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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Capítulo 4


Tal como Zac había sospechado, la actitud de esposa amante de Vanessa se desvaneció en cuanto estuvieron a solas en su cabaña.


Ness: Puede que haya aceptado salvarte el trasero y rescatar este trato fingiendo estar casada contigo, Zac Efron -espetó apuntándole con un dedo-. Pero no me gusta que me den el papel de muñequita ni que se aluda a mí como «servicio de habitaciones».


Zac: Jamás lo hice. Lo que dije...


Ness: ¡Sé lo que dijiste! Diste a entender que deseaba tanto tu cuerpo que solo tenías que chasquear los dedos para conseguir lo que quisieras.


Zac: En realidad, la implicación era que yo te deseaba a ti -corrigió con una sonrisa-. Y solo después de que aletearas esas largas pestañas y anunciaras que querías una cabaña para poder estar sola conmigo.


Ness: Reconozco que moví las pestañas en tu dirección -se apartó indignada-, pero yo no era la única que lo hacía. Debes estar agradecido de que se me ocurriera un modo de minimizar el tiempo que tendremos que pasar con ellos.


Zac: Sí, la idea de la cabaña fue un toque de genio -acordó, supervisando el interior mientras Vanessa abría una de las puertas interiores del salón y desaparecía de la vista- Por desgracia... -elevó la voz para que pudiera oírlo- ...no nos evitó tener que cenar con ellos esta noche -la habitación principal tenía un suelo de pizarra y unos muebles y dos alfombras de algodón dividían el salón del comedor. En un rincón había tres taburetes ante una barra que daba a una cocina pequeña-. No está mal -musitó, volviéndose cuando Vanessa regresó a través de la segunda puerta-.


Ness: Cambiarás de parecer cuando descubras que solo hay un dormitorio y un cuarto de baño.


Zac: Se supone que estamos casados. No iba a pedir una con dos, ¿verdad?


Ness: ¡Lo comprendo! -exclamó-. Pero pensé que en alguna parte habría una cama plegable. Todos nuestros hoteles las tienen.


Zac: Cuando Porters compre el sitio las incorporaremos. Mientras tanto, tendremos que arreglarnos.


Ness: En ese caso espero por tu bien que el sofá se convierta en una cama, o dormirás en el suelo.


Zac: ¿Qué quieres decir?


Ness: Quiero decir, Zac -explicó como si le hablara a un niño-, que una de las dos personas que en este momento están aquí no dormirá en el maravilloso colchón de agua. Y yo sí.


Frunció el ceño al contemplar el sofá de dos plazas que Vanessa inspeccionaba y tuvo un escalofrío. Zac sabía que se pasaría toda la noche chocando con los apoyabrazos, aunque por algún milagro pudiera acomodar su metro setenta y cinco.


Zac: Sería más democrático si lo echáramos a suertes.


Ness: Sin ninguna duda. Pero como yo no pude votar al venir aquí, ni siquiera fui consultada, no pienso defender los derechos democráticos para ti. ¡Aja! -exclamó cuando al fin pudo abrir el sofá-. Aquí tienes tu cama matrimonial. Desde luego, querido marido, si quieres dormir sobre sábanas, tendrás que hacértela tú mismo, porque hasta ahí llego sin un anillo en el dedo.


Zac: Oh, vamos, Ness. Ten compasión. No puedo dormir ahí; es demasiado corto. Las piernas me colgarán.


Ness: Encógete.


Zac: No puedo dormir encogido. Sabes que me gusta estirarme.


Ness: En realidad, Zac -rió-, figuro en ese insignificante porcentaje de la población femenina comprendido entre los dieciocho y los cuarenta y dos años que carece de conocimiento íntimo de tus hábitos de sueño. Aunque imagino que podría pedirle a lady Mulligan que corrobore tu historia.


Zac: Muy graciosa. Hasta Dan sabe que tengo el sueño ligero -se tumbó en el sofá y se contrajo hasta parecer un pigmeo; gimió. La escayola que había tenido que soportar después de romperse la pierna esquiando no había sido tan rígida-. ¡Jamás podré dormir aquí! -se quejó, pero Vanessa parecía felizmente despreocupada mientras llevaba su equipaje al dormitorio. Se levantó y se dirigió a la mininevera, decidiendo que necesitaba una copa-. No te pongas muy cómoda ahí -anunció en voz alta-. Porque aún no está decidido.


