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martes, 29 de septiembre de 2015

La venganza del magnate - Sinopsis


¿Sería posible que aquel playboy hubiera encontrado a la mujer de su vida?

Era evidente que la columnista de sociedad Vanessa Hudgens no soportaba a Zac Efron, un guapísimo y rico magnate que siempre llevaba alguna belleza agarrada del brazo. Lo único bueno que tenía aquel hombre eran las jugosas noticias que proporcionaba. Ahora Zac tenía una proposición que Vanessa no podría rechazar; le daría la mejor exclusiva de su carrera si ella indagaba un poco más en él y se esforzaba por conocerlo de verdad. ¿Podría mantenerse alejada emocionalmente de un hombre famoso por sus dotes de seductor?




Escrita por Anna DePalo.




Novela de 11 capítulos y epílogo. Una de mis favoritas.
¡Espero que os guste!

Por cierto, capi nuevo en mi otro blog. ¡Pasaos, porfa!

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¡Un besi!

viernes, 25 de septiembre de 2015

Capítulo 13


Incómoda, Vanessa se quedó de pie en medio del espacioso salón del apartamento de Zac, que había resultado ser un precioso ático situado en un moderno edificio de veinte plantas en el barrio más exclusivo de Londres. Desde las ventanas de la sala había unas vistas impresionantes.

Ness: Es un apartamento muy bonito -comentó-. ¿Tiene…?

Zac: Shh, Vanessa -la interrumpió acercándose a ella-. Hay cosas más importantes de las que tenemos que hablar.

Ness: ¿Ah, sí? -respondió mirándolo inquisitivamente-. ¡Ni siquiera sé qué hago aquí! Se suponía que simplemente ibas a acompañarnos a tomar café tras la cena y lo que has hecho ha sido besarme delante de los demás comensales una vez que nos quedamos a solas…

Zac puso fin a la rápida exaltación de ella al abrazarla y besarla de nuevo.

Zac: ¿Sabes una cosa? -murmuró varios minutos más tarde al terminar el beso y apoyar la frente en la de ella-. Si tengo que hacer esto cada vez que quiera decir algo, ¡esta conversación va a durar toda la noche!

Ness: No me importa si no…

Zac: Oh, a mí me encantaría estar besándote toda la noche, mi querida Vanessa. Pero todavía no. Primero tenemos que hablar. Yo necesito hablar. Para dejar absolutamente claro lo que siento.

Ness: ¿Lo que sientes hacia qué? -quiso saber-.

Zac: ¡Hacia ti, desde luego! -exclamó exasperado-. ¡Vanessa, eres la mujer más difícil que existe en el mundo para que un hombre le diga lo mucho que la quiere!

Ness: ¿Estás diciendo que me quieres? -preguntó mirándolo fijamente-.

Zac: Te quiero desde hace meses, ¡mujer imposible!

Ness: ¿Me… quieres… desde hace… meses? -repitió incrédula-.

Zac: ¿Ves? Es completamente imposible -bramó con impaciencia. La soltó y se echó para atrás-. Hay millones de mujeres en el mundo… ¡y he tenido que enamorarme de la única que no cree que la quiera aun cuando acabo de decírselo! -Al borde de la histeria, todo lo que ella pudo hacer fue reírse-. ¡Y ahora está riéndose de mí! -espetó mirando hacia el cielo. Vanessa continuó riéndose. De hecho, lo hizo durante tanto tiempo que acabó doliéndole la tripa-. ¿Te importaría compartir conmigo qué es tan gracioso?

Ness: No hay nada gracioso. Por lo menos no sobre ti.

Zac: ¿Entonces sobre quién?

Ness: ¡Sobre mí! -aclaró sonriendo-. Lo gracioso es sobre mí. Tengo tan poca experiencia en este tipo de cosas que yo… Zac… me enamoré de ti cuando estuvimos juntos en Hudgens House. No quería -añadió-. Simplemente ocurrió.

Él comenzó a acercarse a ella de nuevo como si estuviera en un sueño.

Zac: ¿Estás enamorada de mí…?

Ness: ¡Oh, Zac! -gimió indulgentemente-. Hay millones de hombres en el mundo… ¡y he tenido que enamorarme del único que no cree que lo quiera aun cuando acabo de decírselo!

Riéndose ante la manera en la que ella lo había imitado, él la abrazó por la cintura y la acercó a su cuerpo. La miró fijamente a los ojos.

Zac: ¿Me quieres lo suficiente como para casarte conmigo?

Ness: No puede ser que quieras casarte con una doctora en arqueología…

Zac: ¡Estoy deseando hacerlo! Claro está, si a ti no te importa casarte con un actor y director de cine.

Ness: Perdóname -le reprendió-. Querrás decir con un actor y director de Hollywood de primera clase, poseedor de numerosos premios, ¿verdad?

Zac: Lo que sea. ¿Te casarás conmigo, Vanessa, y me salvarás del sufrimiento de tener que vivir sin ti?

Las lágrimas empañaron la mirada de ella.

Ness: Me he sentido tan sola al no tenerte a mi lado -compartió-. Desde que murieron mis padres nunca había querido tener que necesitar o querer a nadie, aparte de a mis abuelos. Pero, aun así, tú has logrado robarme el corazón. Te quiero tanto que estos tres meses sin verte ni estar contigo han sido un infierno.

Zac: Por eso has perdido peso, ¿verdad? -supuso acariciándole las oscuras ojeras que tenía-. Cuando hace unos minutos has dicho que eras inexperta en este tipo de cosas, te referías a enamorarte, ¿no es así?

Ness: Efectivamente. Nunca había estado enamorada. He tenido dos amantes; pasé una noche con cada uno de ellos… ¡noches que fueron un completo desastre!

Zac: Olvídate de ellos -pidió tomándole la cara con las manos. Tenía el intenso amor que sentía por ella reflejado en los ojos-. Vamos a hacer el amor, Vanessa. El verdadero amor. Y va a ser realmente bello.

Ness: Sí, por favor… -dijo suspirando-.

Zac: Todavía no has accedido a casarte conmigo -le recordó-.

Ness: ¿Es una condición para que hagamos el amor? -bromeó-.

Zac: Tengo que pensar en mi reputación…

Ella se rió con ganas mientras se echaba a sus brazos.

Ness: En ese caso, sí. ¡Me casaré contigo, Zac!

Zac: ¿Y tendrás hijos conmigo?

Ness: ¡Oh, Dios, sí! -aceptó emocionada-.

Zac: Entonces ahora será mejor que me lleve a la cama, doctora Hudgens.

Ness: Si piensas que voy a tomarte en brazos y llevarte al dormitorio antes de cautivarte, me temo que vas a llevarte una decepción.

Zac: Yo te llevaré en brazos a ti… mientras tú puedes comenzar a cautivarme a mí.

Ness: Un placer, señor Efron -murmuró-. Todo un placer.


Un poco más de dos años después…

Zac: Estoy realmente impresionado -susurró en broma al oído de Vanessa al bajar ambos del escenario entre el calurosísimo aplauso del público tras haber subido juntos a recibir un premio más al mejor guión por Butterfly-. Creo que le has dado las gracias a todo el mundo salvo a la chica que ha preparado el café.

Ness: Muy gracioso -dijo entre dientes-.

No dejó de sonreír abiertamente en ningún momento mientras se dirigían de nuevo a sus asientos.

Zac: ¡Recuerda que una vez fuiste muy mordaz acerca de la duración de los discursos realizados en este tipo de eventos!

Ness: Solo por esto que has dicho, vas a ser tú quien se levante a atender a Anastasia si se despierta durante la noche -respondió sentándose en su asiento-.

La sonrisa que tenía reflejada en los labios en aquel momento era completamente sincera ya que había pensado en la preciosa hija de ambos, de tan solo seis meses, que les esperaba en casa.

Geoffrey había preferido quedarse a cuidar a su querida bisnieta antes que acompañarlos a otra ceremonia más de entrega de premios.

Zac: Tengo que decirte que Anastasia y yo hemos llegado a un acuerdo… ¡no la despierto por la mañana si ella no me despierta por la noche! -comentó sonriendo engreído-.

Ness: ¿De verdad? -contestó girándose en su asiento para mirarlo-. ¿Quiere eso decir que más tarde podremos tener nuestra celebración privada…?

Zac: ¡Eres una mujer insaciable! -exclamó riéndose-.

Ness: ¿Estás quejándote? -quiso saber-.

Zac: ¡Desde luego que no! -aseguró dándole un tierno beso-.

Algo que había hecho frecuentemente durante los dos años de su matrimonio, donde quiera que estuvieran…


FIN




¡Qué bonito! Que final más completo: la peli es un éxito, se casan y tienen una niña.
Aunque al principio les ha costado un poco llegar a comprender lo que sentían el uno por el otro XD

Espero que os haya gustado la novela. La próxima es muy buena, seguro que os gusta.

Por cierto, ¿alguien sabe donde me puedo descargar gratis el Microsoft Word? Si tenéis alguna idea decídmelo, por favor.

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¡Un besi!


martes, 22 de septiembre de 2015

Capítulo 12


Tres meses después…

Geoffrey: Hoy he comido con Zac.

Vanessa se quedó tan impresionada ante el inesperado anuncio de su abuelo que se le cayó al suelo el cuchillo que había estado utilizando para cortar el lenguado a la parrilla que tenía en el plato. Se encontraban en Londres, en el restaurante favorito de Geoffrey.

Apenas se dio cuenta de que un camarero se acercó a toda prisa para ofrecerle un cuchillo limpio y recoger el que había caído al suelo.

Solo podía pensar en que Zac estaba en la misma ciudad que ellos. Durante los anteriores tres meses no había podido quitárselo de la cabeza y le parecía increíble que estuviera en Londres.

Ness: Ni siquiera sabía que estaba en Inglaterra… -dijo tras humedecerse los labios-.

Geoffrey: Llegó ayer -contestó completamente recuperado de la herida de bala-.

Por el contrario, ella no estaba recuperada en absoluto de las heridas que Zac había provocado en su corazón. Aunque laboralmente le había marchado todo muy bien; la excavación en Iraq había sido todo un éxito y al haber regresado a la universidad le habían ofrecido ser jefa de departamento cuando el ocupante del cargo se jubilara al año siguiente.

Pero a nivel sentimental se sentía destruida. Una parte de ella había esperado y deseado que el tiempo y la distancia hubieran ayudado a aliviar la intensidad del amor que sentía por Zac, pero había ocurrido todo lo contrario. No había sido capaz de dejar de pensar en él ni un segundo y se había angustiado preguntándose con qué bella actriz estaría manteniendo una relación sentimental… Incluso había comprado revistas de cotilleo para ver si encontraba alguna noticia o fotografía de Zac. Pero parecía como si se lo hubiera tragado la tierra.

Ness: ¿Pretende quedarse por mucho tiempo? -preguntó, tomando su vaso para dar un trago del vino blanco que habían pedido-.

Le temblaba la mano.

Geoffrey: No me lo ha dicho.

Ness: Oh -murmuró-.

Quería preguntar muchas cosas, como qué aspecto había tenido Zac, de qué habían hablado entre ellos, si había preguntado por ella…

Geoffrey: Ha terminado de escribir el guión -comentó-.

Ness: ¿Y…?

Geoffrey: Te recomiendo que lo leas tú misma -contestó esbozando una sonrisa-.

Ness: ¿Te ha dado una copia? -quiso saber-.

Geoffrey: Me ha dado dos copias. Una para ti y otra para mí -explicó tomando el maletín que había llevado consigo al restaurante-.

De él sacó una copia del guión y se la ofreció a Vanessa.

Ness: ¿Lo has leído tú ya?

Geoffrey: Oh, sí -respondió sonriendo-.

Ness: ¿Y?

Geoffrey: Como te he dicho, debes leerlo tú misma.

Ness: Si a ti te ha gustado, seguro que a mí también -dijo, que no quería ni tomar el guión-.

Geoffrey: ¿Exactamente cuánto tiempo más pretendes estar así, cariño?

Ness: No sé a qué te refieres -mintió-.

Su abuelo la miró fijamente a los ojos.

Geoffrey: ¿Seguro que no lo sabes?

Ness: No.

Geoffrey: Tienes ojeras ya que no duermes correctamente, has perdido un peso que no puedes permitirte perder…

Ness: Creo que me infecté con un virus en Iraq…

Geoffrey: Pues yo creo que te infectaste con el virus antes de ir a Iraq… ¡con un virus llamado Zac!

