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jueves, 1 de septiembre de 2016

Capítulo 20


Decorado de flores y de luces resplandecientes, el hotel relumbraba como en un sueño. Con todo lo que había sido, lo que había albergado en su larga vida, aquella celebración de amor, fe y entereza brillaba intensamente.

El aire rezumaba olor a rosas, toques de madreselva, un suave aroma a lilas. Sobre sus cabezas, un cielo azulísimo.

En el interior de la alcoba de cuento de Titania y Oberon, Claire se introdujo en el vestido de novia. Inspiró hondo, sonriéndole a su madre mientras Ashley le recolocaba el vestido.
 
Claire: Nada de lágrimas, mamá.
 
Rosie: Mi niña está guapísima -pestañeó un poco para contener las lágrimas y se acercó a cogerle la mano a Claire-. Y tan feliz.
 
Ash: Perfecto -retrocedió hasta donde estaba Vanessa-.
 
Claire: Eso es lo que parece todo en este momento -inspiró hondo de nuevo mientras se volvía al espejo-. Perfecto.
 
Ash: Y todo según lo previsto, además. Vamos a salir al balcón a hacer unas fotos -ordenó-, para seguir haciéndolo bien.
 
Claire: ¿Seguro que Alex no anda por ahí? No quiero que me vea con el vestido antes de la ceremonia. Sé que es una tontería, pero…
 
Ness: No lo es -la corrigió-. Voy a volver a J y R para asegurarme de que los hombres no se mueven de ese lado.
 
Ash: Te necesitamos para las fotos -le recordó-.
 
Ness: Vuelvo enseguida. Voy a por Rachel y los chicos, y a ver cómo van las cosas en el lado del novio. Empezad, vengo en cinco minutos -dijo, y salió corriendo. Observó que la puerta de Elizabeth y Darcy estaba abierta-. No puedo entretenerme ahora. Tengo el tiempo justo. Pero luego me paso.
 
Marcando el ritmo con los tacones de sus zapatos de boda, disfrutando del modo en que fluía alrededor de sus piernas el vestido, del color de un espumoso champán, avanzó aprisa hacia la parte trasera y cruzó la puerta, el porche.

Oyó voces antes de llamar con los nudillos: los chillidos de los niños, una risa grave y estruendosa.
 
Ness: ¿Estáis visibles? -gritó mientras abría despacio la puerta-.
 
David: Define visible.
 
Divertida, cruzó el umbral.

Rachel, el pelo suelto, mejilla con mejilla con Alex. Otro momento perfecto, pensó Vanessa mientras David y los chicos -de traje oscuro-, sentados en la cama, con las cartas extendidas, jugaban una partida rápida.
 
Liam: ¡Es la hora! -empezó a bajar de la cama, provocando una estampida-.
 
Ness: Todavía no. Primero haremos unas fotos, luego el fotógrafo bajará aquí y os las hará a vosotros. ¿Dónde está Zac?
 
David: Ha ido a por refrigerios líquidos -contestó-.
 
Ness: Estás guapísimo. Dios, todos estáis guapísimos. Necesito llevarme a Rachel y a los niños para las fotos, ahora os los devuelvo. El resto del equipo del novio se queda en la parte posterior del hotel. Nada de intentar escaparse al otro lado.

David: ¿Y si pedimos una pizza? -preguntó, e igual que con la estampida, provocó un pequeño motín entre los más jóvenes-.
 
Rachel: Luego -se volvió y puso orden con una mirada que Vanessa supuso llevaba años empleando con ese fin-. Vamos, tropa. Ahora nos vemos -susurró besando a Alex en la mejilla-.
 
Mark: Es que tengo mucha sed -le lanzó a Rachel una mirada suplicante rematada con una sonrisa esperanzada-.
 
Ness: Yo me encargo de eso. Enseguida os alcanzo -le prometió a Rachel-.
 
David: Gano yo por abandono.
 
Harry se volvió de inmediato y vio la sonrisa de satisfacción de David.
 
Harry: ¡Ni hablar!
 
David: Por supuesto. La partida ha terminado para ti, perdedor.
 
Rachel: Moratoria -declaró-. Una pausa en la batalla -le explicó a Harry mientras los sacaba de allí-.

Y le lanzó a David la misma mirada asesina de antes al tiempo que cerraba la puerta.
 
Ness: Estáis todos guapísimos, de verdad -dijo con la mano en el pomo-. Pero esperad a ver a Claire.
 
Alex: Solo dime que no voy a tener que esperar mucho más.
 
