Capítulo 7

Una hora después, Vanessa estaba a punto de meterse en la cama cuando Happy comenzó a ladrar y oyó que llegaba Zac por las escaleras.

Aunque se moría de ganas por salir corriendo a recibirlo, decidió dejar que se instalara. Ya tendría tiempo el lunes por la tarde de darle el mensaje de su amigo.

Zac estaba hablando con alguien. Vanessa se dio cuenta de que se habían parado ante la puerta de su casa. Entonces, agudizó el oído y escuchó que una de las voces, también masculina, se despedía y se alejaba.

Entonces, en lugar de meterse en su casa, Zac fue hacia su puerta.

Al instante, Happy se puso a ladrar como una loca, a dar vueltas y brincos por la habitación y Vanessa no tuvo más remedio que ir a abrir.

Así que, suspirando, decidió que lo mejor era terminar con aquella situación cuanto antes. Por una parte, estaba emocionada, demasiado emocionada, ante la idea de volver a verlo. Por otra, se sentía dolida e insignificante.

Ness: Hola, bienvenido a casa -lo recibió-.

Zac: Gracias. Te he echado de menos -contestó alargando el brazo para agarrarla. Sin embargo, Vanessa dio un paso atrás y no pudo más que agarrarla de la mano-. ¿Qué tal el fin de semana? -le preguntó dándose cuenta de que sucedía algo-.

Ness: Muy bien. ¿Y tú?

Zac: Muy bien también -contestó acariciando a Happy-. He estado con mi familia. La verdad es que he estado muy a gusto, pero ya me apetecía volver a casa y me parece que Duke estaba ya harto de estar todo el día huyendo del gato de mi madre. -Imaginarse a Duke corriendo porque un gato lo perseguía la hizo chasquear la lengua. Rápidamente, se recordó que tenía que mantener la calma y recuperar la compostura-. ¿Qué tal se ha portado Happy? -quiso saber-.

Vanessa le hizo un rápido resumen y tomó aire.

Ness: Ha venido un amigo a verte.

Zac: ¿Quién?

Nes: Drew Seeley.

Zac: Ah, Drew -sonrió-.

Ness: Happy lo ha oído y le he tenido que abrir la puerta porque le iba a dar un ataque.

Zac: Me lo imagino. Cuando me dieron a mi primer perro guía, otros ciegos con más experiencia me advirtieron que casi todos los perros tienen una persona ante la que reaccionan perdiendo completamente el sentido común y con la que se comportan como un idiota total. Para Happy, ése es Drew.

Ness: No hace falta que lo jures.

Zac: Tras mucho trabajo, conseguí convencerlos a los dos de que Happy tenía que comportarse como un perro guía en el despacho, pero en casa… -le contó en tono divertido-.

Ness: Ha mencionado algo sobre una tal Amber. Estaba preocupado por ti -añadió intentando mantener la calma-.

Zac se quedó helado.

Zac: ¿Qué te ha dicho exactamente?

Ness: Simplemente que sabía que te habías enterado de que estaba embarazada y estaba preocupado por ti. Creo que sería mejor que lo llamaras.

Zac tomó aire.

Zac: Me parece que me voy a pasar por su casa a estrangularlo.

Ness: ¿Cómo? -se sorprendió-.

Zac: Me parece que te debo una explicación.

Ness: A mí no me tienes que explicar nada, Zac. Tú y yo no somos…

Zac: Vanessa, por favor, no termines esa frase. -Vanessa no supo qué contestar, así que no dijo nada-. Dame diez minutos para dejar a Duke en casa y meter las maletas.

Ness: Muy bien.

Podría haberse ofrecido a ayudarlo, pero Vanessa sospechó que Zac necesitaba aquel tiempo a solas.

Zac: Cuando esté preparado, te doy un grito para que pases -le indicó-.

No era una pregunta.

Ness: Muy bien.

