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sábado, 17 de mayo de 2014

Capítulo 7


Cuando Zac regresó a la cocina, no había rastro de Vanessa. Ya había oscurecido, y se moría de hambre. Abrió el frigorífico y miró dentro. Unas cuantas cervezas que había llevado Max, Coca-Cola light, una lechuga pasada, media docena de huevos que seguramente estaban a punto de eclosionar y un trozo de queso enmohecido.

No sabía de qué se sorprendía. La comida nunca había sido una de sus prioridades. Si quería comer, salía a comprar algo. De lo contrario, ni se molestaba. Max estaba intentando reformarlo, aunque, claro, Max intentaba reformar a todo el mundo. Esa noche habían vuelto a quedar para jugar al póquer... y seguramente se presentaría con un montón de comida.

Del piso de arriba no se oía nada. A lo mejor Vanessa estaba durmiendo. Zac había disfrutado observándola mientras dormía... Le había recordado a la inocente jovencita de dieciséis años que conoció en otra época. El recuerdo le produjo una dolorosa sensación de añoranza.

Se estaba convirtiendo en un gilipollas sentimental con la edad. A ese paso, acabaría asistiendo a reuniones con los antiguos compañeros del instituto. Podría incluso visitar a la Duquesa para darle el pésame por la muerte de su adorado Mike. La vieja siempre había tenido debilidad por su sobrino y había relegado a Vanessa a un segundo plano, por mucho que ésta quisiera negarlo.

No le extrañaba que Vanessa hubiese ido allí, al último lugar del mundo en el que deseaba estar, para verlo a él, la última persona del mundo a la que quería ver, por capricho de la Duquesa. Debería saber ya que era una pérdida tiempo tratar de ganarse el favor de aquella vieja zorra. Pero Vanessa siempre había sido perseverante. Quizá pensaba que, habiendo muerto Mike, habría sitio para ella en el duro corazón de la anciana. Descubriría la verdad por las malas.

En fin, no era asunto suyo, se dijo Zac. Vanessa Hudgens había regresado a su vida inesperadamente, y desaparecería con la misma rapidez.

Mientras tanto, Zac tenía la firme intención de divertirse.

Vanessa se enamoró de él cuando tenía dieciséis años. Y Zac se había dado cuenta, aunque ella no lo supiera. Lo notó por el modo en que se ruborizaba cuando él aparecía en la casa, por cómo buscaba cualquier excusa para entrar en la habitación donde Mike y él fumaban, por cómo lo miró aquel día en el Cadillac.

Se había propuesto dejarla en paz. Por un lado estaba la actitud protectora de Mike con su primita y, por otro, el miedo que Zac le tenía a la Duquesa. Además, le gustaban las chicas fáciles y viciosas, no las empollonas. Si de él hubiera dependido, nunca se habría acercado a Vanessa Hudgens.

Apenas había tenido un breve contacto con ella hacía mucho tiempo. Pero un breve contacto podía provocar un ardiente apetito.

Zac se sentó a la mesa y encendió un cigarrillo. ¿Qué pensaría Mike si pudiera ver lo que estaba ocurriendo? Agarraría un cabreo del demonio, seguro. Nunca quiso que Zac se acercara a Vanessa. Pero Mike había muerto, y nada podía impedir que Zac hiciera lo que quisiera con su invitada.

Nada, salvo su dudoso sentido del honor. O, mejor dicho, su instinto de conservación. Porque el sentido común le decía que no debía acostarse con Vanessa. Y tal vez, por una vez en su vida, dejaría que su cerebro se impusiera a su cuerpo, pese al ansia que lo consumía.

Vanessa se despertó sobresaltada. El resplandor del letrero de neón era la única luz que iluminaba el pequeño cuarto.

Dormía mucho desde que había llegado al taller de Zac, lo cual era absurdo, pues siempre le había costado horrores conciliar el sueño. Quizá se debía al aburrimiento. No tenía nada que hacer salvo esperar, y ni siquiera sabía con seguridad qué esperaba. Así que dormía.

