topbella

miércoles, 1 de octubre de 2014

Capítulo 13


22 de mayo de 1893

Harry estaba inquieto.

Durante los últimos quince años, sus noches consistían en la cena, un cigarro y el ejemplar del día del Times, y una última hora de lecturas académicas. Y durante unos trece de esos quince años, dos veces a la semana, su amante de turno llegaba de Londres, justo cuando él dejaba de lado El banquete de Platón o el Mirmidones de Esquilo. El primer año después de su vuelta a Devonshire había intentado, sin demasiado éxito, conseguir un arreglo más local. Durante los últimos doce meses, más o menos, había sido soltero.

Nunca había defendido el celibato, ni tampoco lo defendía ahora. Tal vez, lo que ocurría es que se había convertido en un paleto de pueblo y ya no podía hacer la ronda del mercado de carne londinense. O tal vez, ya no tenía necesidad de la vieja calistenia carnal, al haberse vuelto prematuramente asexual por medio de una combinación de soledad y empeño académico.

Y no lo había echado demasiado de menos, hasta esta noche. No le importaría saber que, en aquel momento, una mujer estaba bajando del tren de las 9.23, en Totnes, y estaba a punto de que la trasladaran seis kilómetros al sudeste hasta Ludlow Court.

La tranquilidad de su biblioteca se había vuelto somnolencia y aburrimiento. Su costumbre diaria, con su cuidadosa variedad de cigarros, el Punch y una novela de vez en cuando, era tan insípida como los capones que su cocinera le servía los jueves. Incluso haber tomado el postre en primer lugar, esta noche, no había servido para aliviar la opresiva uniformidad, sino que había conseguido que se sintiera sumamente ridículo.

El problema no era el aturdimiento que lo afligía de vez en cuando. Al contrario, sufría de un exceso de energía. Iba y venía como un soldadito de cuerda, un juguete de Navidad, bajo el mando de un general de tres años.

Llamaron a la puerta. Entró Reeves, su mayordomo, con el correo de la tarde. Harry echó una ojeada a los tres sobres. Dos eran correspondencia de otros académicos, uno alemán y otro griego. El tercero era de su prima Caroline, también conocida como lady Avery, una mujer con una pasión religiosa por los pecados de los demás y un deleite de filántropo por compartir sus conocimientos enciclopédicos de las últimas tormentas sociales que se habían desarrollado en un vaso de agua.

Despidió a Reeves y abrió la carta de Carol, contento de contar con un poco de distracción frívola. Carol y su hermana Grace, lady Somersby, solían ir a visitarlo a primerísima hora de la mañana para averiguar, a través de los sirvientes, el domicilio de la señora que él había visitado la noche antes, o si se había traído alguna prostituta -número exacto, por favor- a su propia casa. Una mañana él había supervisado, personalmente, el lanzamiento «accidental» de cubos de agua fría, mientras ellas llamaban al timbre de la puerta. Pero la aterradora entrega de sus primas a su tarea era tal que volvieron al día siguiente, con paraguas.

Tal vez como tributo a todos los chismes, deliciosos y escandalosos, que él les había proporcionado y que las habían elevado a la cima de la pirámide de los cotilleos, Carol le escribía cada mes con los últimos rumores. Al principio de su autoimpuesto exilio, tiraba las cartas al fuego sin abrir, pero, conforme pasaban los años, la persistencia de su prima, precisa como un reloj, había acabado con su resistencia. Le avergonzaba reconocerlo, pero se había vuelto adicto a su dosis mensual de adulterios, vanidades y demencia.

La entrega de este mes incluía la noticia de que lady Southwell había dado a luz a otro niño que no se parecía en nada a lord Southwell, pero que era clavado al honorable señor Rumford; que sir Roland George había instalado a dos de sus queridas en la misma casa, y que se decía que habían atrapado a lord Whitney Wyld en un armario con la prometida de su hermano.

Pero Carol se guardaba lo mejor para el final: un divorcio como Dios manda, que involucraba no a cualquiera, sino a una de las herederas más ricas del país y al heredero de un duque, que, según decía, también tenía toda una fortuna. Carol escribía, atolondrada y detalladamente, sobre cómo la marquesa estaba decidida a casarse con su joven admirador, sobre las crípticas intenciones del marqués y las erráticas conjeturas que circulaban por la ciudad respecto a las consecuencias del caso. Ante los demás, presentaban una fachada amigable, pero ¿qué estaba pasando detrás de las puertas cerradas? ¿Se estaban envenenando mutuamente el café? ¿Difundían rumores falsos el uno sobre el otro? O, lo que era improbable, ¿se estaban riendo juntos, a expensas de aquel tonto de lord Frederick Stuart?