Había veces en la vida en las que no merecía la pena discutir. Por alguna razón, a Zac le había molestado algo de lo que había dicho. Iba a saber exactamente qué en diez minutos.

Cuando habían transcurrido nueve, Zac dio un grito desde el otro lado del pasillo. Al entrar en su casa, Vanessa se percató de que solamente había una luz encendida. Estaban casi a oscuras.

Zac: Siéntate -le indicó-. He sacado un poco de vino -añadió indicando dos copas que había sobre la mesa-.

Vanessa se sentó en silencio y se giró hacia él, que se había sentado a su lado.

Zac no comenzó a hablar inmediatamente. De momento, la agarró de la mano y se quedó allí sentado, recorriendo con el dedo pulgar sus dedos.

Zac: Te debo una explicación -dijo por fin-. La verdad es que no se me había ocurrido que fuera importante -añadió dando un trago al vino-. Ya te dije que tenía novia en la universidad. Se llamaba Amber.

Vanessa sintió que se le rompía el corazón. Así que se conocían hacía muchísimo tiempo.

Zac: Nos comprometimos durante la Navidad del último año de la carrera. En febrero, tuve el accidente. Ya te dije que fui yo el que rompí el compromiso dos meses después.

Ness: Sí -contestó rezando para que continuara-.

Zac: Amber se casó hace un par de años y vive en Chambersburg. El otro día, tuve que ir a los juzgados allí y me la encontré -la informó encogiéndose de hombros-. La verdad es que, si ella no me hubiera dicho nada, yo ni me habría enterado de que estaba allí. Lo cierto es que fue… agradable… hablar con ella. Me dijo que estaba embarazada de su primer hijo.

Vanessa sintió tal alivio que no pudo ni articular palabra. ¡Así que no era su hijo!

Zac: En cualquier caso, mí querido amigo y socio se ha debido de enterar también de que mi ex novia estaba embarazada y ha supuesto que yo me iba a suicidar o algo así. Por eso ha venido a casa.

Ness: Estaba preocupado. Ha sido un detalle por su parte.

Zac: Ya. -En una sola palabra Zac acababa de dejar claro lo que opinaba de la preocupación de su amigo. A continuación, la tomó entre sus brazos y la apretó contra su cuerpo-. Te pido perdón por no haberme puesto en contacto contigo durante estos últimos días. Fui a visitar a mi familia y me habría gustado volver el viernes, pero mi madre me convenció para que me quedara el fin de semana. Tendría que haberte llamado, pero tenía tu número de teléfono en el despacho.

Ness: No pasa nada. No me debes ninguna…

Zac: ¡Maldita sea, Vanessa! -Explotó haciendo que Vanessa diera un respingo-. ¿Por qué estás intentando subestimar lo que está ocurriendo entre nosotros?

Ness: No lo subestimo, pero no tengo derecho a…

Zac: A lo mejor yo quiero que lo tengas -la interrumpió besándola con pasión-.

La intensidad del momento era tal que Vanessa no pudo ni moverse. Sentía la lengua de Zac buscando la suya, sus labios dominando su boca y dando al traste con sus defensas.

Vanessa levantó las manos y se las puso en los hombros para apartarlo, pero Zac aprovechó para colocarle los brazos alrededor de su cuello y para tumbarse sobre ella en el sofá.

Una vez en aquella postura, deslizó una mano bajo el fino jersey de Vanessa, fue directamente hacia su sujetador de encaje, lo apartó y le tomó un pecho en la palma de la mano.

Sin mediar palabra, jugueteó con su sensible pezón, haciendo que de Vanessa se apoderara el más fiero de los deseos.

Vanessa se encontró con que no podía hablar, no se podía mover, no podía pensar. Lo único que podía hacer era quedarse allí tumbada, sintiendo.

Zac deslizó una de sus rodillas entre las piernas de Vanessa y le apartó la falda. Vanessa sintió frío en las piernas. Zac la estaba besando de nuevo, arrebatándole el sentido común y volviéndola a sumergir en el deseo.

