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martes, 14 de enero de 2020

Capítulo 9


Aquella noche, eran casi las nueve cuando Vanessa oyó llamar a su puerta. Se sorprendió al encontrar a Zac allí, sonriente.

Zac: ¿Te importa que pase? Aquí fuera hace frío.

Ness: ¿Dónde está Holly?

Zac: Ha ido a pasar la noche con Amy.

Entró y, sin previo aviso, la cogió en sus brazos. La joven respiró profundamente. Al final, cuando pudo hablar, preguntó:

Ness: ¿Qué haces aquí?

Zac: ¿Tú qué crees?

Los ojos del hombre brillaban de deseo. Cogió a Vanessa y la besó apasionadamente.

Vanessa sabía que debía detenerlo, pero su cuerpo se negaba a obedecerla.

Zac: Quiero hacer el amor contigo, Vanessa. Lo deseo de verdad. Y sé que no es ninguna sorpresa para ti.

El corazón de la joven se llenó de angustia. Intentó rechazarlo, pero Zac la abrazó con fuerza. Se las arregló para apartar la boca y la mejilla de él y acarició la suya.

Ness: No es una sorpresa -admitió-. Pero mi respuesta sigue siendo negativa.

Zac: ¿Por qué? -murmuró persuasivo-. Los dos nos queremos. Yo estoy loco por ti y tú sientes lo mismo. No me digas que no es así.

Ness: No te digo nada -dijo con tristeza-, porque tienes razón. Me gustas mucho, Zac. Quizá demasiado.

Zac: Entonces, ¿por qué me rechazas? Es cierto que hace poco tiempo que nos conocemos. ¿Y qué? -la apartó un poco para poder mirarla a los ojos-. A mí me gustas mucho. Sé que has sufrido en el pasado y que tienes miedo de enamorarte. Pero Vanessa, querida, no eres la única. Yo también. Pero eso no ha impedido lo que siento por ti. Lo único que puedo decir es que no soy como tu ex prometido. Yo nunca te haría daño deliberadamente.

Los ojos de Vanessa se llenaron de lágrimas.

Ness: No hay garantías -murmuró con voz ronca-.

Zac la soltó. Se alejó de ella y su voz sonó repentinamente fría.

Zac: Si son garantías lo que buscas, será mejor que no te acerques ni a mí ni a ningún otro hombre mientras vivas -bajó la cabeza un momento-. Yo creí que tenía una garantía cuando me casé con Leila, pero no resultó ser así. Desde luego, nunca esperaba tener que criar solo a una niña. A veces es duro. No puedo decir que te culpe por no querer verte mezclada con un hombre que tiene una hija, pero pensé que Holly te gustaba y…

Ness: Esto no tiene nada que ver con ella -exclamó-.

Zac: ¿No? -preguntó desafiante-. ¿Puedes decir con toda sinceridad que, si no existiera Holly, me rechazarías igual?

Ness: Sí. Creo que Holly es adorable.

Zac: ¿Pero su padre no? Bueno, debo estar loco por haberme atrevido a volver a enamorarme. Después de Leila, me había propuesto no llegar a tanto con una mujer, pero tú has derrumbado mis defensas. Supongo que en parte es porque tú también eres muy vulnerable. Adiós, Vanessa. No volveré a molestarte con mi presencia.

Se marchó antes de que la joven pudiera moverse. Se quedó un momento inmóvil y luego reaccionó.

Zac había dicho que debía estar loco para haberse vuelto a enamorar. ¡La amaba! Le había dicho que la amaba y ella lo había dejado marcharse de su vida. Lo había rechazado igual que la habían rechazado a ella en el pasado. ¿Cómo era posible?

Aquél no era Austin, el hombre por el que sentía un cierto afecto que ella creía amor. Era Zac, el hombre que se había adueñado por sorpresa de su vida y su corazón. Hacía días que sabía que estaba enamorada de él, pero no había creído posible que él la amara a su vez.

