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jueves, 28 de febrero de 2013

Deseos escondidos - Sinopsis


El dinero no podía comprarlo todo...

El dinero no le servía a Ness Montez para escapar de los escandalosos rumores que la perseguían allá donde fuera. Así que no le quedó más remedio que inventarse una nueva identidad en una ciudad diferente. Lo que no sospechaba era que su afán por esconder su opulento pasado, despertaría en ella un deseo desconocido. Sin darse cuenta, se había metido en una lucha incansable con el enérgico play boy Zac Efron, que estaba empeñado en llevársela a la cama. Por mucho que deseara rendirse ante él, no podía arriesgarse a que la relación saliera a la luz... pero ¿y si eso le proporcionaba el mayor placer de su vida?



Escrita por Amy J.Fetzer.




¡Nove guay, guay, guay!
Gracias por los coments. Comentadme más XD.

A ver, tengo una anónima, que me ha comentado en inglés. Y si creo haber entendido bien XD, por lo visto te ha gustado la plantilla del blog y quieres saber de dónde la saqué. Pues de esta página: http://btemplates.com/

Y antes de que me preguntéis: esta nove tiene 11 capis y epílogo.

¡Comentad!
Bye!
Kisses!


lunes, 25 de febrero de 2013

Capítulo 18


Zac corría por el pasillo del hospital y al dar la vuelta a la esquina se encontró a Scott y a Vanessa envueltos en un cálido abrazo. Se detuvo en seco, de manera que sus zapatos rechinaron en el suelo, pero ellos no parecieron darse cuenta.

Scott: Estoy aterrado, Vanessa -oyó que decía con voz tensa-.

Zac observó cómo se separaban y el rostro se le crispó por el dolor que le causó ver que Vanessa aún sostenía las manos de Scott entre las suyas.

Ness: No tienes por qué. Es más fuerte que nosotros dos juntos.

Scott: ¿Debería entrar ya? ¿Crees que me están esperando?

Zac esperaba oír a continuación la confesión de amor de Vanessa, pero en ese momento Vanessa soltó las manos de Scott y le revolvió el cabello cariñosamente.

Ness: Scott, ese bebé no esperará ni siquiera por ti. Ve con ellos, tigre.

Una enfermera salió y acompañó a Scott hacia la sala de partos, y entonces Zac se dio cuenta de que lo que Vanessa había dicho era cierto. No había nada más que afecto entre Scott y ella y sintió que se quitaba de encima un enorme peso. Cuando acusó a Vanessa de amar en secreto a Scott solo lo había hecho para buscar un defecto en ella, una razón para no sentir el amor tan intenso que sentía hacia ella, pero al verla olvidar su propia preocupación por Ashley para tranquilizar a Scott sabía que no tenía nada de qué preocuparse.

De pronto Vanessa se giró hacia él como si hubiera sentido su presencia. Zac estiró el brazo y ella se acercó a él y se refugió en la tibieza de su pecho. Aquello era realmente agradable. Nunca antes se había sentido seguro y protector al mismo tiempo, y lo mejor era que en vez de querer salir corriendo sentía que allí era donde deseaba estar.

Pero la placentera sensación terminó cuando Miley, Will y Brittany aparecieron. Zac observó indefenso cómo Brittany arrancaba a Vanessa de sus brazos mientras Miley y Will lo acosaban a preguntas y se sintió solo. Y sabía qué necesitaba para ahuyentar aquella sensación.

Un par de horas después, Miley, Will y Brittany se quedaron dormidos. Vanessa miró a Zac que también la estaba mirando. Tenía el pelo revuelto, el rostro cansado, muy parecido a aquella primera mañana. No le extrañaba que se hubiera quedado hechizada. Tenía un aire ingenuamente cautivador sobre todo en aquellos raros momentos en los que bajaba la guardia. Se humedeció los labios y se pasó la mano por el cabello.

Zac: ¿Vienes conmigo a por un café? -susurró con su voz grave-. Quiero hablarte de algo.

Ness: ¿No deberíamos quedarnos? Quiero estar aquí por si ocurre algo.

Zac: Solo tardaremos unos minutos. Podemos traerles una taza a los demás para cuando despierten y yo no puedo con todos solo.

Vanessa asintió y se levantó tratando de no molestar a los demás.

En silencio lo siguió hasta el ascensor. ¿Qué sería aquello tan importante que Zac tenía que decirle en ese preciso momento? No podía tratarse de la oferta de trabajo. Algo así sería tremendamente inapropiado. Tal vez lo que tenía que decirle era que se marchaba de nuevo. El pensamiento la hizo temblar y Zac se quitó la chaqueta y se la puso suavemente sobre los hombros pensando que temblaba de frío. Vanessa le dio las gracias con una sonrisa con cuidado de no dejar traslucir el profundo amor que aquel tierno gesto le había provocado.

Salieron del ascensor y se dirigieron a la cafetería donde pidieron dos cafés para llevar y se sentaron en una mesa junto a la ventana. Vanessa bebió su café y esperó nerviosa a que Zac hablara.

Zac: Quería disculparme.

Ness: ¿Por qué esta vez? -quería mantener la voz tranquila-.

Zac: Por sugerir que estabas enamorada de Scott.

Ness: Ah -eso no era lo que esperaba-. Bueno, disculpas aceptadas.

Zac: Ahora sé por qué elegiste a Scott. Buscabas el tipo de hombre que él representa, alguien de quien depender. Lo entiendo. -Se miraba las manos con las que estaba destrozando el mantel-. Pero no pude verlo antes porque, bueno, tenía... celos.

A Vanessa le dio un vuelco el corazón. ¿Zac había dicho celos?

Zac: No quería que recurrieras a él en busca de respuestas porque deseaba que recurrieras a mí.

Ness: ¿Para encontrar al hombre perfecto? -preguntó desalentada-.

Zac: ¡Dios, no! -exclamó pasándose impaciente la mano por el pelo-. Eso era lo último que quería que hicieras. Organizarte citas con todos esos hombres...

Ness: ¿Lo último que querías que hiciera? -preguntó confusa-.

«Por Dios, Zac, dime ya lo que deseo escuchar».

Zac la miró a los ojos, con expresión cansada, que reflejaba exactamente los sentimientos de ella. Vanessa no desvió la mirada. No podía.

Zac: Es lo último que quiero.

¿Estaba diciendo lo que deseaba desesperadamente que dijera? Tenía que asegurarse. Era en ese momento o nunca.

Ness: ¿Qué quieres entonces? -preguntó con un hilo de voz-.

Zac la miró a los ojos con una intensidad que hizo que le temblaran las rodillas.

Zac: A ti.

¡La quería a ella! Realmente la quería pero ¿era suficiente? Ella también le quería y si él no la quería con la misma fuerza nunca sería suficiente. Incapaz de hablar, Vanessa guardó silencio esperando que hablara él.

Zac: Cuando Scott me dijo que estabas buscando marido -continuó-, consideré que yo era el candidato perfecto. La idea siempre me había hecho salir corriendo hasta entonces pero contigo sentía que la calma me invadía como si lo hubiera estado esperando toda la vida. Aunque has conseguido volverme loco. No puedo dormir, apenas como y por mucho que lo intente no puedo dejar de desear tocarte. ¿Qué crees que deberíamos hacer al respecto?

«Dímelo tú» pensó Vanessa incapaz de decir una palabra. Sus cuerdas vocales estaban atenazadas por la emoción.

Zac: Bueno, yo he pasado algunas noches de insomnio y he podido dar con la solución -continuó poniendo una mano sobre la de ella y acariciándole la palma-. Cásate conmigo -le pidió-.

Ness: ¿Qué? -preguntó en un tono lo suficientemente alto como para que unas cuantas enfermeras volvieran la cabeza-.

Zac: Cásate conmigo, Vanessa.

Ness: Pero... ¿por qué?

Zac: ¿Por qué no? ¿No es lo que debería hacer un hombre perdidamente enamorado?

Ness: ¿Perdidamente...?

Zac: Enamorado. Porque lo estoy, Vanessa. No me has dado otra opción, apareciendo en mi vida continuamente, haciéndome imposible olvidar lo arrolladora y asombrosa que eres.

Ness: Eras tú quien aparecía continuamente...

Zac: Da lo mismo, cada vez que creía haber racionalizado mis crecientes sentimientos por ti, allí estabas, tan guapa y encantadora y absolutamente adorable. No me dejaste opción -le sonrió mostrando sus hoyuelos y un gesto suave en los ojos-. Y al final me di cuenta de que no quería perder la oportunidad de amarte. Quería tener la oportunidad de amarte más que a nada en el mundo.

Ness: Oh, Zac. No tenía ni idea.

Zac: Ya me di cuenta. Solo fue necesaria una fiesta terriblemente cara para demostrártelo. Pero entonces encontré esa oferta para ir a esquiar y animé a Miley y a Will para que se fueran una semana.

Ness: ¿Alejaste a tu hermana a propósito? -dijo comprendiéndolo todo-.

Zac: Lo cierto es que estaban planeando un viaje así de todas formas, simplemente no pensaban irse tan pronto.

Ness: ¿Lo hiciste para que tuviera que acordar todos los detalles de la fiesta contigo?

Zac: Me temo que sí. Ya te dije que compraba el afecto de las mujeres de mi vida con dinero. Pero tú te empeñaste en estropearlo al final cuando te negaste a ser mi pareja en la fiesta. Ése no era el gran final que yo había planeado.

Ness: Parece que es mi turno de pedir disculpas -dijo sonrojándose por primera vez aunque su autoestima estaba por los cielos-.

Zac: Me parece que sí. Al menos podías haber elegido a alguien como Matt Sadler con el que pavonearte ante mí. Sentir envidia de un hombre como Derek Gordon ha sido un golpe para mi ego.

Ness: Por favor, no me lo recuerdes. Tampoco ha sido una de mis mejores planes -dijo hundiendo la cara entre las manos-.

Zac: Al contrario que el de decidirte a buscar marido solo porque un idiota te trató mal en la calle.

Ness: ¿Cómo lo has sabido? ¡Scott! ¿Te lo dijo él? ¿O fue Ashley? Sabía que no podría estar callada. ¿Brittany? Esa chica no sabe tener la boca cerrada.

Zac: ¿Qué importa ahora? Caí bajo tu hechizo mucho antes de averiguar esa jugosa información -dijo sonriendo y Vanessa le dio un golpe cariñoso en el brazo. Entonces él le tomó la mano y se la llevó a los labios-. Lo cierto es que cuando te vi con aquellas ridículas botas de goma amarillas el día de las carreras me hiciste tuyo, Vanessa Hudgens.

Ness: ¿El día de las carreras? -preguntó mirando cómo Zac le seguía depositando suaves besos en la mano-.

Vanessa pensó entonces en todo el tiempo que había pasado. La había amado desde mucho antes de que ella le contara los detalles sobre su niñez. Se había mostrado protector con ella porque la amaba, no porque sintiera lástima de ella. Era maravilloso. Sin más, se levantó y se sentó en el regazo de él y empezó a darle besos en el cuello, la barbilla y todo el rostro hasta llegar a su boca expectante. Nunca lo dejaría escapar.

Zac: ¿Qué puedes decir en tu defensa, señorita Hudgens?

Ness: Te quiero con toda mi alma y mi corazón, Zac Efron -contestó incapaz de seguir guardando para sí sus intensos sentimientos-.

Zac: Bueno, eso ya lo sabía. -Vanessa lo miró sorprendida-. ¿No te han dicho nunca que tienes una cara de póquer muy mala? -Vanessa no podía hacer nada más que mirar sin salir de su asombro-. Lo que quiero decir, señorita Hudgens, es que no has contestado a mi pregunta.

Ness: Zac, te adoro, pero no podría vivir sabiendo que te sientes atrapado por mi culpa. Una vez me dijiste que no había que anclarse a un solo proyecto mucho...

Zac: Tú no eres un proyecto, Vanessa -la interrumpió-. Eres la mujer que quiero. Es cierto que he pasado gran parte de mi vida adulta convenciéndome de que quería ser libre, pero era una libertad falsa porque siempre llevaba conmigo mi enorme muro protector. Entonces llegaste tú con la escalera necesaria para ayudarme a saltarlo.

Ness: ¿Y has tardado tres semanas en subir unos cuantos escalones? -preguntó llena de alegría-.

Zac: Era un muro muy alto -señaló al tiempo que depositaba una riada de pequeños besos por el hombro de Vanessa-.

Ness: Pero saber que estaba buscando marido debió influirte de alguna manera...

Zac: Vanessa, ¿no puedes callarte ni un momento? Ésta es mi última oferta, la tomas o la dejas. -Vanessa calló-. Trabaja conmigo en Efron Holdings; vive conmigo, en tu casa o en la mía, me da igual; si decido ir a algún sitio, solo lo haré si tú estás a mi lado; pero cásate conmigo. Me temo que eso es imprescindible para que haya trato.

Ness: Pero, pensé que solo querrías contratarme si no estaba casada.

Zac: ¿Me quieres decir cómo se ha metido esa idea en tu preciosa cabecita? -preguntó lleno de asombro-.

Ness: En el Lunar, cuando me dijiste que tenía que jugar bien mis cartas, pensé que querías decir que no contratarías a una mujer que planeara ser madre.