Ness: Ya casi estamos -le prometió a Alex, y salió pitando-.
 
Mientras bajaba, Vanessa echó un vistazo al Patio. Las carpas, de blanco novia bajo el relajante cielo azul, más flores, más luces.

Perfecto, como diría Ashley con toda la razón, pensó Vanessa.

Zac apareció con una bandeja de bebidas en las manos. Se toparon sus miradas, ella en las escaleras, él abajo. Duró un instante -romántico, de ensueño- y el corazón se le alborotó un poquito.

Zac no podía quitarle los ojos de encima, viendo el sol reflejarse en su melena de reina escocesa.
 
Zac: Alucinante.
 
Ness: Está todo precioso -siguió bajando-. Piensa en esto hace un año. Cuesta creer que haya podido cambiar tanto, en lo que se ha convertido.
 
Él no le quitaba los ojos de encima.
 
Zac: Yo estaba pensando en lo mismo.
 
Ness: Rachel se ha llevado a los niños al lado de la novia para las fotos. Yo les llevo los refrescos.
 
Zac miró la bandeja que tenía en las manos. Curioso, por un instante la había olvidado, había olvidado la boda, había olvidado el mundo.
 
Zac: Sí. Sprite, que, según Liam, es lo mismo que el champán, y uno de verdad para mamá.
 
Ness: Y cerveza para ti y tus hermanos. Aún tardaremos unos quince minutos más, según el ajustado programa de Ashley. Luego el fotógrafo se encargará de vosotros.
 
Zac: Estaremos preparados. Tengo el programa.
 
Ness: Pues claro.
 
Llevó la bandeja al porche, hizo la transferencia de bebidas.
 
Zac: Alucinante, de verdad -añadió haciéndola reír mientras salía corriendo-.
 

Zac abrió la puerta y entró.

Zac: ¿Recuerdas lo de que, si Vanessa estaba embarazada, querría casarme con ella?
 
David: No jodas, ¿Vanessa está embarazada? -cogió enseguida una cerveza de la bandeja-.
 
Zac: No. -Pero de pronto entendió la rara sensación que había tenido al enterarse de que el test de embarazo era de Claire. Una pizca de desilusión-. El caso es que hace un minuto me he dado cuenta… no me he dado cuenta, pero me doy cuenta ahora.
 
David: Suéltalo ya -le advirtió bromeando-, o te vas a cargar el planning.
 
Zac: Que quiero casarme con ella. -Algo aturdido, miró a David, luego a Alex, después a David otra vez-. Quiero casarme con Vanessa Hudgens.
 
Alex: Bueno. Bebamos por eso -cogió su cerveza, luego la de Zac, y retiró la bandeja-. Aquí tienes.
 
Zac miró ceñudo la cerveza.
 
Zac: ¿No os sorprende ni siquiera un poquito?
 
Alex: No. Ni siquiera un poquito.
 
David. Espera, espera -retrocedió, los ojos fruncidos-. ¿Hablas de casarte, casarte? ¿Primero Alex y ahora tú? -Miró con recelo la cerveza-. ¿Lleva algo esto? ¿Una especie de poción casamentera? Porque eso sí que me va a cabrear.
 
Alex: No es la cerveza, capullo -sonrió a Zac-. Deberías pedírselo hoy. Que se lo pidas en una boda parece que da suerte.
 
Zac: Tengo que meditarlo -resopló-. Necesito pensar el cómo, el cuándo y todo eso.
 
David: Tiene que meditarlo -le dio un trago a la cerveza-. Esto promete.
 
 
Cuando su parte de las fotos de los momentos previos estuvo hecha, Rosie le dio a Claire otro abrazo.
 
Rosie: Voy a echar una mano con los niños, luego le pediré a tu padre que suba.
 
Ash: Veinte minutos -anunció, móvil en ristre-. Zac me está mensajeando, así sabré cuándo terminan las fotos. Y cuándo salen Alex y su grupo al Patio.
 
Rosie: Ya le pregunto yo a Zac, tranquila.
 
Ness: ¿Os estáis mandando mensajes? -le preguntó cuando salió Rosie-. ¿Acaso no recuerdas que esto iba a ser algo informal?
 
Ash: Informal no significa cutre. Empiezan a llegar los invitados, por cierto.
 
Ness: Cuenta atrás -cogió el champán-. ¿Alguien más?
 
Claire: Yo no -respondió, luego frunció el ceño-. No, un trago. Creo que debería beber un trago de suerte.
 
