topbella

miércoles, 14 de junio de 2017

Capítulo 15


El plan de trasladarse a Nueva York no le parecía real ni a la propia Vanessa. Uno de los motivos, admitió, podía ser que le estaba costando mucho marcharse. Tenía miles de asuntos de los que ocuparse y una gran parte de ellos tenían que ver con las propiedades de su abuela, con la casa y la panadería. Era sorprendente lo mucho que se tardaba en averiguar cómo sustituir objetos y documentos en los que ni siquiera había pensado nunca, como su certificado de nacimiento, la tarjeta de la seguridad social o toda la documentación bancaria. Se sentía como si tuviera una tortícolis en el cuello, a fuerza de tratar con personas que no parecían tomarse muchas molestias para ayudarla.

En el despacho que tenía encima de la panadería, había separado los documentos en diferentes grupos. Por algún motivo, mantener aquel orden la hacía sentirse menos ansiosa. Y, definitivamente, también hacía que estuviera comenzando a preocuparse por la posibilidad de ser una excéntrica.

Por supuesto, Vanessa sabía que no se estaba volviendo una excéntrica en absoluto. Estaba alargando los tiempos, estaba postergándolo todo, incluso el tan soñado viaje a Nueva York porque estaba evitando algo.

Pero ya estaba bien, se dijo, mientras agarraba la chaqueta y el bolso. Retrasar el momento no iba a hacerlo más fácil. Quince minutos después, estaba llamando a la puerta de la casa de Alger. Era una enorme casa estilo ranchero, con vistas al lago. Desde la distancia, parecía enorme e imponente, pretenciosa incluso. Sin embargo, al verla de cerca, Vanessa advirtió que comenzaba a descascarillarse la pintura, tenía incluso un aire de negligencia. Quizá aquella dejadez había comenzado cuando la mujer de Matthew se había ido años atrás, repentinamente y sin dar ninguna explicación. Ésa era una de las razones por las que Vanessa sentía una conexión especial con Troy. A los dos les había abandonado su madre.

Nadie abrió la puerta y Vanessa se sintió por ello aliviada y frustrada al mismo tiempo. Aquello le permitiría seguir aplazándolo. No tenía por qué hacerlo aquel día. Llamó por última vez. Nada, no había nadie en casa, estaba todo a oscuras. Pero cuando estaba regresando a su coche, la puerta se abrió.

**: ¿Vanessa?

Apareció Troy Alger con aspecto de acabar de levantarse de la cama, tenía el pelo revuelto y las mejillas sonrojadas.

Troy: ¿Ha pasado algo?

Ya estaba, pensó Vanessa. Había llegado el momento.

Ness: Necesito hablar contigo, Troy.

Troy: Claro. Si quieres puedo ir a la panadería y...

Ness: Ahora.

Troy: De acuerdo. Déjame ir a por mis botas.

Ness: No tienes por qué calzarte. Podemos hablar en tu casa.

Troy: Pero...

Ness: Es importante.

Desde que había tomado la decisión de trasladarse a Nueva York, Zac le había estado dando clases de autodefensa. Una de las técnicas básicas era la seguridad en uno mismo. Enfrentarse a cualquier situación como si uno llevara siempre las riendas y, de esa forma, nadie cuestionaría su autoridad. Intentando poner a prueba aquella idea, empujó la puerta y entró en la casa.

La casa estaba helada y sus pasos resonaron en la estancia vacía. Se detuvo un momento, olvidándose de la necesidad de mostrarse segura.

Ness: Eh, ¿hay algún lugar en el que podamos hablar? ¿Dónde tienes el ordenador? Quiero enseñarte algo.

Troy parecía a punto de vomitar. Posiblemente, a esas alturas ya era consciente de los motivos de la visita de Vanessa.

Troy: Eh... mi ordenador no funciona.

Probablemente, Vanessa podría arreglárselas sin él.

Ness: No importa. En ese caso, vamos a sentarnos a alguna parte.

Con los hombros hundidos, Troy se volvió hacia la cocina, donde una luz grisácea se filtraba por las ventanas, sucias y sin cortinas. El mostrador estaba lleno de cajas de la panadería. Al advertir la mirada de Vanessa, Troy se disculpó:

Troy: Siempre son sobras del día anterior, te lo juro. Es lo único que traigo a casa.

Vanessa estaba cada vez más confundida. Aunque nunca había estado en casa de los Alger, el estado en el que se encontraba la impactó. Hacía un frío glacial y apenas había muebles. A lo mejor era la falta de un toque femenino lo que le impresionaba, intentó decirse.

Pero no, no era eso. Incluso Greg Cyrus mantenía la casa caliente. Y Zac, el soltero que desayunaba bollería industrial, tenía la casa amueblada.

Ness: Troy, ¿va todo bien?

Troy señaló un par de taburetes que había al lado del mostrador.

Troy: Podemos sentarnos aquí.

Ness: No me has contestado, ¿va todo bien?

Troy: Sí, claro, todo va bien.

Vanessa sacó un CD del bolso y se lo tendió.

Ness: Esto es lo que quería enseñarte -no había un ordenador en la cocina. Y sospechaba que tampoco en el resto de la casa-. Pero no hace falta que lo veas si no quieres. Es un vídeo de seguridad de la panadería. Sospecho que sabes lo que es.

Troy la miró alarmado, e inmediatamente hizo un esfuerzo visible por recobrar la compostura.

Troy: No sé de qué estás hablando.