Zac: ¿Así que tienes planeado ser madre? ¿Y quién soy yo para discutir? ¡Me has convencido! Creo que deberíamos encerrarnos varios días, incluso semanas, para concentramos única y exclusivamente en ese plan tuyo.

Vanessa creía estar en el cielo. Le costó mucho reunir la fuerza para hacerle a Zac una última pregunta.

Ness: ¿Y, por cierto, qué tienes pensado hacer con el Lunar?

Zac: Cásate conmigo y te lo daré como regalo de bodas -respondió tomándola por la cintura y acercándose para besarla en los labios-. Hablas demasiado, preciosa, pero todavía no has respondido a mi pregunta.

**: ¿Señor Efron? ¿Señorita Hudgens? -preguntó una enfermera desde el extremo más alejado de la cafetería-.

Ambos se levantaron aunque esta vez Vanessa no soltó la mano de su hombre.

**: El señor Tisdale les está buscando.

Ness: ¿Ha ocurrido algo?

**: No -sonrió la enfermera-. Es solo que él y su esposa desean que vayan a conocer a su hijita.

Vanessa miró a Zac y vio que los ojos de éste brillaban de la emoción.

Zac: Una hija -susurró-. Una hija que tendrá unos padres maravillosos.

Ness: Y unos cariñosos padrinos -dijo besando las mejillas húmedas de Zac.


Vanessa se inclinó sobre su amiga que despertaba de una pequeña siesta.

Ash: Vanessa, estás aquí.

Ness: Claro que sí, tonta.

Ash: ¿Y Zac?

Ness: Está aquí también.

Zac avanzó un paso y se colocó al lado de Vanessa a quien le puso un brazo alrededor de los hombros.

Zac: La hemos visto -dijo con emoción-, y es preciosa.

Ness: Pero no se parece a Scott -bromeó-.

Ash: Yo opino lo mismo -dijo con una débil sonrisa-, pero no se lo digas a él; piensa que es su viva imagen.

Vanessa asintió y Zac le guiñó un ojo cómplice. Ashley los miró con atención, a Vanessa que seguía llevando la chaqueta de Zac, y a éste que jugaba con el pelo de Vanessa inconscientemente, con una gran sonrisa iluminándole el rostro.

Ash: Vosotros dos ocultáis algo.

Ness: No eres la única que tiene buenas noticias esta noche.

Ash: ¿De verdad? ¿Quién tiene otra noticia? ¿Sobre qué?

Ness: Nosotros.

Ash: Bueno, ¿y a qué esperáis? No podéis dejar a una mujer exhausta con la intriga. Si tardáis mucho más me quedaré dormida.

Vanessa miró a Zac que la miraba con adoración. Asintió y una sonrisa radiante cubrió el rostro de Vanessa que dejó de mirar al hombre que amaba para mirar a su querida amiga.

Ness: Me voy a casar.


FIN




So beautiful! ¡A qué sí! XD
Mi parte favorita de esta novela es que empieza con la misma frase que acaba XD. Mola.
Bueno, ¿os gustó la nove? Que pregunta... ¡pues claro!
Pero la siguiente os gustará también. ¡Es super guays! Comentadme mucho y pondré pronto la sinopsis.

Lau, que pesada eres ¬_¬
Pero tienes razón, ¡es muy diver! XD
Me río mucho con tus comentarios. Espero que lo pasaras bien en tu viaje. Por lo visto, fuiste a la playa XD.

Gracias a todas las que me comentáis y a todas las que visitáis el blog de incógnito XD.
Bye!
Kisses!


sábado, 23 de febrero de 2013

Capítulo 17


El sábado por la noche Brittany estaba esperando con su sencillo y elegante vestido fuera del Lunar cuando Vanessa llegó con Ashley, Scott y Derek.

Britt: Todo va bien, Vanessa -susurró a Vanessa-. Nunca he visto una fiesta que marche tan bien. Los cocineros están sonrientes, el bar bien surtido y los invitados de honor relajados. Es un milagro.

Ness: Disfrútalo, Brittany. Lo estás haciendo muy bien.

Vanessa se puso a buscar a Zac al momento con la excusa de que prefería tenerlo a la vista para poder evitarlo.

**: ¡Tú tienes que ser Vanessa! -dijo una joven alta y delgada que se acercó a ella al entrar en el salón-.

Vanessa se fijó entonces en los hoyuelos.

Ness: Y tú debes ser Miley. Te pareces mucho a tu hermano.

Miley: Lo sé, aunque espero ser un poquito más guapa. Y ahora déjame que te vea bien. -Miró a Vanessa de arriba abajo como una vieja tía que no hubiera visto a su nieta desde que era pequeña-. Creo que Zac utilizó la palabra «preciosa» -dijo volviéndose hacia Ashley y Scott haciendo un guiño-. Y por lo que he oído vosotros dos los presentasteis.

Ash: No exactamente, aunque los hemos ayudado todo lo posible, me temo que no somos los artífices de su primer encuentro. Fue puramente accidental. Yo diría que fue el destino, aunque otras se empeñen en negarlo.

Miley: Algo he oído. Chocaron en la calle y mi hermano la ayudó a recoger sus cosas. No podía dejar de reír cuando me lo contó. Mi serio e inflexible hermano ayudando a una damisela en apuros. Habría dado todo por verlo. -Vanessa sabía que Ashley estaba mirándola con la boca abierta-. Y este hombre tan guapo es mi prometido, Will -dijo arrastrando tras de sí a un hombre ligeramente más alto que ella, unos años mayor, con una barba perfectamente arreglada y unas disimuladas canas a ambos lados de la cabeza, que en ningún momento dejó de mirar a Miley-. Will, éstos son Scott, la mano derecha de Zachary, y su mujer, Ashley, y el que está en su barriga es su primer hijo. -Vanessa sintió una dolorosa sensación en su interior al verse rodeada de tanto amor-. Y esta preciosa criatura -dijo mirando a Vanessa que prestó atención al oír su apodo-, es la mujer que ha vuelto loco a Zac los últimos días. No puedo perdonarte por ello, Vanessa. Sea lo que sea que hayas hecho, ha estado realmente insoportable.

Derek: ¿Quién ha estado insoportable? -acababa de regresar del ropero de dejar los abrigos de las mujeres-.

Ash: Derek -dijo con los ojos brillantes de diversión-, éstos son Miley y Will, los anfitriones de la fiesta. Miley, Will, éste es Derek Gordon. Trabaja en administración en Efron Holdings.

Derek: He venido con Vanessa -aclaró a todos-.

Vanessa vio el gesto extrañado de Miley que miraba a Ashley sin entender nada y a ésta que le devolvía una mirada con el ceño fruncido al tiempo que sacudía la cabeza.

Miley: Encantada de conocerte, Derek.

Derek: Lo mismo digo -mirando a todas partes menos a la pareja-. Vanessa, es hora de darnos una vuelta -y la tomó del brazo. Una vez en el bar, Vanessa pidió una copa de champán-. No, Vanessa -insistió quitándole la copa y devolviéndosela al atónito camarero-. No necesitas bebidas alcohólicas que puedan alterarte esta noche. Déjamelo a mí. Dos zumos de arándano. Son buenos para los riñones.

Vanessa dejó a un lado el zumo y tomó la copa de champán que había pedido al principio y dio un gran sorbo. Al darse la vuelta en un intento de separarse de aquel despreciable ser lo antes posible chocó con un objeto inmóvil. Era Zac.

Ness: Hola, Zac -dijo sin respiración y con el corazón latiéndole a toda velocidad-.

Zac: ¿Dónde está Scott?

Ness: Está con Ashley, espero -dijo asegurándose de que Derek no notara la inquietud que la invadía en presencia de Zac-.

Zac: ¿De veras? Yo pensaba que no querrías perderlo de vista.

Ness: Sí, bueno, pensaste mal. Ashley y Scott estaban charlando con otra feliz pareja la última vez que los vi -dijo sin dejar de vigilar a su acompañante-. Hemos conocido a Miley y a Will al entrar.

Zac frunció el ceño al ver que Derek se acercaba a Vanessa y le rodeaba la cintura con un brazo posesivo.

Zac: Te conozco, ¿no? -preguntó con tono tajante mientras miraba ofendido la actitud posesiva-.

Derek: Seguro, señor Efron. Trabajo para usted. Derek Gordon. Administración.

Zac: ¿Ha venido contigo? -preguntó a Vanessa con tono incrédulo, sin hacer caso a la mano que Derek le ofrecía como saludo-.

Derek: Puedes asegurarlo, amigo. Solo me ha costado seis meses hasta que al final ha aceptado. El secreto es la perseverancia, amigo.

Ness: ¿Te gusta la fiesta? -preguntó tratando de desviar la atención de Zac de aquella charada-. ¿Es como la imaginabas?

Era perfecta y Vanessa lo sabía. No había ni un posible fallo pero él se limitó a encogerse de brazos y dirigir a Derek una elocuente mirada.

Zac: No hagas público el anuncio todavía.

Vanessa se atragantó con las burbujas del champán. ¿Se trataba de otra indirecta sobre la elección que tendría que hacer entre un hombre o el trabajo? Él había cambiado las reglas del juego muchas veces en su propio beneficio y Vanessa estaba harta.

Ness: Oh, no te preocupes por eso, Zac -contestó con los dientes apretados-. Conociendo tu aversión a las obligaciones, no se me ocurriría contar con una garantía por tu parte.

Zac aguantó y Vanessa supo que sus palabras habían dado en el blanco. El hombre había palidecido y tenía las mejillas coloradas. Parecía como si le hubiera abofeteado.

Pero Vanessa no dejó de mirarlo a los ojos, decidida a no ceder, a no dejarse vencer por su expresión desdichada. Si se había propuesto que la odiara, lo debía estar consiguiendo.

Zac finalmente retiró la torturada vista de ella y pareció tomar conciencia de la presencia de Derek, momento en que su expresión se endureció y se cebó sobre Vanessa.

Zac: Supongo que cuando Vanessa comenzó con su caza de marido se mostró abierta a todo tipo de experiencias.

Vanessa se puso colorada. Touché.

Derek: ¿Qué es esto?

Zac: Supongo que ya ha tomado una decisión. Bueno, os dejaré a los dos tortolitos. Nunca había visto a Vanessa tan feliz como esta noche y supongo que te lo debe a ti. Parece que ha ganado el mejor, Derek -y diciendo esto se alejó-.

Derek: Si lo que ha dicho es cierto, te prometo pedir tu mano antes de que la noche termine. Espero que eso no te incomode.

Ness: En absoluto, Derek, te lo digo de todo corazón -contestó cuando pudo por fin quitar la vista de la espalda de Zac-.

Derek: Bien, bien. Nunca antes lo había conocido. Solo lo había visto por los pasillos, pero parece un tipo decente.

Ness: Sí, lo es -dijo mirándolo de nuevo-.

El hombre más decente que había conocido en su vida; un hombre con buen corazón, inteligente, y franco. Y ella había sacado a relucir sus más profundos resentimientos, para poder tapar así sus propios y débiles miedos.

Vanessa observó a Zac abriéndose paso entre la gente. Miley se le acercó y le dio un fuerte abrazo. Zac debió decir algo a Will que hizo que se riera con fuerza. Miley se retiró de su hermano y le dio un golpe en el hombro en actitud cariñosa mientras Zac fingía que le había hecho daño. Incluso desde aquella distancia, Vanessa podía ver el respeto que Zac inspiraba en la gente, el mismo que le inspiraba a ella.

Y ella había hecho todo lo posible para que él la odiara. ¿Qué había hecho?

Derek: Vamos entonces. Será mejor que encontremos nuestra mesa. No me gustaría que alguien hubiera intercambiado nuestros sitios.

La cena se hizo dolorosamente larga. Vanessa contó los segundos rezando para que todo acabara. El momento crucial de la cena fue cuando bailó con Derek y se dirigió hacia una escalera que daba a unos balcones sobre el restaurante. Tras los discursos, Vanessa se excusó y se dirigió al baño, seguida de Ashley.

Ash: El hombre de la calle -comenzó sin preámbulo-, el culpable de esta historia del marido...

Ness: Era Zac -admitió consciente de que ya no podía seguir ocultándolo-, recién llegado de Nueva Orleáns.

Ash: Alto, hoyuelos, guapo y buen olor -sacudió la cabeza-. Debería haberlo imaginado. Ves, te dije el primer día que era el destino y no quisiste creerme.

Ness: Ahora lo creo.

Ash: ¿Lo crees? -apoyó la mano en el brazo de Vanessa-. Le quieres, ¿verdad?

Ness: Le quiero, Ashley. Soy una estúpida, pero es así -se dejó caer en los brazos de su amiga sintiéndose perdida, pero aliviada al mismo tiempo-.

Ash: No eres estúpida. Es natural.

Ness: Pero él no me quiere -dijo con la respiración entrecortada-.

Ash: Yo no estaría muy segura de eso. Sé de buena tinta que ha pasado toda la cena mirándoos a Derek y a ti con el ceño fruncido.

Ness: Me porté mal con él.

Ash: Ya es mayorcito y sabe cuidarse -se rió-.