Ness: Un trago para la novia y una copa llena para sus asistentes.
 
Ashley cogió su copa.
 
Ash: Por la novia.
 
Claire negó con la cabeza.
 
Claire: No, no, por el matrimonio. Por las promesas, las concesiones, la tolerancia. Por eso me gustaría brindar.
 
Ash: Por el matrimonio, entonces -coincidió mientras chocaban las copas-.
 
Claire: Y por la familia -añadió después de un sorbito-. No es solo la pareja, son los niños, cuando los tienes, los padres de los que vienes. Esto, también. La gente que te enriquece la vida, que le da plenitud y estabilidad. Vosotras dos me dais eso.
 
Ness: Tú te has propuesto hacernos llorar -consiguió decir-.
 
Claire: Sí, me ha parecido buena idea -bebió otro sorbito, dejó la copa-. Pero me siento especialmente lúcida. Anoche pensé en John. Mucho. Y ahora sé, estoy convencida, de que se alegraría de que haya conocido a Alex. De que tenga a Alex y los niños lo tengan también. Eso me hace feliz. Y ahora lo único que quiero hacer es dirigirme al Patio, acercarme a Alex y a los niños, con este en mis entrañas -dijo llevándose la mano al vientre-. Y hacer todas esas promesas. Después voy a bailar con mi marido y con nuestros hijos.
 
Ash: Después de que yo te retoque el lápiz de labios -declaró-.
 
Mientras Ashley iba de un lado a otro, Vanessa se acercó al porche. Solo un minuto, pensó. Un minuto nada más.

Oyó que se abría el balcón y miró abajo, a Elizabeth y Darcy. Tenía compañía. Eso estaba bien, decidió.
 
Ness: No acabo de entenderlo. No estoy triste, pero no sé si contenta es la palabra. Por Claire, claro. Por Claire, radiante. Pero, por lo demás, estoy en un punto intermedio. No acabo de entender cómo va esto, ¿sabes? La miro y la veo tan segura, nada nerviosa, sin dudas, sin inquietudes. ¿Cómo será sentirse así? ¿Cómo se llega a ese punto?

Contempló Vesta, después Pasar la página, en Main Street. Eso sí lo entendía: ese compromiso, esa entrega. Pero ¿qué encendía ese interruptor interno que le permitía a uno dar esos pasos por y con otra persona?
 
Ness: Da igual. Hoy no soy yo la protagonista. Es un día feliz. El día de Claire.
 
Se volvió para entrar, vio algo en la mesa, entre las puertas. Ceñuda, se acercó y cogió una piedra pequeña. Era lisa y suave como un canto rodado, en forma de corazón. La tuvo entre las manos mientras miraba fijamente las iniciales grabadas en el centro.
 
L. F.

B. R.

Ness: Lizzy Ford. B, ¿de Billy? Debe de serlo. -Con el corazón loco, miró a su alrededor. La puerta del balcón seguía abierta, esa fragancia de verano frágil como pétalos-. ¿Te lo dio él? ¿Billy? Debió de ser él. Y… aún la conservas. Pero ¿cómo? ¿Cómo es que la tengo yo ahora mismo? ¿Cómo puede…?
 
Ash: ¡Vanessa! -la llamó-. Cuenta atrás.
 
Ness: Hoy es el día de Claire -repitió apretando la pequeña piedra en la mano-. No se la puedo enseñar ahora, pero se la llevaré a Zac. Prometido. -Se llevó al pecho la mano con la que sostenía la piedra-. Prometido -repitió-.
 
Ash: ¡Vanessa!
 
Ness: ¡Un segundo! -Entró corriendo y se fue directa a su bolso-. Lápiz de labios.

Guardó la piedra dentro, se preguntó si seguiría ahí cuando volviera.
 
 
Mientras el sol iba deslizándose hacia las colinas del oeste, vio casarse a sus amigos, oyó las promesas que se hicieron, que les hicieron a los niños que formaban su familia, vio chispear los anillos -otra promesa- bajo el suave destello de luz.

Los dos desbordaban alegría, simple e inmensa, observó Vanessa, en un torrente lento y cálido. Notó que crecía en ella también, algo hermoso y real, firme y fuerte.

Cuando se besaron por primera vez como marido y mujer, las lágrimas que inundaron los ojos de Vanessa fueron de alegría.

Luego hubo abrazos, aplausos, música. Zac la cogió de la mano, la condujo por el pasillo que formaban las sillas a la puerta del Vestíbulo. Más abrazos, lágrimas, risas cuando Mark anunció, a voz en grito y con rotundidad que se hacía pis.
 