Ness: Zac -gimió con la respiración entrecortada-.

Zac: Vanessa, te deseo -contestó con voz grave-. Me he estado volviendo loco preguntándome si estarías pensando en mí como yo en ti.

Ness: Claro que sí, no he podido parar de pensar en ti.

Zac la estaba besando de nuevo, casi frenético. Cuando llegó a su oreja, dibujó círculos con la lengua y le succionó el lóbulo, lo que hizo que Vanessa diera un respingo y sintiera un placer infinito mientras arqueaba el cuerpo hacia él.

Ness: ¡Espera! -exclamó sin saber muy bien lo que decía-.

Zac negó con la cabeza y bajó por su escote hasta llegar a sus pechos, donde se detuvo para hacer la misma operación de succión a través de la camisa.

Zac: No puedo.

Vanessa sintió desde la distancia que Zac deslizaba una mano entre su cuerpo y, de repente, se sorprendió al sentir su erección entre las piernas, peleando por entrar en su cuerpo tras apartarle las braguitas.

Instintivamente, intentó cerrar las piernas, pero Zac la controló con facilidad y le colocó el muslo alrededor de su cintura. Empujó y empujó y, de repente, el cuerpo de Vanessa cedió y Zac consiguió penetrarla.

Vanessa se dio cuenta de que su cuerpo había aceptado su posesión. Sintió un ligero pinchazo de incomodidad, pero rápidamente la humedad le facilitó el camino.

Vanessa gimió profundamente y se dijo que no iba a poder más. Sin embargo, cuando Zac volvió a empujar, su cuerpo lo recibió gustoso.

Vanessa levantó las piernas y le rodeó la cintura, cambiando de postura para que las embestidas de Zac se produjeran de manera más íntima.

El placer, las intensas oleadas de placer que se apoderaron de ella, la tomaron por sorpresa y al mismo ritmo que los movimientos de Zac.

Zac se movía cada vez más deprisa, Vanessa sentía sus músculos trabajar bajo sus manos y no podía pensar, no podía respirar, lo único que podía hacer era disfrutar de la espiral de excitación que se estaba apoderando de su interior.

De repente, se encontró gritando contra el hombro de Zac, que había deslizado una mano de nuevo entre su cuerpo y la estaba acariciando. Vanessa arqueó la espalda y dejó que las convulsiones recorrieran su cuerpo.

Unos segundos después, Zac se tensó, se quedó parado un momento y, acto seguido, se dejó caer sobre ella al tiempo que llegaba al orgasmo muy satisfecho.

Abrazados, los dos tomaron aire con fuerza.

Zac: ¿Te parece posible que una persona pueda morir de placer? -rió-.

Vanessa sonrió.

Ness: Antes de esta noche, no, pero he cambiado de parecer.

A pesar de las protestas de Vanessa, Zac se quitó de encima y se tumbó a su lado. Al instante, la tomó entre sus brazos y la apretó con fuerza. Vanessa sintió su cuerpo pesado y su último pensamiento antes de que se le cerraran los ojos fue que sería feliz quedándose allí para siempre.


Un rato después, Vanessa no tenían idea de cuánto tiempo había transcurrido, Zac se estiró y Vanessa sintió que su pecho musculado se movía bajo su cabeza. Zac deslizó un dedo bajo su barbilla y le levantó el rostro hacia él y Vanessa respondió con todo su corazón a sus besos.

Zac: ¿En qué has estado pensando desde que se fue Drew?

Ness: En que estabas enamorado de otra -contestó sin pensárselo dos veces-.

En cuanto las palabras hubieron abandonado su boca, sintió deseos de hacer un agujero y meterse dentro. No se podía creer que hubiera dicho aquello en voz alta.