Ness: Sí que lo está -respondió-. Puede que haya venido por obligación, pero no pienso sufrir durante mi estancia aquí.


Zac: Sé razonable, Ness. No esperarás en serio que negocie con éxito la compra de un hotel por muchos millones de dólares si soy víctima de falta de sueño y de lumbago.


Ness: Oh, pobrecito -sus palabras provocaron la risa desde la otra habitación-. ¡El sofá no mermará tus habilidades negociadoras!


Zac: ¿Y qué te hace estar tan segura de ello? -abrió una lata de cerveza-.


Ness: ¡Tu impresionante historial de triunfos tanto en los dormitorios como en las salas de juntas por todo el país! -repuso-. Llámame cínica, pero estoy dispuesta a apostar que no es el primer trato que negocias después de disfrutar de mucha cama y poco sueño.


Zac: ¡Eres cínica! ¡Y perderías la apuesta! -mintió, sonriendo para sí mismo-. Me estoy preparando una copa; ¿quieres una?


Ness: Sí, gracias. No tardaré.


Como el gin tonic y el vino blanco era el único alcohol que probaba Ness, y el vino solo durante las comidas, no tuvo que preguntarle qué quería. Cuando ella reapareció, había llevado las copas al pequeño patio cubierto por una aromática parra.


Se había cambiado el traje con el que llegó por unos pantalones cortos y una camiseta amplios; iba descalza. Con gracilidad se dejó caer en la tumbona y alargó la mano para coger la copa.


Ness: Por la exitosa compra de
Illusion Island -brindó-.
Zac: Que por desgracia depende de un sofá pequeño.


Ness: Deja de gimotear, Zac. Si hubieras dormido en una cama menos, puede que hoy no te encontraras
en esta posición.


Zac: ¿Te importaría explicar ese comentario?


Ness: Tracy -sonrió-. ¿Es suficiente?


Zac: Más que suficiente. Casi me muero cuando me enteré de que estaba casada con Mulligan. Gracias a Dios no dejé que las cosas llegaran demasiado lejos...


Ness: ¿Qué demonios quieres decir con eso? Exactamente, ¿de cuan lejos estamos hablando? -vio suficiente consternación en el rostro de Zac como para saber que algo había pasado entre su antigua amante y él antes de averiguar que era lady Mulligan. Soltó un juramento-. ¡Maldita sea, Zac! No te habrás acostado con ella, ¿verdad?


Zac: ¡Claro que no! Bueno, no desde que estoy aquí -aguantó la mirada penetrante de ella unos cinco segundos antes de suspirar-. Escucha, el día que llegué, Mulligan había tenido que irse de repente a Brisbane por negocios. Pensé que era una buena oportunidad para ver la isla sin que me atosigaran con propaganda pensada para aumentar el precio... -se detuvo y trató de estudiar su expresión, pero Vanessa estaba impasible-.


Ness: Continúa -dijo, aunque no quería escuchar lo que vendría a continuación. Ya lo sabía-.


Zac: Bueno, mientras paseaba por la playa privada de Mulligan, me encontré con Tracy. Y, naturalmente, al ser una vieja amiga, me detuve a hablar con ella.


Ness: Oh, naturalmente -no pudo resistir decir-. Y naturalmente es demasiado esperar que ella te contara de inmediato lo feliz que estaba casada con un viejo forrado de dinero y un título y que por casualidad era el dueño del lugar -aunque su rostro lo delató, por motivos que no fue capaz de explicar, ella insistió en una respuesta-. ¿Y bien? ¿Surgió o no el hecho de que estaba casada con Frank Mulligan?


Zac: No exactamente... Empezó a hablar de los viejos tiempos, y entonces...


Ness: Y entonces -interrumpió-, con la práctica que tienes con las mujeres, tus ojos de lince de inmediato notaron esa pelota que llama anillo, y dijiste «¡Felicidades, Tracy! Veo que estás casada...»-.


Zac: Hmmm, no exactamente... Ella, eh, no llevaba ninguna joya.


Ness: Comprendo... ¿y qué llevaba?


Zac: No mucho.


Ness: Ah. Dime, Zac, ¿llevaba algo? -el destello en sus ojos y la sonrisa que intentaba controlar respondieron con más elocuencia que las palabras-.


