topbella

miércoles, 31 de mayo de 2017

Capítulo 11


1977

Anne: ¡Leslie, mira ésta! Me gusta esta fotografía, ¿a ti no? -sacó una fotografía del sobre que había ido a buscar a la tienda de revelado-. Me gusta cómo me queda este corte de pelo.

Leslie Tuttle estudió la fotografía con un entusiasmo forzado. Mientras ella se veía obligada a trabajar en el primer turno de la panadería durante todo el verano, su mejor amiga, Anne, estaba disfrutando de una aventura amorosa con un auténtico príncipe azul. Desde entonces, a ella le tocaba jugar un papel secundario en la vida de su amiga y estaba empezando a hartarse. Pero sonrió y admiró la fotografía en la que aparecían una sonriente Anne y un bronceado y maravilloso Philip Hudgens sosteniendo un trofeo de tenis. De fondo las montañas y el lago del campamento Kioga.

Leslie: Sí, me gusta -respondió, disimulando su disgusto-.

Una agradable brisa refrescaba el callejón al que daba la parte trasera de la panadería, en el que se suponía que Anne y ella deberían estar sacando las bandejas vacías de la furgoneta después del reparto. Habían parado para hacer un descanso antes de regresar al calor asfixiante de la panadería.

Anne: Mira, ya sé lo que voy a hacer -dijo sacudiendo la cabeza-. He hecho una copia de esta fotografía. Voy a buscarle un marco. Philip vuelve a Yale dentro de unos días y ésta es la única fotografía en la que aparecemos juntos.

Leslie: Eso es porque se supone que no deberíais estar juntos.

Anne: No empieces otra vez -replicó con un brillo de advertencia en la mirada-.

Pero Leslie sabía cómo enfrentarse al mal genio de su amiga.

Leslie: Está comprometido con otra -le recordó-.

Anne: Sí, con Pamela Lightsey, que le ha dejado solo todo el verano para ir a Italia. Se merece que le deje.

Leslie: Ni siquiera la conoces. No sabes lo que se merece y lo que no.

Anne: Sé cómo es -insistió-. Una niña rica y mimada. Cuando Philip rompa con ella, seguramente se comprará un BMW nuevo para consolarse.

Leslie: Eso no significa que no tenga sentimientos como tú y como yo.

En realidad, no sabía por qué estaba defendiendo a Pamela Lightsey, una completa desconocida para ella.

Anne: Leslie -sacó la última bandeja de la furgoneta-, deberías alegrarte por Philip y por mí. Philip es tan... tan... Lo es todo.

Leslie: Escúchate a ti misma.

Leslie se sentía como la parte más sensata de aquella amistad. Siempre había sido así. Anne era el espíritu libre, la aventurera, trabajaba duro y jugaba arriesgándolo todo. Leslie era la parte práctica, trabajaba duro y no hacía otra cosa que trabajar.

Leslie: ¿Estás enamorada de Hudgens o de su dinero?

Anne: No seas tonta. Las dos cosas no pueden separarse. Philip es Philip porque es un Hudgens.

Leslie: Así que si su familia se arruinara mañana y tuvieras que llevar una vida miserable, no te importaría.

Leslie no pudo evitar hacer esa pregunta porque, en el fondo, conocía la respuesta. Y si Philip también la supiera, a lo mejor no tendría tanto interés en Anne.

Anne se echó a reír con una de esas carcajadas sensuales y brillantes que la habían convertido en la chica más popular del instituto de Avalon. En la fiesta de graduación del mes de junio, había sido elegida la chica que más cosas podía conseguir gracias a su aspecto. No se había ofendido porque sabía que era mucho más que una cara bonita. Tenía una fuerte ética del trabajo, por ejemplo. De hecho, tenía dos empleos: trabajaba en la panadería de sus padres y también como dependienta a tiempo parcial en la joyería que había al lado de la panadería.

Leslie: ¿Y qué vas a hacer cuando seas rica? En serio, creo que una mujer como tú se aburriría.

Anne: Tonterías. Me pasaré la vida viajando y comprando.

Leslie: ¿Y qué hará Philip?

