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martes, 21 de diciembre de 2021

Capítulo 5

 
Después de que Vanessa hubiera llamado a su familia con el teléfono de Mallory y les hubiera informado de que volvería a casa más tarde de lo planeado, ella y Zac regresaron a sus habitaciones. Hicieron las maletas y depositaron el equipaje que necesitarían en el chalet en recepción. Poco después, se oyó el sonido fuerte de un motor. Greg, el esposo de Mallory, llegaba con la motonieve para llevarlos a su nuevo alojamiento.

Todavía nevaba con intensidad. Gruesos copos caían del cielo formando una densa cortina, de manera que apenas se podía ver dónde se estaba y adónde se iba.

Sin embargo, Vanessa disfrutó del viaje en la motonieve. El asiento estaba caliente y Zac se sentó detrás de ella, ya que no había más espacio que el de un asiento. Greg conducía delante. Sin dudar, atravesó el bosque cubierto de nieve, siguiendo un camino apenas perceptible que serpenteaba entre los árboles. El aire frío estimulaba sus mejillas, el ruido del motor impedía cualquier conversación, pero por lo demás se estaba bien. Por primera vez en más de veinticuatro horas, Vanessa se sentía cómoda de nuevo en su piel.

Suspirando de felicidad, cerró los ojos, apuntando con su rostro a lo alto, en dirección contraria los copos.

No transcurrió mucho tiempo hasta que alcanzaron su objetivo. Greg subió las escaleras de la casa de madera, abrió la puerta y les hizo señas con la mano. En una pequeña antesala pudieron quitarse los zapatos y cambiarlos por zapatillas de fieltro. Luego entraron en el interior. Lo primero que vio Vanessa fue el árbol de Navidad. Un abeto que casi llegaba hasta el techo. Decorado con guirnaldas luminosas, bolas de colores y palitos de caramelo. El árbol era un sueño. Tan hermoso era, que acudieron lágrimas a sus ojos. Pasar la Navidad allí no sería tan malo como había asumido inicialmente. Por supuesto que echaría de menos a su familia, pero si no podía celebrar con sus seres queridos, aquel chalet lo compensaba.

Un alto techo de madera, surcado de gruesas vigas, se extendía sobre sus cabezas. Bajo sus pies había un suelo de madera de color miel, calentado por un sistema de calefacción de suelo radiante cuyo calor podía sentir Vanessa a través de las finas suelas de fieltro. Sobre el parquet había esparcidas varias alfombras blancas y esponjosas. El centro de la enorme sala de estar estaba dominado por un grupo de asientos. Un gran sofá de cuero blanco con cojines rojos y verdes, rodeado por varios sillones bajos. Dependiendo del asiento que se eligiera, podía sentarse frente a la chimenea o colocarse en una posición que permitiera mirar por las ventanas y disfrutar de la vista. Aunque por el momento, debido a la intensa nevada, no se podía ver nada, Vanessa sabía que detrás de las ventanas se escondía un fantástico paisaje montañoso. Completo, con altas cumbres nevadas y abetos cubiertos de nieve.
           
Ness: ¡Aquí es todo precioso! -se le escapó. Dio una vuelta completa sobre sí misma y aplaudió-. Esta es la mejor casa que he visto en mi vida.
           
Los dos hombres que estaban frente al equipo de estéreo la miraron asombrados. Luego una sonrisa se dibujó en la cara de Greg.
           
Greg: Es nuestro chalet más bonito. Mallory se ocupó de amueblarlo.
           
Ness: Tu esposa es un genio. Nunca he visto nada tan maravilloso.
           
Greg: Se lo comunicaré.
 
Greg se volvió hacia Zac, quien había estado atento a la conversación con una expresión que no revelaba sus sentimientos. Con toda probabilidad estaba acostumbrado a vivir lujosamente. Tal vez aquella casa estaba por debajo de su nivel.
           
