topbella

sábado, 6 de agosto de 2016

Capítulo 12


En los primeros días del año nuevo, armada con un archivador gordísimo, Vanessa hizo otro repaso del local en el que ya pensaba seriamente como el MacT. Pero esta vez llevaba a Ashley y a Claire para que le dieran su opinión.
 
Ness: La barra, allí. Madera oscura, algo que destaque. Intentaré convencer, camelar, engatusar con zalamerías o con sexo a Zac para que me la haga.
 
Claire: ¿Qué tal va eso? El sexo.
 
Ness: Simplemente mira esta cara -se señaló la cara con los pulgares-.
 
Claire: Satisfecha, relajada, feliz. Y un poco jactanciosa. Pregunta respondida.
 
Ness: De momento, todo bien. Luces ahí, ahí, ahí, tonos cálidos. Y estoy pensando en un sofá de cuero, quizá marrón oscuro, allí, una mesa de centro. Unas mesas altas delante del ventanal, mesas bajas allí y allí. Y el paso al restaurante estará justo ahí.
 
Ash: Va a quedar fenomenal. Pero, antes de ponernos con los muestrarios de color -añadió-, debo preguntar por qué no presumes del mencionado sexo, ni le das detalles a la única de nosotras que, tristemente, carece de vida sexual.
 
Ness: Por no gafarte, ni ponerte más triste aún.
 
Ash: Por favor… -hizo un gesto de desdén-. He visto a Zac antes, y también a él se le ve satisfecho, relajado, feliz. Lo de jactancioso no lo tengo tan claro, aunque puede que lo haya estado enmascarando. ¿Vas a verlo esta noche?
 
Ness: No. Solo tengo como una hora, luego tengo que volver a Vesta. Hoy trabajo. Y él, como todos, está liadísimo. Preparando la inauguración de dentro de unos días, trabajando en el otro edificio, planificando este. Desde Año Nuevo hemos pasado juntos casi todas las noches, y he pensado…
 
Claire: ¿Que necesitabas un descanso? -sugirió-.
 
Ness: Creo que sí, que ambos lo necesitamos. Ya sabéis cómo soy. Me meto en este tipo de historias porque son pasajeras, divertidas y naturales. Te gusta un hombre, confías en él, te atrae y acabas saliendo con él. Pero luego llega el momento en el que empiezo a preguntarme si hay algo más, si debería ser algo más, si será amor en mayúsculas, con A.
 
Claire: ¿Estás enamorada de Zac?
 
Ness: Tengo la… -aleteó con una mano y se la llevó al corazón-.
 
Ash: La corazonada de los Hudgens -asintió con la cabeza-.
 
Ness: Una no se puede fiar, pero el caso es que yo siempre he querido a Zac. Quiero a todos los Efron. Lo llevo en la sangre. Así que puede que sea solo eso. Una especie de falso positivo. Si se convierte en la A mayúscula, quizá se estropee todo.
 
Ash: ¿Por qué das por hecho que no puede reconquistarte con esa A mayúscula?
 
Ness: No sé. A lo mejor también lo llevo en la sangre. -Se encogió de hombros-. Temo que en parte se deba a mi herencia materna, y me deprime.
 
Claire: Tú no te pareces en nada a tu madre.
 
Ness: Ni quiero parecerme -dijo dirigiéndose a Claire-. Engañó, mintió, manipuló. El sexo era fácil para ella, desde luego, de lo más natural. Así que me parece que esa parte de mí que no soporta parecerse a ella toma el sexo fácil y desenfadado y se empeña en convertirlo en algo más. Sin querer. O como antídoto. Y lo transforma, porque la A mayúscula rara vez funciona. Es una estupidez.
 
Ash: No lo es -insistió-. Porque eres tú.
 
Ness: Pero ahora somos Zac y yo. Siempre que me lío con un hombre, termino convirtiéndolo en algo más… ya sabéis, por el cosquilleo. Luego el cosquilleo se va y me doy cuenta de que no, que no es esa persona especial. Que es un tío majísimo, como lo han sido casi todos, pero no es «el tío», si es que existe semejante cosa, claro.
 
Claire: Existe -insistió-.
 