Ness: Pero lo que él siente es lástima por mí.

Ash: Bueno, puede que así sea. Y puede que se preocupe por ti.

Ness: Eso es lo peor. No creo que sea así. Creo que ha pasado la vida especializándose en no preocuparse por nadie, y lo ha conseguido, como todo lo que se propone. Oh, Ashley, creo que las últimas tres semanas han sido un completo desastre.

Ash: No han sido un desastre. Has preparado una estupenda fiesta así que disfruta del éxito. Ya solucionaremos lo demás mañana -dijo secando las lágrimas que asomaban a los ojos de Vanessa-.

La fiesta estaba en su apogeo, la pista llena de gente bailando y Vanessa se retiró a la tranquilidad de un balcón repitiéndose que aquello era lo que deseaba pero sintiendo que en realidad deseaba mucho más.

Fuera, apenas había respirado el aire frío de la noche, cuando oyó la puerta de cristal que se abría y cerraba tras ella. Era Derek.

Ness: Vuelve dentro, Derek. No tardaré. -Sin decir nada, el hombre se colocó tras ella y la rodeó con los brazos-. ¡Derek, por favor! ¿Qué estás haciendo? -gritó mientras luchaba por liberarse-.

Derek la hizo girar bruscamente. Aquel hombre tenía una fuerza oculta.

Derek: Somos adultos, Vanessa. No finjas que no sabes lo que estoy haciendo. ¿Por qué si no me habrías invitado esta noche? -preguntó clavándole los dedos huesudos en la carne-.

Ness: ¡No, Derek! Pensé que te gustaría salir con gente que conoces.

Derek: Y pensaste que podías darle celos al señor Efron. -Vanessa dejó de forcejear y miró a Derek a los ojos sorprendida de que se hubiera dado cuenta-. No soy idiota, Vanessa. Vi la manera en que te miraba con deseo insatisfecho. Conozco muy bien la sensación como para no reconocerla en otro hombre. Y también conozco la manera de volverle completamente loco de celos: hacer contigo lo que evidentemente él aún no ha conseguido.

Derek empujó a Vanessa contra la barandilla de hierro lastimándole la espalda. La apretó tanto que ella no pudo separarse. Lo golpeó con furia en la espalda mientras él le besaba el cuello rabiosamente.

Ness: ¡No! Derek, por favor.

Antes de que Vanessa pudiera decir nada más Derek se retiró de ella y entre la confusión pudo ver cómo se llevaba las manos a la cara. Un puñetazo en pleno rostro lo hizo girar en redondo y caer al suelo. Vanessa ahogó un grito de terror y retrocedió un paso. Cuando alzó la vista se encontró con el agresor de Derek.

Zac estaba allí de pie, con los pies separados, la cabeza erguida, frotándose el puño derecho con la mano izquierda. Tenía los ojos brillantes y las aletas de la nariz abiertas para respirar profundamente.

Vanessa estaba jadeando también, la boca abierta y seca, sin poder retirar la vista de la poderosa imagen que tenía ante ella.

Zac dio un paso hacia ella para asegurarse de que estaba bien y Vanessa se movió ligeramente de su sitio, lo suficiente para que él se detuviera en seco. A continuación su mirada se suavizó y tragó con dificultad varias veces.

Ness: Zac. Gracias... quiero decir, él estaba… -trató desesperadamente de contener las lágrimas que amenazaban con aflorar a sus ojos-. Estaba decidido. Si no hubieras aparecido cuando lo hiciste...

Zac: Lo sé. No tienes que decirlo -susurró preocupado y confuso a la vez-.

Ness: Estoy... estoy bien -insistió llorando-.

Zac: Vanessa -tuvo que hacer un esfuerzo para que la voz le saliera-. Déjame acercarme a ti. Necesito saber que no estás herida.

Ella extendió una mano para que él no traspasara la distancia. Ya estaba temblando sin tenerlo a su lado, mirándola como lo estaba haciendo. Entonces bajó la mirada hacia Derek y apartando un momento sus propias emociones, se dio cuenta de que no se había movido desde que había caído.

Ness: Zac, lo has dejado inconsciente. De un solo puñetazo.

Zac: Lo sé.

Ness: Eres un luchador entrenado. Te podría demandar por agresión y probablemente ganaría.

Zac: ¿De verdad crees que ganaría?

Ness: Creo que tienes mucha práctica y eres muy apasionado, Zac; no estoy segura de que puedas controlarte.

Zac: Por todos los santos, Vanessa, ¿tienes idea de lo que le podría haber hecho si hubiera querido castigarlo de verdad? Pero más importante, ¿tienes idea de cuál es el objeto de tanta pasión? ¿Mi único objetivo en las últimas semanas y todavía en este momento?

Vanessa había dejado de respirar, consciente repentinamente del aire frío de la noche y del sensual temblor que sacudía su cuerpo de la cabeza a los pies.

Zac pareció notar la actitud de Vanessa y sin pensárselo pasó por encima del hombre en un rápido movimiento y la tomó entre sus brazos. De pronto toda la ansiedad y el miedo desaparecieron en aquel cálido abrazo, sus labios se unieron en un beso salvaje y desesperado como si llevaran toda una vida amándose y esperando aquel momento para consumar su deseo.

Vanessa le rodeó el cuello con los brazos disfrutando de la sensación de placer que le producía acariciarle el cabello. Zac por su parte cerró sus potentes brazos alrededor de su cuerpo, acariciando el lugar en el que antes la barandilla la había lastimado. Sus fuertes manos eran como un bálsamo cálido y protector. Vanessa se puso de puntillas y Zac se curvó para poder estar más cerca de ella.

El beso se fue haciendo más apasionado y las lenguas se entrelazaron con fuerza en un torbellino de pasión descontrolada, mientras luchaban por acercar sus cuerpos desesperadamente necesitados el uno del otro.

**: ¿Vanessa? -preguntó una voz desde la puerta-.

Ambos se separaron como si un rayo los hubiera golpeado. Vanessa trató de deshacerse del abrazo instintivamente pero Zac la miró con cariño y depositó finalmente un ligero beso en la punta de su nariz.

Brittany y Miley permanecieron de pie en la puerta, mirándolos a ellos y a Derek alternativamente, con la boca abierta.

Zac: Brittany -dijo con calma-, ¿podrías decirle al doctor Thomas que venga a ver a Derek? Está inconsciente, pero creo que unas sales aromáticas bastarán para hacerle recobrar el conocimiento. Lo único que tendrá mañana será un buen dolor de cabeza.

Britt: Bueno, traería al doctor Thomas si no estuviera ocupado con Ashley -explicó sin despegar los ojos del hombre que yacía en el suelo-.

Ness: ¿Ashley? -dijo acercándose a Brittany y tomándola por los brazos-. ¿Algo malo le ocurre, Brittany?

Britt: No es nada malo -prometió-. Está teniendo un hijo. Eso es todo.




¡Queda un capi, chicas! Y la mala noticia que tengo es que esta nove no tiene escenas de cama. ¡Pensaba que sí! Pero a la nove solo le queda un capi y no les va a dar tiempo de tanto XD.

Bueno, Lau, ahí tienes el capi que tanto me pedías. Cómetelo si quieres, pero deja de dar la lata XD. Y felicidades a tu hermana. Yo también tengo una, pero no comparto las mismas tradiciones de hermanas que tú XD. No sé, igual se debe a la diferencia de edad o que yo sea la hermana pequeña... ¡Bah! ¡Da igual! Vamos a lo que importa: ¿¡cuál es esa foto de la que me hablas!? ¡No la he visto! ¡Quiero verla, porfis! ¡Me lo debes! XD.

Nata, gracias por comentarme. Realmente no sabía exactamente como estaban las cosas en tu país. No soy muy aficionada a las noticias y no sé mucho de lo que pasa en el resto de países. Tampoco creas que sé todo sobre el mío. Pero creo que ningún país del mundo se merece lo que le está pasando respectivamente. De verdad espero que se solucionen pronto todos los problemas, que ya son demasiados y cada vez peores, y nos permitan vivir dignamente. ¡Nadie se merece estar jodido, más que los governantes, que no hacen nada a derechas!
Y bueno, dejamos la política, que da dolor de cabeza XD, y bueno, que lo pases bien Tenerife. Yo no he ido, ni idea de dónde está XD, pero el tiempo suele ser bueno. Es todo lo que puedo decirte XD. Y yo soy de Mallorca. Todo el mundo que viene de fuera queda maravillado con la isla. Yo llevo toda la vida y la verdad es que me aburre XD. Pero bueno, algo bueno tendrá para que guste tanto y se vengan aquí a vivir todos los extranjeros XD. Así que, bueno, ya tienes otro motivo para ahorrar. Venir a ver Mallorca, que te gustará.

Y ya me callo y me comentáis mucho, eh XD.
Bye!
Kisses!


viernes, 22 de febrero de 2013

Capítulo 16


Ese mismo sábado por la noche Zac llamó al timbre. Se frotó las manos para calentárselas un poco mientras daba saltitos para intentar entrar en calor. Tuvo que esperar unos minutos a que Ashley y Scott abrieran, juntos, la puerta.

Scott: ¡Zac! Es casi medianoche. ¿Qué estás haciendo aquí?

Ash: Tienes muy mal aspecto. ¿Estás bien? -añadió avanzando un paso para mirarlo más de cerca-.

Zac: Me lo ha contado.

Scott: ¿Quién te ha contado qué?

Tenía el pelo aplastado y Zac sintió mucho haberlos despertado, pero vio el gesto de comprensión en el rostro de Ashley. Esta tomó a su marido por el brazo y lo mandó a la cocina a preparar un té, para a continuación invitar a Zac a entrar en el salón.

Zac: Vanessa me contó lo de su padre en el canódromo. Y la cicatriz. Y el coronel. Y... eso es todo.

Ash: ¿Has estado bebiendo? -preguntó al ver su apariencia descuidada-.

Zac: No, pero quería hacerlo. He estado sentado en un bar cerca de aquí las últimas horas. Pensando y comiendo nueces rancias.

Ash: ¿Y qué pensabas?

Zac: Pensaba que quería encontrar al tipo que le hizo aquella cicatriz y romperle la nariz -contestó apretando los puños-. O encontrar a su padre y decirle lo que pienso de él.

Ash: Me temo que eso no será posible. Murió hace unos años.

Zac: Bien -murmuró sorprendido ante la vehemencia de su propio tono-.

Le resultaba extraño mostrarse tan apasionado por algo que no fuera un negocio o Miley. Pensaba que hacía tiempo que había aprendido a no preocuparse de los demás pero en ese momento se sentía tan exaltado que no podía pensar con claridad.

Ashley le tomó la mano e hizo que la mirara a la cara.

Ash: Ya te dije que su padre no había pegado a Vanessa, pero su apatía le hizo mucho más daño. -Zac la escuchaba con avidez como si sus palabras pudieran sacarlo de su estado de desconcierto-. Su padre fue siempre dando tumbos por la vida -continuó-. Intentó ganar algo como boxeador semiprofesional pero no era lo suficientemente bueno como para vivir de eso, aunque desafortunadamente utilizaba las técnicas aprendidas para solucionar los malentendidos fuera del ring. Nunca consiguió mantener un trabajo mucho tiempo. Normalmente lo perdía tras aparecer con un ojo morado por una bronca en un bar la noche anterior o porque simplemente no volvía a aparecer. Estoy segura de que Vanessa vio a su padre en una de sus últimas peleas. Siempre perdía. Es comprensible que Vanessa se muestre tan contraria a ese tipo de deportes.

Zac: ¿Lo conociste?

Ash: ¿Al padre de Vanessa? Sí. Pasé con ellos unas vacaciones durante el primer año de universidad. Vivían en una caravana por entonces. Llevaban más de un año allí, el lugar en el que más tiempo habían estado, creo. Me gustaba. Nos llevaba al ballet y a galerías de arte. Tenía más energía que nadie que hubiera conocido antes. Pensé que Vanessa era afortunada de tener un padre tan genial.

Zac: Pero, la dejó medio muerta en un bar -dijo a punto de explotar de ira-. Y por lo que sé la dejaba sola para dedicarse a sus asuntos durante días enteros. No me parece que eso sea tener mucha suerte.

Ash: Lo sé ahora pero en aquel tiempo, aquellas ansias por conocer mundo y la falta de responsabilidades era muy tentador. Para una universitaria que todavía vivía en casa le parecía como estar en el cielo. Poco imaginaba yo que Vanessa habría dado su libertad por poder llevar la vida normal que yo llevaba.

Zac se mordió el labio. Le chocaba mucho que Ashley acabara de describir la vida que él mismo había llevado durante los últimos diez años: ansias por conocer mundo, falta de responsabilidades, libertad. Y ahora que lo miraba desde fuera le parecía un objetivo muy pobre en la vida.

Scott llegó en ese momento con café y galletas y una infusión para Ashley. Ésta lo miró con amor antes de continuar.

Ash: El día de su funeral, Vanessa y yo nos quedamos despiertas toda la noche y me contó entonces la historia de la cicatriz, entre otras muchas. Que muchas veces sentía la necesidad de viajar o desaparecer y el hecho de tener una hija no lo detenía. A veces la llevaba consigo; otras, la dejaba en un motel con algo de dinero y el número de teléfono de su manager por si lo necesitaba para algo urgente.

