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domingo, 11 de diciembre de 2011

Epílogo


26 de agosto

El jet plateado surcaba el cielo nocturno. Su movimiento era suave y el constante murmullo de sus motores resultaba un relajante ronroneo que apagaba cualquier otro sonido. A ella la había arrullado hasta hacerla dormir. Y ahora, la despertaba con suavidad.

Ness Efron se desperezó y su mirada se dirigió automáticamente hacia su muñeca, para consultar la hora. Según su reloj, que era lo único que llevaba puesto, había dormido durante una hora más o menos.

Suspiró y miró por la ventanilla del jet privado de Zac. Fuera estaba la luna, un cielo salpicado de estrellas, y, abajo, a lo lejos, el océano Pacífico. Dentro del aparato solo estaban ellos dos. A veinticinco mil pies de altura, el mundo entero parecía muy lejano.

Sintiéndose lánguida y feliz, Ness se acurrucó aún más contra su esposo. Ambos yacían abrazados sobre el diván de felpa de la cabina; el cuerpo de Ness envolvía el de Zac y la ropa de la pareja estaba hecha un revoltijo en el suelo. Este modo de viajar se había convertido en el favorito de ambos, que se habían desplazado de Europa al Lejano Oriente y a Hawai durante los últimos meses.

Zac: Eh, dormilona -la saludó con ternura mientras paseaba los dedos arriba y abajo por la espalda de Ness-. ¿Has tenido una feliz siesta?

Ness: Nunca duermo en los aviones -le informó volviendo el rostro hacia él para poder rozarle el torso con los labios-. No me relajo lo suficiente.

Zac: Es una pena. De todos modos, hemos descubierto que tienes otras razones para necesitar descanso. ¿No es así? -Deslizó la mano hasta uno de sus senos y le pasó suavemente el pulgar por el pezón hasta convertirlo en un duro y erguido vértice-.

Ness: Así es -logró responder-.

Zac: Aunque, según lo recuerdo yo, parecías bastante relajada cuando te has quedado frita. -El pulgar insistió en sus caricias... una vez, dos... y otra, y otra-. ¿O han sido imaginaciones mías?

Ness: No. Estaba relajada. -Se estremeció-. Pero ya no lo estoy.

Zac: No. Ya no lo estás.

La levantó un poco, la atrajo hacia sus labios y le mordisqueó el pezón hasta que Ness gritó ahogadamente. Luego, también el otro pezón recibió sus atenciones. A Zac le encantaba lo sensible que estaba Ness, ahora más que nunca.

Como su reciente fatiga, eso se debía a un motivo muy concreto... y espectacular.

Solo con recordarlo, Zac atrajo de nuevo a Ness hacia sí y la hizo acomodarse a horcajadas sobre él.

Hicieron el amor con la misma hambrienta intensidad de siempre, alcanzando un placer tan agudo que se hacía casi insoportable. Una vez que hubieron terminado, Ness lanzó un tembloroso suspiro y susurró el nombre de Zac mientras se estrechaba hacia él y se abandonaba, totalmente cansada.

Zac sintió una punzada de preocupación, que no había aparecido antes del test de verificación de aquella mañana.

Zac: ¿Ness? -La observó: tumbada junto a él, su laxitud era total. Y su aspecto, demasiado agotado para el gusto de Zac, que frunció el ceño, intranquilo-. ¿Ha sido excesivo?

Ness: Ni hablar -negó, y disipó su ansiedad meneando levemente la cabeza-. En absoluto. Ha sido perfecto. Y estamos la mar de bien.

Zac: ¿A quién te refieres? -insistió-. ¿A ti y a mí? ¿O a ti y al...?

Ness: A todos nosotros. A ti y a mí... -La palma de su mano resbaló entre ambos cuerpos y se detuvo sobre su vientre-. Y a mí y al bebé. Deja de preocuparte.