Seguramente, ni siquiera lo sabía, pensó Leslie. ¿Sabría Anne que Philip guardaba la mitad de su pan con chocolate para el final del día? ¿O que había visto actuar a los Allman Brothers en el Fillmore East antes de que Duane Allman muriera asesinado? ¿Se habría fijado siquiera en las arrugas que se formaban alrededor de sus ojos cuando reía?

Anne: ¿Qué pasa con Philip? -suspiró-. Él es... Leslie, tienes que prometerme que no dirás nada...

Leslie: ¿Sobre qué? -frunció el ceño-. Todavía no me has dicho qué hará Philip mientras tú te pasas la vida viajando y comprando.

Anne: Eso es lo que quería decirte. Que a veces tengo miedo de aburrirme con él.

A Leslie le entraron ganas de sacudirla.

Leslie: Si tienes miedo de aburrirte con él, ¿entonces por qué estás planeando un futuro con ese hombre?

Anne: Dios mío, te juro que eres insoportable -dijo con el ceño fruncido. Se inclinó para mirar su reflejo en el espejo retrovisor de la furgoneta y se arregló el pelo-. No debería haberte hablado nunca de nosotros -sacó el lápiz de labios y se apoyó contra la furgoneta mientras se pintaba-. Pero no, eso habría sido imposible. Tenía que decírselo a alguien. Este secreto es demasiado bueno como para no contárselo a nadie durante todo un verano y tú eres la única persona en la que podía confiar.

A pesar de que sufría por Philip, Leslie se sentía privilegiada al ser la depositaría de todos los detalles de aquella aventura clandestina porque sabía que era lo más cerca que podría estar nunca de una aventura amorosa. Leslie pensaba que tenía la vida más aburrida del planeta. Su única fuente de dramatismo era la propia Anne, que vivía la vida como si fuera una telenovela.

Desgraciadamente, los personajes de las telenovelas terminaban muchas veces solos y con el corazón destrozado, o bien con una terrible amnesia.

Leslie: Escucha -le dijo a Anne-, me gustaría que todo saliera bien.

Anne: ¿Pero?

Leslie: Yo no he dicho ningún «pero».

Anne: No ha hecho falta, lo he oído de todas maneras. ¿Pero qué?

Leslie tomó aire.

Leslie: Me preocupa lo que va a ser de ti cuando termine el verano y Philip vuelva a Yale. Es posible que... Bueno, ya sabes lo que puede pasar. De ahí viene la expresión «amor de verano», cuando se acaba el verano, se acaba el amor.

Anne: A Philip y a mí no nos pasará eso -insistió-.

Leslie tuvo que morderse la lengua. Anne y Philip procedían de dos mundos completamente diferentes y se engañaban si creían que de verdad iban a poder vivir juntos. El cuento de Cenicienta era eso, un cuento de hadas. En la vida real, los príncipes se casaban con princesas, y no con sus criadas.

Anne: Además, tengo una póliza de seguro -añadió-.

Leslie: No me lo creo.

Anne sonrió con aire misterioso y posó la mano en su vientre.

Anne; No se lo he dicho a él. Todavía no se lo he dicho a nadie.

Leslie se sintió como si acabaran de darle un puñetazo en el estómago y Anne se echó a reír a carcajadas.

Anne: Deberías haberte visto la cara. Pareces más sorprendida que yo, te lo juro.

Seguramente porque ella lo tenía todo planeado, comprendió Leslie con absoluta nitidez. Aunque Anne aseguraba que lo único que Philip y ella necesitaban era amor, había procurado asegurar su relación quedándose embarazada. Y aunque Leslie no sabía gran cosa sobre Philip, sí sabía que, además de ser el hombre más guapo del mundo, era también un hombre extremadamente decente.

Si se enteraba de que Anne estaba embarazada, jamás la abandonaría.

Leslie: Yo no sé qué decir. Me alegro por ti.

Tenía el corazón destrozado, porque estaba convencida de que aquello no iba a funcionar. Anne no era suficientemente madura. Tener un hijo a su edad era un error.

Leslie lo sentía también mucho por los padres de Anne. Habían querido tener más de una hija, pero, según le había contado la madre de Leslie, Helen había tenido tantos problemas para dar a luz que había estado a punto de morir en el parto y no podía volver a ser madre.

A lo mejor por eso Anne estaba tan mimada. Se habían volcado completamente en ella. Y ése era el problema de mimar a la gente, por mucho que le dieras, siempre querían algo más.

