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jueves, 21 de febrero de 2013

Capítulo 15


A las nueve de la mañana del sábado Zac ya no pudo esperar más. Tomó el teléfono y marcó.

Zac: Ashley, soy Zac.

Ash: ¡Zac! -contestó con voz alegre-. Scott se acaba de ir. Ha salido a comprarme un helado de chocolate y nueces.

Zac: Un antojo, supongo.

Ash: Eso espero. A mí siempre me ha gustado el helado de chocolate negro. ¿Quieres dejarle algún mensaje?

Zac: En realidad yo quería hablar contigo.

Ash: Bueno, entonces habla.

Zac: Es sobre Vanessa...

Ash: ¡Ya era hora! Espera un segundo que me ponga cómoda -y Zac pudo escuchar a través del teléfono el ruido mientras Ashley se acercaba al sofá-. Has acudido a la persona adecuada -dijo finalmente-. Tienes que saber, primero, que prefiere los tulipanes a las rosas; que es alérgica a la plata; que...

Zac: Espera, Ashley. No es de eso de lo que quería hablar. No voy a proponerle matrimonio, por mucho que estés planeándolo. Es solo que estoy un poco preocupado por ella.

Ash: De acuerdo. ¿Y qué es lo que te preocupa?

Zac: Bueno, anoche vino a mi apartamento y...

Ash: ¿En serio? Pero eso es estupendo. No me ha dicho nada...

Zac: ¡Ashley!

Ash: ¿Sí?

Zac: Déjame terminar.

Ash: De acuerdo. Lo siento. Seré una tumba.

Zac: Vino a mi apartamento anoche a enseñarme la propuesta para la fiesta de Miley y se quedó a cenar -se detuvo preguntándose cómo explicar lo que había ocurrido entre ellos-. El caso es que después de cenar vio mi saco de boxeo, el que siempre ha estado en el rincón del salón. Y quedó aterrorizada.

Ash: ¿A qué te refieres con aterrorizada? -preguntó y Zac notó el tono de preocupación en la voz de la mujer-.

Zac: Bueno, me riñó por haber organizado aquella pelea para mis empleados y también por tener guardados los guantes de Ali, pero el saco de boxeo la hizo temblar de miedo. ¿Por qué está Vanessa en contra del boxeo?

Ash: ¿Por qué no habría de estarlo? -preguntó con voz suave-. Muchas mujeres piensan así. A mí me parece repulsivo y muy poco atractivo.

Zac: Pero yo sé que es algo más que eso. Lo sé. ¿Alguien le... ha pegado alguna vez? ¿Es eso?

Ash: No, Zac. Nadie le ha pegado.

Pero el silencio de Ashley decía lo contrario. Estaba por el buen camino.

Zac: ¿Entonces qué es? Su reacción se debe a algo y me estoy volviendo loco.

Ash: Creo que deberías preguntárselo a ella, Zac.

Zac: Lo intenté.

Ash: Bueno, entonces ahora ya solo depende de ella si quiere contártelo o no.

Zac: ¿Pero entonces hay algo? -perseveró-.

Ash: Zac, no puedo decírtelo.

Zac: Esperaba que me dijeras, no sé, algo. Lo siento. No debería haberte dicho nada.

Ash: No pasa nada. No te preocupes.

Zac: Saluda a Scott de mi parte.

Ash: Lo haré.


Media hora después el teléfono sonaba en casa de Vanessa. Ésta salió del cuarto de baño envuelta en una toalla enorme. Andaba de puntillas para no llenar todo el suelo de agua.

Ness: ¿Sí?

Zac: Hola -dijo sin necesidad de presentarse-.

Ness: Hola -se quedó de piedra junto al teléfono, chorreando, el teléfono fuertemente apoyado sobre el hombro y la cabeza ladeada para sujetarlo-.

Un silencio incómodo se apoderó del instante.

Zac: Te llamo por la fiesta de Miley.

Ness: Claro -dijo tratando de que su voz no sonara demasiado decepcionada-.