Zac: Olvídalo. Esto es solo el principio. -Jugueteó con un mechón de cabellos de Ness-. ¿Estás segura de que has pedido hora con el doctor?

Ness empezó a reír.

Ness: Zac, estoy embarazada, no senil. He llamado desde la habitación del hotel. Tengo hora pasado mañana. Pero le he descrito los síntomas a la enfermera y luego a mi madre, a la que tú me has insistido que llamara. Ambas enfermeras diplomadas me han asegurado que lo que estoy experimentando es perfectamente normal. Mis padres están muy ilusionados, por cierto.

Zac: Me alegro. Aun así, me sentiré mejor una vez que te hayan examinado.

Ness: Sí, quizá te sentirás mejor durante una o dos horas. -Apoyó la barbilla en el torso de Zac-. Y luego empezarás a preocuparte por la fase siguiente. Francamente, creía que los inversores de Bolsa tenían los nervios de acero.

Zac: Y los tienen. Cuando se trata de inversiones, no de esposas embarazadas.

Ella alargó una mano y resiguió con un dedo el perfil de su mejilla.

Ness: Te hace feliz lo del bebé, ¿verdad?

Zac: ¿Feliz? -La agarró suavemente por la muñeca y se llevó la palma de la mano de Ness a los labios-. He fantaseado con la idea de dejarte embarazada desde la primera vez que hicimos el amor.

Ness: Yo también -admitió en voz baja-.

Zac: Vas a ser una madre increíble.

Podía imaginársela educando y queriendo a su hijo, proporcionándole todos los principios que Zac no había podido tener. Cosas que él nunca había considerado viables, y mucho menos necesarias. El idealismo, la sensibilidad y la fuerza interior de Ness la convertían en la clase de madre que todo niño debería tener.

Ness: Me encanta verte con Brian -le dijo acariciándole ahora los labios con los dedos-. Siempre me ha encantado. Pareces volver a la vida, bajas la guardia. Siempre he deseado que lo hicieras más a menudo.

Zac: ¿Y ahora?

Ella esbozó una radiante sonrisa que llenó de calidez a Zac.

Ness: Ahora, esa guardia ha bajado de una vez por todas, al menos conmigo. -Luego, con expresión serena y un brillo de ternura en los ojos añadió-: Vas a ser un padre espectacular. Tengo unas ganas inmensas de verte con nuestro hijo.

Esa ola de emoción que aún lo cogía desprevenido cada vez que lo embargaba le oprimió el pecho. El suyo iba a ser un bebé con suerte. Al igual que él era un hombre con suerte.

Zac: Te quiero, señora Efron -murmuró con voz ronco-.

Un ligero estremecimiento recorrió a Ness.

Ness: ¿Es posible ser tan feliz?

Zac: No solo es posible, sino permanente. Puedes contar con ello. -Alargó el brazo y echó una manta sobre sus cuerpos-. Ahora, descansa. Tanto tú como el bebé lo necesitáis. Y si no, simplemente sigue mis indicaciones.

Ness: Eso puedo hacerlo sin problema. -Suspiró mientras Zac la arropaba, y también a él mismo, con la manta-. Mm... espero que no encontremos turbulencias -murmuró-. Ahora mismo sería un momento totalmente inoportuno para tener que abrocharnos los cinturones de seguridad.

Zac soltó una risita y abrazó a su esposa.

Zac: No te preocupes. Mi piloto ha dicho que hay cielo despejado entre Hawai y el continente. Lo que significa que disponemos de otras pocas horas antes de tener que pensar en turbulencias. -Le acarició los cabellos con la nariz-. Al menos, del tipo atmosférico.

Ness sopesó el comentario.

Ness: Acabo de darme cuenta de que, después de este viaje, hemos entrado a formar parte, de modo oficial, del Club de Aviadores Intrépidos.

Zac: Cariño, después de este viaje, somos miembros de honor.

El aliento risueño de Ness acarició cálidamente la piel de Zac.