Se incorporó y buscó a tientas el interruptor de la luz. El libro que había estado leyendo yacía abierto sobre la cama. Con razón se había quedado dormida. Charles Dickens era un tostón insoportable. Tal vez debía evitarse el calvario anual de enseñar David Copperfield en su clase de literatura y cambiarlo por Una canción de navidad. Era mucho más corto y tenía mejor argumento; además de menos personajes femeninos estúpidos.

Vanessa se pasó una mano por el pelo. Tenía hambre, naturalmente. Ya había oscurecido y no había tomado nada desde los bollos de canela del desayuno. Abajo se oían voces masculinas... Debían de estar jugando al póquer otra vez. Lo más sensato sería resignarse a seguir con David Copperfield e ignorarlos.

Entonces le llegó el olor a pizza. Una llamada de sirena a la que ni siquiera intentó resistirse.

Efectivamente, estaban jugando al póquer. La cocina estaba cargada de humo y de olor a cerveza, y sobre la encimera había varias cajas de pizza abiertas.

Max: ¡Hola, Vanessa! -la saludó-. Me preguntaba cuándo aparecerías. Asesino dijo que ya te habías acostado, pero supuse que, con el barullo que estamos armando, bajarías tarde o temprano.

Vanessa le sonrió. Con ellos había otro hombre que la miraba sorprendido. Zac estaba sentado con un cigarrillo en la boca, un vaso lleno de un líquido ámbar al lado y un montón de fichas de póquer delante.

Nsss: Tenía hambre -explicó mientras iba hacia las pizzas-.

Max: Sírvete a tu gusto. La de la derecha tiene pepperoni y champiñones; la de la izquierda, salchicha y pimientos verdes.

Como si el destino no hubiese sido ya bastante cruel, se dijo ella.

Ness: No habrá alguna solo con queso, ¿verdad?

Zac: Delicada la niña, ¿eh? -comentó-

Ness: Soy vegetariana.

Zac la miró con la boca arqueada en una sonrisa. Por un breve momento, Vanessa se acordó de aquella boca.

Zac: Claro, cómo no. Y apuesto a que tampoco bebes, fumas ni juegas.

Ness: Bebo ocasionalmente y con prudencia. Y juego muy bien al póquer -respondió desafiante-

Zac: Dale una cerveza, Henry. Y una silla. Parece que no tendremos que jugar los tres solos.

Apagó el cigarrillo, se levantó y avanzó en dirección a Vanessa.

Ella se apartó rápidamente. El hombre llamado Henry acercó a la mesa otra pesada silla de roble y abrió una botella de Corona.

Henry: ¿A qué jugaremos, Asesino?

Era la primera vez que Vanessa lo oía hablar. Poseía una voz profunda y grave muy en consonancia con su aspecto.

Zac: Que lo decida la señorita. Siéntate, Vanessa.

Ness: Prefiero no...

Zac: Siéntate.

Vanessa se sentó. Al cabo de un momento, Zac le puso delante un plato con un trozo de pizza sin salchicha. Ella pudo haber protestado, pero habría sido una pérdida de tiempo. Además, tenía demasiada hambre.

Ness: No puedo jugar con vosotros. No tengo dinero.

Max: Yo lo pondré por ti -propuso al tiempo que le acercaba un montón de fichas-.

Estaba tomando una Coca-Cola light, una bebida poco apropiada para una noche de póquer.

Zac: Sí, quién sabe, a lo mejor sacas bastante pasta para largarte -dijo antes de volver a sentarse y tomar un generoso trago de su vaso-.

«Whisky solo», se dijo Vanessa observando el color oscuro del líquido. Cuando acabase la noche estaría muy borracho, y ella haría bien en quitarse de en medio. Se ponía muy desagradable cuando bebía.

Ness: Será mejor que me coma la pizza y vuelva a acostarme...

Zac: Será mejor que cierres el pico y repartas.

Max: No seas gilipollas, Zac. No tienes por qué ser tan grosero.

Zac: Es mi naturaleza.

Max: Pues trata de dominarla. ¿No es para eso para lo que estamos en el mundo?

Zac: Algunos tienen más éxito que otros -repuso mirando directamente a Vanessa-.

Ness: Vete a tomar por culo.

