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viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo 2


Hasta que un niño de tres años le tiró una guinda a la cara, Vanessa pensaba que todo iba más o menos bien.

Aunque los padres del niño diabólico se disculparon frenéticamente por el asalto, Vanessa entró en la cocina y dejó caer su bandeja sobre la encimera de metal.

Ness: Me rindo -anunció-. Esto es una casa de locos y prefiero cargar estiércol antes que servir otro Shirley Temple al pequeño monstruo de la mesa seis.

Las chicas que estaban en la cocina se volvieron hacia ella, sonriendo.

Era la cuarta vez que amenazaba con marcharse desde las cinco de la tarde. Evidentemente, sus amenazas ya no asustaban a nadie.

Miley: Venga, Vanessa -sonrió con las manos llenas de jabón-. Tú eres la única que sabe lo que está haciendo. Tenías razón cuando dijiste que yo ayudaría más fregando platos.

Vanessa se puso colorada. Había tenido que pedirle que se metiera en la cocina después de ver cómo tiraba dos bandejas llenas de copas. El tipo al que le tiró la cerveza encima solo se tranquilizó cuando le aseguró que no le cobrarían la cena.

Ness: No debería decirte lo que tienes que hacer, Miley. Después de todo, tú solo le estás haciendo un favor a Zac.

Miley: No seas tonta. No se me da bien servir mesas y alguien tiene que fregar los platos o nos quedaríamos sin ellos -sonrió-. Además, si una hermana no friega platos por su hermano, ¿quién lo va a hacer?

Que Miley se lo tomase así de bien fue solo una de las sorpresas de la noche.

La primera sorpresa llegó cuando volvió al restaurante, después de comprar los limones porque encontró todas las mesas puestas, la barra preparada y la cocina en orden.

Después, Zac le presentó a Brittany, Miley y Sarah, sus hermanas y a Lily, su madre, todas ellas rubias y muy simpáticas. Como él.

Miley: Afortunadamente, mi madre se va a encargar de la cocina.

Ness: A ver qué sale -sonrió-.


Miley: Lo harás muy bien, mamá. Los García dejaron casi todo preparado, solo hay que cocinarlo. Sarah, a ti te falta un año para poder servir copas, así que deberías quedarte dentro.

Lily: Miley y Brittany, una de las dos tiene que ayudar a Vanessa con las mesas. Ella ha hecho esto un millón de veces, así que os dirá lo que tenéis que hacer.

Y después del discurso, se metió en la cocina, dejando a Vanessa perpleja.

Ni había hecho eso un millón de veces ni le apetecía decirle a su madre lo que tenía que hacer, por supuesto, pero eso parecía darle lo mismo.

Ness: ¿Cree que podrá usted sola con la cocina?

Lily: Claro.

Ness: Si tiene algún problema, siempre podemos decir que el proveedor no nos ha traído tal o cual ingrediente y sugerir otro plato.

La mujer levantó una ceja.

Lily: El menú lo hice yo, así que no creo que vaya a tener ningún problema -dijo, antes de darse la vuelta-.

Ness: Genial. Cinco minutos y ya he cabreado a la madre del jefe -murmuró. Pensaba que lo había dicho muy bajito, pero Miley debió haberla oído porque soltó una risotada-. Perdona.

Miley: No pasa nada, mujer. Hoy es un día de locos.

Ness: En fin, qué le vamos a hacer. Lo primero será memorizar los precios de la carta, para no tener que mirarla cada vez que nos pidan algo.

Miley: Tú también, Sarah -le dijo a la otra hermana, que no parecía en absoluto contenta-.

Cuando se puso el delantal y se colocó el cuaderno en la cintura le sorprendió sentirse más o menos cómoda. Hacía años que no servía mesas pero, aparentemente, ser camarera era como nadar o montar en bicicleta.

Ness: Muy bien, chicas. Lección número uno: el cliente siempre tiene razón. Excepto cuando son insoportables o no la tienen.

Las chicas tomaron notas sobre cómo atender a los clientes, cómo servir el vino, etc. Cuando empezaron a discutir entre ellas sobre la mejor forma de servir la ensalada, Vanessa entró un momento en la oficina para hablar con Zac.

Estaba hablando por teléfono, buscando camareros profesionales seguramente en una agencia de trabajo temporal.

Zac: No, gracias, John. Este fin de semana lo tengo solucionado, pero si pudieras empezar el lunes me salvarías el cuello. -Le hizo un gesto con la mano, invitándola a entrar, y Vanessa esperó de brazos cruzados hasta que colgó-. ¿Qué tal con las locas de mis hermanas?