Ness: Puede. Ahora tengo el cosquilleo con Zac y, cuando se vaya…
 
Claire: ¿Por qué «cuando»? -negó con la cabeza-. A lo mejor no se va.
 
Ness: Porque en la historia siempre hay un cuando, por eso. No quiero convertirlo en algo más y luego tener que reconvertirlo en menos. Con Zac, no. Me importa más que el cosquilleo o la herencia materna.
 
Claire: Me parece que te estás subestimando, y subestimándolo a él también. Pero… -miró la hora-. No puedo entrar en detalles ahora porque tengo que marcharme, pero ya hablaremos -terminó, señalándola con un dedo amenazador-.
 
Ness: Por mí, bien. Más vale que cierre. Me acerco al hotel contigo, Ashley, a echarle un vistazo a mi parte del menú de la inauguración antes de irme a trabajar.
 
Ash: Vale.
 
Salieron y se dividieron: Claire cruzó Main Street; Vanessa y Ashley, Saint Paul.
 
Ness: Está enamorada -declaró-. Un amor así te hace optimista, te empuja a ver a otros subidos al mismo tren.
 
Ash: ¿Y por qué no ibas a ser optimista?
 
Ness: No soy del todo pesimista… no lo creo. Soy más bien prudente.
 
Ash: Yo no voy en el tren del optimismo, pero te aseguro que da gusto veros juntos a Zac y a ti. -Abrió con llave la puerta de Recepción-. También entiendo que quieras, que alguien pueda querer, tomarse un respiro, para pensar. El sexo puede ser natural y desinhibido, pero a la vez nubla el cerebro. Tómate un día o dos para aclararte.
 
Ness: Exacto, eso es, sí. -Menos mal que Ashley era una mujer práctica, pensó-. Un descanso clarificador.
 
Ash: Voy a hacer té mientras repasamos el menú.
 
Ness: Vas a hacer té en el hotel -se subió de un salto a uno de los taburetes de la isla de la cocina-. Y vamos a hablar del menú de inauguración. Hace un año, estábamos aún muy lejos de todo esto. Tú ni siquiera vivías en el pueblo.
 
Ash: Hace un año yo creía que el Hotel Wickham y Jonathan eran mi futuro.
 
Ness: ¿Se te alborotaba el corazón?
 
Ash: No. -Meditándolo, encendió la tetera-. Pero pensaba que lo quería. Confiaba en él, desde luego, lo admiraba, disfrutaba de su compañía. Por eso creía que lo quería. Él lo sabía. Sabía que confiaba en él, que lo admiraba, que sentía algo por él… y sabía que yo creía que tendríamos un futuro juntos.
 
Ness: ¿Cómo no ibas a creerlo?
 
Ash: ¿Cómo no iba a creerlo? -repitió, sin ese sabor amargo que antes solía producirle la idea-. Casi vivíamos juntos. Decía que me quería, hablábamos de futuro.
 
Ness: Lo siento, Ashley. ¿Aún te duele?
 
Ash: No… bueno, un poco -reconoció mientras sacaba las tazas-. Aunque más en el orgullo que en el corazón a estas alturas. Me utilizó, y eso… me cabrea mucho. Dudo que fuera su intención al principio, pero, durante los últimos meses, me utilizó y, al final, terminó haciéndome sentir imbécil. Eso sí duele. Que te hagan sentir imbécil.
 
Ness: El imbécil es él. Yo no quiero hacerle tanto daño a nadie.
 
Ash: Tú no podrías. No es propio de ti, Vanessa.
 
Confiaba en que así fuera, pero, a veces, la idea la tenía en vela toda la noche.
 
 
En la quietud de su establecimiento cerrado, Vanessa se ató el delantal y empezó a avanzar el trabajo. Encendió los hornos, puso en marcha la cafetera. Cuadró la caja, comprobó el nivel de la máquina de hielo. Supervisó cada rincón de la cocina, rellenó las bandejas de los ingredientes, anotó que debía pedir más suministros, abrió un nuevo tarro de mozzarella.

Después de trasladar unas bandejas de masa a la nevera de debajo de la barra, calculó que tendría que preparar aún más a mediodía. Sacó los botes inmensos de salsa y los dejó a mano. Vio que tenía menos marinara de la que quería, así que reunió los ingredientes necesarios para preparar más.

