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miércoles, 24 de octubre de 2012

Capítulo 9


Un hombre de verdad es romántico por naturaleza. Nadie mejor que tu hombre para prepararte una ro­mántica cena con velas y flores.

De Las 49 cualidades del hombre de verdad. Revista Hombres, Abril, 1949.


Andy: No es solo la comida. Es el ambiente -decía de pie en medio de la cocina de su restauran­te-. Ven conmigo y te lo enseñaré. -La guió hacia la elegante zona de mesas donde los camareros se afanaban en prepararlo todo para la hora de la cena-. Éste es el sitio al que uno llevaría a una mujer para una cita romántica -continuó-.


Ness: Es perfecto -dijo tomando nota mental­mente de los cojines y las mesas estratégicamente co­locadas con suficiente separación como para dar la adecuada intimidad, con la cubitera de plata junto a cada una-.


Andy tenía razón. Aquélla era la forma de seducir a una mujer. Era el tipo de lugar que elegi­ría un hombre como Gerald.


Andy: Ésta es la forma de ganarse el corazón de una mujer -continuó haciendo un amplio gesto con el brazo-. Y el plato de la cena sería pescado.


Ness: ¿Pescado?


Andy: Eso es -dijo acompañando sus pala­bras de un gesto de asentimiento-. No hay nada como el pescado para incitar a un hombre o a una mu­jer. Lenguado con salsa de langostinos y cangrejo, o tal vez una langosta. Si un hombre te invita a cenar langosta, ten cuidado. En su mente hay algo más que una cena tranquila.


Ness: Eso suena maravilloso -reconoció si­guiéndole de nuevo hacia la cocina-. Pero me temo que no tendría mucho efecto sobre mí porque no me gusta el pescado.


Andy: Eso no significa nada -dijo dándole unos suaves golpecitos en el hombro-. Una de mis creaciones de pescado tiene un sabor tan especial que no sabrías lo que es:
Volaise a la Grecque. No dirías que contiene una deliciosa salsa de ostras si solo lees el nombre en la carta. Lo mismo ocurre con la ensalada César, todo el mundo olvida que tiene salsa de anchoas. Aparece en la carta, pero en letra pequeña. Pero tendremos que cambiar eso -el buen humor se esfumó de su rostro-. Después de lo que nos pasó hace un par de meses, he dado orden a to­dos los camareros de que se aseguren de que expli­can a todos los clientes los ingredientes de todos los platos.

Ness: ¿Qué ocurrió? -preguntó con suspicacia-.


Andy: Fue terrible -dijo con abatimiento-. Un hombre tenía alergia al pescado...


Ness: ¿No se referirá al señor Wutherspoon, verdad?


Andy: Exacto -empezó a batir unos huevos en un recipiente-. Pero no fue culpa de nadie. Al­guien lo pidió y lo preparé.


Ness: ¿Está diciendo que alguno de los empleados del señor Wutherspoon pidió su
Volaise á la Grecque?

Andy: ¡Por supuesto! -replicó un tanto indig­nado-. Es una de nuestras especialidades. Pero no tie­ne nada que ver con la muerte del señor Wutherspoon. No fue él quien lo pidió.


Ness: Y supongo que no sabrá quién lo pidió...


Andy: Pues no, pero estoy seguro de que no fue el se­ñor Wutherspoon.


Vanessa condujo hasta casa pensando en lo que Andy acababa de contarle. Tal vez Ashley tuviera razón en sus sospechas, claro que también pudo haber sido una casualidad, aunque inevitablemente aquello hacía más creíble la teoría de Ashley. La llamó por teléfo­no en cuanto llegó a casa.


Ash: Nadie mencionó nada de
Volaise á la Grecque -admitió-, pero apuesto a que fue Martin. Te dije que era sospechoso. No puedo esperar a ver a Drew para contárselo.

Ness: No deberíamos sacar conclusiones precipitadas -dijo con cautela, aunque estaba tan nerviosa como Ashley-.


