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lunes, 26 de mayo de 2014

Capítulo 9


A Vanessa le habría gustado poder dormir, pero no lograba conciliar el sueño que tanto necesitaba. Los acontecimientos de aquella horrible noche desfilaban por su mente una y otra vez.

Realmente creyó haber dejado todo aquello atrás. Al fin y al cabo, se había sometido por decisión propia a una cara terapia que su madre costeó sin hacer preguntas, y se había esforzado al máximo para superar el recuerdo de aquella noche.

Además, lo ocurrido tampoco había sido tan grave. Paul no la violó, no le pegó, ni siquiera la lastimó. Y Vanessa no había vuelto a verlo. Cuando salió de su habitación, dos semanas después, oyó decir que Paul había sufrido un accidente y había pasado casi todo el verano en el hospital. Después se cambió de centro para cursar el último año de enseñanza secundaria. Dado que Marshfield era una ciudad relativamente grande, Vanessa no volvió a coincidir con él. Podía fingir que nada de aquello había ocurrido, aunque Mike no dejaba de mencionar el asunto. Vanessa sabía por qué lo hacía. Seguramente quería ayudarla a afrontar el hecho, a superarlo. No entendía que ella tan solo deseaba olvidarlo. Con Paul en otro instituto y Zac en la cárcel, no había nada que le recordase lo sucedido aquella noche.

Nada salvo Mike. Y su súbita repugnancia a que la tocaran.

De Zac Efron no se volvió a hablar. Vanessa apenas conocía algunos detalles. Zac estaba en la cárcel e iba a cumplir condena por haber dejado a un hombre medio muerto de una paliza. Mike se negaba a hablar de ello. Vanessa supuso que, por primera vez, incluso su primo pensaba que Asesino se había pasado de la raya.

Al final, todo podría haber ido bien, pero no fue así. Mike había muerto, asesinado a golpes en casa de un hombre al que ya habían condenado una vez por un delito de agresión grave. Y a Vanessa seguía produciéndole pavor la idea de que un hombre la tocase.

Se incorporó y se recostó en la pared mientras el neón iluminaba el delgado colchón. Todavía no había amanecido. Aún le quedaban largas horas para recordar aquella horrible noche una y otra vez.

Lo peor era que se acordaba perfectamente de lo bien que se había sentido mientras Zac la besaba y la acariciaba. Y lo poco que le había gustado estar con Paul.

Vanessa se levantó del colchón, incapaz de seguir a solas con sus pensamientos. En el viejo y enorme edificio reinaba el silencio. Zac estaría acostado. Hasta las ratas dormían.

En la cocina quedaría algo de alcohol, y Vanessa pensó en bajar para echar un trago que la sumiera en un agradable y duradero sopor. Tan solo llevaba la camiseta y los pantalones cortos de franela que solía ponerse para dormir, pero no le importaba. Nadie la vería.

Bajó por la oscura escalera con cuidado, pues no quería pisar más cadáveres de rata, y entró en la cocina. La mesa seguía cubierta de vasos, ceniceros y fichas de póquer.

Vio el vaso de whisky de Zac, aún medio lleno, y lo agarró con la intención de beberse el contenido de un solo trago.

Casi se atragantó.

No era whisky, sino té helado sin azúcar. Vanessa soltó el vaso, asqueada. Con razón Zac había ganado esa noche. Todos habían bebido alegremente, pensando que él hacía lo mismo, y se había mantenido sobrio solamente para ganar. Una astuta artimaña muy propia de Zac.

Vanessa empezó a registrar la cocina en busca de cerveza, pero no encontró ninguna. Max y Henry se habrían llevado las últimas. No había bebidas alcohólicas por ninguna parte.

Zac: ¿Encuentras algo interesante? -dijo desde la puerta-.

Ella no se había dado cuenta de que estaba allí, observándola, y se quedó paralizada, aunque dispuso de un momento para recobrar la compostura antes de volverse hacia él.

Por suerte. Zac permanecía apoyado en el poste de la puerta, con unos tejanos y una camisa de franela sin abrochar. Aún tenía un cuerpo precioso, y Vanessa sabía que era muy fuerte, aunque no se notara a causa de su complexión delgada. Tan solo los músculos de sus hombros y sus brazos permitían intuir su fuerza. Por algún motivo, ese físico engañoso resultaba vagamente erótico.