«¿Qué esperabas? ¿Qué te pidiera matrimonio?».

Zac: Me gustaría cambiar el lugar de la celebración, si es posible.

Vanessa frunció el ceño, su atención se centraba en la fiesta. Había dedicado mucho tiempo en elegir el local perfecto de todos los que Efron poseía para la celebración.

Ness: De acuerdo. Solo hice una reserva para el banquete, así que supongo que se puede cancelar. ¿Y me podrías decir qué es lo que no te gustaba del sitio que yo te propuse?

Zac: Es solo que me gustaría celebrarla en otro sitio.

Ness: ¿Y has pensado ya en ese «otro sitio»? Hay que tener en cuenta que solo tenemos una semana y habría que reservar ya.

Zac: De hecho, sí, he pensado en un sitio. Pasaré a recogerte al mediodía y estaremos allí para comer.

Vanessa se había prometido a sí misma no pasar más tiempo a solas con él para no volverse loca. Ashley decía a menudo que todo lo que subía tenía que bajar, y no veía problema en adaptar esa teoría al amor: si uno podía enamorarse también podría desenamorarse.

Ness: No hace falta que nos veamos, de verdad. Solo dime el nombre del sitio y llamaré el lunes a primera hora.

Zac: ¿Y no sería mejor que lo dejáramos resuelto ahora mismo? Como tú bien has dicho antes, solo tenemos una semana.

Vanessa apretó los dientes para reprimir las ganas de decirle que era culpa suya, no de ella.

Ness: De acuerdo, pero ¿qué te parece si nos vemos allí? Solo necesito la dirección...

Zac: Es mucho más fácil que vaya a recogerte. Te veré a las doce.

Y colgó. Vanessa miró el teléfono durante unos segundos y finalmente colgó también.

Ness: ¡Es tan desesperante! -gritó mientras regresaba al cuarto de baño-.

Un par de minutos antes del mediodía el timbre sonó. Vanessa tomó su bolso y comprobó el maquillaje en el espejo de la entrada antes de abrir la puerta. Se estiró el vestido azul que llevaba hasta la rodilla, se colocó bien el cuello de la chaqueta del conjunto y comprobó que las medias no tenían ninguna carrera. Esa mañana, había escogido muy cuidadosamente todos y cada uno de los elementos de su vestuario. El vestido, el lápiz de labios, el peinado; quería estar muy atractiva para él.

Ness: No tienes la más mínima fuerza de voluntad -dijo señalando con dedo acusador a la imagen reflejada en el espejo antes de inclinarse a abrir-.

Y lo que vio la dejó sin respiración. Zac estaba allí de pie, con vaqueros, jersey de color claro y una cazadora de piel. Incluso en estilo informal estaba imponente. El corazón le dio un vuelco y supo sin lugar a dudas, por mucho que se hubiera tratado de negar los sentimientos durante las noches de insomnio, que lo amaba.

Tras la conmoción del principio, Vanessa se dio cuenta de que Zac también la estaba examinando pero supo que, desafortunadamente, sus pensamientos no eran tan altruistas como los de ella.

Zac: No hacía falta que te pusieras de punta en blanco para mí -bromeó mientras tomaba la llave de manos de Vanessa y cerraba la puerta para a continuación acompañarla hasta el coche-.

Ness: Esta es ropa de trabajo -dijo con rigidez cuando asimiló el comentario-. Y ésta es una reunión de trabajo.

Zac: Sí, señora -contestó haciendo un saludo marcial-. No he querido decir en ningún caso que no me guste, al contrario, estás muy guapa -y le dedicó una larga mirada de elogio que apoyaba sus palabras-.

Vanessa sintió que todo su autocontrol desaparecía bajo el poder de aquella mirada.

Zac abrió la puerta del copiloto y esperó hasta que Vanessa se hubo sentado y después rodeó corriendo el coche para entrar por su puerta. Encendió el motor y el automóvil empezó a moverse.