La euforia duró poco, no obstante, porque a los po­cos minutos subió el portero de la casa para decirle que estarían sin corriente eléctrica otra vez y no sabía durante cuánto tiempo. Era evidente que no podría usar la cocina y la idea de quedarse allí en un aparta­mento a oscuras no era nada tentadora.


Se estaba cambiando de ropa rápidamente pensando en preparar una ensalada de nuevo, cuando Zac llamó.


Zac: Te llamo para invitarte a cenar.


Ness: ¿Por qué? -preguntó mirando el horno-.


Zac: ¿Cómo que por qué? -dijo irritado-, porque quiero que vengas a cenar. ¿Qué otro motivo debería haber?


Ness: Podrías hacerlo para convencerme para ir a tu casa y ayudarte a representar alguna otra escena de tu libro.


Zac: Podría, pero no es así.


Ness: ¿Lo prometes?


Zac: Lo prometo -le aseguró-. Nada de re­presentaciones. Solo tú, yo y la cena.


Vanessa no le creyó pero pensó que incluso ensalada y pizza vegetal eran mejor que el plan que ella tenía en su casa.


Ness: De acuerdo.


Cuando llegó a casa de Zac cuarenta minutos después, vio que la ensalada y la pizza no estaban en el menú. La casa estaba recogida y la mesa puesta, y Zac estaba impecable en la cocina vestido con unos pantalones claros y un polo de color verde.


Zac: Estoy preparando
Espaguetis á la Zac. No ha­brá carne en el menú pero sí suficientes tomates para darte todas las vitaminas que necesitas en un mes.

Sonaba y olía delicioso, por no decir que también parecía delicioso. Vanessa se apoyó en la encimera y ob­servó cómo cocinaba mientras le contaba las últimas noticias.


Ness: Estamos a punto de resolver el misterio. ¿No es emocionante?


Zac: No sé si yo lo definiría como emocionante -dijo frunciendo el ceño-. No creo que Ashley y tú debierais ir por ahí tratando de cazar a un asesino. Si tenéis razones para sospechar de alguien deberíais acudir a la policía.


Vanessa quedó un poco decepcionada con aquella con­testación. Su Cary no habría dicho algo así, sino que se habría ofrecido para ir a por él. Pero Zac no era Cary. Miró sus brazos y la soltura con la que se movía por la cocina y deseó que lo fuera.


Ness: ¿Puedo hacer algo? -se ofreció pensando que tal vez si hacía algo se olvidaría de él-.


Zac: Ponte cómoda. Terminaré la ensalada y estaré contigo en un minuto -dijo haciendo un gesto ne­gativo con la cabeza-.


Ness: De acuerdo -dijo dirigiéndose hacia el sa­lón, que también estaba recogido-.


Lo mismo que el cuarto de baño y al pasar por el dormitorio de Zac pudo comprobar que también lo había ordenado. Re­gresó al salón y de pronto se detuvo y pensó en todo aquello: la casa perfectamente recogida, cena especial, una bonita mesa... todo lo que incitaba al sexo. Si fuera otro hombre, pensaría que estaba intentando se­ducirla.


Pero no era otro hombre. Era Zac. La idea de Zac de seducir probablemente sería preguntar direc­tamente «¿Quieres que nos acostemos?» Claro que tal vez estaría cambiando. Debería poner alguna excusa y marcharse.


Regresó a la cocina y vio a Zac removiendo la salsa, con el pelo húmedo por el vapor que subía de la olla. Vanessa absorbió el maravilloso aroma y su estóma­go gruñó. Tal vez Zac no estaba intentando seducir­la. La gente ordenaba sus cosas por muchas otras ra­zones. Parecería una idiota si salía de allí gritando. Ya se le ocurriría la manera de salir de allí de forma ele­gante.


Zac alzó la vista y sonrió, una sonrisa sexy e in­citadora y Vanessa tuvo que esforzarse por respirar. Tal vez no tuviera que salir de allí, después de todo. El teléfono sonó en ese momento rompiendo el encanto. Zac murmuró algo casi ininteligible y fue a contes­tar. Vanessa se puso a darle vueltas a la salsa.