Zac se imaginó a Vanessa de pequeña, con una larga melena morena volando tras ella mientras correteaba entre los hombres del canódromo y sintió ganas de vomitar.

Zac: Debe sentir un odio visceral por el hombre que le hizo aquello.

Ash: No lo sé. Tendrías que haberlos visto juntos. Era asombroso. Se adoraban y se odiaban al mismo tiempo. Para él, Vanessa era su pequeño ángel, aunque a veces la dejara sola. Eso la ha convertido en la mujer fuerte, ingeniosa y comprensiva que es hoy.

Zac sabía que Ashley tenía razón. Vanessa le había dicho algo muy parecido también al referirse a los altibajos que conformaban una personalidad fuerte, pero no podía dejar de sentir una furia enorme hacia el hombre que le había hecho tanto daño. Enterró la cabeza entre las manos y se restregó furiosamente los ojos enrojecidos.

Zac: Dios. Esto es un desastre. -Alzó la vista y vio a Ashley sonriéndole. ¿Cómo podría sonreír en un momento así?-. ¿Qué?

Ash: Tú si que eres un desastre, Zac. Vanessa está bien. Tiene sus momentos pero en lo más profundo está bien. Ha superado lo principal y ha madurado.

Zac: ¿Entonces por qué tenía miedo de mí? ¿Por qué sale corriendo cada vez que parece que empezamos a tener una conversación como dos personas normales? -Al ver que ni Ashley ni Scott contestaban, se sintió bastante deprimido pero no quería dejar de luchar-. Tenía que saber qué le había hecho reaccionar como lo hizo, ¿no? Por eso me senté y le pregunté por la cicatriz de la nariz. Fui un bestia y eso es lo último que necesita.

Ash: No te preocupes por eso, Zac. El pobre Scott no sabía nada de esto cuando la llevó a aquella estúpida pelea de boxeo hace unas semanas. Pero sí sabe que Vanessa es mayor y sabe cuidar de sí misma. Aquella noche tomó la decisión adulta de salir de allí, de no formar parte de aquella multitud, y todo salió bien afortunadamente.

Pero eso era precisamente lo que preocupaba a Zac: que por una serie de coincidencias desafortunadas Vanessa tomara la decisión de salir de su vida. La idea de que desapareciera para siempre le hizo sentir algo doloroso en lo más profundo de su ser. Pero antes de poder analizar lo que ese dolor significaba Scott se levantó.

Scott: ¿Qué quieres de ella, Zac?

Zac: ¿Qué quieres decir? -preguntó sorprendido ante el repentino tono protector de Scott-.

Scott: Quiero decir que hasta ahora siempre me habías dicho que Vanessa no te interesaba, y sin embargo veo que no dejas de perseguirla y por eso te inventaste esta fiesta para Miley. Y ahora pareces a punto de desmoronarte porque piensas que le das miedo. ¿Qué quieres de ella?

Zac: No lo sé -contestó y era cierto-.

Quería seguir con su vida cómoda e impenetrable y al mismo tiempo la quería a ella pero sabía que no podía tener las dos cosas.

¿Cuál era el mayor sacrificio? Renunciar a su impenetrable muro protector que había construido durante los últimos diez años; renunciar a la seguridad de que nadie podía tocarlo, herirlo ni pedirle cosas que no estuviera dispuesto a dar.

O renunciar a ella, a la oportunidad de verla florecer entre sus brazos, al placer que experimentaba cuando estaba con ella consciente de que ese placer era mutuo.

Por primera vez en mucho tiempo, sentía que tenía que tomar una decisión importante con cierta rapidez.

Scott: Bueno, tal vez sea hora de que lo averigües, porque si no vas en serio con Vanessa, deberías dejarla marchar. Y si realmente sientes algo por ella y quieres conocerla y ayudarla, deberías estar hablando con ella y no con nosotros. Y ahora, es casi medianoche y a Ashley no le conviene toda esta excitación, así que te pido que te vayas a casa y consultes todo esto con la almohada. Te apoyaremos en la decisión que tomes, pero tienes que estar seguro -y entonces se levantó arrastrando a una sorprendida Ashley con él-.

Zac: Siento mucho haber venido a estas horas. Debería irme a casa -dijo besando a Ashley en la mejilla y dándole unos golpecitos a Scott en el brazo-. Hasta luego.

Scott: Nos vemos el lunes en el trabajo -dijo con una expresión un tanto intransigente-.

Zac: Hasta el lunes.


El lunes por la mañana temprano, Ashley y Vanessa fueron a clase de yoga.

Ash: ¿Has hablado con Zac últimamente?

Ness: No, hace poco no.

Ash: ¿Desde el fin de semana?

Ness: Umm, no, no desde el fin de semana.

Ash: ¿Cuándo tienes previsto hablar con él?

Ness: ¿A qué vienen todas estas preguntas, Ashley? La fiesta es dentro de cinco días y seguro que hablaré con él antes. ¿Contenta?

Ash: Sí, pero y ¿tú estás contenta?

Ness: ¿Cómo dices? -preguntó con un tono que hizo que el instructor las mirara con gesto de desaprobación. Vanessa pidió disculpas con una sonrisa y se volvió hacia su amiga-. ¿Qué quieres decir?

Ash: ¿Por qué no dejáis de jugar al gato y al ratón y lo intentáis? -preguntó nerviosa-.

Ness: ¿Intentar qué?

Ash: Salir juntos, besaros y todo eso. Olvida tu teoría y olvida los planes de boda. Ya sabes, como cuando vas a comprar zapatos y no encuentras ninguno pero el día que sales a comprar un vestido encuentras unos zapatos preciosos. -Vanessa dejó de estirarse y miró a su amiga con la mirada perdida-. Solo digo que os conozcáis, sin ningún plan preconcebido, sin ataduras.

Vanessa deseó poder hacerlo. Deseaba confiarle a su amiga que sus deseos se estaban convirtiendo en realidad: primero, había encontrado al hombre perfecto, se había enamorado de él; segundo, estaba a punto de firmar el contrato más jugoso de su carrera; pero ambos deseos venían acompañados de los caprichos de una persona, una persona que sabía se sentía tan atraído por ella como ella por él, una persona que le había hecho tentadoras ofertas pero no promesas. Una persona que había demostrado que cuando surgían problemas salía corriendo.

No había forma posible para Vanessa de confiar su futura felicidad en los brazos de Zac Efron. ¿Qué podía hacer? ¿Seguir con su idea de encontrar a alguien a quien amar y olvidar la oferta de trabajo o aceptar el trabajo y esperar que sus sentimientos hacia aquel hombre se fueran desvaneciendo con el tiempo?

Tal vez sería mejor rechazar ambas cosas y empezar de nuevo. Había sido feliz antes de chocarse con él en la calle, tal vez no absolutamente feliz pero al menos tenía la cabeza en su sitio. ¿Por qué no podía volver a su vida de antes de conocerlo? Trabajar por el día y salir de vez en cuando con alguien. No podía contárselo todo a Ashley.

Ness: De hecho ya nos hemos besado.

Ash: ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo fue? ¿Por qué no me lo dijiste?

Ness: Una vez en la puerta de vuestra casa y el otro día en su apartamento. Fue estupendo y no te dije nada porque no sé qué pensar de ello.

Ash: ¿Te besó él o lo besaste tú?

Ness: Me besó él las dos veces.

Ash: ¡Vanessa! ¿A qué estás esperando? Es evidente que le gustas. No ha hablado de otra cosa desde que cenamos en casa los cuatro.

Ness: ¿De veras? -preguntó incapaz de contener la emoción-.

Quería confiar en su amiga pero en cuanto dijera en voz alta lo que sentía no haría sino más difícil soportar la incertidumbre.

Ash: De veras. Vino a nuestra casa hecho polvo por una conversación que habíais tenido en el Lunar.

Ness: Oh, eso.

Ash: Sí, eso. Le dijiste lo de tu padre.

Ness: Mmm.

Ash: Creo que le preocupa mucho que lo consideres un hombre sin raíces y después de conocer tu historia es comprensible. Zac es un espíritu libre, como tu padre, tiene una fuerte personalidad, como tu padre, y resulta que también le gusta el boxeo como a él, pero eso no significa que vaya a dejarte sola de cuando en cuando sin decir a dónde va o dónde ha estado.

Ness: Sé que no lo haría.

Ash: Sé que lo sabes -dijo tomándola suavemente de los hombros para hacer que la mirara-. ¿Entonces por qué lo utilizas como excusa para no intentarlo con él? -Vanessa intentó soltarse para que su amiga no viera que sus palabras habían dado en la herida pero no lo consiguió-. Zac es un buen hombre y creo que realmente se preocupa por ti, y si no puedes creer que es bueno, amable y perfecto para ti entonces no creo que puedas encontrar nunca a alguien -añadió-.

Vanessa miró a Ashley con lágrimas en los ojos.

Ness: Nunca pretendí que me gustara Zac. De hecho, te lo he dicho a ti y a él que no es mi tipo. Vale, nos hemos besado y puede que me sienta... atraída por él, pero eso es todo. Creo que es irrelevante ahora si confío o no en él. Gracias por el consejo pero no es necesario.

Vanessa se deshizo de Ashley y atravesó la clase hasta donde tenía la toalla y salió.


El viernes por la noche Vanessa trataba de relajarse frente a un agradable fuego. Le había encargado los detalles de última hora de la fiesta de Miley a Brittany. En ese momento sonó el teléfono.

Zac: ¿A qué hora te recojo para ir a la fiesta? -preguntó sin ni siquiera decir hola-.

Vanessa se incorporó en el sofá. Había evitado hablar con él en toda la semana y no había hecho caso a sus mensajes para evitar la desgarradora sensación que esa situación le producía, pero escuchar su voz a través del teléfono había arruinado todo intento.

Ness: No puedes venir a recogerme, Zac.

Zac: ¿Por qué no? Tengo un coche, y carnet de conducir. No hay nada que me lo prohíba, y no me digas que no vas a ir porque le romperías el corazón a Miley y no creo que desees hacer algo así.

Pero a pesar del tono alegre notaba una especie de preocupación y sabía que sentía lástima por ella. Siempre pasaba lo mismo con todos pero no podía soportar la idea de mirar a Zac con ojos de enamorada y ver que lo que el hombre le devolvía era lástima.

Ness: Yo también tengo coche, no necesito que nadie me lleve.

Zac: Bien. Entonces ven tú a recogerme.

Ness: ¡No! Además, tengo que estar allí pronto y...

Zac: No, eso no es cierto. Sé que le has pasado el control a Brittany. Me lo ha dicho. Tú irás en calidad de invitada cómo los demás.

Ness: Creo que será mejor que vayamos al Lunar cada uno por su lado mañana.

Zac: Pero yo creo que deberíamos ir juntos. Una cita de verdad, esta vez, no un encuentro casual o una reunión de negocios.

Ness: Si esto ha sido idea de Ashley te digo que lo olvides. Por favor, no pienses que yo se lo he pedido...

Zac: Vanessa -su voz sonaba nerviosa-. Te estoy pidiendo que seas mi pareja en la fiesta. No ha sido cosa de Ashley, ni de Scott. Me gustaría pasar la noche a tu lado.

Las lágrimas inundaron los ojos de Vanessa y rodaron por sus mejillas temblorosas.

Ness: No creo que sea una buena idea -susurró-.

Zac: ¿Por qué no? ¿Es que ya tienes otra cita? -preguntó en tono bromista-.

Ness: Así es -mintió sin pensárselo-.

Zac: ¿La tienes? -preguntó obviamente sorprendido-. Vaya, Vanessa, no me digas que has vuelto a la caza.

Había llegado el momento de poner fin a su relación con Zac de una vez por todas. Era la única forma de conseguir paz y curar su corazón y no había necesidad de que la mirara con lástima. Así que ¿qué mejor manera de hacerlo que utilizando su propia sugerencia?

Ness: Nunca la abandoné, solo me tomé un descanso hasta que... el trabajo me dejara algo de tiempo libre. Ahora he vuelto. Scott y yo.

Zac: No puedes hablar en serio.

Ness: Muy en serio -contestó con la voz ligeramente histérica-. El caso es que Ashley y Scott han elegido a alguien para que me acompañe a la fiesta. Por eso es más sencillo que vaya con ellos.

Zac: Así que prefieres ir con Scott.

Ness: Y Ashley -repitió-.

Zac: ¿Por qué elegiste a Scott para que te buscara marido? -preguntó con tristeza, un tono desprovisto de toda la emoción del principio de la conversación-.

Ness: Bueno, quiero a Scott, y sabía que me buscaría a alguien que él considerara bueno para mí.

Zac: ¿Estás segura de que no lo hiciste simplemente porque, como tú has dicho, lo quieres?

Vanessa abrió los ojos desmesuradamente por la sorpresa. Sujetó el teléfono con fuerza.

Ness: ¡Zac! ¿Cómo puedes pensar eso de mí? Es terrible, quiero decir, Ashley es mi mejor amiga.

Zac: No podemos elegir a quien amamos Vanessa -respondió con tono herido y a Vanessa le costó mucho no decir que estaba de acuerdo con eso y que había sido él quien le había robado el corazón-.

