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lunes, 22 de octubre de 2012

Capítulo 8


Un hombre de verdad no se lleva bien con los ni­ños. No invitéis a vuestros sobrinos si queréis impre­sionarle. Claro que adorará a sus propios hijos aun­que no los comprenda, y desde luego no quiere tener ninguna relación con los hijos de los demás. Prefiere una conversación chispeante a tener que cambiar pa­ñales o limpiar mocos.

De Las 49 cualidades del hombre de verdad. Revista Hombres, Abril, 1949.



El viernes por la tarde Vanessa fue con el fotógrafo a Wutherspoon.


Tomaron las fotos, siempre con Anna posando, y finalmente Gerald se encontró con ellos cuando ya estaban recogiendo para marcharse.


Ness: Hemos conseguido las fotos que queríamos. Va a ser un gran artículo. Estoy segura de que atraerá mucho interés.


Gerald: Es maravilloso, Vanessa. Maravilloso. Nunca po­dremos darte las gracias lo suficiente.


Vanessa se sintió avergonzada. Allí estaba aquel hombre tan agradable dándole las gracias mientras ella se había dedicado a tratar de averiguar si era un asesino.


Ness: No es nada.


Gerald: Te lo agradezco mucho, de veras -dijo acer­cándose más a ella-. Escucha, sé que no te he avisa­do pero me preguntaba si estarías libre esta noche. Po­dríamos ir a cenar... o tal vez alquilar una película más tarde. Sería mi manera de darte las gracias por toda esa publicidad gratuita.


Ness: Me encantaría pero me temo que no puedo. Le prometí a Ashley que cuidaría a su hijo esta noche. Pero si quieres venir...


Gerald: ¿Por qué no lo dejamos para otro día? -se apresuró a decir, haciendo una mueca de desa­grado-. No me gustan demasiado los niños... y me gustaría que fuera una velada especial. Ya te llamaré la próxima semana.


Ness: De acuerdo -dijo un poco decepcionada por su actitud-.


No debería. No obstante, Gerald no de­jaba de ser una versión mayor de lo que ella estaba buscando. La versión de su edad no pensaría lo mis­mo.


Esa noche decidió abordar a Ashley en cuanto entró por la puerta para dejar a Matthew.


Ness: Esto se tiene que acabar, Ashley. No puedes ir por ahí acusando a ese hombre tan agradable de asesi­nato. Simplemente no es justo.


Ash: No estoy acusando a nadie de nada. Solo quiero saber qué ocurrió.


Ness: Sigo creyendo que no es una buena idea -dijo bajando la voz para que Matthew no la oyera-. Además, podría ser peligroso. Ya te conté lo que dijo Zac...


Ash: Zac tiene una vivida imaginación, lo cual es natural viniendo de un escritor. Además, no voy a ha­cer nada peligroso. Estoy buscando a alguien que des­lizara subrepticiamente un trozo de pescado en la cena de Franklin, eso es todo. Además, esta noche solo he quedado con el señor Sadler.


Ness: ¿Quién es el señor Sadler?


Ash: Dirige una contrata de limpieza. Drew me dio una idea el otro día. Después de todo, los conserjes conocen todos los secretos de las empresas. Y ni si­quiera estaré sola con él. Drew me acompañará -dijo antes de dar un beso a su hijo-.


Vanessa cerró la puerta tras ella y se fue hacia el salón con Matthew.


Matthew: ¿Podemos ver una peli? He traído una de mucho miedo.


Ness: Claro -dijo conectando el vídeo-.


Des­pués de unos minutos de película, se dio cuenta de que Matthew no había exagerado nada al decir que daba mucho miedo. La rubia protagonista estaba sola y se disponía a abrir la puerta tras la que la estaba es­perando un tipo con un enorme cuchillo, en medio de un silencio sepulcral. En el momento en que el hom­bre levantó el cuchillo, la televisión y las luces se apagaron repentinamente dejándolos medio a oscuras.


Matthew: ¿Qué pasa? -gritó agarrándole la mano a Vanessa-.


