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sábado, 10 de junio de 2017

Capítulo 14


1993

Ash: He tomado una decisión -les dijo a sus amigos, que habían estado esperándola en la puerta de la clínica mientras ella hablaba con la psicóloga-. Voy a tener el niño.

Vanessa, Derek y Zac permanecían sentados en silencio en el Volvo que conducía Zac. Como monitor del campamento, aquel año tenía derecho a disponer de un coche. Tanto a él como a Derek les habían dado permiso para tomarse la tarde libre. La brisa del río se filtraba por las ventanas del turismo y en la radio sonaba Alive, de Pearl Jam. Los tres llevaban casi una hora esperando a Ashley y Vanessa imaginaba que debían estar retorciéndose por dentro, aunque en realidad, ni siquiera se habían movido. Las chicas embarazadas y los centros de planificación familiar no solían ser los temas favoritos de los chicos, eso estaba más que claro. En cuanto a Vanessa, recibió la noticia con una mezcla de emociones, pero, por el bien de Ashley, sonrió mientras se corría en el asiento para dejarle sitio a su amiga.

Ness: Muy bien. En ese caso, felicidades.

Zac colocó el espejo retrovisor.

Zac: Poneos los cinturones -les pidió, y las chicas obedecieron-.

Vanessa continuaba mirando a Ashley, intentando imaginar lo que sentía. Ashley, por su parte, mantenía la mirada clavada en su regazo. Unos segundos después, sacó uno folleto del bolso y comenzó a leerlo. Sólo tenía quince años. Quince. Ni siquiera tenía edad para sacar el carné de conducir y, sin embargo, muy pronto tendría un bebé del que ocuparse durante veinticuatro horas al día sin contar con la ayuda de ningún padre. E iba a tenerlo de verdad. Vanessa había visto documentales sobre el embarazo y el parto en la clase de Ciencias Naturales y no tenía ninguna gana de experimentar nada parecido. La mera idea de que un bebé pudiera salir por ahí era... Vanessa resistió las ganas de moverse incómoda en el asiento. No tener madre implicaba no tener a nadie a quien preguntarle ese tipo de cosas. Por lo menos Ashley tenía madre. Una madre que seguramente la castigaría de por vida en cuanto se enterara de que estaba embarazada.

Los chicos continuaban callados: Derek mirando por la ventana y Zac con el ceño fruncido y la mirada fija en la carretera. Vanessa veía su expresión concentrada a través del espejo retrovisor. Como siempre, continuaban siendo marcadamente diferentes; se habían ganado a pulso los apodos de Bill y Ted, sacados de una película, Las alucinantes aventuras de Bill y Ted, sobre dos estúpidos que eran amigos íntimos. Zac era el rubio de piel bronceada mientras que el pelo oscuro de Derek, sus ojos negros y su boca generosa recordaban a Keanu Reeves. En secreto, Vanessa pensaba que se parecían más a Jay Gatsby y a Nick Carraway.

Zac miró por el espejo retrovisor y la descubrió observándole. Nerviosa, Vanessa se removió en el asiento y miró hacia la ventanilla fingiendo interés. Tenía que tener cuidado con Zac, porque aunque éste le había dicho que Derek quería que fuera su novia, ella continuaba loca por él. Lo había estado desde el día que le había conocido.

Se preguntó si se acostumbraría alguna vez a aquella forma de mirarla. Lo dudaba. Todos los veranos ocurría lo mismo. Kioga abría sus puertas y ella acompañaba a su abuelo a hacer el reparto.

Y no había un solo año en el que Vanessa no pensara que Zac habría cambiado. Que se habría convertido en un arrogante, que le habrían salido espinillas... Pero año tras año, Zac le demostraba que estaba equivocada. Continuaba siendo tan guapo como siempre y cada vez parecía más seguro de sí mismo. Además, era tan amable que en cuanto Vanessa le había dicho que Ashley y ella necesitaban que les hiciera un favor, se había ofrecido a ayudarlas sin dudar.