Ness: A pesar de ello, no estoy enamorada de Scott. Es un encanto y me soporta, lo que dice mucho en su favor, pero nunca, nunca lo he visto como algo más que un hermano mayor.

Zac: Ven conmigo, Vanessa -susurró tras una larga pausa-.

Ness: No puedo -contestó presa de emoción-.

Zac: Bien. Entonces te veré allí. Y si veo que no vas acompañada de ninguna cita misteriosa sabré por qué, por mucho que intentes justificarlo -y colgó-.

Vanessa se quedó mirando el teléfono durante unos segundos antes de dejarlo en su sitio. Tras pensarlo unos momentos volvió a tomar el aparato.

Ness: Hola Ashley.

Ash: ¿Vanessa? ¿Cómo estás?

Ness: Bien. Siento haberte gritado y...

Ash: Oh, cállate -dijo riéndose-. ¿Qué puedo hacer por ti?

Ness: Necesito que me ayudéis a encontrar una cita.

Ash: Otra vez no. Le prometí a Scott que nunca volverías a pedirle algo así o al menos no esta semana.

Ness: Mira, no quiero un marido. Solo alguien que no esté ocupado mañana por la noche.

Ash: Pero tú estás ocupada mañana por la noche: la fiesta de Miley.

Ness: Precisamente. Necesito que me acompañe.

Ash: Bien, no quiero parecer un disco rayado pero... si no me equivoco Zac va a pedírselo a cierta señorita que ambas conocemos y queremos, así que tu problema está resuelto.

Ness: Pero es que ése es el problema. No quiero ir con Zac, así que le dije que ya tenía pareja. Necesito ir con alguien para que me deje en paz. ¿Qué te parece Derek, de administración?

Ash: De acuerdo -dijo tras una pausa-, deja que me aclare. ¿Me estás pidiendo que te arregle una cita con esa babosa de Derek para que el adorable, carismático y perfecto Zac Efron deje de molestarte?

Ness: Eso es. Derek parece inofensivo y yo necesito algo así.

Ash: Ahora sí que me estás preocupando. Una cosa es decidir que te vas a casar cuando ni siquiera tienes novio, pero preferir una cita con Derek el baboso en vez de con Zac el macizo es una locura distinta.

Ness: Ashley, tú no crees que esté enamorada de Scott, ¿verdad? -dijo incapaz de seguir aguantándolo-.

Ash: Vaya. Esa no la vi venir.

Ness: ¿Lo crees?

Ash: No, no lo creo.

Ness: Zac piensa que estoy enamorada de Scott.

Ashley se rió con dulzura y Vanessa la habría estrangulado. Se encontraba tan mal que tenía hasta ganas de vomitar y lo único que se le ocurría a Ashley era reírse.

Ash: Zac no piensa que estés enamorada de Scott, cariño. Zac lo está pasando muy mal tratando de comprender tu forma de actuar, eso es todo. Y yo creo que le debe estar resultando difícil ver que tú no has caído en sus brazos tan fácilmente como está acostumbrado o tan fácilmente como él ha caído en los tuyos -hizo una pausa-. En cuanto a Scott, sé que él representa para ti la seguridad y la satisfacción y eso es lo que crees que tú buscas, pero lo que tú necesitas en realidad es alguien que te quiera.

Ness: Entonces, ¿Zac está equivocado?

Ash: En cuanto a eso, sí, pero en lo de saber que debería ser él quien te acompañara a la fiesta, no. Creo que en eso tiene toda la razón.

Ness: Ashley -suplicó-. No puedo. Por favor, llama a Derek.

Ash: De acuerdo -suspiró-. Llamaré a la babosa, pero solo porque disfruto mucho con tus locuras.

Ness: Gracias -dijo con un suspiro de alivio-. Hablaré contigo después.

Ash: Adiós, cariño.




¡Qué asco, Ness! No vayas con una babosa al baile, te dejará el vestido perdido XD.
Zac, amigo mío, ¿por qué sigues siendo idiota? Osea, si quieres ir al baile con ella, ¡plántate en su casa sin importarte que diga que no! ¿No sabes que las mujeres decimos lo contrario de lo que pensamos? XD

Lau, no me regañes, con este chico si no eres dura, ¡no aprende! Y si no, mira el de la vida real XD.
Que es aún más tonto porque quiere a Vanessa y permite que salga con un pringao XD.
Es más, mira, os cuento una cosa que me han contao. Resulta que ahora Vanessa está de premier por la peli esta que hace con Selena y el otro día estuvieron en Francia. Y pues alguien que estuvo en la premier cuenta en su twitter que mientras pasaban el vídeo de "Say Ok", porque estaban pasando vídeos de las carreras de las protas, pues a Vanessa se le cayó una lágrima. He ahí la prueba irrefutable de que no quiere al pringao ni lo ha querio nunca, creo yo XD.

Bueno, qué más... Camy, bienvenida a "Novelas Adaptadas Zanessa", ¿qué va a tomar? XD
No te culpo si no te has reído con el chiste.

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Bye!
Kisses!


jueves, 21 de febrero de 2013

Capítulo 15


A las nueve de la mañana del sábado Zac ya no pudo esperar más. Tomó el teléfono y marcó.

Zac: Ashley, soy Zac.

Ash: ¡Zac! -contestó con voz alegre-. Scott se acaba de ir. Ha salido a comprarme un helado de chocolate y nueces.

Zac: Un antojo, supongo.

Ash: Eso espero. A mí siempre me ha gustado el helado de chocolate negro. ¿Quieres dejarle algún mensaje?

Zac: En realidad yo quería hablar contigo.

Ash: Bueno, entonces habla.

Zac: Es sobre Vanessa...

Ash: ¡Ya era hora! Espera un segundo que me ponga cómoda -y Zac pudo escuchar a través del teléfono el ruido mientras Ashley se acercaba al sofá-. Has acudido a la persona adecuada -dijo finalmente-. Tienes que saber, primero, que prefiere los tulipanes a las rosas; que es alérgica a la plata; que...

Zac: Espera, Ashley. No es de eso de lo que quería hablar. No voy a proponerle matrimonio, por mucho que estés planeándolo. Es solo que estoy un poco preocupado por ella.

Ash: De acuerdo. ¿Y qué es lo que te preocupa?

Zac: Bueno, anoche vino a mi apartamento y...

Ash: ¿En serio? Pero eso es estupendo. No me ha dicho nada...

Zac: ¡Ashley!

Ash: ¿Sí?

Zac: Déjame terminar.

Ash: De acuerdo. Lo siento. Seré una tumba.

Zac: Vino a mi apartamento anoche a enseñarme la propuesta para la fiesta de Miley y se quedó a cenar -se detuvo preguntándose cómo explicar lo que había ocurrido entre ellos-. El caso es que después de cenar vio mi saco de boxeo, el que siempre ha estado en el rincón del salón. Y quedó aterrorizada.

Ash: ¿A qué te refieres con aterrorizada? -preguntó y Zac notó el tono de preocupación en la voz de la mujer-.

Zac: Bueno, me riñó por haber organizado aquella pelea para mis empleados y también por tener guardados los guantes de Ali, pero el saco de boxeo la hizo temblar de miedo. ¿Por qué está Vanessa en contra del boxeo?

Ash: ¿Por qué no habría de estarlo? -preguntó con voz suave-. Muchas mujeres piensan así. A mí me parece repulsivo y muy poco atractivo.

Zac: Pero yo sé que es algo más que eso. Lo sé. ¿Alguien le... ha pegado alguna vez? ¿Es eso?

Ash: No, Zac. Nadie le ha pegado.

Pero el silencio de Ashley decía lo contrario. Estaba por el buen camino.

Zac: ¿Entonces qué es? Su reacción se debe a algo y me estoy volviendo loco.

Ash: Creo que deberías preguntárselo a ella, Zac.

Zac: Lo intenté.

Ash: Bueno, entonces ahora ya solo depende de ella si quiere contártelo o no.

Zac: ¿Pero entonces hay algo? -perseveró-.

Ash: Zac, no puedo decírtelo.

Zac: Esperaba que me dijeras, no sé, algo. Lo siento. No debería haberte dicho nada.

Ash: No pasa nada. No te preocupes.

Zac: Saluda a Scott de mi parte.

Ash: Lo haré.


Media hora después el teléfono sonaba en casa de Vanessa. Ésta salió del cuarto de baño envuelta en una toalla enorme. Andaba de puntillas para no llenar todo el suelo de agua.

Ness: ¿Sí?

Zac: Hola -dijo sin necesidad de presentarse-.

Ness: Hola -se quedó de piedra junto al teléfono, chorreando, el teléfono fuertemente apoyado sobre el hombro y la cabeza ladeada para sujetarlo-.

Un silencio incómodo se apoderó del instante.

Zac: Te llamo por la fiesta de Miley.

Ness: Claro -dijo tratando de que su voz no sonara demasiado decepcionada-.

«¿Qué esperabas? ¿Qué te pidiera matrimonio?».

Zac: Me gustaría cambiar el lugar de la celebración, si es posible.

Vanessa frunció el ceño, su atención se centraba en la fiesta. Había dedicado mucho tiempo en elegir el local perfecto de todos los que Efron poseía para la celebración.

Ness: De acuerdo. Solo hice una reserva para el banquete, así que supongo que se puede cancelar. ¿Y me podrías decir qué es lo que no te gustaba del sitio que yo te propuse?

Zac: Es solo que me gustaría celebrarla en otro sitio.

Ness: ¿Y has pensado ya en ese «otro sitio»? Hay que tener en cuenta que solo tenemos una semana y habría que reservar ya.

Zac: De hecho, sí, he pensado en un sitio. Pasaré a recogerte al mediodía y estaremos allí para comer.

Vanessa se había prometido a sí misma no pasar más tiempo a solas con él para no volverse loca. Ashley decía a menudo que todo lo que subía tenía que bajar, y no veía problema en adaptar esa teoría al amor: si uno podía enamorarse también podría desenamorarse.

Ness: No hace falta que nos veamos, de verdad. Solo dime el nombre del sitio y llamaré el lunes a primera hora.

Zac: ¿Y no sería mejor que lo dejáramos resuelto ahora mismo? Como tú bien has dicho antes, solo tenemos una semana.

Vanessa apretó los dientes para reprimir las ganas de decirle que era culpa suya, no de ella.

Ness: De acuerdo, pero ¿qué te parece si nos vemos allí? Solo necesito la dirección...

Zac: Es mucho más fácil que vaya a recogerte. Te veré a las doce.

Y colgó. Vanessa miró el teléfono durante unos segundos y finalmente colgó también.

Ness: ¡Es tan desesperante! -gritó mientras regresaba al cuarto de baño-.

Un par de minutos antes del mediodía el timbre sonó. Vanessa tomó su bolso y comprobó el maquillaje en el espejo de la entrada antes de abrir la puerta. Se estiró el vestido azul que llevaba hasta la rodilla, se colocó bien el cuello de la chaqueta del conjunto y comprobó que las medias no tenían ninguna carrera. Esa mañana, había escogido muy cuidadosamente todos y cada uno de los elementos de su vestuario. El vestido, el lápiz de labios, el peinado; quería estar muy atractiva para él.

Ness: No tienes la más mínima fuerza de voluntad -dijo señalando con dedo acusador a la imagen reflejada en el espejo antes de inclinarse a abrir-.

Y lo que vio la dejó sin respiración. Zac estaba allí de pie, con vaqueros, jersey de color claro y una cazadora de piel. Incluso en estilo informal estaba imponente. El corazón le dio un vuelco y supo sin lugar a dudas, por mucho que se hubiera tratado de negar los sentimientos durante las noches de insomnio, que lo amaba.

Tras la conmoción del principio, Vanessa se dio cuenta de que Zac también la estaba examinando pero supo que, desafortunadamente, sus pensamientos no eran tan altruistas como los de ella.

Zac: No hacía falta que te pusieras de punta en blanco para mí -bromeó mientras tomaba la llave de manos de Vanessa y cerraba la puerta para a continuación acompañarla hasta el coche-.

Ness: Esta es ropa de trabajo -dijo con rigidez cuando asimiló el comentario-. Y ésta es una reunión de trabajo.

Zac: Sí, señora -contestó haciendo un saludo marcial-. No he querido decir en ningún caso que no me guste, al contrario, estás muy guapa -y le dedicó una larga mirada de elogio que apoyaba sus palabras-.

Vanessa sintió que todo su autocontrol desaparecía bajo el poder de aquella mirada.

Zac abrió la puerta del copiloto y esperó hasta que Vanessa se hubo sentado y después rodeó corriendo el coche para entrar por su puerta. Encendió el motor y el automóvil empezó a moverse.

Vanessa esperó entonces una disculpa, algo tras la inesperada cena de la noche anterior pero Zac se apoyó bien sobre el respaldo de su asiento mientras silbaba la melodía de jazz que sonaba en el equipo del coche.

Ness: ¿Y adónde me llevas?

Zac: Lo sabrás enseguida. ¿No te gusta la música? Esta versión se grabó en 1968 en ese pequeño local en la calle Bourbon...

Ness: ¡Zac!