Vanessa esperó entonces una disculpa, algo tras la inesperada cena de la noche anterior pero Zac se apoyó bien sobre el respaldo de su asiento mientras silbaba la melodía de jazz que sonaba en el equipo del coche.

Ness: ¿Y adónde me llevas?

Zac: Lo sabrás enseguida. ¿No te gusta la música? Esta versión se grabó en 1968 en ese pequeño local en la calle Bourbon...

Ness: ¡Zac!

Zac: Hablas demasiado. La vida es muy corta para hacer tantas preguntas. Te ordeno que te recuestes sobre el asiento, te relajes y disfrutes del paseo.

Ness: Está bien -se rindió. Se recostó sobre el asiento de piel, cómoda en la calidez del coche, y miró por la ventanilla-.

Zac la miró varias veces deseando poder descifrar los pensamientos que se ocultaban tras la tranquila mirada. Deseaba saberlo todo sobre el pasado de Vanessa que, según había admitido Ashley, debió ser brutal. Pero tenía la sensación de que Vanessa preferiría abrir la puerta y saltar del coche en marcha antes que contárselo. Se mordió la lengua y siguió conduciendo. Ya habría tiempo para las preguntas más tarde.

Quince minutos después Zac enfiló un camino muy familiar.

Ness: Estamos en el Lunar.

Zac: Así es -contestó metiendo el coche en uno de los sitios del personal, echó el freno de mano y salió del coche dispuesto a abrir la puerta a Vanessa antes de que ésta se hubiera quitado el cinturón de seguridad-.

Ness: ¿Esta es tu sugerencia para la celebración de la fiesta?

Zac: ¿Por qué lo dices? ¿No te parece perfecto? -preguntó tendiéndole la mano para ayudarla a salir-.

Ness: Por supuesto que sí. Adoro este lugar y me parece mucho más apropiado para lo que tenía en mente en un principio. Me llevo bien con los dueños así que creo que podríamos reservarlo aunque sea con poco tiempo de antelación.

Zac: Ya lo he preguntado y no hay problema.

Ness: Pero ¿cuándo has hablado con los dueños? Podrías habérmelo dicho antes...

Zac: Yo soy el dueño, Vanessa.

Ness: ¿Tú? No, no lo eres. Hans y Ginger han sido los propietarios de este lugar desde hace años.

Zac: Pero han dejado de serlo -dijo poniéndole las manos sobre los hombros-. El trato se cerró anoche. Siento no haber podido decirte nada. Las cláusulas de confidencialidad y todo eso. Además, después de nuestra comida aquí aquel día tuve la sensación de que querrías hacer la fiesta aquí aunque yo te dijera lo contrario -se encogió de hombros-. No importa. Todo está solucionado ya. ¿Te parece bien entonces que celebremos la fiesta aquí?

Ness: Claro, adoro este sitio. Me ha traído siempre mucha suerte. Traigo a todos mis clientes aquí en la primera reunión -dijo y entonces recordó algo que Zac había dicho en otra ocasión-. No irás a remodelarlo, ¿verdad? Dime que no vas a cambiar el Lunar para después venderlo por partes igual que hiciste con tu bloque de apartamentos.

Zac: No pensarás realmente que tus clientes firman contigo porque los traes aquí, ¿verdad?

Ness: No -respondió aunque no estaba muy segura de creerlo-.

Zac: Porque es a ti a quien quieren no el lugar en el que los citas la primera vez, ni el maletín mágico, ni el traje de la suerte.

Vanessa notó que el corazón se le derretía. Haría lo que fuera por que un cliente en particular la quisiera a ella realmente.

Ness: No has respondido a mi pregunta.

Zac: No llevo ni doce horas como propietario, ¿cómo voy a saberlo?

Ness: Si hace tanto tiempo que has querido comprarlo estoy segura de que sabes exactamente lo que quieres hacer con él.

Zac: Tal vez -respondió en un susurro y en ese momento el camarero se acercó y los acompañó a la mesa reservada para Vanessa habitualmente-.

