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viernes, 9 de noviembre de 2012

Capítulo 5


¡No hagas nada! ¡Debía estar bromeando! Zac sintió como si le faltara un segundo para experimentar una fusión total. ¿Qué demonios le había sucedido a la mujer fría y rígida que había besado en el aeropuerto?


Tracy: Cielos. Espero no interrumpir nada.


Zac dudó de que el sonido de la voz de Tracy se hubiera registrado en su mente de no haber sido por el hecho de que provocó la retirada de la boca ardiente y el cuerpo cálido pegado al suyo. Pero incluso en el momento en que su aturdido sistema se afanaba por recuperar el equilibrio, la mujer responsable de su ebriedad emocional parecía impasible.


Ness: En absoluto, lady Mulligan -dijo, que añadió en un susurro alto dirigido a Zac-. ¿Lo ves? Te dije que solo teníamos tiempo para algo rápido -le cogió la mano y lo arrastró hasta donde Tracy se hallaba junto a un cochecito de golf-.


Zac: Lo siento, Tracy. ¿Hemos confundido la hora? Estaba seguro de que sir Frank indicó que nos reuniríamos en el bar a las siete y media.


Tracy: ¡Oh, no, Zac! -apoyó la mano en su brazo para tranquilizarlo-. ¡Tienes toda la razón! Pensé que lo mejor era recogeros, por si teníais problemas para localizar el hotel.


Ness: Oh, hay que seguir las señales que pasamos cuando vinimos aquí por la noche, ¿no? -pensó que había planteado la pregunta con absoluta inocencia, pero cuando él le apretó el codo, volvió a sonreír y añadió-: No, en serio, lady Tracy, ha sido un detalle que vinieras a buscarnos.


Tracy: Sí lo ha sido -acordó con una mueca-. Por desgracia, Vanessa, tendrás que sentarte en la parte de atrás. Zac estaría demasiado apretado en un espacio tan reducido... tiene unas piernas muy largas. Con franqueza, ser tan alto en ocasiones puede resultar un inconveniente. No tienes ni idea de lo afortunada que eres al ser tan baja.


Aún sin contar los tacones de diez centímetros que llevaba, el metro sesenta de Vanessa no la cualificaba como una pigmea. Apenas se contuvo de señalar que Tracy también era afortunada, ya que su casi metro ochenta le permitía el lujo de ocultar demasiados kilos adicionales y un exceso de silicona. Pero no quiso rebajarse a su nivel y con una sonrisa en los labios se sentó en la parte de atrás. Tracy esperó hasta que Zac ocupó su sitio adelante antes de deslizarse a su lado, aprovechando al máximo la abertura de su vestido para mostrar su cuerpo. Vanessa no supo si se sintió asqueada o divertida por el descarado exhibicionismo de la mujer.


«¿Y Zac había tenido una aventura con esa mujer?».



Más tarde, Vanessa decidió que estaba siendo la noche más larga de su vida, y lo triste era que todavía no habían empezado el primer plato.


No hacía falta ser un genio para reconocer que sir Frank estaba tan estúpidamente embobado por su tercera esposa, o al menos por sus atributos físicos, que era ajeno al hecho de que ella solo se fijaba en Zac. Siempre que la vista de sir Frank se desviaba a los pechos demasiado expuestos de su mujer, que no paraban de moverse, seguro que por el esfuerzo de respirar en un vestido tan ceñido, ella miraba con expresión tórrida a Zac.


Frank: Zac me ha dicho que lleváis casados seis meses -comentó mientras le llenaba su copa de champán y a continuación la suya-. ¿Cómo te las arreglas estando casada con un hombre tan ocupado como él? Sé que Tracy siempre dice que lo pasa muy mal cuando me voy en viaje de negocios, y le cuesta mucho divertirse.


«¿Quieres apostar algo?», preguntó mentalmente.


Ness: Bueno, yo también trabajo en
Norris, así que casi siempre me encuentro igual de ocupada -repuso-.

