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sábado, 21 de enero de 2012

Capítulo 11


Lo primero que notó Vanessa cuando se despertó aquella mañana era que Zac había vuelto a marcharse. Le entró pánico mientras tocaba el espacio vacío en la cama. ¿Se habría ido a hacer surf para escaparse de nuevo de ella? Entonces oyó silbar y olió el aroma del ajo, y se dio cuenta de que estaba cocinando. Gracias a Dios.

Miró el reloj. Las nueve. Había dormido poco más de dos horas en total. Pensó a la vez en AutoWerks y en el hombre que estaba haciendo el desayuno en la cocina. Quería ambas cosas, pero tenía el cuerpo demasiado cansado del sexo y la mente demasiado confusa como para trabajar.

Tuvo una punzada de ansiedad. ¿Lo habría echado todo a perder? No. Aquella noche habían hecho el amor de una forma más intensa y sólida que la anterior. Aquello había sido más que unir los cuerpos; había sido una unión de almas. Zac también lo había sentido. Ella lo había leído en su mirada y lo había oído en su voz, lo había sentido en la forma en que la había abrazado.

Él la había tenido entre sus brazos toda la noche, como si tuviera miedo de que se fuera. Vanessa miró el agujero de la pared y sonrió. Zac lo había vuelto a abrir. ¿Podía ser más claro el mensaje?

Zac estaba cambiando. Estableciéndose. Solo necesitaba alguien estable para ayudarle a darse cuenta. Vanessa se sentó en el borde de la cama, intentando aclararse la cabeza, se puso el camisón y salió a la cocina.

Zac: Tortilla y salmón ahumado -le dijo mientras ponía dos platos humeantes en la mesa. Ella se sentó en su sitio-. El pescado es el alimento del cerebro. Me imaginé que lo necesitarías para trabajar -le acercó el plato con un suave empujón-.

Ness: Gracias, Zac -dijo y lo agarró por la muñeca, mirándolo-. Anoche fue...

Zac: Sí, lo fue -Estaba sonriendo, pero Vanessa percibió la ansiedad en la expresión de su cara-.

Ness: Solo tenemos que darnos tiempo el uno a otro para acostumbrarnos a esto.

Zac: Claro. Tiempo -repitió-.

Y, como si quisiera silenciar las dudas, se inclinó a besarla. Vanessa sintió de nuevo aquel deseo que la hacía sentirse segura de que estaban bien juntos. «Todo saldría bien», se dijo.

Disfrutaron relajadamente del desayuno, mirándose el uno al otro y sonriendo. «Un poco vacilante», pensó ella, pero tendrían que acostumbrarse.

Después del desayuno, Vanessa se puso a trabajar y Zac desapareció en el baño, donde estuvo trabajando con una concentración poco característica, con la música a un volumen bajo. Lo llamaron dos mujeres y le dejaron mensajes, pero él no respondió. ¿Qué haría con todas sus novias?

A pesar de lo mucho que tenía que hacer Vanessa siguió pensando en Zac, con la mente perdida. ¿Se mudaría allí Zac para siempre? ¿Debía hacerlo? Tendrían que hablar de ello, pero Vanessa no tenía ganas de comenzar aquella conversación. Todo era muy confuso.

Observó el pez que nadaba y saltaba por el agua de la pantalla del ordenador. Después de la experiencia del submarinismo, había cambiado el fondo de pantalla y había puesto un fondo marino en vez de su lema «hay que mirar hacia delante».

Pensó en la lista de cualidades de su futuro marido, el hombre que tenía tan exactamente dibujado en su mente que reconocería su voz cuando la oyera. Zac tenía una voz preciosa. Y se ocupaba de sus necesidades, como el hombre de sus sueños. Solo tenía que pensar en cómo la había tratado en la cama, y en que cocinaba para ella constantemente. Ella nunca había pensado que su marido maravilloso supiera cocinar.

Pero, ¿qué pasaba con su carrera profesional? ¿Y con su ambición? Zac era un cero a la izquierda en aquel sentido. «Cuando lo necesite, lo conseguiré» le había dicho acerca de un trabajo. Quizá lo necesitara en aquel momento. Le había dicho que no quería trabajar con Gary, pero, ¿no podría poner él su propia tienda? No para hacerle la competencia a Gary, por supuesto, pero de algo que tuviera que ver con los deportes acuáticos.

