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martes, 9 de enero de 2024

Capítulo 23


Aunque se había comprometido a acompañar a Zac, Vanessa no estaba muy segura de que fuera buena idea asistir a la cena en casa de sus padres. Y Zac tampoco parecía muy convencido, lo cual aumentaba el desasosiego de Vanessa. Aquella noche podía resultar un desastre total.

Ness: Esto es una mala idea -dijo mientras Zac aparcaba el coche delante de la casa-. 

No confiaba plenamente en la tregua que había firmado con su padre. Y su madre era demasiado impredecible.

Zac: ¿Se te ha ocurrido ahora? -le preguntó en tono siniestro-.

Ness: Podrías ir tú solo -sugirió-.

Zac: ¿Y qué harás tú mientras tanto? ¿Esconderte en los arbustos?

Ness: Podrías dejarme en un restaurante y recogerme después.

Zac: Ni hablar. Mis padres te están esperando. Y además, es parte de nuestro trato, ¿recuerdas? Yo intentaba disfrutar de la Navidad y tú intentabas llevarte bien con mis padres.

Ness: Lo que sea -murmuró, sintiendo como aumentaba su aprensión con cada paso que daba hacia la puerta-.

Era una noche excesivamente calurosa para aquella época del año, y por las puertas y ventanas abiertas se oían las risas y la música de la fiesta.

Clarisse: ¡Ya era hora! -exclamó-. Creía que habías olvidado el camino a casa -frunció el ceño al ver a Vanessa, pero su saludo fue lo suficientemente cortés-.

Ness: Muchas gracias por invitarme -dijo, aunque la señora Efron seguía mirándola como si se hubiera tragado un limón-.

Clarisse: Zac, ve a buscar a tu padre para decirle que estás aquí. Quiere presentarte a una persona.

Zac: De acuerdo -respondió, y se disponía a agarrar a Vanessa de la mano cuando su madre se interpuso entre ellos-.

Clarisse: Vanessa puede quedarse conmigo. Le presentaré a los invitados, aunque imagino que ya debe de conocer a unos cuantos, ya que son clientas habituales de Chez Bella’s.

Zac se puso inmediatamente rígido.

Zac: Madre, si has hecho algo para que Vanessa se sienta incómoda…

Clarisse: Es una invitada -lo interrumpió-. Los Efron no avergüenzan a sus invitados.

Él la miró con dureza, pero asintió y se alejó. Vanessa se quedó horrorizada, pero como no tenía otra elección, dibujó una sonrisa en su rostro y adoptó la mejor actitud posible.

Ness: La decoración es preciosa, señora Efron. Seguro que ha estado semanas preparándola.

No era para menos. La decoración representaba el tema del Cascanueces, y todo el salón relucía con el parpadeo de luces multicolores. El aire estaba impregnado con la fragancia de las hojas perennes, aunque Zac le había dicho que las ramas eran artificiales, y había cientos de figuras de cascanueces en el árbol, en la repisa de la chimenea y dos figuras de tamaño natural junto a la puerta. También estaba el Hada de Azúcar, con sus cintas rosas, moradas y plateadas entrelazadas con ramas verdes y acompañadas por miles de lucecitas blancas.

Vanessa había estado en grandes almacenes menos decorados que aquella mansión.

Clarisse: Esta casa siempre ha sido un icono de la decoración navideña -dijo con orgullo-. Me alegra seguir la tradición.

Ness: ¿Han venido sus hijas? Me encantaría conocerlas.

Clarisse: Esta noche no. Es una cena de negocios, no una celebración familiar.

Vanessa hizo una mueca de desagrado por la distinción… y por la poca sutileza de la señora Efron al insinuar que no se la había invitado a una reunión familiar.

Durante la siguiente media hora estuvo recibiendo miradas curiosas y gélidos saludos de las mismas mujeres que una vez le habían confesado sus más íntimos secretos en un centro de belleza. No estaban acostumbradas a verla en igualdad de condiciones, y la situación era muy incómoda para todas ellas. No se mostraban abiertamente groseras, pero no sabían cómo comportarse en su presencia.