Ash: Primero el pis, después las fotos -anunció-. Novia, novio, padrinos y familia. Claire, Alex y los niños; después Claire y Alex. -Miró al fotógrafo-. Cuarenta y cinco minutos. Así vamos según el horario previsto.
 
David: ¿Llevas un crono encima?
 
Ness: Aquí -se dio una palmadita en la frente-.
 
Ash: Claire y Alex tienen que poder bailar, comer, divertirse.
 
David: No creo que eso les preocupe -señaló mientras los novios se daban otro largo beso-. Relájate, comandante.
 
Ash: Relájate tú -masculló, y se esforzó por reconducir a los invitados-.
 
Vanessa quiso llevar a Zac a un aparte, pero no se le presentó la ocasión propicia y las circunstancias se lo impidieron.

Podía esperar, pensó, y se centró en el momento.

Tras las fotos, el regreso de los novios, el primer baile y los brindis, consiguió llevárselo dentro.
 
Zac: Quiero bailar contigo.
 
Ness: Estoy más que dispuesta, pero antes quiero enseñarte algo. Arriba.
 
Zac: También hay comida… tiene buena pinta.
 
Ness: Luego comemos, bebemos, bailamos. Lo hacemos todo. -Le agarró la mano con fuerza mientras subía aprisa las escaleras-. Te cuento. Yo había salido al balcón justo antes de que bajáramos. Estaba algo… pensativa, quizá. Gran día. Y ha salido ella. Bueno, el balcón estaba abierto. Estaba pensando en Claire y Alex, su boda, sus votos, y eso. Preguntándome, de hecho, de dónde saca la gente las agallas o lo que haga falta para dar ese paso.
 
Zac: No son agallas.
 
Ness: Lo que sea. -Abrió T y O, lo llevó dentro-. Ashley me estaba gritando que volviera dentro y, cuando he ido a darme la vuelta, me he encontrado esto en la mesa que hay entre las dos puertas.
 
Cerró los ojos un instante, metió la mano en el bolso y soltó un suspiro de alivio cuando sus dedos se toparon con la piedra.
 
Zac: Una piedra. Dios, qué gran descubrimiento.
 
Ness: Cállate. Mírala, Zac.
 
Cuando Vanessa se la acercó, Zac la miró, le dio la vuelta. Su expresión pasó de risueña a perpleja, luego maravillada.
 
Zac: Te lo ha dado ella.
 
Ness: Lo ha dejado en la mesa. Cuando he salido al balcón no estaba ahí. Seguro. De pronto, sí. Yo no diría que me la haya dado a mí, pero sí que quería que la viera. ¿No te parece?
 
Za: No acabo de entender cómo puede tener esto, o materializarlo. O… yo qué sé.
 
Ness: Yo he optado por no darle demasiadas vueltas, no vaya a ser que me reviente el cerebro. Debió de dársela él. Por la forma, por las iniciales.
 
Zac: ¿Por qué iba a darle una piedra? Si lo piensas bien…
 
Ness: Es un corazón, con las iniciales en el centro. Muy tierno, ¿no?
 
Zac: Supongo. La B de Billy cuadra. William. R. Es posible que nos venga bien tener la inicial del apellido.
 
Ness: Ashley y tú sois quienes lo investigáis, por eso quería darte la piedra cuanto antes. Ashley está encargada de organizar el cotarro aquí, así que te ha tocado. Pero deberíamos pasársela a ella después del convite.
 
Zac: Te la ha dado a ti.
 
Ness: ¿Lizzy? No, la ha dejado donde yo pudiera encontrarla.
 
Zac: No hay mucha diferencia.
 
Ness: Querría que Ashley la tuviera. Ella es su descendiente.
 
Zac: No la ha dejado donde Ashley pudiera encontrarla. -Se la devolvió a Vanessa-. Quédatela tú.
 
Ness: No me parece bien.
 
Zac: Me parece que te la ha dejado a ti por algo. Puede que si te la quedas un rato consigas averiguar por qué. Mientras, yo buscaré a William R. Cuando termine la boda, se lo contamos a Ashley.
 
Ness: Muy bien, pero se me hace raro. -Acarició las iniciales antes de guardársela de nuevo en el bolso-. Si se la lleva, yo no me hago responsable.
 
Zac: ¿Te he dicho ya que estás alucinante?
 
Lo miró con ojos chispeantes.
 