Vanessa cogió el periódico y miró los anuncios clasificados. Al poco tiempo, había encontrado cuatro, uno de una tienda de vela, otra de surf y dos empresas de excursiones en barcos. Ella misma llamaría. Todo lo que Zac necesitaba era un pequeño empujón y conocería la alegría de trabajar en algo con lo que disfrutaba. Así lo ayudaría.

Cinco días después, Vanessa se dirigía a casa después de un estupendo día en la ciudad. Había hecho muchas cosas. Lo primero, había tenido una reunión de tres horas con el
equipo directivo AutoWerks L.A., y les había explicado su propuesta de proyecto la cual, a pesar de que no había dormido, había conseguido redactar a toda prisa. Parecía que Zac consideraba un reto personal mantenerla en la cama, pero despierta. Pareció que al equipo le gustó lo que les dijo y Becker le había dedicado su sonrisa de Santa Claus. Necesitaba más información de marketing, así que ella tenía que reunirla aquella noche y mandársela al día siguiente. Él llevaría aquel informe a una reunión de planificación que tenía en Nueva York aquella semana.
Ella le había prometido que estaría disponible para más consultas y le había dado otra tarjeta. Pronto tendría que hacerse unas nuevas, dirección de su nueva oficina y el número de teléfono, además del número del móvil, porque se sentía lo suficientemente rica como para dar de alta la línea de nuevo.

Después había llamado a los anuncios que había encontrado para Zac. Las empresas y el trabajo de la tienda de surf era demasiado comercial para Zac. La tienda de vela sería demasiado, pero el dueño tenía un hermano que a su vez tenía otra tienda, de equipo de submarinismo. El hombre quería jubilarse, así que seguramente se la vendería a Zac y ella lo ayudaría a hacerse con el control del negocio poco a poco. Fijó una cita entre Zac y el hombre para el día siguiente por la tarde, y no podía esperar a llegar a casa para contárselo.

Él estaba barnizando la fachada de la casa cuando llegó. Zac bajó de la escalera al instante y la tomó entre sus brazos.

A ella ni siquiera le importó que el barniz pudiera ensuciarle el traje.

Ness: Tengo muy buenas noticias.

Zac: Puedes contármelas en la cama. Escucho mucho mejor cuando estás desnuda -respondió y le tiró de la mano-.

Ness: Pero tengo que trabajar -dijo tropezándose en el umbral al entrar en la cocina, con la risa en los labios. Al cuerno el trabajo. Nunca se había sentido tan deseada en su vida-.

Zac: Trabajar todo el día y no jugar le destroza los nervios a Vanessa -dijo desabrochándole un botón de la chaqueta-.

Ness: Jugar todo el día y no trabajar le hace perder clientes a Vanessa -respondió mientras le sacaba la camiseta por la cabeza-.

Zac: Pero jugar más y trabajar menos te trajo clientes -dijo empezando con los botones de su camisa-. He organizado una sesión de buceo especial para mañana. Un amigo va a sacar su barco a punta Loma, a un bosque de algas que es tan grande como una isla. Hay unos arrecifes estupendos y las algas cuelgan en cascada. No podrás creerlo.

Ness: No puedo, Zac. Tengo que hacer un informe para AutoWerks.

Zac: ¿No puedes hacerlo después de bucear?

Ness: Es para mañana. Además, yo...

El beso silenció sus palabras y le dejó la mente en blanco. Solo pudo sentir lo que él le estaba haciendo con los dedos bajo la ropa interior.

La tienda de submarinismo flotaba en su cabeza y se las arregló para romper el beso y decirle:

Ness: También tengo noticias para ti.

Zac: Estás a punto de tener un orgasmo. Eso no es una noticia -dijo acariciándola-.

Ness: No, no -Consiguió apartarse y le contó lo de la tienda y que había conseguido una cita para el día siguiente-.

Zac: No estoy interesado en tener una tienda, Vanessa -pareció exasperarse, pero solo momentáneamente. La agarró de nuevo, le quitó el sujetador y le acarició los pechos-.

Ness: Pero ese tipo te va a caer muy bien -balbuceó. Era tan delicioso sentir sus manos en la piel-. Me recuerda a Gary y tiene una idea estupenda, de asociarse con u... u... y -él le estaba haciendo algo asombroso con la lengua en el pezón- una agencia turística, para organizar viajes a México pa... pa... para bucear.