Zac: Hablas demasiado. La vida es muy corta para hacer tantas preguntas. Te ordeno que te recuestes sobre el asiento, te relajes y disfrutes del paseo.

Ness: Está bien -se rindió. Se recostó sobre el asiento de piel, cómoda en la calidez del coche, y miró por la ventanilla-.

Zac la miró varias veces deseando poder descifrar los pensamientos que se ocultaban tras la tranquila mirada. Deseaba saberlo todo sobre el pasado de Vanessa que, según había admitido Ashley, debió ser brutal. Pero tenía la sensación de que Vanessa preferiría abrir la puerta y saltar del coche en marcha antes que contárselo. Se mordió la lengua y siguió conduciendo. Ya habría tiempo para las preguntas más tarde.

Quince minutos después Zac enfiló un camino muy familiar.

Ness: Estamos en el Lunar.

Zac: Así es -contestó metiendo el coche en uno de los sitios del personal, echó el freno de mano y salió del coche dispuesto a abrir la puerta a Vanessa antes de que ésta se hubiera quitado el cinturón de seguridad-.

Ness: ¿Esta es tu sugerencia para la celebración de la fiesta?

Zac: ¿Por qué lo dices? ¿No te parece perfecto? -preguntó tendiéndole la mano para ayudarla a salir-.

Ness: Por supuesto que sí. Adoro este lugar y me parece mucho más apropiado para lo que tenía en mente en un principio. Me llevo bien con los dueños así que creo que podríamos reservarlo aunque sea con poco tiempo de antelación.

Zac: Ya lo he preguntado y no hay problema.

Ness: Pero ¿cuándo has hablado con los dueños? Podrías habérmelo dicho antes...

Zac: Yo soy el dueño, Vanessa.

Ness: ¿Tú? No, no lo eres. Hans y Ginger han sido los propietarios de este lugar desde hace años.

Zac: Pero han dejado de serlo -dijo poniéndole las manos sobre los hombros-. El trato se cerró anoche. Siento no haber podido decirte nada. Las cláusulas de confidencialidad y todo eso. Además, después de nuestra comida aquí aquel día tuve la sensación de que querrías hacer la fiesta aquí aunque yo te dijera lo contrario -se encogió de hombros-. No importa. Todo está solucionado ya. ¿Te parece bien entonces que celebremos la fiesta aquí?

Ness: Claro, adoro este sitio. Me ha traído siempre mucha suerte. Traigo a todos mis clientes aquí en la primera reunión -dijo y entonces recordó algo que Zac había dicho en otra ocasión-. No irás a remodelarlo, ¿verdad? Dime que no vas a cambiar el Lunar para después venderlo por partes igual que hiciste con tu bloque de apartamentos.

Zac: No pensarás realmente que tus clientes firman contigo porque los traes aquí, ¿verdad?

Ness: No -respondió aunque no estaba muy segura de creerlo-.

Zac: Porque es a ti a quien quieren no el lugar en el que los citas la primera vez, ni el maletín mágico, ni el traje de la suerte.

Vanessa notó que el corazón se le derretía. Haría lo que fuera por que un cliente en particular la quisiera a ella realmente.

Ness: No has respondido a mi pregunta.

Zac: No llevo ni doce horas como propietario, ¿cómo voy a saberlo?

Ness: Si hace tanto tiempo que has querido comprarlo estoy segura de que sabes exactamente lo que quieres hacer con él.

Zac: Tal vez -respondió en un susurro y en ese momento el camarero se acercó y los acompañó a la mesa reservada para Vanessa habitualmente-.

Ness: Bien, ya que el Lunar está disponible, y estoy de acuerdo con que se haga la fiesta aquí no hay ninguna necesidad de que nos quedemos, ¿no?

Zac: Estamos aquí y es la hora de comer. Comamos.

Vanessa se sentó, enfadada, y cruzó los brazos, negándose incluso a mirar el menú. Tras unos minutos de incómodo silencio se dio cuenta de que Zac la miraba fijamente.

Ness: ¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?

Zac: Esa cicatriz. ¿Cómo te la hiciste?

Vanessa se llevó la mano al lugar exacto en el que estaba la cicatriz y con un práctico movimiento de la cabeza un mechón del flequillo la cubrió. Alzó la vista entonces y puso una falsa sonrisa.

Ness: No es nada. Un accidente cuando era niña, eso es todo.

Zac: ¿Qué clase de accidente? -insistió-.

Ness: No tiene importancia. No es una historia muy interesante, te lo prometo.

Zac: Cuéntamela de todas formas.

Ness: Preferiría no hacerlo -sabía que el tono de su voz se estaba elevando pero no podía evitarlo-.

Zac: Vamos, Vanessa. Sé que ocultas algo importante.

«¿Tan transparente soy? Pues sí, Zac, estoy ocultando algo. Me parece que me he enamorado de ti».

Zac: Yo te lo conté todo sobre mi familia, sobre mi infancia. Quiero que sepas que puedes compartir tus recuerdos conmigo.

Zac ya no sonreía juguetón. Vanessa pensó que era mucho más fácil soportar eso que el consuelo y la lástima por parte del hombre que le había robado el corazón. Tragó con dificultad al notar que las lágrimas inundaban sus ojos con los recuerdos. Después de años aprendiendo a calmar los nervios y la marea de sentimientos recurrentes, de pronto sintió una gran necesidad de confiárselos a ese hombre.

Quería que lo supiera todo. Pensaba que le estaba engañando al no compartir con él lo que él sí había compartido con ella, y sabía que él no la juzgaría. Descruzó los brazos y los bajó al regazo.

Ness: ¿De verdad quieres saber cómo me lo hice? -preguntó con tranquilidad buscando el impulso definitivo-.

Zac se inclinó hacia delante y la miró con fijeza a los ojos turbados.

Zac: Sí, Vanessa. De verdad quiero saberlo.

Ness: Ocurrió en el canódromo de Hidden Valley. Estaba allí con mi padre. Hacía tiempo que no sabía dónde estaba, lo que no era extraño. Pasé horas sola, lo que tampoco era extraño. Hambrienta, salí a buscarlo. Era una niña pero los hombres estaban acostumbrados a verme por allí y podía ir a cualquier sitio. Me dirigí al bar abriéndome camino entre las piernas de los habituales en el canódromo cuando de repente un tipo me detuvo. Me cogió en brazos, con los ojos rojos de tanto beber, y me preguntó qué demonios estaba haciendo allí. Apenas podía sostenerse, mucho menos sostenerme a mí. Y me dejó caer. Me golpeé la cara con un taburete y perdí el conocimiento. Cuando lo recobré estaba en el hospital.

Zac: Tu padre debería haber estado a tu lado.

Ness: Quien estaba a mi lado era el coronel que se había encargado de todo. Me había llevado en la ambulancia del canódromo hasta el hospital. Se quedó conmigo todo el día y me llevó a su casa con su mujer donde pasé la noche, y la siguiente y la siguiente.

Zac: ¿Y tu padre?

Ness: Apareció tres días después en casa del coronel con una gran sonrisa y el bolsillo lleno de dinero, y me llevó a casa.

Zac: ¿Dónde había estado?

Ness: Quién sabe. Supongo que en las carreras, o tal vez se habría metido en una pelea amañada y habría pasado después la noche en alguno de los moteles en los que solíamos vivir viendo la pelea por la tele de pago. Cualquiera de esas opciones habría sido lo habitual.

Zac: ¿Acusaron al tipo del bar de agresión?

Ness: Dios mío, no. El canódromo se habría hundido y ¿adónde habría ido entonces mi padre sin tener un sitio en el que dejar a su hija los fines de semana? -Zac nunca la había oído antes hablar con tanta amargura. Enmascarada tras comentarios irónicos la tristeza salía a la superficie-. No era tan malo, de veras, aunque el coronel nunca se ha perdonado por no denunciar el incidente -dijo sacudiendo la cabeza-. Me salvó aquel día. Me enseñó lo que era llevar una vida normal, con normas que seguir, y me dio un hogar. Ahora lo ayudo todos los años recaudando fondos para mantener el canódromo en pie. Se lo debo.

Zac quería acercarse a ella, tomarla en sus brazos y prometerle que nadie le iba a hacer daño de nuevo. El camarero llegó con las bebidas y Zac se tomó un momento para comprender la historia de su infancia y tratar de identificar a aquella niña con la mujer que tenía frente a él.

Era refinada, elegante; sabía cómo comer, vestir y organizar fiestas para la alta sociedad. Uno pensaría que había crecido rodeada de dinero, prestigio y un chofer a la puerta de casa. Y aun así, bajo la fachada perfecta estaba el miedo real a ser abandonada, a perder el control. Aquello explicaba su personalidad. Tenía miedo de haber heredado la forma de ser de su padre y por eso luchaba constantemente con guardar la calma, ser paciente y no perder la compostura.

El móvil de Vanessa sonó en ese momento y ella se apresuró a contestar, como si fuera su salvavidas.

Ness: Vanessa Hudgens. -Zac siguió bebiendo sin dejar de mirar a Vanessa y escuchar abiertamente su conversación-. Ya veo. No, no estaba ocupada -dijo evitando mirarlo a los ojos-. Me reuniré con usted en seguida -y colgó-. Lo siento, Zac. No podré quedarme a comer. Uno de mis clientes me necesita.

Zac: Pero es tu día libre. ¿No puede ocuparse de ello otra persona?

Ness: Normalmente sí, pero este cliente es muy temperamental y solo trata conmigo. No querrá ni siquiera hablar con Brittany. Lo siento.

Zac hizo gesto de levantarse pero Vanessa hizo que se sentara de nuevo.

Ness: No, tú quédate. Tomaré un taxi. Hablaremos esta semana. Adiós.

Zac no pudo hacer nada más que mirarla mientras se marchaba.




Ay, pobre Nessi y sus incidentes del pasado.
Y que idiota Zac por no declarar sus verdaderos sentimientos ¬_¬

¡Solo 3 capis!
¡Gracias por los coments! ¡Seguid así!
Sí, Lau, hurra por ti XD. Si quieres ser la primera más veces, ¡espabila! XD

Bye!
Kisses!


martes, 19 de febrero de 2013

Capítulo 14


Vanessa bajó al salón decidida a poner alguna excusa y marcharse. Vio que la mesa estaba recogida pero no había ni rastro de Zac. Se acercó a la chimenea a esperar a que regresase. Sentía un cosquilleo interior mezcla del calor del fuego y de la conciencia de que estaba enamorada.

De repente algo llamó su atención. Estaba oculto entre las sombras de un rincón y se acercó para echar una ojeada y al hacerlo las luces de ese rincón se encendieron de golpe.

Vanessa gritó y giró sobre sus talones, buscando desesperadamente a Zac. Éste estaba junto a la puerta de entrada del apartamento con las manos junto a un panel de interruptores.

Zac: Lo siento -dijo acercándose a Vanessa-. No era mi intención asustarte -continuó en voz baja y algo ronca-. Sabía que mi saco te había llamado la atención y pensé que así te resultaría más fácil verlo.

Ness: ¿Tu saco? -preguntó con voz apenas audible-.

Zac extendió el brazo y la acompañó hasta el misterioso rincón. Allí colgaba del techo un saco de boxeo rojo. Vanessa tragó con dificultad. Era enorme. Más alto que ella, estaba anclado al techo y al suelo por unas gruesas cadenas de acero.

Vanessa se acercó un poco más y extendió una mano con la que lo empujó ligeramente. El pesado saco apenas se movió. Vanessa retiró la mano como si quemara y se restregó los dedos tras el contacto con el frío cuero.

Zac: Cuando reformé el edificio hice que reforzaran el suelo y el techo para que pudiera soportar el peso. ¿Quieres probarlo?

Zac golpeó su saco en actitud juguetona un par de veces y Vanessa retrocedió con un gesto de disgusto ante la idea.

Ness: No, gracias.

Zac: ¿Estás segura? Es muy divertido.

Ness: Lo siento. No me interesa golpear un enorme saco rojo que no me ha hecho nada.

Zac: Es bueno para relajar tensiones. Y es un ejercicio excelente. Trabaja músculos que no sabías que existían -dijo dando pequeños saltos con los puños en alto frente al saco-.

Vanessa siguió retrocediendo.

Ness: Si he podido vivir hasta ahora sin saber que existen creo que podré vivir otros cincuenta años sin ellos -contestó en un susurro para evitar que Zac notara que se estaba poniendo histérica-. ¿Y no hay mejores formas de relajar tensiones que golpeando algo o a alguien?

Zac: Alguna me viene a la cabeza.

Vanessa se detuvo y miró a Zac lejos de sentirse aliviada. Este había dejado de brincar. Estaba con las piernas ligeramente abiertas mientras sujetaba el pesado saco con las dos manos. Tenía el pelo revuelto, los ojos brillantes y la respiración entrecortada.

Vanessa no podía dejar de imaginar a aquel hombre en posturas más sensuales. Era realmente viril, lo que, unido a aquella pose de hombre frío con el corazón herido que llevaba sobre sus hombros lo hacía todavía más atractivo y sexual.