Zac: Cambio de planes -dijo mientras le qui­taba la cuchara-. Miley tiene que ir a una reunión del colegio y Will no puede llegar pronto a casa. Quiere dejar a los niños aquí -parecía tan decepcionado como ella-. Solo será una hora.


Ness: No pasa nada.


Con los niños por allí no pasaría nada; él no se le insinuaría y ella tam­poco.


Zac se pasó una mano por el pelo.


Zac: No es lo que yo había planeado, pero Miley...


Ness: No pasa nada, de verdad -dijo señalándo­le con el dedo-. Pero no te creo. Sospecho que tu plan era interpretar otra escena para tu libro.


Zac: Te prometo que no era ésa mi intención -dijo con una mueca-.


Aunque finalmente es lo que terminó siendo. Co­mieron los espaguetis mientras los niños veían la tele­visión en el cuarto de estar pero cuando terminaron, Andrew y Alex pidieron a su tío representar alguna escena del libro. Zac se negó.


Zac: Ya hemos hecho la del helicóptero. Ya la he es­crito.


Alex: ¿No tienes ninguna otra escena más? -pidió-.


Zac: Solo la de la huida del yate, pero no somos sufi­cientes.


Andrew: Llamemos a Matthew -propuso-. A lo mejor puede venir.


Al final lo hicieron. Ashley estaba encantada de po­der salir un rato y Matthew estaba encantado de hacer de malo. Eran más de las diez cuando Zac decidió que ya era suficiente.


Zac: Ya está bien. Chicos, a ver la tele al cuarto de estar.


Los chicos se quejaron pero obedecieron. Zac preparó té para Vanessa y él y se fueron al salón. Vanessa se sentó y se hizo un ovillo en un extremo del sofá y Zac se acomodó en el otro. El juego la había hecho olvidar el cuerpo del hombre pero estirado en el sofá, volvió a pensar en él.


Buscó algún tema de conversación... cualquier cosa... que la ayudara a no pensar en aquel increíble cuerpo y cómo le gustaría estar con él.


Ness: Esa escena, la que hemos estado ensayando, ¿cómo termina?


Zac: Veamos. Hunter rescata a Brigitte, llegan a una isla, y allí tienen una aventura.


Ness: Entiendo -dijo tratando de ignorar la sen­sación que tenía de que aquello no era una buena idea-. Han estado a punto de morir y por eso se van a la cama.


Zac: No es una cama exactamente. Están en una isla, ¿recuerdas? Lo hacen en la arena, pero es muy pareci­do -Vanessa frunció el ceño-. Oye, ha sido idea tuya.


Ness: Yo no recuerdo ni siquiera haberlo sugerido.


Zac: Pues lo hiciste. Hablar contigo me ha hecho dar­me cuenta de que si algo así ocurriera, si la mujer por la que Hunter siente algo estuviera en grave peligro, querrían estar juntos cuando todo hubiera terminado.


Aquello no sonaba mal. De hecho, sería justo lo que ella sugeriría.


Zac: ¿Quieres leerla? -añadió-.


Ness: Bueno, yo...


Zac: Iré a buscar el manuscrito.


Vanessa abrió la boca para rechazar el ofrecimiento, pero Zac ya había desaparecido por el pasillo. Vanessa dudó un momento. En realidad, pensó que no tenía por qué pasar nada porque ella había leído escenas de sexo escritas por Zac antes y podría controlarse. Además, tenía curiosidad por saber cómo expresarían sus sentimientos.


Zac: Tendrás que leer la versión anterior. La impreso­ra está estropeada y no puedo imprimir lo nuevo. Es solo el tóner. Sé cómo arreglarlo pero me llevará una hora -dijo dándole los papeles a Vanessa-. Pri­mero tienes que leer esto, y después esto. No, así no es. Es primero esto y luego...


Ness: Está bien. Puedo...