Ness: Bien, ya que el Lunar está disponible, y estoy de acuerdo con que se haga la fiesta aquí no hay ninguna necesidad de que nos quedemos, ¿no?

Zac: Estamos aquí y es la hora de comer. Comamos.

Vanessa se sentó, enfadada, y cruzó los brazos, negándose incluso a mirar el menú. Tras unos minutos de incómodo silencio se dio cuenta de que Zac la miraba fijamente.

Ness: ¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?

Zac: Esa cicatriz. ¿Cómo te la hiciste?

Vanessa se llevó la mano al lugar exacto en el que estaba la cicatriz y con un práctico movimiento de la cabeza un mechón del flequillo la cubrió. Alzó la vista entonces y puso una falsa sonrisa.

Ness: No es nada. Un accidente cuando era niña, eso es todo.

Zac: ¿Qué clase de accidente? -insistió-.

Ness: No tiene importancia. No es una historia muy interesante, te lo prometo.

Zac: Cuéntamela de todas formas.

Ness: Preferiría no hacerlo -sabía que el tono de su voz se estaba elevando pero no podía evitarlo-.

Zac: Vamos, Vanessa. Sé que ocultas algo importante.

«¿Tan transparente soy? Pues sí, Zac, estoy ocultando algo. Me parece que me he enamorado de ti».

Zac: Yo te lo conté todo sobre mi familia, sobre mi infancia. Quiero que sepas que puedes compartir tus recuerdos conmigo.

Zac ya no sonreía juguetón. Vanessa pensó que era mucho más fácil soportar eso que el consuelo y la lástima por parte del hombre que le había robado el corazón. Tragó con dificultad al notar que las lágrimas inundaban sus ojos con los recuerdos. Después de años aprendiendo a calmar los nervios y la marea de sentimientos recurrentes, de pronto sintió una gran necesidad de confiárselos a ese hombre.

Quería que lo supiera todo. Pensaba que le estaba engañando al no compartir con él lo que él sí había compartido con ella, y sabía que él no la juzgaría. Descruzó los brazos y los bajó al regazo.

Ness: ¿De verdad quieres saber cómo me lo hice? -preguntó con tranquilidad buscando el impulso definitivo-.

Zac se inclinó hacia delante y la miró con fijeza a los ojos turbados.

Zac: Sí, Vanessa. De verdad quiero saberlo.

Ness: Ocurrió en el canódromo de Hidden Valley. Estaba allí con mi padre. Hacía tiempo que no sabía dónde estaba, lo que no era extraño. Pasé horas sola, lo que tampoco era extraño. Hambrienta, salí a buscarlo. Era una niña pero los hombres estaban acostumbrados a verme por allí y podía ir a cualquier sitio. Me dirigí al bar abriéndome camino entre las piernas de los habituales en el canódromo cuando de repente un tipo me detuvo. Me cogió en brazos, con los ojos rojos de tanto beber, y me preguntó qué demonios estaba haciendo allí. Apenas podía sostenerse, mucho menos sostenerme a mí. Y me dejó caer. Me golpeé la cara con un taburete y perdí el conocimiento. Cuando lo recobré estaba en el hospital.

Zac: Tu padre debería haber estado a tu lado.

Ness: Quien estaba a mi lado era el coronel que se había encargado de todo. Me había llevado en la ambulancia del canódromo hasta el hospital. Se quedó conmigo todo el día y me llevó a su casa con su mujer donde pasé la noche, y la siguiente y la siguiente.

Zac: ¿Y tu padre?

Ness: Apareció tres días después en casa del coronel con una gran sonrisa y el bolsillo lleno de dinero, y me llevó a casa.

Zac: ¿Dónde había estado?

Ness: Quién sabe. Supongo que en las carreras, o tal vez se habría metido en una pelea amañada y habría pasado después la noche en alguno de los moteles en los que solíamos vivir viendo la pelea por la tele de pago. Cualquiera de esas opciones habría sido lo habitual.