Ness: Tal vez se haya fundido la bombilla y se haya estropeado la tele al mismo tiempo -sugirió con optimismo. Matthew no tenía ganas de soltarla, así es que tuvo que salir al pasillo a mirar los plomos con él. Probó todos los interruptores de la casa, pero ninguno funcionaba-. Parece que hay un problema con la electricidad -le dijo a Matthew finalmente-.


Matthew: ¿Quieres decir que no funciona ninguna luz? -preguntó con los ojos abiertos como platos-.


Ness: No creo -dijo antes de llamar al portero-.


Portero: Es usted la tercera persona que avisa -se quejó el hombre-. No sé cuál es el problema, pero tardará un rato en solucionarse.


Ness: No tiene buena pinta -le dijo a Matthew cuando colgó-.


Matthew: Oh, no -gimió como si fuera a llorar-. No me gusta la oscuridad. No quiero estar a oscuras.


Ness: No te preocupes -dijo cogiéndolo en bra­zos-. Ya pensaré en algo.


Matthew: Pues hazlo rápido. Me da miedo la oscuridad.


A Vanessa tampoco le hacía mucha ilusión, sobre todo después de ver la película. Estaba buscando velas y linternas por toda la casa tratando de no pensar en el tipo del cuchillo, cuando el teléfono sonó.


Vanessa dio un brinco de sorpresa y deseó que fuera el portero para darle buenas noticias. Era Zac, y su voz parecía impaciente y distraída.


Zac: Perdona que te moleste, pero tengo que pedirte un favor.


Ness: Dispara -dijo, que se sintió ligeramente más tranquila al escuchar la voz amiga-.


Zac: ¿Dijiste algo de que tu amiga Ashley tenía un hijo de seis años?


Ness: Sí, Matthew. De hecho, en este momento está aquí conmigo.


Zac: ¿De veras? -su tono se volvió suspi­caz-. ¿Por qué? ¿Su madre no estará por ahí buscan­do asesinos sueltos?


Ness: No exactamente, no -dijo haciendo un gesto de sorpresa-.


Zac: Bien. En ese caso, ¿podrías traerlo a mi casa?


Ness: ¿Para qué?


Zac: Porque lo necesito -dijo impaciente­mente-. Tenemos una urgencia. Estoy tratando de re­presentar la escena del rescate con el helicóptero y no tengo suficientes actores. Andrew está tratando de ser el piloto y uno de los malos y Alex el protagonista y otro de los malos, pero siempre acaban peleándose. No funciona.


Vanessa dudó. Llevar a Matthew a jugar a policías y la­drones con un escritor un tanto peculiar, no sería la idea que Ashley tenía de una actividad educativa. Por otro lado, era mucho mejor que pasar la noche a oscuras.


Ness: Vamos para allá.


En menos de media hora, Vanessa estaba en una silla en la sala de Zac. Habían retirado todos los muebles para dejar un espacio despejado en el centro en el que Zac había colocado cuatro sillas de la cocina que si­mulara el interior del helicóptero. Zac estaba senta­do en el brazo del sofá repasando la escena con gesto serio.


Zac: Entonces tenemos que el protagonista y la chica tratan de capturar el helicóptero para escapar. Él sale pero ella es atrapada. Alex, tú serás el piloto. An­drew, tú serás el malo...


Alex: Me toca a mí hacer de malo -dijo tirán­dole de la manga-.


Zac: Vale, Alex, tú serás el malo. Andrew, tú serás el piloto -se volvió entonces hacia Matthew, que miraba todo con los ojos abiertos como platos- . Tú se­rás el protagonista.


Matthew: Vale.


Andrew: Yo tampoco quiero ser el piloto. Lo único que hace es recibir golpes en la ca­beza. Quiero ser uno de los malos.


Zac: Bueno, se supone que tiene que haber dos tipos malos... -dijo acariciándose la barbilla en ac­titud pensativa- ...pero seguiría necesitando un pi­loto... -dijo esto último mirando a Vanessa esperanza­do-. Supongo que tú no...


Ness: Claro -se ofreció-. ¿Por qué no?