Zac: La verdad es que Ness trabaja demasiado -intervino-. Fui yo quien se sintió solo cuando viajó al oeste de Australia. Por eso -añadió con una sonrisa en su dirección- me sentí tan encantado cuando aceptó reunirse conmigo aquí.


Tracy: Naturalmente, al ser la ahijada de Dan Norris... -en cuanto esas palabras salieron de la boca de Tracy, Vanessa comenzó a prepararse para defenderse de alguna insinuación de favoritismo, pero la morena no iba por ahí-... imagino que habrás tenido una gran boda.


Ness: No -sorprendida, tardó un poco en responder-, fue una ceremonia íntima y sencilla -lo cual, por desgracia, chocó con la respuesta de Zac-.


Zac: Sí, nos casamos en la Catedral de St. Mary.


Tracy: ¿De verdad? -las respuestas contradictorias hicieron que sonriera como el gato de Cheshire y enarcara una ceja-. ¿En la catedral?


Zac: Eh, sí, Ness es católica -explicó con rapidez-. Y siempre había dicho que quería casarse con una misa nupcial. Por supuesto, como yo no soy demasiado religioso, me encantó poder aceptar algo tan importante para ella -por suerte ninguno de los Mulligan dio la impresión de captar el sutil matiz en la voz de Zac que prometía que iba a pagar por no ceñirse en esa ocasión a sus famosos planes de celebrar la boda perfecta-.


Frank: Bueno, hijo, con la experiencia de tres matrimonios a mi espalda, diría que tomaste la decisión correcta -estalló en una carcajada y le guiñó un ojo-. Cede en las cosas que no te importan y mantente firme y elige los regalos con inteligencia para obtener la ventaja en las cosas que sí te importan.


Al parecer impasible ante la implicación de que la cooperación de su mujer se podía comprar, Tracy sonrió y volvió a centrarse en Vanessa.


Tracy: Así como puedo apreciar la, eh, consideración y sensibilidad de Zac, sigo estando un poco confusa... Sé que la Catedral de St. Mary está considerada como el lugar para muchas de las bodas católicas de la alta sociedad, pero es la iglesia más grande de Sydney. No es lo que yo habría elegido para... ¿Cómo lo describiste, Vanessa? ¿«Una ceremonia íntima y sencilla»?


Ness: Tienes toda la razón, lady Mulligan. St. Mary es famosa por las grandes bodas de la alta sociedad -coincidió, que miró a la otra sin parpadear-. Por eso mis padres eligieron casarse allí. Pero a pesar del tamaño y la grandiosidad de la catedral, Zac y yo invitamos solo a nuestros amigos más íntimos. Para nosotros, todo sobre la boda fue una decisión sentimental más que social o pragmática -la perfecta mentira le hizo ganar una palmadita en la rodilla de parte de Zac por debajo del mantel de la pequeña mesa redonda-.


Frank: Un gesto conmovedor -observó-. Es posible que no lo sepas. Tracy -continuó-, pero tanto los padres de Zac como los de Vanessa murieron en el mismo y trágico accidente. Nos impactó a todos los que pertenecíamos a la industria hotelera.


Ness: ¿Conocías a mi padre, sir Frank?


Frank: Oh, en persona no, querida. Pero en la industria se lo consideraba un joven que llegaría lejos. Lo mismo que al tuyo, Zac -añadió con presteza-. La rivalidad existente entre dos de los más brillantes y ambiciosos ejecutivos de Dan Norris era seguida por los cazadores de talentos para reforzar sus propias filas -sonrió-. Pero, para decepción de todos, su lealtad estaba con Dan -sacudió la cabeza-. Es una tragedia que ambos murieran tan jóvenes. Y al mismo tiempo...