Zac decidió que le gustaba lo que estaba viendo. Para ser una mujer a la que una vez consideró fría resultaba ser más emotiva de lo que hubiera creído. Su rostro no podía ocultar sus pensamientos y si no tenía cuidado la tomaría en sus brazos y haría realidad lo que su cuerpo le pedía.

La había puesto a prueba para ver cómo reaccionaba y en vez de ganarse una mirada de reprobación había obtenido una total rendición y aquello lo había dejado sin palabras. ¿Qué ocurriría si aceptaba la invitación? Sería memorable si ella fuera ese tipo de mujer.

Pero no lo era.

Lo había estado pensando toda la noche. ¿A quién quería engañar? Llevaba así dos semanas y la mirada de Vanessa le decía que a ella le había pasado lo mismo. Pero aquella no era mujer para un entretenimiento. Era la mejor amiga de Ashley y Scott. Sería algo muy complicado. Pero también sería tan dulce...

Zac se pasó una mano por el pelo, se separó un poco del saco y decidió alejarse del hechizo de Vanessa.

Zac: ¿De verdad tienes algo en contra del boxeo o es tan solo una visión generalizada de las mujeres?

Vanessa parpadeó.

«Eso está mejor. Ódiame. Pelea conmigo».

Y entonces Vanessa alzó la barbilla en actitud desafiante.

Ness: Y dime ¿qué es lo que se supone que gano por mostrar una actitud femenina?

Zac: Lo único que digo es que me gustaría oír tu verdadera opinión y no lo que parece un tópico.

Ness: Sinceramente, Zac, ésa es mi opinión, tópico o no.

Zac vio desmoralizado que ahí acababa todo intento de discusión. No quería pelear con él. Vio cómo se desinflaba su entusiasmo y aparecía ante él vulnerable por más que hubiera intentado parecer fuerte.

Ness: Me da miedo -dijo señalando el saco-. El día de nuestro primer encuentro en la calle me gritaste; después coincidimos en aquella terrible pelea de boxeo que habías organizado para tus empleados animándolos a la violencia; he visto que tienes unos guantes de boxeo guardados en un lugar de honor en tu habitación y ahora esto. No me gusta lo que todo esto parece indicar.

Zac solo se había quedado con la palabra «miedo». Solo entonces se dio cuenta de la expresión de pánico en el rostro de Vanessa y los brazos cubriéndole el pecho en actitud defensiva, dispuesta a salir corriendo si la situación se ponía fea. Y antes se había estremecido cuando él golpeaba el saco levemente. Zac invitó a Vanessa con suavidad a ir con él hasta el sofá.

Zac: ¿De qué tienes miedo, Vanessa?

Esta no respondió, tan solo se encogió de hombros y tragó con dificultad el nudo que se le había formado en la garganta sin poder dejar de mirar el saco con sus grandes ojos marrones. Zac le tomó las manos con una mano suya mientras con la otra le acariciaba el pelo tratando de tranquilizarla.

Zac: Solo lo utilizo para estar en forma y porque me divierte -dijo con voz deliberadamente suave-. Cuando era niño tuve un gran maestro que me dio clases elementales de boxeo en un gimnasio del barrio. Me enseñó a dominar mis emociones y a centrar el interés y la fuerza en lo que tenía delante. Organizo veladas de boxeo para mis empleados precisamente para inculcarles esos mismos valores.

Ness: ¿Y los guantes? -preguntó dubitativa-.

Zac: Los guantes pertenecieron a Mohamed Ali y los tengo guardados en una caja de cristal porque valen una pequeña fortuna.

A Vanessa no pareció servirle de mucho aquella revelación. Los ojos se le habían suavizado y habían perdido la mirada asustada, pero seguía temblando. Zac continuó acariciándole el pelo, la cara y el cuello para tranquilizarla aunque lo cierto era que él también disfrutaba con el contacto.

Zac: No pasa nada, de verdad, Vanessa. Mira, Miley también tiene un saco en casa y me atrevería a decir que ella lo usa más de lo que yo lo he hecho últimamente. Le encanta. ¿Nunca has hecho kick boxing o defensa personal?

Ness: Hago yoga con Ashley todas las semanas -respondió en voz baja con una sonrisa dubitativa iluminándole el rostro-, pero la versión más suave.

Zac se removió en su asiento al notar que se le aceleraba el pulso ante aquella incipiente sonrisa. No era sensato. Con cuidado dejó de acariciarla y posó una mano sobre el muslo y extendió el otro brazo a lo largo del respaldo del sofá. Le interesaba seguir con aquella conversación y para ello debía dejar de acariciarla.

Zac: Vanessa, no he peleado desde que tenía dieciséis años y nunca he utilizado mis conocimientos fuera del ring. Te lo prometo. Nunca he golpeado a una mujer y nunca lo haría por muy irritantes que algunas puedan llegar a ser. -Pero en vez de reírse como él esperaba, Vanessa volvió a recluirse en sí misma. No le gustaba mostrarse tan sensible. Zac se inclinó hacia ella y le puso un dedo en la barbilla para obligarla a mirarlo-. Vamos, Vanessa, esto es ridículo. Necesito saber que me crees. No podría soportar la idea de que realmente tengas miedo de mí. Dime que me crees.

Ness: Te creo -contestó tragando con dificultad al ver la mirada suplicante en los ojos de Zac-.

Pero Zac notó la vacilación y su preocupación a causa de ella, como si Vanessa realmente deseara creerle. Tenía que haber una razón de peso tras aquella actitud y estaba decidido a averiguarla.

Si para ella no significaba más que un cliente, o el amigo de unos amigos, no deberían importarle tanto sus aficiones pero estaba claro que sí le importaba. Y antes de cambiar de idea, Zac se estaba inclinando hacia ella y Vanessa no retrocedió sino que esperó hasta que sus labios rozaron los suyos levemente, igual que la primera noche fuera de la casa de Ashley y Scott. Y al igual que aquella noche, el beso tierno se convirtió en algo mucho más apasionado.

Zac todavía se inclinó más, presionando con sus labios y Vanessa respondió girando la cabeza para que el contacto fuera completo, aunque seguía sujetándose con las manos a cada lado de las piernas y con los codos pegados a los costados.

Tras unos momentos de placer infinito en la boca de Zac, Vanessa notó que los hombros y los codos se le relajaban y perdía ligeramente la posición. Pero fue suficiente para que Zac deslizara el brazo por detrás de su espalda invitándola a tumbarse sobre el sofá.

Un torrente de deseo la inundó en respuesta al tacto cálido de Zac, su varonil aroma y la insistencia de su cuerpo, al tiempo que la respiración se le aceleraba. Zac se movía con habilidad y ternura mordisqueándole el labio inferior y el deseo de Vanessa aumentaba. Aquél sí era el Zac que ella adoraba: generoso, dulce y embriagador.

De pronto, el insistente sonido del teléfono se elevó por encima de ellos.

Ness: ¿No deberías contestar? -susurró-.

Zac: Ya saltará el contestador -respondió dejando de besarla en los labios para exhalar un cálido aliento en el lóbulo de su oreja y a continuación depositar una lluvia de pequeños besos en su cuello-.

Y en efecto, así ocurrió.

Hola hermanito -dijo la voz alegre de Miley-.

La pareja dejó de besarse y miró hacia el teléfono, sus rostros muy cerca el uno del otro.

La nieve está fabulosa para esquiar. Y no, no me he roto una pierna. Will te dice hola. ¿Qué tal van los preparativos de mi fiesta? ¿Has quedado ya con Vanessa como me prometiste? Si es tan encantadora como dices tal vez deberías invitarla a salir. Lo siento, no puedo evitarlo. Cuando estoy enamorada quiero compartirlo con todo el mundo. De todas formas, cuéntame cómo va todo. Hasta la semana que viene. Te quiero.

Vanessa notó que iba recobrando el conocimiento poco a poco y no esperó a que Zac girara la cabeza para mirarla. Le puso una mano firme en el pecho y él accedió a separarse de ella.

Ness: Supongo que era Miley -dijo al tiempo que se incorporaba y ponía los pies en el suelo-.

Zac: Así es -respondió sin dejar de mirarla y poniéndole una mano en el muslo mientras jugueteaba con la otra con un mechón de pelo-.

Ness: De verdad, será mejor que me vaya -dijo consciente de que si no lo hacía volvería a caer en el embrujo de aquellas manos poderosas y el encanto de aquellos labios-.

Para empezar, no debería haber dejado que ocurriera. Y la próxima vez, ninguna llamada de teléfono inoportuna la salvaría.

Zac: ¿Por qué?

«¿Por qué? Porque estoy enamorada de ti y a la vez me das miedo y si me dejo caer en tus brazos me enamoraré aún más y tú saldrás corriendo».

Ness: Ni siquiera pensaba quedarme a cenar, mucho menos... -no sabía cómo denominar lo que había ocurrido entre ellos-. Esto no es lo que yo esperaba.

Zac: Digamos entonces que ha sido una velada inesperada. De hecho parece que siempre que estamos juntos es por casualidad. Desde luego yo no diría que nuestros encuentros sean predecibles.

Vanessa se alegró de que Zac tuviera tanta facilidad para bromear. Al menos saldría de allí y nadie sabría lo que sentía en realidad. Pero no estaba contenta. Estaba frustrada. Era evidente que Zac se sentía atraído por ella pero eso era todo. Y no era suficiente, no ahora que ella sabía lo que sentía por él.

Sonrió brevemente y se levantó. Se estiró la ropa y miró alrededor desorientada hasta que Zac señaló su maletín aún en el suelo de la cocina.

Ness: Claro, mi maletín. Gracias -dijo al tiempo que recogía la chaqueta y el bolso y se dirigía hacia el ascensor. Llamó y se volvió para mirar a Zac de pie a poca distancia de ella. Retrocedió un tanto cortada y le ofreció la mano como si aquello hubiera sido una cita de negocios-. Bueno, Zac. Gracias por la cena y... en fin, gracias por la cena. Estaba realmente deliciosa.

Zac se rió suavemente y a continuación tomó con gesto aparentemente serio la mano que le ofrecía.

Zac: Gracias por tu presentación. Realmente encantadora.

Vanessa lo miró con la mirada vacía hasta que él señaló el maletín y de pronto recordó el verdadero motivo que la había llevado allí.

Ness: Sí, claro. Bueno, me alegro de que te haya gustado. El lunes me pondré con ella nada más llegar y me pondré en contacto contigo... diré a Brittany que se ponga en contacto contigo a lo largo de la semana para cerrar los últimos detalles.

El ascensor llegó por fin y Vanessa dio un suspiro de alivio. Las puertas se abrieron y entró. Zac se inclinó ligeramente y sujetó con fuerza las puertas para que no se cerraran.

Zac: En caso de que te lo estés preguntando, es cierto que le dije a mi hermana que eras encantadora -admitió mirándola a los ojos, con una sonrisa que ponía al descubierto sus profundos hoyuelos-.

Vanessa le devolvió la mirada y sintió ganas de llorar. Zac se inclinó y le dio un beso en la mejilla, que duró más de lo que las normas de buena educación dictaban.

Vanessa suspiró al notar el contacto y cuando por fin se retiró vio que Zac tenía los ojos cerrados. Le costó mucho quedarse inmóvil dentro de aquel ascensor y no tirar de él para que entrara con ella.


Zac apagó las luces de la cocina y solo dejó encendidas las que iluminaban el saco de boxeo. Se había puesto pantalones y zapatillas de deporte y se estaba poniendo esparadrapo alrededor de las muñecas. Pero por primera vez desde que había hecho instalar el saco no tenía energía ni ganas de golpearlo. Solía utilizarlo para mitigar las frustraciones pero después de haber escuchado las escogidas palabras de Vanessa, la dolorosa sensación de injusticia que había tenido en la boca del estómago durante tanto tiempo, se había calmado.

Dio unos cuantos saltos alrededor del saco mientras estiraba el cuello y los hombros y dio unos puñetazos de calentamiento. Pero de pronto apareció ante él la imagen de Vanessa con la mirada asustada mientras él golpeaba ligeramente el saco.

No podía evitar preguntarse por qué Vanessa odiaba tanto el boxeo. Era cierto que muchas mujeres decían que les disgustaba aquel deporte porque eso era lo que se esperaba de ellas, pero él estaba seguro de que Vanessa sentía un disgusto sincero.

Él se había abierto a ella y le había contado más cosas sobre su vida de lo que jamás le habría contado a una simple «amiga de un amigo» y sin embargo ella no le había dicho una palabra de su pasado. Y Zac se sintió decepcionado por ello, o tal vez decepcionado por haber estado tan inmerso en su propia miseria que no había sido capaz de pensar que ella pudiera tener también alguna honda tristeza que compartir.

Decidió que tenía que averiguarlo, no porque tuviera interés en ella, por supuesto, sino porque simplemente se lo debía. Ella lo había ayudado más de lo que podría imaginar y quería devolverle el favor.

¿Pero a quién quería engañar? Le interesaba, más y más cada vez. Era una mujer cautivadora, y la verdad era que ya no podía apartar las manos de ella cuando estaban cerca. Y luego estaba aquel aroma suyo que le recordaba a las manzanas en el verano, y aquella mata de pelo suave y reluciente.