Ness: Todo en orden, jefe -contestó haciendo un saludo militar-. Y tus hermanas no están locas. Son estupendas y deberías estar orgulloso de ellas.

Zac: Lo estoy.

Aquella respuesta, tan simple, la dejó cortada. O quizá era su forma de mirarla. Zac parecía tener la habilidad de ponerla nerviosa. Pero se le pasaría, pensó. Tendría que pasársele. Si iba a trabajar allí...

Ness: Perdona. Solo he venido a pedirte una carta de vinos.

Zac: Ah, espera.

Zac se levantó y prácticamente la aplastó contra la pared para buscar la carta de vinos entre una montaña de papeles.

Lo hacía a propósito para ver su reacción y le divirtió que Vanessa no diera un paso atrás y se limitara a mirarlo con indignación mal disimulada.

La había oído hablar con su madre, darles las órdenes pertinentes a sus hermanas... y ahora la estaba oyendo bufar. Aquella chica tenía carácter, desde luego.

Ness: Gracias -dijo echándole un vistazo a la carta de vinos-. Esto no puede ser.

Zac: ¿Qué no puede ser?

Había puesto mucha atención en la carta, eligiendo los mejores vinos para el restaurante. Pero ella contestó encogiéndose de hombros. Seguramente le daba corte señalar que algo le parecía mal.

Zac: ¿Qué pasa? Dímelo, no voy a enfadarme contigo.

Ness: No es mi trabajo...

Zac: Si quieres hacer una sugerencia, yo encantado.

Vanessa permaneció en silencio. Si le hacía alguna sugerencia, Zac se daría cuenta de que sabía algo del tema.

Ness: No, está bien. Los precios parecen sensatos para los clientes de la zona. Solo pensaba que esta lista... podría ser un poco complicada para tus hermanas. Como es su primer día...

Zac: ¿Y qué sugieres?

Ness: No sé si debo...

Zac: Por favor, Vanessa. Quiero saber lo que estás pensando.

Ness: ¿Podríamos agrupar los vinos en tres categorías? Solo por hoy. Eso lo haría más sencillo. Y el resto de las bebidas también. Ya sabes, cervezas nacionales o de importación, vinos y licores.

Zac sabía que tenía razón y le molestó no haberlo pensado antes. Él tenía tiempo y ganas de memorizar una lista de bebidas con sesenta precios, pero sus hermanas no podían acordarse de todo y tener que mirar la carta continuamente daría una mala impresión.

Zac: Espera, voy a hacer una nueva lista ahora mismo.

Ness: Solo por esta noche -dijo sin mirarlo-.

Zac no entendía por qué le hablaba en aquel tono insípido, como si tuviera miedo de él. Le daban ganas de besarla hasta que lo apartase de un empujón... y no tenía duda de que lo haría.

Zac: En el futuro, espero que no te asuste hablar conmigo, Ness.

¿Ness?

Ness: No, yo...

Sin pensar, Zac se inclinó hacia ella. Estaban tan cerca y era tan tentadora...

Vanessa estuvo a punto de dar un paso atrás, pero no lo hizo. Todo lo contrario; dejó que la besara y arqueó la espalda cuando empezó a acariciarla. Podría haberlo hecho para evitar el roce, aunque si era sincera debía admitir que le gustaba, pero lo que consiguió fue que sus pechos se aplastaran contra el torso del hombre.

Zac se mareó. Era el beso más erótico que había recibido en toda su vida. Pero cuando ella se apartó, le pareció lo más lógico.

Lo que no resultaba lógico fueron sus palabras:

Ness: Estoy pensando que Brittany y Miley no podrán atender más de dos mesas cada una, o sea que a mí me quedan ocho.

Zac: ¿Qué?

Ness: ¿No querías saber lo que estaba pensando?

Zac se sintió ofendido. ¿Él se mareaba con el beso y ella seguía pensando en el trabajo?

En fin... si Vanessa podía portarse como si no hubiera pasado nada, también lo haría él.

Pero cuando abrió la boca para contestar, vio que Vanessa levantaba una mano para tocarse el pelo. Era un gesto nervioso que no había podido disimular. Y tampoco podía disimular que le temblaban los labios. De modo que el beso la había afectado tanto como a él...

Zac sabía que sentirse satisfecho por algo tan pequeño era absurdo, pero qué demonios... había hecho que Vanessa se pusiera colorada. Eso le gustaba.

Y la sonrisa que esbozó era puramente de «señor del castillo».

Zac: Parece que lo tienes todo controlado, cariño. Menos mal, porque abrimos dentro de quince minutos.

Vanessa murmuró algo incoherente y salió de la oficina a toda prisa.