Muy impresionada ante la afirmación de su abuelo, Vanessa se quedó pálida.

Ness: Estás equivocado…

Geoffrey: No, Vanessa, eres tú la que estás cometiendo un error… al intentar mentirle a alguien que ha tenido que mentir tanto a lo largo de los años como yo -aseguró impaciente-.

Ness: ¿Es tan obvio lo que siento por Zac? -respondió consciente de que su abuelo no iba a permitir que siguiera mintiendo-.

Geoffrey: Solo para mí, cariño -dijo acariciándole una mano-. Y solo porque te conozco tan bien y te quiero tanto. Quizá Zac…

Ness: Ni siquiera hablemos de ello -interrumpió, tensa-.

Geoffrey: No sé cuánto tiempo va a estar en Inglaterra, pero sí que me dijo que iba a permanecer en Londres durante algunos días más, así que tal vez…

Ness: Abuelo, soy la última persona que Zac querría ver mientras está aquí -aseguró-.

Geoffrey: No puedes saberlo…

Ness: Oh, sí que puedo. Si cuando lo conocimos por primera vez pensaste que fui grosera con él, ¡deberías haberme visto durante los primeros días que pasamos a solas en Hudgens House! Créeme, abuelo, ¡la manera en la que nos despedimos garantizó que Zac no quiera volver a verme jamás!

Geoffrey: ¿Estás completamente segura de eso? -quiso saber-.

Ness: Sí, claro que lo estoy. Y, además, tal y como me siento, no sé si sería buena idea que lo volviera a ver -confesó con gran emotividad-.

Geoffrey: Es una pena -dijo echándose para atrás en la silla-.

Ness: No comprendo por qué -contestó con los ojos empañados por las lágrimas-.

Geoffrey: Porque cuando estuve comiendo con él, le invité a que nos acompañara a tomar café después de la cena -reveló mirando hacia la puerta del restaurante-. Y parece que acaba de llegar.

Completamente ajeno a las miradas de los demás comensales del restaurante, que lo habían reconocido, Zac se dirigió hacia la mesa a la que estaban sentados Geoffrey y Vanessa.

Zac: Vanessa -la saludó con voz ronca en cuanto llegó junto a ellos-.

Pensó que estaba guapísima. Llevaba un vestido blanco que contrastaba con el oscuro color de su cabello, que aquella velada llevaba suelto.

Ness: Zac -respondió abruptamente-.

Al verla de cerca, él se dio cuenta de que había perdido peso.

Zac: Sé que cuando te encuentras con alguien después de un tiempo lo correcto es comentar el buen aspecto que tiene, pero en tu caso, Vanessa, estaría mintiendo -dijo, impresionado ante lo frágil que parecía ella-. ¡Y sé lo mucho que odias las mentiras!

Ness: ¿Y qué te hace pensar que tú tienes buen aspecto? -espetó-.

Zac: Eso está mucho mejor -murmuró con aprobación antes de mirar a Geoffrey-. Cuando este mediodía le pregunté a tu abuelo por ti, me dijo que estabas muy contenta y que habías estado muy bien durante estos tres meses… -añadió con burla-.

Geoffrey: Sí, bueno, la lealtad a la familia y todo eso -parecía levemente avergonzado-. Te invité a tomar café después de la cena para que pudieras ver a Vanessa por ti mismo… No, no hay necesidad de que traigan otra silla -le dijo al camarero al acercarse este a la mesa-. Tengo que acudir a una cita, por lo que el señor Efron puede ocupar mi asiento.

Ness: Abuelo… -protestó-.

Geoffrey: Creo que hace unos meses me dijiste que ya eres una persona adulta que no necesita de mi protección -le recordó a su nieta con firmeza, levantándose de la silla y tomando su maletín. A continuación se acercó a darle un beso en la mejilla-. Si me perdonáis -se disculpó-.

Sin esperar contestación alguna, se marchó apresuradamente del restaurante.

Angustiada, ella miró a Zac, que en realidad sí que tenía muy buen aspecto. De hecho, estaba más guapo que nunca. Iba vestido con un traje de chaqueta negro y camisa blanca. Todavía tenía el pelo largo, casi a la altura de los hombros, pero se había peinado para atrás.

Zac: Bueno… -dijo sentándose en la silla de su abuelo-.

Ness: Bueno… -repitió con el corazón acelerado-. Obviamente has terminado de escribir el guión -comentó, mirando la copia que su abuelo había dejado sobre la mesa-.

Zac: ¿Lo has leído? -quiso saber-.

Ness: Mi abuelo acaba de dármelo, así que… no… -contestó mirando la primera página del guión-. ¿Por qué está mi nombre junto al tuyo debajo del título?

Zac: Me ayudaste a recabar mucha información. Te mereces que se reconozca tu labor en la creación del guión.

Ness: Estoy segura de que mi no muy amable actitud supuso más un obstáculo que una ayuda…

Zac: Todo lo contrario -aseguró-. Me obligó a centrarme en lo que era importante -explicó, echándose hacia delante en la silla-. ¿Realmente quieres tomar café? ¿O podemos ir a algún otro lugar donde podamos hablar en privado?

Ness: ¿Y por qué querríamos hacer eso? -exigió saber asustada-.

Zac: Te he echado de menos durante estos tres meses -confesó-. Más de lo que te puedas imaginar.

Ness: ¿No has podido encontrar a alguien con quien discutir?

Zac: ¡También ha sido por eso! -concedió sonriendo-.

Ella negó con la cabeza.

Ness: Habrás estado demasiado ocupado como para pensar en mí.

Zac: Intenta decirle eso a la protagonista femenina de la película que estamos rodando… ¡hemos tenido que repetir tantas tomas por culpa de lo distraído que he estado, que finalmente decidí darle una semana de vacaciones a todo el mundo!

Ness: ¿La película de los piratas no va bien?

Zac: No -confesó-. Es por mí. No he estado de muy buen ánimo -añadió, tomando una de las manos de Vanessa y entrelazando sus dedos con los de ella-. Te he echado mucho de menos.

Ness: ¿Cómo puedes echar de menos a alguien con quien ni siquiera querías mantener una relación de amistad? -preguntó negando con la cabeza-.

Zac: Porque amistad no es precisamente lo que quiero de ti, ¡maldita sea! -espetó frunciendo el ceño-. ¡El que te pidiera que nos fuéramos juntos durante unos días debería habértelo dejado claro!

Ness: Parecía que sentías que teníamos asuntos que resolver…

Zac: Quería pasar un tiempo contigo a solas…

Ness: La gente está mirándonos, Zac -señaló al darse cuenta de que varios comensales estaban prestándoles toda su atención-.

Zac: ¡Si no nos marchamos de aquí, voy a ofrecerle algo mucho más interesante para que mire!

Ness: ¿Como qué? -provocó consciente de que él parecía realmente enfadado-.

Zac: ¡Para empezar, esto! -exclamó levantándose abruptamente sin soltarle la mano a Vanessa-.

A continuación la levantó a ella, la abrazó y la besó ardientemente.

Aunque estaban en un lugar público y sabía que todo el mundo estaría impresionado, a Vanessa no le importó. ¡Le encantó volver a sentir los labios de él sobre los suyos!

Zac: Lo necesitaba… -confesó tras dejar de besarla-. No tienes ni idea…

Dejó de hablar al comenzar a oír el espontáneo aplauso de los demás comensales.

Ness: ¡Oh, Dios mío! -gimió hundiendo la cabeza en el pecho de él-.

Zac: El espectáculo ha terminado, amigos -dijo entonces riéndose-.

Tomó el guión y abrazó a Vanessa por la cintura antes de dirigirse a la entrada del restaurante.

**: El señor Hudgens ya ha pagado la cuenta, señor Efron -informó el encargado del local cuando se acercaron a recepción. Le dio a ella el abrigo negro que había dejado en el perchero-. Si me lo permiten, les deseo a ambos toda la felicidad posible -añadió, sonriendo-.

Zac: Gracias -ofreció guiando a Vanessa a continuación fuera del restaurante-.

Ella jamás había sentido tanta vergüenza en su vida… como tampoco había sentido nunca tanta felicidad. Zac la había besado.

Delante de docenas de personas. ¡Y ella le había devuelto el beso!

Ness: ¿Dónde quieres que vayamos?

Zac: A tu apartamento. Al mío. No me importa dónde vayamos con tal de que sea un lugar en el que no tengamos audiencia -respondió llamando con la mano a un taxi libre que pasaba por allí-.

Ness: Yo… prefiero que vayamos al tuyo.

De aquella manera, cuando Zac se marchara, no tendría que soportar el verse rodeada por los recuerdos de este en su propio apartamento.

Él abrió la puerta del taxi para ella y la ayudó a sentarse. Al acomodarse a su vez junto a ella, le dijo al taxista su dirección.

Zac: Acércate a mí… -le ordenó a Vanessa a continuación- tienes frío -comentó tras ver como ella se estremecía-. ¿Tienes que ir a algún sitio por la mañana?

Ness: Mañana es sábado… -contestó acurrucada en el pecho de Zac-.

Zac: Eso no responde mi pregunta.

Probablemente era porque ella no comprendía aquella pregunta.

No sabía por qué le importaba a él si tenía que…

Ness: Oh… -gimió al finalmente entender que solo podía haber una razón por la que Zac quisiera saber si tenía algún compromiso al día siguiente-.

Zac: Sí… oh -bromeó-. Voy a mantenerte encerrada en mi apartamento hasta que escuches todo, y quiero decir todo, lo que debería haberte dicho hace tres meses. Puede que tarde unos minutos o toda la noche, depende de lo receptiva que seas a lo que tengo que decir.




¡Por fin! ¿¡Tan difícil era, chicos!? (¬_¬)
Tampoco es difícil imaginar lo que viene a continuación, pero aún así queda un capítulo.

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domingo, 20 de septiembre de 2015

Capítulo 11


Ness: Ya hemos hecho todo el trabajo y ambos podemos marcharnos más tarde esta misma mañana… -comentó con un deliberado calmado tono de voz mientras miraba a Zac por encima de la mesa del desayuno-.

Él se echó para atrás en la silla en la que estaba sentado y disfrutó de su segunda taza de café tras haber tomado un suculento desayuno.

Al contrario de ella, que no había probado bocado.

La semana que habían estado trabajando juntos había sido muy dura… por lo menos para Vanessa. Las largas horas que había pasado en la biblioteca junto a Zac habían sido lo peor. Aunque parecía que para él nada había supuesto un problema. Cuando no había estado en el despacho de su abuelo en compañía de este, había adoptado una formal y eficiente actitud con ella… sin mencionar en ningún momento la noche que habían pasado juntos ni la conversación que hacía cinco días había dicho querer que mantuvieran.

El regreso a Londres de Geoffrey el día anterior no había cambiado la fría actitud de Zac con ella, que incluso se había preguntado si había querido que hubiera supuesto alguna diferencia.

Zac: Tú has hecho toda tu parte del trabajo… -comentó- pero el verdadero trabajo para mí, escribir el guión, empieza ahora -añadió, esbozando una leve sonrisa-.

A Vanessa le dio un vuelco el corazón al ver aquella sonrisa tras tantos días de educada cortesía.

Ness: ¿Podrás escribirlo mientras trabajas en la película de piratas?

Zac: Sé que las mujeres creen que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez, ¡pero te aseguro que es solo un mito!

Ness: Me refería a que quizá no tengas tiempo, no a que no tengas capacidad mental para hacerlo.

Zac: Lograré escribirlo -respondió frunciendo el ceño al mirarla fijamente-.

Se fijó en que las facciones de ella parecían haberse endurecido en el transcurso de aquella semana. Incluso tenía unas oscuras ojeras bajo sus increíbles ojos marrones.

Pensó que tal vez para Vanessa los anteriores cinco días habían sido tan dolorosos como para él. Aunque, en realidad, sabía que no podía ser cierto ya que ella había adoptado un comportamiento frío y distante durante el tiempo que había pasado a su lado trabajando.

Ness: ¿Cuándo crees que terminarás de escribir el guión?

Zac: ¿Por qué quieres saberlo? ¿Para asegurarte de no estar cerca de aquí si por alguna razón tengo que hablar con Geoffrey?

Ness: Simplemente estaba intentando mantener una educada conversación, Zac.

Él ya se había cansado de la educación de ella. Se levantó bruscamente y se dirigió a la ventana de la sala. Estaba realmente frustrado.

Zac: Como ambos vamos a marcharnos esta misma mañana, ¿no crees que deberías comenzar a decir lo que realmente se esconde tras tus palabras? -espetó-.