Se detuvo al oír que llamaban a la puerta y, maldita sea, el corazón se le alborotó al ver a Zac a través del cristal. Le enseñó una llave, ella asintió y él la usó para entrar por la puerta principal.
 
Zac: Pareces atareada.
 
Ness: No demasiado. Casi no nos queda marinara.
 
Zac: ¿Puedo trabajar en la barra un rato? En la obra hay mucho ruido y en el hotel están con los recorridos para los medios.
 
Ness: Claro. ¿Te apetece un café?
 
Zac: Me lo pongo enseguida. -Dejó el maletín y un tubo largo, se quitó el abrigo, el gorro de esquí. Se pasó la mano por el pelo. Luego rodeó la barra, le cogió la cara con las manos y la besó-. Hola.
 
Ness: Hola.
 
Zac: Huele bien.
 
Ness: La mejor marinara del condado.
 
Zac: Hablaba de ti, pero la salsa tampoco huele mal. ¿Tú no te tomas un café?
 
Ness: Tendré las manos ocupadas hasta que ponga esto en marcha. ¿No se supone que tú formas parte de la presentación a los medios?
 
Zac: A veces sí, a veces no. -Fue a por una taza, levantó la voz mientras ella abría una lata enorme de tomate triturado-. Contamos con una amplia lista de interesados. Ashley tiene contactos en Washington, Filadelfia, así que estamos saliendo al exterior. Mejor para nosotros.
 
Ness: Mucho mejor.
 
Zac: Mamá y Amy se están encargando de casi todo con Ashley, y el resto hacemos lo que podemos cuando toca.
 
Ness: Qué emoción.
 
Zac se quedó allí, de pie, viéndola remover y añadir las hierbas.
 
Zac: ¿No tienes que medirlas?
 
Ness: No -contestó sin más-.
 
Zac: Le he echado un ojo a la carta del local nuevo. ¿Cómo sabes hacer todo eso?
 
Le dedicó una mirada que Ashley habría calificado de jactanciosa.
 
Ness: Tengo mis habilidades.
 
Zac: Supongo que necesitarás un voluntario que pruebe todos esos platos.
 
Se volvió a mirarlo.
 
Ness: ¿Tú? ¿Te ofrecerías voluntario?
 
Zac: Es lo mínimo que puedo hacer.
 
Ness: Cuánta generosidad. -Claro que no era mala idea, se dijo. Era como lo de probar todas las habitaciones del hotel antes de abrirlo al público-. Libro el lunes por la noche.
 
Zac: Por mí, bien.

Ness: Dime qué quieres.
 
Zac: Lo que quieras tú.
 
Ness: No, échale otro vistazo a la carta propuesta, haz una comanda: ensalada, aperitivo, entrante. Todo. Cuando esto esté en marcha, tendré un chef y no cocinaré yo, luego tendré a gente que prepare los platos, pero esto me servirá de orientación. Tendré que probar platos distintos con gente diferente, y hacer los ajustes cuanto antes.
 
Zac: A propósito de ajustes, ¿has terminado ya con eso?
 
Ness: He terminado.

Aunque podía hacer masa y así ahorrarse el trabajo de la tarde.
 
Zac: Quiero enseñarte algo.
 
Ness: Pero rápido -le dijo limpiándose las manos-. Debería aprovechar y hacer la masa ahora que tengo tiempo. Además, ¿tú no tenías trabajo? -añadió acercándose a la nevera-.

Decidió que quería la cafeína fría, sacó una Coca Light.
 
Zac: Esto es parte de lo que tenía que hacer.
 
Abrió el tubo, sacó unos planos y los desenroscó sobre la barra.
 
Ness: ¿Es la panadería? Nunca he tenido ocasión de… -Se interrumpió, de pronto sin habla al leer el nombre. Bar Restaurante de MacT. MacT. Ahí dice MacT.
 
Zac: Ese es el nombre que querías, ¿no? Siempre puedes cambiarlo. Sobre plano, puedes cambiar cualquier cosa. Esta copia es para ti. Alex anda liado esta mañana, pero los repasará contigo. De momento, yo puedo contestarte a casi todas las preguntas, si tienes alguna, explicarte lo que no entiendas.
 