Ness: Supongo que sí. Hemos hecho casi una docena de vuelos desde que partimos, en junio. La mayoría han acabado así.

Zac: Eso es. Todos los que excedían las dos horas de duración. En cuanto a los viajes más cortos, los hemos ido recuperando en cuanto hemos llegado a la habitación del hotel.

Ness: ¿Significa eso que disponemos de kilómetros acumulados por ser viajeros frecuentes? Porque me encantaría aprovecharlos y volver a hacer esto algún día.

Zac: Algún día. Pero no demasiado pronto. Tengo otros planes para ti... para nuestra familia. Una pequeña sorpresa en la que he estado trabajando.

Ella enarcó las cejas, intrigada.

Ness: ¿Qué clase de sorpresa?

La expresión de Zac decía claramente que él había estado esperando este momento para saborearlo al máximo.

Zac: Nuestra casa.

Ness levantó la cabeza:

Ness: ¿Nuestra qué?

Zac: Nuestra casa. -Sonrió de medio lado ante la excitación que se notaba en el tono de Ness-. Hablé con tus padres y me hice una idea muy aproximada de lo que te gustaría. Sabía que corría un riesgo, que tú podías enfadarte realmente si yo hacía esto como sorpresa. Pero quería dártela como regalo de boda retrasado.

Ness: Zac. -Tenía ciertos problemas en procesar la enormidad de lo que él le estaba diciendo-. ¿Nos has comprado una casa?

Zac: Bueno, todavía no es una casa -corrigió calibrando la reacción de Ness para determinar si estaba entusiasmada o furiosa-. Es un solar. Será una casa dentro de seis meses.

Ness: ¿Y dónde está ese solar?

Zac: A unos veinte minutos al norte de la casa de Stephen y Nancy, en diez de los acres de bosque más frondoso que jamás hayas visto. Está a menos de media hora de tu escuela y solo un poquito más de la casa de tus padres. También tiene fácil acceso a Manhattan. Así que gozamos de proximidad con nuestras familias y nuestros trabajos. Compré el terreno justo después de que salieras del hospital. Luego, contraté a un arquitecto de primera fila y le proporcioné los detalles específicos a los que habíamos llegado tus padres y yo. Él trazó los planos, con unas cuantas ideas para posteriores variaciones, así que podrás elegir los que te gusten más. Y te dejaré a ti toda la decoración, empezando por el cuarto del niño. El permiso de construcción ya ha llegado. El equipo de trabajadores ya está contratado y esperando. Todo lo que tienes que hacer es dar tu aprobación a los planos y las obras pueden empezar.

Ness seguía mirándole fijamente, aturdida.

Ness: ¿Dices que estará lista para dentro de seis meses?

Zac: Sí. Cinco, si insistimos un poquitín. Cosa que será mejor que hagamos, ahora que lo pienso. El bebé nacerá probablemente a principios de abril. Y quiero que estés totalmente instalada y que tengas tiempo más que suficiente. -Asintió con la cabeza, enérgico-. Nos mudaremos a casa a primeros de febrero. -Ness no tenía la menor duda de que así sería. Zac Efron conseguía que las cosas sucedieran según él quería. Más aún: lograba mover montañas-. Hasta entonces, tenemos tu apartamento y el mío -concluyó-. Podemos seguir nuestro plan original, vivir en la ciudad y en los alrededores al mismo tiempo. Pero mirando hacia el futuro, para nosotros y nuestros hijos, quiero tener raíces. -Calló y buscó la mirada de Ness para saber el veredicto final-. ¿Te parece bien? Porque si no, venderé la casa en cuanto acaben de construirla.

Ness: Ni te atrevas. -Se incorporó y le dio un largo y efusivo beso-. Estoy francamente aturdida. No puedo creer que hayas hecho todo esto. En cuanto a venderla, olvídalo. Vas a mantener contigo esta inversión. -La bromita se desvaneció y Ness besó de nuevo a Zac, esta vez larga e intensamente-. Gracias -susurró-. Has pensado en todo. Eres increíble.

