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viernes, 13 de julio de 2012

Capítulo 13


Ness estaba acostada en la oscuridad, acurrucada contra Zac. Según el reloj de la mesita eran las once y cuarto. Tenía la sensación de que habían pasado cinco años desde el incendio, pero solo habían sido unas horas. Sabía que Zac se había quedado acariciándola y esperando a que se durmiera para dormirse.

Ella había fingido que se quedaba dormida para que pudiera descansar. No tenía otro motivo para fingir con él; desde luego, no en lo relacionado con el sexo. Ya sabía que podía ser extremadamente entusiasta cuando jugaba al baloncesto, cuando aprendía cosas nuevas y cuando ayudaba a Miley con su fundación, pero aquella noche había descubierto que también era apasionado en la cama.

Zac Efron la había tratado como si su cuerpo fuera un templo de adoración. Incluso con la tristeza y el abatimiento por haber perdido el Wild Cherries, sabía que compartía algo diferente con Zac. Algo profundo; tan profundo como el alma.

Sabía que más tarde sentiría pánico por ello, pero de momento solo podía ver las llamas, sentir el humo en los pulmones y recordar que había perdido su casa.

Con un nudo en la garganta, se levantó de la cama, se puso la camisa de Zac y fue a la cocina a buscar un teléfono. Se sentó junto a la encimera y llamó a Roger.

Como no contestó, le dejó un mensaje.

Ness: Esta vez sí que la he fastidiado. Nada tan sencillo como llamar al director del instituto o ir a la comisaría a sacarme de un lío -dijo, con voz temblorosa-. He incendiado tu local, Roger. Sé que no te sorprenderá, porque más tarde o más temprano tenía que acabar estropeándolo todo. Lo siento mucho. Iré a verte por la mañana.

Colgó el auricular y se quedó mirando el teléfono, con los ojos nublados. Respiró profundamente y, mientras se prohibía llorar, llamó a Ashley.

Ash: ¿Diga? -contestó adormilada-.

Ness: Siento despertarte…

Ash: ¿Ness? Hola, cariño. ¿Qué pasa? -Tapó el auricular y murmuró algo, y Ness oyó la voz de Scott al fondo. Ashley volvió al teléfono con una risa cómplice-. Perdón. Pero estábamos en medio de…

Ness: El Wild Cherries ya no existe.

Ashley dejó de reír y se despejó por completo. Después de todo lo que habían vivido, juntas y por separado, ninguna de las dos bromeaba con cosas como aquélla.

Ash: Scott, cielo, necesito un minuto -dijo, antes de volver con ella-. ¿Qué quieres decir con que ya no existe?

Ness: Se ha incendiado. Todo. O al menos es lo que creo. Parecía muy inestable cuando lo he visto por última vez.

Ash: Dios mío. ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado…?

Ness: Estoy en casa de Zac y estoy bien. Más o menos.

Ash: ¿Más o menos? ¿Qué significa eso? -preguntó aterrada-. Voy para allá…

Ness: No. En serio, estoy bien. Solo han tenido que darme unos puntos en la mano. Ashley, nos hemos quedado sin trabajo.

Ash: Ya hemos sido pobres.

Ness se apoyó en la encimera y cerró los ojos. La adrenalina se había acabado. La excitación sexual se había desvanecido. Y solo le quedaba un enorme cansancio.

Ness: Pero esta vez es peor. No tengo nada. No ha quedado nada.

Ash: Cariño, la falta de trabajo es algo que podemos resolver. La de casa, también. Sabes que puedes quedarte conmigo. Pero no podría soportar que te pasara algo. Así que está todo bien. Saldremos adelante como siempre, juntas. Ahora dime dónde vive Zac para que vaya…

Ness: ¿Podemos vernos por la mañana en el café?

Ashley guardó silencio unos segundos.

Ash: Entonces, ¿te está cuidando bien?

Ness sintió una mano en el hombro; una mano grande, cálida y reconfortante, y se le llenaron los ojos de lágrimas. Zac le había sostenido la mano en urgencias, la había llevado en brazos hasta su casa, le había cedido su cama y le había hecho el amor en cuerpo y alma, dándole el respiro que ella necesitaba.

