topbella

miércoles, 17 de abril de 2013

Capítulo 5


Ness: ¿Por qué haces esto?

Zac le guiñó un ojo.

Zac: Digamos que me gusta correr riesgos. Además, tenemos a Drew, que siempre nos dará una visión legal de las cosas. Aunque, si he de ser sincero, quiero enrollarme contigo y será más fácil si sigues...

Ness: ¡Zac!

Zac: Era una broma, tonta. Qué fácil es tomarte el pelo.

Ness: Sí, ya.

Zac le dio un beso en la mano como gesto de compensación. Pero luego siguió hacia arriba, besando su muñeca, su antebrazo...

Zac: O quizá porque te deseo desde que entraste aquí. Y cada vez que te veo sirviendo cenas o dándole órdenes a mi familia, me doy cuenta de que me importas de verdad.

Aquello no podía estar pasando, pensó Vanessa. Zac no podía estar enamorándose de ella. Era imposible, se negaba a aceptarlo.

Ness: No seas tonto -murmuró, cuando pudo encontrar aire-. Y suéltame.

Cuando la soltó, bruscamente, Vanessa le dio la mano como una niña.

Zac: Vaya, ésa no era la reacción que esperaba -intentó bromear-. Debería haberlo dejado en lo del revolcón.

Ness: Mira, no puedes...

Zac: No te preocupes, cariño -la interrumpió-. Haz como si no lo hubiera dicho nunca, mejor, piensa que me he equivocado.

Ness: ¿Qué quieres decir?

Zac: Pensé que me estaba enamorando, pero te he conocido un poco más y... me he dado cuenta de que solo somos amigos. No sería la primera vez que me equivoco.

Vanessa se sintió absurdamente ofendida. Eso era lo que quería, ¿no? Que fueran amigos. Pero, ¿qué clase de hombre dice cosas así, para luego echarse atrás un minuto después?

¿Y por qué su corazón latía como si hubiera corrido toda una manzana al pensar que Zac podría amarla?

Zac: Bueno, vamos a concentrarnos en el trabajo. ¿Quieres seguir aquí o no?

Dos hombres con vaqueros sucios entraron entonces en el restaurante y se sentaron frente a la barra. Zac les sirvió dos cervezas y volvió a su lado.

Ness: Sí. Quiero quedarme.

Zac: ¿Y el día treinta y uno de diciembre?

Ness: Te diré todo lo que quieras saber -suspiró-. Entonces me detestarás y no tendremos que preocuparnos por si estás o no enamorado de mí.

Zac: Trato hecho -contestó estrechando su mano. Pero aquella vez, Vanessa sintió que estaba perdiendo algo-. Y en cuanto a lo otro, no te preocupes. No me gusta que me rechacen, así que no volveré a intentarlo.

Media hora después, Miley llegó al restaurante. Y Vanessa supo enseguida que pasaba algo. Miley, que había sido siempre tan simpática con ella, entró directamente en la cocina sin mirarla siquiera.

Cuando Vanessa entró tras ella, la hermana de Zac estaba secándose las lágrimas.

Ness: ¿Qué ocurre?

Miley: Nada, es una bobada. Los veterinarios tenemos que sacrificar animales todos los días -contestó atándose el delantal-. Piper era viejo y estaba enfermo... no podía andar, no podía comer. Pero es que me da una pena...

Vanessa la abrazó.

Ness: Te entiendo, cielo. De verdad.

Miley: Jake dice que no puedo llorar cada vez que sacrificamos a un animal -dijo entonces. Vanessa intuyó que Jake era el hombre del que estaba enamorada-. Que es algo natural y que así no ayudo nada a los propietarios de las mascotas. Y tiene razón.

Ness: La muerte es algo natural, pero también es natural sentirse triste. -También su familia se había mostrado sorprendida por lo que ellos llamaban «un exceso de dolor» ante la muerte de su abuela. Y a Vanessa le pareció intolerable-. Y si yo tuviera que sacrificar a mi mascota, me gustaría que el veterinario también sintiera pena. Prefiero eso a un bloque de hielo que solo sabe hacer su trabajo.

Miley: Jake no es así. Lo que pasa es que él sabe esconder sus emociones cuando está trabajando. Es un veterinario excelente.

Ness: Ya, claro.

Miley: ¿Va todo bien esta mañana? -preguntó entonces-.

Ness: Ningún problema. No sabes cómo te agradezco que me dejes vivir en tu casa.

Miley: La verdad es que no me gusta vivir sola. Es una casa vieja y hay demasiados ruidos misteriosos por la noche, así que me estás haciendo un favor. Pero no se lo digas a mi hermano o me buscará una compañera de piso quiera o no quiera.