Vanessa mantuvo en todo momento la cabeza alta, intercambió algunas impresiones corteses y finalmente decidió pedir una copa de vino en el bar y salir a la terraza. Su intención era esperar unos minutos para recuperar fuerzas, pero entonces oyó que salían voces de otra habitación y reconoció entre ellas la voz de Zac.


Zac: Papá, ¿cuántas veces tengo que decirte que no voy a ejercer la abogacía en Charleston? -preguntó acaloradamente-. ¿No sabes lo embarazosa que ha sido esa conversación para Dwight Mitchell y para mí?

Thomas: ¿Y tú no sabes lo idiota que has sido al rechazarlo? Mitchell and McLaughlin es uno de los bufetes más antiguos y prestigiosos de Charleston y del Estado. Si te unes a ellos tendrás la vida resuelta para siempre, no sólo económicamente, sino en cualquier carrera política que quieras emprender.

Zac: No voy a hacerlo -declaró-. No sé cómo decirlo para que lo entiendas.

Thomas: ¿Cuándo vas a dejar de tomar decisiones sólo para contradecirme?

Zac: Papá, mis decisiones no tienen nada que ver contigo. Me encanta el trabajo que hago. Por favor, acéptalo y dejemos esta conversación de una vez.

Thomas: ¿Y con Vanessa pasa lo mismo? ¿De verdad te importa tanto?

Zac: Sabes que sí. Quiero que tú y mamá os esforcéis por conocerla mejor. Es muy importante para mí. Y vosotros también lo sois, lo creas o no. Por eso me gustaría que todos nos lleváramos bien.

Su padre suspiró profundamente.

Thomas: A mí también me gustaría, pero tu madre y yo teníamos grandes expectativas para tu futuro.

Zac: Papá, estoy luchando por el futuro que quiero. Puede que no sea el futuro que eligieras para mí, pero es el mío y eso es lo que importa. Quiero compartir mi vida con una mujer a la que amo y que pueda hacerme feliz.

Thomas: ¿Aunque no sea una de los nuestros?

 Zac se echó a reír.

Zac: ¿Sólo porque su linaje no pueda remontarse hasta la realeza británica? Vamos, papá. Mamá siempre ha sido una esnob, pero tú no.

El señor Efron guardó un breve silencio antes de hablar.

Thomas: Tienes razón. Mis antepasados trabajaron muy duro para salir adelante y luego mi padre lo perdió casi todo en la bebida, el juego y sus aventuras. Me he pasado la vida intentando lavar nuestra imagen. No se trata del dinero, Zac, sino de nuestra reputación. Quiero que nuestro apellido siga siendo respetado en Charleston. Tu madre se arriesgó mucho al casarse conmigo, y yo le prometí que nunca tendría que lamentarlo.

Zac dudó un momento.

Zac: Papá, Vanessa insinuó que mamá y tú me habéis estado ocultando algo. Cosas que explicarían por qué todo esto es tan importante para vosotros. ¿Se trata de eso? ¿Es por lo que hizo el abuelo?

Thomas: Nos llevó casi a la ruina, no sólo económica, sino social. Ya sé que las cosas que preocupan a tu madre te parecen frívolas y superficiales, pero son importantes. Lo son porque hemos tenido que luchar muy duro para recuperarlas.

Zac: Entiendo.

Thomas: ¿De verdad lo entiendes, hijo?

Zac: Creo que empiezo a hacerlo.

Thomas: Intenta ser más comprensivo con tu madre, ¿de acuerdo?
 
Zac: Sólo si vosotros también lo sois. Quiero a Vanessa y tengo intención de casarme con ella… si me acepta.

Thomas: Por favor, Zac, no lo hagas. Tu madre se moriría del disgusto.

Zac: Por eso insisto en que la conozca. Papá, siento lo que hizo el abuelo, pero no tiene nada que ver conmigo. Y estoy seguro de que la gente ya se ha olvidado. Nunca he oído una sola crítica contra él.

Thomas: Porque tu madre y yo hicimos todo lo posible por silenciar sus escándalos. Tienes un legado del que puedes estar orgulloso. Y en gran parte es gracias a tu madre, por haberse arriesgado conmigo.

