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sábado, 20 de abril de 2013

Capítulo 6


Ness: ¿En qué estaría yo pensando?

Vanessa estaba frente al armario el domingo por la mañana, hablando sola mientras intentaba decidir qué iba a ponerse. Pero solo tenía vaqueros y camisetas o la ropa que llevaba al restaurante. El único vestido que había llevado con ella, a saber por qué, era demasiado elegante para una cena en casa.

No sabía por qué le había dicho que sí. Zac no era solo su jefe sino un hombre que le había dicho que estaba enamorándose de ella.

Aunque seguramente no era verdad.

Podrían haber quedado en algún restaurante... pero no, le dijo que cocinaría ella. Un ataque de locura, seguramente, inspirado por la broma con las chicas de la barra. O por el sentimiento de posesión que despertaba en ella y que la hacía tener siempre a mano una copa de vino, por si había que tirársela a la cara a alguna de aquellas frescas.

El caso era que estaba delante del armario, intentando encontrar un vestido adecuado. Y si no encontraba algo pronto, tendría que ponerse a hacer la cena desnuda.

Deprimida por el estado de su armario, Vanessa decidió llamar a los marines.

La puerta del dormitorio de Miley estaba abierta, afortunadamente.

Ness: Socorro. Necesito ayuda.

Miley estaba tumbada en la cama, estudiando.

Miley: ¿Qué pasa?

Ness: No tengo ropa. Tengo que hacer la cena para tu hermano.

Miley cerró el libro y saltó de la cama.

Miley: Gracias, gracias. Si hubiera tenido que memorizar el nombre en latín de otro parásito intestinal, habría tirado la toalla.

Ness: Necesito una inspiración o tendré que cenar con tu hermano en pelotas.

Miley: Qué bien. Me encanta vestir a mis amigas -sonrió abriendo la puerta del armario. Quince minutos después, Vanessa se había puesto una falda negra, un top sin mangas de color azul y unas sandalias de tacón-. ¿Ves? Divina. Guapa, pero como si no te lo hubieras pensado mucho.

Ness: La verdad es que tienes razón. Muchas gracias, cielo.

Miley: Ya te dije que me gustaba vestir a mis amigas -rió-. Otro día te dejaré mi vestido rojo. Es precioso, pero nunca tengo ocasión para ponérmelo. Ni nadie para quien ponérmelo.

Ness: Solo voy a cenar con Zac porque no puedo hacerle un regalo.

Miley: ¿Y por qué ibas a hacerle un regalo?

Ness: Por haberme contratado. Además, necesita que le obliguen a tomarse una noche libre y esto me pareció buena idea.

Miley: Lo que tú digas, hermana -sonrió-. Mi trabajo termina aquí y los parásitos intestinales me esperan. Que lo paséis bien.

Vanessa volvió a su habitación, pensativa. El instinto no le decía nada. La vocecita se había quedado muda por el momento. Pero sabía que estaba en peligro.

Lo único que la animaba era que Miley estaría en casa y Zac no intentaría seducirla delante de su hermana. No pensaría hacer nada allí... ¿o sí?

Ella, por otro lado, no podía dejar de pensarlo.

A las seis de la tarde, sus esperanzas se desvanecieron.

Miley: Lo siento, Vanessa -se disculpó-. Jake acaba de llamar. Va a venir porque dice que «tenemos que hablar».

Ness: No te preocupes, no pasa nada.

Miley: No sé si viene para decir que quiere casarse conmigo o para decir que no quiere saber nada de mí.

Vanessa arrugó la nariz.

Ness: Yo creo que es lo segundo.

Miley: ¿Y por qué quiere venir aquí?

Ness: ¿Qué más da?

Miley: No quiero estropearte la cena con mi hermano...

Vanessa dejó escapar un suspiro.

Ness: No pasa nada, de verdad. Además, yo creo que lo de cenar aquí no es buena idea.

Miley: Venga ya... ¡Espera un momento! Acabo de tener una idea -exclamó mostrándole unas llaves-. Son de la casa de mi hermano.

Ness: ¡De eso nada!

Miley: Gallina.

Ness: No, imposible. Seguro que no tiene ni cacerolas ni...

Miley: Mi hermano es un hombre moderno y tiene de todo -insistió-. Además, es la única forma de que estéis solos.

Ness: No pienso hacer la cena en casa de tu hermano.


Una hora después, entraba en casa de Zac con la llave de Miley. En el salón había un enorme sofá azul oscuro y el sonido de sus tacones se evaporó al pisar la alfombra persa. Muebles de madera oscura y fotografías en blanco y negro decoraban la habitación.