Zac: Será más fácil que te lo lea yo -dijo sentán­dose-. Puedo seguir mis anotaciones mejor que tú.


Vanessa recordó la sensación que había tenido cuando Zac le recitó la escena del beso y pensó que aquélla era una malísima idea.


Ness: No tienes que hacerlo. Ya lo leeré en otra oca­sión.


Zac: No me importa hacerlo -insistió estirándose en la silla y tomando los papeles-. Además, las his­torias deberían leerse en voz alta al menos una vez.


Zac empezó a leer.


Hunter bajó corriendo las escaleras esquivando las balas mientras un reloj invisible marcaba la cuen­ta atrás dentro de su cabeza. Treinta, veintinueve, veintiocho…

Vanessa cerró los ojos y se dejó transportar hasta la es­cena en la que Hunter buscaba a Brigitte desesperada­mente mientras los malos lo acosaban. Pasó por todas las emociones posibles, desde el miedo a que Laromee la hubiera matado, hasta el alivio más absoluto cuando por fin la encontró.


Ness: ¡El barco de Laromee ha explotado!


Zac: Sí, pero Laromee no estaba dentro. Saltó en el úl­timo momento. ¿Pero dónde estábamos? Ah, sí, Hunter encuentra a Brigitte, saltan del barco y nadan hasta una isla. Ahí empieza la escena de amor. ¿Preparada?


Ness: No puedo esperar -dijo sin contenerse-.


Zac: De acuerdo.



Hunter la rodeó con sus brazos. Brigitte apoyó la cabeza en el hombro de Hunter, con su cuerpo presio­nando el de él para estar aún más cerca. El abrazo de Hunter se hizo más fuerte. Él no había planeado que ocurriera algo entre ellos. Todavía había un misil suelto que tenía que recuperar, un villano y un buen número de sus matones a los que capturar. No había tiempo para nada más que planear su próximo movi­miento. Pero en ese momento lo único que quería ha­cer era abrazarla, sentirla cerca de él, asegurarse de que estaba bien. Notó los labios de la chica en su cue­llo, suaves y tibios, y algo en su interior despertó. El frío del océano dio paso a un calor apremiante. Era ella. La deseaba, más de lo que había deseado nunca a otra mujer. Bajó la cabeza y halló sus labios. Brigitte se retorcía entre sus brazos devolviéndole el beso con desesperada pasión, como si no fuera suficiente. Hunter la besó una y otra vez, profundamente, mien­tras sus cuerpos se adaptaban perfectamente al del otro, y los jadeos apasionados lo animaban a conti­nuar. De pronto, Brigitte lo apartó de sí un momento.


Brigitte: Te quiero, Hunter, y quiero hacer el amor conti­go ahora, aquí.


Hunter dudó un momento. Una voz en su interior le decía que aquél no era el momento ni el lugar. Brigitte se quitó el jersey negro y se desabrochó el sujetador dejando a la vista dos pechos turgentes. Hunter los miró y después la miró a ella. Al demonio con todo. No le importaba otra cosa en ese momento la necesitaba con urgencia. Acercó su boca y mordió uno de aquellos pezones y Brigitte le acarició el pelo mientras. Hunter rodó arrastrándola con él hasta que quedó sobre ella y fue recorriendo aquel cuerpo suave con sus labios; el otro pezón, después sus labios ardientes mientras acariciaba con la mano los senos. Brigitte se retorcía de placer bajo el cuerpo masculino, gi­miendo. Le había puesto las manos en las nalgas, ani­mándole a entrar en ella. Sus caderas se arqueaban hacia arriba mientras Hunter luchaba por recuperar el control.


Hunter: Dame un minuto, cariño.


Brigitte: No, hazlo ahora.


Hunter: Todavía no -contestó quitándole el resto de las prendas y buscando con sus labios el húmedo cen­tro del deseo femenino-.


Quería saborear y oler el cuerpo excitado de la chica, aunque los movimientos agitados lo estaban llevando a su límite. Hunter la acarició con la lengua y Brigitte gimió en voz alta. Quería oír aquel sonido una y otra vez. Abrió enton­ces las piernas de Brigitte y...