Zac: Siempre he estado orgulloso de ti, papá. Pero no necesito todo esto - dijo abarcando la habitación con la mano-. He encontrado lo que quiero. Un trabajo que me gusta y una mujer a la que amo. Y no cambiaré de opinión. ¿Puedes aceptarlo?

Thomas: Lo intentaré -concedió en tono abatido-. Y ahora vuelve a la fiesta. Es casi la hora de cenar. Dile a tu madre que enseguida voy.

Zac: Papá, lo siento si te he hecho daño. De verdad.

Thomas: Tranquilo -dijo con una triste sonrisa-. He superado cosas peores. Y sé muy bien que un hombre tiene que elegir su propio camino. Igual que hice yo para no parecerme a mi padre… Y por cierto, hijo. Me gusta esa jovencita. Esperaba que encontrases a alguien en Charleston, pero Vanessa tiene agallas. Si te casas con ella, espero que seáis tan felices como tu madre y yo lo hemos sido.

Zac salió de la habitación y vio a Vanessa alejándose de la puerta. La siguió y la alcanzó antes de que pudiera entrar en otra habitación.

Zac: Estabas escuchando, ¿verdad? 

Ella asintió.

Ness: No era mi intención. Salí a tomar el aire y oí voces.

Zac: Siento algunas de las cosas que ha dicho mi padre -dijo, y entonces sonrió-. Aunque también has oído decir que le gustas.

Ness: Sí, y significa mucho para mí -también sonrió-. Ahora sólo tengo que ganarme a tu madre.

Zac: Podríamos dejarlo para otra noche -sugirió-. ¿Quieres que nos vayamos?
 
Ness: Me encantaría, pero no creo que a tu madre le gustara. Y tengo que ganar puntos con ella…

En ese momento una criada anunció que la cena estaba servida. El comedor lucía sus mejores galas con relucientes candelabros, plata y porcelana y velas blancas que ardían entre hojas de acebo. La cena transcurrió sorprendentemente bien. La señora Efron se mostró muy cortés, y su marido intentó incluir a Vanessa en las conversaciones. Tal vez fuera el vino, combinado con el cordero y un postre de chocolate exquisitos, pero hubo muchas bromas y risas. Cuando se sirvió el café, todo el mundo parecía estar satisfecho.

De camino al salón, Zac se inclinó hacia Vanessa.

Zac: ¿Qué te parece si nos marchamos? Se hace tarde, y mañana por la mañana tenemos que estar en el festival.

Ness: Pareces muy entusiasmado con el festival -dijo con una sonrisa-. Vamos a despedirnos de tu madre.

Se abrieron paso entre la multitud de invitados hasta encontrarla. La señora Efron estaba radiante de felicidad por el éxito de la fiesta.

Zac: Madre, lo siento mucho, pero tenemos que retirarnos.

Ness: Ha sido una velada encantadora -dijo con sinceridad-. Gracias de nuevo por haberme invitado. Siento que tengamos que marcharnos, pero mañana por la mañana tenemos que estar en el festival navideño… Debería venir alguna vez -le sugirió-. Los puestos están abiertos todo el día, los coros de la iglesia son magníficos y todas las calles y tiendas están llenas de adornos.

Clarisse: Suena encantador.

Vanessa intentó percibir un tono despectivo en su voz, pero parecía decirlo en serio.

Ness: Anímese a venir -insistió-. Zac ha trabajado muy duro en el festival, y el árbol es impresionante.

Clarisse: Tal vez vayamos -concedió finalmente, y se volvió hacia Zac con expresión dudosa-. Si a ti te parece bien.

Zac: Pues claro, madre -respondió con una sonrisa-. Vanessa y yo estaremos allí. Ya sabes dónde encontrarnos.

Ness: Y gracias otra vez por la invitación -volvió a decir-.

La señora Efron dudó un momento, como si buscara las palabras adecuadas.

Clarisse: Me alegra que hayas podido venir -dijo, obviamente incómoda. Le dio un beso a Zac en la mejilla-. Le diré a tu padre lo del festival. Puede que nos veamos mañana.

Una vez en el exterior, Vanessa soltó un suspiro de alivio.

Ness: Al fin puedo volver a respirar.

Zac: Y yo -corroboró, aflojándose la corbata-.