Ness: Buscaba algo para beber. No podía dormir.

Él entró en la cocina y cerró la puerta que daba al taller.

Zac: Seguro que no es la mala conciencia lo que te impide dormir. No has vivido lo suficiente para sentirte culpable de nada.

Empezó a caminar hacia ella lentamente.

Ness: Pero tú sí, supongo -retrocedió sin darse cuenta-. Hay muchas cosas de las que debes de sentirte culpable.

Zac: Cierto. Por suerte, opino que el sentimiento de culpa es una pérdida de tiempo. Lo hecho, hecho está, y lamentarse no sirve de nada.

Ness: Yo no me lamento.

Zac: No he dicho que lo hagas -rodeó la mesa que se interponía entre Vanessa y la escalera-. Lo que quiero decir es que, antes o después, tendrás que superar tu problema.

Ness: ¡Vete a la mierda!

Zac: Ésa es una forma de enfrentarse al problema.

Siguió acercándose, y ella siguió retrocediendo.

Ness: Esto es ridículo -dijo deteniéndose-. No puedes perseguirme alrededor de una mesa como si estuviéramos en unos dibujos animados.

Zac: Pues quédate quieta.

Ella reemprendió la retirada.

Ness: Ni hablar. Dime dónde puedo encontrar algo que me ayude a dormir y volveré a la cama.

Zac: Aquí mismo.

La alcanzó con asombrosa facilidad y la acorraló contra la mesa.

Ness: No me toques -dijo a modo de súplica y de advertencia-. No me gusta que me toquen.

Zac: Pues supera tu problema -repitió-.

Le pasó el brazo alrededor de la cintura y la levantó sin esfuerzo. Vanessa oyó cómo caían los vasos y las fichas de póquer mientras él despejaba la mesa. Luego la tumbó sobre la lisa superficie y se situó encima de ella, cubriéndola con su pecho desnudo. Ella notó la inconfundible presión de su erección en el muslo, y permaneció quieta, incapaz de moverse.

Zac la miró a la cara, con los codos apoyados en la mesa, y contempló su visible pánico.

Zac: Mike olvidó mencionarme este detallito -dijo casi para sí mismo-.

Ness: ¿Qué? -preguntó con un aterrorizado gemido-.

Estaba temblando y sabía que él podía notarlo.

Zac: Que tienes miedo de los hombres. ¿Por culpa de Paul?

Ness: La culpa es solamente mía -dijo consciente de que era verdad-.

Podía haberse esforzado para superar ese problema, pero había optado por la vía más cómoda y segura.

Notó con horror que él le pasaba los labios por la frente en un gesto casi distraído.

Zac: Menos mal que Paul ha muerto -murmuró-. O habría tenido que liquidarlo yo.

Deslizó los labios por la mejilla de Vanessa, con la suavidad de una pluma, hasta llegar a la comisura de su boca.

Ness: Déjame, Zac -insistió sin molestarse en aparentar fortaleza-. Por favor.

Los labios de Zac prosiguieron su perezoso viaje por el cuello de Vanessa. Ella no lo tocó, no intentó apartarlo de sí. Se limitó a permanecer quieta debajo de él, atrapada, con el cuerpo rígido y los ojos fuertemente cerrados. Todo acabaría, antes o después, y sobreviviría. Podía soportarlo todo si era necesario.

Los labios de Zac volvieron a rozar la comisura de su boca, y esta vez Vanessa no pudo reprimir un pequeño gemido.

Zac: Abre los ojos, Vanessa -susurró-.

Ella no deseaba hacer tal cosa. Pero su cuerpo tenía otras ideas. Lentamente alzó la cabeza y miró los profundos e hipnóticos ojos azules de Zac.

Zac: Eso está mejor. Si quieres que te deje, solo tienes que hacer una cosa.

Ness: ¡No!

Zac: No seas mal pensada, Vanessa. Solo tienes que besarme.

Ness: Estás borracho. O drogado.

Zac: Sabes que no estoy borracho. Acabas de probar mi té helado. Y, la verdad, lo único que ahora mismo afecta mis sentidos eres tú. Bueno, ¿qué hacemos al respecto?