¿Por qué un hombre de su intelecto seguía atraído por mujeres que solo eran capaces de mantener una conversación en la que únicamente se requería que dieran sus nombres y números de teléfono?


Zac: No te muestres tan agitada, Ness. ¿Te haría sentir algo mejor si te dijera que llevaba una sonrisa arrebatadora y que en ningún momento mis ojos bajaron del cuello?


Fue el tono bromista y condescendiente lo que quebró el frágil control que ella mantenía sobre su temperamento. ¡Y fue solo una reacción impulsiva que le arrojara el contenido de la copa!


Zac: ¿Qué...? -se levantó de un salto y separó la camisa de su torso-.


Ness: ¡No puedo creer que me humilles de esa manera! La sedujiste, ¿verdad?


Zac: ¡No! Ella se me acercó y...


Ness: ¿Cómo has podido humillarme de esa manera? ¿Cómo pudiste convencerme para este matrimonio y no contarme la...?


Zac: ¿De qué demonios estás hablando? ¡No estamos casados!


Ness: ¡Gracias al cielo! -espetó con vehemencia-. ¡Eres el hombre más insensible que jamás he conocido!


Zac: ¿No olvidas al furtivo de Drew?


Ness: ¡Deja a Drew fuera de esto! Jamás me trataría como lo has hecho tú.


Zac: ¡Y un cuerno! ¡Él te sedujo y luego, sin decirte nada, se casa con otra!


Ness: ¡Al menos jamás me ha humillado en público! Dios mío, no me extraña que Tracy me dirigiera esas miradas. Te conoce por lo que realmente eres... ¡un cerdo traidor obsesionado por el sexo!


Zac: ¡Ya te lo dije, entre nosotros no pasó nada! Por el amor del cielo, si yo llevaba un bañador sin bolsillos.


Ness: ¿Y qué tiene que ver lo que tú llevaras con todo esto? -preguntó desconcertada-.


Zac: Piénsalo, Ness. Sin bolsillos. ¿De verdad me consideras tan estúpido como para correr el riesgo de tener sexo sin protección con alguien que me encuentro en la playa?


Ness: Eso está muy bien, Zac -dijo, negándose a reconocer el alivio que sintió-. Pero hay muchas maneras de disfrutar de intimidad sin tener que practicar el sexo.


Zac: Y sin duda Drew te educó en algunas de las mejores.


Ness: ¡Esto no tiene nada que ver con Drew! -el comentario hizo que se ruborizara, a pesar de no tener motivos para sentirse culpable o avergonzada-. ¡No era él quien besaba a Tracy Mulligan a espaldas de su marido!


Zac: Claro que no. ¡Él te quiere a ti a espaldas de su esposa! -replicó, desabotonándose la camisa con impaciencia-. Y no la besaba. Fue ella quien me besó -se secó el pecho con la camisa-. Una vez.


Ness: Sí, claro. Y hoy estaba llena de moretones por el modo en que tuviste que quitártela de encima.


Zac: ¡No tuve que quitármela de encima! En cuanto oyó el sonido del helicóptero del hotel recogió sus cosas y se marchó a toda velocidad. Fin de la historia. Bueno, fin de ese capítulo, en todo caso -corrigió-. Me podría haber desmayado la otra noche cuando me presentaron a Tracy como lady Mulligan. Bueno, para resumir una historia larga y perfectamente inocente, cuando se hizo obvio que no iba a permitir que algo tan trivial como su anillo de bodas se interpusiera en una pequeña aventura, decidí que necesitaba una esposa para detenerla.


Ness: Seguro que también piensas que el azúcar puede detener a las hormigas -rió con ironía-.


Zac: Fue la mejor idea que se me ocurrió así, de repente.


Ness: De acuerdo. Pero, ¿por qué, cuando Australia tiene una población de nueve millones de mujeres, a cuyo cuarenta por ciento conoces íntimamente, tenía que ser yo quien terminara por ser la señora del “Semental Efron”?


Zac: ¡Cielos, Ness, dame un respiro! ¿A quién más iba a pedírselo? -demandó con exasperación-. Aparte del hecho de que necesitaba a alguien en quien pudiera confiar y que usara la cabeza para pensar, si mencionara la palabra matrimonio, de verdad o de mentira, ante la mayoría de las mujeres a las que conozco, me encontraría ante el altar antes de poder respirar de nuevo.