Ness: He pensado, por lo menos por el bien de mi abuelo, que tú y yo deberíamos despedirnos como amigos…

Zac: ¡Como amigos! -se giró para mirarla con la incredulidad reflejada en la cara-. ¡No puedes ser tan ingenua como para pensar que podemos ser amigos! -añadió con desdén-. A los amigos les gusta estar juntos… algo que no se nos puede aplicar ahora mismo, ¿no crees?

Ness: Siento que tengas esa opinión -respondió escondiendo sus temblorosas manos debajo de la mesa-.

Zac: No mientas -dijo mordazmente-. Has querido que yo me sienta así. ¡Maldita sea, has hecho todo lo que has podido para apartarme de tu lado!

Ness: Era lo que tú también querías -aseguró-.

Zac: ¡No tienes ni la más remota idea de lo que quiero! -bramó con la frialdad reflejada en los ojos-.

Ness: Tienes razón. No lo sé. Pero no tiene sentido que discutamos esto ya que ambos vamos a marcharnos en un par de horas.

Zac: Yo no voy a esperar unas horas para marcharme -aclaró negando con la cabeza-. Tengo la maleta preparada y voy a marcharme en cuanto hayamos terminado esta conversación.

Vanessa se dio cuenta de que Zac no podría soportar estar más tiempo en su compañía… lo que le dolió más de lo que jamás habría creído posible.

Ness: Entonces considera terminada la conversación -espetó, levantando la barbilla-.

Frustrado, él se quedó mirándola. Deseaba al mismo tiempo alejarse de ella y besarla apasionadamente. Vanessa lo tenía realmente confundido.

Zac: En ese caso… espero que disfrutes de tu viaje a Iraq.

Ella ya no tenía ningún interés real en viajar a la excavación que había tenido tanta emoción por visitar. Realmente no le interesaba hacer nada con el resto de sus vacaciones. Tener que despedirse de Zac la tenía muy angustiada. Pero aquello era ridículo; él no tenía cabida en su vida, no quería nada serio con ella.

La idea de no volver a verlo jamás le hacía sentir un inmenso vacío por dentro, un vacío que no sabía cómo podría llenar. Se planteó si se habría enamorado de Zac durante la semana que habían pasado juntos. La inmensa tristeza que estaba embargándola le dejó claro que así había sido.

Ness: Te deseo un tranquilo vuelo de regreso a los Estados Unidos -dijo, levantándose-. Si me disculpas, tengo que subir a terminar de hacer mi maleta -añadió, temerosa de romper a llorar delante de él-.

Zac: ¿Asistirás con tu abuelo al estreno de la película en Inglaterra cuando llegue el momento?

Ness: ¿No es un poco pronto para hablar del estreno de una película que ni siquiera ha empezado a rodarse todavía…?

Zac tuvo que reconocer que probablemente Vanessa tenía razón; como muy pronto, la película se estrenaría a finales del año siguiente, aunque seguramente sería más tarde. Había programado su agenda para poder comenzar a rodar Butterfly en la primavera del año siguiente, tras lo que se requerirían semanas de edición. El estreno no se realizaría hasta que no pasaran más de dieciocho meses.

Y no tenía ninguna garantía de que Vanessa fuera a asistir.

Zac: Vanessa, no tengo que regresar a los Estados Unidos hasta dentro de unos días si…

Ness: ¿Sí? -provocó bruscamente-.

Zac: Podíamos ir juntos a algún lugar durante un par de días -sugirió angustiado ante la idea de no volver a verla-.

Ness: ¿Para qué?

Zac: Para simplemente estar a solas durante un tiempo. Algo que no hemos podido hacer aquí desde que tu abuelo llegó de una manera tan inesperada.

Ness: Oh, yo creo que hemos pasado más que suficiente tiempo juntos a solas, Zac -aseguró-.

Él frunció el ceño ante tanta frialdad.

Zac: ¿Qué ocurre con la noche que pasamos juntos, Vanessa? ¿La has apartado a un lado de tu mente o has decidido olvidarte de ella?

Vanessa pensó que jamás podría olvidar los maravillosos momentos que había pasado entre los brazos de Zac… ni el hecho de que se había enamorado de él… Pero el suyo era un amor no correspondido, un amor que no estaba segura de poder ocultar si, tal y como había sugerido Zac, pasaban a solas un par de días… ¡y noches! Volver a hacer el amor con él supondría el cielo y el infierno al mismo tiempo ya que sabía que al finalizar su breve estancia con Zac, cada uno regresaría a su vida por separado.

Ness: ¿Por qué insistes en recordar aquella noche? ¿Qué quieres de mí? -exigió saber, exasperada-. Sí, pasamos una sola noche juntos, pero no tenemos que agravar el error al repetirlo.

Zac: ¿Es eso lo que consideras que fue? ¿Un error? -preguntó muy seriamente-.

Ness: ¿No es lo que piensas tú?

Zac: No sé cómo interpretar aquella noche… y mañana… pero sin duda tú sí.

Ella se encogió de hombros.

Ness: Fue el resultado de que un hombre y una mujer sanos se dejaran llevar por su pasión. Estoy segura de que no soy la primera mujer con la que pasas la noche, Zac, ¡y de que tampoco seré la última!

Zac: Realmente no tienes buena opinión de mí, ¿verdad? -dijo riéndose sin ganas-.

Vanessa dudaba que Zac quisiera saber lo que realmente pensaba de él… que no solo era el hombre más impresionantemente guapo y sexy que jamás había conocido, sino también uno de los más amables y delicados. Había sido precisamente esa amabilidad y delicadeza la que le había llevado a pasar la noche con ella para que no hubiera tenido que estar sola y angustiada.

Zac: Probablemente sea mejor que no respondas… -continuó- ya que estás tardando demasiado en pensar en algo educado que decir -espetó impacientemente, dirigiéndose hacia la puerta-.

Ness: ¡Zac…!

Zac: ¿Sí? -respondió frunciendo el ceño al girarse-.

Ella se quedó mirándolo sin saber qué decir, sin saber por qué lo había llamado. Simplemente no podía soportar la idea de que ambos se despidieran de una manera tan tensa. ¡En realidad no podía soportar la idea de que se despidieran!

Ness: Nunca te di las gracias -murmuró finalmente-.

Zac: ¿Las gracias por qué, Vanessa?

Ness: Por… por estar ahí para mí cuando… cuando necesitaba que lo estuvieras.

Zac no sabía qué debía decir o hacer a continuación. Ni siquiera sabía si debía decir o hacer algo ya que ella había dejado muy claro que no quería tener nada más con él a nivel personal.

Zac: Olvídalo -dijo finalmente-. Habría hecho lo mismo por cualquiera.

Ness: Sí, así es -concedió esbozando una tensa sonrisa-.

Zac: Tu abuelo tiene los números de teléfono de mi móvil y de mi casa… por si necesitas ponerte en contacto conmigo.

Ness: ¿Por qué necesitaría hacerlo? -preguntó frunciendo el ceño-.

Él tuvo que reconocer que no podía pensar en ninguna razón que justificara que lo telefoneara… aunque le habría encantado pensar que había una posibilidad de oír la voz de Vanessa al otro lado del teléfono algún día. No estaba preparado para despedirse de ella.

Zac: Tienes razón. Voy a subir a por mis cosas ahora mismo. Te dejo para que vayas a hacer tu maleta.

Ness: Sí -contestó sintiendo como un enorme dolor se apoderaba de su corazón-. Me gustaría leer el guión.

Zac: ¿Ah, sí? -dijo levantando las cejas de manera burlona-.

Ness: Sí -confirmó-.

Él asintió con la cabeza.

Zac: Adiós.

Vanessa tuvo que literalmente forzarse para poder contestarle.

Ness: Adiós.

Zac la miró fijamente por última vez antes de abrir la puerta y salir de la sala.

Ella se quedó allí paralizada. A los pocos segundos comenzó a llorar desconsoladamente… consciente de que se le estaba rompiendo el corazón en mil pedazos…




Por fin llegó la amarga despedida... v.v

Tendrían que haberse dicho lo que sienten pero entonces se hubiera acabado aquí la novela XD

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jueves, 17 de septiembre de 2015

Capítulo 10


Geoffrey: Me temo que esa es mi razón para no haberos dicho anoche que estaba en el hospital para que me dieran puntos en un brazo -explicó mirando con preocupación a su nieta-.

Estaban en el salón de la vivienda y Zac se encontraba frente a una de las ventanas mientras Vanessa estaba sentada en uno de los sillones junto a la chimenea.

La explicación que el anciano les había dado a Zac le parecía digna de uno de los numerosos guiones de cine que le presentaban cada año. Amenazas de muerte de un asesino desconocido. Disparos en medio de la noche. El arresto del pistolero por parte de los miembros del equipo de seguridad que había estado protegiendo a Geoffrey en Londres. Un pistolero que tenía una vieja y personal rencilla contra Geoffrey, pero que no había sabido dónde encontrarlo hasta que el año anterior se había publicado aquella vergonzosa biografía de Anastasia.

Ness: ¿Te disparó en…? -comenzó a preguntar completamente pálida-.

Geoffrey: Es solo una herida superficial -aseguró mirándose el cabestrillo del brazo derecho-.

Ella se levantó abruptamente.

Ness: ¿Alguien te disparó y elegiste no decírmelo? -dijo, impactada ante el comportamiento de su abuelo-.

Geoffrey: Bueno… sí -respondió esbozando un gesto de dolor-. No quería alarmarte…

Ness: ¡No querías alarmarme…! -respiró profundamente y miró a su abuelo con la incredulidad reflejada en los ojos-. ¡No te creo! -espetó finalmente, exasperada-. Un hombre desconocido te ha estado acechando durante días y finalmente logra dispararte… ¡y tú decides no decírmelo porque no quieres alarmarme!

Geoffrey: Sí que te hablé de unas amenazas…

Ness: Pero no me dijiste que estaban dirigidas solo a ti, sino que me aseguraste que habían amenazado a varios miembros más de uno de los equipos de seguridad para los que trabajaste. Admítelo, abuelo. Me mentiste.

Zac: Vanessa… -terció-.

Ness: Ni se te ocurra intentar excusar el comportamiento de mi abuelo -advirtió-. No hay excusas. He estado preocupadísima por ti, abuelo -añadió, mirando a Geoffrey-.

Geoffrey: Decirte que me habían disparado solo habría conseguido preocuparte aún más.

Ness: ¡No estoy segura de que eso fuera posible! -exclamó negando con la cabeza-. Lo siento, pero si me quedo aquí durante más tiempo voy a terminar diciendo algo de lo que realmente voy a arrepentirme. Si me disculpáis… -dijo antes de marcharse del salón sin esperar a que ellos contestaran-.

Geoffrey: Bueno, las cosas no han marchado muy bien, ¿no es así? -murmuró una vez que estuvo a solas con Zac-.

Zac: No muy bien, no -concedió-.

Geoffrey: ¿Por qué no comprende que solo estaba intentando protegerla al no decirle la verdad hasta que todo hubiera pasado? -preguntó, obviamente frustrado-.

Zac se acercó a él.

Zac: Tal vez esté equivocado, pero creo que Vanessa considera que ya es suficientemente mayor como para necesitar ese tipo de protección ni de usted ni de nadie.

Geoffrey: ¿Y qué crees que podría haber hecho dadas las circunstancias? -quiso saber-.

Zac: Yo soy la última persona a la que debería preguntarle acerca de cómo actuar con Vanessa.

Geoffrey: ¿De verdad? -respondió con la especulación reflejada en la mirada-.

Zac: ¡Oh, sí! -dijo decididamente-.

Geoffrey: ¿Quiere eso decir que todavía estáis enfrentados?

Zac no sabía lo que podría sentir Vanessa por él en aquel momento.

La noche anterior le había permitido consolarla y aquella misma mañana casi habían hecho el amor… antes de tener la pelea más horrible que había vivido él cuando Geoffrey había aparecido inesperadamente.

No comprendía aquel comportamiento… ni sabía interpretar sus sentimientos hacia ella. Haberla tenido abrazada durante toda la noche había sido un placer y un tormento al mismo tiempo. Y haber estado con ella aquella mañana había representado un verdadero deleite.

Zac: Más o menos -contestó finalmente-.

Geoffrey: Aun así, dime una cosa, ¿crees que Vanessa me perdonará algún día?

