topbella

lunes, 16 de septiembre de 2019

Capítulo 27


Celeste: Me siento muy dolida de que te hayas casado sin mí.

Ness: Ya te he contado que fue una estratagema.

Celeste: Estratagema o no, yo tenía que haber estado allí -se puso el fular nuevo y comprobó el efecto ante el espejo-. Además, si me permites mi modesta opinión, tendrás que correr muchas millas para librarte de un hombre como Zachary Efron. -Soltó una risita mientras iba tocando el fular-. Veinte años atrás yo también habría corrido, pero al revés, tras él.

Ness: Sea como sea, en cuanto el asunto esté solucionado, cada cual seguirá su camino.

Celeste: Cariño -dijo apartando la vista del espejo para mirar a Vanessa-, como actriz, no le llegas a tu madre a la suela de los zapatos.

Ness: No sé de qué me hablas.

Celeste: De que se diría que estás perdidamente enamorada de él. Y eso me emociona.

Ness: Los sentimientos no cambian los hechos en absoluto. -Le supo mal llevar el anillo puesto-. Zachary y yo llegamos a un acuerdo.

Celeste: Al contrario, Ness. -Le dio un beso en la mejilla-. Los sentimientos lo cambian todo. ¿Te apetece hablar un rato?

Ness: No. -Soltó un suspiro y le molestó aquella reacción que le pareció lastimera-. Es más, ni siquiera quiero pensar en ello. Demasiadas cosas tengo en la cabeza.

La sonrisa de Celeste se desvaneció.

Celeste: Estoy preocupada por ti, por lo que pueda hacer tu padre en cuanto sepa que tienes el collar.

Ness: ¿Qué puede hacer? -Con un gesto de desdén, cogió el abrigo-. Querrá matarme. Pero con ello no va a recuperar el collar. -Se situó ante el espejo mientras se lo abrochaba-. Sé hasta qué punto lo quiere, sé que llegará al compromiso que sea para recuperarlo.

Celeste: ¿Cómo puedes hablar de ello con tanta tranquilidad?

Ness: Corre suficiente sangre beduina por mis venas para aceptar mi propio destino. Eso es lo que he estado esperando durante toda mi vida. No sufras, Celeste, no me matará, eso sí, pagará. -El espejo reflejó el endurecimiento de su mirada-. Y en cuanto lo haya hecho, por fin podré ver con más claridad el resto de mi existencia.

Celeste: ¿Ha valido la pena, Ness? -preguntó cogiéndole la mano-.

Vanessa reflexionaba sobre los caminos que había tomado durante aquellos años para llegar a una cámara mal ventilada de un antiguo palacio. Con gesto involuntario tocó los aros de sus orejas.

Ness: A la fuerza tendrá que haber valido la pena.

Al salir, decidió dar un paseo hasta su piso en lugar de tomar un taxi. La calle estaba tranquila. Febrero estaba a la vuelta de la esquina y hacía demasiado frío para que la gente saliera a pasear. No se encontraría más que a unos cuantos entusiastas del footing haciendo ejercicio por el parque, soltando nubes de vapor con su aliento. Los porteros de los edificios iban protegidos con sus uniformes de lana, sus orejas se veían enrojecidas por el viento. Con las manos en los bolsillos, Vanessa caminaba sin prisas.

Sabía que la seguían. Ya se había percatado el día anterior. Estaba segura de que era obra de su padre, pero no se lo había comentado a Zachary. El collar era su seguro de vida.

Zachary estaría reunido con Spencer en aquellos momentos. Algún secreto guardaba él, pensó. Aquella tarde, antes de ir cada cual por su lado, le había parecido que tenía la mente en otra parte. En realidad era una actitud que persistía desde que había informado de su llegada a Spencer.

Pero todo aquello no era cuestión suya, se dijo Vanessa. ¿Acaso no acababa de contar a Celeste que ella y Zachary habían llegado a un acuerdo? Si él tenía algún secreto o algún problema con sus superiores, era de derecho guardárselos. De todas formas, no podía evitar pensar que habría preferido que confiara en ella.

Vio la larga limusina negra frente a su edificio. No tenía nada de extraordinario en aquel lugar, pero el corazón empezó a latirle con más fuerza. Antes de que se abriera la puerta supo quién iba a salir de aquel vehículo.