Zac dejó el manuscrito a un lado y se quitó las gafas para frotarse el arco de la nariz.


Zac: Esto no funciona, ¿verdad?


Vanessa estuvo a punto de caerse del sofá. ¿Qué no funcionaba? Ella sentía frío y calor al mismo tiempo. Le hervía la sangre y no podía dejar de imaginarse a Zac haciéndole a ella lo mismo que Hunter a Brigitte. Si funcionara un poco mejor saldría ardiendo en el sofá.


Ness: Bueno... yo no diría eso -contestó tratan­do de formar la frase-.


Zac: Hay algo que no me gusta cómo suena. La forma en que empieza es algo confusa. Tal vez no deberían es­tar en la arena. Tal vez deberían estar sentados junto a un riachuelo proveniente de las montañas, o una casca­da. Además, él todavía está completamente vestido -dijo con el ceño fruncido y de pronto se tiró al suelo-. Ayúdame a representar la escena.


Vanessa no se movió. ¿Le estaba sugiriendo que...?


Zac: ¿Qué ocurre? -preguntó mientras daba unos golpecitos en el suelo junto a él-.


El ruido de la televisión y la risa de los niños se oían en el cuarto de estar. Zac no estaba sugiriéndo­le nada raro. Solo representarían el principio de la escena.


Ness: Nada -dijo sentándose junto a él-.


Zac: No te sientes así sin más -le indicó-. Has llegado a la isla nadando. Estás exhausta, y no puedes apoyarte en el sofá, tampoco. Estamos en la arena, ¿recuerdas? Solo lo tienes a él para apoyarte.


Vanessa se acercó más a Zac y éste la rodeó con un brazo mientras miraba atentamente las hojas escritas.


Zac: Así está mejor -continuó-. Ah, y recuerda que tienes un vendaje en el brazo -añadió apuntando algo en la hoja mientras Vanessa trataba de ig­norar el calor que sentía entre las piernas ante la pro­ximidad de Zac, abrazándola-. Había olvidado lo del brazo. Hunter deberá tener cuidado. Veamos, él la está abrazando, están en el suelo y bla, bla, bla... vale, y esto también está bien. Ahora llegamos a la parte que...


Ness: ¿Qué parte es ésa? -preguntó tratando de ocultar los nervios en su voz entrecortada-.


Zac: La parte en que Hunter la besa. Es algo así.


Zac la besó. Sus labios eran suaves y los utilizó para acariciar con ellos los labios de Vanessa y a continuación introdujo la lengua en la boca de ella, con sus cuerpos muy cerca el uno del otro. Vanessa emitió un lige­ro sonido de placer mientras levantaba el brazo hasta el cuello de él y lo acercaba más a ella para poder seguir saboreándole, sintiéndole, oliéndole, pero con cuidado porque se suponía que estaba herida. Zac le mordis­queó el labio inferior, recorrió con la lengua la mejilla y finalmente hundió la cara en el cuello de Vanessa.


Zac: Creo que no es así como lo quiero -gimió al oído de ésta-.


Ness: ¿Qué? -preguntó entre jadeos-.


Zac: Probemos de nuevo -dijo y cambió de pos­tura de forma que su espalda se apoyó en el sofá y en el movimiento la arrastró con él hasta que quedó con las piernas abiertas sobre él-.


Zac la volvió a besar, apasionadamente, y Vanessa respondió rodeándole el cue­llo con los brazos, con los senos contra el torso de él, sintiendo entre sus piernas la potente erección. Vanessa lo deseaba, quería...


El sonido del timbre, seguido de las pisadas de los chicos por el pasillo, hizo que se detuvieran.


Matthew: Mi mamá ha venido.


Andrew: La nuestra también -gritó a continua­ción-. Tío Zac, ¿dónde estás?


Zac: Aquí -gritó en respuesta pasándose la mano por el pelo y respirando profundamente para calmarse antes de ponerse en pie-. No te muevas de aquí. Yo me ocupo.