La Heredera del Ferrocarril, así llamaba Carol a la marquesa de Tremaine. La Heredera del Ferrocarril que estuvo a punto de casarse con un duque y luego consiguió casarse con el primo de su prometido muerto, al cabo de un tiempo indecentemente corto, pero que nunca llegó a llevar la corona con las hojas de apio.

Frunció el ceño y recordó, de repente, dónde había visto a la señora Hudgens antes. Aquí mismo, en el mismo camino rural, delante de la misma cabaña.

Debía de hacer sus buenos treinta años. Había venido a casa, desde Eton, de vacaciones y estaba muerto de aburrimiento, ardiendo por hacer algo alocado y estúpido, pero sin querer que la noticia llegara a oídos de sus padres.

Su padre estaba confinado en cama desde hacía varios años y moriría al cabo de pocas semanas. Pero eso Harry no lo sabía en aquellos momentos. Le irritaba la enfermedad de su padre, interminable y, al parecer, sin sentido. En la escuela podía burlarse del paño fúnebre que colgaba permanentemente sobre Ludlow Court haciendo chistes salvajes relacionados con la producción corporal del inútil de su padre y la enfermera de mediana edad y cara redonda que se ocupaba de los olores, con lo que él consideraba un buen ánimo indecente. En casa no tenía ese recurso. Solo podía tratar de alejarse de allí tantas veces y con tanta frecuencia como fuera posible.

Así que, todos los días, daba largos paseos. Y fue en uno de esos paseos cuando la vio, saliendo de la cabaña y dirigiéndose al birlocho que había en el camino.

Era guapa como para quedarse con la boca abierta. Después de haber perdido la virginidad unos meses antes, él se consideraba un hombre de mundo. Pero se quedó mirándola embobado. No solo el rostro era encantador, su figura era divina. Se movía con la gracia de una ninfa y la ligereza de una nereida.

Un hombre que parecía su padre subió al carruaje abierto detrás de ella. Pero luego otro hombre, canoso y encorvado, se acerco al coche. Ella se inclinó hacia él y lo besó en la mejilla. «Adiós, padre.»

No se la pudo quitar de la cabeza durante los días siguientes. Averiguó que estaba casada con alguien que le doblaba la edad, un hombre que fabricaba vías y maquinaria industrial. Pensó que era una lástima, aunque nunca llegó a analizar por qué. Ciertamente, nunca hubiera tenido intención de casarse con ella, aunque le habría encantado seducirla.

Luego murió su padre y la culpa lo consumió. Ella se borró de su memoria. Se embarcó en una vida de desorden hasta que volvió a Devon. ¿Cuánto tiempo hacía que ella había vuelto? Llevaban años viviendo como vecinos, sin haber tenido ni la más mínima relación vecinal.

Hasta ahora. Hasta que ella había irrumpido en su camino con la misma sutileza que una avalancha. Se preguntaba cómo se había dejado atrapar por sus tretas con tan poca resistencia. Tal vez una parte de él la había reconocido antes de que lo hiciera su mente consciente. Tal vez los hados volvían a sus viejos trucos. Tal vez era simplemente un hombre privado de contactos femeninos y ella seguía siendo la mujer más guapa que él había visto nunca.


Victoria estaba averiguando mucho más de lo que quería sobre el duque de Perrin.

Había tenido una cena cordial pero decepcionante con Zac en su hotel de Londres. El joven era más escurridizo que una anguila y le daba elegantes respuestas que, cuando más tarde pensaba en ellas, no contenían absolutamente nada de sustancia.

Cuando Zac la dejó, se marchó al teatro, donde fue abordada con un enorme entusiasmo por lady Avery y su hermana, lady Somersby, dos mujeres con las que tenía solo una relación superficial. Por supuesto, iban a la caza de noticias de Ness.