Adel había cambiado su throbe por un traje oscuro, y sus sandalias, por unos zapatos de piel italianos, aunque seguía con el tocado que llevaba en su país. Los dos se miraron en silencio.

Adel: Vente conmigo.

Vanessa miró al hombre que lo acompañaba, consciente de que iba armado y de que obedecería sin vacilar cualquier orden que le diera su rey. La ira podía llevarlo a mandar derribar a su hija en plena calle, pero Adel no era estúpido.

Adel: Será mejor que vengas conmigo.

Vanessa dio media vuelta y, conteniendo el aliento, se dirigió hacia la puerta del edificio.

Ness: Deje a su hombre fuera -respondió al notar que la seguía-. Es algo entre nosotros.

Entraron en el ascensor. Un observador cualquiera habría visto a un hombre elegante y distinguido, con un abrigo cruzado, y a una joven, sin duda su hija, con un visón. Alguien se habría fijado en la curiosa imagen de los dos un instante antes de que se cerraran las puertas del ascensor.

Vanessa sintió calor, un calor que no tenía nada que ver con la calefacción del edificio, ni con las pieles que llevaba encima. Tampoco procedía del miedo, a pesar de que sabía que las manos de él tenían suficiente fuerza para estrangularla antes de llegar al último piso. Tampoco se trataba de un sentimiento de triunfo, al menos de momento, sino más bien de la expectativa ante aquel instante que había esperado durante tanto tiempo.

Ness: Así que ha recibido mi carta. -A pesar de que él no respondió, Vanessa inclinó la cabeza para mirarlo a los ojos-. Años atrás le escribí otra. Aquella vez no vino hasta aquí. Al parecer, el collar tiene para usted más valor que la vida de mi madre.

Adel: Podría llevarte de vuelta a Jaquir. Y deberías agradecer que solo te cortaran las manos.

Ness: No tiene ningún poder sobre mí. -Salió cuando se abrieron las puertas-. Eso ya se acabó. En una época le amé y luego le temí. Ahora incluso el temor ha desaparecido.

Abrió la puerta de su piso y vio que los hombres de Adel habían estado allí. Cojines rasgados, mesas patas arriba, cómodas con su contenido en el suelo. No era solo un registro, sino algo más personal y vengativo. La rabia incendió sus ojos.

Ness: ¿Creía que iba a guardarlo aquí? -Se paseó por la estancia, sorteando lo que estaba esparcido por el suelo-. He aguardado demasiado tiempo para ponérselo fácil. -Esperaba el golpe, de modo que pudo retroceder lo suficiente como para que la mano de Adel tan solo rozara su mejilla-. Levante de nuevo la mano contra mí -dijo sin alterarse-, y no volverá a ver el collar, se lo juro.

Adel apretó los puños.

Adel: Me devolverás lo que es mío.

Vanessa se quitó el abrigo y lo dejó de cualquier forma. La caja china estaba rota a sus pies pero había cumplido su cometido. La joya estaba de nuevo en una cámara de seguridad. Esta vez en la de un banco de Nueva York.

Ness: No tengo nada que sea suyo. Lo que tengo perteneció a mi madre y ahora me pertenece a mí. Así es la ley islámica, la ley de Jaquir, la del rey -sus ojos eran como un reflejo de los de él-. ¿Se atrevería a desafiar la ley?

Adel: Yo soy quien dicta la ley. El Sol y la Luna pertenecen a Jaquir y a mí, y no a la hija de una puta.

Vanessa se acercó al retrato de su madre, que habían tirado al suelo. Con cuidado, lo puso de nuevo en su sitio y lo volvió hacia él. Esperó un momento hasta comprobar que él miraba hacia allí, veía la imagen y recordaba.

Ness: El collar perteneció a la esposa de un rey, casada ante Dios y ante los hombres. -Se acercó a Adel-. Fue usted quien robó… su collar, su honor y por fin su vida. Juré que lo recuperaría y lo he hecho. Juré que se lo haría pagar y lo pagará.

Adel: Ya se sabe que las mujeres codician las piedras preciosas. -La agarró por el brazo, hundiendo en él sus dedos-. ¿Qué sabrás tú de su auténtico valor, de su verdadero significado?