Vanessa no podía hacerlo. Se apoyó en el sofá mien­tras oía a Miley dar las gracias y después a Ashley, que preguntó si Vanessa todavía estaba allí.


Vanessa se levantó. Todavía estaba allí y no debería porque cuando Miley se fuera, y Ashley se fuera, y los niños se fueran se quedaría a solas con Zac y no sa­bía lo que podía pasar. Vale, sí sabía lo que pasaría y no creía que fuera buena idea. No quiso recordar la suavidad de los labios de Zac y el deseo que desper­taba en ella. Miley y sus niños se habían ido ya. Ashley seguía allí, dando las gracias a Zac y preguntando a Matthew, mientras miraba por encima de los hombros de ambos con curiosidad.


Ash: Ah, aquí estás -dijo al ver a Vanessa-. Quería darte las gracias por haberte hecho cargo de Matthew esta noche.


Ness: De nada. Ha sido divertido, de verdad -miró a su alrededor buscando su abrigo-. Debería irme yo también. Tengo que...


Zac: No, no deberías. No puedes irte ahora -dijo rodeándola con un brazo y acariciándola ligera­mente-. Te necesito para mi pequeña labor de investigación literaria.


Vanessa notó que su cuerpo reaccionaba al contacto. Se apoyó contra él y miró a Ashley sonriente.


Ness: Eso es lo que estábamos haciendo. Le estoy ayudando con su labor de investigación.


Ash: Claro. Investigación. Pasadlo bien -dijo to­mando a Matthew de la mano-. Vamos, Matthew. Tú eres demasiado joven para ese tipo de investigación -salió y cerró la puerta-.


Ness: Es tarde. Debería...


Zac: No es tarde, y además, ¿qué pasa con mi libro? -dijo poniéndole los brazos por encima de los hombros-. ¿Quieres ser la responsable de otra escena mal escrita?


Vanessa lo miró a los ojos llenos de pasión. No era su hombre ideal, pero en aquel momento no importaba.


Ness: No.


Zac: Bien -dijo acercándola más a sí y besándola-.


Eran besos impacientes y apasionados que la deja­ron sin aliento, pero con una exquisita sensación de placer. Apenas se dio cuenta de que estaban movién­dose hasta que notó que estaba contra la pared y al abrir los ojos vio que se encontraban en el dormitorio de Zac. La visión de la cama le recordó lo que estaban a punto de hacer.


Ness: Pensé que se suponía que estábamos en una pla­ya.


Zac: Esto es la playa. ¿Es que no tienes imaginación? -dijo mirándola con su sonrisa más sexy. La em­pujó aún más contra la pared y le abrió los tembloro­sos muslos con una pierna, mientras le desabrochaba la blusa-. Vayamos directamente a la parte en que la chica está sin ropa.


Ness: Podrías utilizar tu imaginación.


Zac: A la mierda con eso -dijo mientras le aca­riciaba el pezón bajo el sujetador-.


Ness: Tienes razón -accedió temblando de pla­cer-. A la mierda.


Zac se puso entonces de rodillas para quitarle los pantalones. Tenía los ojos tan oscuros que parecían negros y Vanessa pronunció su nombre entre jadeos.


Ness: Zac.


Zac: ¿Qué? -contestó introduciendo un dedo bajo sus braguitas-.


Ness: Nada -dijo apoyándose con fuerza en la pa­red para no caer, al tiempo que abría más las piernas-.


Zac acercó la boca a su sexo cubierto por las braguitas y Vanessa se excitó aún más al notar el cálido aliento contra la piel sensible. Él subió entonces trazando su camino con la lengua hasta llegar al sujeta­dor; lo desabrochó y lamió con placer los dos pechos. Después buscó ansioso su boca y en un rápido movimiento la llevó en volandas a la cama.


Ness: Espera un minuto -objetó al darse cuenta que ella era la única que estaba en ropa interior-. ¿Qué pasa contigo? ¿No deberías...?