En los ojos de Zac destelló una mirada cálida y un tanto traviesa. Estrechó el abrazo mientras atraía los labios de Ness hacia los suyos.

Zac: Increíble, ¿eh? Bueno, todavía nos queda un largo viaje de vuelta a casa. Te demostraré lo increíble que soy.


27 de agosto


Brian daba brincos sin parar, como una judía saltarina, sobre el puente de observación del aeropuerto mientras esperaba que aterrizara en la pista el jet privado de su tío.

Brian: Papá, ¿dónde están?

Stephen se echó hacia atrás en el banco donde él y Nancy estaban sentados y pasó un brazo por los hombros de su esposa.

Stephen: Veamos. -Entornó los ojos y observó el claro cielo a través de las enormes vidrieras-. Yo diría que por ahí. -Señaló hacia el oeste-.

Brian: No veo nada -anunció mirando hacia el punto que su padre indicaba-. ¿Cómo sabes que es ahí donde están?

Stephen: Porque tío Zac me ha llamado hace unos treinta minutos y me ha dicho que aterrizarían en menos de una hora. Lo que significa que deben de estar lo suficientemente cerca para que casi los veamos ya.

Brian: Si tú lo dices. -No sonaba muy convencido. Siguió correteando de un lado a otro, intentando encontrar el mejor ángulo de visión sobre la pista donde el jet de su tío iba a tomar tierra-.

Nancy sonrió y apoyó la cabeza en el hombro de Stephen.

Stephen: ¿Estás cansada? -le preguntó besándole los cabellos-. Nos hemos levantado bastante temprano esta mañana.

Nancy: Sorprendentemente, no lo estoy. Supongo que estoy excitada. Me apetece muchísimo tener a los recién casados en casa. Estoy segura de que tienen un montón de cosas que contarnos.

Stephen: Y nosotros también.

Nancy: Cierto. -Sonrió de nuevo y levantó la barbilla para poder mirar a su esposo-. ¿Saben que tu padre te ha pedido que seas el abogado consultor de esa importante adquisición corporativa?

Stephen: No. -También esbozó media sonrisa traviesa-. Quería ver la cara de Zac cuando le dijera que nuestro padre ha llegado a la sorprendente, aunque tardía, conclusión de que soy un abogado bastante bueno.

Nancy: Un abogado muy bueno -corrigió-. Conoces perfectamente a Harrison para saber que no es nada transigente cuando se trata de negocios. No hace concesiones, ni siquiera a la familia. Solo trabaja con los mejores. Punto. Y resulta que tú eres el mejor, simplemente.

Stephen: Dicho por un observador meramente objetivo -bromeó. Silenció la protesta de su esposa colocándole un dedo sobre los labios-. Hablando en serio, Nancy, te agradezco tu voto de confianza. Viniendo de ti, lo significa todo para mí. En cuanto a mi padre, ¿quién sabe lo que lo mueve? Quizá finalmente haya comprendido el hecho de que no voy a cambiar mi opinión y presentarme a las elecciones, por mucho que él diga o haga. Quizás es su manera de aceptar mi decisión. Después de meses enteros de mantener una guerra fría, quizá mi padre esté elevando mi posición a una más agradable temperatura tibia, sobre todo con la noticia que tú y yo acabamos de darle hace poco. Quizás esté comprendiendo que una familia significa más que un simple apellido que proteger y un imperio financiero que legar. Después de todo, mi padre casi destruyó la ya poco sólida relación que tenía con Zac y conmigo al conspirar con Walker. Puede que eso lo haya sacudido lo suficiente para darle qué pensar. Eso espero, por su bien. Pero, sea como sea, es su problema, no el nuestro.