Ness: Mis planos.
 
Zac: Exacto.
 
Ness: Un momento.

Se alejó dando vueltas, bailó por el comedor. Saltó, giró, brincó, recordándole a Zac sus días de animadora en el instituto de Boonsboro.

Al verla hacer una voltereta, él se sobresaltó. Luego rió.
 
Zac: Madre mía, Vanessa. ¿Aún puedes hacer eso?
 
Ness: Por lo visto, sí.

Con un gritito, se lanzó sobre él.

Zac la atrapó pero se tambaleó un poco cuando ella alzó los puños al aire.
 
Zac: Esperaba que mostraras más entusiasmo.
 
Ness: ¿Qué tal todo este entusiasmo?

Se colgó de su cuello, le enroscó las piernas en la cintura y ancló su boca a la de él.
 
Zac: No está mal. -Dio una vuelta con ella en brazos-. No está nada mal.
 
Ness: Ni siquiera los he visto. ¡Tengo que verlos!

Al bajarse, a punto estuvo de caerse encima de los planos.
 
Zac: Si quieres, te lo explico -propuso, pero ella lo apartó de un manotazo-.
 
Ness: ¿Crees que no sé interpretar un plano? Casi me acostaba con los de Vesta. Muy bien, muy bien -masculló-. Voy a querer mover esta nevera de aquí a aquí. Facilitará el flujo de trabajo, y me hará falta una mesa aquí, junto al lavaplatos.
 
Zac sacó un lápiz del maletín.
 
Zac: Márcalo.
 
Vanessa lo marcó, hizo un par de pequeños ajustes.
 
Ness: La entrada aquí, muy bien. Paso despejado de un espacio a otro para clientes y camareros. Tomando una copa a la barra con un amigo. Oye, ¿te apetece que cenemos? Y pasan al otro lado.
 
Zac: La barra es grande.
 
Ella asintió rotunda con la cabeza.
 
Ness: Tiene que destacar.
 
Zac: Necesito que me digas lo que quieres poner ahí. Madera, acabado, estilo… para que pueda prepararte un diseño.
 
Vanessa lo miró despacio.
 
Ness: ¿Lo vas a hacer tú?
 
Zac: Contaba con ello. ¿Por qué?
 
Ness: Iba a servirme de mis encantos para convencerte.
 
Zac: Pensándolo bien, tengo bastante lío.
 
Riendo enseguida, se volvió a abrazarlo. A la mierda el día o dos para aclararse.
 
Ness: Zac…
 
Zac: Puede que no tenga tanto lío.
 
Estrechó el abrazo cerró los ojos con fuerza.
 
Ness: No te voy a decepcionar.
 
Zac: Nadie lo piensa. En absoluto.
 
Negó con la cabeza, lo miró a los ojos. Era más que un edificio, que un negocio. Era Zac, y le alborotaba el corazón.
 
Ness: No te voy a decepcionar.
 
Zac: Vale.
 
Asintiendo, volvió a apoyar la cabeza en su pecho. Viejos cimientos, se dijo, nuevas fases. ¿Quién sabe lo que se podría construir?
 
Ness: Tengo que amasar.
 
Zac: ¿Y quién no?
 
Sonriendo, ladeó la cabeza.
 
Ness: Hablo de la masa de la pizza, para poder pagar al dueño de mi local con lo que consiga amasar de eso.
 
Zac: Mientras tú haces eso, aprovecharé el silencio para hacer unas llamadas. -La estrujó por última vez-. Esto llevará un tiempo -señaló los planos-. Hacer los cambios, encontrar los técnicos, obtener las autorizaciones. Ahora estamos centrados en el otro edificio.
 
Ness: Da igual lo que tarde. -Pensó en él, en ellos, en la vida que compartirían-. Lo que importa es lo que dure.
 
 
En cuanto abrió, Ashley entró corriendo.

Vanessa añadió pepperoni a una pizza grande.
 
Ness: Hola. ¿Qué tal por Hollywood?
 
Ash: Genial. Sobre ruedas, de momento. Ahora están haciendo entrevistas y vídeos a los Efron. Tengo diez minutos.
 
Ness: Siéntate -metió una pizza grande en el horno-.
 