Ness: Destino que, en tu opinión, es peor que la muerte. Podrías haberme contado toda la historia antes de verme metida de lleno en ella.


Zac: ¿Cuándo? ¿En el aeropuerto? ¿En el helicóptero? Sé razonable, Ness. Esta es la primera oportunidad que hemos tenido de hablar, y como resultado he terminado con una copa encima. ¿Cuánto crees que habría durado mi credibilidad si hubieras empezado a tirarme copas en público?


Ness: Oh, lo comprendo -asintió-. A ti se te permite ser sensible a la humillación, pero a mi no. ¡Para que hables de doble nivel!


Zac: ¿De dónde te sacas eso de la humillación? ¡No he hecho nada para humillarte! A menos, desde luego, que te refieras a besarte en el aeropuerto, y si eso te ofendió, entonces eres una puritana. Seguro que no molestaría a ninguna de las esposas de mis amigos.


Ness: Dejas sin aliento a muchas de las esposas de tus amigos, ¿no?


Zac: Me refería a que no les habría molestado que sus maridos las besaran en el aeropuerto. O en ningún otro lado.


Ness: Puede que no, pero apuesto que se sentirían resentidas ante la mujer que su marido ha besado a escondidas. En especial si supieran que esa devoradora de hombres pensaba que podía repetirlo.


Zac: ¿Estás enfadada porque Tracy me besó?


Ness: ¡Bingo!


Zac: ¿Por qué? -quedó desconcertado, ya que esperaba oír una negativa-. Es estúpido. Tú y yo no estamos casados.


Ness: ¡Lo sé! Pero Tracy no. Y es evidente que aún cree que tiene una oportunidad contigo. Después de todo, en el pasado fuisteis amantes, y como la dejaste besarte en la playa es obvio que va a suponer que todavía la encuentras atractiva.


Zac: ¿A dónde quieres ir a parar?


Ness: ¿No es evidente?


Zac: Para mí no -repuso con sinceridad-.


Ness: Mira, Zac -comenzó con exasperación-, fingir que estamos casados y que estoy terriblemente enamorada de mi marido es una cosa, pero fingir que estoy locamente enamorada de un hombre que no se siente atraído solo por mí... es... es humillante -cuando la única respuesta que obtuvo de Zac fue una mirada silenciosa, Vanessa quiso creer que al ver la luz, lo que hacía era buscar una disculpa. No le gustaba pelear con Zac, pero si querían tener éxito en frustrar las intenciones de la depredadora Tracy Mulligan, él tenía que saber cuál era su postura-. ¿Y? -instó-. ¿Entiendes ahora lo embarazosa que resulta para mí toda la situación? -la miró unos momentos más antes de ponerse de pie, sacudir la cabeza y musitar algo-. Zac... ¿a dónde vas?


Zac: A tomar una ducha y a serenarme.


Ness: ¿Serenarte? Si solo has bebido una cerveza y... -agitó la lata-... ni siquiera la has terminado.


Zac: Lo sé. Pero teniendo en cuenta lo que acabo de oír, uno de los dos debe estar borracho. Como tú encontraste cosas más creativas que hacer con tu gin tonic que beberlo... supongo que tengo que ser yo.



Esa noche Vanessa se distrajo mientras se daba los últimos toques de maquillaje cuando el albornoz de un hombre pasó volando ante ella para aterrizar a medias sobre la silla delante del tocador. Se volvió y encontró a Zac apoyado con gesto negligente en la puerta. Llevaba una elegante camisa de seda y pantalones negros, pero tenía el pelo mojado y sin peinar y los pies descalzos.


Ness: Por favor, no tires cosas cuando me estoy aplicando rímel. Al padrino no le gustaría que denunciara a la empresa por dejarme ciega.


Zac: Lo siento -se acercó al armario y sacó unos zapatos-. ¿Te molesta que termine de vestirme aquí?


Para evitar la especulación y los rumores de las camareras acordaron compartir el armario del dormitorio y dejar cosas por la habitación para que diera la impresión de que la ocupaba una pareja feliz. Pero ella había insistido en que Zac usara el cuarto de baño para vestirse.