¿Qué importaba que Zac siguiera echando de menos a su esposa y la recordara con amor? Lo único que se interponía en su relación con él era su propia inseguridad, basada en el rechazo de otro hombre. Recordó la voz de Zac. Le había dicho que nunca le haría daño deliberadamente.

¿Y qué más podía pedir una mujer? Había tenido tanto miedo de que él le hiciera daño que aquella noche se lo había hecho ella a él.

Tenía que pedirle perdón.

Se movió nerviosamente por el cuarto, buscando apresuradamente la chaqueta, las llaves y el bolso.

Cuando abrió la puerta, la cara de Zac era inescrutable. A Vanessa le dio un vuelco el corazón. Aquello no iba a ser fácil.

Zac: ¿Qué quieres?

Ness: Tengo que hablar contigo. Por favor.

El hombre apretó la mandíbula y movió la cabeza.

Zac: No tengo nada más que decir.

Ness: Por favor.

La miró largo rato y luego cedió y la dejó entrar en la casa. Una vez en el interior, se acercó a la chimenea y empezó a remover los troncos.

Zac: Te escucho -dijo sobre su hombro-.

Vanessa reunió valor y se acercó a él. Deseaba ardientemente acariciarle la espalda y los hombros, pero no se atrevió.

El corazón le latía con fuerza. No sabía cómo empezar, pero tenía que decir algo pronto. Zac parecía bastante impaciente.

Al final, lo único que dijo fue:

Ness: Te quiero, Zac.

Sus hombros vacilaron, como si lo hubiera pillado por sorpresa, pero movió la cabeza sin volverse hacia ella.

Zac: Soy demasiado mayor para cuentos de hadas, Vanessa. Una mujer no rechaza al hombre que ama.

Ness: Yo creía que tú no podrías amarme nunca debido al amor que compartiste con tu esposa y a los recuerdos que tienes de ella. ¿Cómo iba a imaginar que podrías amarme después de sufrir una pérdida tan trágica? Pensé que sólo querías una aventura y no podía soportar que me abandonaras un día como hizo Austin. Tenía miedo de quererte. Pero sé que tienes razón, Zac. La vida no ofrece garantías. Me equivoqué al pedirlas. Sé que no puedes prometerme amor eterno, pero aceptaré lo que puedas darme durante el tiempo que quieras dármelo.

El hombre se volvió al fin hacia ella.

Zac: ¿Hablas en serio? -preguntó, con voz ronca-. ¿Es cierto que me quieres?

Vanessa asintió.

Zac la besó con gentileza. Sus pulgares le rozaron las mejillas con ternura antes de acariciarle el pelo, el cuello y los hombros.

Zac: Repítelo -murmuró-.

Ness: Te quiero.

Sus besos se hicieron más apasionados y él la estrechó con fuerza contra él. Luego se sentó en una mecedora, con ella en sus rodillas.

Zac: Estás muy confundida, cariño. Excepto en lo referente a mi amor por ti. Te quiero con locura.

Ness: ¿A qué te refieres?

Zac: Leila y yo estábamos divorciados. Nuestro amor terminó mucho antes de su muerte.

Vanessa lo miró sorprendida.

Zac: Holly sólo tenía dos años cuando Leila se mudó a Dallas para estar cerca de sus padres. Un año después volvió a casarse y murió en un accidente de coche un año más tarde.

Ness: Comprendo -murmuró-.

Zac: A pesar de nuestras diferencias, nos esforzamos porque el divorcio fuera amistoso a causa de Holly. Leila tenía la custodia, pero nunca me impidió visitarla. Yo veía a la niña casi todos los fines de semana y varias veces al año venía aquí a pasar una o dos semanas seguidas -suspiró-. Era tan pequeña cuando murió su madre que no recuerda mucho de ella. Yo he hecho lo posible por enseñarla a amar su recuerdo. Leila se lo merece. Era una buena madre. Simplemente no estábamos hechos el uno para el otro.

Ness: ¿Qué ocurrió entre vosotros?