Ash: He preferido pasar a contártelo en vez de enviarte un mensaje. Buena parte del equipo técnico preguntaba por un sitio para comer, y les hemos recomendado Vesta.
 
Ness: Se agradece la recomendación. Me alegro de haber hecho masa de sobra.
 
Ash: El caso es que un par de ellos han propuesto hacer un vídeo y unas entrevistas por la zona. Empezando por aquí. Por ti.
 
Ness: ¿Por mí?
 
Ash: Y puede que unas fotos.
 
Ness: ¿A mí? No. Tú mírame. Llevo el delantal lleno de salsa. Hoy no me he lavado el pelo. Ni me he pintado.
 
Ash: Olvida la salsa; gajes del oficio. El pelo está bien. Me quedan nueve minutos. Te puedo maquillar en seis. Venga.
 
Ness: Pero los pedidos… mierda. Chad. Dos grandes en el horno para domicilio. Encárgate tú. Vuelvo en cinco minutos.
 
Ash: Seis -la corrigió-.
 
Ness: ¡Seis! -gritó corriendo hacia la puerta-. ¿Cómo es que nadie me ha avisado de que esto podía pasar? No habría salido de casa sin pintarme.
 
Ash: Seis minutos, puede que menos. Los dioses te han dado una piel estupenda. Resaltaremos los ojos, te daremos más color y te quitaremos brillos.
 
Ness: ¡Me brilla la cara! -Desesperada, abrió de golpe la puerta del apartamento y corrió al baño-. Llevo una blusa vieja.
 
Ash: Te la tapa el delantal -centrada, abrió el cajón del lavabo-.
 
Ness: El delantal pringado de salsa.
 
Ash: Ya te he dicho que la salsa está bien. Es un refuerzo. Siéntate -le ordenó-. Esto es muy sencillo. No es un casting para una gran película. Solo son unos segundos en las noticias de la noche.
 
Ness: Ay, Dios.
 
Ash: Tranquila. ¿Por qué no tienes organizado el maquillaje: ojos, labios, mejillas?
 
Ness: Encima no me eches la bronca, que me va a dar algo. ¿Por qué me habré teñido el pelo de este color?
 
Ash: ¿Para qué te lo tiñes, con lo bonito que es tu pelo natural?
 
Ness: Por costumbre. Primero por costumbre, ahora es como un vicio. Ayúdame.
 
Ash: Cállate y cierra los ojos -le aplicó la sombra, la difuminó, le pintó la raya, la estiró-. ¿No te había dicho que te compraras un rizador de pestañas?
 
Con cuidado, Vanessa abrió un ojo.
 
Ness: Me dan miedo.
 
Ash: Venga ya. Mira aquí.

Levantó un dedo, luego le extendió el rímel.
 
Ness: ¿Por qué siempre estás tan perfecta? -protestó-. ¿Por qué eres tan guapa? Te odio.

Ash: Te regalo mis mejillas de payaso.
 
Ness: No, gracias.
 
Ash: Tienes la piel como de porcelana. Te odio. -Mañosa y rápida, le aplicó el colorete-. Y, por lo que más quieras, cómprate un rizador. Y un perfilador labial. Relaja la mandíbula. -Eligió un lápiz de labios de las dos docenas que había revueltos en el cajón, le puso un poco de polvos translúcidos, los extendió-. Listo, y en cuatro minutos.
 
Ness: Mis pizzas.
 
Ash: Ya se encarga Chad. Mírate.
 
Vanessa se levantó, miró los resultados en el espejo del lavabo. Se veía los ojos más grandes, más marrones, las mejillas más definidas, los labios más sonrosados.
 
Ness: Eres un genio.
 
Ash: Lo soy.
 
Ness: Pero el pelo…
 
Ash: Olvídalo. Veinte segundos -tiró de aquí, estiró de allá. Asintió-. Informal, desenfadado y un poquito sexy.
 
Ness: La blusa…
 
Ash: Está bien. Otros pendientes. Treinta segundos. -Aprisa, abrió el cajón de los pendientes. Le echó un vistazo rápido, frunció los ojos-. Estos. Brillan un poco, cuelgan un poco, y son de Gifts. Simbióticos.
 