Su hermano.

Ness: Zac.

Vanessa ni siquiera se dio cuenta de que había pronunciado el nombre en voz alta.

Miley: ¿Qué ha hecho ahora? Cuando fue a casa por la mañana, le pedí que dejara de molestarte.

Ness: ¿Qué le dijiste exactamente?

Miley se mordió los labios.

Miley: No mucho. Solo que tenía la impresión de que acababas de sufrir un desengaño amoroso.

Vanessa dejó escapar un suspiro.

Eso explicaba por qué Zac se portaba tan bien con ella. Seguramente pensaba que estaba escondiéndose de un novio. De un novio maltratador, quizá.

Si pensaba eso, su instinto protector lo obligaría a ayudarla... Claro, por eso la había dejado seguir trabajando en el restaurante. Por eso le había dicho que se estaba enamorando de ella.

Miley: ¿Vanessa? ¿He hecho mal?

Ness: No importa, no te preocupes.

Miley: Pero pareces triste.

Ness: No sé si estoy contenta, triste, enfadada... pero ya imaginé que se lo contarías tarde o temprano.

Miley: ¿Qué ha ocurrido? Pareces frustrada.

Ness: Ah, nada, solo que dice estar enamorándose de mí -suspiró-.

Miley: ¿En serio? -rió. En ese momento se abrió la puerta de la cocina-. ¡Mamá, Zac está enamorado de Vanessa!

Lily: ¿Ah, sí?

Ness: Claro que no. Solo ha dicho que le importo.

Lily, que llevaba en las manos un cesto con tomates, empezó a lavarlos en el fregadero.

Lily: Mi marido me dijo que me quería la noche que nos conocimos. Era músico, tocaba el saxofón. Yo entonces tenía diecisiete años... Michael se acercó a mi mesa y me dijo que era la chica más guapa que había visto nunca.

Miley: Sigues siendo la más guapa, mamá -sonrió-.

Lily: Los halagos no evitarán que peles todos esos limones -rió-. Bueno, digamos que me resultó encantador. Al final de la noche, cuando mis amigas insistían en que nos fuéramos, me acompañó a la puerta, me dio un beso y me dijo que se había enamorado.

Ness: ¿Y tú qué dijiste?

Lily: Nada. Le di una bofetada porque pensé que se estaba riendo de mí. Pero a partir de entonces iba a la puerta de mi casa todas las noches.

Sarah: Así es mi madre, una romántica -rió, que entraba en la cocina en aquel momento-.

Lily: Algún día te enamorarás y te darás cuenta de que no todo es romanticismo. El amor da miedo si no estás preparado -sentenció-.

Sarah: Yo paso. Además, ¿quién está enamorado? No estarás hablando de Miley y el veterinario del infierno, ¿verdad?

Miley: ¡Sarah! -gritó-. Zac está enamorado de Vanessa.

Sarah: ¿En serio?

Ness: No es verdad. Pensó que lo estaba, pero se ha dado cuenta de que no es así.

Miley: ¿Qué?

Sarah: Ni idea. No hay quien lo entienda.

Miley: Entonces, ¿tú no estás enamorada de él?

Ness: No puedo estarlo -contestó automáticamente-.

Lily: Ésa no era la pregunta -sonrió-. A mi hijo le importas, cielo. La cuestión es si él te importa a ti.

Vanessa apretó los labios. No sabía qué decir y, absurdamente, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Ness: No lo sé.

Lily: No quiero que le hagas daño.

Ella negó con la cabeza.

«No quiero hacerle daño a nadie». «Solo estoy intentando salir de este caos».

Ness: No pasa nada -dijo controlando las lágrimas-. Zac solo estaba bromeando.

Lily dejó escapar un suspiro.

Lily: Lo mejor es que él no se enamore de ti y tú no te enamores de él. Venga, vamos a cortar tomates.

Trabajaron durante horas, sin volver a mencionar el asunto. Cuando Vanessa vio que Zac había hecho nuevas copias de la carta, incluyendo los dos platos vegetarianos que ella había sugerido, se sintió orgullosa de haber podido contribuir un poco.

Y cuando empezó a servir las primeras copas y él le sonrió desde la barra, pensó que podría funcionar. Que podrían ser amigos. Incluso sonrió cuando una rubia empezó a cantarle una canción de Ella Fitzgerald, con la sana intención de ligar con él.

Pero sonrió poco.

Ness: Una Heineken y una cerveza sin alcohol, por favor -le pidió, soltando la bandeja con cierto estruendo sobre la barra-.

Zac: ¿Celosa?

Ness: ¿De quién?