Zac se había quedado helado. No era para menos. Para los hombres, acostarse con una mujer no tenía por qué significar que hubiera amor de por medio.

Zac: ¿Y estabas molesta por ello?

Ness: Sí -admitió-.

«De perdidos, al río».

Zac: Me alegro -dijo muy satisfecho, acariciándole la cara con ternura-. Porque yo me estoy enamorando de ti y no me apetecía nada ser el único que sintiera esto.

Ness: Oh, Zac…

Vanessa sintió que se le formaba un nudo en la garganta y que no podía hablar. Estaba tan feliz. Era increíble lo feliz que se podía llegar a ser sabiendo que la otra persona sentía lo mismo por una.

Zac volvió a besarla y Vanessa volvió a sentir que su cuerpo se llenaba de vida. Al instante, deslizó la mano entre su cuerpo y Zac gimió de placer. Vanessa tomó su erección con la mano y comenzó a acariciarlo.

Por supuesto, se olvidó de todo cuando Zac la puso a horcajadas sobre su cuerpo. Al verse allí, Vanessa se estremeció de emoción porque sentirlo completamente excitado entre las piernas la llenaba de satisfacción.

Zac: Ya hablaremos luego, ahora se me ocurren cosas mucho más interesantes que hacer.


Nada más poner un pie en el despacho a la mañana siguiente, Drew salió al encuentro de Zac.

Drew: ¿Vas muy en serio con esa vecina tuya morena y guapa?

Zac: Es guapa, ¿eh? Anda, dime cómo de guapa.

Drew: Está buenísima -le aseguró su amigo-. Tiene un cuerpazo como para…

Zac: Me refería a su cara. Descríbeme su cara -lo interrumpió-.

Drew: Es muy guapa. El día que la vi, no iba maquillada. La verdad es que, a lo mejor, no la habría elegido en una muchedumbre, pero no habría tardado en fijamente ella. Tiene unos pómulos maravillosos, labios voluminosos y un hoyuelo increíblemente sexy en la barbilla, dientes bonitos, ojos grandes y marrones que te dicen…

Zac: Está bien, ya basta.

Drew se rió.

Drew: ¿Celoso?

Zac: No, no tengo motivo. Es mía.

Drew: ¿De verdad? -se sorprendió-.

Zac: Sí, así que mantente alejado, amigo.

Drew: Maldita sea. Desde luego, la vida no es justa. Tú ni siquiera puedes verla y te llevas a la mujer más guapa del pueblo. Te podrías haber conformado con una chica buena y dulce, simpática y divertida. A ti no te habría importado que fuera fea como un pie, pero no, te tienes que quedar con las guapas.

Zac asintió con satisfacción y se rió a carcajadas. Desde el mismísimo día del accidente, Drew se había comportado de manera irreverente con él y jamás había caído en el victimismo del pobre Zac que se ha quedado ciego.

Zac: Fea como un pie, ¿eh? Muchas gracias por pensar en mí.

Drew: De nada. ¿Para qué están los amigos? ¿Y la vas a invitar a la fiesta de Navidad?

Zac: Lo he pensado, pero todavía no se lo he dicho. ¿Tú ya tienes acompañante?

Drew: Sí, yo voy a ir con Amanda, la chica que trabaja en la asesoría fiscal de enfrente.

Zac: ¿Con la que has ido a comer varias veces? ¿La chica que dices que se parece a Meg Ryan? ¿Ésa que es callada y misteriosa?

Drew: Esa misma.

Zac: Muy bien.

Drew: Vamos a ir acompañados por las mujeres más guapas de la fiesta -bromeó mientras cada uno se dirigía a su despacho-. Por cierto, no has contestado a mi pregunta… ¿vas realmente en serio con ella?

Zac no dudó ni un segundo.

Zac: Sí.

Drew: ¿Cómo de serio?

Zac: Mucho.

Drew: ¿Con alianza y todo?

Zac asintió.

