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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Capítulo 10


Enero de 1883

**: Mi querido primo, el gran duque Allen, se casa hoy -dijo la condesa Von Loffler-Lisch, conocida más cariñosamente como la tía Mia, diminutivo de Amelia. Era prima en segundo grado de la madre de Zac y había venido desde Niza para asistir a la boda-. Me han dicho que la novia no es nadie, una cazafortunas.

Lo mismo dirían de él si no estuviera en línea directa de sucesión de un título ducal, se dijo Zac, irónicamente. En cambio, sería Ness quien cargaría con el peso del sarcasmo que su apresurada boda iba sin duda a generar, por sus hazañas en la escalada social.

Zac: Seguro que la boda de su noble primo habrá sido un evento grandioso.

Mia: Muy probablemente. -La anciana condesa asintió. Tenía el pelo de un raro matiz de pura plata y llevaba un complicado peinado-. ¡Jolín! No puedo recordar el nombre de la novia. ¿Elenora von Schellersheim? ¿Von Scheffer-Boyadel? ¿O ni siquiera se llama Elenora?

Zac sonrió. La tía Mia era famosa por su prodigiosa memoria. Debía irritarla en extremo no poder recordar algo que tenía justo en la punta de la lengua.

Se sentó junto a ella y le sirvió más curasao en una copita.

Zac: ¿De dónde es la novia?

Mia: De algún sitio en la frontera con Polonia, creo.

Zac: Conocemos a algunas personas de allí.

A Amber, por ejemplo.

La condesa frunció el ceño y trató de concentrarse en medio de la animada conversación que fluía en el magnífico salón de Twelve Pillars. Treinta de los parientes de Zac habían llegado del continente para asistir a su boda, pese a haberlos avisado con tan poco tiempo. Y su madre estaba encantada de poder recibir, por fin, en una mansión propia, por abandonada que estuviera.

Mia: ¿Von Schweinfurt? -se negaba a rendirse-. Detesto hacerme vieja. Cuando era joven, nunca olvidaba un nombre. Veamos. ¿Von Schwanwisch?

Zac: ¿Von Schnurbein? ¿Von Schottenstein? -dijo bromeando-.

Estaba de muy buen humor. A la mañana siguiente a esa misma hora se casaría con la joven más extraordinaria que había conocido nunca. Y por la noche...

Mia: ¡Von Tussle! -exclamó la condesa-. ¡Eso es! Todavía no he perdido del todo la chaveta.

Zac: ¿Von Tussle? -Una vez se había electrocutado accidentalmente durante un experimento en la Polytechnique. Ahora sentía exactamente la misma descarga en las puntas de los dedos-. ¿Se refiere a la viuda del conde George Von Tussle?

Mia: Cielo santo, no es tan horroroso. Hablo de su hija, Amber, ese es su nombre, no Elenora. El pobre Allen está loco por ella.

Algo sonaba en su cabeza, una incipiente alarma que intentaba ahogar. Los títulos que tenían su origen en el Sacro Imperio Romano se transmitían en perpetuidad por línea masculina. Bien podría haber otro conde George, de una rama lateral de la familia Von Tussle, que tuviera una hija casadera llamada Amber.

Pero ¿qué probabilidades había? No, se trataba de su Amber, de aquella cuya felicidad había esperado garantizar, en un tiempo. Pero ¿cómo? ¿Cómo se podía casar con dos hombres en un mes? Simplemente no podía. O bien la condesa se equivocaba o la propia Amber se equivocaba. Una alternativa ridícula, claro. Por supuesto, Amber sabía cómo se llamaba el hombre con quien iba a casarse. La condesa debía de estar equivocada.

Zac: La conocí hace años, cuando estábamos en San Petersburgo -dijo, cautelosamente-. Creía que se había casado con un príncipe polaco.

La condesa soltó un bufido.

Mia: Vaya, eso sí que sería interesante, una bígama real y auténtica. Por desgracia, no tengo ninguna esperanza de que ese sea el caso. Según Allen, su futura esposa es pura como los campos de hielo del Ártico y tiene una madre que vigila cada paso que da. Debes de estar equivocado, muchacho.

El lamento dentro de su cabeza se acrecentó. Se sirvió un vaso lleno del digestivo y se lo bebió de un largo trago. El coñac que era la base del licor le quemó la garganta, pero apenas si lo notó.

Mia: Son solo las dos de la tarde. Un poco temprano para empezar tu última borrachera de soltero, ¿no? -dijo riendo-. No empezarás a tener el corazón en un puño, ¿eh?