Pero ¿para qué? Por muy atraídos que se sintieran el uno hacia el otro, ella buscaba algo que él no podía darle aunque después de haber probado las delicias que Vanessa podía ofrecer, algo le decía que no podía dejarla escapar. Se estaba haciendo adicto a ella. Estaba colgado de ella.

«¿Y qué importa que esté buscando marido? ¿Por qué no puedo compartir mi tiempo con ella hasta que lo encuentre? Sé que podemos pasarlo muy bien juntos hasta que su príncipe azul aparezca».

Pero Zac sabía también que cada día que pasaba deseaba que aquel «príncipe azul» no apareciera nunca.


Vanessa conducía por la calle que corría junto al mar. Por mucho que intentaba concentrarse en la carretera no podía quitarse de la cabeza la imagen de Zac; el hombre que disfrutaba corriendo riesgos y no deseaba echar raíces tenía en el cajón superior de su cómoda todos los calcetines perfectamente ordenados por color y tejido.




¿Los calcetines ordenados por color y tejido? ¡Zac es de los tuyos, Ness! ¡Un maníaco obsesivo con el orden! XD
Eso es clara señal de que están hechos el uno para el otro. Si no puedes ver eso, Ness, ¡ponte gafas! XD

¿Os gustó el capi? ¡Claro que sí!
Gracias por los coments, ¡comentad mucho! XD
¡Y ya os digo que solo quedan cuatro capis! Si comentáis mucho, es probable que al final de la semana podamos tener la nove acabadita.

Bye!
Kisses!


domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 13


Vanessa terminó el último bocado. Hacía rato que se había quitado la chaqueta pero incluso solo con su camisa sin mangas estaba cómoda en el salón con la chimenea encendida.

Ness: Delicioso -dijo limpiándose los labios con la servilleta y dejándola en la mesa-.

Zac: Hmmm. Sí, delicioso -añadió-.

Zac se echó hacia atrás en la silla y se puso las manos sobre el estómago, con una sonrisa satisfecha iluminando su precioso rostro y a Vanessa le pareció muy sencillo creer que él estaba pensando lo mismo que ella, que era realmente delicioso estar allí sentados los dos juntos.

Ness: ¿Dónde aprendiste a cocinar así?

Zac se llevó a los labios el vino y tragó el bocado.

Zac: Me fui de casa a los dieciséis años así que tuve que aprender a cocinar para no comer solo comida enlatada y pan de molde.

Ness: ¿Dieciséis años? ¿Y te sentías preparado para enfrentarte al mundo con esa edad?

Zac: Estaba decidido a ser alguien, a ganar dinero y conservarlo, y nunca quedarme con las ganas de nada.

Ness: Mi mayor ambición a esa edad era volver loco a mi padre fugándome para casarme con Mike Combs, el chico más guapo de clase -apuntó-.

Zac: Supongo que algunas cosas nunca cambian.

Zac sonrió y Vanessa se sonrojó pero pensó que merecía la pena pasar un momento incómodo por ver aquellos hoyuelos.

Ness: ¿Lo hiciste por tus padres? Éstos normalmente provocan fuertes reacciones en los adolescentes.

Zac: Lo que me motivó fue el deseo de no acabar como ellos. Bueno, no como mi padre, para ser más exactos.

Ness: Cuéntame más -lo animó inclinándose hacia delante y apoyó la barbilla en la mano-.

«Cuéntamelo todo».

Zac: Cuando era adolescente gastaba todo el dinero en bebida. Una vez pillé a mi pobre madre buscando en los bolsillos de la chaqueta de mi padre dinero suelto para pagar al lechero. Y cuando ella murió, él apenas salía de casa; y más tarde solo iba al bar. Así es que cuando cumplí dieciséis me fui.

Ness: No lo sabía, Zac. No pretendía inquirir en...

Zac: No pasa nada. Nunca he ocultado mis comienzos humildes. De hecho, existen documentos que lo afirman «El niño pobre se hace rico».

Ness: ¿Era alcohólico? -preguntó mirando la copa medio vacía de Zac-.

Zac: Posiblemente -contestó agitando la copa-, aunque siempre lo consideré un hombre sin personalidad que se dejaba llevar más que un adicto. Estar borracho era una buena excusa para no tomar decisiones.

Ness: ¿Y ése ha sido el motor en tu vida?

Zac: Absolutamente. Era el ejemplo perfecto del fracaso así que tenía que tomar la vida por los cuernos. No tiene sentido quedarse anclado a un solo proyecto. Hay que correr riesgos para obtener recompensa, y enfrentarse a un nuevo reto.

Parecía hablar en serio pero a Vanessa le sonó a discurso que hubiera dicho mil veces hasta aprenderlo de memoria, y le rompió el corazón. Había conocido a un hombre que también había vivido siguiendo esa teoría y lo único que había hecho había sido daño a aquellos que más lo querían.

Ness: ¿Y Miley? -preguntó con suavidad-. ¿Es más joven que tú?

Zac bajó la vista a la mesa pero Vanessa pudo ver un sentimiento de culpa reflejado en sus ojos azules.

Zac: Solo tenía doce años. Nos escribimos durante un tiempo y me decía que no era feliz, pero en aquel momento creía que era más importante ganar dinero para asegurarnos un futuro -dio un largo sorbo de vino-. Unos años después volví a casa, con dinero y experiencia, sin resentimiento por mi padre. O eso creía. Cuando entré en casa vi que la mitad de los muebles había desaparecido, una pila de ropa para planchar cubría el sofá y a Miley en el fregadero. Solo habían pasado cuatro años pero había envejecido tanto que apenas la reconocí. Vestía harapos y se notaba que ella misma se había cortado el pelo. Mi preciosa hermanita se había esfumado y en su lugar estaba aquella miserable chica.

Nss: Zac -susurró y se llevó un dedo a los labios temblorosos-.

«¿Qué he hecho?».

Zac se preguntaba por qué había comenzado a contarle aquello, pero no podía retirar sus ojos del rostro compasivo de Vanessa.

Zac: Furioso y sin ni siquiera abrazarla la obligué a que me dijera dónde estaba. Me respondió que en el bar. Allí lo encontré, la sombra del hombre que una vez conocí. Le tiré la escritura de la casa. Había pagado toda la hipoteca. Él miró los papeles, apenas consciente de lo que eran, y mucho menos consciente del enorme gesto simbólico de reconciliación que le estaba ofreciendo. Me fui de allí disgustado, volví a casa, recogí a Miley y nos fuimos dejando una nota para que supiera que al menos ahora podría regocijarse en su miseria con un techo sobre su cabeza pero sin Miley.

Ness: ¿Y tú cuidaste de ella? -Zac asintió-. Pero solo tenías veinte años.

Zac: Lo sé, pero ¿qué otra opción tenía? Durante los siguientes años fui para ella todo su apoyo hasta que pudo sostenerse sola.

«Y nunca más quiero volver a sentirme igual, no quiero tener a alguien que dependa de mí para todo, fue demasiado duro».

Vanessa asintió y Zac sintió que había escuchado sus palabras y lo comprendía.

Ness: ¿Qué pasó con tu padre?

Zac: Falleció hace cuatro años.

Ness: ¿Antes de que te marcharas a Nueva Orleáns?

Zac: Esa misma semana. Tras el funeral hice las maletas -contestó consciente de que a Vanessa no se le escapaba ningún detalle-.

Ness: Parece que todo ha salido bien finalmente. No te ha ido nada mal y te llevas muy bien con Miley.

Zac: Pero es una niña mimada. Nunca le ha interesado lo más mínimo conservar un trabajo y antes quemaría su ropa que lavarla y plancharla. Y eso sí es culpa mía.

Vanessa había averiguado lo que quería saber. Su adorado Zac había soportado más emociones en los últimos años de su niñez que la mayoría de la gente en toda su vida. Cuando llegó a la edad adulta decidió que la única manera de que los sentimientos lo volvieran a consumir era no tenerlos.

¿Cómo podría ella recuperar a un hombre que estaba sumido en semejante dolor?

Ness: ¿Bromeas? Ayudaste a una niña a convertirse en adulta. Mucha gente nunca tiene esa oportunidad.

Zac: No sabía cómo hacerlo.

Ness: Eras un niño. Nadie habría esperado de ti que supieras todas las respuestas.

Zac se removió en la silla tratando de ahuyentar una extraña sensación: buscaba que Vanessa lo reconfortara, justo lo que se había jurado que nunca soportaría otra vez.

Sintió de nuevo la necesidad de correr y esta vez no miraría atrás. Pero entonces Vanessa le tomó la mano entre las suyas.

Ness: Escúchame. Por lo que Ashley me ha contado de Miley es compasiva y optimista, formal pero alegre. Sin la mezcla de experiencias que ha vivido en su vida no sería así.

Zac: Probablemente tengas razón.

Ness: Probablemente no, tengo razón. Creo firmemente que una persona necesita sufrir altibajos, vivir penas y alegrías para madurar y desarrollar una personalidad valiosa y fuerte. Quiero decir que sin los malos tiempos ¿cómo puedes disfrutar de los buenos? Fíjate lo bien que se siente uno después de estornudar.

Esto último lo pilló por sorpresa y antes de que pudiera reaccionar estaba sonriendo.

Zac: Tienes razón.

Ness: Bien, y eso es debido a la incomodidad que se sufre antes. Ya sabes, primero te pica la nariz y cada vez pica más hasta que llega el estornudo y te alivia, ahhh, una sensación maravillosa.

Zac: Supongo que todo eso tiene un peculiar sentido -dijo riendo con fuerza-.

Ness: Peculiar o no, es cierto. Sin haber sufrido antes una pena absoluta no se puede apreciar la más absoluta de las alegrías -dijo finalmente dándole unos golpecitos a Zac en la mano y empujando hacia atrás su silla se puso en pie-. Y ahora, ¿podrías indicarme dónde está el cuarto de baño de las niñas?

Zac señaló las escaleras junto a la cocina. Vanessa sonrió y rozó el hombro de Zac al pasar junto a él haciéndole sentir una ola de calor.

Cuando llegó a la puerta se dio la vuelta un momento como si supiera que la había estado mirando y sonrió antes de desaparecer en el cuarto.

Abajo, Zac dio un largo suspiro y se levantó, silbando, para recoger la mesa, sintiendo una serenidad que nunca antes había sentido.

Arriba, Vanessa terminó de lavarse las manos en el lavabo y se miró al espejo. Ya no le quedaba nada de brillo de labios. En su boca todavía quedaba el sabor de la soja y la miel de la salsa que Zac había preparado. A través del espejo vio la enorme bañera que había al otro extremo del espacioso cuarto de baño, lo suficientemente grande para acoger la enorme figura de Zac y la de otra persona.

Ness: Detente, Vanessa -se regañó en voz alta-, y sal de esta casa antes de que ocurra algo más-.

Zac era un hombre que necesitaba tiempo y espacio, paciencia y dulces palabras. Le parecía haber hecho algún progreso con él ahí abajo y lo último que le hacía falta era que una mujer ansiosa por cazar un marido se le echara a los brazos profesándole amor eterno.

Vanessa salió del baño y se encontró en el dormitorio de Zac. Los tonos naturales eran parejos a los del resto de la casa. La litografía de S. John ocupaba la pared sobre la cama y la otra estaba cubierta por una librería con todos los estantes llenos.

Aquella podía ser la primera y última vez que estuviera en aquella habitación y no pudo evitar querer empaparse de la esencia de aquel hombre. Pasó la mano por los estantes. Entre los libros había varios marcos de fotos, la mayoría de él y una mujer rubia y delgada. Vanessa pasó un dedo por el rostro de la joven que suponía era Miley. Tenía el mismo pelo de color claro y unos ojos profundos azulados y miraba a su hermano con una sonrisa llena de amor.

Entre dos lámparas vio una par de guantes de boxeo, bastante usados, dentro de una caja de cristal.

Se detuvo ante éstos y observó la superficie llena de arañazos, descosidos y manchas. Una mirada más de cerca le permitió ver las salpicaduras de sangre en el guante de la mano derecha. Un escalofrío le recorrió la espalda y la mente se le llenó de imágenes de cómo esos guantes habían acabado tan gastados. Sabía exactamente cómo. Y entonces recordó que Zac había sido quien había organizado la velada de boxeo de aquella noche. Le resultaba muy difícil aceptar que aquel hombre imperativo y condescendiente era el mismo hombre intrigante y reflexivo que estaba al otro lado de la puerta. Pero eran el mismo hombre.

Zac, a quien Ashley y Scott consideraban un buen amigo, que se preocupaba de su hermana pequeña, y que le había robado el corazón a Vanessa era el despiadado Zac Efron de Efron Holdings.

El sonido de las tazas proveniente del comedor sacó a Vanessa de su sueño. Debía llevar mucho tiempo allí. De camino a la puerta pasó junto a la cómoda y recordó la conversación que había tenido con Ashley; se giró, abrió el primer cajón y echó una larga mirada al interior.

Ness: Definitivamente, será mejor que me vaya a casa -susurró cerrando el cajón y saliendo de la habitación-.




Oh, oh... 
¿Se habrá metido Ness en la boca del lobo? :S
Quizá sí.
¡Descubridlo en el próximo capi! Gracias por los coments. Comentadme más XD.

Bye!
Kisses!


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