Vanessa se dio la vuelta y se alejó de los hombres. Su mirada se deslizó sobre las gruesas alfombras que cubrían el suelo y parecían increíblemente suaves. Volvió a mirar a los hombres, todavía estaban inmersos en los aparatos tecnológicos que ocupaban una pared del chalet. Vanessa se quitó rápidamente las zapatillas y los calcetines, se acercó a una de las alfombras, y se situó reverentemente sobre ella como si reposara los pies sobre tierra santa. Blanda y suave, sus largas fibras envolvían su piel. Respiró profundamente, y luego emitió un suave suspiro.
 
En algún momento, Vanessa no sabía exactamente cuánto tiempo había transcurrido, todos sus sentidos estaban centrados en captar el nuevo entorno, escuchó la voz de Greg. Le estaba explicando a Zac que en la cocina había de todo para comer. Un congelador bien surtido y una despensa con cuyo contenido podían alimentarse hasta la primavera. Eso era lo que alcanzó a entender Vanessa de lo que explicaba Greg.
           
Greg: Venga, le mostraré ahora su dormitorio -le hizo señas a Vanessa para que lo siguiera-.
 
Con gran dificultad se alejó de la vista del árbol de Navidad, adornado para las fiestas, y siguió a los dos hombres que ya cruzaban el pasillo que llevaba de la cocina de diseño a las otras habitaciones. Greg abrió, una tras otra, las puertas de varias habitaciones y comentó lo que había detrás de ellas.
           
Greg: Un pequeño dormitorio, un baño contiguo. Y el dormitorio principal con baño incorporado y una gran pantalla de TV. Con la nevada, no les llegará la señal del satélite. Sin embargo, hay una gran base de datos de películas en el disco duro integrado. Tan pronto como amaine la nieve, deberían poder recibir la señal de TV.
           
Juntos regresaron a la sala de estar.
           
Greg: Ya saben cómo funciona el equipo de estéreo. -La observación iba dirigida a Zac. Obviamente, Greg tenía muy claro el rol tradicional que ambos géneros debían desempeñar-. Ahora mismo subiré su equipaje. Luego se librarán de mí. Si necesitan ayuda por cualquier motivo, llámenme al teléfono móvil. Si no, volveré pasado mañana.
           
Zac: Gracias por su ayuda. Realmente lo apreciamos.
           
Ness: Sí, y por favor, salude a su esposa de nuevo de nuestra parte. Fue muy amable al poner a nuestra disposición el chalet.
           
Greg: No se preocupe -murmuró-.
 
A grandes pasos desapareció tras la puerta de la antesala, y poco después, la puerta de entrada se cerró tras él.
           
Ness: El chalet es increíble -tragó saliva-.
 
Nunca antes había pasado la noche en una casa así. Parecía como si la cocina hubiera costado varias veces su salario anual. El dormitorio principal era más grande que su apartamento de una sola habitación. En el baño había una ducha de tipo lluvia tropical en la que dos o tres personas podían ducharse cómodamente. Además del enorme jacuzzi que le hubiera gustado usar de inmediato.
           
Zac: Sí, no está mal -estaba a su lado-.
 
Su tono de voz era neutro, como si solo pernoctara en hoteles de lujo. Y probablemente eso hacía.
 
Ness: Puedes quedarte con el dormitorio grande, yo me quedo con el otro.
           
Zac: Eso no es necesario. No me importa...
           
Ness: Por favor. Me gustaría quedarme la habitación más pequeña.
 
No quería dormir en el dormitorio principal. De todos modos, ya tenía mala conciencia, porque había dejado que Mallory pensara que estaba embarazada. Dormir en aquella suite de lujo solo empeoraría las cosas. No, el dormitorio más pequeño ya era más lujoso que todo lo que había visto hasta el momento. Le bastaba.
           
Zac: Bueno, está bien.
           
Aquel maldito chalet parecía diseñado para pasar la Navidad. Y eso no era solo debido al gran árbol de Navidad, que estaba decorado con todo el corazón de un adicto a aquellas fiestas. No, también lo resaltaban los muebles, el olor de las agujas del abeto y la canela en el aire, y la nieve que aun caía del cielo.

Por alguna razón, el destino los obligaba a pasar la Navidad como en un cuento ilustrado. Y luego estaba Mallory, que les había dejado quedarse allí gratis porque había pensado que Vanessa estaba embarazada. Como en la historia de la Navidad. Ja. Aquí no había ni burro ni buey. Y estaba bastante seguro de que aquellos animales habían estado presentes en el portal de Belén.