La verdad era que Vanessa continuaba pensando en todos los motivos que tenía para que Zac no le gustara, porque eran muchas las razones para ello; entre otras, que sabía que Zac nunca se enamoraría de una chica como ella. Sin embargo, siempre fracasaba. Aunque Zac se mostrara serio y distante con ella, sabía que era tan bueno como atractivo.

Pero ya estaba bien. Su obsesión por Zac Efron estaba comenzando a ser preocupante. Era un príncipe azul, demasiado bueno para ser verdad, y tan inalcanzable como la luna. Por otra parte, Derek era un hombre real, un chico divertido y con los pies en la tierra, el hijo del chófer de los Efron, que se había atrevido a soñar con una vida mejor para él. Derek era la clase de hombre que podía presentar a su familia sin que a sus abuelos les resultara embarazoso. Si Zac era la clase de hombre con el que una chica soñaba con casarse, Derek era el hombre con el que una chica terminaba casándose. Vanessa alargó la mano para posarla en la pierna de su amiga.

Ness: ¿Estás bien?

Ashley alzó la mirada. Estaba pálida y nerviosa.

Ash: Estoy aterrada. Ya me estoy imaginando lo que dirá todo el mundo. «Una chica tan inteligente y de una familia maravillosa. Tenía tantas cosas a su favor...».

Ness: Y ahora vas a tener otra cosa más -dijo esforzándose en encontrar algo positivo a la situación-. Eres inteligente, tienes una familia maravillosa y además vas a tener un bebé. Mi abuela dice que los bebés son una prueba de que Dios existe.

Ash: Mira, es una frase preciosa, pero no voy a engañarme. Esto no va a ser fácil.

Vanessa estaba completamente de acuerdo con ella, pero no lo dijo. Tampoco sacó a relucir los planes que Ashley y ella habían hecho durante años. Se suponía que cuando acabaran el instituto irían a conocer mundo. Después, Vanessa pensaba conseguir un trabajo maravilloso y vivir en un loft en Nueva York. Ashley pensaba regresar a Avalon y comprar la Posada del Lago Willow para convertirla en el hotel que siempre había soñado con dirigir. Vanessa pasaría en él sus vacaciones, y sería allí donde escribiría su primera novela. Por supuesto, después de aquella noticia, nada de eso iba a suceder.

Ness: Pero que sea difícil, no significa que no tengas que hacerlo.

Ash: Tengo que decírselo a Luke. Seguro que se va a enfadar.

Derek se volvió, apoyando el codo en el asiento.

Dereh: ¿Quieres que le demos una buena patada de tu parte?

Ash: No. Dios mío, Derek, ni siquiera serías capaz de acercarte. Luke lo sabe todo sobre defensa personal. Está estudiando en West Point.

Vanessa había visto a Luke en una ocasión. Era un chico de hombros anchos y resultaba muy intimidante con la cabeza rapada y el uniforme militar.

Zac: Entonces, ¿qué demonios hace saliendo con una chica que todavía va al instituto?

Ash: Sólo tiene diecisiete años, la misma edad que vosotros.

Derek: Sí, pero nosotros no hemos dejado a nadie embarazada -dijo estúpidamente, intentando animar-.

Aquello le valió un codazo de Zac.

Ash: Es el primer año que está en la academia. Además, yo le dije que tenía dieciocho años.

Y Luke Jeffrie la había creído, pensó Vanessa. Ashley, con sus ojos oscuros y su cuerpo perfecto, era una experta en hacerse pasar por mayor de lo que era. Y había que reconocerle a Luke el mérito de haber dejado a Ashley en cuanto se había enterado de los años que tenía.

Ash: Si le cuento esto y decide acatar el código de honor, tendrá que contárselo a sus superiores y le echarán de la academia. Así que a lo mejor no le digo nada.

A Vanessa se le heló la sangre en las venas al oír aquella sugerencia.

Ness: Durante toda mi vida he estado deseando que mi padre supiera que existía. Y continúo pensando que todo habría sido muy diferente si mi madre le hubiera hablado de mí.

