voces se coló en la habitación: la voz más suave de Mary, la ayudante de Odette, y otra más chillona y temerosa. Odette se acercó a la puerta-. ¿Qué ocurre, Lisa?

Una joven se acercó apresuradamente a ella con una bolsa de papel en la mano.

Lisa: Oh, Dios mío. La que acaba de salir era la señora Garner, ¿verdad?

Odette apoyó una mano sobre el brazo de la joven para tranquilizarla.

Odette: Sí.

Lisa: Pero iba andando.

Odette: Les pedí a los dioses que se recuperara. Y han respondido.

Lisa sacudió la cabeza y su pelo castaño y liso osciló sobre sus mejillas.

Lisa: Estaba en silla de ruedas. Es imposible que les pidas a los dioses que la curen y que eche a andar un momento después.

Odette: Los dioses pueden hacer muchas cosas. ¿No es por eso por lo que te uniste al grupo, Lisa? ¿No crees que los espíritus puedan ahuyentar tu mala suerte?

Lisa: No sé. Confiaba en que sí, pero...

Odette: ¿Qué llevas en esa bolsa, chiquilla?

Lisa: Yo... -miró su mano como si hubiera olvidado que sostenía la bolsa de papel. Sus ojos se agrandaron atemorizados otra vez-. He encontrado esto delante de mi puerta.

Odette agarró la bolsa. Se acercó al mostrador junto al cual esperaban Vanessa y Zac y vació su contenido. Un revoltijo informe y negro del que salían unas plumas cayó sobre el mostrador. Al otro lado de la habitación sonó un gemido. Zac giró la cabeza. Mary, la ayudante de Odette, estaba en la puerta.

Mary: Otro hechizo maléfico -susurró-. La otra pareja trajo uno. La cocinera y el policía.

Zac asintió. Sabía por David que Brittany había recibido un amuleto vudú parecido al que yacía sobre el mostrador. Odette miró aquel amasijo entrecerrando los ojos.

Odette: Esto no me gusta.

Lisa la miró.

Lisa: ¿Qué quieres decir?

Odette: Que estás en peligro -se volvió hacia Zac-. Esta es Lisa Collins. También forma parte del grupo de los jueves por la noche.

Lisa seguía mirando fijamente a Odette.

Lisa: ¿Peligro? ¿Qué clase de peligro?

Odette: Eso no lo sé. Pero debes volver a casa, cerrar las puertas con llave y no dejar entrar a nadie. Ni siquiera a alguien que conozcas y en quien confíes. Yo intentaré hacer algo con esto.

La joven asintió. Sin decir una palabra, dio media vuelta y salió de la tienda. Vanessa se inclinó sobre el mostrador y examinó aquel emplasto.

Ness: ¿Quién haría algo así?

Odette: Alguien que lleva la muerte en el corazón.

Su voz era baja, falta de emoción, y Zac tuvo la sensación de que no le había sorprendido la aparición de aquel hechizo maléfico.

Zac: ¿Hace usted amuletos como ése?

La sacerdotisa levantó una mano.

Odette: No contestaré más preguntas. Tengo cosas que hacer. Y ustedes también. Esperemos que entre todos podamos evitar que el mal siegue otra vida.

Le entregó a Vanessa la bolsita de terciopelo que había preparado antes y de dos zancadas cruzó la puerta de la trastienda y desapareció.

Mary la siguió.




¡Capi misterioso! E interesante también, ¿no?

¡Gracias por los coments!

Espero que os esté gustando la novela. Más adelante se animará.

¡Seguid comentando más!
¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

FUA... MUCHO MISTERIO, ES MUY INTERESANTE SI!
ME GUSTA!!
SUBE PRONTO.

LaLii AleXaNDra dijo...

wao, mucho misterio, cada vez mejor
siguela

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