Ella le puso uno mientras Vanessa se ponía el otro.
 
Ness: ¿No debería…?
 
Ash: Hecho -declaró, y cogió a Vanessa de la mano-. Cambia el chip. Quieres que los reporteros hablen de la deliciosa comida y el exquisito servicio, ¿no?
 
Ness: Claro, claro. Ay, qué boba. Mi aspecto da igual. No, no da igual, pero tengo que avisar al personal. Debería llamar a Donna para que venga.
 
Ash: No estaría de más. Tengo que irme.
 
Ness: Gracias por el maquillaje. De verdad.
 
 
A la una, estaba demasiado ocupada para preocuparse por la blusa, el delantal con salsa o si se le había corrido el maquillaje. Se centró en las pizzas, en hacer una detrás de otra, y dio gracias a que estaba Donna, que había acudido cuando la había llamado y se había encargado de los pedidos de pasta y ensaladas.

Pasó el trago trabajando; de hecho, hizo dos entrevistas rápidas desde detrás de la mesa de trabajo. Hasta lanzó la masa al aire a petición de un cámara.

Y pensó en el incentivo de que su local saliera en una cadena de Washington aunque solo fueran dos o tres segundos.

A las tres, terminada la locura, Vanessa hizo su primer descanso derrumbándose en el comedor del fondo, vacío, con una botella de Gatorade.

Saludó apenas a Claire cuando esta entró.
 
Ness: Creo que me he quedado sin electrolitos. ¿Han pasado por tu tienda?
 
Claire sostuvo en alto el vaso de café para llevar de su librería.
 
Claire: Espresso doble con leche desnatada.
 
Ness: No me digas más.
 
Claire: Pero ha ido bien. Va bien para la librería, para el hotel, para el pueblo, creo yo.
 
Ness: Seguro que Ashley no ha tenido que ir corriendo a PLP a maquillarte.
 
Claire: No, pero yo no estoy metida en una cocina todo el día.
 
Ness: Buena respuesta.
 
Claire: La reportera de Hagestown Magazine quiere proponerle a su jefe un artículo de investigación o una ampliación de la crónica. Sobre nosotras: Ashley, tú y yo.
 
Ness: ¿Sobre nosotras? ¿Qué clase de artículo?
 
Claire: Tres mujeres, tres amigas. Una lleva una librería, otra lleva un restaurante… pronto dos… y otra un hotel familiar.
 
Ness: Yo no quiero salir con el delantal decorado.
 
Claire: ¿Decorado de «decorado» o como el de las doncellas francesas?
 
Ness: Adivina. -Con una sonrisa pícara, se señaló el delantal manchado-. Avisarían con más tiempo, ¿no? No volverán a dejarnos cuatro minutos para pintarnos.
 
Claire: Mucho más. Si sale adelante, nos pondremos de acuerdo en el día y la hora. Nos vendrá bien a todas, como promoción. Aun así, no sé cómo lo hace Ashley. Ha traído a una de las reporteras a la librería. Iba…
 
Ness: Perfecta.
 
Claire: Perfecta. Y relajada. Estoy impaciente por ver cómo sale todo en las noticias de esta noche y luego en la prensa. Alex va a ir a recoger a los niños al colegio, o habrá ido ya. Me ha dicho que necesitaban su ratito de hombres.
 
Vanessa puso cara de ternura.
 
Ness: Te ha tocado la lotería, Claire.
 
Claire: El premio gordo. También me han pedido que viniera a Vesta a por espaguetis con albóndigas. Raciones de hombre.
 
Ness: En eso te puedo ayudar.
 
Claire: Pronto necesitaré ayuda con algo más. Después de la inauguración, solo me quedarán dos meses para la boda. Sé que no va a ser algo por todo lo alto, pero…
 
Ness: Todo tiene que salir genial.
 
Claire: Empezando por los vestidos. El mío, el tuyo y el de Ashley.
 
Ness: Quedamos un día. Dime cuándo. Ya me las apañaré.
 
Claire: El jueves es el día que mejor me va ahora mismo, después de la inauguración, cuanto antes, mejor. Tengo que preguntarle a Ashley. Si os viene mejor el miércoles, puedo hacer un par de ajustes.
 