Zac deseó que Vanessa alzará las pestañas caídas para tener una idea de cómo se sentía. No le pasó por alto la ansiedad en su voz cuando sir Frank mencionó a su padre, y así como él no se engañaba acerca de lo implacablemente ambiciosos que habían sido sus propios padres, desconocía cómo recordaba Ness a los suyos. Dos años menor que él, solo tenía seis cuando la motora en la que navegaban con unos hoteleros extranjeros había explotado. Con la excepción de la madre de Vanessa, todos los que iban a bordo murieron al instante; Alice Hudgens lo hizo dos días más tarde en el hospital.


Solo entonces se le ocurrió que Ness y él jamás habían hablado de ellos en todos los años que pasaron juntos al cuidado de Dan. No le cabía duda de que éste los quería mucho, pero el viejo solterón jamás había animado las exhibiciones de emociones o sentimientos. Se preguntó si eso había sido bueno o malo para una personalidad emotiva como la de Ness, quien se había negado a abandonar el lecho de su madre moribunda hasta que no dio su último estertor.


Al mirar el sencillo anillo de oro que adornaba la mano izquierda de Ness, comprendió que había mucho que desconocía de ella, y de pronto deseó conocerla... mucho.


El plato principal apareció y desapareció en una atmósfera cargada de mentiras y al parecer de inagotables botellas de champán. A medida que éste se apoderaba más de sir Frank, menos inclinado se sintió el hombre mayor a alzar la vista del escote de su esposa o a notar que ella cada vez se aproximaba más a Zac. Cualquier intento por centrar su mente en los negocios era descartado con comentarios como: «Dejemos eso para la oficina» o «Mi Tracy se angustia cuando antepongo los negocios a ella».


Vanessa estaba a favor de cualquier cosa que angustiara a «su Tracy»; que había acercado la silla hasta el punto en que podía jugar con los pies de Zac. Lo sabía porque unos momentos antes tuvo la sorprendente, pero satisfactoria experiencia de interceptar un pie descalzo femenino con el tacón del zapato. Por supuesto, en una actuación inspirada, se había disculpado con efusividad ante el grito de dolor de Tracy, aduciendo que había intentado eliminar un calambre.


Tracy: Es evidente que tienes mala circulación -había dicho con ojos cargados de odio-. Deberías tomar más sal -esbozó una sonrisa malvada-. Aunque a tu edad podría ser síntoma de algo más insidioso.


Ness: ¿Oh? Siempre pensé que la sal era perniciosa. No es que dude de ti, lady Mulligan -añadió-. Sé que con tu edad y experiencia superiores eres mucho más experta que yo en el tema de la circulación -claro que esa respuesta le había hecho merecer una mirada severa de Zac-.


Tracy: ¿Sabes, Frank? -comentó, llenando la copa de champán de su marido, aunque quedó medio vacía antes de que la botella volviera a la cubitera-. Debemos organizar salir a navegar con Zac mientras esté aquí. Es evidente que ama el mar, y nosotros no aprovechamos demasiado el barco.


Frank: Eso es porque estoy demasiado ocupado en la oficina, cariño -fue la pastosa respuesta de su marido. Movió las cejas-. Y cuando no es ese el caso, ambos estamos ocupados, ¿eh?


Vanessa ni siquiera fue capaz de plantar una sonrisa en su cara cuando el anciano le dio en las costillas, al tiempo que fracasaba en guiñar un ojo. Bajo ningún concepto era puritana, pero cualquier oportunidad de hablar de negocios se había deteriorado en proporción directa con la capacidad de sir Frank de controlar lo que bebía o a su coqueta esposa. No paraba de esperar que Zac pusiera fin a la velada, pero por lo que podía ver no parecía perturbado por la trivialidad de la cena, aunque en los últimos veinte minutos le había lanzado miradas de petición de ayuda.


Pero no tenía ni idea de cómo esperaba que lo hiciera. Como Tracy aún no había llegado a la fase de subirse a su regazo y arrancarle la ropa, en ese punto, y a pesar de lo atractivo que resultaría, tirarle la cubitera a la cabeza sería considerado un acto de agresión. A menos...