Ness: Sí -contestó, mientras él le hacía un masaje en la espalda-. Nos vemos por la mañana.

Ash: ¿Me aseguras que estás bien?

Ness: Te prometo que lo estaré.

Ash: Oh, Ness -exclamó llorando-.
Te quiero.

Ella contuvo un sollozo.

Ness: Y yo a ti. -Acto seguido, colgó el auricular, pero mantuvo la cabeza agachada-. Perdón -le dijo a Zac-. No quería despertarte.

Zac: No lo has hecho. Sabía que no estabas durmiendo. Solo estaba tratando de cederte espacio.

Aquello fue tan inesperadamente tierno que a Ness se le escapó una lágrima. Dejó la cabeza baja hasta que creyó que podía controlar sus emociones.

Ness: Gracias.

Él le acarició la espalda.

Zac: Creo que ya has tenido suficiente espacio, Ness.

Ella levantó la cabeza y se dio la vuelta para poder mirarlo a la cara. Zac solo llevaba unos calzoncillos. En medio de la fuerte luz de la cocina, despeinado, con barba de dos días y una marca en el hombro que se parecía sospechosamente a sus dientes, estaba muy sensual, y ella deseaba hacerle el amor una vez más.

Ness: Tienes razón -afirmó, cogiéndolo de la cintura y acurrucándose contra su pecho-. Ya no quiero más espacio. No por el resto de la noche. Llévame a la cama, Zac.

Zac: Tu mano…

Ness: Se me curará, siempre que no me apartes las tuyas del cuerpo. Supongo que tengo que reconsiderar esta actitud protectora tuya. Creo que me gusta -le rodeó el cuello con los brazos-. Me gusta mucho.

De nuevo en el dormitorio, Zac la acostó en la cama de sábanas revueltas y se recostó encima de ella.

Zac: Se supone que deberías tomar un analgésico y descansar un poco. -Ella le deslizó las manos por la espalda hasta acariciar las nalgas más sensuales y masculinas que había visto nunca. Él soltó una carcajada, la cogió de la cara y apretó las caderas contra las suyas-. Veo que aún no estás preparada para dormir.

Ness: No me digas que tú sí.

Ness gimió al sentir la erección de Zac.

Zac: Y esta vez cuando hayamos terminado, si sigues sin poder dormir, dímelo.

Ness: No quiero mantenerte despierto toda la noche.

Zac: Tú dímelo -insistió besándole los labios-. Y te haré compañía hasta que te duermas.

Ness: ¿Qué vamos a hacer?

Zac: Lo que quieras.

Ness: Zac…

Una vez más, él se acercó para besarla, y ella lo encontró a mitad de camino. Era lo que ella quería: el desenfreno, la pasión. Sexo frenético y ardiente, justo lo que el médico debería haberle recetado.

Solo que era como si él la conociera demasiado bien, porque cambió de estrategia, dándole lo único a lo que no se podía resistir: ternura. Una conexión ilimitada, en cuerpo, mente y alma.

Zac la transportó a un territorio en el que no había estado nunca, algo que la habría aterrado de no haber sentido que él estaba con ella, igual de perdido y asustado. Y después de alcanzar el éxtasis, mientras trataban de recuperar el aliento, abrazados, Ness se sintió plena, otra sensación que no había experimentado nunca.


Se despertó entre los cálidos y enormes brazos de un hombre. Era una excelente forma de empezar el día, salvo porque la noche anterior se le había incendiado la casa y lugar de trabajo. Pronto, la euforia se transformó en desaliento.

Zac abrió los ojos y la miró apenado mientras le apartaba un mechón de pelo de la cara. El gesto la conmovió profundamente.

Aquel hombre tenía una habilidad especial para hacerla derretir. Era tan maravilloso, tan apasionado, tan sensual y tan ajeno a su futuro…

Era algo que habían acordado desde el primer momento. El único problema era que Ness ya no sabía qué había en su futuro. Solo sabía que tenía que ir a ver el Wild Cherries de día. Tenía que hacer planes y tomar decisiones.