De hecho, en realidad tampoco estaba segura de que su madre no lo hubiera hecho. A lo mejor tenía un padre en alguna parte que sabía quién era, pero no le importaba lo suficiente como para dar un paso adelante y hacerse cargo de ella.

Zac: ¿Por qué querrías que tu vida hubiera sido diferente?

Buena pregunta. Era curioso, para Zac, la vida de Vanessa era una vida perfecta.

Ness: Sencillamente, me gustaría que mi padre supiera que existo, eso es todo.

Zac: ¿Quieres que vayamos ahora a West Point? -le preguntó a Ashley-.

Ash: No. Tengo que ir a mi casa y pensar lo que voy a hacer.

Permaneció en silencio durante el resto del trayecto, revisando con aire ausente todos los folletos que le habían entregado en la clínica. En la radio sonaba Baby, baby, de Amy Grant.

No tardaron mucho en llegar a la señal que marcaba los límites de la ciudad, cerca del puente cubierto.

Ash: Será mejor que pares un momento -pidió-. Voy a vomitar.

Salió del coche en cuanto Zac lo detuvo, pero no vomitó. Tomó aire, haciendo un visible esfuerzo por contener las náuseas.

Ness: ¿Estás bien? -preguntó mientras salía del coche para ayudar a su amiga-.

Ash: Sí -tomó su bolsa y el paquete que le habían dado en la clínica-. Quiero ir andando hasta mi casa.

Zac: Puedo llevarte yo.

Ash: Está a sólo unas manzanas de aquí, y necesito pensar antes de dar la noticia a mis padres.

Zac: Me parece bien.

Ashley estaba muy pálida, pero parecía también muy decidida.

Ash: Sois los mejores amigos que he tenido nunca -les dijo antes de irse-. No sé qué habría hecho sin vosotros.

Cuando se marchó, Vanessa, Derek y Zac continuaron dando un paseo por el río, por uno de los rincones más bonitos de Avalon.

Derek: Qué lugar tan tranquilo. Tienes suerte de vivir en un lugar como éste.

Ness: Sí, pero estoy deseando irme de aquí.

Zac: ¿Por qué quieres irte?

Ness: Porque es el único lugar que conozco. Siempre he querido tener oportunidad de conocer otros lugares. De vivir una vida diferente. Quiero averiguar quién soy, aparte de Vanessa, la chica de la panadería.

Aunque Derek pareció comprenderlo, Zac la miró con extrañeza.

Zac: ¿Qué tiene de malo ser Vanessa, la chica de la panadería? A la gente le gusta esa chica.

Ness: Sí, pero a lo mejor a mí no -suspiró y fijó la mirada en las rocas del río-. Ashley y yo teníamos grandes planes. Pensábamos irnos a Nueva York en cuanto saliéramos del instituto, conseguir un trabajo e ir a la universidad. Pero ahora que ella va a tener un bebé, tendré que irme sola -miró a Derek y a Zac, los dos tan atractivos, y tan cómodos en su piel. No estaba segura de por qué, pero se sentía impulsada a desahogarse con ellos, a contarles todos sus sueños-. Si os digo algo, ¿me prometéis que no se lo diréis a nadie?

Zac y Derek intercambiaron una mirada.

Zac: Te lo prometemos.

Ness: Cuando Ashley ha salido hoy de la clínica y ha dicho que iba a tener un bebé, por un momento, y ya sé que es una locura, he sentido envidia. Ya sé que tener un bebé es algo que asusta, sobre todo cuando tienes quince años, pero aun así, no he podido evitar sentirlo, y me parece horrible.

Zac se encogió de hombros.

Zac: La gente piensa cosas horribles continuamente. El problema es cuando las hace -hablaba con aire de indiferencia, pero Vanessa sospechaba que sabía de lo que estaba hablando-.

Ness: ¿Y a ti qué te parece?

Zac: ¿Lo de tener un hijo? -apretó los labios y sacudió la cabeza-. Creo que eso es cosa suya. Pero yo nunca tendré hijos.

Ness: Todos los chicos decís lo mismo. Pero estoy segura de que dentro de diez o quince años, estarás empujando un carrito de bebé.