Zac estuvo a punto de morderse la lengua por la sorpresa y el impacto del zapato de Ness al conectar con su espinilla.


Ness: Zac, cariño... me encantaría bailar -Zac titubeó, tratando de calibrar si podía andar-. Oh, por favor, cariño -casi ronroneó mientras le pasaba las uñas por el dorso de la mano con una eficacia seductora que pudo con el dolor palpitante que él experimentaba en la pierna izquierda y le sensibilizó una sección superior de su anatomía-. Después de todo, esta es nuestra canción.


Zac: Claro, mi amor. Lo acabo de notar -cogió la mano de Ness y le sonrió a sus acompañantes-. Si nos disculpan...


Frank: ¡Por supuesto, por supuesto! -animó-. Yo ya no puedo bailar, pero aún soy capaz de apreciar lo agradable que es tener a una mujer preciosa en brazos.


Ness: Más probablemente al viejo verde le gustaría tenerla tumbada -musitó cuando salieron a la pista de baile poco iluminada-. ¡Si no me hubiera apartado de esos dos creo que habría vomitado! Dios mío, se la come con los ojos como si fuera un adolescente encendido. ¡Aunque ella tampoco es mejor! -exclamó acalorada-. ¡Le mete las tetas en la cara al mismo tiempo que te seduce a ti! ¡Y tú la animas, maldita sea!


Zac: ¡En absoluto! Lo más que he hecho ha sido hablar con ella.


Ness: Exacto.


Zac: Sé razonable, Ness, no puedo ignorarla. Además, coquetear para Tracy solo es un juego. Podría gustarle ganar, claro, pero lo más importante es la persecución.


Ness: ¿De verdad? -lo miró con expresión sarcástica-. ¡Bueno, por si no has notado sus ladridos, ha salido en pos del zorro!


Así como siempre había apreciado el humor de Ness, empezaba a ser consciente de que había pasado por alto otras cosas de ella. Por ejemplo, el modo seductor en que su cuerpo se entregaba al ritmo de la música. Ello implicaba que, dada la irritación y preocupación que sentía con los Mulligan, resultaba improbable que pensara de forma consciente en su papel de mujer felizmente casada y, por ende, la fluidez y suavidad con que se movía alrededor de la pista debía ser instintiva. Era un concepto más excitante que interesante, ya que sus leves; pero tentadoras curvas se pegaban a él de una manera que disparaba sus instintos más bajos.


Ness: Zac... ¿me prestas atención?


Zac: Más que nunca.


Ness: Bien. Entonces no bajes la guardia con Tracy -suspiró; eso alzó sus pechos y la frecuencia cardiaca de él-. Por algún motivo los hombres tienen la costumbre de subestimar de lo que es capaz una mujer.


«Dímelo a mí», pensó, y sus dedos anhelaron comprobar si su cuello era tan suave como sus hombros desnudos.


Zac: Deja de preocuparte, Ness. Podré ir por delante de Tracy. Aunque no debemos olvidar que es el tipo de mujer que si se siente rechazada, podría decirle algo a sir Frank y fastidiamos el negocio para vengarse.


Ness: ¿Debo sorprenderme?


Zac: Lo único que te digo es que sería inteligente que dejaras de provocarla cada vez que abres tu linda boquita.


Ness: ¿Yo? -abrió mucho los ojos-. ¿Qué yo la provoco? Zac Efron, ¿has llevado tapones en los oídos toda la noche? No ha dejado de dispararme perdigones desde que fue a recogernos. No he hecho nada deliberado para agitarla.


Zac: ¿De verdad? Entonces el beso que me diste en el exterior de la cabaña no fue para provocarla, sino para excitarme a mí, ¿no?


Ness: ¿Qué te...? ¡No seas ridículo! ¡Por el amor de dios, ese beso no fue peor que el que tú me diste en el aeropuerto!