Zac: Creo que sería buena idea si le da tiempo para… bueno, para tranquilizarse antes de intentar hablar con ella de nuevo -aconsejó-.

Geoffrey: ¿Y mientras tanto…? -insistió-.

Zac: No sé qué puede hacer mientras tanto -confesó-. Pero ahora que ya no hay miembros de seguridad en la propiedad, quiero ponerme mi ropa de cuero y salir a dar una vuelta en mi Harley.

Geoffrey: Te pediría que me llevaras contigo, pero creo que si lo hiciera tal vez Vanessa me repudiaría por completo -dijo riéndose entre dientes-.

Zac: ¡No hay ningún «tal vez» al respecto! -aseguró-.

Geoffrey asintió con la cabeza.

Geoffrey: Esperemos que me perdone muy pronto.

Aquel era un deseo que Zac compartía para sí mismo…


Vanessa apoyó la cabeza en la ventana de su dormitorio y vio como Zac se alejaba de la vivienda montado en su Harley. Se preguntó si se estaría marchando para siempre o si simplemente había salido a dar una vuelta.

Si había decidido marcharse, no podía culparlo. Ella también deseaba irse de allí, anhelaba la tranquilidad de su apartamento londinense, quería estar a solas durante un tiempo… aunque solo fuera para curarse las heridas. Pero sabía que no podía marcharse hasta que las cosas no mejoraran entre su abuelo y ella.

Aunque podía apreciar las razones que Geoffrey había tenido para mentirle, no comprendía cómo al final lo había hecho tan abiertamente. ¡Sobre todo cuando esas mentiras la habían llevado a pasar la noche con Zac! No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido entre ambos aquella misma mañana. Al haber tomado su maleta del armario y haberla colocado sobre la cama de su dormitorio, había recordado la alegría que había sentido al ser acariciada y besada por él, al acariciarlo y besarlo, y el inimaginable éxtasis que le había hecho alcanzar con su increíble destreza… Había sido su primer orgasmo, pero también sería el último si la llevaba a sentirse vulnerable no solo física, sino también psicológicamente.

Geoffrey: ¿Puedo entrar? -preguntó entonces desde el otro lado de la puerta-.

Ness: Eso depende de si vas a volver a mentirme o no.

Geoffrey: Ya te he explicado por qué te mentí, cariño -dijo entrando en la habitación-.

Ness: Me has dado una explicación completamente inaceptable. ¡Ya no soy una niña a la que tengas que proteger de la verdad, abuelo!

Geoffrey: Eso mismo me ha dicho Zac -reconoció-.

Vanessa se puso tensa con solo oír el nombre de Zac. Se preguntó en qué contexto habría hecho aquel comentario.

Ness: ¿Te lo ha dicho antes o después de marcharse en su Harley?

Geoffrey: Obviamente antes -respondió con una mueca de dolor reflejada en la cara al ver la maleta que había sobre la cama del dormitorio-. ¿Qué ocurre, Vanessa…?

Ness: He pensado en marcharme yo también, esta misma tarde.

Geoffrey: ¿Marcharte? Pero…

Ness: Tú mismo has dicho que el peligro ya ha pasado y que tu herida no es seria -interrumpió con firmeza-. Y como Zac se ha marchado, no tiene mucho sentido que yo no vaya a la excavación en Iraq, tal y como había planeado desde el principio.

Decidió que su abuelo no tenía por qué saber que había sacado la maleta antes de haber visto a Zac en la Harley.

Geoffrey: Zac no se ha marchado definitivamente, cariño -aclaró-. Simplemente ha salido a dar una vuelta en su motocicleta tras haber estado aquí encerrado durante varios días.

Ness: Oh -respondió palideciendo-.

Geoffrey: ¿Hay algo que quieras contarme? -le preguntó mirándola de manera perspicaz-.

Ness: No, nada -contestó abruptamente, evitando la azul mirada de Geoffrey. De ninguna manera iba a confesarle lo que había ocurrido entre Zac y ella aquella mañana-. Creo que voy a seguir el ejemplo de Zac y salir a dar una vuelta. Tal vez vaya a correr a la playa -añadió-. Más tarde podremos discutir si tiene sentido que continuemos con la investigación de los documentos de la abuela.

Geoffrey: ¿Qué quieres decir? -quiso saber impresionado-.

Ness: Has dicho que la biografía no autorizada que se publicó hace un año fue la razón por la que este hombre del pasado logró encontrarte. Si Zac sigue adelante con la película, quedarás mucho más expuesto.

Geoffrey: Ahora tiene mucho más sentido que Zac ruede esta película, cariño -insistió con firmeza-. ¿No te das cuenta? Es la única manera de disipar el mito y mostrar a Anastasia como la verdadera heroína que fue.

Desafortunadamente, Vanessa comprendía que aquello tenía lógica.

Negó con la cabeza.

Ness: Como ya he dicho, podemos hablar de todo esto más tarde… cuando Zac haya regresado de su vuelta en motocicleta y yo haya ido a correr.

Geoffrey: Es lo mejor -concedió girándose para marcharse. Pero repentinamente se dio la vuelta-. ¿Podéis Zac y tú continuar trabajando juntos…? -provocó sagazmente-.

Ella se dijo a sí misma que Zac no podía haberle dicho nada a su abuelo…

Ness: No veo ninguna razón que lo impida, ¿y tú?

Geoffrey: Ambos parecéis bastante nerviosos esta mañana.

Ness: ¿Te sorprende, teniendo en cuenta que llevamos aquí encerrados juntos dos días?

Y noches. No debía olvidarse de las noches. No podría.


Zac: Geoffrey ha ido a su dormitorio para descansar un poco.

Vanessa levantó la mirada. Estaba sentada en la biblioteca de Hudgens House con uno de los diarios de su abuela en la mano. Había intentado leer, pero la intensa angustia que sentía se lo había impedido.

Haberse tenido que sentar a comer con su abuelo y Zac hacía unas horas había sido una experiencia bastante desagradable. Tanto que finalmente se había excusado con ambos y se había marchado del comedor sin haber probado bocado. Había querido escapar a la biblioteca.

Durante aquella difícil comida no había intercambiado palabra alguna con Zac.

Ness: Probablemente descansar sea lo mejor que puede hacer -comentó, mirándolo-.

Él se preguntó si ella se arrepentía de lo que había pasado entre ambos aquella misma mañana. Le había dolido mucho la manera en la que había intentado echarlo de su dormitorio antes de que nadie descubriera que estaba allí.

Había llegado a conocer muy bien a Vanessa durante los días que habían pasado solos y sabía que ella consideraba su inhibida respuesta ante él como una debilidad, una que no tenía ninguna intención de repetir.

Mientras se acercaba a ella, se dio cuenta de que se echó para atrás en la silla en la que estaba sentada. Frustrado, se quedó mirándola.

Zac: ¿Quieres que me disculpe con Geoffrey y que le diga que tengo que marcharme inesperadamente?

Ness: ¿Por qué demonios querría yo que hicieras eso?

Zac: ¿Quizá porque obviamente no puedes soportar seguir estando en la misma habitación que yo?

Ness: No digas tonterías.

Aunque lo que había dicho Zac era completamente cierto. Le resultaba abrumador estar en el mismo espacio que él tras la intensa experiencia sexual que habían compartido aquella mañana.

Zac: No te comprendo, Vanessa -espetó-. Somos dos adultos que elegimos…

Ness: ¡Sé exactamente lo que hicimos! -bramó ella, levantándose tan abruptamente que su silla cayó para atrás-. ¡Maldita sea! -refunfuñó al agacharse a tomar la silla-. No quiero hablar de esto ahora…

Zac: ¿Querrás hablar de ello alguna vez?

Ness: ¡En realidad, no!

Zac: ¡Estás comportándote como si fueras una pobre mujer indignada e inocente a la que le he robado la virginidad!

Precisamente aquello era lo que sentía ella. Sentía como si él le hubiera robado el control, como si la hubiera desnudado no solo física, sino también mentalmente; había derribado todas sus defensas y le había hecho sentirse vulnerable y expuesta… aunque no le cabía la menor duda de que Zac no sabía lo que había hecho. Pero ella necesitaba tiempo y espacio para volver a levantar sus barreras emocionales.

Ness: ¿Es tu profesión de actor la que te hace ser tan melodramático, Zac? -preguntó, arrastrando las palabras-.

Zac: No es una cuestión de melodrama…

Ness: Claro que lo es -insistió-. Estás leyendo cosas en esta situación que simplemente no existen. Es cierto que nuestro comportamiento de esta mañana hace que sea un poco incómodo que continuemos trabajando juntos, pero… tal y como le aseguré a mi abuelo hace unas horas… estoy deseosa de cumplir con mi parte del trato para que terminemos cuanto antes. Entonces ambos podremos continuar con nuestras vidas –añadió, mirándolo de manera desafiante-.

Él reconoció la misma frialdad en la expresión de la cara de ella que había visto cuando la había conocido hacía seis semanas. Parecía que todo estaba perdido entre ellos.

Ness: ¿Continuamos…? -preguntó sentándose de nuevo en su silla-.

Exasperado, Zac la miró. Sintió como toda la frustración que lo había embargado aquella mañana volvía a apoderarse de él. Mientras había estado dando una vuelta en su Harley, había concluido que había sido normal que Vanessa hubiera estado consternada ante la inesperada llegada de su abuelo. Pero al mismo tiempo había estado seguro de que una vez que ella hubiera superado la sorpresa, habrían sido capaces de sentarse a hablar como dos adultos.

¡No había tenido en cuenta que Vanessa podía ser una adulta muy irritante! Se preguntó si había conocido alguna vez a una mujer más frustrante.

O a una sensualmente más satisfactoria… Durante los anteriores quince años había hecho el amor con docenas de mujeres, pero ninguna lo había excitado tanto como lo había hecho Vanessa durante la experiencia sexual matutina que habían compartido. Había estado a punto de perder el control con solo sentir los labios y los dedos de ella sobre su erección viril… Al notar que de nuevo su sexo se ponía erecto, se dijo a sí mismo que aquello era una locura. ¡Una completa locura!

Zac: Está bien, si es eso lo que quieres -espetó lacónicamente, sentándose en la silla que había frente a ella-.

Aquello no era lo que Vanessa quería, sino lo que sabía que tenía que ser. Por el bien de ambos.




Otra vez como el perro y el gato. Pero no creo que sigan así mucho tiempo XD

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lunes, 14 de septiembre de 2015

Capítulo 9


Ness: Prefiero dormir a la derecha de la cama.

Zac: Yo también.

Ness: Es mi dormitorio.

Zac: Y, como tu invitado, ¿no crees que debería tener el privilegio de elegir en qué parte de la cama quiero dormir?

Ness: No, si mi invitado es un caballero.

Vanessa pensó que aquella conversación, para ser una mantenida antes de meterse con un hombre en la cama, era bastante patética. Se preguntó en qué habría estado pensando al aceptar la oferta de Zac.

No había actuado con lógica ni coherencia.

Había tomado aquella decisión en un impulso, guiada por el deseo de no estar tumbada sola a oscuras con sus angustiados pensamientos.

Acababa de regresar del cuarto de baño de su dormitorio vestida con la camiseta blanca y los pantalones grises que utilizaba para dormir y vio que él solo llevaba puestos unos calzoncillos negros que dejaban intuir su sexo. Tenía unos anchos hombros y una espectacular musculatura.

Deseó acariciar el oscuro vello que le cubría el pecho y que bajaba por su abdomen para esconderse por debajo de sus calzoncillos…

Ness: Tal vez primero debas ir a tu dormitorio a ponerte un pijama… -dijo sin convicción-.

¡Como si el que Zac se pusiera pijama fuera a evitar que estuviera tan abrumada por él!

Zac: Sería buena idea… si utilizara pijama.

Ness: En ese caso, puedes dormir a la derecha de la cama…

Zac: Solo estaba bromeando sobre eso, Vanessa -confesó-. El lado izquierdo está bien -añadió, muy excitado al haber visto a su anfitriona vestida con aquella fina camiseta que le marcaba sensualmente los pechos. Supuso que debía estar agradecido por el hecho de que ella tuviera una cama de matrimonio en su dormitorio-. ¿Vamos a meternos ya en la cama para calentarnos o nos quedamos toda la noche aquí de pie mirándonos el uno al otro?

Ness: Tal vez no haya sido tan buena idea el que pases aquí la noche… ¡Oh! -exclamó al ver que Zac levantaba el edredón del lado izquierdo de la cama y se metía en ella-.