Zac: Eres incansable, ¿sabías? -dijo levantando la cabeza de sus pechos-. Si no estuviera tan excitado, me enfadaría.

Ness: Ser incansable es una de mis características más atractivas -dijo pensando que se iba a desmayar-.

Zac: En la cama, quizá... -se fijó en su expresión. Tras el deseo, Vanessa tenía esperanzas en él, y él debía haberse dado cuenta-. Está bien. Podemos volver de bucear antes de las cuatro, supongo.

Ness: Estupendo -dijo y lo abrazó-.

Zac: Por supuesto, yo diría cualquier cosa en este momento con tal de poseerte.

Ness: Mmm -dijo quitándole el bañador-. Pero tengo que terminar el informe. No sé cómo vamos a poder bucear también.

Zac: Hazlo esta noche. No vas a creerte lo estupendo que es ese sitio. Es como un jardín colgante bajo el agua, y hay rayas, peces enormes, y meros tan grandes como mi coche.

Ness: ¿De verdad?

Zac: De verdad -respondió y le sujetó las nalgas con las manos para atraerla hacia él y frotarse contra su punto más suave. El sentido común empezó a desvanecerse-.

Ness: Probablemente, podré hacer el trabajo en dos horas, pero tenemos que dejarlo en AutoWerks antes de irnos.

Zac: Mándalo por correo electrónico esta noche -la levantó del suelo y penetró en ella de un fuerte empujón-.

Oh, Dios. Correo electrónico, Morse, señales de humo. No le importaba nada de aquello en aquel momento. Solo le importaba el exquisito placer de tener dentro de sí a Zac, empujando más profundamente para fundirse con ella.

Con los ojos medio cerrados de sueño, Vanessa escuchó los mensajes del contestador desde una cabina de teléfono desde el muelle de San Diego antes de embarcarse para la sesión de buceo. Debía de estar perdiendo la cabeza. Se había obligado a sí misma a separarse de Zac, que estaba completamente dormido, a las dos de la mañana, para darle los últimos retoques al informe de Mitch y enviárselo por correo electrónico. Le había costado mucho esfuerzo concentrarse y ni siquiera era culpa de Zac. No podía dejar de pensar en su boca y en sus manos, y en lo que le habían hecho a su cuerpo. Estaba obsesionada.

«Tengo que encontrar algo de equilibrio»», pensó mientras colgaba el teléfono con un suspiro. Estaba aturdida. Zac le sonreía resplandeciente. Estaba encantado de haber conseguido cambiar sus costumbres, pero su cara estaba tan llena de amor, que Vanessa ni siquiera podía enfadarse porque él pensara que aquello era bueno para ella.

Subieron al yate y se dirigieron hacia Point Loma. Vanessa bajó un momento al servicio y, cuando subió a cubierta de nuevo, oyó a Zac hablando con Dave, el dueño del barco. Dave dijo algo acerca de Miami, y Zac respondió:

Zac: Sí, yo estaba pensando en mudarme allí. El agua caliente sería estupendo. Además, habría un montón de excursiones por las Bahamas.

Dave: Hay mucho trabajo. Mi primo trabaja siempre que quiere.

Zac asintió. Estaba considerando la idea, Vanessa se dio cuenta, y el corazón le dio un vuelco. ¿Querría mudarse a Florida?

Ness: ¿Qué hacéis? -le preguntó, acercándose a él-.

Zac: Nada, estábamos comprobando el viento.

Dave fue a la popa a cambiar de marcha. Cuando estuvo lo suficientemente apartado, Vanessa le preguntó a Zac:

Ness: ¿Vas a irte a vivir a Florida?

Zac: Solo estábamos charlando -respondió y la abrazó-. Ahora estamos juntos. No voy a ir a ninguna parte.

«Solo por el momento», pensó Vanessa. Ella lo había percibido en su tono de voz y lo había visto en la expresión de su cara. Se sintió intranquila.

Se pusieron manos a la obra para preparar el descenso, y con la emoción, Vanessa se distrajo de las preocupaciones acerca de Zac y acerca del desequilibrio de su propia vida. Y una vez que estuvo bajo el agua, le resultó fácil concentrarse en las maravillas que estaba viendo.