Zac: Coincido contigo en un punto -dijo, fascinado por el súbito rubor que encendió sus mejillas y el énfasis en su negativa-. En absoluto fue peor. De hecho, he de decir que tu técnica ha mejorado en solo unas horas.


Ness: ¿Perdón?


Zac: Bueno, había bastante diferencia entre la estatua de boca cerrada que besé en el aeropuerto y la mujer que me aplastó contra la puerta de la cabaña.


Ness: Hmm... eso se debe a que en la cabaña no estaba catatónica por la sorpresa; ya sabía lo que sucedía.


«Bueno, pues al menos ya es uno», pensó Zac, porque en ningún momento supo qué lo había golpeado. Desde el instante en que su boca se había posado en la suya, sintió como si lo hubieran electrocutado. Al mirar sus labios levemente entreabiertos se preguntó si repetir el ejercicio demostraría de forma concluyente si había sido la mujer o las circunstancias las responsables de que su pulso se disparara.


Cuando por voluntad propia su dedo pulgar rozó el labio inferior de Ness en el instante en que ella se lo humedecía con gesto nervioso, Zac supo que tenía que averiguarlo. Pero no queda que en esa ocasión ninguno tuviera la excusa de estar desprevenido.


Vanessa no pudo contener un ligero jadeo de sorpresa cuando Zac bajó la cabeza y comenzó a juguetear con el lóbulo de su oreja, y si el brazo que le rodeaba la cintura no se hubiera tensado en ese preciso momento, sin duda se habría desplomado en el suelo. Esforzándose por superar las caóticas respuestas de su cuerpo ante la representación demasiado convincente de un marido amante, sin éxito trató de retirarse un poco.


Ness: ¿Eh... Zac... Hmm... no te estás excediendo... un poco? -logró soltar-.


Zac: Shhh -susurró; recordó las palabras de ella y añadió-: No hagas nada.


¡Qué no hiciera nada! ¡Debía estar bromeando! ¿Es que no tenía idea del efecto que surtía en ella? Demonios, desde el momento en que la abrazó apenas había sido capaz de respirar... El corazón le latía como si fuera a salírsele del pecho, y empezaba a sentir tanto calor que comenzaba a sudar en sitios que no se veían afectados por la temperatura ambiental. El aroma de su loción para después del afeitado era tan evocador como el incienso mezclándose con el vapor, y el solo hecho de pasarse la lengua por las comisuras de la boca invocó el sabor del beso anterior.


«¡No, Vanessa!», gritó su cerebro. «¡Deja de mover la lengua en este mismo instante!»


¡Demonios! ¿Qué estaba pasando? Bueno, de acuerdo... no era tan inocente como para no reconocer que sus hormonas despertaban, pero, por el amor de dios, ¡era Zac! Había bailado con él cientos de veces y jamás se había excitado. Aunque él nunca le había mordisqueado la oreja ni pasado su mano por su trasero de esa forma tan sexy y estimulante. Mentalmente luchó para aferrarse a la idea de que lo hacía en beneficio de los Mulligan. No le resultó fácil. ¡Cielos! Las cosas que le hacía sentir.


Supuso que en algún momento del pasado debió estar excitada de esa manera... tal vez. ¡Pero no completamente vestida, en vertical y en público! Y todavía ni siquiera la había besado. Señor, si lo hacía... tendrían que llamar a los bomberos para apagarla.


Zac: Ness... -aunque sus labios húmedos apenas rozaron la piel de ella, su aliento le puso la piel de gallina. Continuó mordisqueando y hablando-: No... hmmm... has respondido a mi... pregunta.


¿Le había hecho una pregunta? ¿Cuándo? ¿Era la pregunta o algo más trivial, como quién sería campeón de la liga de baloncesto?


Zac: ¿Ness?


Ness: Hmm, eh... no estoy segura -dijo con voz ronca, y sintió su risita-.


Zac: No era una pregunta tan difícil.