Victoria las complació. Les dijo que Ness estaba teniendo dudas. ¿Quién no las tendría? Solo había que mirar a lord Tremaine. Lady Avery y lady Somersby coincidieron con ella, la segunda agitando enérgicamente el pañuelo. Lord Tremaine era divino, simplemente divino. También les dijo que Zac estaba actuando hábilmente para reconquistar a Ness. No, no es que le hubiera confesado algo así, pero sí que habían cenado juntos esa misma noche -muy amable por su parte- y no había visto que tuviera ninguna prisa por acelerar el divorcio. De hecho, los dos, Ness y él, irían pronto a visitarla a su casa en el campo.

Bueno, no estaba obligada a decirles la verdad, ¿o sí?

Tan encantadas estaban lady Avery y lady Somersby con la «información» que ella les proporcionaba que la invitaron a acompañarlas a su palco. Todavía molesta con Ness, Victoria aceptó.

Grace: La vemos tan poco en la ciudad -se lamentó lady Somersby hacia la mitad del segundo acto de Rigoletto-.

Victoria: Supongo que es porque Devon es infinitamente más bello.

Carol: ¡Nuestro primo vive en Devon! -exclamó lady Avery-.

Grace: Es verdad -afirmó lady Somersby-. ¿Dónde vive exactamente?

Carol: Entre Totnes y un pueblecito llamado Stoke Gabriel -informó lady Avery-. Debe de haber oído hablar de él, señora Hudgens. Nuestro primo es el duque de Perrin.

Por primera vez, Victoria se quedó sin saber qué decir.

Victoria: Ah, sí, me parece que he oído hablar de él.

Grace: ¿Cómo no? -dijo lady Somersby, con una risita-. Válgame Dios, cuánto echo de menos a ese querido muchacho. En su época nos tenía bien ocupadas, ¿eh?

Carol: ¿Te acuerdas de cuando ganó diez mil libras en una noche y perdió doce mil a la siguiente y luego ganó otras nueve mil la tercera noche?

Grace: Ah, sí. Al final acabó ganando siete mil. Así que se compró un nuevo tiro de bayos iguales y contrató a todas las chicas de madame Mignonne durante una semana.

Carol: ¿Y aquella pelea que hubo por su causa entre aquella americana y lady Harriet Blakeley? Se pegaron como dos verduleras.

¡Y luego las dos se enteraron de que también tenía una aventura lady Fancot!

Victoria: Seguramente... -farfulló-, seguramente esos rumores son muy exagerados.

Lady Somersby y lady Avery intercambiaron una mirada como si Victoria acabara de sugerir que el príncipe de Gales era virgen y puro.

Grace: Mi querida señora Hudgens -dijo lady Somersby, alargando cada sílaba para darle más énfasis-. No se trata de rumores. Mil cosas sucedieron tal como las hemos contado y son tan verdaderas como las Escrituras. Si quisiéramos esparcir rumores, le habríamos hablado sobre lo que hemos oído relativo a su aventura con lady Fancot.

Lady Avery asintió regocijada.

Carol: Cuerdas, látigos, cadenas y cosas cuya descripción se nos escapa, excepto que son de fabricación extranjera y de naturaleza perversa.

Victoria se sentía un poco mareada. Por supuesto, Ness no era una tímida florecilla. ¡Pero cuerdas, látigos, cadenas y esas... otras cosas!

Luego recordó horrorizada que todavía le debía al duque de Perrin una noche de juego, solos los dos, sentados a una mesa de cartas. ¿Podía tener él algún otro motivo, aparte de un fuerte deseo de entregarse a la dudosa excitación del juego? ¿Podía tener la intención de atarla con la cinta de sus propias cortinas y... y qué?

Soltó un gemido.

Carol: Exactamente -dijo lady Avery, con no poca satisfacción-. Y no mencionaremos siquiera la vez que prendió fuego a la cama de lady Wimpey.




¡Thank you por los coments!

En el próximo capi volvemos con Zac y Ness.

¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Algo que no entiendo.. Harry esta enamorado de la mama de Ness? Es la unica duda que tengo.
Buen capitulo el de hoy!! :)






Sube pronto

Maria jose dijo...

Ya quiero mas acción entre zas y vaness
Por lo que entiendo harry esta enamorado de la mama
De ness ( aveces me revuelvo un poco)
La novela es muy buena
Sube pronto!!!!

Publicar un comentario

Perfil