Ash: No me lo puedo creer -dijo cuando llegó para recoger a Matthew-. ¿Has pasado la tarde con Zac y lo único que habéis hecho ha sido representar una escena de su libro? O estáis enfermos o sois muy raros.


Ness: No es nada de eso -susurró para no des­pertar a Matthew, que se había quedado dormido en el sofá. La electricidad había vuelto-. Solo le ayudamos con un par de escenas, y fue divertido. Zac me dijo que he sido el mejor helicóptero que ha tenido ja­más.


Ash: Eso es un cumplido -dijo con seque­dad-. Supongo que no habréis estado ensayando las escenas de sexo...


Ness: ¡Por supuesto que no! ¡Jamás dejaría que tu hijo viera algo así! ¿Qué tal fue tu entrevista con el conser­je? -preguntó cambiando de tema-.


Ash: El señor Sadler no sabía nada más que Franklin tiraba mucho papel y utilizaba papel para anotar de color verde en vez de amarillo -suspiró-. Drew se quedó muy decepcionado. Pensaba que el señor Sadler podría darnos alguna pista válida.


Ness: Pobre Drew.


Ash: No te preocupes. Pronto averiguaremos lo que ocurrió -dijo levantando a su hijo del sofá-. ¿Vais a practicar alguna escena de sexo un día de estos?


Ness: ¿Qué?


Ash: Zac y tú.


Ness: No. Estoy tratando de encontrar al hombre ideal, ¿recuerdas? También para mí.


Ash: Claro -repuso poco convencida-.


Vanessa no estaba muy segura de si estaba convencida tampoco, sobre todo después de haber entrevistado a Eddy Emerson. Eddy era un agente inmobiliario de elegantes y suaves modales, realmente encantador. Cuando Zac le preguntó cuáles eran las cualidades que él consideraba las del hombre de verdad, había res­pondido que ser sociable, porque eso les iba bien tanto para su vida profesional como para las relaciones per­sonales y sentimentales. Eddy era además un hombre guapo, pero no tanto como Zac. Hacía pesas tres ve­ces por semana, e iba bien vestido. Había dicho que vestir bien era importante porque denotaba éxito.


Aquel agente inmobiliario no tenía nada de malo, pero a Vanessa no le decía nada, no la atraía. Si le hubiera pedido que salieran probablemente habría rechazado la invitación. Sin embargo, si Zac se lo pidiera daría saltos de alegría. Estando cerca de Zac parecía olvi­dar sus intenciones de encontrar a un hombre maduro con quien tener una relación madura y duradera.



Ash: Pareces apenada -dijo a la semana si­guiente cuando llamó a Vanessa para ponerla al día sobre sus investigaciones en la fábrica-. No me digas que se ha roto algo más en tu nuevo apartamento.


Ness: Seguimos teniendo problemas con la electrici­dad -admitió-. La luz va y viene, y las tablas del suelo están sueltas por algunos sitios. Cada vez que Zac asegura una con clavos nuevos, se suelta otro por otro lado.


Ash: ¿Zac te arregla el suelo?


Ness: Trabajó en la construcción durante un tiempo -dijo recordando los comentarios negativos que Zac le había hecho sobre su apartamento y las veces que había tenido que recordarse que el hombre de su vida no iría vestido con vaqueros y camiseta por muy bien que le sentaran-. He escrito parte del artículo sobre Wutherspoon pero no me gusta -continuó-. Y he probado tanta comida para mi trabajo sobre los alimentos que aumentan la libido que seguro que he engordado.


Ash: No has engordado. Me he fijado y ni siquiera te han aumentado las caderas.


Ness: Pues Zac piensa que sí. Lo dijo el otro día. En ese momento decidí que una de las cualidades del hombre ideal sería que nunca se le ocurriría decirle a una mujer que estaba engordando.


Ash: Vaya -dijo con seguridad-. Llegamos de nuevo al quid de la cuestión: Zac.


Vanessa abrió la boca para negarlo, pero volvió a ce­rrarla.


Ness: Tienes razón. Él es el problema. No estoy segura de si podría reconocer a mi hombre ideal cuando él está cerca porque estoy obsesionada.