Zac: ¿Acusaron al tipo del bar de agresión?

Ness: Dios mío, no. El canódromo se habría hundido y ¿adónde habría ido entonces mi padre sin tener un sitio en el que dejar a su hija los fines de semana? -Zac nunca la había oído antes hablar con tanta amargura. Enmascarada tras comentarios irónicos la tristeza salía a la superficie-. No era tan malo, de veras, aunque el coronel nunca se ha perdonado por no denunciar el incidente -dijo sacudiendo la cabeza-. Me salvó aquel día. Me enseñó lo que era llevar una vida normal, con normas que seguir, y me dio un hogar. Ahora lo ayudo todos los años recaudando fondos para mantener el canódromo en pie. Se lo debo.

Zac quería acercarse a ella, tomarla en sus brazos y prometerle que nadie le iba a hacer daño de nuevo. El camarero llegó con las bebidas y Zac se tomó un momento para comprender la historia de su infancia y tratar de identificar a aquella niña con la mujer que tenía frente a él.

Era refinada, elegante; sabía cómo comer, vestir y organizar fiestas para la alta sociedad. Uno pensaría que había crecido rodeada de dinero, prestigio y un chofer a la puerta de casa. Y aun así, bajo la fachada perfecta estaba el miedo real a ser abandonada, a perder el control. Aquello explicaba su personalidad. Tenía miedo de haber heredado la forma de ser de su padre y por eso luchaba constantemente con guardar la calma, ser paciente y no perder la compostura.

El móvil de Vanessa sonó en ese momento y ella se apresuró a contestar, como si fuera su salvavidas.

Ness: Vanessa Hudgens. -Zac siguió bebiendo sin dejar de mirar a Vanessa y escuchar abiertamente su conversación-. Ya veo. No, no estaba ocupada -dijo evitando mirarlo a los ojos-. Me reuniré con usted en seguida -y colgó-. Lo siento, Zac. No podré quedarme a comer. Uno de mis clientes me necesita.

Zac: Pero es tu día libre. ¿No puede ocuparse de ello otra persona?

Ness: Normalmente sí, pero este cliente es muy temperamental y solo trata conmigo. No querrá ni siquiera hablar con Brittany. Lo siento.

Zac hizo gesto de levantarse pero Vanessa hizo que se sentara de nuevo.

Ness: No, tú quédate. Tomaré un taxi. Hablaremos esta semana. Adiós.

Zac no pudo hacer nada más que mirarla mientras se marchaba.




Ay, pobre Nessi y sus incidentes del pasado.
Y que idiota Zac por no declarar sus verdaderos sentimientos ¬_¬

¡Solo 3 capis!
¡Gracias por los coments! ¡Seguid así!
Sí, Lau, hurra por ti XD. Si quieres ser la primera más veces, ¡espabila! XD

Bye!
Kisses!


5 comentarios:

Lau B. dijo...

oh vamos no seas dura con Zac!
Yo creo que solo necesita tiempo...
sabes que la personas dicen que las mujeres maduramos mas rapido que los hombres?
bueno para mi todo es asi. Ness asimilo mas rapido que lo ama pero el solo es un Hombre y no dudo que le tome mas tiempo procesarlo Y EXPRESARLO... Sin embargo va por muy buen camino!

Lau B. dijo...

si un hombre se toma el tiempo de llamar a tu mejor amiga y preguntarle por tu pasado oculto esta mas que claro que tiene sentimientos por ti...
Xx

Lau B. dijo...

Me encanto el capitulo!
POR FAVOR publica el otro pronto!
yo se que Vanessa no se va poder escapar todo el tiempo... y al parecer Zac tiene varias cartas bajo la manga para pasar tiempo de calidad a solas!!!
Bye
Lau B.

Milagros L. dijo...

me encanto el capii
y plis publica lo mas posible otro sii

Unknown dijo...

Me enncanto el caaaaapi,
pobre nesss.. Y zacc que diga lo que siente de una vez diossss!!

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