Necesitaba distraerse. La cocina del chalet estaba provista de lo mejor. Lo había observado cuando Greg abrió el armario que contenía el vino y otros licores. Al fin, un rayo de esperanza en el horizonte. Zac se dirigió a la cocina, se sirvió una copa y se sentó junto a la barra americana que separaba la habitación de la sala de estar.
           
Ness: ¿Qué es eso? ¿Whisky? -preguntó y avanzó hacia él-.
           
Zac alzó su copa.
           
Zac: Sí. Y uno bastante bueno, además. Una cosa hay que reconocerle a Greg, sabe mucho de bebidas. ¿Quieres uno?
           
Ness: No.
           
Zac: No estás embarazada. Así que tú también puedes beber.
           
Ness: No me gusta mucho.
           
Zac se encogió de hombros.
           
Zac: Como quieras. Entonces, ¿por qué no le dijiste a Mallory la verdad? Hubiera pagado por el chalet -cambió de tema-.
           
Vanessa le apuntó con el mentón. Sus ojos brillaban beligerantes.
           
Ness: No puedo permitírmelo, y no quería deberte nada.
           
Zac: ¿Crees que hubiera esperado un servicio especial por tu parte?
 
Alzó las cejas y la miró fijamente. Si no fuera por aquella estúpida barriga, tendría una figura sensacional. Además de la cara de un ángel. Le dio un sorbo al whisky para pensar en otra cosa. Mejor beber alcohol que dar rienda suelta a sus fantasías acerca de cómo se desenvolvería Vanessa en la cama. Como si pudiera adivinar sus pensamientos, Vanessa sintió un ligero rubor acudir a su rostro. Ciertamente no era capaz de leer sus pensamientos, así que probablemente le resultaba incómodo que la mirara tan descaradamente. Zac la volvió a mirar a los ojos. Para casi ahogarse en ellos.
           
Ness: Tal vez.
           
Zac: No piensas muy bien de mí.
           
Ella se encogió de hombros.
           
Ness: No te conozco lo suficiente como para tener una opinión.
           
Zac: ¿Ah, sí?
           
Ness: Sí -su voz se suavizó-. Estoy agradecida por todo lo que has hecho. Eso no significa que sepa si puedo confiar en ti o no.
           
Zac: Puedes confiar en mí. Créeme.
 
Aunque se imaginara cómo era desnuda o cómo sería si estuviera acostada en su cama, nunca la tocaría en contra de su voluntad.
           
Ness: De acuerdo.
           
Zac: Bien -le ofreció un brindis con su copa-. Podríamos haber llegado a un acuerdo. No me abalanzaré sobre ti y pagaré por el chalet.
           
Ness: No -protestó-. No quiero deberte nada.
           
Zac: Si no pago el chalet, estaremos en deuda con Mallory y no quiero.
           
Ness: Eso es diferente. Se ofreció voluntariamente.
           
Zac: Porque pensaba que estabas embarazada.
           
Ness: Muy bien. Debería haberle dicho la verdad, pero no voy a dejar que pagues por mí. Pagaré mi parte.
           
Zac: No te lo puedes permitir -le recordó-.
           
Ness: Sí puedo. Pero tendré que emplear todos mis ahorros.
 
Cruzó los brazos por delante de su pecho. Parecía enfadada porque él había puesto el dedo en la llaga. Zac solo quería hacerle entender que no tenía que mentir para quedarse allí. Suspiró por dentro. Por supuesto que habría sido mejor mantener la boca cerrada, pero, ¿cuándo había puesto en práctica aquel razonamiento?
           
Zac: Pagaré por ti. No te preocupes -podía ver por su expresión cuánto pesaba sobre ella la posibilidad de gastar tanto dinero por una o dos noches-.
           
Ness: No.
           
Zac: Como quieras.
 
Zac alzó su copa y se la bebió toda de un solo trago.


1 comentarios:

Lu dijo...

Me imagine ese lugar y me encanto!!
Aun no entiendo nada de Ness, pero ya veremos..
Me gusto el capi!!

Sube prontoo :)

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