Después de que Vanessa hubiera llamado a su familia con el teléfono de Mallory y les hubiera informado de que volvería a casa más tarde de lo planeado, ella y Zac regresaron a sus habitaciones. Hicieron las maletas y depositaron el equipaje que necesitarían en el chalet en recepción. Poco después, se oyó el sonido fuerte de un motor. Greg, el esposo de Mallory, llegaba con la motonieve para llevarlos a su nuevo alojamiento.
Todavía nevaba con intensidad. Gruesos copos caían del cielo formando una densa cortina, de manera que apenas se podía ver dónde se estaba y adónde se iba.
Sin embargo, Vanessa disfrutó del viaje en la motonieve. El asiento estaba caliente y Zac se sentó detrás de ella, ya que no había más espacio que el de un asiento. Greg conducía delante. Sin dudar, atravesó el bosque cubierto de nieve, siguiendo un camino apenas perceptible que serpenteaba entre los árboles. El aire frío estimulaba sus mejillas, el ruido del motor impedía cualquier conversación, pero por lo demás se estaba bien. Por primera vez en más de veinticuatro horas, Vanessa se sentía cómoda de nuevo en su piel.
Suspirando de felicidad, cerró los ojos, apuntando con su rostro a lo alto, en dirección contraria los copos.
No transcurrió mucho tiempo hasta que alcanzaron su objetivo. Greg subió las escaleras de la casa de madera, abrió la puerta y les hizo señas con la mano. En una pequeña antesala pudieron quitarse los zapatos y cambiarlos por zapatillas de fieltro. Luego entraron en el interior. Lo primero que vio Vanessa fue el árbol de Navidad. Un abeto que casi llegaba hasta el techo. Decorado con guirnaldas luminosas, bolas de colores y palitos de caramelo. El árbol era un sueño. Tan hermoso era, que acudieron lágrimas a sus ojos. Pasar la Navidad allí no sería tan malo como había asumido inicialmente. Por supuesto que echaría de menos a su familia, pero si no podía celebrar con sus seres queridos, aquel chalet lo compensaba.
Un alto techo de madera, surcado de gruesas vigas, se extendía sobre sus cabezas. Bajo sus pies había un suelo de madera de color miel, calentado por un sistema de calefacción de suelo radiante cuyo calor podía sentir Vanessa a través de las finas suelas de fieltro. Sobre el parquet había esparcidas varias alfombras blancas y esponjosas. El centro de la enorme sala de estar estaba dominado por un grupo de asientos. Un gran sofá de cuero blanco con cojines rojos y verdes, rodeado por varios sillones bajos. Dependiendo del asiento que se eligiera, podía sentarse frente a la chimenea o colocarse en una posición que permitiera mirar por las ventanas y disfrutar de la vista. Aunque por el momento, debido a la intensa nevada, no se podía ver nada, Vanessa sabía que detrás de las ventanas se escondía un fantástico paisaje montañoso. Completo, con altas cumbres nevadas y abetos cubiertos de nieve.
Ness: ¡Aquí es todo precioso! -se le escapó. Dio una vuelta completa sobre sí misma y aplaudió-. Esta es la mejor casa que he visto en mi vida.
Los dos hombres que estaban frente al equipo de estéreo la miraron asombrados. Luego una sonrisa se dibujó en la cara de Greg.
Greg: Es nuestro chalet más bonito. Mallory se ocupó de amueblarlo.
Ness: Tu esposa es un genio. Nunca he visto nada tan maravilloso.
Greg: Se lo comunicaré.
Vanessa se dio la vuelta y se alejó de los hombres. Su mirada se deslizó sobre las gruesas alfombras que cubrían el suelo y parecían increíblemente suaves. Volvió a mirar a los hombres, todavía estaban inmersos en los aparatos tecnológicos que ocupaban una pared del chalet. Vanessa se quitó rápidamente las zapatillas y los calcetines, se acercó a una de las alfombras, y se situó reverentemente sobre ella como si reposara los pies sobre tierra santa. Blanda y suave, sus largas fibras envolvían su piel. Respiró profundamente, y luego emitió un suave suspiro.
Greg: Venga, le mostraré ahora su dormitorio -le hizo señas a Vanessa para que lo siguiera-.
Greg: Un pequeño dormitorio, un baño contiguo. Y el dormitorio principal con baño incorporado y una gran pantalla de TV. Con la nevada, no les llegará la señal del satélite. Sin embargo, hay una gran base de datos de películas en el disco duro integrado. Tan pronto como amaine la nieve, deberían poder recibir la señal de TV.