Le encantó tomar la mano de Zac y mirar hacia arriba para ver los árboles de algas que se mecían en el agua, las colinas cubiertas de coral y la luz que bajaba desde la superficie y se filtraba entre las plantas. Era como estar en un bosque de cuento de hadas, casi como un bosque sagrado. Un pez gigantesco pasó nadando perezosamente entre las algas, como si diera por sentado que toda aquella belleza era lo corriente. Vanessa miró a Zac, que la estaba mirando a ella. Qué cosa tan asombrosa para compartir.

Cuando llegaron a la superficie, la tripulación les dio noticias: habían avistado ballenas grises en la superficie, no demasiado lejos de allí.

Zac: Te van a encantar. No te vas a creer lo grandes y lo preciosas que son.

Ness: Pero tenemos que volver -dijo mirando la hora en el reloj de Zac-.

Zac: Llegaremos a tiempo, no te preocupes.

No importaba demasiado, porque Dave ya había tomado rumbo contrario a la costa y el yate empezó a avanzar. Ella cada vez estaba más preocupada, pero Zac le apretó la mano para tranquilizarla.

Las ballenas infundían respeto. Se sumergían y salían a la superficie para respirar con gracia majestuosa, como si se estuvieran dejando ver para ellos. Vanessa vio a una cría nadando al lado de su madre.

Ness: ¡Mira! -exclamó para avisar a Zac-.

Él miró y sonrió.

Zac: Estupendo.

Ness: ¿Estupendo? Es maravilloso, asombroso.

Dijo y Zac se dio cuenta de lo que veía en los ojos de Vanessa, abiertos como platos. Ella estaba interesada en todo, una vez que se conseguía su atención. Se moría de ganas de enseñarle a hacer surf.

Se estaba relajando día a día. Estaba seguro de que dejaría de fastidiarlo en poco tiempo e intentar obligarlo a hacer cosas como aquel estúpido negocio que ella tenía en mente. Y por otra parte, tenía que admitir que un poco de organización le había venido bien. Ya no pasaba horas enteras buscando las llaves, ni perdía clases, como antes. Y tener los platos limpios y los utensilios en lugares predecibles hacía que cocinar fuera mucho más divertido.

Cuando ella ponía su mano en la suya, él sentía el poder de su energía. Nunca la dejaría. Nunca.

¿Qué estaba diciendo? Algo más acerca de la expresión del ballenato... El observó sus ojos brillantes y su boca llena de risa y notó el deseo otra vez, recorriéndole el cuerpo.

Ness: Son muy inteligentes, ¿lo sabías? -le y entonces se quedó callada. Había estado parloteando sin parar, describiendo lo que los dos estaban viendo-. Lo siento, he hablado demasiado.

Zac: Me gusta que te entusiasmes... en todos los sentidos -dijo y la besó, lenta y suavemente-. Sabes a sal. Si esos tipos no estuvieran aquí, te desnudaría y lamería toda la sal de tu cuerpo.

Ella se estremeció al imaginarlo. No podía esperar a llegar a casa y quitarse la ropa y...

¡Un momento! Zac tenía una cita en la tienda de submarinismo a las cuatro en punto.

Ness: ¿Qué hora es? -le tomó la muñeca a Zac y miró la hora-. Son las dos. No vamos a llegar a la tienda a las cuatro.

Zac: Otro día -dijo y se encogió de hombros-.

Ness: Ya había quedado. Tenemos que llamar. Dave, ¿nos puedes prestar el móvil?

Dave: No tiene batería. ¿Hay algún problema?

Zac: No.

Ness: Sí -lo contradijo-.

Zac: Relájate. Lo llamaremos cuando lleguemos al puerto.

Ness: ¿No podemos usar la radio? -le preguntó a Dave-.

Zac: Olvídalo. Eso es solo para emergencias. Relájate -repitió, frunciendo el ceño-.

Ness: No puedo relajarme. Tenemos una cita.

Zac: Concertaremos otra. ¿Habrías cambiado ver al ballenato por una cita de negocios?

Ness: Podríamos haber hecho las dos cosas.

Él hizo un ruido de impaciencia, se encogió de hombros y miró al mar. ¿Por qué tenía que boicotear todas las cosas que no le apetecía hacer? Era una actitud infantil. Era muy bueno disfrutar de la vida, pero también era necesario ser responsable.