Cuando pasó por delante del dormitorio, Vanessa apartó la mirada. Se sentía como una ladrona. Pero por el rabillo del ojo vio que la cama no estaba hecha y que había una almohada tirada en el suelo. El único signo de caos en una casa perfectamente ordenada.

En la cocina descubrió que Miley le había dicho la verdad. Zac tenía coladores de varios tamaños, cacerolas, sartenes... incluso un robot.

Evidentemente, le gustaba cocinar.

Lo que había empezado siendo un ligero nerviosismo amenazaba con convertirse en un ataque de nervios.

«No pienses, ponte a cocinar».

Se puso a cortar cebolla, con los ojos cerrados para no llorar, ajos, zanahoria en juliana... Media hora después decidió que lo que necesitaba era una copa de vino, de modo que abrió la botella que había llevado.

Ness: Además, el vino tiene que respirar -murmuró-.

Luego decidió invadir la colección de discos de Zac. En realidad, se sentía como en su casa.

Cuando él entró una hora después y oyó la música creyó que era un sueño. Sonriendo, se quitó los zapatos y fue de puntillas a la cocina. Desde la puerta vio a Vanessa bailando delante del horno, con un cucharón en la mano.

Zac: Huele muy bien.

Ella se volvió, con una mano en el corazón.

Ness: Si a la cocinera le da un infarto, puede que la cena se retrase un poco.

Zac: Perdona -sonrió señalando la botella de vino-. ¿Puedo?

Ness: Claro. Estás en tu casa.

Zac: ¿Qué estás haciendo, mademoiselle chef? ¿O debería llamarte besana?

Ness: Si no te gusta la comida india, estamos en un aprieto.

Zac: Afortunadamente, me encanta la comida india. Me gusta todo lo que sea picante.

Vanessa sonrió.

Ness: Mejor. Porque ya casi está. Pero no sabía dónde poner la mesa. ¿Sueles comer en el salón o en la cocina?

Zac: En el salón. Termina lo que estés haciendo, yo pondré la mesa.

Al quedarse sola, Vanessa dejó escapar un largo suspiro. Pero aquélla solo era una cena entre amigos. Nada más. No debía asustarse.

«Asústate, asústate», le decía la vocecita. Pero no le hizo caso.

Vanessa colocó cada plato en su bandeja correspondiente y dio un paso atrás para revisar el menú: pollo al curry, Dal: un plato típico hecho con lentejas, arroz basmati, verduras y raita, la salsa de yogur presente en todos los platos hindúes, tan refrescante.

Había hecho comida para un regimiento.

Ness: Puede que me haya pasado un poco -dijo en voz alta-. Pero lo que sobre puedes tomarlo mañana para comer. Y para cenar...

Cuando entró en el salón con una de las bandejas en la mano se quedó helada. Ella había pensado que cenarían en el sofá, con los platos sobre la mesita de café; una cena entre dos amigos.

Pero Zac, que parecía tener una idea muy diferente, había colocado un mantel sobre la alfombra, como si fuera un picnic. Además, apagó la luz y colocó velas por todas partes. La música de jazz había sido sustituida por un disco de Billie Holiday, cantando a su amor perdido.

Ness: Vaya... Esto es muy romántico. ¿No te parece?

Zac: Pensé que podríamos hacer algo especial. Pero si quieres, podemos encender la luz.

Ness: No, claro que no. Ha quedado muy bonito. Bueno, voy por los demás platos.

Zac: Siéntate, Ness. Y sírvete una copa de vino.

Vanessa se quitó las sandalias y se levantó un poquito la falda antes de dejarse caer sobre el cojín, con las piernas cruzadas. Olía a la colonia de Zac, pensó. Y se preguntó entonces si dormiría desnudo.

«No pienses tonterías». Imaginar a Zac desnudo precisamente aquella noche no era buena idea. «Piensa en un partido de béisbol».

Ness: ¿Qué tal van los Cubbies? -le preguntó cuando volvió a su lado-.

Él la miró, confuso. No parecía entender por qué, de repente, tenía interés por la liga.

Zac: Van fatal -contestó por fin-. ¿Viste la cara de Donnie la otra noche, cuando estábamos viendo el partido en televisión?

Vanessa asintió con la cabeza. Hablar sobre el trabajo era lo más seguro. O sobre Donnie, un viejecito que no se quitaba el sombrero y que era uno de los clientes habituales.

Ness: Cuando perdieron el último pase pensé que le iba a dar un infarto.