Zac: De la rubia.

Ness: ¿Por qué iba a estarlo?

Zac: Porque canta bastante bien. ¿No te gusta?

Ness: Es... normalita.

Zac: Ya, claro.


Por la noche, en casa de Miley, Vanessa se metió en la cama, agotada. Había sido una buena noche: muchos clientes, buenas propinas...

Pero le decepcionó que Zac le pidiera un taxi en lugar de acompañarla. Aunque era lo mejor. Convertir una relación profesional en algo más profundo era un peligro.

Quería aquel trabajo y lo había conseguido. No debía querer nada más.

Sobre todo, algo que no podía tener.

Vanessa cerró los ojos y se concentró en relajar los tensos músculos de la espalda. Al día siguiente iría a trabajar sin tensiones, sin miedos. Era estupendo poder levantarse de una cama normal e ir a trabajar como una persona normal.


Una semana después estaba subiéndose por las paredes. Como siempre, había unas chicas en la barra ligando descaradamente con Zac. Subirse al Empire State no podría ser más frustrante que tener que ver aquello todos los días.

Zac y su harén de clientas.

Para ser justos, él no lo provocaba; sencillamente ocurría. Pero, ¿tenía que ser tan encantador?

Aquel hombre ligaría con una farola. Y parecía tontear con todas las mujeres que pisaban el restaurante... con todas menos con ella.

Vanessa había dejado de contar las servilletas con números de teléfono que le dejaban antes de irse. Algunas tenían invitaciones más explícitas y otras, la inevitable marca de unos labios.

Y ese hombre, con sus sonrisas y sus bromas, diciéndole que no quería herir los sentimientos de sus clientas tirando las servilletas...

Cuando Vanessa contestó que para herir sus sentimientos tendría que darles una patada en el trasero porque tenían la cabeza abotargada por los martinis, Zac soltó una carcajada.

Harta, Vanessa se quitó el delantal.

Zac: ¿Vas a dejarme solo con esas lobas?

Ness: Parece que «esas lobas» se lo están pasando de maravilla. Deberías estar orgulloso.

Zac: Vanessa, por favor... La morena ha amenazado con hacerme juez de un concurso de camisetas mojadas.

Ness: ¿Qué?

Zac: Venga, ayúdame. Si no lo haces, voy a tener un montón de mujeres medio desnudas en la barra.

Ness: John y Ted estarían encantados -suspiró-.

Se refería a los dos albañiles que iban a comer allí todos los días.

Cuando intentó alejarse, Zac la sujetó por la cintura. Entonces, absurdamente, inclinó la cabeza y enterró la cara en su cuello, sin decir nada. Vanessa se quedó paralizada. Era un gesto tan infantil, tan tierno que se le rompió el corazón.

Ness: ¿Qué haces, tonto?

Zac: Tienes que hacerte pasar por mi novia -le dijo en voz baja-. Para salvarme.

Vanessa lo apartó suavemente.

Ness: No me haría pasar por tu novia ni para salvarte de una manada de lobos hambrientos.

Zac: Seguramente los lobos no intentarían meterse en mi cama. Échame una mano, Ness.

Ness: Relájate, donjuán. No volverán a ligar contigo -sonrió dándole un besito en los labios-.

Después, se alejó hacia el otro lado de la barra, dejando a Zac como un crío con una erección difícil de controlar.

Totalmente inapropiado, humillante... e inevitable.

Nervioso, se colocó el delantal que Vanessa había dejado.

No debería tomarle el pelo porque luego terminaba escaldado. En cuanto la rozó se dio cuenta de que estaba cometiendo un error. El deseo de levantar las manos y acariciar sus pechos había sido casi irresistible.

Cada día se sentía más atraído por ella. Le dolía en el alma meterla en un taxi cada noche y no poder ir con ella a casa.

El hecho de que su corazón se acelerase cada vez que la miraba era otro problema. Uno que no le contaba a nadie, aunque su madre se había dado cuenta.

Estuvo así durante todo el mes de octubre, intentando mirar a Vanessa como si fuera una de sus hermanas. Pero era imposible.

La había visto muchas veces hacer una mueca al oír una voz extraña y relajarse luego al comprobar que no era quien había temido.

El deseo de encontrar a esa persona, al hombre al que Vanessa tanto temía, y darle una paliza para que la dejase en paz casi lo asustaba.

Entonces oyó una estruendosa carcajada y miró al final de la barra, donde las tres chicas y Vanessa lo miraban con una expresión muy poco tranquilizadora.

Pero no podían estar riéndose de él... ¿o sí? Después de pagar la cuenta, las chicas se despidieron con la mano, sin dejar de reírse.