En cuanto llegaron al puerto, Vanessa saltó del barco y fue hacia una cabina. Eran las cuatro y media. El dueño de la tienda, que había cancelado un partido de golf por la reunión con Zac, estaba molesto, pero fue amable.

Ness: Por favor, déjeme que le ponga con Zac, para que puedan concertar otra cita.

Pero, para su irritación, Zac tomó el número de teléfono del hombre y le dijo que lo llamaría más tarde. Después, colgó.

Ness: ¿Qué quieres decir con lo de que lo llamarás más tarde? Ve allí mañana mismo, por Dios.

Zac: Si esto tiene que funcionar, funcionará.

Ness: Pero... -lo miró a la cara. Tenía una expresión de «no traspases los límites», que ella había visto cuando miraba a Brittany, unas semanas atrás-. Ni siquiera querías quedar con el tipo, ¿verdad?

Zac: Te dije que lo haría.

Ness: Pero no quieres.

Zac: Me gusta mi vida tal y como es, Vanessa.

Ness: Entonces, ¿por qué has dicho que irías a la cita? No. No me respondas a eso.

Él le había dicho que haría cualquier cosa por poseerla, y ella había creído que era una broma.

Zac: Mira, Vanessa.

Ness: Olvídalo. Tengo que escuchar si hay algún mensaje -se volvió hacia el teléfono para esconder su disgusto-.

Zac: ¿No puedes esperar a que lleguemos a casa?

Ness: No -respondió cortante-. Ya he esperado demasiado.

Había tenido suficiente. No quería permitirle a Zac que continuara obligándola a actuar en contra de sus instintos. Había cuatro mensajes. Empezó a latirle el corazón muy fuerte cuando oyó la voz de Mitch Becker.

Eh, Vanessa, tengo un par de preguntas acerca de tu informe de marketing. Parece que faltan un par de páginas. Estaré en este número durante una hora más. Llámame.

Él había llamado a las ocho de la mañana. Oh, Dios mío. El siguiente mensaje era de las nueve y media.

Todavía estoy esperando las dos páginas que faltan, y me gustaría consultarte un par de dudas sobre las prioridades a corto plazo. Estamos pensando en un cambio y no sabemos cómo podría resultar. Llámame antes del mediodía a mi móvil -
y le dejaba su número-.
Vanessa empezó a sentirse enferma de los nervios. El tercer mensaje, a las doce y media, estaba teñido de irritación, y terminaba diciéndole que se marchaba a Nueva York a las cinco y media, y que esperaba tener noticias suyas antes de esa hora.

La última llamada era desde el aeropuerto.

Esto es inaceptable. Mis directores no estaban contentos con la idea de contratar a un consultor, para empezar. Te pagaré por el proyecto preliminar, pero no creo que esto vaya a funcionar.

Vanessa colgó el auricular sin borrar los mensajes.

Zac: ¿Qué pasa?

Ness: Becker ha estado intentando localizarme todo el día. Faltaban dos páginas del informe y tenía algunas preguntas. Yo no estaba allí. Ahora ya no quiere trabajar conmigo.

Zac: Vamos. ¿Te ha despedido por un retraso de unas cuantas horas?

Ness: Le dije que estaría disponible. Completamente. Le aseguré que estaría completamente disponible y desaparecí. Y aunque hubiera conseguido hablar antes con él, habría necesitado mi ordenador para contestarle las preguntas. Lo he estropeado todo. -Se sentía mareada y furiosa, con Zac y consigo misma, por haberle dejado que la convenciera-. No debería haber ido. Lo sabía. Ha sido una irresponsabilidad.

Zac: Vamos. Tienes derecho a divertirte un poco.

Ness: Un poco, sí, pero no veinticuatro horas al día, siete días a la semana, como tú. ¿Cómo puedo haber sido tan estúpida?

Zac: ¿Por qué quieres trabajar para un tipo que te despide por un malentendido?

Ness: Por miles de razones. Porque es un hombre importante. Por que yo contaba con su sueldo. Porque necesito sus referencias. Esto es una relación de negocios nueva y todos los detalles son muy importantes. Él no estaba seguro de mí, yo estaba a prueba.

