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sábado, 7 de enero de 2023

Capítulo 14


Ness: No, por favor -dijo mirando a Grace y a su familia-. Quiero que vayáis a la misa de Nochebuena, tal y como habíais pensado.

Grace: ¿Estás segura? -no se sentía segura dejándola allí sola-.

Vanessa había cedido a sus ruegos y había cenado con ellos. La velada había sido verdaderamente maravillosa, pero ella no quería causar más inconvenientes aquella noche.

Ness: Sí, sí.

Grace: Me gustaría conocer a tus hermanos, pero parece que van a llegar aquí mientras estamos en misa.

Ness: Los conocerás. Algún día, después de las Navidades.

Durante aquel día, les había tomado mucho afecto a Grace y a Cliff Harding. Sus dos hijas, su nuera y sus maridos y nietos habían conseguido que se sintiera en familia. Aquella gente era muy especial, y Vanessa pensaba seguir en contacto con ellos.

Mientras los padres cargaban a sus hijos en las furgonetas, y Cliff iba en busca del coche, Grace se quedó con ella junto a la puerta principal.

Cliff: ¿Tienes nuestro número de teléfono? 

Ness: Sí. Y también los números de móvil -se dio unas palmaditas en el bolsillo del pantalón-. 

Grace le había escrito todos los números en un papel.

Grace: Llámanos pronto.

Vanessa asintió.

Grace: Si tus hermanos tienen hambre cuando lleguen, hay muchas sobras. Que se sirvan lo que quieran.

Ness: Muchas gracias.

Cliff llegó con el coche y salió para abrir la puerta del pasajero. Grace siguió junto a Vanessa.

Grace: No dudes en llamarnos si necesitas cualquier cosa, ¿entendido?

Ness: Si, pero no voy a necesitar nada. Muchas gracias.

Se puso el abrigo por encima de la cabeza, como una capa, y salió bajo la nieve, que caía suavemente.

Grace: Espera en la casa.

Ness: Estaré muy bien en el apartamento. Es muy cómodo.

Las dos mujeres se abrazaron, y Grace entró al coche con su marido. Maryellen, Kelly y Lisa, con sus familias, ya se habían marchado a la iglesia.

Grace bajó la ventanilla.

Grace: Gracias por tener tanta paciencia con Tyler -dijo, con una mirada de disculpa-.

Vanessa sonrió. Se había quedado encantada con el nieto de seis años de Grace, a quien habían regalado un tambor. El niño había estado tocando incesantemente.

Ness: Tiene mucho talento. 

En realidad, le habían encantado todos los nietos de Grace y Cliff.

Grace: Vamos, entra antes de que te enfríes.

Sin embargo, Vanessa permaneció en el porche hasta que perdió de vista las luces del coche. Después se envolvió bien en el abrigo y caminó hacia el establo. Saludó a los animales, charló con los caballos y acarició a Funny Face, y antes de subir al apartamento, se lavó las manos en la pila del establo. A medio camino por las escaleras tuvo que detenerse a tomar aliento. Le dolía mucho la espalda. Se puso una mano en los riñones y siguió subiendo, agarrándose a la barandilla con la otra.

Cuando llegó al piso de arriba, se detuvo en seco. Estaba en mitad del proceso de quitarse el abrigo cuando sintió una contracción muy fuerte en todo el vientre.

¿Acababa de ponerse de parto?

Vanessa sospechaba que sí, pero todo lo que había oído y leído sobre el parto decía que las contracciones empezaban de manera mucho más gradual. Lo que ella acababa de experimentar era muy intenso y doloroso, y había durado varios segundos. Y casi inmediatamente, tuvo otra contracción.

Vanessa miró su reloj. Tres minutos después tuvo otra contracción igualmente severa.

Sólo tres minutos.

En la clase de preparación al parto a la que había acudido les habían explicado que lo común era que las contracciones se espaciaran unos quince minutos. Tal vez las suyas hubieran empezado antes y ella no se había dado cuenta. Eso no le parecía posible, sin embargo. ¿Cómo iba a haberse puesto de parto sin enterarse?

La siguiente contracción la tomó por sorpresa. Se agarró el vientre y se inclinó hacia delante.

Ness: De ésta sí que me he dado cuenta -anunció en la habitación vacía-.

Sin saber muy bien qué hacer, Vanessa comenzó a pasearse mientras pensaba en la mejor manera de proceder. Sus hermanos iban a llegar en cualquier momento. Si les decía que estaba de parto en cuanto llegaran, les entraría pavor. Había una cosa que Vanessa sí sabía con certeza, y era que no quería que sus hermanos estuvieran con ella mientras daba a luz a su bebé.

Sintió otra contracción y volvió a inclinarse hacia delante. Exhaló lentamente y la midió mirando el reloj. Aquella duró treinta segundos. Medio minuto. ¡No podía estar ocurriendo tan rápidamente! Supuestamente, un parto duraba horas y horas.

Vanessa no sabía qué hacer, ni a quién llamar. Le daba vueltas la cabeza. Pensó en llamar a Grace, pero la única manera que tenía de ponerse en contacto con ella era el móvil, y allí no había cobertura. Además, no quería interferir más en los planes de Navidad de los Harding.