Era cierto. De hecho, la oferta de trabajo de su padre afectaba tan poco emocionalmente a Stephen como lo entusiasmaba intelectualmente. La ira y la amargura que había sentido hacia aquel hombre, que había moldeado su vida como si de un pedazo de barro se tratara, se habían ido esfumando durante los últimos meses. Gracias a las horas de terapia introspectiva había conseguido conocerse a sí mismo mucho mejor. Era capaz de separar sus propias flaquezas de las de su padre, así como de asumir la responsabilidad de las primeras y desentenderse de las últimas.

Bueno, la necesidad de dominar y de manipular a pequeña escala encajaba definitivamente bajo el segundo concepto.

La vida funciona de un modo irónico. Stephen tenía por fin la aprobación de su padre. Y gracias a sus sesiones de terapia y al impresionante apoyo de su familia, ya no necesitaba tal aprobación para sentirse bien consigo mismo.

Las apuestas, las inseguridades personales, la desesperación... todo formaba parte del antiguo Stephen.

En cuanto al nuevo, maldita sea, era feliz.

Nancy: ¿Lamentas haber aceptado la oferta de Harrison? Entre tus propios contactos y todas las referencias que Zac ha ido dando sobre ti, tienes un montón de trabajo. Desde luego, no necesitas ése.

Stephen meneó la cabeza:

Stephen: En absoluto. De hecho, tengo muchas ganas de enfrentarme a ese reto. Se trata de una compra no tan solo importante, sino también delicada. Va a requerir muchísima diplomacia para que se lleve a cabo sin causar demasiadas molestias a terceros. -Otra sonrisa traviesa-. Supongo que no debo de haberme retirado de la política, después de todo. Sea como sea, con un poco de buena diplomacia y muchas horas de trabajo duro, a la antigua usanza, creo que Cliff y yo tenemos la suficiente inteligencia y experiencia para salir adelante con el asunto.

Nancy le dirigió una mirada interrogativa.

Nancy: Veo que Cliff y tú disfrutáis de vuestras colaboraciones últimamente. Ya no os limitáis estricta y exclusivamente al trabajo. Las cosas entre vosotros están mejorando, ¿verdad?

Stephen: Sí, así es. Nuestra amistad está volviendo a ponerse en su sitio. -Besó a Nancy en la nariz-. Por supuesto, es de gran ayuda que tú y yo tengamos de nuevo una sólida estabilidad. Y que Cliff y Ashley estén tan unidos. Porque si a él se le ocurriera mirarte de nuevo como a algo más que una amiga, yo me vería obligado a darle un puñetazo entre ceja y ceja.

Nancy: No lo hará. Ahora está emocionalmente en un lugar perfecto, por fin. Ha encontrado a alguien que corresponde a sus sentimientos. Así que yo he desaparecido de escena. Y no es que hubiera estado alguna vez, tampoco. Mi corazón siempre ha estado aquí. -Colocó la palma de la mano sobre la camisa de Stephen, justo en su corazón-.

El la miró con ternura.

Stephen: Qué suerte tengo.

Nancy: Qué suerte tenemos.

Stephen lanzó un ligero suspiro de satisfacción.

Stephen: No se puede pedir nada más. Tengo todo lo que quiero, más un memorable regalo del día de San Valentín esperando hacer su entrada. -En sus ojos brilló un destello de absoluto deleite-. Llámalo los nuevos comienzos. Tengo mucho más que suerte, tengo una bendición. Con todo lo que está a mi favor, puedo permitirme ser caritativo cuando se trata de Cliff.

Brian: ¡Ya están aquí! -Su grito interrumpió la conversación de sus padres y sobresaltó a tres gaviotas que estaban posadas sobre el puente de observación y que levantaron el vuelo al instante-. ¡Ya aterrizan!

Stephen: Pues sí -asintió observando cómo el jet de su hermano tornaba tierra, se deslizaba por la pista y luego se detenía elegantemente. Se puso en pie, tomó a Nancy de la mano para ayudarla a levantarse y le hizo una seña a Brian para que se acercara-. Vamos, campeón. Somos la comitiva de bienvenida. Es hora de empezar nuestra actuación.