Zac: Pues llámalo. Dile que ha sido por culpa mía. O déjame que se lo diga yo.

Ness: Ya has hecho suficiente -le cortó-. Yo lo manejaré. Ha sido un error mío. Lo llamaré a Nueva York y le dejaré un mensaje para cuando llegue.

Si Becker no se echaba atrás, tendría que dejar la oficina y perdería la señal que había dado. Tendría que haber sido más cautelosa antes de haberla alquilado tan pronto. Había aprendido de su madre cosas como no gastar lo que no tienes, pero se había enamorado de Zac Efron y había empezado a actuar siguiendo sus impulsos, casi sin darse cuenta. «Mantén tus prioridades», le había enseñado también su madre. Ella tenía mucha razón. Vanessa había permitido que sus objetivos se alterasen. Se había escapado con Zac, como había querido hacer con Andrew.

Zac: Se resolverá.

Ness: No me digas eso -respondió sintiendo que la ira la invadía, recuperando el sentido común en un instante-. Las cosas salen bien cuando se trabaja en ellas, no cuando se deja que sucedan. Yo no voy dando tumbos por la vida como tú, Zac. Yo trabajo para tener éxito.

La mirada de Zac se hizo helada.

Zac: Pues vamos a casa.

Durante el trayecto a casa, no hablaron una sola palabra. Vanessa quería decir algo para arreglarlo, pero no se le ocurría nada.

Miró a Zac. Tenía la mandíbula tensa. Él no la entendía. Ella se había estado engañando a sí misma cuando había pensado que el amor encontraría un modo de arreglar las cosas.

Debería haberse ceñido por completo a su lista de requisitos. Sabía la clase de hombre que necesitaba, uno bueno, trabajador, responsable, un compañero cariñoso que quisiera las mismas cosas que ella, que luchara por ellas, y no un adolescente demasiado grande, obstinado y arrogante que ponía la diversión por encima de todo como excusa para ser irresponsable.

Cuando llegaron a casa, Vanessa le dejó a Mitch un mensaje en el contestador de Nueva York.

Después, le mandó por correo electrónico las páginas que faltaban del informe e intentó escribir un guión sobre las explicaciones que le daría por su inaceptable y poco característico comportamiento, cuando por fin consiguiera hablar con él por teléfono.

¿Cómo había olvidado lo que de verdad era importante? ¿Cómo había dejado que su relación con Zac la alejara tanto de su sentido común y de sus metas? Su madre tenía razón cuando había intentado advertirla.

Se quedó asombrada cuando él apareció con una ensalada de aguacate, queso y beicon para ella, y la dejó a su lado.

Ness: Gracias -le dijo mirándolo-.

Zac: Me imaginé que tendrías hambre.

Ness: Siento haberme enfadado tanto. Estaba muy preocupada por el hecho de perder algo que significa tanto para mí.

Zac: Lo arreglarás. Si es lo que verdaderamente quieres.

Ness: Todo depende de esto. Mi negocio y mi futuro, incluso mi oficina. Todo se irá al garete si pierdo AutoWerks. Me encantaba ese edificio. Era perfecto. Y puede que lo pierda.

Zac: Tú no necesitas otra oficina. La galería será estupenda. Si la ampliamos tendrás mucho espacio.

Ness: La galería no tiene ventanas, Zac, por si no lo has notado. Arrancaste las pantallas y no hay ni rastro del Plexiglás. Necesito una oficina de verdad, no una tormenta de arena.

Zac: ¿Preferirías una oficina en la ciudad, llena de humo y tráfico, que trabajar en la playa?

Ness: Se supone que los negocios están en las ciudades, Zac.

Zac: Ese es tu problema, entonces. Desprecias lo que tienes por cómo se supone que tienen que ser las cosas. Mira lo que hay más allá de las ventanas. Ni siquiera te permites disfrutar de las vistas cuando estás trabajando.

Ness: Tengo que concentrarme. La playa es... una distracción.

Zac: Exacto. El placer y la belleza solo son distracciones para ti. Mira ahí fuera: hay gente, sol, arena, olas, todas esas cosas maravillosas y tú te escondes en una esquina y te entierras en el trabajo.

Ness: Eso no es justo. Yo disfruto de las cosas a su debido momento.