La segunda persona en la que pensó fue Zac Efron. Era muy amable, y era un técnico médico cualificado. Tenía calma y lógica, que era exactamente lo que ella necesitaba. De hecho, la había llamado media hora antes para convencerla de que volviera a casa con sus hermanos. Así pues, bajó lentamente las escaleras hacia el establo, y desde allí, llamó al parque de bomberos. Alguien respondió rápidamente.

Zac: Parque de Bomberos de Kitsap County.

Al oír la voz de Zac, Vanessa sintió un gran alivio.

Ness: ¿Zac?

Zac: ¿Vanessa? ¿Eres tú?

Ness: Sí…

Zac: ¿Qué ocurre?

Ness: Yo… Grace y su familia se han marchado a misa hace diez minutos. Yo no he ido con ellos porque mis hermanos vienen hacia aquí.

Zac: ¿No han llegado todavía? -preguntó sorprendido-.

Ness: Todavía no.

Zac gruñó.

Zac: Entonces es que se han perdido.

Vanessa no lo dudó ni por un instante.

Zac: Estoy seguro de que llegarán pronto.

Ness: No quiero molestarte -al sentir el dolor de la nueva contracción, jadeó-.

Zac: ¡Vanessa!

Cerró los ojos y contó mentalmente hasta que el dolor cesó…

Zac: ¿Qué te pasa?

Ness: Creo que me he puesto de parto.

Zac no perdió el tiempo.

Zac: Entonces, yo iré al rancho y te llevaré al hospital.

Ness: Gracias.

Zac: ¿De cuánto son los intervalos entre contracciones?

Ness: De tres minutos.

Zac: Bien.

Ness: No he ido a todas las clases de preparación… Ojalá lo hubiera hecho, pero Dave decía que él iba a llevarme y no lo hizo nunca. Sólo he ido una vez, pero fue la semana pasada y…

Zac: Lo harás muy bien. Si quieres, yo me quedaré contigo.

Ness: ¿Tú?

Zac: No se me da tan mal hacer de apoyo. Escucha, en vez de hablar por teléfono, voy a buscarte ahora mismo.

Ness: De acuerdo…

Ella no pudo terminar la frase debido a la severidad de la última contracción.

Zac: ¿Dónde estás ahora?

Ness: En el establo -respondió con una carcajada ahogada-.

Zac: ¿Y de qué te ríes?

Ness: Los animales del belén están aquí.

Entonces, Zac también se rió.

Zac: Parece muy apropiado, dadas las circunstancias. Sin embargo, quiero que vayas a la casa y me esperes allí.

Ness: Preferiría subir al apartamento, si no te importa.

Zac: Bien, pero no cierres la puerta. Estaré allí muy pronto, así que aguanta, ¿eh?

Ness: Muy bien. Zac, nada de sirenas, ¿de acuerdo? -le pidió, y Zac se rió nuevamente, como si ella hubiera hecho una broma muy graciosa-.

Parecía que caminar la ayudaba, así que en vez de seguir las instrucciones de Zac, recorrió todo el establo una, dos, tres veces, hablando con Funny Face y los demás animales. Al cabo de un rato subió las escaleras hacia el apartamento. Enfrascada como estaba en aquel círculo de dolor y de alivio, Vanessa perdió la noción del tiempo. Por fin, oyó el ruido de un vehículo en el patio. Un momento más tarde, Zac entró en el apartamento con otro hombre. Los dos tenían la respiración entrecortada. Debían de haber subido corriendo.

Vanessa se sintió tan agradecida al verlo que estuvo a punto de echarse a llorar.

Ness: Estoy muy contenta de que hayas venido.

Zac: ¿Cómo estás?

Ness: No muy bien.

Zac: ¿No has tenido noticias de tus hermanos?

Ness: No.

Zac miró al otro bombero.

Zac: Te presento a Brandon Hutton. ¿Lo recuerdas de esta mañana?

Ness: Hola.

Zac: ¿Cuánto intervalo hay ahora entre las contracciones?

Ness: Siguen siendo de tres minutos, pero duran mucho más.

Zac se dirigió a su compañero.

Zac: Creo que será mejor que la examinemos antes de trasladarla.

Ness: De acuerdo.

Aquello era muy embarazoso, pero Vanessa prefería que la examinara Zac que cualquiera de sus hermanos. Zac sería impersonal en aquello, profesional. Y lo más importante de todo era que sabía lo que estaba haciendo.

Zac: Bueno -dijo cuando terminó de examinarla-. Has dilatado por completo. Estás a punto de entrar en la segunda fase del parto.

Ness: ¿Qué significa eso?

Zac: Que no tenemos tiempo de trasladarte al hospital.

Ness: Entonces, ¿cómo voy a tener al bebé?

Zac: Yo te atenderé -dijo con calma-.

Vanessa le tendió la mano, y Zac se la estrechó.

Zac: Todo va a salir bien -dijo con tanta confianza, que ella lo creyó-. Puedes hacerlo. Y yo estaré contigo durante todo el tiempo.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Q emocion ya va a nacer!!! Y sus hermanos perdidos jaja sigue pronto...

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