Zac: Sí, pero no hace mucho que nos conocemos y no quiero meterle prisa.

Drew: Teniendo en cuenta lo increíblemente guapa que es, yo que tú me daría mucha prisa -sonrió metiéndose en su oficina-.


Aquella tarde, Vanessa había salido de la reunión en la iglesia y volvía caminando hacia casa cuando sonó su teléfono móvil. Iba con Happy ya que el pastor le había dicho que no pasaba nada porque se la llevara.

Al ver quién era, sonrió feliz.

Zac.

Había insistido para intercambiar sus números de teléfonos y direcciones de correo electrónico aquella mañana antes de despedirse.

Ness: ¿Sí?

Zac: Hola, cariño. ¿Qué tal va tu reunión?

Ness: Acabo de salir. Creo que me voy a hacer del grupo porque cada vez me gusta más venir a esta iglesia.

Zac: A ver si, al final, también voy a tener que hacerlo yo.

A Vanessa estuvo a punto de caérsele el teléfono al suelo. ¿Qué significaba aquello?

«No te hagas ilusiones», se dijo.

Ness: Puedes venir cuando quieras.

Zac: Trato hecho. Este domingo te acompaño -contestó cambiando de tema-. ¿Tienes planes para cenar hoy?

Ness: No, iba a hacer carne guisada. ¿Te apuntas?

Zac: Me encantaría. Creo que llegaré sobre las seis. En cuanto le haya dado de comer a Duke, me cruzo a tu casa.

Ness: Muy bien. Nos vemos entonces.

Zac: Te echo de menos. No puedo parar de pensar en ti.

Vanessa se paró en seco.

Ness: Oh, Zac, a mí me pasa lo mismo -admitió bajando la voz-. Date prisa en volver a casa para que, así, te pueda demostrar cuánto te echo de menos.

¿De verdad acababa de decir aquello?

Zac no contestó inmediatamente.

Zac: Te tomo la palabra, bonita.

Una vez en casa, Vanessa preparó una bandeja de pasteles de chocolate. Mientras se enfriaban, cambió las sábanas. Por si acaso. A continuación, preparó la carne guisada y la dejó en el horno con patatas asadas con la intención de abrir unos espárragos de acompañamiento en el último momento.

Al consultar el reloj, comprobó que todavía tenía tiempo de ducharse. Bien. Tras recogerse el pelo, se metió en la ducha. Al finalizar, comprobó que todavía eran las cinco y media.

Todo bajo control.

Sin embargo, en aquel momento llamaron al timbre.

Maldición.

¿Quién sería?

Ness: ¿Pero qué haces aquí? -Exclamó al abrir la puerta-. ¡Qué pronto llegas! ¿Y Duke?

Zac: He salido antes de lo previsto. Duke está en casa, ya le he dado de cenar -añadió cerrando la puerta y tomándola entre sus brazos-. Ven aquí.

Al sentirse presionada contra su cuerpo, Vanessa sintió que una lujuria salvaje se apoderaba de ella. ¿Cómo era posible que Zac le hiciera sentir aquello? De repente estaba bien, y de repente se sentía como si se fuera a evaporar.

Ness: Bésame -le ordenó pasándole los brazos por el cuello-.

Sin embargo, Happy dejó claro transcurridos unos segundos que no quería ser excluida. Zac se rió, soltó a Vanessa y se arrodilló junto a su perra. Cuando se levantó, fueron todos a la cocina, donde la metió en su cesta y la ató.

De vuelta al salón, agarró a Vanessa de la mano y volvió a besarla.

Zac: ¿Qué llevas puesto? -le preguntó desabrochándole el albornoz y acariciando sus curvas desnudas-.

Ness: ¡Zac! ¡Qué estamos en el salón!

Zac: ¿Y? ¿Tienes las persianas echadas?

Ness: Sí, pero…

Zac: Pero nada -la interrumpió besándola de nuevo mientras recorría su anatomía con las manos, haciéndola jadear de placer-.