Él se dejó caer en la silla y colocó los pies sobre la mesa, pensando en todas las razones por las que no debía sentirse atraído por su nueva camarera.

Pero no podía dejar de sonreír.

Cuando salía corriendo de la oficina alguien dejó caer una bandeja y Vanessa se llevó una mano al corazón. Había olvidado que la madre de Zac estaba allí.

¿La habría visto besando a su hijo? Aunque, en realidad, fue él quien la besó. De todas formas, qué corte.

¿Por qué había tenido que besarla?

Bastantes problemas tenía ya intentando mantenerse serena cuando estaba con él... y no sabía por qué.

Muy bien, era guapísimo. El tipo de hombre de facciones marcadas, muy masculinas, que en el caso de Zac significaba una boca sensual, pómulos altos y unas cejas rectas sobre dos ojos del color del cielo. Unos ojos cuya actividad favorita parecía ser mirarla de arriba abajo con perezosa indulgencia. Y no era justo que ella, que medía un metro sesenta, tuviera que levantar la cabeza para mirarlo.

Se había pasado besándola de esa forma... Pero, después de todo, solo era un camarero, se dijo.

Bueno, un camarero no. En realidad, era el guapísimo propietario de un local, un hombre trabajador y simpático, con una familia que lo adoraba.

Aun así, pensó Vanessa. Ella organizaba cócteles para magnates, cenas benéficas para senadores y congresistas y llamaba a celebridades para que acudiesen a los restaurantes de su familia.

El vicepresidente de Estados Unidos había dado un discurso en uno de ellos durante el Congreso Demócrata, ni más ni menos.

En todas aquellas situaciones, Vanessa mantuvo la compostura sin ningún problema. Nunca se dejó afectar por los famosísimos actores ni se sintió intimidada por gente que podría cambiar el rumbo de su vida.

Sin embargo, solo con mirarla Zac hacía que se pusiera como un flan. Y cuando la tocaba...

«Sé sincera, Vanessa. Has perdido la cabeza por completo».

Nerviosa, decidió ir al lavabo para arreglarse un poco. Diez segundos después, volvió a entrar en la cocina, perpleja.

Ness: ¿Habéis visto el lavabo de señoras?

Miley y Brittany se miraron una a otra.

Britt: ¿Por qué? ¿Es horrible?

Ness: ¿Horrible? Venid conmigo.

Vanessa señaló las paredes pintadas a esponja en un tono azul pastel. En lugar del típico fluorescente había dos lámparas que emitían una luz muy suave y, algo importantísimo para las mujeres, muy favorecedora. Sobre la encimera de mármol, una cesta de popurrí y varias cestitas con jabones, toallitas y otros objetos de aseo. Incluso el suelo era único, de cerámica, en varios colores.

Ness: Vendría a cenar aquí solo por el placer de entrar en este lavabo.

Britt: Sí, es verdad -sonrió-.

Ness: ¿Quién es la responsable de la decoración?

Miley: Zac. Según él, lleva toda la vida oyendo quejas sobre lo horribles que son los lavabos de señora y ha decidido que nadie pudiera quejarse del suyo.

Ness: Justo lo que necesitaba -pensó-. Un hombre guapísimo, trabajador, adorado por su familia... y detallista.

No se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta hasta que Miley y Brittany soltaron una carcajada.

Miley: Parece que estás colgada con nuestro hermanito.

Ness: ¿Yo?

Britt: Pues tendremos que investigar -rió-. A ver, ¿cuál era tu colegio? ¿Dónde naciste? ¿En tu familia hay algún caso de demencia galopante?

Miley: Buena pregunta. Porque tienes que estar un poco loca para que te guste mi hermano -sonrió-. Aunque es guapísimo, he de reconocerlo.

Britt: Aunque puede ser un auténtico petardo...

Ness: ¡Un momento! A mí no me gusta Zac -la interrumpió-. No me gusta nadie. Además, nunca sería tan tonta como para liarme con el jefe. Eso sería completamente inapropiado. -Al ver la expresión de Miley, lamentó haberlo dicho. Seguramente solo estaban bromeando…-. Perdona -se disculpó-.

Miley: No pasa nada.

Ness: Bueno, vamos a trabajar. Estamos a punto de abrir.

Miley: Sí, claro -murmuró arrepentida-.

Vanessa se volvió hacia Brittany para disculparse también con ella, pero Brittany estaba mirando a su hermana con gesto de preocupación.

Britt: Ya me imaginaba que se había liado con el idiota de su jefe.

Vanessa se quedó perpleja.

Ness: Yo no sabía nada.

Britt: Claro que no.

Ness: Brittany, no sabes cómo lo siento. Yo no quería... ni siquiera sabía que Miley tuviera un jefe.