Brian: ¡Sí! -No necesitaba que se lo dijeran dos veces. Corrió junto a sus padres, en dirección al piso de abajo-.

Ness y Zac tan solo habían recorrido la mitad de la pista cuando Brian se acercó a ellos a toda velocidad para acabar topando contra su tío como un pequeño tren de mercancías.

Brian: ¡Por fin! -jadeó, recuperando el equilibrio-. ¡Llevamos una eternidad espera que te espera!

Zac: ¡Hola, campeón! -Agarró a su sobrino por debajo de los brazos, lo aupó, le hizo dar una vuelta entera y volvió a dejarlo en el suelo mientras se tambaleaba y gruñía exageradamente-. Pesas una tonelada. Creo que tus músculos han aumentado y que has crecido al menos un par de centímetros durante el verano.

Brian: Así es -repuso asintiendo enfáticamente-. Mamá se queja de que ya no voy a caber en mi uniforme nuevo cuando llegue Halloween... ¡y eso que lo estrené la semana pasada! Espera a verlo. Es genial. -Sin detenerse para respirar siquiera, se dirigió entonces a Ness-. Gracias por la pata de conejo, señorita Hud... -Una sonrisa pícara le iluminó el rostro-. Quiero decir, tía Ness. Funcionó de maravilla. Lancé dos juegos sin hits y un juego sin carreras en la liga de verano de béisbol.

Ness: Felicidades. -Se agachó para abrazar estrechamente a Brian-. Te hemos echado de menos. Tengo muchas ganas de ver tu nuevo uniforme y ese lanzamiento que has estado practicando del que me hablaste por teléfono. ¿Hay partido este sábado?

Brian: Sí. El último del verano. Y yo juego.

Zac En ese caso, iremos a verlo -le informó. Levantó la cabeza y sonrió a Stephen y Nancy, que se acercaban cogidos de la mano-.

Stephen: Bienvenidos a casa -los saludó besando a Ness en la mejilla-. Los dos tenéis un aspecto fantástico. -Le dirigió a su hermano una mirada burlona-. Aunque no estáis muy morenitos.

Zac: Ya conoces Europa -replicó con cara de póquer-. Llueve mucho.

Stephen: Claro. Y en Hawai también, seguro. Sobre todo dentro de los hoteles de cinco estrellas.

Nancy: Déjalo ya -rió mientras abrazaba a uno y otro recién llegado-. No le hagáis caso.

Zac: Yo nunca se lo hago -le aseguró-.

Nancy: Tenéis un aspecto inmejorable -declaró observando el brillo en los ojos de Zac y que Ness tenía las mejillas sonrosadas-. El matrimonio os sienta bien.

Ness: No solo a nosotros -replicó guiñando un ojo-. Vosotros parecéis muy felices, los tres. -Miró a Brian y se sintió aliviada y muy contenta. El chaval volvía a ser él mismo-.

Brian: Has dicho que teníais una gran sorpresa -le recordaba ahora a su tío-.

Zac: ¿Ah, sí? -Frunció la boca, fingidamente pensativo-.

Brian: Sí. Cuando has hablado con papá, hace un rato, le has dicho que me dijera que traíais una gran sorpresa.

Zac: Ah. Seguro que me refería a los regalos que hemos comprado para vosotros.

Brian: No. -Meneó la cabeza-. Le has dicho a papá que no era ese tipo de sorpresa. Le has dicho que era algo que nos diríais en cuanto bajarais del avión. ¿Qué es?

Zac: Ah, esa sorpresa. -Chasqueó los dedos. Se volvió hacia Ness y le dirigió una ligera sonrisa-. ¿Quieres decírselo tú o lo hago yo?

Ella le devolvió la sonrisa y luego se inclinó para mirar a Brian a los ojos, llenos de curiosidad.

Ness: De hecho, la sorpresa significará una nueva tarea para ti, porque vamos a necesitar que nos ayudes bastante.