Ness: Lo mismo que usted -respondió intentando deshacerse de la mano de él-. Puede que más que usted. ¿De verdad cree que lo que me interesa son el diamante y la perla? -Con un bufido de desprecio se soltó-. Lo que contaba para ella era el regalo y posteriormente la traición, cuando usted se lo usurpó. A ella le importaba poco el collar, la talla, la pureza, los quilates. Lo principal era que usted se lo había entregado por amor y se lo había quitado por odio.

Adel no soportaba aquel retrato allí, mirándolo fijamente, recordándole la historia.

Adel: Estaba loco cuando se lo entregué y cuerdo cuando se lo quité. Y si tú tienes el mínimo apego a la vida, me lo devolverás.

Ness: ¿Otra muerte en su conciencia? -encogió los hombros como si a ella también le importara poco-. Si yo muero, el collar desaparece conmigo. -Esperó a comprobar que él se lo creía-. Ya ve que hablo en serio. Me he preparado para morir por esto. Aunque desaparezca, seré yo quien se habrá vengado. De todas formas, preferiría no llegar a ese extremo. Puede llevarse el collar a Jaquir, pero no de balde.

Adel: Me lo llevaré, pero tú no quedarás indemne.

Vanessa se volvió para mirarlo. Estaba frente a su padre, pero no sentía nada.

Afortunadamente ya no sentía nada.

Ness: He pasado la mayor parte de mi vida odiándole. -Lo dijo tranquilamente, rotunda, en un tono que reflejaba sus emociones-. Sabe cuánto sufrió mi madre, cómo murió. -Hizo una pausa y lo miró a los ojos-. Sí, tiene que saberlo. El dolor, el tormento, la aflicción, la confusión. Yo vi cómo se apagaba día a día. Nada de lo que pueda hacerme me afectará.

Adel: Puede, pero no estás sola.

Tuvo la satisfacción de verla palidecer.

Ness: Si hace daño a Zachary, le mato, lo juro, y el Sol y la Luna acabarán en el fondo del mar.

Adel: ¿De modo que ese tipo te importa?

Ness: Más de lo que usted es capaz de comprender. -Con la boca ya seca, jugó su última carta-. Pero él tampoco sabe dónde está el collar. Solo yo lo sé. El trato tendrá que hacerlo conmigo, Adel. Tenga en cuenta que el valor en el que he tasado su honor será de lejos inferior al de la vida de mi madre.

Esta vez Adel levantó el puño. Vanessa se preparaba cuando de pronto se abrió la puerta.

Zac: Si vuelve a ponerle una mano encima, le juro que le mato.

Mientras Vanessa recuperaba el equilibrio, Zachary agarraba a Adel por las solapas.

Ness: No lo hagas. -Presa del pánico cogió el brazo de Zachary-. No. No me ha pegado.

Él la miró fugazmente.

Zac: Tienes sangre en el labio.

Ness: No es nada. Yo…

Zac: Esta vez no, Ness -habló con toda la calma del mundo un instante antes de lanzar el puño contra la mandíbula de Adel. El rey se vino abajo, llevándose con él en la caída una mesa estilo Queen Anne. El dolor que notó Zachary en los nudillos le produjo más satisfacción que sostener en su mano mil piedras preciosas-. Eso ha sido por la magulladura que le hizo en la mejilla. -Esperó a que Adel se incorporara y se dejara caer luego sobre el sofá hecho trizas-. Y por el resto, tendría que matarle, pero ella no desea su muerte. Le diré, de todas formas, que existen muchos sistemas para lisiar a un hombre. Usted debe de saberlo mejor que yo. Piense en ellos a conciencia antes de levantar otra vez la mano contra su hija.

Adel se secó la sangre de los labios. Respiraba a duras penas, aunque no a causa del dolor, sino por la humillación. Desde que había subido al trono nadie se había atrevido a tocarlo, a menos que él lo hubiera permitido.

Adel: Es usted hombre muerto.

Zac: No creo. Los dos esbirros que ha dejado fuera están respondiendo ahora mismo a las preguntas de mi socio sobre por qué llevan armas sin permiso. Él es el capitán Stuart Spencer de la Interpol. Creo que no mencioné que trabajaba para la Interpol, ¿verdad? -Echó una ojeada a su alrededor-. Me parece que tendremos que despedir a la señora de la limpieza, Vanessa. Me apetece un brandy. ¿Te importa traerme una copa?