Britt: No te preocupes -sonrió-. ¿Qué tal si nos preparamos para las hordas hambrientas?

Vanessa decidió que antes tenía que hacer algo. Le sudaban las manos, pero empujó la puerta de la cocina, decidida.

Lily, la madre de Zac, estaba cortando brécol con un cuchillo muy afilado. «Tranquila». «¿Qué va a hacer, morderte, clavarte el cuchillo en la yugular?».

Ness: Señora... perdone...

Lily: Señora Zac. Pero no me llames así, me hace sentir vieja. Puedes llamarme Lily.

Ness: Ah, ¿entonces Zac es el apellido?

Lily: Sí.

Ness: ¿Y cómo se llama tu hijo?

Lily levantó los ojos al cielo.

Lily: Le puse un nombre precioso, pero no lo usa nunca: Christopher.

Ness: No lo entiendo. Christopher es un nombre muy normal... -vio que Lily arrugaba el ceño y enseguida se corrigió-. Muy bonito. No entiendo por qué no lo usa.

Lily se puso colorada.

Lily: Por el segundo nombre. Ya le he dicho mil veces que yo estaba delirando después de dieciocho horas de parto...

Ness: ¿Cuál es?

Lily: Robin -Vanessa hizo una mueca-. Ya te he dicho que estaba delirando.

Ness: ¿Christopher Robin?

Lily: Nunca ha querido que lo llamáramos así. Ya de pequeño solo contestaba cuando le llamábamos Zac.

Ness: En fin, solo quería disculparme por lo de antes. No quería cuestionar tus habilidades culinarias, Lily. Mi madre solo entra en la cocina para dar órdenes, así que... pero en fin, me alegro de que tú seas la encargada de todo. Así me siento más segura.

Lily: ¿Encargada? Tú no conoces bien a mi hijo. Este restaurante es su bebé. Él se encarga de todo.

Ness: No conozco a tu hijo en absoluto. ¡No lo conozco, no me gusta y no quiero tener nada que ver con él!

Lily la miró, perpleja. Y Vanessa se quedó más perpleja aún. ¿Por qué había dicho eso?

Lily: Entonces, ¿no eras tú la que estaba besándolo hace un momento?

Ness: Ay, por favor... me lo temía. Lo has visto.

Lily: Claro que lo he visto. Estás en mi cocina, ¿no? Y también he visto que intentabas hacerle creer que no te había afectado en absoluto.

Vanessa se quedó horrorizada. Y no le apetecía seguir mintiendo.

Ness: La verdad es que... me ha dejado mareada -admitió, poniéndose colorada como un tomate-. Si tu hijo lleva el restaurante tan bien como besa, no tiene nada de que preocuparse.

Lily soltó una risita.

Lily: Pero no quieres volver a besarlo.

Ness: No -contestó cruzando los dedos a la espalda-.

Aquello empezaba a convertirse en una costumbre.

Lily: Pues la próxima vez -dijo entonces, ofreciéndole un cazo-. Dale con esto en la cabeza. Mi hijo puede ser bastante pesado.

Vanessa soltó una carcajada. Por fin podía relajarse. Una madre que ofrece un cazo para golpear a su hijo en la cabeza debía tener un excelente sentido del humor.

Poco después vio a Miley colocando las servilletas en la barra y aprovechó la oportunidad para disculparse.

Ness: Oye, siento lo de antes. De verdad.

Miley: No te preocupes. Tú no sabías nada.

En ese momento hubo un ataque de pánico general porque no encontraban la tiza para la pizarra del menú.

Pero a las cinco en punto, el restaurante de Zac se inauguraba oficialmente.




Ness, ¿eres tonta? Zac te besa y tú estás pensando en servir las mesas. ¡No jodas! ¡Estás pirada! XD
Si tienes ganas de tirártelo, ¡hazlo! ¡Él también quiere! XD
Si no, ¿por qué iba a besarte? Pero con lo cabezota que eres seguro que le haces caso a la madre de Zac y le pegas en la cabeza con algo XD XD.

Por cierto, a la anónima que me escribe en inglés, no se a que te refieres en la pregunta que me hiciste en tu último comentario. Si me explicas qué es, te respondo encantada.

¡Gracias por los coments! ¡Comentad!
Bye!
Kisses!


2 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Jajajaj me ha hecho reír mucho este capitulo, ha estado muy chevere.
Se que Vanessa no le golpeara, ella quiere volverlo a besar, y es obvio.
siguela :)
me encanta.

Unknown dijo...

wooooooooooooooooowww,
que capi mas copado.
sse besarooooooooooon!!! y se gusstan.
me encaanto

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