Ness: Eso es problema tuyo. Yo no pienso hacer nada.

Zac: ¿Ves? Ya te sientes mejor. Has dejado de temblar y tienes un cabreo de mil demonios. Por algo se empieza.

Vanessa se dio cuenta de que ya no temblaba. Y la ira había disipado su miedo. El hecho de que él lo hubiera notado antes que ella misma la enfureció todavía más.

Ness: Suéltame de una puñetera vez o te arrepentirás -dijo al tiempo que se movía un poco-.

Podía alzar la rodilla y darle un fuerte golpe en la entrepierna. Parecía fácil, dada su proximidad.

Zac: Ni se te ocurra hacerlo, pequeña -respondió apretando las caderas contra ella para aprisionarla sobre la dura superficie de roble-.

Vanessa ya no podía mover la pierna ni contraatacar, y se sentía tan frustrada que ni reparó en que él la había llamado «pequeña».

Ness: Te lo pediré por última vez... -gruñó-.

Zac: Y yo te lo repetiré una vez más. Bésame y podrás volver a la cama. Ni siquiera te tocaré los pechos. Aunque deberías pensártelo mejor antes de pasearte por aquí sin sujetador. La resistencia de un hombre tiene un límite, y tú pones a prueba mi autocontrol.

Ness: No parece que te estés controlando en absoluto.

Él dejó escapar una risita baja.

Zac: No tienes idea de lo que te haría si cediera a la tentación. Por suerte para ti, tengo escrúpulos.

Ness: Tú no tienes escrúpulos de ninguna clase.

Zac: Bueno, digamos entonces que tienes suerte de que esté dispuesto a dejarte ir. Cuando me hayas besado. Podría seguir así toda la noche, ¿sabes? Rozándome contigo. Acabaría manchándote un poco, pero seguro que no te importaría.

Ness: Eres repugnante.

Zac: No, Vanessa, soy un hombre en forma.

Se frotó contra ella lentamente, pasándole la erección por la entrepierna.

Vanessa se estremeció al notar la presión y lo miró a los ojos, horrorizada, mientras la recorría una sensación casi olvidada. Los primeros temblores de la excitación. Y Zac lo sabía.

Tenía que alejarse de él como fuera. Y solo había una manera.

Ness: De acuerdo -dijo, y le posó un rápido beso en los labios-. Ya está.

Pero Zac no parecía muy convencido.

Zac: Ni hablar.

Ness: Dijiste que me dejarías si te besaba.

Zac: Tiene que ser con lengua

Le dio otro empujón con las caderas, y ella sintió que el calor comenzaba a extenderse por todo su cuerpo.

Tal como estaba, Zac solo tendría que tocarla para llevarla al clímax, cosa que no pensaba permitir.

Vanessa alzó el brazo, le puso la mano en la nuca, detrás del largo cabello, y lo atrajo hacia sí para besarlo con la boca abierta. Esta vez usó la lengua.

Notó cómo las manos de él enmarcaban su rostro mientras le introducía la lengua. Trató de aguantar, de reprimir las sensaciones que la recorrían, pero ya era demasiado tarde. Se entregó al beso, a Zac, a su boca, besándolo con todo su corazón, su cuerpo y su alma.

Se había olvidado incluso de respirar. Fue él quien interrumpió el beso y la miró atónito, con la boca aún húmeda y los ojos nublados.

Zac: Maldición -susurró-. No ha sido una buena idea.

La ensoñación se desvaneció de pronto, y Vanessa lo empujó para apartarlo de sí. Esta vez Zac cedió, se alejó de la mesa y se retiró a las sombras de la cocina, meneando la cabeza.

Ella no podía ni imaginar qué estaría pensando. De hecho, prefería no saberlo. Lo importante era que había cambiado de idea y la había dejado libre. Aunque se preguntó si realmente deseaba escapar.

Se bajó trabajosamente de la mesa e intentó disimular el temblor de sus piernas.

Ness: No, no ha sido una buena idea -repitió-. Ignoro qué te ha impulsado a hacerlo, pero no ha sido la lujuria. Yo nunca he sido tu tipo. Ahora, con tu permiso, subiré a acostarme y olvidaré lo que ha ocurrido.

La risa de Zac echó por tierra su recatada reacción.