Vanessa nunca lo había visto así. Jamás había oído aquel tono en su voz. Adel no la había asustado, pero en aquel momento tenía miedo de Zachary. Y miedo por Zachary.

Ness: Zachary…

Zac: Te lo ruego. -Le acarició la mejilla-. Hazme ese pequeño favor.

Ness: De acuerdo. Vuelvo enseguida.

Esperó a que ella se hubiera marchado para sentarse en el brazo de una butaca.

Adel: En Jaquir no habría vivido usted para ver la puesta del sol y en el momento de su muerte daría gracias a Dios.

Zac: ¡Qué mezquino es usted, Adel! Que tenga sangre azul no le impide serlo más que otro. -Soltó un largo suspiro-. Y ahora que hemos acabado con los cumplidos, le diré que aquí me importan un comino sus métodos. Y que tampoco tiene la menor importancia lo que yo sienta por usted. Estamos hablando de negocios. Y antes de entrar a fondo en ellos, déjeme que le explique las reglas del juego.

Adel: No tengo ningún negocio con usted, Efron.

Zac: Independientemente de todo lo que usted sea, no es estúpido. No tengo por qué detallarle las razones que movieron a Ness a recuperar el collar. Ha de saber que el plan fue exclusivamente de ella. Yo intervine en el último momento y, aunque con ello se resienta mi orgullo, debo admitir que podría haberlo llevado a cabo sola. Ella es quien se lo quitó ante sus propias narices y a ella es a quien deberá pagar. -Hizo una pausa-. Ahora bien, si a ella le ocurre algo, usted responderá ante mí. Debería añadir que si se le ha pasado por la cabeza aceptar el trato para hacernos cortar el cuello luego, la Interpol está al corriente de todos los detalles. Nuestras muertes, accidentales o no, desencadenarán una investigación sobre su persona y su país que imagino preferirá evitar. Su hija le ha vencido, Adel. Le aconsejaría que aceptara la derrota como un hombre.

Adel: ¡Qué sabrá usted de lo que es ser hombre! Un perro faldero en manos de una mujer.

Zachary se limitó a sonreír, pero incluso aquel gesto resultó amenazador.

Zac: ¿O es que preferiría salir a la calle y resolver el asunto en algún callejón? Yo estoy dispuesto a ello. -Vio que llegaba Vanessa-. Gracias, cariño. -Cogió el brandy y con la copa señaló a Adel-. Creo que tendríamos que empezar a hablar de negocios. Adel es un hombre muy ocupado.

Vanessa había recuperado el aplomo. Se situó a posta entre Zachary y Adel.

Ness: Como decía antes, el collar es mío. La ley me ampara, incluso en Jaquir si se hiciera público el caso. Preferiría evitar la publicidad, pero si es preciso, recurriré a la prensa de aquí, a la de Europa y a la de Oriente. El escándalo tendría muy pocas consecuencias para mí.

Adel: Tu robo y tu traición te arruinarían.

Ness: Al contrario -exclamó sonriendo-. Podría vivir de la historia toda mi vida. Pero esa no es la cuestión. Le devolveré el collar y renunciaré a mis derechos sobre él. Guardaré silencio sobre los malos tratos que infligió a mi madre y sobre su deshonor. Podrá volver usted a Jaquir con el Sol y la Luna, con todos sus secretos, por cinco millones de dólares.

Adel: Valoras en mucho tu honor.

La mirada de Vanessa, dura, férrea, sostuvo la de él.

Ness: No se trata del mío, sino del de mi madre.

Podía hacer que los mataran. Adel imaginó la satisfacción de verlos volar por los aires con un coche bomba, la de que cayeran bajo el impacto de una bala silenciosa o acabaran envenenados en alguna de aquellas decadentes fiestas que organizaban los americanos. Disponía de los medios y del poder para llevarlo adelante. Su alegría podía ser inmensa. Pero las consecuencias también.

Si a partir del hilo de aquellas muertes se llegaba a él, Adel sería incapaz de contener las protestas. Si se hacía público que le habían arrebatado el Sol y la Luna, su pueblo podía rebelarse y la vergüenza caería sobre él. Necesitaba recuperar el collar y de momento no podía permitirse la venganza.