Vanessa se acercó entonces, con una sonrisa victoriosa en los labios.

Zac: ¿Qué les has dicho?

Ness: Ha sido facilísimo, cariño -contestó dándole una palmadita en el trasero que lo dejó estupefacto-.

Zac: A ver si acierto... les has dicho que tengo alguna enfermedad.

Ness: No.

Zac: Si has mencionado la palabra impotente, te estrangulo.

Ness: Relájate, romeo. Tu reputación está a salvo.

Zac: ¿Qué les has contado, Vanessa?

Ness: ¿Yo? Poca cosa. Pero ellas me han dicho que les encanta tu trasero.

Zac: ¿Qué?

Ness: ¿Nunca te has preguntado por qué siempre te piden las botellas que están en las estanterías más altas?

Zac: Pero...

Ness: Como te lo estoy diciendo.

Zac: ¿Y qué les has dicho tú?

Ness: Nada. Son unas buenas clientas, ¿no? Van a seguir pidiéndote botellas de la estantería de arriba durante mucho tiempo. No puedes perder clientes, Zac.

Zac: Vanessa...

Ness: Son unas chicas muy solidarias, ¿sabes?

Zac: ¿Solidarias?

Ness: Les he dicho que acabas de abrir el restaurante, que la mayoría de los nuevos negocios cierran en menos de seis meses...

Zac: Pero Vanessa...

Ness: No te preocupes, me han prometido que vendrán al menos tres veces por semana. Y traerán a sus amigas.

Zac: ¿Qué pasa, les doy pena? -preguntó con voz estrangulada-.

Ness: ¿Qué más da? El caso es que seguirán viniendo. Y como creen que soy tu novia, ya no estás en peligro. -Zac no sabía si darle las gracias o echarla de allí-. Por cierto, ¿sigo teniendo la noche libre?

Zac: Sí, claro. Puedes tomarte el domingo si quieres. O el lunes.

Ness: Tú también deberías tomarte una noche libre, por cierto.

Zac: Es posible que lo haga. Drew se ha ofrecido a hacer un turno en la barra el domingo por la noche... ¿por qué no cenamos juntos, Vanessa?




¡Sí quiero! Ay no, que no es a mí XD.
Dios santo Vanessa, ¡di que sí! Si no cenas tú con él, ceno yo. Encima dice que se ha enamorado de ti. ¿¡Qué más quieres!? ¬_¬
Y, por cierto, yo no me haría pasar por su novia, ¡sería su novia! XD XD

¿Os ha gustado el capi? Apuesto a que sí.
Gracias por los coments del capi anterior.

Lau, de nada por el coment en tu nove. Pero ni se te ocurra regañarme de que tardo en publicar porque tu te pasas una vida y media ¬_¬

Abigail, ¡suerte con tus proyectos musicales! ¡Y ánimo! Seguro que conseguirás todo lo que te propongas. Yo he estudiado Educación infantil. Así que en Londres trabajaría de eso. Pero primero hay que aprender más el ingés XD. Y lo de Zanessa pues es eso que ya te expliqué. Pero no tengo twitter. Por eso necesito ayuda XD. Y aunque ellos no lo miren mucho, cuando sea que lo miren igual lo ven XD.

¡Comentad mucho!
Thank you!
Un besi!


7 comentarios:

Lau B. dijo...

OMG! yo me siento regañada!! jajajaja
no te iba a regañar solo me lamentaba...
I was sad!!
hagamos una cosa! si yo publico mas seguido tu tambien lo haras??
no podria publicar cada dos dias pero prometo dos capitulos por semana... espero una contra oferta!!! lol xD

Lau B. dijo...

YAY!!!!!!!!!!
otra paliza para Drake!!!
Zac es todo un heroe!
jajajjajaja

Lau B. dijo...

me puse super triste cuando se retracto!
fue como WTF! pero si acabas de decir que la amas !!!!!!
pero el tiene sus razones!
Ademas la invito a cenar <3
I'm really looking forward to read next chapter
Xx

Lau B. dijo...

Me encantaron los celos no celos de Ness
y estoy totalmente de acuerdo contigo
que se olvide de hacerse pasar por su novia!
que lo sea!!!!
XD!!

Lau B. dijo...

una pregunta!! a ti te llegan los comentarios al email?
porque si es asi me debes odiar...
Ps:
mi momento mas esperado de esta novela es Obviamente la paliza!
:D Just saying!

Lau B. dijo...

te das cuentata que soy la primera e.e
yay!!

estoy contenta por eso!
=D

Unknown dijo...

ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOO!
SIMPLEMENTE GENIAL!

SUBE PRONTO

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