Zac: Se supone que yo sigo vestido, con la ropa mo­jada -dijo acariciándole el cuello-. Imaginemos que estamos mojados.


Pero Vanessa no podía imaginarse nada si Zac se­guía besándola así. Entonces se detuvo y lo empujó hacia atrás.


Ness: Ya sé cómo Hunter quedará desnudo.


Zac: ¿Qué?


Ness: En el libro. Sé cómo se desnudará -dijo quitándole la camisa-. Así.


Zac: ¿Quieres decir que ella lo desnudará?


Ness: Exactamente -confirmó-.


Por fin estaba desnudo como ella, y sus manos lo acariciaban mien­tras él gemía sin dejar de acariciarla hasta que terminó estirándose para abrir el cajón de la mesilla.


Zac: El hombre ideal toma medidas anticonceptivas -sugirió mientras se colocaba al lado de Vanessa-. ¿Crees que deberíamos incluirlo en el artículo?


Ness: Dejémoslo en que el hombre ideal es responsa­ble -dijo y a continuación sintió que Zac la penetraba y durante el resto de la noche no pensó en ningún otro hombre que no fuera él-.




El hombre de verdad tiene que ser escritor.
¡Por Dios! ¡Quién no querría interpretar una escena así con Zac Efron!
Yo me sé de una que sí XD XD.

Bueno, vamos a ver. Que tengo cosas que responder, comentar y no sé que más... XD

En primera decirle a los "anónimos" que, si quieren, pueden ponerme algún nombre para que les agradezca por decirme que era buena escritora, refiriéndose a la que escribo, no a estas. Me quedé impresionada de saber que pensáis que escribo bien XD. Yo no lo pienso, pero se agradecen los halagos XD.

Otra cosa, Lau, gracias por comentarme hasta 3 veces en el capi anterior XD.
Lamento que la nove no sea más larga... Las quejas a la autora XD.
Pero tengo más, ¡no te preocupes! Y sí, me acuerdo de tu petición ;)

Lo siguiente, Lu, pasará de todo solo en dos capis porque ya has visto que el 9 ha sido largo. ¡Pues el 10 es una rayada de largo! XD XD
Y, contestando a tu pregunta, nunca digo los nombres de las próximas noves que pondré.
Eso es surprise ;P

Y por último y no menos importante...
¡¡HOY HACE 4 AÑOS QUE SE ESTRENÓ HSM3!!

¡Compartid vuestros recuerdos en los coments! ;)
¡Bye!
¡Kisses!

4 comentarios:

Lau B. dijo...

GO WILDCATS!!!!
los extraño un monton, me siento vieja!
no les pasa?
jajajajaja
me encanto el capitulo, ya quiero ver el proximo!
y como no te quiero aburrir solo te voy a comentar una vez :P
Bye
Lau B.

Unknown dijo...

WOW NO PUEDO CREER LO QUE LEI, COMO PASA TODO RAPIDO EN UN CAPITULO, NO ME QUIERO IMAGINAR EL ULTIMO! ES GENIAL.

COMO ME ENCANTARIA QUE VUELVA HSM, PERO HSM4 SERIA UN GRAAAAAN SUEÑO, Y MI OTRO SUEÑO ES QUE ZAC Y VANESSA REGRESEN EN LA VIDA REAL, SON HERMOSOS Y HACEN UNA LINDA PAREJA.

ESPERO QUE SUBAS PRONTO. Y ERES UNA BUENA ESCRITORA, YO LEO LA OTRA NOVE TAMBIEN Y ES SUPER GENIAL, EH LLORADO Y HE REIDO CON LA OTRA NOVE, ERES GENIAL.

Anónimo dijo...

Hermoso capi, ha estado genial.
Sube pronto.


Flo♥

Anónimo dijo...

Buen capitulo!! De verdad que en este y en el otro pasaría de todo xD
Sería bueno encontrar un escritor así como Zac jajaja
Ya quiero leer el próximo :)

Saludos -Caro-

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