Zac: Yo soy un hombre de campo. Siempre lo he sido y siempre lo seré. Leila era una chica de ciudad. Aquí se aburría y llegó a odiar esto. Cuando el odio empezó a afectar a nuestra relación, decidimos dejarlo. Nos enamoramos en la universidad, cuando ambos éramos jóvenes e idealistas. Las diferencias entonces no parecían ser tan grandes como llegaron a ser después. Cuando nos separamos, el mundo se derrumbó para mí. Me sentí un fracasado, como esposo y como hombre. Y echaba mucho de menos a mi hija.

Ness: Puede que tu matrimonio fracasara, Zac, pero tú eres un hombre maravilloso y un padre maravilloso. Nunca lo dudes -exclamó apasionadamente-.

Zac: Gracias. No te imaginas lo que significa para mí oírte decir eso. Holly sólo tenía cuatro años cuando murió Leila y yo la traje a casa conmigo. Hago lo posible por ser un buen padre, pero para ella no es lo mismo que tenernos a los dos. Los padres de Leila se ofrecieron a cuidarla, pero no podía aceptarlo. No podía permitir que Holly creciera pensando que yo no la quería.

Vanessa asintió. No era de extrañar que adorara a aquel hombre. Era la clase de padre que ella no había tenido nunca y se alegraba mucho por Holly. Ningún niño debería tener que sentirse nunca rechazado por sus padres.

Ness: ¿Los abuelos de Holly la siguen viendo?

Zac: Claro. Son los únicos abuelos que tiene, así que procuro que pasen mucho tiempo juntos. A decir verdad, el día después de Navidad vendrán a buscarla para llevársela una semana a su casa. Yo iré a Dallas a recogerla después de Año Nuevo.

Ness: Es muy amable de tu parte compartirla con ellos.

Zac: Son buenas personas. Adoran a Holly y ella está loca con ellos. No fue culpa suya que Leila y yo no termináramos bien -le apartó el pelo de la frente-. Vanessa, tú dices que me amas, y Dios sabe que yo te quiero, pero Holly y yo vamos juntos. Has sido maravillosa al dejarle que se quedara contigo y todo eso. Pero he visto que la mayor parte de las mujeres pierden pronto interés en mí cuando se enteran de que tengo una hija. ¿Puedes tú aceptarla sin reservas?

Ness: Zachary Efron, ¿es eso una proposición? -preguntó atónita-.

El hombre sonrió tiernamente.

Zac: Sí, Vanessa Hudgens, eso es exactamente lo que es. Comprendo que hace poco que nos conocemos y, si necesitas tiempo para pensarlo, lo entenderé. Pero deseo que sepas que te quiero con todo mi corazón y si puedes aceptar a Holly y quieres pasar el resto de tu vida aquí, me sentiría muy honrado si aceptaras casarte conmigo.

Vanessa se inclinó para besarlo.

Ness: Sí -volvió a besarlo-. Sí. Sí.

Zac: ¡Gracias a Dios! Tenía mucho miedo a que dijeras que no.

Ness: Y yo tenía miedo a que no pudieras amarme lo suficiente para querer casarte conmigo.

Zac: Los dos teníamos miedo a ser rechazados. Pero no volverá a ocurrir. Te prometo que te querré a mi lado mientras viva.

Ness: Eso es lo único que quiero -murmuró-. ¿Qué dirá Holly? Una vez me dijo que no le importaba que me gustaras mucho, mucho, mucho.

Zac: ¿De verdad? -sonrió-. Eso fue lo mismo que me dijo a mí de ti.

Se echaron a reír y luego Zac se puso serio.

Zac: ¿Te casarás conmigo pronto, Vanessa Hudgens?

Ness: Tan pronto como tú quieras, Zachary Efron -prometió-.

Zac se puso en pie, la cogió en sus brazos y la llevó hacia el dormitorio.

Aquella vez, Vanessa no hizo nada por impedirlo. Aquella vez sabía que hacía lo correcto.

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