Ness: Creo que mi corazón soportará que te pongas unos zapatos y una corbata -le sonrió a través del espejo-


Zac: Estamos en un hotel de vacaciones. ¿Crees que es necesaria una corbata? Pensaba que bastaría una chaqueta.


Dado su atractivo, su cuerpo atlético y su inconsciente sentido de la elegancia, Vanessa sospechaba que lo aceptarían en una boda real incluso con unos vaqueros rotos y una camiseta. Le sugirió la corbata porque temía que un vistazo de ese pecho bronceado haría que Tracy se pusiera a babear.


Ness: ¿Tienes una de esas camisas que se abotonan hasta arriba, estilo Nehru?


Zac: ¿Cómo ésta? -se dirigió al armario y sacó una de lino-.


Ness: Perfecta.


Se volvió hacia el espejo para continuar con el proceso de maquillarse, cuando toda la concentración se desvaneció al ver reflejada la imagen de un pecho masculino desnudo. Se le disparó el pulso.


Ness: ¿Qué haces? -exclamó, girando para mirarlo-.


Zac: Lo que me sugeriste. Cambiar de camisa.


Ness: Pero... pero... se supone que debes vestirte en el cuarto de baño.


Zac: Por el amor de Dios, Ness, me cambio de camisa, no de calzoncillos. Cuando hemos salido a navegar me has visto con mucho menos.


Saber que tenía razón la convertía en la regatista más concentrada de toda la historia. ¿Cómo pudo no fijarse en un pecho tan impresionante como el que en ese momento tenía a unos metros de distancia? Era una de las cosas más tentadoras de tocar que había visto.


Zac: Mira, si tanto te molesta, me daré la vuelta -acompañó las palabras con la acción-. ¿Mejor? -Vanessa contuvo un gemido. Abrir la boca era arriesgarse más-. A propósito -continuó mientras se ponía la camisa-, tienes una línea de maquillaje que te cruza la mejilla.


Ness: ¡Lo sé!


Zac: Eh, no te lances a mi yugular. Solo intentaba ser de ayuda.


Ness: Lo siento -giró hacia el espejo y sacó unos pañuelos de papel-. Estoy un poco nerviosa esta noche, eso es todo -era una verdad a medias-.


Zac: No lo estés. Lo harás bien. Únicamente debes seguir mis pautas.


Ness: ¡Tus pautas! -estalló en una carcajada-. ¡Tienes tanto conocimiento de cómo debe comportarse un hombre casado como del estilo de vida de un monje! -sacudió la cabeza y lo observó a través del espejo-. No, Zac, tú me seguirás a mí, o esta farsa se descubrirá en dos minutos.


Zac: Hmmm... -dijo echándose sobre el colchón de agua-, esto sí que es cómodo -movió el cuerpo y provocó una suave ondulación-. ¿Sabes, Ness? Si aceptaras compartirlo conmigo en base a una rotación -volvió a moverse-, aceptaré seguir tus pautas -se apoyó en un codo y le sonrió de forma seductora, haciendo que la mente confusa de Vanessa superpusiera la imagen de su pecho desnudo sobre su torso ya cubierto, y su estómago empezó a imitar el vaivén del colchón-.


Ness: Olvídalo, Zac. La cama es mía.


Zac: Debo recordarte, cariño, que así como tal vez tengas aspiraciones al matrimonio, la realidad es que a ti también te falta experiencia.


Ness: ¡Ah! Pero a diferencia de ti, he estudiado el tema y conozco las teorías en las que se basa. De modo que es razonable que tú me sigas a mí. ¿Entendido?


Zac: ¿Me serviría de algo decir que no? -sonrió-.


Ness: En absoluto.


Zac: En ese caso, creo que en este matrimonio quien lleva los pantalones eres tú.


Ness: Exacto. Y ahora... -le arrojó un peine-. Arréglate el pelo.


Zac: Estupendo -gruñó, alargando el brazo izquierdo para capturar con destreza el peine-. Incluso en un matrimonio falso, me regañan y ordenan.


Ness: No te regaño, te ayudo; hay una diferencia.


Zac: Correcto. Entonces, dime, oh, “Experta en Matrimonio”, ¿cómo voy a saber yo, un ingenuo soltero con fobia al matrimonio, si esta noche cometo algún error?


Ness: Te haré una señal. Y en ese momento te callarás de inmediato...