Zac: Pues deberías haberlo visto cuando le di la cuenta -sonrió-. Siempre le digo que no invite a todo el mundo, pero cuando se emociona no hay quien lo pare. Dentro de poco él será pobre y yo seré un hombre rico.

Ness: Así que solo te importa el negocio, ¿eh?

Zac: Exactamente.

Ness: Ya, claro. Y por eso sueles quitarle un veinte por ciento de la cuenta -sonrió-.

Zac metió la cucharilla en el platito de raita y, sin darse cuenta, se manchó los dedos de salsa.

Zac: Ah, vaya...

Sin pensar, Vanessa tomó su mano y se metió un dedo en la boca. Después de chuparlo, se apartó, colorada como un tomate.

Zac se quedó con el dedo en el aire durante unos segundos, incrédulo. Tan incrédulo como ella. ¿Por qué había hecho eso?

Zac: De haberlo sabido, me habría tirado de cabeza a la salsa.

A Vanessa le salió una risita nerviosa. Era lógico que estuviera confuso. Después de tantos días diciéndole que no quería saber nada de él...

No había podido evitarlo. Estar allí, a solas con Zac, la hacía sentir diferente. Y una sensualidad que casi había olvidado se apoderó de ella. Zac la deseaba y ella lo deseaba también y era absurdo aparentar que no sentía nada. Quizá había tomado la decisión el día anterior, cuando lo invitó a cenar en casa de Miley, pero no quiso reconocerlo.

Ahora lo hacía y la idea era emocionante. Deseaba a Zac, aquella noche, allí mismo, y pensaba irse a la cama con él. Todo lo demás en su vida había dejado de tener importancia. Aquello era algo que podía controlar, un sitio donde ella ponía las reglas.

Zac: ¿Vanessa?

Ness: Relájate, Zac. Ha sido un impulso momentáneo.

Zac: Pues no te detengas -dijo con voz ronca-. ¿Te gustaría chupar algo más? Si es así, me gustaría que fueras específica.

Vanessa soltó una carcajada.

Ness: Venga, come.

Zac: Eso quiero, comer. -Ella levantó una ceja-. Por favor, Vanessa, me estás matando.

Ness: ¿No tienes hambre, Zac?

Él se pasó una mano por la cara, en un gesto de desesperación.

Zac: Voy a pensar que sigues siendo la dulce Vanessa, la Vanessa que no quiere saber nada de mí -dijo, sin mirarla-. Por cierto, esto está riquísimo. Sabes mucho de cocina.

Ness: Algo. Como tú.

Zac: ¿Yo?

Ness: Tienes de todo en la cocina, de modo que también tú sabes cocinar.

Zac sonrió.

Zac: No has abierto el armario que hay sobre el horno, ¿verdad?

Ness: No. ¿Por qué?

Zac: Porque está lleno de libros de recetas. No me importa cocinar, pero sin receta soy bastante limitadito. Y te aseguro que esto está riquísimo.

Vanessa sonrió, encantada.

Ness: Gracias.

Zac: ¿Qué más sabes hacer?

Ness: Solo comida hindú. La hice una vez en un cóctel y todo el mundo me dio la enhorabuena, así que...

Vanessa se mordió los labios. «En un cóctel». Como si una camarera normal organizase cócteles todos los días. Y, en realidad, ella nunca cocinaba en las fiestas. Para eso estaba Parker...

Zac: Eres una mujer de muchos talentos. ¿Qué más me escondes?

Vanessa decidió que era el momento de cambiar de tema y eligió el más seguro: el restaurante. Zac le habló de ciertos cambios, mejoras, cosas que debían arreglar...

Hablaba con alegría, con ilusión. A Vanessa le habría encantado absorber parte de esa alegría para sí misma. Zac tenía la convicción de que estaba haciendo lo que debía hacer, lo único que podía y quería hacer en su vida.

Zac: Debería haber dejado de comer hace media hora. Estoy lleno -dijo entonces-. Pero está todo riquísimo.

Ness: Muchas gracias -sonrió incorporándose-.

Zac: No, déjalo. Tú has hecho la cena, yo lavaré los platos.

Vanessa tomó un sorbo de vino. El ambiente, el vino, la música de jazz, todo se unía para hacerla perder la cabeza.

Zac dejó su copa y la miró durante unos segundos sin decir nada.

Zac: Esto no puede ser -murmuró, levantándose para sentarse a su lado-.