Bebió un trago de cerveza y aparentó naturalidad, como si aquella frase formara parte de su vocabulario habitual.

En realidad, no recordaba habérsela dicho jamás a nadie.

Zac: Reparte -gruñó-.

Vanessa eligió el juego de póquer más difícil y complicado que conocía, el favorito de sus compañeras de cuarto en la universidad. Las reglas eran tan complejas que, a menudo, la partida solía estancarse, pero era su mejor posibilidad de ganar, y necesitaba el dinero.

Las cosas empezaron bien. Mientras sus contrincantes gruñían, el montón de fichas que tenía al lado no dejaba de crecer. Vanessa se comió la pizza, que le pareció deliciosa pese al ligero gusto a salchicha. Acabó una cerveza y abrió otra, tratando de no prestar atención a Zac, que la miraba a través del humo como una pitón concentrada en un ratoncillo.

Pasaron las horas, y las fichas siguieron amontonándose. Vanessa ganaba casi todas las manos, y Max no dejaba de decir en tono jocoso que estaba haciendo trampa. Si seguía así, por la mañana tendría dinero suficiente para irse, buscar un hotel y recuperar el control de su vida.

Max: Demasiado dinero en juego para mí -dijo al tiempo que soltaba sus cartas-. Dejaré que acabéis la partida los dos. Vamos, Henry. Se está haciendo tarde y mañana tengo que trabajar.

Zac no se movió.

Zac: ¿Desde cuándo trabajas para vivir, Max?

Max: Oh, hago un esfuerzo de vez en cuando. Henry va a ayudarme, ¿verdad que sí, Henry?

Henry simplemente asintió y se retiró de la mesa.

Ness: ¿No pensáis canjear las fichas?

Max: Quiero que le des a Asesino su merecido -se inclinó y soltó su humilde montón de fichas sobre el de Vanessa. Luego acercó también las de Henry-. Machácalo, Vanessa. Hace tiempo que se tiene ganada una paliza.

Salieron y cerraron la puerta, dejándola en compañía del último hombre del mundo con el que deseaba encontrarse a solas.

Vanessa respiró hondo y tomó un trago de su tercera cerveza. No solía beber tanto, pero, dado que no iba a conducir y que Zac estaba bebiendo mucho más que ella, supuso que podía arriesgarse.

Alzó los ojos hacia él.

Ness: Estoy cansada. ¿Por qué no lo dejamos? Repartamos el dinero a partes iguales y me iré a la cama.

Zac: Ni hablar -ni siquiera arrastraba la voz después de todo el whisky que había consumido-. Las cartas ya están repartidas. Jugaremos esta mano.

Vanessa miró sus cartas. Eran bastante buenas.

Ness: Está bien, la jugaremos.

Zac: ¿Doble o nada? -Ella tomó otro trago de cerveza. Habiendo tanto en juego, prefería no arriesgarse tanto-. Cobarde -añadió suavemente-. ¿De qué tienes miedo, pequeña?

Los recuerdos la asaltaron como un torrente a Vanessa, la voz de Zac en su oído, sus manos sobre su cuerpo en el asiento delantero del Cadillac, y sintió un ardiente rubor en las mejillas. Empujó el montón de fichas hasta el centro de la mesa, sin decir una palabra, y miró a Zac con expresión inflexible.

Él apagó el cigarrillo mientras una sonrisita asomaba a su boca. Aquella boca. Con razón Vanessa se sentía inquieta, alterada, ansiosa por huir y esconderse. Estar atrapada con Zac Efron era su peor pesadilla.

Zac: Enseña las tuyas y yo enseñaré las mías -dijo con calma-.

Vanessa extendió las cartas en la mesa, con movimientos lentos y deliberados, saboreando la inevitable frustración y contrariedad de Zac.

Pero él no pareció en absoluto contrariado al ver las cartas.

Zac: Muy buenas -dijo despacio, arrastrando las palabras-. Pero no lo suficiente.

Luego desplegó cuatro reyes sobre la mesa.