Zac: Aquí dentro se está mucho más calentito que ahí fuera -comentó levantando el edredón de la parte derecha de manera incitante-.

Ella no sabía si necesitaba aquella calidez extra. Estaba sintiendo como si un intenso fuego le estuviera recorriendo el cuerpo. Estaba ruborizada y tenía húmedas las palmas de las manos.

Zac: Mejor así -murmuró al finalmente meterse Vanessa en la cama-.

Entonces se giró para apagar la luz de la mesita de noche. El dormitorio se quedó a oscuras. A los pocos segundos tomó a Vanessa por la cintura para atraerla hacia sí y que apoyara la cabeza en su hombro.

Pero ella no sintió ningún alivio. ¿Cómo iba a relajarse al estar acurrucada en el cálido y casi desnudo cuerpo de Zac? Al reposar una mano sobre el pecho de este, finalmente pudo acariciar el aterciopelado vello que cubría su piel. Con el codo tocó ligeramente el revelador bulto que había debajo de sus calzoncillos…

Zac: Cierra los ojos y duérmete, Vanessa.

Ness: No estoy segura de poder dormirme -confesó-.

Zac: Supongo que podría cantarte una nana.

Ness: No sabía que podías cantar.

Zac: Y no puedo -respondió riéndose. A continuación le acarició el pelo-. ¡Qué agradable!

Vanessa pensó que no era agradable… ¡era como estar en el cielo! Era un placer ilícito.

Zac: Estate quieta -ordenó al moverse ella de manera nerviosa-.

Ness: Simplemente estaba poniéndome cómoda -aseguró-.

Zac la deseaba tanto que temió perder el control si ella seguía moviéndose. Sentir su cabello sobre sus pectorales, sus pechos presionados contra su costado y una de sus piernas sobre una suya, estaba volviéndole loco… En un momento dado, ella le puso una mano en el estómago y se acurrucó aún más en él. Pocos minutos después, el sonido de su serena respiración dejó claro que había logrado dormirse.

Consciente de que él no iba a poder encontrar el alivio a su propio purgatorio, tenía una potente erección, se quedó allí tumbado mirando al techo en la oscuridad…

Zac: ¿Estás despierta? -preguntó en voz baja-.

Ness: Umm… -gimió sin abrir los ojos, disfrutando de la exquisita sensación que estaban provocando en ella las manos de él, que no dejaban de acariciarle todo el cuerpo-.

Parecía como si Zac hubiera querido recordar de memoria cada curva y contorno de su fisionomía. En un momento dado, le bajó uno de los tirantes de la camiseta y dejó expuesto uno de sus pechos.

Ella gimió entrecortadamente al tomar él con los dedos su endurecido pezón y comenzar a incitarlo. Un intenso placer le recorrió por dentro al alternar Zac aquellas deliciosas caricias con las caricias de su lengua.

Ness: ¡Zac…! -exclamó, abriendo los ojos y mirándolo bajo la tenue luz del amanecer-. Por favor, esta vez no pares… -lo animó, ansiosa-.

Entrelazó los dedos con el castaño cabello de él y Zac, con el placer reflejado en los ojos, volvió a centrarse en su pecho, el cual chupó, mordisqueó y acarició antes de hacer lo mismo con su otro seno. A continuación le separó los muslos y se posicionó entre estos. Ella introdujo las manos por debajo de sus calzoncillos y le apretó el trasero. Él la agarró entonces por las caderas, levantó la cabeza y respiró profundamente.

Vanessa rodeó su erección con las manos y comenzó a acariciar la humedad que se escapaba por la punta… Durante la madrugada, Zac finalmente se había quedado dormido, pero no había descansado bien y se había despertado tan solo unas horas más tarde. Había estado muy excitado y no había sido capaz de resistir el despertarla. Había necesitado tocarla, pero se había prometido a sí mismo que solo iban a ser un par de caricias… pero no había sido lo suficientemente fuerte.

Y en aquel momento, al notar como ella le acariciaba su sexo, se sintió a punto de explotar.

Ness: Túmbate, Zac, y permíteme que te quite los calzoncillos -dijo sentándose en el colchón para quitarse la camiseta y poder moverse con libertad-.

A continuación le quitó los calzoncillos a él y lo miró con la ansiedad reflejada en los ojos. Entonces se humedeció los labios… Zac pensó que si ella lo tocaba con aquellos húmedos y carnosos labios iba a…

Zac: ¡Oh, Dios santo! -exclamó, levantando las caderas al bajar Vanessa la cabeza-.

Ella le agarró el sexo con firmeza mientras con la otra mano lo sujetaba contra el colchón. En ese momento separó los labios y lo tomó por completo… lo lamió, lo chupó, lo saboreó… Él podía oler la excitación de Vanessa, un aroma caliente de olor a almizcle que estaba volviéndole loco.

Aquello era demasiado. ¡Ella era demasiado!

Zac: Tienes que parar. ¡Ahora! -espetó, agarrándola por los hombros y separándola de él. Su erección cayó sobre su estómago-. Es mi turno.

Aunque los ojos de Vanessa reflejaron una gran decepción, la tumbó sobre las almohadas y la desnudó por completo. A continuación se sentó de cuclillas sobre el colchón para admirar la brillante perfección de su cuerpo; tenía una preciosa piel, bronceada, unos exuberantes pechos con unos hermosos pezones rosas y unos rizos negros cubriéndole la entrepierna.

Le separó los muslos con delicadeza para revelar ante él su belleza oculta. Disfrutó del gemido de placer que emitió ella cuando le acarició con los dedos el clítoris antes de acercar la boca para acariciarla con la lengua, una y otra vez, hasta que Vanessa arqueó el cuerpo hacia él.

En ese momento la penetró con los dedos y ella emitió un profundo gemido. Un intenso placer la embargó al comenzar a sentir un potente orgasmo… orgasmo que Zac le hizo sentir hasta el último segundo.

Saciada y completamente exhausta, a ella le pareció oír un fuerte estruendo.

Aturdida, miró a Zac.

Ness: ¿Qué…?

Zac: Me gustaría ser el responsable de ese fenómeno, pero me temo que no lo soy.

Vanessa miró a su alrededor, completamente desorientada… tanto por la debilidad que se había apoderado de ella tras el primer orgasmo que había sentido jamás como por aquel inexplicable estruendo.

Miró de nuevo a Zac al no poder encontrar razón alguna que justificara aquel ruido.

Ness: ¿Qué es?

Él creía saber qué era, mejor dicho quién era. Se trataba de alguien que iba a borrar la expresión de saciedad de la bella y relajada cara de Vanessa. Miró el desnudo y satisfecho cuerpo de esta por última vez antes de levantarse de la cama y acercarse a la ventana. Apartó una de las cortinas para poder ver el jardín de la vivienda.

Zac: Sí, me temía que fuera esto -comentó, esbozando una mueca de dolor-.

A continuación corrió la cortina de nuevo y volvió junto a Vanessa, que se había sentado en el borde de la cama.

Ness: ¿Te temías que fuera el qué? -quiso saber desconcertada-.

Zac: Es tu abuelo. Acaba de llegar en helicóptero.

Ness: Él… yo… tú… nosotros… -balbuceó levantándose abruptamente de la cama. Completamente desnuda, se acercó a su vez a una de las ventanas del dormitorio-. Oh, Dios mío… -gruñó, obviamente embargada por el pánico. Se giró y se acercó a Zac para agarrarlo por el brazo-. ¡Debemos vestirnos! No… ¡primero tienes que marcharte a tu propio dormitorio! -añadió, soltándole el brazo y comenzando a tomar frenéticamente la ropa de él del suelo. A los pocos segundos hizo un fardo con las prendas y se lo dio a Zac-. Tienes que llevarte esto contigo…

Zac: ¿Podrías calmarte? -dijo dejando la ropa sobre una silla cercana a la cama. Entonces agarró a Vanessa por los brazos y le dio un ligero apretón-. Por el amor de Dios, tienes veintinueve años.

Ness: Y mi abuelo está ahí fuera -contestó angustiada-.

Zac: No hemos hecho nada malo -aseguró-.

Ness: Si estuviéramos en mi apartamento o en un hotel, estaría de acuerdo contigo… ¡pero esta es la casa de mi abuelo! -espetó pálida-.

Se apresuró a ir al cuarto de baño y regresó con su bata.

Zac: No creo que lo primero que vaya a hacer Geoffrey cuando entre en casa sea venir a tu dormitorio para comprobar si por casualidad hemos pasado la noche juntos…

Ness: Por favor, no discutas más… ¡simplemente márchate, Zac! -interrumpió mirándolo-.

Zac: Voy a regresar a mi dormitorio, Vanessa -aseguró con brusquedad-. Pero creo que primero debería vestirme, ¿no te parece? No sería apropiado que me encontrara por los pasillos con tu abuelo o con algún miembro del personal estando completamente desnudo. -Ella tuvo que reconocer que Zac tenía toda la razón-. Y tampoco me parece aceptable salir a hurtadillas de tu dormitorio como si fuera un jovencito que acabara de hacer algo malo -continuó con un obvio desagrado reflejado en la voz-.

Ness: No estaba implicando eso…

Zac: ¿No? -dijo tomando su ropa-. Pues a mí me parece que es precisamente eso lo que estás implicando -añadió, vistiéndose a toda prisa-.

Ness: ¿Podemos hablar de esto después, Zac?

Zac: ¿De qué tenemos que hablar? En mi profesión he aprendido que las acciones valen más que mil palabras, Vanessa -espetó-. Y tus acciones, la prisa que tienes para librarte de mí, me deja claro que te arrepientes de lo que acaba de ocurrir entre ambos.

Ness: Estás comportándote como ese jovencito del que hablabas -comentó-.

Zac: Olvídalo, Vanessa -respondió con una seria expresión reflejada en la cara-.

Ella pensó que le resultaría imposible olvidar los increíbles momentos que había pasado con él en la cama. Había sido maravilloso, increíble. Al contrario de lo que le había ocurrido con sus dos anteriores relaciones, se había abierto completamente ante Zac. Y no sabía muy bien por qué, no sabía si ello implicaba que se había enamorado de él… No. No podía ser. ¡Jamás se enamoraría de nadie! Zac era un amante experimentado que estaba acostumbrado a conquistar a todas las mujeres con las que se acostaba. Y esa era la razón, ¡la única razón! por la que ella había perdido el control al estar con él en la cama.

Ness: Está bien -dijo, levantando la barbilla-. Entonces supongo que no hablaremos después.

Él la miró con el ceño fruncido. Sabía que no debía haberse enfadado tanto con ella, pero le había molestado haber sentido que Vanessa lo consideraba solo una indiscreción que tenía que ocultar.

En un intento de reconciliación, acercó una mano para acariciarle la mejilla.

Ness: Realmente creo que debes marcharte, Zac -insistió apartándose a un lado para evitar la caricia de él-.

Zac bajó la mano y se quedó mirando a Vanessa durante varios segundos.

Zac: Hablaremos de esto antes de que me marche de Hudgens House -prometió antes de marcharse sigilosamente de la habitación-.




A Vanessa le va la marcha XD
Lo malo que llegó el abuelo y les cortó el rollo. A ver que nos cuenta el abuelo...

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viernes, 11 de septiembre de 2015

Capítulo 8


Zac: Lo que has intentado hacer no ha sido muy inteligente, ¿no te parece? -le dijo a Vanessa al entrar en el salón casi dos horas más tarde-.

Ella estaba dando vueltas delante de las ventanas, vestida con un gordo jersey verde y pantalones vaqueros negros. Llevaba el cabello arreglado en una tirante trenza.

Ness: ¿No deberías estar dormido? -respondió, mirándolo fugazmente-.

Él cerró la puerta del salón con cuidado.

Zac: Little vino a mi dormitorio para decirme que habías intentado tomar mi Harley para ir a ver a tu abuelo esta misma noche.

Ness: ¡Es un traidor!

Zac negó con la cabeza. Antes de bajar se había puesto apresuradamente unos pantalones vaqueros y una camiseta negra.

Zac: ¿Cuándo tomaste las llaves de mi Harley de mi mesilla de noche…?

Ness: Cuando oí que estabas duchándote -confesó que parecía sentirse un poco culpable-. Siento haberlas tomado sin tu permiso, pero en el momento no pensé que tuviera otra opción.

Zac: ¿Es así como te disculpas?

Ness: No -dijo suspirando-. Ha estado muy mal por mi parte y me disculpo sinceramente, Zac. ¡Mi abuelo se quedaría horrorizado si lo supiera!