Eso era lo que ella quería, pero no sabía si estaba preparada. A pesar de todo, su vida sexual se limitaba a un par de encuentros que la habían dejado insatisfecha. Y empezó a temblar... la ilusión de que controlaba el encuentro se había esfumado por completo.

Zac se tumbó en la alfombra y apoyó la cabeza en su regazo.

Zac: Ah, perfecto -soltó-.

Vanessa respiró profundamente, intentando controlar los latidos de su corazón. Zac había cerrado los ojos y parecía estar quedándose dormido. Unos minutos después, cuando su respiración se hizo más rítmica, empezó a acariciar su pelo suavemente. Consolándolo, pensó, aunque no sabía por qué.

El tiempo parecía haberse detenido y cada momento duraba una eternidad. La sensación era tan familiar... Vanessa se dio cuenta entonces, con un cansancio infinito, de que llevaba semanas corriendo de un lado a otro. No había tenido tiempo de respirar.

En la silenciosa habitación respiró, buscando calma, serenidad. Miró a Zac y sintió una oleada de gratitud por aquel hombre y por el santuario que le había ofrecido.

Cuando empezó a dolerle la espalda, consiguió levantar su cabeza y colocarla en el cojín sin despertarlo.

Debería marcharse...

Pero la decisión de tumbarse a su lado fue instintiva. Sin pensar, Vanessa apoyó la cabeza en el mismo cojín, de espaldas a él.

Creyó que controlaría la situación aquella noche y que resultaría fácil acabar en la cama, pero estaba tan relajada, tan cómoda al lado de aquel hombre...

El calor de su cuerpo despertó en Zac una reacción inmediata. Sin decir nada, le pasó un brazo por la cintura y la apretó contra él. Vanessa podía sentir su trasero apretado contra la entrepierna masculina.

Y se sintió tan segura en sus brazos que se quedó dormida casi de inmediato.




Aaawww!
¡Qué bonito!
Que romántico todo ^_^
Y que calentito se está poniendo esto XD

Ey, menos mal, menos mal, gracias a Dios que Vanessa encontró algo para ponerse, porque Zac se habría disgustado mucho si se la encuentra desnuda XD. Seguro que Zac agradece infinitamente a Miley que le dejara ropa a Vanessa XD XD XD.

Por otro lado me parece un poco contradictorio que Vanessa quiera hacer una cena de amigos ¡y que luego le chupe el dedo! ¡No jodas! XD. Pero para qué vamos a manchar una servilleta, ¿verdad?

Bueno, veremos a ver como acaba todo esto. Yo tengo una teoría XD.
¿Qué pensáis vosotras?

¡Gracias por los coments! ¡Comentadme más!

Lau, acepto tu oferta. Si yo podría publicar cada día. Pero siempre espero a los comentarios porque es mi confirmación de que habéis leído el capítulo. Para que no se os acumulen. Por lo menos a las que soléis comentar.
Contestando a tu pregunta: no, no me llegan los comentarios al mail. Pero lo de odiarte es verdad.
¡Es broma! XD XD XD

¡Un besi!


8 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Owww que tiernos,
me encanto el capítulo.
y definitivamente Vanessa tira señales raras jajaja
Sigue pronto cada vez me gusta mas :)

Anónimo dijo...

Estoy confundida!
Vanessa. En este capitulo perdio todo su jucio! Dice una cosa y hace otra!
Bueno la verdad no me enojo mientras sea algo "bueno…?" XD

Anónimo dijo...

Me encanta esta novela!
Mira hasta que punto he llegado… que horror! Jajaja
El trato esta hecho y hasta ahora he cumplido!!
Confio en ti… bueno la verdad si miramos antecedentes tu me deberias decir eso a mi pero yo lo dije primero asi que… confio en ti!

Anónimo dijo...

Si te preguntas por que estoy comentando como anonima es por pura pereza lo siento xD
Mi pc esta muy lejos!
Ups!

Anónimo dijo...

A proposito queria dejar en claro lo mucho que me agrada Miley en esta novela…
Esta chicha es inteligente y tiene un buen closet es decir la cuñada perfecta… ademas la mando a la "boca del lobo" y al parecer las cosas van bien entre Zac y Vanessa…

Anónimo dijo...

PS: no nos has contado cuantos capitulos tiene esta nove… sorry por molestar con eso pero es cuando se cuantos tiene no me da tan duro el final… detesto los finales :C
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Anónimo dijo...

Xx Lau B.
Por si no te diste cuenta que soy yo… ^-^

Unknown dijo...

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaww.
me mori de amor, son tan tiernos.
sube pronto

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