Zac: Hablas igual que la Duquesa -dijo mientras salía de nuevo a la luz-. Mírame bien, Vanessa, y dime que la lujuria no ha tenido nada que ver.

La evidencia era bien visible.

Ness: Es una reacción biológica normal... -empezó a decir, pero Zac la interrumpió-.

Zac: En tu lugar me iría pitando, antes de que decida demostrarte cuál es mi tipo de mujer.

Su voz era suave. Pero la amenaza iba en serio.

Vanessa se fue corriendo.

Se fue tan deprisa que ni se detuvo a cerrar la puerta, y Zac oyó cómo tropezaba mientras subía por la escalera. De no estar tan inesperadamente furioso, se habría echado a reír. Con tal de alejarse de él, Vanessa sería capaz de romperse el cuello. O de tirarse por una ventana. Menos mal que Zac no sufría un complejo de inferioridad, o Vanessa Hudgens le habría dejado la moral por los suelos.

Tenía que admitir que el beso le había calado hondo. Una cosa era que le pusiera cachondo la hermanita de su mejor amigo, y otra sentir lo que había sentido. Notar cómo su cuerpo temblaba debajo de él, ver la expresión de pánico de sus ojos, paladear el sabor de su lengua... había sido una experiencia más intensa de lo que había esperado. Y, de repente, Zac tuvo miedo.

Quizá debía hacer caso de su conciencia y dejar que Vanessa se marchara. No tenía más que «encontrar» milagrosamente su bolso y dedicar media hora a arreglar el Volvo, que estaba oculto bajo una lona en un rincón del taller. Una vez que Vanessa se fuera, no volverían a verse nunca más. No tenían motivos para ello. Mike era el único vínculo que los unía, y ya era hora de romperlo, se dijo Zac, de echar de allí a Vanessa y seguir adelante con su vida.

La única pregunta era si lograría resistir la tentación de tirársela antes.

Sabía perfectamente la respuesta. Mike Hudgens no habría podido soportar que se tirara a su primita. Aunque solo fuera por eso, Zac estaba decidido a acostarse con ella.

Pero había otras muchas razones. Sería como escupirle en el ojo a la Duquesa. Y, de paso, acabaría algo que había empezado doce años antes. No le gustaba dejar las cosas a medias.

Además, había perdido dieciocho meses de su vida a causa de Vanessa, así que, en cierto modo, ella se lo debía. Tarde o temprano, se entregaría a algún hombre. ¿Por qué no a él?

Un millón de razones, todas ellas buenas. Pero ninguna era la que verdaderamente importaba. El hecho era que deseaba a Vanessa, la deseaba tanto que le dolían los huesos.

Sabía que iba a poseerla.




¡Zac es muy bruto! ¡Y encima no quiere sacar sus verdaderos sentimientos a la luz!
Ah, y otra cosa. Yo considero violación lo de Ness. Pobrecita.
¡Se avecinan cosas!

¡Thank you por los coments!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


4 comentarios:

Maria jose dijo...

Sube pronto!!!!!
Esta muy buena la nove
Ya quiero seguir leyendo
Me dejaste con ganas de más
De la novela
Sube pronto la esperare con ansias

Unknown dijo...

Woooo!! pero qué novela eh!!! Me encanta!!! Me tiene súper intrigada!! Y se nota que Zac está obsesionado con ella!!! Porque le pegó a Paul y estuvo preso por ella!!!!! Pero veo muy complicado que se enamore, su personalidad es única! Ya veremos qué pasa luego..

Síguela pronto! :D

Lau B. dijo...

Tu sabes lo mucho que me encanta el misterio!!!
La ansiedad de saber que pasa no tanto XD pero lo superare...
cuando vuelvas a publicar que espero sea pronto... por mi bien...
PS: que consideres que Zac es un bruto no me sorprende nada... ni tampoco que yo piense.. No, el tambien sufre pobrecito!
JAJAJAJAJA!
Publica Pronto
Bye
Xx

Unknown dijo...

Wow wow y mas wow....
Me parece que Zac debe aceptar que siente algo mas por Vane, no es solo deseo y terminar lo que empezo una vez... me parece que Zac quiere a Vane, pero es muy machista y no se lo va a decir hasta que pierda a Vane.

Espero que subas pronto

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