Ash: ¿Por qué no tratas de remediarlo?


Ness: No pienso hacerlo -insistió-, al menos no de la forma que tú sugieres.


Ash: Solo era una idea. Escucha, tengo noticias fres­cas -dijo cambiando de tema-. Una de las dependientas oyó a otra decir que pensaba que Franklin era un tacaño. ¿Qué te parece?


Ness: Que no es mucho -murmuró-.


Ash: Bueno, pues yo no opino lo mismo. Drew y yo vamos a ir a hablar con ellas por separado y después quedaremos para poner en común lo que hayamos averiguado. Supongo que no podrías quedarte con Matthew otra vez esta noche, ¿verdad? Drew va a venir a casa y le ponen nervioso los niños.


Ness: No me digas...


Ash: Es un hombre, Vanessa -suspiró-. Y a los hombres no les gustan los niños de los demás. Lo dice tu artículo.


Ness: Ese artículo se escribió en 1949. Se supone que el hombre de hoy en día no piensa lo mismo de los ni­ños. Deberías ver a Zac con ellos. Es genial -son­rió al recordarle corriendo por todo el salón jugando a policías y ladrones-. Claro que supongo que es así porque él también es como un niño.


Ash: Lo que sea. ¿Me has dicho que puedes quedarte con Matthew?


Ness: No -dijo apenada-. Me temo que no puedo. Tengo una cita.


Ash: ¿Con Zac?


Ness: Santo Dios, no. Zac y yo no salimos como pa­reja. Además, está en Seattle. He quedado con Luke Tucker. Es uno de los hombres de mi artículo, el eco­logista.


Ash: ¿Qué tipo de ecologista? ¿El que va por ahí alabando las virtudes de una vida al aire libre o de otro tipo?


Ness: ¿Cuántos tipos hay? -preguntó confundida-.


Ash: El bueno y el malo. Yo salí con ambos antes de casarme con Jared. El bueno es el que habla del aire libre. Es interesante, como si estuvieras viendo un documental. El otro tipo es el que quiere hacer cosas raras al aire libre, como acampar en la nieve. ¿Lo has probado alguna vez? Después de tener­te caminando entre la nieve y el hielo y hasta hacerte construir un iglú para que duermas en él. Eso no es una cita, Vanessa, es una prueba de resistencia.


Ness: No vamos a hacer acampada en la nieve, Ash -dijo riéndose-, solo vamos a cenar. Además, a lo mejor me gustaba. No me importó salir el otro día de excursión.


Ash: ¿Cuándo has ido tú de excursión?


Ness: El otro día. Zac tenía que imaginar una de sus escenas en un bosque, así es que nos llevamos a sus sobrinos.


Ash: A eso llamo yo una cita divertida. Zac, dos niños y tú rodeados de la salvaje na­turaleza.


Ness: ¡No fue una cita! -insistió-.


Aunque tenía que admitir que sí había sido divertido, a pesar de no ser su idea de una cita perfecta. Su hombre ideal nunca lo habría sugerido.


Ash: Y hablando de citas -continuó-, ¿adon­de va a llevarte tu ecologista?


Ness: No estoy segura.


Ash: Bueno, si ves nieve, empieza a preocuparte -hizo una pausa-. ¿Zac estará también?


Ness: No.


Ash: ¿Por qué no? ¿No estabais haciendo esto juntos?


Ness: Sí, pero Luke me llamó y me dijo que si que­ría salir a cenar con él y pensé que sería una buena idea. Me daría la oportunidad de hacerme una primera impresión -dijo pensando que tal vez encontra­ra en él a su hombre y así podría olvidar a Zac-.


Desafortunadamente y a pesar de que Luke era del tipo de ecologista bueno, según Ashley, Vanessa no acabó de interesarse por él, ni en ninguno de los temas que trataron.



Zac: Bueno, al menos ya estamos llegando al final de la lista -dijo después de haber pasado dos horas con un maestro de la guitarra clásica cuyos ojos oscuros y expresión conmovedora hacía predecir que sería un maestro también en lo relacionado con el amor, aunque a decir verdad no tenía mucho talento en otras cuestiones-.