Vanessa se quedó inmóvil, sin habla. Era imposible que tuviera cuatro reyes, las probabilidades eran demasiado escasas. Vanessa se levantó, apoyó las manos en la mesa y se inclinó hacia Zac, mirándolo a los ojos. Había bebido demasiada cerveza.

Zac: Adelante, Vanessa. Acúsame de haber hecho trampa. Estoy esperando. Seguramente piensas que solo así puedo ganarte. Que solo así puedo lograr algo en esta vida. Haciendo trampa.

Ella no reaccionó al tono ácido de sus palabras.

Ness: Dímelo tú.

Zac simplemente le sonrió.

Zac: Nunca doy respuestas por las buenas.

Ness: ¿Y por las malas?

Siguió un incómodo y sugerente silencio, pero ella no se echó atrás.

Zac: Se ha dado el caso. ¿Por qué no me pones a prueba?

A Vanessa no le gustaba nada el aspecto que estaba tomando la situación, de modo que se retiró de la mesa y fue hacia el frigorífico.

Zac: Encontrarás poca cosa -dijo mientras se levantaba y caminaba hacia ella-.

Vanessa se agarró a la puerta del frigorífico como si fuera un salvavidas.

Ness: No necesito mucho. Un vaso de leche me ayudará a dormir.

Zac: La cerveza te ayudará a dormir.

Rebuscó en el frigorífico abierto y sacó la caja de leche. La abrió, echó hacia atrás la cabeza y bebió a morro. Después de limpiarse la boca, le ofreció la caja a Vanessa.

Estaba demasiado cerca, pero ella no pensaba echar a correr. Era una cuestión de orgullo. Si huía ahora, él sabría que no era capaz de plantarle cara.

Ness: Quisiera un vaso, por favor.

Zac: No tengo ninguno.

Vanessa sabía que era mentira, pues había utilizado un vaso en el desayuno. Pero Zac bloqueaba el acceso al fregadero.

Ness: Déjalo. No necesito tomar leche.

Zac: La leche fortalece los huesos -se burló-. ¿De qué tienes miedo? ¿Nunca lo has hecho? -se acercó más a ella, arrinconándola, hasta que las caderas de ambos prácticamente se tocaron-. Vamos, le pillarás el gusto. No te preocupes. Solo tienes que abrir la boca. Y dejar que se deslice por tu garganta.

Ness: No estás hablando de leche -dijo con voz áspera-.

Zac: No -se inclinó más. Ella pudo percibir el olor a leche de su aliento-. Sé valiente, Vanessa. Lo deseas. Sabe bien.

Su boca casi rozaba la de ella.

Sí, tenía razón. Lo deseaba. Deseaba aquello a lo que Zac se refería, deseaba hacer todo aquello que nunca había hecho y, por un momento, se tambaleó, acercándose a él peligrosamente.

Vanessa ignoraba qué fue lo que la salvó. Quizás el fantasma de Mike, que velaba por ella. O quizá su propio sentido común. Oyó un ruido en la calle y retrocedió. Luego echó a correr hacia la escalera.

Esperaba sentir su mano en el hombro, esperaba que la obligara a darse la vuelta y la besara, y ella no tendría más remedio que devolverle el beso, porque estaba allí atrapada y no era culpa suya, ¿verdad?

Pero Zac no se había movido. Vanessa miró furtivamente hacia atrás mientras subía por la estrecha escalera, y vio que seguía delante del frigorífico abierto, con la caja de leche en la mano, observando cómo huía aterrorizada.




Menos mal que ha hecho lo más sensato por una vez. Aunque yo aquí palpo mucha tensión sexual no resuelta XD. Así que ya veremos como termina la noche...

¡Thank you por los coments!
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¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

Ok! Ahora sí!! Oficialmente Zac está obsesionado con Vanessa!! Wow, se quedó viéndola dormir!! Eso sí me sorprendió!!! Ya quiero ver cómo termina la noche!!

Síguela pronto :D

Maria jose dijo...

Sube pronto esa buena la nove
Ya quiero saber que va a pasar
Espero que con el tiempo zac
Cambie
Sube pronto!!!

Unknown dijo...

Woww que capituloo!!
Ya quiero saberrr que va a pasaaar!!

Sube pronto

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