Ness: ¿No? Oh, bueno, en realidad yo... ¡Oh, Dios mío! -al mismo tiempo que se ponía pálida y jadeada horrorizada, se derrumbó sobre Zac como si las piernas le hubieran cedido, y por primera vez en su vida él sintió un verdadero pánico-.


Zac: Ness, ¿qué pasa? -no hubo una respuesta verbal mientras ella enterraba la cara en su pecho-. ¿Vanessa? Cariño, ¿qué pasa? ¿Te sientes mal? ¿Te...?


Ella sacudió con fuerza la cabeza al tiempo que echaba un vistazo furtivo por encima de su hombro. Se echó hacia atrás y farfulló algo incomprensible, luego repitió el movimiento, empujándolo un poco a la izquierda como si lo usara de escudo. Estaba rígida por la tensión.


Zac: Por todos los cielos, Ness -siseó, sujetándola por el hombro-. ¿Qué pasa?


Ness: Odio decirte esto, Zac, pero nuestro matrimonio se acabó -unos ojos muy abiertos lo miraron-. Drew Seeley acaba de entrar en el ascensor...


Las palabras impactaron en Zac como una patada en el estómago.





¡Hala! ¡A la mierda todo! ¡Con lo bien que iba...!
¿Por qué ha tenido que aparecer ese idiota? ¡Hasta en la sopa se lo encuentran!
Y Vanessa es idiota. Con todo lo que le hace sentir Zac y se piensa que está enamorada de Drew. ¡Ciega le queda corto!
Y Tracy metiendo las narices y las tetas donde no la llaman. ¡Vete a fastidiar a otro! ¡El hotel es grande!
Por cierto, casi se les desmonta el chiringuito con lo de la boda XD.
Ah, ¿os habéis fijado que he salido yo? Soy la madre de Ness XD. Aunque estoy muerta (¬_¬).
La verdad es que cambié el nombre a propósito XD. ¡Nunca me he puesto de personaje en ninguna nove adaptada!

Más cosas más cosas.... ¡Lau B.! ¿Qué es "slut"? XD
Y más cosas que tengo que decirte, que no te preocupes, tú estudia. Como luego me comentas cuatro veces, no te lo tengo en cuenta XD.
Trece capis tiene la nove. No sé si la consideras larga o corta XD. Pero los capis están bien. Son larguitos.
Y que no me aburro de ti XD, me encanta leer los coments de mis lectoras. Me río mucho y me animan. Así que puedes comentarme hasta que te sangren las manos, si quieres XD.

¡Comentadmeeeee!
Bye!
Kisses!

5 comentarios:

Unknown dijo...

PORQUEEEEEE TUVO QUE APARECER SEELEY? PORQUEEE?
VA ARRUINAR TODO LO QUE TENIAN ZAC Y NESS, A MENOS QUE TRACY LO SEDUZCA Y SE VAYA CON ELLA.
PERO NESS NO SIENTE NADA POR SEELEY , Y SI POR ZAC.. MIRA NADA MAS COMO SE PUSO! AY AMO TANTO A ESTA NOVE. PERO NESS TENDRIA QUE DARSE CUENTA QUE SE ENAMORO DE ZAC, Y ZAC DE NESS.
GENIAL GENIAL ESTE CAPI.
SUBE PRONTO

Anónimo dijo...

Genial, sube pronto.

Flor

Anónimo dijo...

No me soporto a Tracy jajaja pero va a ser interesante ver como Ness la pone en su lugar :D
Y llego el que faltaba, Drew -_- pero esto solo la pone mas emocionante! Ahorita Zac se por celoso!! Jajaja
Muero por leer el siguiente capitulo

Saludos -Caro-

Anónimo dijo...

Btw, me encanto como Vanessa se logro corregir con lo de la boda intima celebrada en una gran Iglesia... Luego de que los dos dijeran respuestas diferentes jajajaja

-Caro-

Anónimo dijo...

quuuuuuuuuuuuueeeeeeeeeee????
esta buenisiiiiiiiiimaaaaaa

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