Ness: Solo nos quedan ocho o nueve. El dentista, el arqueólogo...


Zac: No olvides el ecologista -señaló-. Luke no sé qué más. ¿Has concertado una cita con él ya o quieres que yo...?


Ness: Ah, no tenemos que verle ya -dijo sin darle mayor importancia-. Ya he hablado con él.


Zac: ¿Sí? -frunció el ceño-. ¿Cuándo?


Ness: Hace un par de noches -contestó, y Zac frunció los labios de disgusto-. Me llamó para invi­tarme a cenar.


Zac: ¿Cenar? -su disgusto se intensificó-. ¿Has tenido una cita con ese tipo?


Parecía como si hubiera robado un banco a mano armada a juzgar por su tono.


Ness: No fue una cita propiamente dicha. Fue una en­trevista.


Zac: Una entrevista mientras os servían la cena -corrigió, y Vanessa asintió-. ¿Y la diferencia entre eso y una cita es...?


Ness: ¡Una cita es algo diferente! -se quejó mo­viéndose inquieta en su sitio mientras buscaba entre sus papeles con nerviosismo-. Aquí tengo las notas que tomé.


Zac: ¿Y adonde fuiste a cenar en esa no-cita?


Vanessa miró la expresión de desaprobación de Zac y se quedó pensativa.


Ness: A un restaurante. Nada lujoso. Luke dijo que...


Zac: ¿Lo conocías antes de ir a cenar con él? -la in­terrumpió con los brazos cruzados-.


Ness: No. Ya te lo he dicho. Lo llamé para acordar una hora para hacerle la entrevista y él me sugirió...


Zac: ¿Quieres decir que fuiste a cenar con un com­pleto desconocido? -dijo alzando la voz-.


Ness: ¡No fue así!


Zac: Pues a mí me parece que fue así exactamente -dijo acusándola con el dedo-. No es una bue­na idea. Una mujer no debería salir con un hombre al que no conoce de nada. Ese hombre podía haber sido un asesino.


Ness: ¡No lo era!


Zac: Pero no lo sabías cuando saliste con él, ¿o sí?


Ness: No se lo pregunté, si es eso lo que quieres saber. No es una de las preguntas que tengo previstas.


Zac: Pues deberías -dijo sin entrar en ra­zón-. Aparte, se supone que estamos haciendo esto los dos juntos.


Ness: De acuerdo, de acuerdo -aceptó levantan­do las manos en señal de rendición-. No sé por qué estás armando tanto escándalo pero si te molesta tan­to, no lo volveré a hacer. Pensé que ahorraríamos tiempo.


Zac: A mí me sobra. Y además, llegaremos a tiempo para publicar el artículo en la fecha prevista, pero para lo que no lo tengo es para repetir una entrevista por­que tú la hayas hecho primero a solas.


Ness: ¿Vas a entrevistar a Luke de nuevo? -pre­guntó completamente aturdida-.
Zac: Tengo que hacerlo. Si no, no podré rebatir o confirmar tus anotaciones.

Ness: ¿No puedes limitarte a confiar en mí?


Zac: No, no puedo -dijo mirándola con as­pecto enfadado-. No me parece serio.


Ness: Supongo que no -comentó, aunque pensa­ba que Zac se estaba comportando muy poco razonablemente-.


Tomó nota de ello. El hombre ideal le daría a todos los asuntos la importancia en su justa medida.



Zac: ¿Alguna vez has sentido celos? -preguntó a John al día siguiente-.


Según éste, su viaje a las Vegas no había sido un éxito.


John: Por supuesto que sí. Supongo que todo el mun­do los ha sentido alguna vez en su vida -dijo mirando a Zac con obvia curiosidad-. ¿Por qué? ¿No estarás pensando que tu protagonista tiene que sentirlos?


Zac: No -dijo haciendo girar entre los dedos la botella de agua-. Es Vanessa. Decidió entrevistar a uno de los hombres de la lista ella sola.