No habría sabido si tenía el corazón en un puño. No notaba ninguna parte de su cuerpo. Lo único que sentía era confusión y una creciente sensación de peligro como si el sólido suelo bajo sus pies se hubiera cuarteado de repente, abriendo una tela de araña de grietas oscuras, fisuras y fracturas hasta donde alcanzaba la vista.

Se levantó y se inclinó ante la condesa.

Zac: No creo. Pero le ruego que me disculpe, mi noble prima. Hay un pequeño asunto que requiere mi atención. Espero verla de nuevo en la cena.

Zac  no conseguía pensar con más claridad fuera del salón. Recorrió los pasillos silenciosos, llenos de corrientes de aire, mientras le daban vueltas por la cabeza retazos de lo que la tía Mia había dicho, igual que gallinas presas del pánico al enfrentarse a la invasión de una comadreja.

No entendía exactamente por qué, pero estaba asustadísimo. Lo que más miedo le daba era que, en lo más profundo de su ser, sabía que la tía Mia no se había equivocado.

Al doblar una esquina del pasillo, cerca de la parte frontal de la casa, chocó contra un joven lacayo que llevaba una bandeja con cartas.

**: ¡Perdón, milord!

El sirviente se disculpó de inmediato y se agachó para recoger las misivas esparcidas.

Mientras recogía las cartas, Zac vio dos dirigidas a él. Reconoció la letra de sus amigos. El nuevo trimestre de la universidad había empezado ya; debían de estar preguntándose por qué no había vuelto. No había informado a sus compañeros de clase de su inminente boda; Ness y él habían decidido dar una recepción sorpresa en París, en el espacioso piso que su agente había localizado para ellos en la montaña Sainte-Geneviève, en el Barrio Latino, a un paso de sus clases. Ya habían puesto unas cuantas piezas de mobiliario en el piso, donde también se habían instalado una cocinera y una doncella para preparar su llegada.

Alargó la mano hacia la bandeja.

Zac: Ya me las quedo yo, Elliot.

Elliot parecía desconcertado.

Elliot: Pero, señor, el señor Beckett dijo que todas las cartas debían entregársele a él primero, para poder seleccionarlas.

Zac: ¿Desde cuándo?

Elliot: Desde justo después de la última Navidad, señor. El señor Beckett dijo que a su excelencia no le gustaba recibir tantas cartas pidiéndole dinero para obras benéficas.

¿Cómo? Zac casi pronunció la palabra en voz alta. Su padre no había tropezado en toda su vida con un mendigo para que no le sobrara una moneda. Era su bondadoso corazón lo que, en parte, los había empobrecido.

Una sospecha atroz estaba empezando a concretarse en la cabeza de Zac. Quería apartarla de su mente, golpearla con algo pesado y fuerte -un bate, una maza- para disipar los filamentos de las deducciones e inferencias que amenazaban con ahogar su perfecta felicidad. Quería olvidar lo que acababa de saber sobre el mayordomo, no hacer caso del lamento que bullía dentro de su cabeza, que se había convertido en una sirena a toda marcha, y fingir que todo estaba exactamente como debía estar.

Al día siguiente iba a casarse. Ardía en deseos de acostarse con aquella mujer. Ardía en deseos de despertarse junto a ella todas las mañanas, de deleitarse con su adoración, de disfrutar de su energía.

Zac: Está bien, llévaselas a Beckett.

Elliot: Sí, señor.

Zac miró cómo el lacayo se alejaba por el pasillo.

«Deja que se vaya. Deja que se vaya. No hagas preguntas. No pienses. No investigues.»

Zac: ¡Espera! -ordenó-.

Elliot se volvió, obediente.

Elliot: ¿Sí, señor?

Zac: Dile a Beckett que quiero verlo en mis aposentos dentro de quince minutos.




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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Ok, ya me perdí
Ya quiero ver mas acción entre zac y vanessa
Quiero que sepas que tus novelas adaptadas me gustan
Tanto que las he comprado y las he vuelto a leer
Y aunque ahora las lea con los nombres verdaderos
Siempre pienso en que son zanesss JAJAJAJA
Me han motivado mucho
Sigue subiendo, nunca lo dejes de hacer
Sube pronto
Siempre estoy aquí esperando el próximo capítulo

Unknown dijo...

Estoy perdida tambien... pero por lo que veo Zac ya descubrio que Amber no esta casada... asi que Ness esta en problemass....

Sube pronto

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