Brian: ¿Eh?

Ness: Tu tío Zac y yo tenemos la esperanza de que hagas espacio en la liga de verano de béisbol que viene para un espectador más. Un espectador muy pequeño, ya ves, pero que gritará muy fuerte, estoy segura. Y también esperamos que le des a ese espectador algunas lecciones de lanzamiento de pelota dentro de unos años... cuando tenga edad suficiente para jugar como lanzador.

El rostro de Brian reflejaba sorpresa e incredulidad a partes iguales.

Brian: ¿Cómo lo sabíais?

Ness: ¿Cómo sabíamos qué?

Brian: Lo del bebé.

Ness, perpleja, levantó la cabeza. Ella y Zac intercambiaron miradas de interrogación.

Zac: La pregunta adecuada es, ¿cómo lo sabías tú?

Brian: Mamá y papá me lo dijeron hace dos semanas. -Parecía totalmente desinflado-. Pero me dijeron que sería yo el que os daría la noticia a vosotros. -Miró a su padre con expresión totalmente decepcionada-. Papá, ¿por qué se lo habéis dicho vosotros?

Stephen: Yo no lo he hecho -protestó mientras comprendía la situación y en sus ojos asomaba un destello divertido y feliz-. Y mamá tampoco.

Los cuatro adultos intercambiaron miradas.

Zac: ¿Por qué tengo la sensación de que estamos hablando de dos bebés distintos? -comentó en voz alta-.

Stephen: Porque así es-confirmó-.

Ness: ¿Estás embarazada? -Se volvió hacia Nancy, con la voz embargada por una alegre emoción-.

Nancy: Sí. -Sonrió y se llevó la palma de la mano al vientre-. Casi de cuatro meses. Salgo de cuentas el día de San Valentín. -Enarcó las cejas, curiosa-. ¿Y tú?

Ness: Nosotros acabamos de saberlo -repuso asintiendo, alborozada-. El médico confirmará la fecha previsible del parto mañana. Pero yo diría que será en la primera semana de abril.

Durante unos instantes, todos se quedaron inmóviles, callados, sorprendidos por la inesperada y maravillosa coincidencia. Luego, se abrazaron y felicitaron unos a otros, riendo por lo oportuno de la casualidad y celebrando el hecho de que, el verano siguiente, habría dos nuevos Efron para ampliar el círculo familiar.

Stephen: Puede que papá sonría cuando le des la noticia -predijo dándole unas palmaditas en la espalda a su hermano-. Estuvo a punto cuando Nancy y yo le hicimos saber la buena nueva. Y ahora, un tercer nieto, justo al cabo de un instante. Creo que su orgullo será aún mayor que su deseo de verlo publicado en los periódicos.

Zac: Quizá sí -repuso agitando la mano en un gesto que significaba que eso aún estaba por ver-. Pero no cantemos victoria. -También palmeó el hombro de Stephen, felicitándolo-. Qué fantástica noticia. Me alegro muchísimo por vosotros.

Stephen: Igualmente.

Brian: Eh, papá -interrumpió tirando de la manga a su padre-. ¿Significa eso que voy a tener un hermano o hermana, y también un primo o prima, casi al mismo tiempo?

Stephen: Sí, Brian, eso es.

Brian: Entonces, yo voy a convertirme en el hermano y el primo mayor casi al mismo tiempo.

Nancy y Ness rieron.

Nancy: Eso es exactamente lo que serás -confirmó-.

Brian se irguió un poco y frunció el ceño, considerando su nuevo y crucial papel.

Brian: Tía Ness, tu padre también es maestro. ¿Tiene los veranos libres como tú?

Sorprendida por el cambio de tema, Ness repuso:

Ness: A menos que dé clases en la escuela de verano, sí, tiene vacaciones casi de junio a septiembre. ¿Por qué?

Brian contó con los dedos atentamente.