John: ¿Y qué pasa? Hacer las entrevistas por separado parece una buena idea de hacer este trabajo.


Zac: ¡Sí, eso es lo que me preocupa! -exclamó-. Se supone que tenemos que hacerlo juntos.


John: Y no te gusta que se cite con otros hombres a solas.


Zac: ¡No, no me gusta! Me saca de quicio. No tenía que haber ido a cenar con ese ecologista la otra noche, John. ¿Qué demonios puede ver una mujer en un ecolo­gista? Lo único que hacen es ir por ahí hablando del medio ambiente.


John: El medio ambiente es un tema candente en este momento. Me pregunto si a Tina le interesará. Tal vez debería comprarle una parcela de jungla o algo así.


Zac: Yo estoy a favor de la protección del medio am­biente -dijo en tono malhumorado-. Si no lo estuviéramos ¿dónde viviríamos? Pero ésa no es la cuestión. La cuestión es que me dijo que había salido a cenar con ese hombre y me dieron ganas de ir a buscarlo y darle un puñetazo -dijo de golpe y dio un largo sorbo de agua-. Supongo que me puse celoso.


John: Yo también lo creo pero no te culpo. Yo también estaría celoso si la mujer con la que me acuesto saliera a cenar con otro.


Zac: No me acuesto con Vanessa -declaró-.


John se quedó inmóvil con su martini en la mano a medio camino entre la mesa y la boca.


John: ¿Como que no te acuestas con ella?


Zac: Pues eso, que no lo hago. ¿Por qué creíste que lo hacía?


John: Lo di por hecho, eso es todo -dijo mi­rándolo-. Pasas mucho tiempo con ella, siempre es­tás hablando de ella, simplemente asumí que... bueno, ella es una mujer y tú eres tú y... ¿Seguro que no te acuestas con ella?


Zac se sonrojó solo al pensar en Vanessa y él juntos desnudos.


Zac: Créeme, John, si me acostara con Vanessa, lo sabría.


John: Bueno, ¿y por qué no lo estás haciendo?


Zac: No es como las demás.


John: ¿Qué quieres decir con eso? Por la forma en que hablas, parece que te interesara realmente.


Zac pensó entonces en sus ojos marrones, su am­plia sonrisa, sus delicadas curvas, el rubor de sus me­jillas después de hacer el helicóptero...


Zac: Me interesa, pero yo no soy su tipo. Quiere a al­guien del tipo de Cary Grant. ¿Tú dirías que yo soy ese tipo? ¿Tú me ves a mí como ese tipo de hombre?


John: No -dijo riéndose-. Tú eres más bien como Jim Carrey o Robin Williams.


Zac: Desde luego no me ayudas nada.


John: Te estoy diciendo lo que veo, pero nunca se sabe. Las mujeres cambian de opinión. Mira a Tina. A ella solía gustarle el tipo John y ya no.


Zac: Sí, bueno, no creo que Vanessa vaya a perder la ca­beza por alguien como yo -dijo sintiéndose abatido-.


John: Deja que lo piense. Tal vez se me ocurra la ma­nera de arreglar tu vida, aunque sea incapaz de encauzar la mía -dijo tamborileando con los dedos en la mesa-. ¿Le entusiasmó a Vanessa el ecologista?


Zac: No lo creo -repuso tratando de recordar lo que le había dicho Vanessa sobre él-.


John: Bien. Entonces aún tienes una oportunidad. Ya lo tengo. ¿Por qué no le preparas algo romántico? Ya sabes, velas, vino, ese tipo de cosas. Me has dicho que un hombre de verdad sabe cómo ser romántico.


Zac: Yo no soy así -dijo con un escalofrío-. No se me da bien hacer nada de eso. Además, Vanessa me dijo que lo de ser romántico está dentro de cada uno, pero puede que la otra persona no lo sea. Por ejemplo, Miley piensa que Will es romántico cuando friega los cacharros después de la cena. Yo no puedo poner­me a fregar delante de Vanessa.


John: Dímelo a mí -asintió-. Yo fregué los cacharros la otra noche y tanto la sirvienta como Tina creyeron que me había vuelto loco.