Ness: Claro que lo sabes, Troy -le resultaba difícil hablar. Se sentía fatal-. Yo soy la única que ha visto esto. No reviso las grabaciones todos los días, así que no sé cuántas veces ha podido repetirse esta escena, pero la cámara no miente. Cuando he visto esto, me he sentido como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago.

Había revisado la cinta una y otra vez, segura de que había cometido un error. Pero no, Troy había actuado intencionadamente. De hecho, incluso había colocado el carrito de las bandejas delante de la cámara. Lo que él no sabía, porque no lo sabía nadie, salvo ella, era que había otras dos cámaras apuntando hacia el mostrador.

Ness: Ayúdame a acabar con esto, Troy -le pidió-. Por favor, quiero entender lo que ha pasado.

El rostro de Troy estaba blanco como la nieve y sus ojos tenían un brillo vidrioso. Parecía haberse convertido en una estatua.

Pero al final, inclinó la cabeza y comenzó a hablar.

Troy: Estamos arruinados -admitió-, aunque se supone que nadie debería saberlo.

Por supuesto que no, pensó Vanessa con amargura. Matthew Alger era un hombre orgulloso y un aspirante a la alcaldía. Imaginaba que un hombre así era perfectamente capaz de arriesgar la propia seguridad de su hijo para guardar las apariencias.

Ness: Si te sirve de consuelo, no creo que nadie lo sepa.

Troy: Por favor, no le digas nada a nadie -le suplicó-. Si sabe que lo he contado, me matará -señaló la prueba que Vanessa tenía en la mano-. Pretendía reponer todo lo que me había llevado en cuanto pudiera -pareció encogerse-. ¿Se lo vas a decir a Zac?

Aquella pregunta la sorprendió a Vanessa. La verdad era que en ningún momento había pensado en contárselo a Zac.

Ness: Jamás haría una cosa así. No sé qué te ha pasado, Troy, pero sé que tiene que haber una explicación y he venido a oírla.

Troy clavó la mirada en el suelo. Parecía estar terriblemente avergonzado. No era un mal chico y Vanessa lo sabía. Pero era evidente que tenía un serio problema.

Ness: ¿Troy? -le preguntó en un susurro-.

Troy: Él... mi padre sigue diciendo que tiene un plan, que tengo que tener paciencia y que todo saldrá bien. Eso es lo único que sé, te lo juro por Dios.

Vanessa intentaba imaginarse cómo habría llegado un hombre como Matthew a hundirse en aquel agujero. No parecía un hombre aficionado a las drogas y al alcohol, pero había personas capaces de esconderle a todo el mundo sus problemas.

Troy: Juega por Internet -musitó, como si le hubiera leído el pensamiento-. Es adicto al juego o algo así. Ya sé que parece una locura, pero no puede evitarlo. Gana un poco y después pierde mucho más. Todo empezó en el último otoño y desde entonces las cosas sólo han empeorado. Así que, en realidad el ordenador funciona. De hecho, es una de las pocas cosas que todavía no ha empeñado o vendido.

Ness: Lo siento.

Tenía una vaga idea sobre la existencia de aquella adicción, lo que no sabía era que la gente podía llegar a tales extremos.

Ness: No sé qué decir, salvo que tienes que intentar convencer a tu padre de que necesita ayuda para solucionar ese problema. No puedes comprometerte tú para protegerle a él. Lo comprendes, ¿verdad, Troy?

Troy: Él no sabe que robé dinero de la panadería. Pero lo necesitaba para pagar la cuenta del gas.

Ness: Te diré lo que vamos a hacer. Déjame echarle un vistazo a esas facturas. Me haré cargo de ellas para que no tengas que pasar tanto frío.

Troy: No debería dejar que...

Ness: Pero vas a hacerlo, así que será mejor que no perdamos el tiempo discutiendo.

Troy tomó aire y pareció ceder parte de su tensión. Al ver su expresión, a Vanessa se le llenaron los ojos de lágrimas. Aquel chico necesitaba alguien que le comprendiera, alguien que mostrara un mínimo de compasión por él.

Ness: Troy, ¿cuándo hablaste por última vez con tu madre?

Troy: No hablamos -contestó precipitadamente-. Ella ya tiene una nueva vida en California. Va a tener un bebé. Y no pienso hablarle de nada de esto.

Vanessa apretó los dientes con un gesto de frustración.

Ness: Quiero ayudarte, Troy, pero necesito un poco de colaboración por tu parte. Para empezar, tienes que prometerme que hablarás con tu padre y le dirás que necesita ayuda.

Troy: ¿Pero piensas que no lo he hecho ya?

Ness: Continúa haciéndolo. No renuncies tan pronto, Troy.

Troy: Muy bien -contestó, parecía cansado. De pronto, aparentaba muchos más años de los que tenía-. Pero sé lo que me va a decir. Que sólo necesita tiempo, que está a punto de tener un golpe de suerte y en cuanto lo consiga, ya no tendrá que preocuparse por nada.

Por lo menos, en aquella ocasión, Troy alzó los ojos hacia ella. Aquellos ojos extraordinariamente claros guardaban un mundo de dolor.




Pobre Troy... 😟

¡Gracias por leer!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Pobre troy
Vanessa fue muy buena con el
Sube pronto

Saludos

Lu dijo...

Ness siempre siendo buena.
Me gustó el capítulo.

Sube pronto.

Publicar un comentario

Perfil