Ness: Igual lo has mencionado de pasada.
 
Zac: Pues lo estás. Y… -No, se dijo, de forma impulsiva, no; el día de la boda de su hermano, no, aunque diera suerte-. Hay que volver. No se me casa un hermano todos los días.
 
Ness: Tienes razón.
 
Zac: ¿Qué has querido decir con lo de agallas? -le preguntó mientras bajaban-.
 
Ness: ¿Qué?
 
Zac: Lo de que hacían falta agallas para casarse. Hacen falta agallas para, no sé, para ir a la guerra, o defraudar a Hacienda, o hacer caída libre.
 
Ness: Solo quiero decir que hay que pensárselo muy bien antes de dar ese paso de hasta-que-la-muerte-o-el-divorcio-nos-separen.
 
A Zac le sonó mal, fatal.
 
Zac: ¿Siempre has sido tan cínica?
 
Ness: No soy cínica. -Hasta la palabra le molestaba-. Solo realista, y curiosa. Una realista curiosa.
 
Zac: Échale un vistazo a eso -le propuso cuando volvieron donde bailaban las parejas… Claire y Alex, su madre, el padre de ella, los padres de Claire, y más-. Eso es real.
 
Real, se dijo Zac, y lo que él quería. Lo que quería con Vanessa.
 
Ness: Y es bonito. Precioso. Un instante. Un instante importante. Pero hay miles de instantes después de la fiesta. Por cierto, ¿por qué no estás bailando conmigo?
 
Zac: Buena idea.
 
Se esforzó por disimular, pero lo que ella había dicho lo había trastocado por dentro. Y sabía que ella también lo notaba.
 
 
Vanessa no tenía tiempo para agobiarse por eso, ni pensarlo siquiera. Solo les quedaba una semana para terminar los últimos detalles de la casa, amueblar, equipar la cocina.

Recordó el último empujón en el hotel, pero esta vez, con Alex y Claire de luna de miel, les faltaban dos pares de manos.

Aun así, esa sensación de déjà vu no dejó de acompañarla mientras Ashley y ella metían vajillas, cristalerías, cuberterías, cazos, sartenes y bandejas en los armarios.
 
Ness: No se entristecerá por no haber podido hacer esto ella misma, ¿verdad?
 
Ashley negó con la cabeza.
 
Ash: Ya lo he pensado, dos, tres veces. Luego me la he imaginado volviendo después de una semana de descanso fuera, con todo el trabajo de la tienda esperándola, los niños, la nueva rutina, y embarazada. Creo que agradecerá no tener que cargar cajas, desempaquetar y todo lo demás.
 
Ness: Yo también lo creo, pero, a veces, sigo dudando. Es fantástico que los niños pasen unos días con los padres de John. Les viene bien, pero admito que los echo de menos. Como el poder tirar de esas piernas incansables para hacer recaditos.
 
Ash: Ya casi lo tenemos. Con Rachel y Rose ocupándose de la ropa y de la de cama, y Zac y David haciendo las tareas pesadas, estará todo perfecto para cuando lleguen. -Hizo una pausa y se llevó la mano al móvil-. Voy a ver… tendría que asegurarme de que Amy ha pedido las flores.
 
Ness: Sabes que sí. Relájate, comandante.
 
Ash: Como David me vuelva a llamar así, le doy una patada en los huevos -hizo una pausa y giró los hombros-. La casa es preciosa: la madera, los detalles, la sensación de espacio.
 
Ness: Los Efron trabajan bien.
 
Ash: Sí. A propósito de Efron, ¿qué os pasa a Zac y a ti?
 
Ness: Nada.
 
Ashley echó un vistazo a la escalera.
 
Ash: Rachel y Rose están en la segunda planta. Zac y David han ido a por otra carga. Estamos tú y yo solas.
 
Ness: No lo sé exactamente. La cosa está un poco floja desde la boda. Culpa mía, supongo, o algo. Cuando le enseñé la piedra en forma de corazón, hice un comentario sobre el matrimonio. Sí quiero, hasta que la muerte o el divorcio nos separen, o algo así. Piensa que soy una cínica.
 
Ash: ¿Por qué será?
 
Ness: No lo soy.
 
Ash: No, no lo eres. Pero guardas en tu armario el equipaje de tu madre. Algún día vas a tener que deshacerte de él.
 