Zac: Yo estoy horrorizado… ¡pero seguramente no por la misma razón! -espetó mirándola con exasperación al imaginarse lo que podía haber ocurrido si hubiera logrado marcharse con la motocicleta-. ¿Cómo pensaste siquiera que tomar mi Harley iba a funcionar, Vanessa, con todos los miembros de seguridad que hay en la propiedad?

Ness: Ni siquiera saqué la motocicleta del garaje -reconoció apesadumbrada-.

No había excusa para lo que había permitido que ocurriera en el despacho de su abuelo aquella misma velada… y simplemente había querido alejarse de Hudgens House y de Zac.
Pero en cuanto había encendido el motor de la Harley, tres miembros de seguridad se habían acercado a donde la motocicleta estaba aparcada. Le habían quitado las llaves y la habían acompañado de vuelta al interior de la vivienda. ¡Toda una humillación!

Ness: Obviamente no pensé en las consecuencias que podría acarrear -comentó con aire de culpabilidad-.

Zac: ¡Obviamente! -repitió negando con la cabeza-. ¡Podrías haberte matado, maldita sea!

En retrospectiva, Vanessa reconoció para sí misma que su idea había sido muy mala. No había tenido ninguna garantía de haber podido salir por la carretera trasera de Hudgens House, lo que había sido su idea para no ser vista. Pero ya nunca lo sabría.

No. Haber tomado la Harley no había sido una buena idea en absoluto. En realidad, había sido una idea muy infantil…

Ness: Me siento tan… tan inútil, al tener que sentarme aquí a esperar noticias de mi abuelo -comentó-.

La expresión de la cara de Zac se dulcificó.

Zac: Estoy seguro de que Geoffrey sabe cómo te sientes, Vanessa.

Ness: ¿Sí?

Zac: Sí -insistió-. Mira, es casi la una de la madrugada y sin duda el personal de cocina se fue a la cama hace horas. ¿Por qué no bajamos a la cocina y preparamos té o algo que nos apetezca?

Ness: El té es la panacea inglesa para cuando estamos alterados, ¿no es así?

Zac: Parece que funciona en la mayoría de las situaciones, sí.

Ness: ¿Por qué no? -concedió, que se encontraba demasiado nerviosa como para conciliar el sueño-.

Mientras se dirigían a la cocina, el único sonido que perturbó el inquietante silencio que imperaba en la vivienda fue el reloj de cuerda de su abuelo.

Aquello le recordó a Zac, si es que necesitaba algún recordatorio, que era muy tarde y que estaba a solas con Vanessa. La ducha fría de quince minutos que se había dado no había logrado apaciguar su excitación, como tampoco lo había logrado el sentarse a su escritorio para leer las anotaciones que había realizado hasta aquel momento para la película, ni el telefonear a su agente en Los Ángeles para hablar sobre ello.

Nada de todo aquello había impedido que fantaseara con hacerle el amor a Vanessa en el despacho de Geoffrey. De hecho, todavía seguía pensando en ello.

El ambiente de intimidad que se respiraba en la cocina y el ayudarla a ella a preparar el té no consiguieron mejor resultado sobre su lívido. No podía dejar de mirar como sus delicadas manos preparaban la tetera ni dejar de imaginarse esas mismas manos acariciándolo…

Zac: ¿Te sientes algo mejor? -le preguntó cuando por fin estuvieron sentados a la mesa de la cocina con dos tazas de té delante de cada uno-.

Ness: ¿Te refieres a que si estoy menos histérica?

Zac: No estabas histérica… -aseguró- simplemente comprensiblemente preocupada por tu abuelo.

Ness: Sí -reconoció suspirando-. Aun así, no debería haber sido tan insidiosa.

Zac: ¿Tú? ¿Insidiosa? -emitió un exagerado grito de incredulidad-. ¡Nunca!

Ness: ¡Jamás ganarás ningún premio con esa actuación!

Zac: Tienes razón -reconoció riéndose irónicamente-.

Vanessa se puso muy seria.

Ness: ¿Crees que mi abuelo está diciéndonos la verdad acerca de esta amenaza? -preguntó, preocupada-. Antes se me ocurrió que podría estar utilizándola como cortina de humo… y que tal vez el guión de tu película le haya causado otro ataque al corazón.

Zac: ¿Realmente piensas que tu abuelo te mentiría de esa manera?

Ness: Si creyera que yo iba a preocuparme menos, sí, lo haría -confirmó-.

Desafortunadamente, Zac pensaba lo mismo. Aunque deseaba con fervor que no fuera el caso.

Zac: Entonces es una de esas preguntas que no puedo responder correctamente, sea cual sea mi contestación. Si digo que creo que tu abuelo está diciendo la verdad, no vas a creerme. Y si te digo que es una posibilidad, me pedirás que considere abandonar la idea.

Ness: Tal vez debamos cambiar de tema -sugirió-.

Zac: Puede ser buena idea -concedió-.

Ness: Como probablemente no vayas a poder hablar con mi abuelo de la película durante varios días, quizá quieras contarme a mí lo que has descubierto en los diarios de mi abuela y que querías comentar con él.

Zac: Me temo que es otra pregunta que no puedo responder. Me parece una pena que vayamos a estropear las cosas cuando parecía que durante la última media hora habíamos logrado una tregua…

Ness: Probablemente sea una tregua armada, Zac -comentó-. ¡Y propensa a que se produzca un tiroteo en cualquier momento!

Zac: Está bien. Curiosamente, lo que he encontrado es algo que parece que el reportero que escribió la biografía de tu abuelo pasó por alto.

Ness: Hmm…

Zac: ¿No crees que lo pasara por alto?

Ness: Lo que creo es que, sea lo que sea que hayas descubierto, sin duda mi abuelo se aseguró de que el reportero no lo descubriera.

Zac: ¿Crees que Geoffrey tiene tanto poder?

Ness: Oh, sí -contestó esbozando una afectuosa sonrisa-.

Zac: Ni siquiera sabes de qué trata lo que he descubierto.

Ness: No necesito saberlo. Si mi abuelo ha dejado algunos documentos comprometedores para ti, entonces es que quería que los encontraras.

Aquello provocó que Zac se sintiera un poco mejor.

Zac: De hecho, he descubierto dos cosas, pero ambas están relacionadas. -Ella simplemente esperó a que continuara hablando-. He descubierto el certificado matrimonial de tus abuelos, que data de febrero de 1946.

Ness: ¿Sí?

Zac: Y el certificado de nacimiento de tu padre, de octubre de 1944.

Ness: ¿Sí?

Zac: Lo que deja una discrepancia de dieciséis meses.

Ness: Dos años o más si tienes en cuenta los nueve meses de embarazo -corrigió-.

Zac: ¿Sí…? -respondió en aquella ocasión-.

Ella sonrió y pareció relajarse.

Ness: Estoy segura de que hay muchos niños con certificados de nacimientos cuestionables durante los años de guerras.

Zac: Sin duda -concedió desconcertado-. Pero…

Ness: Pero el lugar de nacimiento de mi padre aparece como Berlín, Alemania.

Zac: Sí.

Ness: Y sin el nombre del padre.

Zac: No…

Ness: Lo que significa que no hay ninguna manera de saber con certeza que Geoffrey es su padre.

Zac: Yo no he dicho eso -protestó-.

Ness: No has tenido que decirlo -dijo riéndose-. ¿No crees que hubiera resultado un poco extraño que en la partida de nacimiento de un bebé varón en Berlín, en 1944, apareciera un hombre inglés como su padre?

Zac: Bueno, sí, pero…

Ness: ¿Quieres más té, Zac? -preguntó repentinamente levantándose para calentar más agua en la tetera-.

A continuación regresó junto a la mesa con esta.

Zac: Gracias -ofreció al servirle Vanessa más té. Se fijó en que parecía divertida-. ¿Te importaría compartir qué es tan divertido?

Ness: Tú -contestó sentándose de nuevo-. Tienes treinta y tantos años, Zac, eres un excelente actor y director de Hollywood, pero… ¡pareces escandalizado de que hace setenta años nacieran bebés fuera del matrimonio!

Zac: No estoy en absoluto escandalizado… Simplemente es que estamos hablando de tus abuelos. Y de tu padre.

Ness: Geoffrey y Anastasia jamás intentaron ocultarme el hecho de que mi padre tenía ya dieciséis meses el día de su boda -aseguró con delicadeza-. Tenemos fotografías que lo prueban. Te las puedo enseñar mañana… mejor dicho, más tarde hoy mismo -corrigió al mirar el reloj de la cocina y ver que eran casi las dos de la madrugada-. Si te gustaría verlas.

Zac: Desde luego, sí.

Ness: Las buscaré por la mañana.

Zac: ¿Entonces qué fue lo que ocurrió? -quiso saber-. ¿Por qué no se casaron tus abuelos cuando descubrieron que estaban esperando un hijo?

Ness: No se casaron antes porque al pasar a las líneas enemigas en febrero de 1944, mi abuela no sabía que estaba embarazada. Cuando conoció su estado, ya había adquirido la identidad de una joven austriaca que había enviudado recientemente y que obviamente sentía mucho rencor hacia los ingleses. No pudo hacer otra cosa que quedarse en Berlín y continuar con la misión que le habían encomendado. Siempre dijo que su embarazo la ayudó a confirmar aquella identidad.

Zac: Dios mío… -dijo dejándose caer sobre el respaldo de la silla-.

Ness: Sí -concedió-. Cuando mi abuelo se enteró del estado de Anastasia, ordenó que la sacaran de Berlín de inmediato.

Zac: Y ella se negó a marcharse hasta que no terminara la misión para la que había ido allí, ¿verdad?

Ness: Efectivamente.

Zac: ¿Tu abuela pasó su embarazo, tuvo a su hijo y se ocupó de él mientras se encontraba en el bando enemigo con una identidad falsa que podía haber sido descubierta en cualquier momento?

Ness: Sí -respondió levantando la barbilla-.

Incrédulo, él negó con la cabeza.

Zac: Dios, eso es tan… tan…

Ness: ¿Irresponsable? ¿Egoísta?

Zac: Iba a decir romántico -aclaró sonriendo con admiración-. E increíblemente valiente. ¡Debió haber sido una mujer increíble!

Ness: Siempre he creído lo mismo -comentó-.

Zac: Pues tú te pareces mucho a tu abuela, ¿sabes?

Ness: Yo creo que no, Zac. Incluso con noventa años, Anastasia se habría montado en tu Harley y habría logrado salir de la propiedad, ¡sin importar todos los miembros de seguridad que hubieran intentado impedírselo!

Zac: Tal vez -reconoció-. Pero tú lo intentaste con todas tus ganas.

Ness: Pero obviamente no fue suficiente -dijo encogiéndose de hombros-.

Zac: ¿Entonces crees que tu abuelo quería que yo encontrara esos certificados?

Ness: Estoy segura.

Zac: ¿Por qué?

Ness: Por alguna razón confía en que vas a hacer lo correcto.

Zac: ¿Y tú también confías en que vaya a hacerlo? -le preguntó inclinándose sobre la mesa para tomarle una mano-.

Al mirarlo, Vanessa se dio cuenta de que sí confiaba en él. Su mirada azul era inequívocamente sincera.

Confiaba en Zac, ¡pero no confiaba en ella misma cuando estaba a su alrededor! Incluso en aquel momento de preocupación y angustia por su abuelo, el que él le hubiera tomado la mano la había alterado por completo, la había excitado intensamente.

Ness: Confío en el juicio de mi abuelo con respecto a todo -contestó finalmente-.

Zac: ¿Pero no en el mío? -dijo con astucia-.

Vanessa apartó su temblorosa mano de la de él y la metió debajo de la mesa.

Ness: Es tarde, Zac -comentó, levantándose abruptamente-. Seguro que mañana será un día largo y angustioso. Deberíamos intentar dormir un poco -añadió, dirigiéndose a la cocina para aclarar las tazas que habían utilizado-.

Consciente de que él estaba mirándola, sintió como le ardía la sangre en las venas. Le temblaron las piernas y tuvo que agarrarse a la pila para no tambalearse.

Zac: ¿Vanessa…? -Ella respiró profundamente para intentar tranquilizarse-. Si algo de lo que he dicho o hecho te ha disgustado, te pido disculpas…

Vanessa había estado tan aturdida intentando controlarse que no se había dado cuenta de que él se había acercado y estaba detrás de ella.

Sintió la calidez de su respiración como una caricia en la nuca. ¡Si la tocara…!