Brian: Vale. Entonces, dentro de seis o siete veranos, ¿crees que podría no dar clases en julio y agosto? Porque tú y yo vamos a necesitar ayuda.

Ness: ¿Ayuda?

Brian: Sí -repuso paciente. Y explicó-: Vamos a tener que enseñar a lanzar a dos niños. Y puede que no sean tan buenos como tú y yo. Así que será mejor que tu padre nos ayude. Y será mejor que lo contratemos ahora. Como los Yankees contratan a sus entrenadores cuando quieren seguir contando con ellos. De ese modo, tu padre será todo para nosotros cuando llegue el momento.

De la garganta de Ness brotó una feliz carcajada. Y le dedicó a Brian un gesto de aprobación con los pulgares hacia arriba.

Ness: Es una idea estupenda. Lo llamaremos hoy mismo y le ofreceremos un contrato a largo plazo. Apuesto a que no nos costará mucho convencerlo.

Brian estaba radiante.

Brian: Apuesto a que no.

Zac: ¿Sabes? -comentó sonriendo de medio lado-, si tú, tía Ness y su padre vais a ser los entrenadores, necesitaréis una zona para practicar. Tengo un lugar perfecto en mente para situar uno. Está en una parcela lo bastante grande para ubicar una zona privada de entreno, un campo de juego y un par de pequeñas graderías. Por supuesto, eso no va a estar listo hasta la primavera pero, de todos modos, tía Ness no va a poder practicar antes de esa época.

Brian: ¿De veras? -Estaba literalmente temblando de excitación-. ¿Dónde?

Zac: Esa es la segunda parte de la sorpresa que traíamos. Vamos a construir una casa para tía Ness, el bebé y para mí. Estará a tan solo unos minutos de la vuestra. Tenemos un terreno muy amplio, más que suficiente para disponer una zona donde llevar a cabo todos vuestros entrenamientos. ¿Qué me dices a eso?

Brian: ¡Qué bien! -Dio un brinco, entusiasmado-. ¡Eso es lo mejor! -Giró sobre sí para mirar a su padre-. Ahora ya sé por qué le dijiste aquello a mamá. ¡Tenías razón!

Stephen repuso un tanto desconcertado.

Stephen: Me alegro. Pero, ¿qué es lo que le dije a mamá llevando tanta razón?

Brian: Le dijiste que tía Ness era lo mejor que jamás le había sucedido a tío Zac. ¡Y vaya si lo es!

Todo el grupo estalló en risas.

Zac: ¿Sabes una cosa, Brian? -Pasó un brazo alrededor de los hombros de su esposa y la miró con una emoción que había descubierto no hacía mucho y sin la que ya no era capaz de imaginar siquiera seguir viviendo-. No podría estar más de acuerdo.


FIN




¡¡Aaaawwww!!
Apuesto a que habéis dicho lo mismo. XD XD

Espero que os haya gustado la novela, a mí me encanto, cuando la leí en su día.
Bueno, gracias por comentarme siempre y espero que lo sigáis haciendo.

En un par de días, más o menos, pondré la sinopsis de la próxima novela, que no será tan larga.
Pero es muy chula, así que espero que la leáis.

¡Comentadme eh! ;)
¡Bye!
¡Kisses!

3 comentarios:

Lau B. dijo...

awww!! me encanto!!
la amo! Zac es todo un principe...
ya quiero ver la proxima :D
Bye
Xx LB

TriiTrii dijo...

Aaaww <3
Me encantoo!!!
Ame esta novela!! <3
Esperare la proxima! ^_^
<3 bye
;)
XoXo

LaLii AleXaNDra dijo...

Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
me emocione...
cuando ley epilogo me dio un no se que, sabia que este momento llegaría :) hahah
me ha encantado tu nove, siempre me llenaba de emoción, y me llena aun...
Me ha encantado (ya lo dije) hahah
me encanta las noves que escojes, son super...
Esperare con ansias la otra nove ;)
XoXoXo
No dejes de escribir ;)

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