Eran tan intensas las sensaciones que Vanessa jadeaba sin parar. Zac la apoyó en la pared sin parar de acariciarle los pezones y, a continuación, deslizó una mano por su tripa hasta encontrar los rizos de su entrepierna.

Entonces, le separó las piernas con la rodilla. Vanessa gimió al sentir su mano separándole los labios vaginales y encontrando su humedad. Echó la cabeza hacia atrás y dejó que su cuerpo se rindiera al placer.

Al sentir que Zac le introducía un dedo lentamente y lo sacaba de nuevo, rozándole el clítoris, gritó encantada.

Ness: Zac, no puedo… no puedo…

Zac: Sí, sí puedes -dijo con determinación metiéndole dos dedos aquella vez-.

A continuación, comenzó a dibujar círculos sobre su clítoris con la yema del dedo pulgar y Vanessa tuvo que apretar los dientes para no gritar.

Cuando volvió a tocarla, Vanessa sintió que el mundo explotaba. Su cuerpo se tensaba y convulsionaba contra el de Zac, que la condujo hasta el orgasmo sin dudarlo.

Cuando lo hubo alcanzado, retiró la mano.

Ness: Vaya, si siempre que vienes de trabajar llegas así, voy a tener que tomar vitaminas -murmuró-.

Zac se rió y la abrazó.

Vanessa permaneció apoyada en su cuerpo y se dio cuenta de que, aunque ella estaba relajada, él estaba todavía excitado. Al deslizar la mano entre su cuerpo, se encontró con su erección.

Zac: ¿Nos vamos a la cama? -propuso-.

Ness: No -contestó arrodillándose ante él-.

Zac: ¿Qué haces? -le preguntó completamente excitado-.

Vanessa le desabrochó lentamente el cinturón, le bajó la cremallera de los pantalones y los dejó caer al suelo. Zac llevaba unos calzoncillos azules y blancos, Vanessa deslizó la mano por la bragueta y le tomó la erección, que comenzó a acariciar.

Zac: Vanessa, me vas a matar -comentó tragando saliva-.

Vanessa sonrió y le quitó los calzoncillos.

Ness: Espero que no.

Zac estaba completamente excitado. Vanessa se echó hacia delante y le besó la punta de la erección. Zac arqueó la espalda y apretó los puños. Inmediatamente, se inclinó sobre ella y la obligó a ponerse en pie, la tomó en brazos y la apoyó contra la puerta.

A continuación, la agarró de las caderas y con una sola embestida se adentró en su cuerpo. Sin dilación, comenzó a moverse con movimientos rápidos y diestros.

Vanessa lo abrazó de la cintura con las piernas, sintiendo que el placer era tan intenso que apenas podía pensar. Sentía un puño de deseo en la tripa. Su excitación fue en aumento al darse cuenta de lo excitado que estaba Zac y, cuando él llegó al orgasmo final, Vanessa lo alcanzó también, jadeando ambos.

Zac: Tengo las piernas destrozadas -rió-. ¿Tú puedes andar?

Ness: No lo sé -contestó sinceramente-.

Zac la depositó con cuidado en el suelo y Vanessa comenzó a reírse.

Ness: Me parece que nos vamos a tener que tumbar si no queremos caernos al suelo.

Zac: Buena idea -dijo quitándose los zapatos, los calcetines y la camisa-.

A continuación, completamente desnudo, la tomó en brazos.

Ness: ¿Qué haces? -se sorprendió-.

Zac: Dame instrucciones.

Ness: Peso mucho. Bájame.

Zac: Instrucciones o no te llevo a la cama.

Ness: ¡Dos pasos al frente y a la derecha!

¿Dónde quedó la formalidad? XD

Esta es la "fiesta" de la que os hablaba XD

Lo educados y lo formales que eran entre ellos al inicio de la relación, ahora ya da igual XD

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