Ness: No ha sido tan horrible como temía -admitió mirándolo fijamente-. ¿Hablabas en serio cuando le dijiste a tu padre que querías casarte conmigo?

Zac: ¿Eso también lo oíste? -preguntó sonriendo-.

Ness: No se lo susurraste al oído, precisamente. ¿Y bien?

Zac: Lo tengo previsto. Pero cuando me declare no será en el porche de mis padres. Ha de ser en un escenario romántico.

Una sonrisa curvó los labios de Vanessa.

Ness: Es bueno saberlo…


Cuando Dana Sue pidió ayuda para decorar el restaurante, Vanessa fue la primera en ofrecerse. Y lo mismo hizo cuando Maddie comentó que deberían celebrar algún evento navideño para sus clientas. No contenta con ello, decidió celebrar su propia fiesta en su nueva casa. Envió las invitaciones más elegantes, buscó las recetas más navideñas en sus libros de cocina y compró un árbol que apenas cabía en su salón. Zac la ayudó a meterlo sin quejarse, pero se escabulló antes de que lo obligara a colgar los adornos.

El lunes, Maddie la sacó al jardín para tomar una taza de té y tener unas palabras con ella.

Maddie: Muy bien, ¿se puede saber qué te pasa? Acabo de recibir tu invitación.

Ness: Vendrás, ¿verdad? ¿Y Cal y los niños también?

Maddie: Por supuesto, pero ¿no crees que te estás pasando un poco con esto de la Navidad? Ayudaste a decorar Sullivan’s, organizaste la fiesta del centro y ahora quieres celebrar la tuya propia. ¿Estás recuperando el tiempo perdido o sólo estás poniendo a prueba a Zac?

Ness: ¿Por qué iba a poner a prueba a Zac? -preguntó sorprendida-.

Maddie: Dímelo tú.

Vanessa tomó un sorbo de té y pensó en la pregunta de Maddie.

Ness: Zac y yo estamos muy bien desde que fuimos a ver a sus padres. Creo que por fin tenemos una oportunidad.

Maddie: Muy bien, entonces ¿sabes qué pienso? Creo que intentas llenar un vacío y volver a tener lo que tenías con tus padres. ¿Puede ser?

Vanessa no lo había pensado hasta ese momento, pero Maddie había dado en el clavo. Después de tantos años había recuperado la fascinación por la Navidad, pero quería más. Quería que las cosas volvieran a ser como habían sido. Y como eso era imposible, intentaba buscar lo que fuera para reemplazar lo que seguía faltándole en Navidad… su familia.

Ness: Las cosas están mucho mejor con mis padres -dijo lentamente-. Pero no han dicho ni una palabra sobre la Navidad. Creo que aún no están preparados.

Maddie: ¿Se lo has preguntado? Tal vez deberías invitarlos a venir. Sabes que serían muy bien recibidos en Serenity, y aquí podrían empezar a ver la Navidad de otro modo.

Ness: Sí, supongo que se lo podría sugerir -murmuró-.

Maddie: Y si se niegan, recuerda que no tiene nada que ver contigo. Es su manera de enfrentarse a las cosas.

Ness: Tienes razón… Puedo hacerlo. Si he conseguido acercarme a los padres de Zac, puedo hacer lo mismo con los míos.

Maddie sonrió.

Maddie: No es lo mismo. Con ellos no tenías muchas expectativas. Y por lo que le he oído a Zac, fue un auténtico milagro que se presentaran en el festival el sábado pasado. No creo que vaya a haber milagros con tus padres, con toda esa carga emocional.
 
Ness: Cierto, pero por ellos y por mí misma tengo que intentarlo -decidió-. Creo que voy a llamarlos ahora mismo.

Maddie: Buena suerte. Y pase lo que pase, recuerda que tienes a gente a tu alrededor que te quiere como si fueras su familia.

Ness: Gracias -dijo con los ojos humedecidos-. 

La sinceridad de Maddie le daba el coraje necesario. En cualquier otra circunstancia el riesgo sería mínimo, pero la Navidad presentaba demasiados obstáculos. Tal vez, por fin, todos estuvieran preparados para disociar aquellas fechas de los traumas del pasado.


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