Juntos regresaron a la sala de estar.
Greg: Ya saben cómo funciona el equipo de estéreo. -La observación iba dirigida a Zac. Obviamente, Greg tenía muy claro el rol tradicional que ambos géneros debían desempeñar-. Ahora mismo subiré su equipaje. Luego se librarán de mí. Si necesitan ayuda por cualquier motivo, llámenme al teléfono móvil. Si no, volveré pasado mañana.
Zac: Gracias por su ayuda. Realmente lo apreciamos.
Ness: Sí, y por favor, salude a su esposa de nuevo de nuestra parte. Fue muy amable al poner a nuestra disposición el chalet.
Greg: No se preocupe -murmuró-.
Ness: El chalet es increíble -tragó saliva-.
Zac: Sí, no está mal -estaba a su lado-.
Zac: Eso no es necesario. No me importa...
Ness: Por favor. Me gustaría quedarme la habitación más pequeña.
Zac: Bueno, está bien.
Aquel maldito chalet parecía diseñado para pasar la Navidad. Y eso no era solo debido al gran árbol de Navidad, que estaba decorado con todo el corazón de un adicto a aquellas fiestas. No, también lo resaltaban los muebles, el olor de las agujas del abeto y la canela en el aire, y la nieve que aun caía del cielo.
Por alguna razón, el destino los obligaba a pasar la Navidad como en un cuento ilustrado. Y luego estaba Mallory, que les había dejado quedarse allí gratis porque había pensado que Vanessa estaba embarazada. Como en la historia de la Navidad. Ja. Aquí no había ni burro ni buey. Y estaba bastante seguro de que aquellos animales habían estado presentes en el portal de Belén.
Necesitaba distraerse. La cocina del chalet estaba provista de lo mejor. Lo había observado cuando Greg abrió el armario que contenía el vino y otros licores. Al fin, un rayo de esperanza en el horizonte. Zac se dirigió a la cocina, se sirvió una copa y se sentó junto a la barra americana que separaba la habitación de la sala de estar.
Ness: ¿Qué es eso? ¿Whisky? -preguntó y avanzó hacia él-.
Zac alzó su copa.
Zac: Sí. Y uno bastante bueno, además. Una cosa hay que reconocerle a Greg, sabe mucho de bebidas. ¿Quieres uno?
Ness: No.
Zac: No estás embarazada. Así que tú también puedes beber.
Ness: No me gusta mucho.
Zac se encogió de hombros.
Zac: Como quieras. Entonces, ¿por qué no le dijiste a Mallory la verdad? Hubiera pagado por el chalet -cambió de tema-.
Vanessa le apuntó con el mentón. Sus ojos brillaban beligerantes.
Ness: No puedo permitírmelo, y no quería deberte nada.
Zac: ¿Crees que hubiera esperado un servicio especial por tu parte?
Ness: Tal vez.
Zac: No piensas muy bien de mí.
Ella se encogió de hombros.
Ness: No te conozco lo suficiente como para tener una opinión.
Zac: ¿Ah, sí?
Ness: Sí -su voz se suavizó-. Estoy agradecida por todo lo que has hecho. Eso no significa que sepa si puedo confiar en ti o no.
Zac: Puedes confiar en mí. Créeme.
Ness: De acuerdo.
Zac: Bien -le ofreció un brindis con su copa-. Podríamos haber llegado a un acuerdo. No me abalanzaré sobre ti y pagaré por el chalet.
Ness: No -protestó-. No quiero deberte nada.
Zac: Si no pago el chalet, estaremos en deuda con Mallory y no quiero.
Ness: Eso es diferente. Se ofreció voluntariamente.
Zac: Porque pensaba que estabas embarazada.
Ness: Muy bien. Debería haberle dicho la verdad, pero no voy a dejar que pagues por mí. Pagaré mi parte.
Zac: No te lo puedes permitir -le recordó-.
Ness: Sí puedo. Pero tendré que emplear todos mis ahorros.
Zac: Pagaré por ti. No te preocupes -podía ver por su expresión cuánto pesaba sobre ella la posibilidad de gastar tanto dinero por una o dos noches-.
Ness: No.
Zac: Como quieras.
1 comentarios:
Me imagine ese lugar y me encanto!!
Aun no entiendo nada de Ness, pero ya veremos..
Me gusto el capi!!
Sube prontoo :)
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