Aunque le dolía el corazón, se apartó del abrazo de Zac y se levantó lentamente de la cama.

Ness: Tengo que irme.

Él se puso de lado para mirarla. Recostado en aquella cama enorme, era una tentación irresistible.

Zac: ¿Por qué no dejas que te prepare antes el desayuno?

Ella fue hacia el cuarto de baño, recogió su ropa interior y se la puso.

Ness: ¿De verdad sabes usar esa cocina tan elegante?

Zac: ¿Por qué no te quedas y lo averiguas?

Ness: No puedo. Quiero ir al café.

Con un suspiro, Zac se puso en pie.

Zac: Te llevo.

Ness: Puedo coger un taxi…

Zac: Te llevo -insistió acercándose y sujetándola de la cara-. ¿Crees que te dejaría hacer esto sola? ¿Que vayas tú sola a ver cómo ha quedado? -A Ness se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas y trató de volverse, pero él la retuvo-. Vamos a hacer esto juntos -añadió-.

Ness: He quedado allí con Ashley, y Roger también viene. No te preocupes.

Zac: Ness…

Ness: No necesito una niñera, Zac.

Zac: Ya me doy cuenta.

Se quedó mirándola en silencio antes de soltarla.

Ella se dio la vuelta, porque no podía controlar la emoción que le causaba. Como no podía ir en albornoz, le pidió prestados una camiseta y unos pantalones. Después de vestirse se volvió y afrontó el doloroso silencio de Zac.

Ness: No tenemos ningún futuro juntos. Hablamos de eso el primer día. No lo tenemos y los dos lo sabemos.

Él volvió a mirarla con detenimiento antes de ir al armario para buscar ropa.

Zac: A veces, las cosas cambian, Ness, incluso cuando no quieres que lo hagan.

Ella se quedó estupefacta. Se preguntaba si lo decía en serio o si hablaba llevado por el deseo. Por su experiencia, los planes para el futuro no servían de nada. Las cosas nunca salían como se planeaban. La palabra futuro y todo lo que implicaba, no era más que una utopía absurda.

Ness: Mi futuro es un infierno carbonizado y necesito verlo.

Él se abrochó los vaqueros, se puso una camisa limpia y se volvió a mirarla. Y el mensaje que había en sus ojos la desarmó. No cabía duda de que sentía algo por ella. Y ella también sentía algo por él; algo tan fuerte que, de no tener que lidiar con el incendio, probablemente la dominaría.

Zac: No tiene por qué ser nada tan preconcebido.

Tenía que serlo. De otra manera, Ness podía acostumbrarse a aquella cara arrebatadora y a aquellos ojos que la miraban tan a fondo que alcanzaban a ver a la verdadera Vanessa. Sabía que no podía bajar la guardia, porque si se dejaba llevar por sus emociones, saldría dañada.

Porque él no se iba a arriesgar; no por ella. Zac era maravilloso, pero por muy ligado que se sintiera a ella en aquel momento, la relación no podía durar. Lo que había entre ellos solo podía ser un romance pasajero; tórrido y precioso, sí, pero pasajero.

Era mejor no arriesgarse demasiado, para no acabar con la cara hundida en el fango.

Ashley se lo había enseñado con sus múltiples fracasos amorosos, y Ness lo había convertido en su mantra. Se obligó a sonreír, aunque sabía que era una sonrisa triste.

Zac: Ness…

Ness: Por favor. Vamos.

Él asintió, notablemente abatido.

Zac: De acuerdo. Pero después hablamos.

No. Después, ella se iría a lamerse las heridas a solas. Así lo había hecho siempre, y así había sobrevivido.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

OMG! Hermoso el capitulo!
Pero que ness no se aleje de zaaac :(
se ven tan lindoos juntoos:)
Siguela pronto!
Besoo


Lu

Anónimo dijo...

Me encanta tu serie... La empece a leer en la madrugada y me encanto :D sigue así eres muy buena!

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