Sus lazos con Occidente le parecían aborrecibles, pero necesarios. Todos los días se extraían del desierto grandes sumas de dinero. Cinco millones de dólares menos se notarían poco en sus arcas.

Adel: Si lo que quieres es dinero, tendrás el dinero.

Ness: Es todo lo que quiero de usted. -Se levantó y sacó de su bolso una tarjeta-. Mis abogados -dijo, pasándosela a Adel-. Ellos se encargarán de la transacción. En cuanto me confirmen que se ha efectuado el depósito en mi cuenta Suiza, mis representantes le entregarán el Sol y la Luna.

Adel: No volverás a Jaquir, ni tendrás contacto con ningún miembro de mi familia.

El precio que se le imponía a ella era más considerable de lo que había imaginado.

Ness: No lo haré mientras usted viva.

Adel le habló luego en árabe, lentamente, y ella palideció. De pronto se levantó, se fue hacia la puerta y la dejó en medio de los destrozos de su casa.

Zac: ¿Qué es lo que te ha dicho?

Para ella, incluso en aquel momento, era importante que aquello no tuviera un peso excesivo, por ello hizo un gesto de indiferencia.

Ness: Me ha dicho que vivirá muchos años, pero que para él y para todos los miembros de la casa de Jaquir yo estaba ya muerta. Que suplicará a Alá que me dé una muerte dolorosa, en la desesperación, como la de mi madre.

Zachary se levantó y con sus dedos elevó su mentón.

Zac: No podías esperar su bendición.

Vanessa hizo un esfuerzo por sonreír.

Ness: No. Se ha terminado y yo esperaba sentir una inmensa oleada de alegría, por no decir de satisfacción.

Zac: ¿Y qué es lo que sientes?

Ness: Nada. Después de todo esto, después de tantas cosas, mi impresión es que no siento nada.

Zac: Pues tal vez lo mejor sería salir a ver cómo está el edificio de tu futuro centro.

Esta vez la sonrisa surgió espontáneamente. Y no solo eso, sino que todo su cuerpo reflejó la alegría.

Ness: No estaría mal. Tengo que constatar que ha valido la pena. -Cuando levantó la vista hacia el retrato de su madre, el nudo que tenía en el estómago empezó a ceder-. El dinero no significa nada para él, pero quería cerciorarme de que me entendiera y recordara.

Zac: Te ha entendido, Ness. Y no te quepa duda de que te recordará.

Ness: Zachary… -Tocó su mano pero la retiró al instante-. Tenemos que hablar.

Zac: ¿Necesitaré otro brandy?

Ness: Quiero que sepas que te agradezco todo lo que has hecho.

Zac: Hum…

Él decidió que sería mejor sentarse otra vez.

Ness: No te lo tomes a la ligera. Me has ayudado en la mayor encrucijada de mi vida. Sin ti, tal vez lo habría conseguido, pero no habría significado lo mismo.

Zac: ¡Eh! Lo dudo. Dudo que hubieras salido igual de airosa sin mí. Pero si te hace feliz, puedes creértelo.

Ness: Sabía exactamente… -se interrumpió-. Da igual, la cuestión es que quería darte las gracias por todo.

Zac: ¿Antes de ponerme de patitas en la calle?

Ness: Antes de que cada uno reanude su camino -rectificó-. ¿Qué pretendes, fastidiarme?

Zac: Ni por asomo. Intentaba comprender qué es lo que deseas. ¿Has terminado ya con los agradecimientos?

Ness: Sí -se volvió para empujar con el pie un jarrón roto-. Terminado.

Zac: Bueno, podrías deshacerte en elogios, pero habrá que conformarse. Y ahora, si no me equivoco, lo que te apetece es que salga por esa puerta y salga también de tu vida.

Ness: Querría que hicieras lo que fuera mejor para los dos.

Zac: En tal caso…

Cuando puso las manos en sus hombros, Vanessa se apartó.

Ness: Se acabó, Zachary. Tengo proyectos que poner en práctica enseguida. El centro, mi retiro, mi… vida social.

Zachary decidió esperar un par de días para comunicarle que iba a trabajar para la Interpol. Llegado el momento, la informaría también de que Adel tendría que responder a una serie de delicadas preguntas sobre posesión de objetos de arte robados. Pero de entrada tenían otros asuntos que resolver, asuntos personales.