Zac: Como haría cualquier marido respetable.


Ness: Entonces, dependiendo del grado de tu metedura de pata, iniciaré el control de daños apropiado -hizo una pausa y estudió las pocas joyas que había llevado-. No estoy segura del anillo que debo ponerme... tengo uno de esmeralda, el de perla que me regaló Dan en mi graduación y uno con un zafiro y un diamante que compré yo. Además de tres sortijas grabadas... -se volvió y lo miró-. ¿Cuál crees que debería ponerme como anillo de boda?


Zac: Demonios, no lo sé. ¿Por qué me preguntas?


Ness: Porque entonces podré decir con sinceridad que lo elegiste tú.


Zac: Te estás metiendo en el papel -mostró una expresión divertida-.


Ness: También he traído el de mi madre -eligió uno sencillo de oro-. Pero, a pesar de lo mucho que me gusta, es demasiado sencillo para impactar a Tracy.


Zac: Ponte el que creas que la impactará.


Ness: No puedo. No me traje el diamante enorme que tengo.


Zac: Ness -dijo con voz cansada-. ¿Qué diferencia habrá mientras lo lleves en el dedo anular de la mano izquierda?


Ness: La hay, Zac -chasqueó la lengua-. La gente espera que alguien tan rico como tú le regale algo deslumbrante a la mujer que ama.


«Pero», se preguntó, «¿y si la mujer en cuestión era alguien como Vanessa, que no se dejaba deslumbrar por eso?».


Irritado por contemplar algo tan irrelevante, intentó solucionar con la máxima sencillez lo que para Ness parecía un problema enorme.


Zac: Te diré lo que harás -indicó-. ¿Por qué no eliges el que a ti te gusta más, y si alguien insinúa que soy tacaño o no estoy lo bastante loco por ti, yo comentaré que no querías otra cosa y que, en última instancia, me pareció apropiado dejar que la elección fuera tuya, ya que quería cerciorarme de que lo llevaras toda la vida? ¿Te parece bien? -Vanessa se quedó quieta como una estatua y lo miró con boquiabierto asombro-. ¿Qué? -mentalmente intentó saber en qué había metido la pata-. ¿Qué he dicho?


Ness: La cosa más romántica que jamás ha salido de tu boca, Zac Efron -meneó la cabeza-. ¿Quién lo habría imaginado?


Zac: Eh -protestó, sintiendo la necesidad de defenderse ante su exagerada sorpresa-. Quiero que sepas que he dicho muchas cosas románticas en mi vida.


Ness: Me refería vestido -momentos después se levantó y agitó la mano-. De acuerdo, la decisión ya está tomada. Vámonos. Cuanto antes empiece esta pesadilla, antes se acabará.


Zac estaba seguro de que el mono que se había puesto era el mismo que había usado en la celebración de Nochevieja, aunque cuando una mujer tenía tantos modelos en tantas variedades de amarillo como Ness, resultaba difícil saberlo con certeza. Pero el cuello alto y la abundancia de hombros que revelaba se le habían quedado grabados.


Así como Vanessa no tenía las curvas voluptuosas de las mujeres con las que habitualmente salía, era muy proporcionada y tenía un porte tan elegante que hacía que los hombres volvieran la cabeza.


Ness: Bueno, ahora levántate de mi cama y vayámonos.


Zac: Para alguien que supuestamente teme la noche que le espera, tienes muchas ganas de irte -miró la hora-. ¿Qué prisa hay? Aún nos quedan veinte minutos, y andando se llega al hotel en menos de cinco.


Ness: Lo sé, pero si llegamos tarde, dará la impresión de que nos demoramos en el dormitorio.


Zac: ¿Y eso no sería bueno en estas circunstancias? -comentó, desconcertado por las imágenes que de inmediato brotaron en su mente-.


Ness: Hmm. Demasiado evidente -repuso-. Si de verdad hubiéramos estado tonteando, intentaríamos ocultarlo en vez de exhibirlo. Será mejor que lleguemos pronto, así se sentirán obligados a disculparse por hacemos esperar.


Zac: Tienes experiencia en esto -acusó-.