Ness: No has hecho nada que me haya disgustado -aclaró, apartando aquel pensamiento de su mente y girándose hacia él-. Creo que simplemente estoy demasiado alterada.

Zac: Debemos irnos a la cama -sugirió tomándola de la mano y guiándola hacia el pasillo-.

Una vez allí, ambos se dirigieron de la mano hacia las escaleras que llevaban a la planta de arriba de la vivienda. Cuando comenzaron a subir, ella le apretó la mano con fuerza y sus pasos se hicieron más lentos.

Él se giró para mirarla en la penumbra. Parecía realmente pálida.

Zac: Vanessa, ¿preferirías tener compañía esta noche?

Al llegar a la planta de arriba, ella se detuvo en seco. Frunció el ceño y se giró para mirarlo.

Ness: ¿Qué es lo que estás sugiriendo exactamente, Zac…? -murmuró con recelo-.

Zac: Estoy preguntándote si te gustaría que fuera a tu dormitorio y pasara el resto de la noche contigo -espetó brevemente-.

Ness: ¿Por qué?

Zac: ¿Qué te parece si te digo que sé que las horas entre las dos y las cinco de la madrugada pueden ser muy duras de pasar si tienes algo que te preocupa en la mente?

Ness: ¿Hablas por experiencia personal? -quiso saber-.

Zac: Por muy difícil que obviamente te resulta creer, sí -confesó-. Nunca me ha quitado el sueño nada tan serio como la inquietud que sientes por tu abuelo, pero he tenido muchas preocupaciones a lo largo de los años.

Ness: ¿Como el mirarte en el espejo para buscar la primera cana y arruga?

Zac: Tinte de pelo e inyecciones de botox -respondió con tono displicente-.

Ella se quedó muy impresionada.

Ness: ¿Alguna vez has…?

Zac: No, ¡sinceramente puedo decir que jamás he utilizado ninguna de esas cosas! -aseguró irritado al darse cuenta de que Vanessa estaba divirtiéndose a su costa-.

Ness: Todavía -supuso-.

Zac: Jamás -afirmó-. Voy a envejecer con gracia -añadió con burla-.

Vanessa sabía que ambos estaban hablando simplemente por hablar.

En realidad, estaban esperando para ver qué respondía a la oferta de Zac de pasar la noche en su compañía.

Zac: ¿Entonces…? -provocó tras unos segundos-.

¡Dios sabía que ella no quería estar sola ya que en cuanto estuviera en su dormitorio iba a comenzar a volverse loca pensando en la seguridad de su abuelo! ¿Quería eso decir que estaba planteándose aceptar la oferta de Zac?




Todos sabemos lo que va a pasar si esos dos pasan la noche juntos XD
Ya veremos que pasa en el próximo capi.

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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Capítulo 7


Ness: He invitado a un viejo amigo de mi abuelo a que nos acompañe a cenar esta noche -informó a Zac al entrar este en el salón de Hudgens House una hora más tarde-.

Zac: ¿De verdad? -dijo acercándose a ella-.

Se había puesto una camisa de seda negra y unos pantalones de vestir del mismo color. Se había afeitado y tenía el pelo húmedo.

Ness: Pensé que tal vez estarías aburriéndote al solo tenerme a mí como compañía -comentó ofreciéndole una copa de Martini-.

Zac: ¿Ah, sí?

Ness: Obviamente estás acostumbrado a entretenimientos más sofisticados…

Zac: Razón de peso para que disfrute de una semana de paz y tranquilidad -respondió mirándola fijamente-.

Ness: Solo estaba intentando ser hospitalaria…

Zac: No, Vanessa, eso no es cierto.

Ness: No te atrevas a decirme cuáles son mis motivos -advirtió-.

Zac: Está bien -concedió dirigiéndose al otro extremo del salón para sentarse en una butaca. Colocó su bebida en una mesita que había al lado-. ¿Quién es este «viejo amigo» de tu abuelo?

Vanessa tenía el corazón tan acelerado que temió que Zac pudiera oír sus latidos. Él tenía razón; no había invitado a Thomas Sullivan a cenar porque pensara que Zac estaba aburrido… ¡sino que lo había invitado para que actuara como barrera frente a la creciente atracción que sentía por Zac! Por la misma razón se había puesto el mismo vestido negro que había llevado seis semanas atrás cuando había conocido a Zac y se había arreglado el cabello en un moño.

Ness: Mi abuelo y él fueron juntos a la universidad.

Zac: ¡Entonces desde luego que es un «viejo amigo»! ¿Y a los empleados de seguridad de tu abuelo no les molesta que venga aquí esta noche?

Ness: No les he preguntado -confesó-.

Zac: Pues tal vez deberías haberlo hecho.

Ness: No somos prisioneros, Zac.

Zac: ¿Has intentado salir de la propiedad? -preguntó esbozando una ligera sonrisa-.

Ness: Claro que no… -comenzó a decir, dejando de hablar abruptamente-. ¿Estás diciendo que has intentado salir de la propiedad y que te lo han impedido…?

Zac: Tenía más o menos media hora libre antes de cenar y pensé en salir a montar a caballo… para disfrutar de algunas de las vistas de la zona. Pero me detuvieron en la puerta principal y me dijeron muy firmemente que esta noche nadie podía entrar ni salir de Hudgens House. Lo que probablemente significa que el amigo de tu abuelo no va a poder cenar con nosotros.

Ness: ¡Pero eso es completamente ridículo! -exclamó desconcertada-. Voy a ir a hablar con ellos ahora mismo -añadió, dirigiéndose hacia la puerta-.

Zac: Hazlo… y también pregúntales qué era toda esa actividad que se estaba desarrollando hace más o menos media hora.

Ness: ¿Qué actividad? -preguntó parándose en seco-.

Zac: Han estado hablando mucho por radio y hace más o menos quince minutos ha llegado media docena de hombres más… varios de ellos con más perros.

Ella se quedó muy pálida.

Ness: No sabía nada de eso…

Zac: ¿No? -dijo levantándose abruptamente y frunciendo el ceño-. Creo que tienes un problema mucho más grande del que preocuparte que yo, Vanessa.

Ness: Voy a telefonear a mi abuelo para preguntarle qué está ocurriendo -respondió angustiada-.

Zac: Ya lo he intentado yo -confesó-. Incluso le comenté a la señora que respondió al teléfono que estaba hospedándome aquí contigo como invitado de tu abuelo. Pero no supuso ninguna diferencia. Me dijo educada pero firmemente que el señor Geoffrey no podía ponerse al teléfono en ese momento, pero que le haría llegar el mensaje.

Ness: Mi abuelo no suele comportarse de esa manera… -aseguró negando con la cabeza-.

Zac: Yo pensé lo mismo, por lo que intenté telefonearlo al número de móvil que me dio. Pero me respondió un contestador automático y obviamente no volví a dejar otro mensaje… Ah, Little -dijo dirigiéndose hacia el mayordomo al entrar este en el salón-. La doctora Hudgens y yo estábamos especulando acerca de la posible razón de que haya aún más miembros de seguridad en la propiedad…

Experto en descifrar las expresiones de las caras de la gente, se dio cuenta de que los marrones ojos del fiel empleado reflejaron cierta dureza justo antes de que bajara los párpados.

Little: Parece que esta tarde han detenido a varios jóvenes que estaban intentando escalar los muros de Hudgens House para celebrar una fiesta en la playa.

Zac: ¿De verdad? -respondió secamente-.

Little: Sí -confirmó abruptamente el mayordomo antes de dirigirse a Vanessa-. La cena está lista para servir, señorita Vanessa. El señor Sullivan telefoneó hace algunos minutos para disculparse. No va a poder acompañarlos a cenar debido a una ligera indisposición.

Zac: ¡Vaya sorpresa! -exclamó mirándola a ella con complicidad-.

Pero Vanessa estaba más que sorprendida por todo aquello.

Ness: Little, ¿sabes por qué mi abuelo no se pone al teléfono esta noche?

Little: No sabía que ese fuera el caso… -contestó el mayordomo-.

Durante los muchos años que Vanessa había conocido a Little, jamás había dudado de su palabra… pero en aquel momento estaba haciéndolo. Había algo en el tono de su voz, un cierto carácter evasivo, que provocó que le diera un vuelco el estómago.

Ness: ¿Podrías pedirle a la señora Harris que espere más o menos quince minutos para servir la cena? -le pidió al fiel empleado-. Hay varias cosas que tengo que hacer antes de cenar.

Little no pudo evitar esbozar una mueca de desaprobación.

Little: Está bien, señorita Vanessa -dijo, haciendo una reverencia antes de retirarse-.

Al llegar a la puerta, le dirigió a Zac una mirada de censura.

Zac: No parece muy contento -comentó una vez que estuvo de nuevo a solas con Vanessa-.

Ness: No -concedió, que parecía realmente preocupada por toda aquella situación-.

Él se sintió culpable por haber comentado que no le habían dejado salir de la propiedad y que habían llegado más miembros de seguridad, así como que Geoffrey no se había puesto al teléfono.

Zac: Estoy seguro de que no hay necesidad de preocuparse, Vanessa…

Ness: No estás seguro de eso en absoluto, Zac, así que, por favor, deja de tratarme como si fuera una niña. Está pasando algo malo, ¡y pretendo descubrir qué es!

 Zac: ¿Y cómo pretendes hacerlo…? -provocó-.

Ness: Telefoneando a mi abuelo yo misma, desde luego -respondió acercándose a tomar su bolso, que estaba en el suelo junto a uno de los sillones. Sacó su teléfono móvil y marcó el número de su abuelo-. Siempre he podido hablar con mi abuelo… ¿Eres tú, Grace…? -Frunció el ceño al no haber respondido su abuelo a la llamada… tal y como había esperado-. Sí, sí, soy Vanessa -continuó-. ¿Dónde…? Oh, ya veo. Bueno, ¿sabes cuándo saldrá de la reunión?

Zac se apartó a un lado de la sala para darle a ella la intimidad que quizá necesitaba. Mientras miraba por una de las ventanas, pensó que el parecido de Vanessa con su abuela iba más allá del aspecto físico; había heredado de Anastasia la determinación y confianza en sí misma que poseía. Pero, al mismo tiempo, Vanessa también era muy vulnerable… y esa vulnerabilidad provocaba que su instinto protector aflorara en todo su esplendor… Al terminar ella la llamada, volvió a acercársele.

Zac: ¿Está todo bien? -quiso saber-.

Ness: Mi abuelo está en una reunión -respondió, que seguía pareciendo preocupada. Volvió a meter el móvil en su bolso-. Grace le pedirá que me telefonee en cuanto salga.

Zac: ¿Y Grace es…?

Ness: Fue la secretaria personal de mi abuelo hasta su jubilación hace veinticinco años…

Zac estaba comenzado a dudar que Geoffrey se hubiera realmente jubilado.

Zac: Entonces será mejor que vayamos a cenar mientras esperamos a que te telefonee -sugirió, tendiéndole un brazo a su acompañante-.

Pero Vanessa no se movió; estaba muy intranquila por todo lo que había ocurrido aquella velada. Le había parecido realmente extraño que su abuelo no se hubiera puesto al teléfono; durante los catorce años que habían transcurrido desde el fallecimiento de sus padres, siempre había hablado con él cuando había querido. Pero aún más extraño había sido que Grace hubiera respondido a la llamada…

Zac: Debes hacer un esfuerzo para evitar que tu imaginación comience a angustiarte -aconsejó-.

Vanessa se enderezó al darse cuenta de que él se había colocado delante de ella… tan cerca que podía ver el oscuro vello que le cubría el pecho gracias a que llevaba la camisa desabotonada al cuello.
Incluso podía sentir el calor que desprendía su cuerpo y oler la fragancia a limón del champú que había utilizado, así como el intenso aroma a hombre de su piel… ¡Un aroma que siempre lograba que se le debilitaran las rodillas! Asintió con la cabeza e ignoró el brazo que le tendía Zac… ya que no quería que este sintiera lo mucho que estaba temblando por tenerlo cerca.

Ness: Voy a decirle a Little que cenaremos ahora… ¿por qué no vas yendo al comedor?

Él asintió con la cabeza, bajó el brazo y se dirigió al comedor.


Little: El señor Geoffrey está al teléfono -informó al entrar en el comedor una hora y media más tarde para retirar los platos del postre-. Me he tomado la libertad de desviar la llamada a su despacho.

Vanessa se levantó abruptamente.

Ness: Voy de inmediato.