Zac: ¿Y en tus planes no habrá un hueco para un marido?

Ness: La boda era una parte del montaje. -Se volvió, pensando que aquello no tenía por qué costarle tanto, que tenían que ser capaces de reírse de todo el asunto antes de irse cada cual por su lado-. Puede que resulte un poco violento tocar el tema con la prensa y con los amigos bien intencionados, pero, entre nosotros, la cuestión puede resolverse con facilidad. Ni tú ni yo debemos sentirnos atados por una…

Zac: ¿Promesa? -la ayudó-. Creo que hicimos unas cuantas.

Ness: No me lo pongas difícil.

Zac: Muy bien. Hasta el momento, hemos jugado siguiendo tus reglas. Concluyamos de la misma forma. ¿Ahora qué hago?

Vanessa tenía la boca seca. Cogió la copa de él y tomó un sorbo.

Ness: Es muy fácil. Solo tienes que decir tres veces: «Me divorcio de ti».

Zac: ¿Así, sin más? ¿No tengo que hacerlo a la pata coja o a la luz de la luna llena?

Vanessa dejó la copa con gesto brusco.

Ness: No me hace reír.

Zac: No, es ridículo. -Tomó su mano y la cerró para evitar que pudiera deshacerse de él. Sabía imaginar las probabilidades, siempre había sido su fuerte. De todas formas, esta vez no estaba seguro de dominar la situación-. Me divorcio de ti -dijo y acto seguido inclinó la cabeza y con sus labios rozó los de ella, que notó temblorosos. Los dedos de Vanessa también indicaron la tensión que vivía-. Me divorcio de ti. -Con la mano que tenía libre la atrajo hacia sí e intensificó el beso-. Me…

Ness: No. -Murmurando un juramento, lo rodeó con sus brazos-.¡Maldita sea, no!

El alivio hizo que a Zachary casi le flaquearan las rodillas. Por un instante, un instante y nada más, hundió su cabeza en la cabellera de ella.

Zac: Me has interrumpido, Ness. Ahora tendré que empezar de nuevo. Dentro de unos cincuenta años.

Ness: Zachary…

Zac: Lo haremos a mi manera. -La atrajo de forma que pudieran mirarse a los ojos. Volvió a verla pálida. Estamos avanzando, pensó. Esperaba haberle metido el miedo en el cuerpo-. Estamos casados, para lo mejor o lo peor. Si hace falta, organizaremos otra ceremonia aquí o en Londres. Una de esas que para romper exija abogados, mucho dinero y obstáculos a manta.

Ness: Yo nunca he dicho que…

Zac: Demasiado tarde -dijo mordisqueándole el labio inferior-. Has desaprovechado tu oportunidad.

Vanessa cerró los ojos.

Ness: No sé por qué.

Zac: Sí lo sabes. Dilo en voz alta, Ness. No se te va a caer la lengua por ello. -Iba a apartarse, pero él la sujetó con fuerza-. Vamos, cariño, tú siempre has sido valiente.

Aquello le hizo abrir los ojos. Zachary observó cómo echaban chispas contra él y sonrió.

Ness: Puede que te quiera.

Zac: ¿Puede?

Vanessa soltó un bufido.

Ness: Creo que te quiero.

Zac: Vamos, pruébalo otra vez. Casi lo has conseguido.

Ness: Te quiero. -En esta ocasión el aliento de Vanessa salió como una ráfaga-. Bueno, ¿satisfecho?

Zac: No, pero procuraré estarlo -respondió llevándola consigo hacia el maltrecho sofá-.


FIN


3 comentarios:

Lu dijo...

Me encanto!
Por un momento me asuste y pensé que Ness iba a dejar a Zac.
Menos mal que no paso nada grave con el padre de Ness y acepto la condición de ella.
Me encanto la nove!!

Sube pronto :)

Maria jose dijo...

Woww que novela
Que historia
Que valiente fue vanessa en ella
Espero pronto saber de otra de tus preferidas
Sube pronto
Saludos!!!

Carolina dijo...

Awwww
Recién puedo comentar
Me encantó, Zaccy no queria darle el divorcio y la terca de Vanessa que no le dijo que lo quiere hasta el final xD
Ya quiero ver como será la siguiente!!

Publicar un comentario

Perfil