Zac: Todo tiene un momento apropiado, ¿verdad? Por ejemplo, nosotros. Tú piensas que este no es el momento, ¿no? Me ves como una distracción más. Algo que te mantiene alejada de tu poderoso trabajo.

Ness: Tú no respetas mi trabajo.

Zac: Lo respeto, pero no le rindo adoración. Y tú tampoco deberías hacerlo. Si yo no hubiera conseguido que te relajaras un poco, no tendrías los clientes que tienes ahora.

Ness: Estoy orgullosa de haber conseguido esos clientes. Tú puedes huir de la responsabilidad si quieres, pero no intentes convencerme de que tienes razón. Y no esperes que me una a ti.

Zac: ¿Piensas que porque no quiero una tienda de submarinismo soy irresponsable? Mira, mi vida funciona muy bien para mí.

Ness: Y la mía funciona para mí. No hay nada malo en trabajar por mis sueños.

Zac: Esa es la cuestión. Yo estoy viviendo mi sueño, Vanessa, y tú solo estás trabajando por el tuyo.

Ness: Eso es una tontería. Tú quieres algo más que dar vueltas por la playa. Yo sé que lo quieres. Quieres un hogar, un lugar para todas tus cosas. Para ser un nómada sin preocupaciones ni ataduras, has acumulado un montón de equipo.

Zac: ¿Adónde quieres llegar?

Ness: Yo no soy tu padre para decirte cómo debes llevar tu vida. Solo estoy intentando ayudarte a que hagas algo más que podría gustarte si no fueras tan sumamente tozudo.

Zac: Deja a mi padre fuera de esto. Y, por lo menos, yo admito que soy tozudo. Así es como soy, Vanessa. O lo tomas o lo dejas.

Ella lo miró durante un momento. ¿Cómo podría tomarlo? La lucha sería interminable. El siempre intentaría apartarla de todo lo que ella consideraba importante y no querría ceder ni un ápice. ¿Cómo iba a seguir viendo siempre bicicletas apoyadas en la pared y el equipo de buceo desperdigado por todas partes? Llevaba semanas trabajando en la casa y ni siquiera estaba cerca de terminar. Y además estaba pensando en mudarse a Florida, por Dios.

Ness: Creo que deberíamos hablar de esto cuando los dos estuviéramos más calmados.

Zac: No te preocupes. Lo he entendido. Hemos terminado. Me mudaré a casa de Gary.

Ness: No tienes que marcharte -le dijo sintiendo pánico ante la idea-. No inmediatamente, quiero decir.

Zac: Sí. Debería haberme ido cuando me lo pediste la primera vez. Habría sido lo más responsable -le lanzó la palabra como si fuera un Frisbee directamente apuntado a su estómago-.

5 comentarios:

Alice dijo...

Bueno, voy a contestar al Anónimo que me hizo una pregunta en el anterior cap.
Lo primero que te diré, a ti y a todos los lectores, es que aprendáis a poner atención a lo que leéis, porque en contestación a tu pegunta, te diré que cuando vuelven en avión, vuelven de su luna de miel, lo pone en el capítulo. Así que ya se han casado.

Bueno espero que os haya gustado este capi, ya os aviso que solo queda uno para acabar esta nove y luego pondré otra.

Ah y que estoy muy contenta por los 5 coments en el anterior capi, espero que siga así.

¡Bye!
¡Kisses!

LaLii AleXaNDra dijo...

Awwwwwwwwwwwwwww
1. no me gusta que se peleen ...
2. es obvio que son muy diferentes..
3. como que solo falta uno? :O
4. seguiré todas tus adaptaciones ;)
5. siguela..
XoXoXo

Anónimo dijo...

hola frax x respondr es q soy mdio dspistada m enknta la nov lo q veo en las novs adaptadas es q ants dl final viene los problems y dspues las confesions d amor...siguela m enknta!!!!!

Abigail dijo...

hola!!!!oies cm c llama la nueva nove q vas a poner????sabs m enknta q tnbn adapts la kractristiks d los prsonajs x q ay unas novs q ponen a Ness rubia y a Zac moreno y m dstanteo....y tro preg d dond eres???o d q pais es la nove q las palabras son algo difernts q d dond vivo

Abigail dijo...

hola siguela!!!!!m muero d ganas x leer el final!!!!!kda hora m mto a vr si ya publikst....siguela pronto!!!!

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