Little: El señor Geoffrey ha pedido hablar con el señor Efron -aclaró el mayordomo, mirando fijamente a Zac-.

Ness: ¿Con el señor Efron? -repitió aturdida-. Debes haberte equivocado, Little…

Little: En absoluto -aseguró el empleado-. Creo que el señor Efron telefoneó al señor Geoffrey esta tarde, ¿no es…?

Zac: Así es -se apresuró a responder, consciente de que ocurría algo extraño. Dejó su servilleta sobre la mesa antes de levantarse-. ¿Si pudieras acompañarme al despacho del señor Geoffrey? -le pidió a Little-.

Little: Desde luego, señor Efron.

Ness: ¡Zac!

Él se puso tenso al darse la vuelta y ver lo enojada que estaba Vanessa… con toda la razón. Geoffrey debía saber que ella no iba a aceptar alegremente que hablara primero con él.

Ness: Voy contigo -informó con determinación-.

Little: Creo que el señor Geoffrey desea hablar a solas con el señor Efron -terció-.

A juicio de Zac muy valientemente.

Ella pareció dispuesta a hacer añicos tanto verbal como físicamente a cualquiera que intentara impedir que hablara con su abuelo. ¡Y Little parecía decidido a hacerlo!

Ness: El señor Geoffrey puede desear lo que quiera, Little -le dijo al mayordomo con la furia reflejada en los ojos-. ¡Pero yo voy a acompañar al señor Efron al despacho!

Zac se echó a un lado justo en el momento en el que Vanessa pasó por su lado y salió del comedor.

Zac: Creo que es una reacción bastante previsible, ¿no te parece? -comentó ante el mayordomo-.

Little: Hay ocasiones en las que es casi posible creer que lady Anastasia está de vuelta con nosotros -murmuró con admiración mientras observaba a Vanessa alejarse por el pasillo-.

Zac asintió con la cabeza.

Zac: Dentro de cinco minutos tal vez debas llevar una botella de brandy y dos copas al despacho del señor Geoffrey.

Little: Desde luego, señor -respondió el mayordomo-.

Consciente de que los siguientes cinco minutos no iban a ser placenteros, Zac se acercó a la habitación en la que había visto entrar a Vanessa.


Zac: Ya has oído a tu abuelo, Vanessa -le recordó con delicadeza-. Ha dicho que no hay ninguna razón para que viajes a Londres ahora mismo.

Vanessa sabía muy bien lo que su abuelo le había dicho… una vez que había logrado quitarle el teléfono de las manos a Zac y hablar con él ella misma. Pero también sabía que no iba a hacerle caso y simplemente esperar a que se pusiera de nuevo en contacto con ella.

Tras la llamada telefónica había descubierto que su abuelo se había marchado apresuradamente a Londres hacía dos días ya que había sido amenazado junto a algunos miembros más de uno de los equipos de seguridad en los que había trabajado. Aquella era la razón de todas las medidas de seguridad que se estaban adoptando en Hudgens House.

La amenaza se había intensificado en las últimas veinticuatro horas… ¡y su abuelo esperaba, le ordenaba, que esperara tranquilamente a tener noticias suyas! De ninguna manera. De ninguna manera iba a quedarse allí esperando a que alguien atacara a su abuelo.

Se giró hacia Little al entrar este en el despacho con una bandeja en la que había una botella de brandy y dos copas.

Ness: Supongo que tú ya sabías qué ocurría antes de que habláramos con mi abuelo, ¿verdad?

Zac: Vanessa -la reprendió desde el lugar en el que estaba sentado-.

Ness: Lo siento, Little -se disculpó-. ¿Sabías que estaban amenazando a mi abuelo? -preguntó de manera menos desafiante pero igual de decidida-.

El mayordomo dejó la bandeja en el escritorio. A Zac le dio la impresión de que parecía un poco nervioso. Pero enseguida se compuso.

Little: Creo que el aumento de seguridad en la propiedad es solo como medida de precaución, señorita Vanessa.

Ness: No estoy preocupada por mí…

Zac: Eso es todo, Little, gracias -terció, sonriendo al mayordomo para tranquilizarlo. Cuando el hombre se hubo marchado, se levantó para cerrar la puerta del despacho-. Pagar tu nerviosismo con uno de los empleados de tu abuelo no va a lograr que te sientas mejor, Vanessa -comentó, acercándose para servir el brandy-.

Ness: ¿Es esperar demasiado que comprendas lo preocupada que estoy? -respondió pálida-.

Zac: No, claro que no -dijo ofreciéndole un vaso de brandy-. Simplemente no creo que insultarnos a Little o a mí vaya a arreglar la situación.

Ness: ¿Entonces qué va a arreglarla? -espetó aceptando la copa y bebiéndose el brandy de un trago-.

Zac: Se supone que hay que oler y saborear los brandy tan caros como este, ¡no tragárselos como si fueran una barata cerveza caliente!

Ness: Ya lo sé -concedió sirviéndose más brandy y bebiéndoselo de nuevo de un trago-.

A continuación dejó la copa sobre el escritorio y miró de manera desafiante a Zac.

Zac: Vanessa, te aconsejaría que no lleves la situación a un punto en el que me obligues a tomar medidas extremas para tranquilizarte -advirtió-.

Ness: ¿A qué medidas te refieres? -provocó-. ¿Vas a colocarme sobre tus rodillas y a darme unos azotes por haber sido traviesa? ¿O bastará con abofetearme en la cara?

Zac: No voy a pegarte… ¡aunque la primera sugerencia que has hecho tiene cierto sentido en este momento!

Normalmente jamás se le pasaría por la cabeza ejercer violencia sobre una mujer, pero aquella situación no era normal en absoluto.

Vanessa estaba al borde de la histeria. Algo comprensible ya que su abuelo era la única familia que le quedaba en el mundo.

Las lágrimas que vio reflejadas entonces en los marrones ojos de ella fueron su perdición.

Zac: ¡Oh, Vanessa…! -exclamó, abrazándola delicadamente-. Todo va a salir bien, ya verás.

Ness: No puedes saberlo -murmuró contra su pecho mientras contenía el llanto-.

Zac: No, tienes razón -concedió-. Pero lo que sí sé es que Geoffrey es un hombre que sabe exactamente lo que hace. Si dice que resolverá este problema, no me cabe la menor duda de que lo hará. Y, como tú lo conoces mucho mejor que yo, tampoco deberías tener dudas.

Ness: Tienes razón. Sé que la tienes. Simplemente… no puedo evitar estar preocupada.

Zac: Lo sé -dijo estrechando el abrazo-. Y también lo sabe tu abuelo. Por eso me ha pedido que cuide de ti.

Ella levantó la cabeza para mirarlo. Tenía una sonrisa reflejada en su llorosa cara.

Ness: ¿Y así estás cuidando de mí…?

Zac: Podría hacerlo mucho mejor si no pensara que vas a oponerte.

Vanessa gimió al acercar él la cabeza y besarle delicadamente la boca.

Relajó el cuerpo sobre el de Zac y separó los labios para profundizar el beso.

Parecía como si hubiera estado esperando a que ocurriera aquello desde la última vez que él la había besado. Esperando y deseándolo.

De inmediato, se perdió en el placer que suponían los ansiosos labios de Zac y disfrutó enormemente de la manera en la que le acarició la espalda y el trasero antes de apretarla con fuerza contra su cuerpo.

Sintió el musculoso pecho de él sobre sus senos y la dureza de su erección contra su pelvis… evidencia de lo excitado que estaba.

Gimió al agarrarla Zac con fuerza por los glúteos y alzarla del suelo para sentarla en el escritorio; le separó las piernas con las rodillas y le levantó el vestido hasta los muslos. Se colocó entre estos y ella pudo sentir el calor que desprendía su erección sobre sus braguitas.

Echó la cabeza para atrás al apretar él su sexo contra el de ella y lo abrazó por los hombros cuando dejó de besarla y comenzó a posar los labios sobre sus mejillas, su garganta, su cuello… Arqueó la espalda al sentir como Zac tomaba uno de sus pechos con una mano. La delicada tela de su vestido no impidió que disfrutara enormemente del placer que le recorrió el cuerpo al acariciarle él su excitado pezón. Apenas se dio cuenta de que le bajó la cremallera del vestido con su otra mano. Solo fue consciente de ello al tocarle Zac la piel de la espalda, momento en el que recordó que no llevaba sujetador.

Él sabía que debía detenerse. Consolar a Vanessa era una cosa… pero lo que en realidad quería era algo completamente distinto. No podía parar, no cuando estaba percibiendo que el placer que estaba sintiendo ella era igual de intenso al suyo.

Le quitó el vestido por encima de la cabeza y la tuvo que levantar ligeramente del escritorio para poder hacerlo. Pudo ver entonces los preciosos pechos de Vanessa, unos pechos grandes y rebosantes de sensualidad en contraste con el resto de su delgada y delicada figura.

Sujetándola por la cintura, se echó para atrás para poder observar su desnudez. Miró de nuevo sus exuberantes pechos antes de acercarse para tomar uno con la boca.

Ella apoyó las manos en el escritorio y sintió como el placer le recorría por dentro hasta apoderarse de su entrepierna. Al comenzar a chuparle Zac el pezón y a acariciarle sensualmente su otro pecho, un intenso cosquilleo se apoderó de su sexo, cosquilleo que fue convirtiéndose rápidamente en una ardiente necesidad que debía ser saciada…

Ness: Por favor, Zac… -suplicó, gimiendo-.

Pero él ignoró su petición y comenzó a saborear con sus labios y lengua su otro pecho. Incitó hasta extremos insoportables su endurecido pezón.

Enloquecida de pasión, Vanessa apretó la pelvis contra la de él para intentar calmar su ardiente necesidad. Temblorosa, miró a Zac con la pasión reflejada en los ojos. Al ver como él chupaba su pezón con ansia, una llamarada de placer se apoderó de nuevo de su sexo.

Ness: ¡Zac…! -En vez de saciarla, él comenzó a besarle los pechos con delicadeza y a acariciarle la espalda-. Deja de jugar conmigo, por favor, Zac -suplicó-.

Zac: Esto no es una idea muy inteligente, Vanessa -dijo dejando de tocarla y apartándose de ella-.

Vanessa se quedó mirándolo durante varios segundos y vio claramente reflejado en sus ojos un intenso arrepentimiento.

Ness: ¿Zac…?

Él negó con la cabeza con una adusta expresión reflejada en la cara.

Zac: Ambos sabemos que vas a terminar odiándome si llego más lejos con esto…

Ness: Estás equivocado, Zac -respondió volviéndose a poner el vestido-.

Zac: ¿Lo estoy? -preguntó con voz ronca-.

Ness: Oh, sí -aseguró-. ¡No podría odiarte más de lo que te odio en este momento! -añadió con el enfado reflejado en los ojos-.

Parecía sentirse humillada.

Zac sabía que se merecía aquel enfado; había permitido que las cosas llegaran mucho más lejos de lo que debía haber hecho teniendo en cuenta que ella estaba muy vulnerable emocionalmente. Pero también sabía que Vanessa estaba equivocada; lo habría odiado aún más si hubiera llevado aquel acto sexual hasta sus últimas consecuencias.

Sintiendo como su sexo le quemaba debajo de los calzoncillos, decidió que debía darse otra ducha de agua fría en cuanto llegara a su habitación… pero en aquella ocasión debía ser una ducha muy larga…

Zac: Tal vez incluso me des las gracias por la mañana por haber detenido esto -murmuró-.

Ness: ¡Si fuera tú, no apostaría por ello!

Zac: Vanessa…

Ness: Creo que debes marcharte ya, Zac -espetó enfurecida-.

Zac: Está bien -concedió-. Pero ya sabes dónde estoy si no puedes dormir y te apetece…

Ness: ¿El qué? -interrumpió-. ¿No acabamos de decidir que esto ha sido muy mala idea?

Zac: Iba a decir si te apetece tener compañía -terminó-. Y no recuerdo haber dicho que fuera mala idea, simplemente que no era una idea muy inteligente… dadas las circunstancias.

Ness: Bueno, «dadas las circunstancias», me gustaría que ahora te marcharas -respondió levantando la barbilla con orgullo al quedársele mirando-.

Él la miró con el arrepentimiento reflejado en los ojos antes de salir de la sala, consciente de que quedarse solo empeoraría la situación.

Si es que era posible…




A ver, Ness, primero no quieres a Zac ni en pintura y ahora le odias por no haberte llevado al huerto... A ver si te aclaras, guapa.

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