Ness: ¿En fingir estar casada? No. Lo que pasa es que sé cómo piensa una mujer como Tracy -cuando  Zac dejó de tratar de analizar ese comentario, Vanessa había salido del dormitorio y mostraba su impaciencia moviendo el pie delante de la puerta de entrada-. Vamos, cariño -lo llamó con un gesto del dedo-. Es importante que dispongamos de tiempo para asentarnos en nuestro papel antes de que ellos lleguen. Podemos tomar una copa en el bar y probar nuestra actuación con el camarero.


Zac: ¿Seguro que no quieres que sincronicemos los relojes? -bromeó-. O quizá deberíamos estudiar las señales que vas a emplear cuando diga o haga algo equivocado -sugirió con falsa inocencia-.


Ness: No te preocupes, Zac -lo tranquilizó con una sonrisa-. Tengo una fe absoluta en ti. Además, si da la impresión de que estás en peligro de estropearlo, te lo haré saber mediante una sutil patada en la espinilla o un codazo en las costillas.


Zac: Bueno, imagino que eso es mejor que vaciarme una cubitera en la cabeza -comentó-.


Ness: Juro que no recurriré a eso a menos que sea absolutamente necesario -reía cuando Zac la dejó pasar por la puerta y se volvió para cerrarla, de modo que la palabrota que soltó lo pilló desprevenido. Pero antes de que pudiera girar para ver qué sucedía, ella usó su cuerpo para inmovilizarlo contra la puerta-. Devoradora de hombres a las dos en punto -susurró con urgencia-. ¡No hagas nada!


¡Y de pronto Zac se encontró recibiendo un beso profundo!





¡Dios, me encanta esta Vanessa! Me hace reír un montón  XD XD

Os quedó claro quién dormiría en la cama, ¿verdad? XD XD XD
Ah y yo también estoy en el porcentaje de población femenina que carece de conocimientos íntimos sobre el hábito de sueño de Zac. ¿Quién más se apunta? XD
Es que me encanta el arte que tiene para llamar idiota a Zac con sus comentarios. Como cuando dijo lo de los ojos de lince XD XD
Al pobre le ha costado medio capítulo enterarse de porqué Vanessa se sentía humillada.

Pero lo que tienen que hacer es dejarse de comentarios sarcásticos y decirse la verdad. Está claro que babean el uno por el otro. ¿Cuánto tardarán en darse cuenta? ¡A ver quien lo adivina! ¡Se admiten apuestas! XD

¡Comentad!
Bye!
Kisses!

6 comentarios:

Unknown dijo...

GENIAL GENIAL!
ME ENCANTO MUCHO MUCHO, ESPERO QUE SUBAS PRONTO.
BESOS

Lau B. dijo...

HELLOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
me encanta, me encanta!!
por favor sube prontooo!
la vez anterior era Zac quien me gustaba esta vez es Vanessa! es muy inteligenteeee! me encantaaan sus comentarios!
y lo que dijo el del anillo me mato me quede pensando Awwww como veinte segundos xD
en cuanto a Tracy una sola palabra: SLUT!
Bye
Lau B.

Lau B. dijo...

sorry por no haber comentado en los pasados solo que estaba estudiando para un examen super dificil!
igual si no publicas lo mas pronto!
(me has dejado super intrigada)
te voy a molestar hasta que lo hagas :P
ahora entiendo por que es una de tus favoritas!
tengo una duda
esta nove es larga o corta?
cuantos capis tiene??
Bye
PLEASE SUBE PRONTO ME TIENES SUPER ANSIOSA! YA QUIERO SABER QUE DICE LA SLUT!

Lau B. dijo...

una cosa mas.... lo siento se que soy una intensa pero esto lo tengo que decir
estoy de acuerdo con Ness, la esta totalmente humillando!!
con lo que hizo practicamente ha dicho que no es buena esposa por eso necesita una fair!!
ASI QUE SOY TEAM NESS!!!
please no te aburras de mi... :D

Lau B. dijo...

4to... para romper mi record... uff! esto es dificil, espero que no se demoren en saber que mueren el uno por el otro pero sin duda lo que mas espero es cuando Ness ponga en su sitio a la SLUT! espera si lo hace Zac me encantaria muchisimo mas!
ahhhhh ya me imaginoooo! I LOVE THE DRAMA!
Bueno... ya te dejo en paz
love you
Bye
Lau B.

Anónimo dijo...

si vanesssa me da mucha risa
me encata esta novela
ya quiero leer mas

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