Derek: No, Zac no.

Zac: Exacto. Hay personas que nunca deberían ser padres.

Vanessa lo miró fijamente.

Ness: Te refieres a tu padre.

Zac: Yo no he dicho eso.

Ness: No hace falta que lo digas.

A Vanessa le resultaba asombroso el contraste entre el senador David Efron como personaje público y el hombre que era en su vida privada. A veces, le parecía imposible que hubiera tanta diferencia, aunque el propio Derek le había asegurado que era un canalla de primer orden. Cuando el senador hacía alguna de sus apariciones públicas con su familia, parecían la familia perfecta: el sincero servidor público, su adorable esposa y un hijo perfecto. Pero durante aquellos años, Zac le había permitido vislumbrar el desastre emocional que se escondía tras aquella fachada perfecta.

Zac: Yo también he tomado una decisión.

Derek y Vanessa se inclinaron hacia delante, dispuestos a escucharle.

Zac: Voy a romper con mi padre.

Derek: ¿Qué quieres decir con eso?

Zac: Voy a independizarme.

Su padre tenía grandes planes para él. Se suponía que tenía que estudiar en Columbia o en Cornell. Que se graduaría con todos los honores y seguiría la tradición de la familia. A Vanessa todo eso le parecía maravilloso, pero, al parecer, Zac tenía otras ideas.

Ness: Tú siempre hablas de lo que no quieres. No quieres tener hijos, no quieres ir a Columbia y no quieres seguir los pasos de tu padre. ¿Entonces, qué quieres?

Zac: Tengo algunas ideas, pero no creo que a mi padre le vayan a hacer mucha gracia. Y eso es todo lo que pienso decir de momento.

Ness: ¿Y tú, Derek? -preguntó, advirtiendo que éste se había quedado muy callado-.

Derek: Tengo un plan. Voy a alistarme en el ejército.

Vanessa lo miró con el ceño fruncido.

Ness: ¿En el ejército? ¿Irás a un campamento de reclutas y todo eso?

Derek: Por supuesto. Comenzaré en otoño del año que viene.

Vanessa no sabía nada de la vida militar, salvo los anuncios que había visto en televisión, en los que prometían una buena educación y la posibilidad de conocer mundo. Pero estaba segura de que allí había gato encerrado. Por ejemplo, no contaban que tendría que viajar a lugares peligrosos en los que habría gente que estaba deseando matarle. Se volvió hacia Zac.

Ness: ¿Y tú qué piensas de ese plan?

Zac: Creo que Derek tiene que hacer lo que él quiera.

Ness: Entonces, ¿es eso lo que quieres?

Derek la miró en silencio durante largo rato. No se estaban tocando y ni siquiera estaban cerca, pero Vanessa sintió aquella mirada sobre ella como una caricia.

Derek: Sí, eso es lo que quiero. Además de muchas otras cosas.

Sus sentimientos eran casi tangibles. Vanessa se sentía como si la estuviera acariciando, y no pudo evitar una sonrisa. Derek siempre la hacía sonreír.

Ness: ¿Como qué? -preguntó, esperando que se diera cuenta de que no estaba coqueteando-. Quiero saberlo de verdad.

Derek: Quiero ir a la universidad, y para mí, la forma más fácil de hacerlo es yendo al ejército.

Ness: ¿Quieres ir a la universidad? Yo pensaba que odiabas el colegio.

Derek: Y no me gusta. Pero es la mejor forma de hacer algo de provecho. Quiero casarme y formar una familia. Ya sabes, todo eso del «y vivieron felices para siempre» -le dio un codazo a su amigo-. Y eso es todo lo que pienso contar por ahora.




¿Qué pasaría con el plan de Derek?

¡Gracias por leer!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Que buena esta la novela
Me quede con muchas ganas de seguir leyendo
Todo es tan interesante
Síguela pronto por favor


Saludos

Lu dijo...

Me encanta esta novela.
Ame el capítulo. Me deja con mucha intriga, ya quiero saber que va a pasar.

Sube pronto

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