Leslie: ¿Y cuándo piensas decírselo a Philip?

Anne: Todavía no he pensado en ello.

Leslie: Anne, tienes que decírselo.

Anne: Y lo haré, te lo juro. Pero acabo de enterarme. Tú eres la primera persona a lo que se lo he dicho, bueno... casi.

Leslie: ¿Casi?

Anne: Cuando me llamaron de la clínica, la impresión fue tan fuerte que se lo conté a unos clientes de la panadería.

Leslie: Oh-oh.

Anne: Desde luego, «oh-oh» -se echó a reír-. No te vas a creer quiénes eran. Nada más y nada menos que el señor y la señora Lightsey.

Leslie sacudió la cabeza. Evidentemente no había soltado aquella información de forma accidental.

Leslie: Los padres de Pamela.

Anne: Philip dice que son los mejores amigos de sus padres. Habían venido a la ceremonia de clausura del campamento. Por lo visto vienen todos los años.

Leslie: Y ahora saben que estás embarazada.

Leslie sentía un frío glacial a pesar del calor del verano. Así era como funcionaba Anne. Estaba manipulándolo todo. Asegurarse de que los padres de Pamela supieran que estaba embarazada formaba parte del as que guardaban bajo la manga.

Leslie: ¿Y saben que Philip es el padre?

Anne: Eso es lo de menos. En cuanto Philip vea a Pamela, cosa que ocurrirá la semana que viene en Yale, le dirá que quiere poner fin a su compromiso. Se casará conmigo antes de que nazca el bebé y todo saldrá maravillosamente.

Leslie: Excepto para Pamela Lightsey.

Anne: Ella se consolará con el BMW.


Dos días después, Leslie estaba plantando unas flores delante de la panadería cuando oyó el silbido del tren y se acordó de que Anne había ido a la estación a despedir a Philip. Minutos después, Anne regresaba a la panadería pálida y con expresión de derrota. Leslie nunca había visto así a su amiga.

Tenía el labio superior empapado en sudor y se mecía ligeramente mientras se llevaba la mano al estómago, como si estuviera a punto de vomitar.

Leslie: ¿Qué ha pasado? -le preguntó dejando las gardenias a un lado-. Tienes un aspecto horrible.

Anne se sentó en una de las sillas de la terraza de la panadería.

Anne: He roto con él.

Leslie: No lo comprendo -la mente le giraba a toda velocidad-. ¿No se lo ha tomado bien? ¿No quiere saber nada del bebé?

Anne: No le he dicho nada del bebé -sus ojos reflejaban su absoluta desesperación-. No puede saberlo nunca. Nunca.

Leslie: No seas tonta. Tiene derecho a saberlo.

Anne: Ya basta, Leslie. Te juro que si dices una sola palabra... -se llevó la mano a la sien-. Ahora necesito pensar.

Leslie: Escucha, hace sólo un par de días, estabas planeando un futuro con él. ¿Philip ha cambiado de opinión?

Anne: No, él me ha suplicado que no rompiéramos.

Leslie: ¿Entonces por qué lo has hecho? -preguntó intentando averiguar qué podía haber pasado-.

Anne tomó aire y miró su reflejo en el espejo de la panadería.

Anne: Tengo una oferta mejor.

Leslie: ¿Qué quiere decir que tienes una oferta mejor? ¿De quién?

Anne no contestó. Rió con amargura, se levantó de la silla y se alejó a grandes zancadas. Aunque Leslie la llamó, continuó caminando por la acera con la cabeza erguida y sin mirar atrás. Sacó un papel del bolso, lo partió en dos, lo tiró a una papelera y continuó caminando.

Leslie no pudo resistir la tentación. Fue a buscar el papel que su amiga acababa de tirar. Era la fotografía que su amiga se había hecho con Philip. La sacó de la papelera sin vacilar. Estaba segura de que Anne entraría de nuevo en razón.




Ya sabemos un poco más de la mamá de Ness 😉

¡Gracias por leer!


2 comentarios:

Lu dijo...

Wow... que capitulo.
Ahora sabemos un poco más de la madre de Ness, nunca quiso al padre de Ness entonces No?


Sube pronto

Maria jose dijo...

Que capítulo!!!
Misterio y mas misterio
Síguela pronto

Saludos

Publicar un comentario

Perfil