A la noche siguiente, Zac salió a cenar con Lisa. Lisa era amiga de Tina. John le había pedido que lo hiciera por él porque le agradaría a Tina. Desafortunadamente no hubo ninguna química entre ellos. Zac la llevó a un restaurante marroquí que le había recomendado John, pero resultó ser muy decepcionante porque no le gustaba casi ninguna cosa. Lisa fue todavía más decepcionante. Era casi un clon de Tina, igual de escuchimizada y atusándose el pelo todo el tiempo.


Zac: Dime, Lisa, ¿Cuál es tu idea de un hombre de verdad? ¿Crees que el héroe de mis novelas lo es?


Lisa: Por supuesto -se apresuró a decir- Creo que es magnífico. No me casaría con él pero sí me acostaría con él.


Zac: ¿Y por qué no? -preguntó un poco irri­tado-.


Lisa: Bueno, no es del tipo de hombres que se casan -explicó-. Quiero decir que es excitante y muy guapo, y por lo que parece estupendo en la cama, pero dudo mucho que sacara la basura.


Zac: ¿La basura? ¿Eso es lo que debería hacer el hombre ideal?


Lisa: El marido ideal sí. Yo nunca me casaría con uno que no hiciera eso por mí.


Zac observó cómo se atusaba el cabello una vez más y decidió que pasar la noche con ella estaba fuera de toda lógica. Haría exactamente lo mismo que había hecho Amber y las demás: dejarle después de unas semanas y, probablemente, a él no le importaría.


En ese momento la única mujer con la que quería estar era con Vanessa. No había otra solución: tenía que intentar prepararle algo romántico.




¡Ya vamos por el 8, chicas!
¡¡Y son 10 capítulos!!
Y en el 9 pasa lo que lleváis esperando todas.

Yo de vosotras comentaría, y mucho... ;)

¡Thank you por los coments del capi anterior! ^_^

¡Bye!
¡Kisses!

5 comentarios:

Lau B. dijo...

Awww me muero! Que tierno Zac y sus celos!
ya quiero ver el proximo capitulo!
estoy muy emocionada!
no quiero que esto suene feo pero tengo algo en contra de las novelas cortas siento como que me empiezo a emocionar y sin mas ellas deciden acabarse mi cabeza piensa: Y ESO ES TODO!!!
jajajaja aunque son igual de emocionantes!
Repito: este Zac es uno de mis favoritos!amo su humor sarcastico!
Bye
Lau B.

Lau B. dijo...

hablando un poco de lo que comentaste en mis publicaciones pues... es que me es muy dificil escribir los capitulos en medio la universidad sin embargo te lo prometo a ti... que en un mes mas o menos salgo de vacaciones y vuelvo a escribir! igual a mi me encanta hacerlo, si fuera por mi escribiria todo el tiempo y no haria nada mas pero lastimosamente no puedo :( Anyways ya lo prometi y voy a hacer lo que pueda por cumplirlo...
xoxo

Lau B. dijo...

Espero que al buscar tus nuevas novelas para adaptar te acuerdes de mi peticion de la otra vez! me encantaria decirte el nombre de una y que tu la adaptes pero como ya te he dicho no tengo tiempo para hacerlo de cosa y puedo con la tuya que la pongo siempre en primero lugar :);):P

Anónimo dijo...

10 capítulos?? 10? :O se me fue muy rápido jajaja... Buen capitulo, mi preferido hasta ahorita :)

Saludos -Caro-

Unknown dijo...

10 CAPITULOS TIENE NADA MAS? WOW, COMO VA A PASAR TODO EN SOLO 2 CAPITULOS? ES SORPRENDENTE. ME ENCANTO EL CAPITULO DE HOY, Y YA SE EMPIEZA A NOTAR QUE A ZAC LE IMPORTA NESS.
UNA PREGUNTA, CUAL VA A SER LA PROXIMA NOVE QUE VAS A PUBLICAR? O SEA.. EL NOMBRE.

SUBE PRONTO EN ESTA, Y EN LA OTRA NOVE TAMBIEN :)

BESO

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