Ness: No es así. O igual sí -admitió, molesta consigo misma-. Pero ya solo tengo una bolsa de fin de semana. Ahora estamos de mal rollo, y eso es lo último que quiero. Somos amigos de toda la vida. De hecho… -Miró alrededor para asegurarse de que estaban solas de verdad-. La otra noche me encontré esto en mi caja de recuerdos. -Abrió el bolso y la cremallera de un bolsillo y sacó un anillo de plástico con forma de corazón rosa-. Me dio esto cuando tenía unos seis años y estaba loca por él.
 
Ash: Ay, Vanessa, qué mono. Qué tierno.
 
Ness: Lo era, lo es. Es de una máquina de chicles. Solo andaba tonteando conmigo, pero yo estaba en la cima del mundo. Él es muy de estas cosas. Es muy tierno.
 
Ash: Lo has guardado todo este tiempo.
 
Ness: Anda, claro. Mi primer anillo de compromiso. -Por hacer un poco el tonto, se lo puso, meneó los dedos. Pero, curiosamente, el vérselo puesto la puso algo triste-. Y ahora lo nuestro ya no va bien -siguió mientras se lo quitaba-. Puede que quiera dar un paso atrás y…
 
Se interrumpió al oír que se abría la puerta y le hizo un gesto a Ashley como de cerrarse la boca con cremallera mientras volvía a guardar el anillo en el bolso.
 
 
Mientras Bobo estaba tirado en el suelo de la cocina, obviamente agotado, Vanessa ayudó a colocar las mesas, las lámparas, las almohadas. Cuando Ashley tuvo que volver al hotel, Vanessa desempaquetó toallas, colocó jabones, yendo del dormitorio principal al baño de los niños, al de los invitados, al aseo, al baño de la planta baja.

Ya era de noche cuando volvió arriba, y se detuvo sonriente ante el salón. Acogedor, se dijo, cómodo y bonito.

Oyó que martilleaban y pasó a la sala de juegos. Zac, con el cinto a la altura de la cadera, colgaba un póster de X-Men enmarcado.
 
Ness: Has montado ya las estanterías de los niños.
 
Él la miró.
 
Zac: Lo ha hecho David antes de irse.
 
Ness: ¿Se ha ido?
 
Zac: Ya casi hemos terminado. Mamá me ha pedido que te diga que Rosie y ella volverán mañana, después de pasarse por la tienda de comestibles a por víveres.
 
Ness: Estupendo. Supongo que tienes razón. No se me ocurre nada más que hacer. No estaba segura de que fuéramos a conseguirlo, y nos ha sobrado un día entero.
 
Zac: Hemos tenido mucha ayuda.
 
Ness: Y Ashley y tú con vuestras listas de comprobación. Este cuarto está genial. Divertido. Alegre. Toda la casa tiene ese aire.
 
Za: Sí, es cierto.
 
Ness: ¿Te apetece una cerveza de recompensa?
 
Zac: No me importaría.
 
Salió y abrió dos. Se trataban de forma tan educadita, se dijo. Correcta. Rara.

Ya estaba harta, decidió dejando las cervezas en la encimera de la cocina. Esperó a que Zac se hubiera quitado el cinto de herramientas.
 
Ness: ¿Estás cabreado conmigo?
 
Zac: No. -Sus serenos ojos azules la miraron fijamente-. ¿Por qué iba a estarlo?
 
Ness: No lo sé. Pero no… tú… algo no va bien desde la boda.
 
La escudriñó mientras le daba un trago a la cerveza.

Zac: Quizá tengas razón.
 
Ness: Si no estás bien, te agradecería…
 
Za: ¿Por qué haces eso? ¿Por qué siempre piensas que no funciona, no va a durar, o no cuaja?
 
Ness: No quería decir eso. Yo… -Cuando él le hizo un gesto de desdén y se acercó a la ventana del fondo, ella apretó la mandíbula-. Estás cabreado conmigo.
 
Zac: No, pero me estoy empezando a cabrear. -Le dio otro trago a la cerveza, luego volvió y la dejó en la encimera. La miró a los ojos-. ¿Qué pasaría si te dijera que no lo termino de ver? Sin chorradas, Vanessa, la verdad. ¿Si te dijera que quiero dejarlo?
 
La mandíbula, que apretaba con fuerza, empezó a temblarle. Y todo su interior tembló con ella.
 
Ness: Me partirías el corazón. ¿Eso quieres oír? ¿Necesitas saber que podrías?
 
Zac: Sí. -Cerró los ojos, suspiró-. Sí. Eso es exactamente lo que necesitaba oír y lo que necesitaba saber.
 