Ness: A mí me viene bien cualquiera de los dos.
 
Claire: Ya he hablado de las flores con Carol, la de Mountainside. Eso está arreglado. Aún no he hablado contigo de la comida.
 
Ness: ¿Por qué no me lo dejas a mí? Te pasaré una propuesta, tú haces los cambios que quieras, quitas, pones. Podemos darle un primer empujón.
 
Claire: Me quitas un peso de encima. Gracias. -Inclinándose, sonriente, feliz, cogió de las manos a su amiga-. Me voy a casar, Vanessa.
 
Ness: Eso he oído decir.
 
Claire: Todo ha ido tan deprisa. ¿Te acuerdas de cuando empezaron la obra del hotel? Parecía que no se terminaría nunca. Y ya está acabado, a punto de inaugurarse. Me caso, Alex está rematando la casa. Yo ando buscando baldosas, grifos, plafones.
 
Ness: ¿Estás nerviosa?
 
Claire: No, nerviosa no. Algo agobiada por algunas cosillas. Matrimonio, casa nueva y, si todo sale como tenemos previsto, un nuevo bebé en camino en unos meses.
 
Ness: Todo esto te está sentando de maravilla.
 
Claire: Me siento de maravilla. ¿Y tú, estás nerviosa?
 
Ness: ¿Por qué?
 
Claire: Por lo tuyo con Zac.
 
Ness: No. No, nerviosa exactamente no. Pero sí algo agobiada por algunas cosillas también. Tan pronto me digo que sí, claro que sí, como me pregunto qué hago, de dónde ha salido todo esto y cómo sigo adelante. -Apoyó la barbilla en el puño cerrado-. Luego vuelvo al «claro que sí». Somos amigos desde niños, y ahora nos vemos de otro modo. Eso agobia un poco. Pero puede que sea bueno. De lo contrario, quizá no tardaría mucho en convertir ese «claro que sí» en un «pero ¿qué haces?».
 
Antes de volver a sentarse, Claire le apretó con fuerza la mano a Vanessa.
 
Claire: Y tú dices que eres desconsiderada con la gente. No sé de dónde sacas eso. Hace tiempo que te conozco, y nunca has sido desconsiderada con nadie. En el instituto, nos llevábamos bien. Íbamos en pandillas distintas, aunque las dos éramos capitanas del equipo de animadoras.
 
Ness: ¡Vamos, Warriors!
 
Claire: ¡Vamos, Warriors! Pero, cuando volví a casa después de que mataran a John, tú siempre estuviste a mi lado. Siempre, Vanessa. No sé qué habría hecho sin ti entonces. Ni qué haría ahora.
 
Esta vez fue Vanessa la que le cogió la mano a Claire.
 
Ness: Y nunca lo vas a saber.
 
Claire: Lo mismo digo. No eres de las de «pero ¿qué hago?», Vanessa. Con la gente, no. Tengo que volver a la tienda. Hacia las cinco, vendré a por las raciones de hombre de espaguetis con albóndigas.
 
Ness: Yo te las mando, para que te ahorres el viaje.
 
Vanessa se quedó sentada un rato más. Ya había descansado bastante, de todo, decidió. Y estaba harta de pensar en lo que ocurriría después en vez de disfrutar de lo que tenía ahora.

Sacó el móvil y le mandó un mensaje a Zac.

«Salgo en una hora. ¿Te apetece subir a compartir conmigo una botella de vino y una pizza familiar?»

Se terminó la bebida, giró los hombros cansados. Sonrió al ver la respuesta de él.

«Acabo enseguida, me tomo una cerveza con David en tu local. Te llevo a casa.»
 
Ness: Sí, Zac, me llevas a casa. Eso es lo que hace un buen novio.
 
Se levantó, se marcó un bailecito, y luego volvió al trabajo.




Ya sabemos que Zac es un buen novio y que Ness está un poco loquita XD

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Besis!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Esta parejita me encanta son muy tiernos
Espero que no haya algun problema
Ahora esta todo tranquilo
Síguela ya quiero saber maaaasss
Sube pronto

Saludos

Lu dijo...

Me encantó el capitulo!!
Ness es muy loquita o tiene demasiada energía.



Sube pronto

Publicar un comentario

Perfil