Ness: ¿Y por qué ibas a querer hacerme daño? Tú no eres cruel. Tampoco eres frío. ¿Por qué ibas a querer hacerme daño? Si quisieras recular, podrías hacerlo sin ser cruel.
 
Zac: Déjalo ya. -Su voz sonó tremendamente paciente-. Yo no pienso recular. No quiero recular. Ya está. Pero tú no crees en mí, ni en ti. Ni en nosotros.
 
Ness: Sí creo. ¿Qué te hace pensar que no? -En cuanto lo dijo, supo el porqué-. A veces digo estupideces. A veces pienso estupideces. Deberías saberlo ya.
 
Zac: Te conozco, sí, Vanessa. Sé que eres fiel y generosa, eres fuerte y ambiciosa.
 
Desde la boda de Alex, Zac había estado buscando la respuesta, la solución. Creía que la tenía.
 
Zac: Vanessa, te cuestionas demasiado, te preocupa demasiado ser quien no eres. Porque tú no te pareces a ella. En nada, y nunca te has parecido. Me cabrea que no te des cuenta.
 
Ness: Estoy en ello.
 
Zac: Vale. -Se dispuso a coger de nuevo la cerveza, pero se detuvo-. No, no vale. Acabaremos dando vueltas sin llegar a nada. No vale, porque yo estoy enamorado de ti.
 
Ness: Ay, Dios mío.
 
Zac: Probablemente siempre lo he estado. Me ha costado darme cuenta, así que supuse que tú también necesitabas tu tiempo. Pero ya no puedo más. ¿Ves este sitio?
 
Ness: Sí, Zac…

Zac: Pues no es solo una puñetera casa, una puñetera casa preciosa. Es un lugar para crear, al que volver, en el que refugiarse.

Todo lo que sentía por ella lo invadió. Todo lo que quería lo rodeaba.

Se acabó lo de encontrar la forma, lo de pensárselo.
 
Zac: Yo también tengo una puñetera casa preciosa. Tú deberías estar allí conmigo. Crear algo en ella conmigo, volver a ella conmigo, refugiarte en ella, y en mí.
 
Ness: ¿Quieres que me vaya a vivir contigo?
 
Le había estado dando muchas vueltas, se dijo, y no era así como había previsto que sucedería. Joder, pensó. Todo o nada.
 
Zac: Quiero que te cases conmigo.
 
Ness: Ay, Dios. -Después de un par de respiraciones entrecortadas, bajó la vista-. No me siento los pies.
 
Zac: Desde luego tu reacción es de lo más frustrante.
 
Ness: Lo siento. Dame un minuto.
 
Zac: No. Maldita sea. No. No es una cuestión de agallas. Es cuestión de amor y fe, y esperanza, supongo. Cuando vi a mi hermano casarse con Claire, supe que quería eso. Siempre lo he querido, pero pensaba, claro, algún día. Algún día me establecería, sentaría la cabeza, formaría una familia. Ya es algún día, Vanessa, porque lo otro que sé es que algún día llegó contigo. Siempre has sido tú. Mi primera novia.
 
Ness: Necesito sentarme un segundo.
 
Lo hizo en el suelo. Agarró con fuerza la llave que llevaba colgada del cuello. Las puertas, se dijo, había que abrirlas. Y Zac se equivocaba; sí hacían falta agallas. Pero ella no era una cobarde.
 
Ness: ¿Cómo te sentirías si te dijera que no, que yo no busco eso?
 
Zac se puso en cuclillas, la miró fijamente a los ojos.
 
Zac: Me partirías el corazón.
 
Ness: Jamás haría eso.
 
Zac: ¿Te vas a casar conmigo para no herir mis sentimientos?
 
Ness: Te quiero lo bastante para hacerlo. Tú me alborotas el corazón, Zac. Siempre me lo has alborotado. Me había acostumbrado a eso y, a lo mejor, por haberme acostumbrado, no he sabido valorarlo lo suficiente. Cuando empezamos a estar juntos, ese alboroto se convirtió en algo más. Algo más, algo con lo que no sabía qué hacer. Nadie me ha hecho sentir nunca como tú, antes y ahora. Pensaba que me faltaba algo porque no lograba sentir lo suficiente, pero lo único que pasaba es que los otros no eran tú.
 
Zac se sentó enfrente de ella.
 
Zac: Ahora ya no falta nada, no nos falta nada. Di que sí.
 
Ness: Un momento. Lo que siento… -Se le iluminó en el interior, de repente-. Dios, es como la piedra-corazón. ¿Eso intentaba decirme? Es fuerte, sólido, duradero. Nunca pensé que pudieras sentirlo por mí, así que no podía abrir ese sitio y dejarlo salir. Y sí que hacen falta agallas. -Se limpió una lágrima-. A mí me han hecho falta.
 
Él le cogió la mano.
 
Zac: Estoy enamorado de ti, Vanessa. Di que sí.
 
Ness: Seguramente se me dará fatal el matrimonio.
 
Zac: Eso será problema mío, ¿no?
 
Lo miró a la cara, tan familiar, tan valiosa para ella. No, no les faltaba nada.
 
Ness: Necesito mi bolso.
 
Zac: ¿Ahora?
 
Ness: En serio, lo necesito.
 
Zac: Dios, te vas a cargar la magia.

Se aupó, se levantó, lo cogió de la encimera y se lo dejó caer al regazo.

Y se quedó totalmente pasmado al verla sacar el anillo de plástico rosa.

Vanessa se lo ofreció a él.
 
Ness: Quiero ser tu problema, Zac, el resto de mi vida.
 
Zac: Lo has guardado -susurró. Sonriendo, empezó a ponérselo en el dedo, pero ella cerró la mano-. No me vaciles, Vanessa. Di que sí.
 
Ness: Un momento. Yo no tengo… ¿cómo se dice…? la ecuanimidad de Claire, ni tampoco la eficiencia de Ashley.
 
Zac: ¿Acaso exijo alguna de las dos para que te cases conmigo?
 
Ness: No, y más te vale. Yo no tengo tu paciencia, y menos mal que ya la tienes tú. Me esforzaré mucho, pero eso ya lo sabes.
 
Zac: Ya lo sé. Di que sí.
 
Ness: Te quiero. Eres mi amigo, mi amante, mi media naranja. -Sonrió al fin, le dio un beso en la mejilla-. Mi primer novio va a ser mi último novio. Sí. -Le tendió la mano para que le pusiera el anillo-. Total y definitivamente sí.
 
Se lo puso.
 
Zac: Te vale. Casi.
 
Ness: Entonces me quedaba grande. Ahora ya me vale.

Se subió a su regazo.
 
Zac: Te ha costado.
 
Ness: Tal y como lo veo ahora, solo lo justo.

Extendió la mano, meneó los dedos. Ya no estaba triste. Era feliz.
 
Zac: Te compraré uno de verdad. -Le cogió la mano y le besó el dedo por encima del corazón de plástico rosa-. Ya sabes, un diamante o lo que te apetezca.
 
Ness: Este es de verdad, pero vale, acepto el de diamante. Te acepto a ti, Zac, y menos mal que tú me aceptas a mí.
 
La abrazó con fuerza, envolviéndola.
 
Zac: Vanessa. -Lo invadió la emoción al atrapar sus labios. Suya al fin, se dijo, allí, en sus brazos-. Aquí estamos.
 
Ness: Tú y yo -susurró-. Ahora entiendo lo que decía Claire.
 
Zac: ¿De qué?
 
Ness: De cómo se sentía justo antes de la boda. Me dijo que no estaba nerviosa. Estaba lúcida. -Se apartó, le cogió la cara-. Yo también. Firme y segura. Tú también eres mi «algún día». Vamos a casa y empecemos a crear algo.
 
Zac la ayudó a levantarse y juntos apagaron las luces, cerraron las puertas y salieron de la mano.

Vanessa pensó en la llave que llevaba colgada del cuello y en la piedra-corazón que aún tenía en el bolso. Y en el tierno anillo de una bola de chicle.

Símbolos, todos ellos, de lugares por descubrir, y de un amor duradero.


FIN


¡Qué bonito!
Después de darle tantas vueltas por fin se casan... ^_^

Espero que os haya gustado esta novela tanto como a mí. Forma parte de una trilogía, si queréis pongo el resto cuando las tenga. 

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Besis!


3 comentarios:

Lu dijo...

Ame el final! No tengo más nada que agregar. Me ha encantado ♡
Zanessa es todo ♡.



Sube pronto

Maria jose dijo...

ya el fin tan rapido?!?!?
muy buena la novela
la ame mucho
que lindo final en verdad me encanto
quiero mas novelas de zanessa adaptadas!!!!
amo el blog espero nunca lo dejes
sube pronto


saludos!!!!

Anónimo dijo...

Me encantó. Pero me gustaría que siguieras la trilogía.

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